Día 190 | Isaías 1 - 4
El día de ayer aprendimos sobre los hechos del rey Uzías durante la última parte de su reinado. Como seguiremos leyendo, el reino del Norte empezará a decaer estrepitosamente. Por ello, vemos a Dios continuar con Su plan de salvación a través del Reino del Sur, Judá. Por eso, hoy iniciamos la lectura de uno de los libros más fascinantes que tiene la Biblia, y es el libro del profeta mayor, Isaías.
Los estudiosos consideran que el autor de este libro completo, Isaías, el hijo de Amoz, fue un profeta del siglo octavo antes de Cristo, el cual fue amigo y confidente de Ezequías. El libro de Isaías nos muestra un antes, un durante y un después acerca del pueblo de Judá. En esta primera mitad, vemos la situación histórica del pueblo de Dios quienes están en Jerusalén durante el período en que Asiria era quien dominaba toda la región. …
El día de ayer aprendimos sobre los hechos del rey Uzías durante la última parte de su reinado. Como seguiremos leyendo, el reino del Norte empezará a decaer estrepitosamente. Por ello, vemos a Dios continuar con Su plan de salvación a través del Reino del Sur, Judá. Por eso, hoy iniciamos la lectura de uno de los libros más fascinantes que tiene la Biblia, y es el libro del profeta mayor, Isaías.
Los estudiosos consideran que el autor de este libro completo, Isaías, el hijo de Amoz, fue un profeta del siglo octavo antes de Cristo, el cual fue amigo y confidente de Ezequías. El libro de Isaías nos muestra un antes, un durante y un después acerca del pueblo de Judá. En esta primera mitad, vemos la situación histórica del pueblo de Dios quienes están en Jerusalén durante el período en que Asiria era quien dominaba toda la región.
En la cronología bíblica, es importante resaltar que las profecías de Isaías fueron dadas antes del exilio, antes de Nehemías y Esdras. El libro de Isaías, en sus primeros cuatro capítulos, establece un tono profético que aborda tanto las preocupaciones contemporáneas como las futuras de Israel. Así que esperamos ver en este libro una combinación de advertencias, juicios y promesas.
El profeta inicia con una acusación contra Judá por su rebelión y desobediencia hacia Dios. Se denuncian las prácticas religiosas vacías y la injusticia social. El profeta advierte sobre las consecuencias del pecado y la necesidad de arrepentimiento genuino. A pesar del juicio inminente, se ofrece la esperanza de perdón y restauración si el pueblo se vuelve sinceramente hacia Dios.
Algo interesante es que vemos aquí demarcado el tiempo que tardó el profeta y con cuáles reyes se involucró, lo que significa que Isaías profetizó durante un largo tiempo y vio de todo. Estamos hablando de una época en la que la nación estaba alejada de Dios. Aunque Isaías era profeta del reino del sur, su mensaje es una advertencia para todo el pueblo de Dios. Básicamente, estaba llamando a todos a volver a los caminos de Dios antes de que fuera demasiado tarde.
De todas las cosas que Isaías menciona en el capítulo 1 que el pueblo estaba haciendo mal delante de Dios, quiero destacar cuatro que serían las principales. Estos no son solo problemas del pasado, sino que también los vemos en nuestros días, lo que revela la naturaleza del corazón humano:
- Rebelión y pecado: Así como el pueblo de Israel se rebeló contra Dios en el pasado, hoy vemos una tendencia similar de alejamiento de los caminos de Dios y de seguir nuestros propios deseos y agendas en lugar de obedecer sus mandamientos.
- Adoración vacía: El profeta critica la adoración vacía y superficial del pueblo. A pesar de llevar a cabo ceremonias religiosas, sus corazones no están realmente comprometidos con Dios. Su adoración es más una muestra externa que una expresión interna de devoción verdadera.
- Injusticia social: Isaías también condena la injusticia social que prevalece en la sociedad. Menciona cómo los líderes y la gente común oprimen a los pobres y a los necesitados en lugar de ayudarlos y protegerlos.
- Corrupción moral: La corrupción moral no es solo un problema del pasado, sino que sigue siendo una realidad en el presente. La falta de integridad, la decadencia moral y la búsqueda desenfrenada del placer son evidentes en muchos aspectos de nuestra cultura contemporánea.
Estos problemas no son simplemente reliquias del pasado, sino que reflejan la inclinación del corazón humano hacia el pecado y la necesidad continua de arrepentimiento. Cuando leímos Reyes y Crónicas, vimos que Uzías hizo lo recto ante los ojos de Jehová y trajo mucha prosperidad al reino del sur, más cuando era fuerte, 2 Reyes 15:3 y 2 Crónicas 26:16-19 nos relatan que intentó quemar incienso en el altar y Dios le juzgó con lepra. Luego, su hijo Jotám hizo lo recto ante el Señor, pero el pueblo siguió corrompiéndose. Más adelante, cuando Acaz comenzó a reinar introdujo un altar pagano en el templo de Salomón. Como ves, la nación iba de mal en peor y Dios promete venganza, juicio y humillación.
