Día 195 | Miqueas
En medio de todo lo que está ocurriendo en los reinos de Israel y Judá, en Su gracia, Dios está enviando profetas para recordarles la ley que los apunta al carácter de Dios, pero sobre todo, les recuerda lo que Dios ha hecho para que se arrepientan y regresen a Él y Su propósito. Miqueas es otro profeta encargado de hablar a Judá, al igual que Isaías, profetizó durante el reinado de Jotam, Acaz, Ezequías previo al exilio babilónico. Su tema principal es la pena de juicio junto con la promesa de restauración. Ciertamente, así es como nuestro Dios anuncia Su Palabra: llamado al arrepentimiento, juicio y promesa de restauración, es decir, Su gracia salvadora a través del Mesías esperado, de la tribu de Judá, de la casa del rey David y del pacto con Abraham.
Es importante que recordemos que a medida que vamos leyendo la historia del pueblo, …
En medio de todo lo que está ocurriendo en los reinos de Israel y Judá, en Su gracia, Dios está enviando profetas para recordarles la ley que los apunta al carácter de Dios, pero sobre todo, les recuerda lo que Dios ha hecho para que se arrepientan y regresen a Él y Su propósito. Miqueas es otro profeta encargado de hablar a Judá, al igual que Isaías, profetizó durante el reinado de Jotam, Acaz, Ezequías previo al exilio babilónico. Su tema principal es la pena de juicio junto con la promesa de restauración. Ciertamente, así es como nuestro Dios anuncia Su Palabra: llamado al arrepentimiento, juicio y promesa de restauración, es decir, Su gracia salvadora a través del Mesías esperado, de la tribu de Judá, de la casa del rey David y del pacto con Abraham.
Es importante que recordemos que a medida que vamos leyendo la historia del pueblo, observemos más detenidamente lo que Dios está haciendo. Él no cambia Sus planes, sigue siendo fiel, y en cada profecía dispone entregarnos pistas de cómo será el Mesías, dónde nacerá, y qué hará. Imagina que estás en medio de un tiempo de caos, hay desorden en tu corazón, las personas a tu alrededor dicen ser una cosa, pero actúan de manera diferente, buscas ayuda para solo encontrar corrupción y favoritismo, además, no entiendes cómo el pueblo se ha desinhibido a tal punto que lo que antes era catalogado como bueno, ahora es pasado de moda —obsoleto.
Así estaba este pueblo, Dios enviaba Su mensaje una y otra vez, aplicando el lente corrector de sus ojos para qué lo voltearán a ver. No todos escucharon a Miqueas, de hecho, al igual que Jeremías no vio mucho fruto de las advertencias de Dios, aún así, como en todos los mensajes de Dios, acompañado del juicio, él entrega la promesa del Salvador, no es casualidad que su nombre significa: «¿Quién es como el Jehová?» (RV60).
Miqueas revela el carácter de nuestro Dios de justicia y perdonador. ¿Cómo esto es posible? Ya lo veremos a medida que seguimos leyendo. Nos apunta a Jesús como el Mensajero de hermosos pies que advierte el juicio y ofrece salvación por medio del arrepentimiento. ¿Cómo es posible? Ya lo veremos a medida que encontramos las huellas de Su llamado en este libro. Al igual que Isaías, que leímos ayer, la esperanza no radica en que todo ese escenario confuso se arregle, sino en la Persona que vendrá a reconciliar a pecadores con un Dios santo y a restaurar lo que el pecado de Sus hijos ha desbaratado.
Hay lamento por la casa de Samaria y en Jerusalén. ¿Leíste? «Hay lamento por». El profeta se lamenta, no es el pueblo. Está tan cegado que no escucha el lamento de Dios, quien sabe lo que vendrá si no se arrepienten. ¡Qué lamento! Las tribus que estaban divididas ahora se unen por el pecado: «Porque es incurable su herida, pues ha llegado hasta Judá; se ha acercado hasta la puerta de mi pueblo, hasta Jerusalén». –Miqueas 1:9
No hay pecado que se cometa sin que Dios santo lo sepa (He. 4:13). El pecado es una infección que se propaga. ¿Qué puede hacer el pueblo? ¿Qué podemos hacer nosotras? No hay excusa delante de Él ni defensa suficiente para pagar nuestra maldad, por eso necesitamos confiar en el Sustituto perfecto que llevó nuestra maldad en Su cuerpo (Is. 53:5).