Capítulo 2: La visión de la exaltación de Sión
Luego de un inicio tan fuerte y directo del profeta llegamos al capítulo 2 y es como increíble de imaginar; es una imagen que nos cambia la perspectiva que acabamos de leer, es como si fuera una llamada de atención a fijar nuestros ojos en lo que realmente será el futuro.
Isaías nos muestra una visión impresionante de lo que será Jerusalén en el futuro: ¡la capital del mundo! Imagina este escenario: todas las naciones vendrán a adorar al Dios de Israel. Es como si Isaías estuviera diciendo: «¡Hey, Dios reina sobre todo y todos! Nadie puede resistirse a su autoridad». Además, se nos recuerda que aquellos que se oponen a la voluntad de Dios enfrentarán su juicio. ¡Así que mejor estar del lado de Dios! Pero no se trata solo de miedo para aquellos que no crean en el Señor, también hay aliento. Isaías nos llama a ser humildes y a no confiar en nuestra propia fuerza o en ídolos falsos, sino a depositar nuestra confianza en Dios. ¡Es como si nos estuviera diciendo que hay algo mucho más grande y poderoso que nosotros mismos!
Capítulo 3: Juicio sobre Jerusalén y llamado al liderazgo.
Isaías denuncia una vez más la corrupción moral y social en Jerusalén, señalando que el juicio de Dios recaerá tanto en los líderes como en el pueblo. Se describe un tiempo en el que el liderazgo será despojado de su autoridad y la gente será gobernada por inexpertos e irresponsables.
A pesar de esto, hay una promesa de que Dios restaurará el liderazgo justo en su tiempo y lugar. Pero hay una parte en este capítulo que quiero destacar, especialmente dirigida a las mujeres. Comienza en el versículo 16 y habla directamente a aquellas que son descritas como soberbias y orgullosas, ¿sabes de quiénes se trata? Son esas mujeres que caminan con la cabeza bien alta y se adornan con montones de joyas. Sin embargo, resulta que Dios no está nada contento con esa actitud de soberbia.
Él les advierte que les quitará todo lo que tanto presumen: las joyas, la ropa elegante, ¡absolutamente todo! Las dejará desnudas, sin nada que ocultar, y las dejará «pelonas». Y no solo eso, Dios también les anuncia que en lugar de perfumes y adornos, ellas tendrán malos olores. Es como si Isaías nos estuviera mostrando el reverso de la moneda de la vanidad y la arrogancia: la humillación y la vergüenza. Pero no termina ahí. Dios también les dice que en lugar de belleza y gracia, tendrán cinturones de cuerda y en lugar de ser bien recibidas, serán reemplazadas por luto y desesperación.
Si somos sinceras, muchas veces nos encontramos caminando por la vida con la cabeza bien alta, sin siquiera voltear a mirar a nuestro alrededor, no tomamos en cuenta a los demás, ¿no te parece? No reflexionamos sobre nuestras acciones ni consideramos cómo impactamos a los demás, y mucho menos pensamos en buscar a Dios para pedir perdón. El orgullo nos vuelve rígidas y, curiosamente, parece que mientras más orgullosas somos, más nos adornamos y nos cubrimos.
Es como si Isaías estuviera tratando de sacudirnos y hacernos ver que la verdadera belleza y seguridad no vienen de nuestras posesiones o nuestra apariencia exterior, sino de nuestro corazón y nuestra relación con Dios. Y por eso en 1 Pedro 3:3 Pablo nos dice, Dios nos recuerda que lo verdaderamente nos debe importar como mujeres no es nuestra apariencia externa, sino la belleza de nuestro interior, la amabilidad y humildad que cultivamos en nuestro espíritu. ¡Es una lección sumamente valiosa que no deberíamos pasar por alto!
Capítulo 4: La futura gloria de Jerusalén.
En este capítulo, Isaías continúa pintando un cuadro de esperanza para Jerusalén. La visión es de un lugar protegido y bendecido por Dios. Isaías profetiza sobre un futuro día en el que la gloria del Señor será un refugio seguro para los sobrevivientes en Sión, aquellos que permanezcan fieles a Dios a pesar de las pruebas y tribulaciones.
Sin embargo, esta visión de gloria y protección viene acompañada de una importante condición: la purificación del pecado y una renovación espiritual. Isaías sugiere que para alcanzar esta futura gloria, el pueblo debe apartarse del pecado y volver su corazón hacia Dios. Es como si nos estuviera recordando que la restauración y la bendición están disponibles, pero requieren un compromiso genuino con la rectitud y la santidad.
Para meditar:
- ¿Cómo puedo aplicar las advertencias de Isaías sobre la rebelión, la adoración vacía y la injusticia social en mi propia vida?
- ¿Qué significa para mí la visión de esperanza para Jerusalén que Isaías presenta en estos capítulos? ¿Cómo puedo experimentar la protección y la renovación que él describe?
- ¿De qué manera el mensaje de Isaías sobre la soberbia y la humildad puede transformar mi forma de vivir y relacionarme con Dios y con los demás?
«Él juzgará entre las naciones, y hará decisiones por muchos pueblos.
Forjarán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en podaderas.
No alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra». -Isaías 2:4
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