La justicia de Dios no queda impune, alguien debe pagar el precio. Claro está que ni el pueblo de Judá ni nosotras podemos. Dios ejecuta Su juicio no sin antes señalar los pecados que hicieron necesario el juicio, empezando con opresión injusta y la resistencia a la Palabra de Dios. Así inicia el capítulo 2, Miqueas dice:
«¡Ay de los que planean la iniquidad,
Los que traman el mal en sus camas!
Al clarear la mañana lo ejecutan,
Porque está en el poder de sus manos.
Codician campos y se apoderan de ellos,
Codician casas y las toman.
Roban al dueño y a su casa,
Al hombre y a su heredad».
Esta transgresión revela un corazón egoísta dispuesto a despojar al más pobre de lo que tiene para enriquecerse. El materialismo acaparó el corazón del pueblo. Si pensamos que el marxismo empezó en el siglo XIV, estamos equivocados, en el pueblo de Dios nos encontramos con una lucha de clases sociales. Pero, vendrá el juicio no solo por obrar este mal, sino por el corazón con el que se hace (v. 5). Además, despreciaron las advertencias de los profetas (vv. 6-11), más bien, el pueblo escuchaba las voces de la simiente de la serpiente que desviaba las palabras de Dios a su conveniencia: «“No profeticen”, dicen, y profetizan.
Aunque ellos no profeticen acerca de estas cosas [...]
¿No hacen bien Mis palabras
Al que camina rectamente?» (v. 7b).
¿Acaso no es así en este tiempo también? La tentación de escuchar palabras contrarias a la voluntad de Dios, tan solo porque alimentan nuestro ego o deseos, se puede respirar en el aire. Tachamos de radicales a quienes, como Miqueas e Isaías, están hablando la Palabra de Dios para nuestro bien. Pero nota a nuestro Dios fiel que dice:
«Ciertamente los reuniré a todos, oh Jacob,
Ciertamente recogeré al remanente de Israel,
Los agruparé como ovejas en el redil;
Como rebaño en medio de su pastizal,
Harán estruendo por la multitud de hombres.
El que abre brecha subirá delante de ellos;
Abrirán brecha, pasarán la puerta y saldrán por ella;
Su rey pasará delante de ellos,
Y el Señor a su cabeza». –vv. 12-13
La promesa de restauración. Dios no desiste, Su plan no cambia. El Señor reunirá a Su pueblo como una manada en un rebaño para protegerlos, esa manada de ovejas que escuchará la voz de Su pastor porque lo conocen (Jn. 10:27), y conocer a Dios es tenerlo como nuestra cabeza. ¡Hay esperanza cuando nos volvemos a Él con todos nuestros pecados en arrepentimiento para confiar en que Él nos recibe y perdona! Esta es una obra de gracia que el pueblo no escuchó, pero que anticipaba la bendita obra del Salvador.
Las denuncias de Miqueas siguen creciendo, ahora denuncia los abusos pecaminosos de las autoridades civiles y religiosas, y los hace responsables de traer al pueblo a un declive moral y social (Miqueas 3:1). A éstos Dios les dice:
«Entonces clamarán al Señor,
Pero Él no les responderá;
Sino que esconderá de ellos Su rostro en aquel tiempo,
Porque han hecho malas obras». –v. 4
¡Qué desolador es escuchar esto! Quiere decir que cuando el pueblo se vea en aprietos, clamarán al Señor. Ellos ignoraron el clamor del pueblo, Dios los ignora a ellos. No siempre vemos que esto sucede, ¿no es así? Deseamos que un rayo parta inmediatamente al gobernante injusto, pero, ¿qué hay de ti? ¿Has ignorado hacer el bien a quien lo necesita? ¿Has escuchado el clamor de tu hermana y la has asistido? Santiago dice que aquel que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es contado como pecado (Stg. 4:17) Y Juan dice que aquel que ve a su hermano en necesidad y cierra su corazón a él, ¿cómo habita el amor de Dios en él? (1 Jn. 3:17).
¿Por qué Dios da esperanza en medio del juicio? Porque Él es misericordioso y sabe lo que acontecerá. Esto nos debe hacer temblar, pero también correr a Él. El capítulo 4 y 5 son la muestra de cuán fiel es Dios a Su pacto, además nos deja ver que aunque el escenario sea sombrío, Él está sentado en Su trono. Lo que Él ha prometido desde que pensó crear al hombre y a la mujer para ser Su pueblo, sigue en pie:
«Vendrán muchas naciones y dirán:
«Vengan y subamos al monte del Señor,
A la casa del Dios de Jacob,
Para que Él nos instruya en Sus caminos,
Y nosotros andemos en Sus sendas».
Porque de Sión saldrá la ley,
Y de Jerusalén la palabra del Señor». –Miqueas 4:2
Todas las naciones participarán de la adoración a nuestro Dios fiel (Ef. 2:14-18), la Simiente de la mujer (Gen. 3:15) nos instruirá, nos caminará en obediencia, a todas las que escuchemos atentamente Su voz con la intención de poner por obra Su Palabra. Redimirá al pueblo del cautiverio (Miqueas 4:8) porque Dios no se olvida de Sus promesas. Ciertamente, «Belén Efrata, aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que ha de ser gobernante en Israel. Y sus orígenes son desde tiempos antiguos, desde los días de la eternidad». –Miqueas 5:2
El Mesías vino (Mt. 2:1-6), sucedió; nosotras hoy gozamos de esta promesa, la mejor de todas, y estamos en espera de Su segunda venida, ¡esa es nuestra esperanza! Y era la de ellos. Lastimosamente, no escucharon, ¿y tú? Quizá, al igual que este pueblo, vives una vida llena de religiosidad, creyendo que con tu buen comportamiento paga para evitar el juicio de Dios, aparentemente dijeron arrepentirse (Miqueas 6:6-8). Pero Miqueas se lamentó de que no entendieron (Miqueas 7:1).
El libro termina con una promesa:
«¿Qué Dios hay como Tú, que perdona la iniquidad
Y pasa por alto la rebeldía del remanente de su heredad?
No persistirá en Su ira para siempre,
Porque se complace en la misericordia.
Volverá a compadecerse de nosotros,
Eliminará nuestras iniquidades.
Sí, arrojarás a las profundidades del mar
Todos nuestros pecados.
Otorgarás a Jacob la verdad
Y a Abraham la misericordia,
Las cuales juraste a nuestros padres
Desde los días de antaño». –Miqueas 7:18-20
Para meditar:
- Dios es el mismo de ayer, de hoy y siempre. Su promesa se cumplió, Cristo vino; Su promesa se cumplirá, Cristo regresará. Mientras tanto, examina tu vida, cómo estás caminando en justicia, en rectitud, en misericordia y compasión, a quiénes estás escuchando y tomando su consejo, ¿a los influencers? ¿al bufé de información en las redes?
- Espera en el Señor. Ciertamente Él hará todas las cosas nuevas, ha iniciado con tu corazón desde el día de tu salvación. Hoy continúa obrando en tu corazón por medio del Espíritu Santo para que confíes en Él a pesar de las malas noticias alrededor y dentro del pueblo de Dios. Permanece firme en las promesas de Dios; y, por favor, no camines sola, congrégate y recuérdales a tus hermanas la Palabra de nuestro Señor.
«Pero tú, Belén Efrata, aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que ha de ser gobernante en Israel. Y sus orígenes son desde tiempos antiguos, desde los días de la eternidad. -Miqueas 5:2
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