Día 188 | Jonás
No se sabe con exactitud los reyes que reinaron durante el ministerio de Jonás, aunque se cree que fue contemporáneo de Oseas y Amós. Nínive era la capital de Asiria, recordemos que este sería el imperio por el cual Israel o el Reino del Norte sería castigada. Sin embargo, mientras esto ocurre, el imperio Asirio empezó a extender su influencia en los territorios. Pero Dios, en Su misericordia, envió al renuente profeta Jonás a esta ciudad pagana con el mensaje de salvación. En medio de todo lo que está ocurriendo con el pueblo de Dios, Su misericordia sigue llamando al arrepentimiento a todo aquel que cree. Su plan no ha cambiado, esto es lo que Él quiere que aprendamos.
Esta historia de los profetas menores es muy popular. Aun los niños pequeños conocen quién es Jonás y la historia del gran pez. En la meditación de hoy vamos a ir …
No se sabe con exactitud los reyes que reinaron durante el ministerio de Jonás, aunque se cree que fue contemporáneo de Oseas y Amós. Nínive era la capital de Asiria, recordemos que este sería el imperio por el cual Israel o el Reino del Norte sería castigada. Sin embargo, mientras esto ocurre, el imperio Asirio empezó a extender su influencia en los territorios. Pero Dios, en Su misericordia, envió al renuente profeta Jonás a esta ciudad pagana con el mensaje de salvación. En medio de todo lo que está ocurriendo con el pueblo de Dios, Su misericordia sigue llamando al arrepentimiento a todo aquel que cree. Su plan no ha cambiado, esto es lo que Él quiere que aprendamos.
Esta historia de los profetas menores es muy popular. Aun los niños pequeños conocen quién es Jonás y la historia del gran pez. En la meditación de hoy vamos a ir un poco más allá de la historia que se relata en los libros para niños.
Dios, en Su soberanía, puede usar a quien Él quiera como Él quiera. Usa personas que hacen lo correcto por motivaciones incorrectas y puede amar a través de ti o de mí, aunque no estemos amando a través de Él. ¿Quién puede decir que entiende la mente del Señor?
Lo que siempre vemos es que el profeta Jonás es un ejemplo de desobediencia a la voluntad de Dios. Dios lo manda a Nínive, pero él se embarcó para Tarsis. Conocemos la historia: se levanta una tormenta, lo arrojan al mar y termina en el vientre de un gran pez. Desde allí clama a Dios y Dios tiene misericordia, le da una segunda oportunidad y él va a Nínive a predicar.
Ahora, yo te pregunto: ¿qué motivó a Jonás a desobedecer a Dios y preferir la muerte antes de hacer lo que Dios le había mandado?
Claro que la raíz fue su pecado, pero esa es una respuesta muy general. Lo que lo motivó fue su animadversión por los ninivitas. Ellos eran un pueblo cruel y el profeta Amós había profetizado que Dios iba a traer una nación del norte a destruir a Israel. Así que él no tenía la más mínima misericordia ni compasión por esta gente. Él quería justicia, no misericordia. Y encima de todo eso, Dios estaba pidiéndole que fuera a predicarles el arrepentimiento para tener misericordia de ellos.
Ahora, debemos reconocer que Jonás conocía a Dios, quien es lento para la ira y grande en misericordia y verdad. Él no quiere la muerte del que muere. Por eso el profeta le dice al Señor:
«¡Ah Señor! ¿No era esto lo que yo decía cuando aún estaba en mi tierra? Por eso me anticipé a huir a Tarsis. Porque yo sabía que Tú eres un Dios clemente y compasivo, lento para la ira y rico en misericordia».
Jonás en el Nuevo Testamento era una especie del hijo mayor en la parábola del hijo pródigo. Donde ese hijo fue incapaz de alegrarse con el regreso de su hermano menor y celebrar la misericordia que su padre le estaba extendiendo.
Podemos decir que Jonás fue egoísta, racista, inmisericorde, enojado con Dios por Su misericordia y aun así Dios lo usó para salvar toda una ciudad.
Pero antes de ser muy rápidas en juzgar a Jonás, creo que debemos preguntarnos:
- ¿Qué clase de corazón tenemos hoy en día por los perdidos? ¿Soy yo como Jonás o como el hijo mayor en la parábola?
- ¿Quiero juicio y justicia contra aquellos que se oponen a Dios (sin recordar que era como ellos y por su gracia ya no lo soy) o tengo ese corazón compasivo de Cristo, quien en su peor hora pidió al Padre: «Padre perdónalos porque no saben lo que hacen»? ¿De qué espíritu somos? ¿Somos de las que pedimos que descienda fuego del cielo?
El Señor Jesucristo nos invita a amar, no a los que nos aman, sino a los que nos aborrecen.
«Antes bien, amen a sus enemigos, y hagan bien, y presten no esperando nada a cambio, y su recompensa será grande, y serán hijos del Altísimo; porque Él es bondadoso para con los ingratos y perversos.Sean ustedes misericordiosos, así como su Padre es misericordioso». –Lucas 6:35-36
El libro del profeta Jonás es una invitación a ser como nuestro Padre, un llamado a imitarlo y a ser misericordiosas.
«Él te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo que demanda el Señor de ti, sino solo practicar la justicia, amar la misericordia, y andar humildemente con tu Dios?». -Miqueas 6:8
El Ejemplo de Jonás
Hay dos cosas del profeta que fueron para mí de amonestación y advertencia:
Primero, su clamor en el momento de mayor angustia. La respuesta de Dios a Jonás es motivo de ánimo. Dios responde a Sus hijos cuando claman en medio de la angustia. A pesar de su culpa, Dios lo trató con la misma misericordia con que iba a tratar a los ninivitas. Nos libra en circunstancias imposibles con medios sobrenaturales para que toda la gloria sea para Él.
«En cuanto a mí, a Dios invocaré, y el Señor me salvará. Tarde, mañana y mediodía me lamentaré y gemiré, y Él oirá mi voz». –Salmo 55:16-17
En segundo lugar, resalta en el libro el enojo del profeta. Jonás era un hombre pronto para airarse. Qué triste es para nosotras vernos reflejadas en él, airadas, enojadas, y es como si el Señor nos hiciera la misma pregunta que le hizo a Jonás: ¿Haces bien en enojarte tanto?
En realidad, me veo identificada con el profeta porque él no pasó el examen, él no aprobó la materia, yo también fallo muchas veces. Dios le da a Jonás una segunda oportunidad, pero él vuelve a airarse, ahora por un gusano y la calabacera. Dios como excelente maestro le enseña a Jonás su corazón. ¡Qué bueno es nuestro Dios que no nos paga como nosotros merecemos!
«Compasivo y clemente es el Señor, lento para la ira y grande en misericordia. No luchará con nosotros para siempre, ni para siempre guardará Su enojo. No nos ha tratado según nuestros pecados, ni nos ha pagado conforme a nuestras iniquidades. Porque como están de altos los cielos sobre la tierra, así es de grande Su misericordia para los que le temen. Como está de lejos el oriente del occidente, así alejó de nosotros nuestras transgresiones. Como un padre se compadece de sus hijos, así se compadece el Señor de los que le temen. Porque Él sabe de qué estamos hechos, se acuerda de que solo somos polvo». –Salmo 103:8-14
Nuestro Dios es muy misericordioso y compasivo y desde la eternidad ha redimido gente de toda tribu, lengua y nación. Todos los elegidos del Señor somos un pueblo, tenemos un mismo Dios y una misma fe. ¡Que Dios nos conceda un corazón misericordioso por los perdidos, no hacer acepción de personas y ver el mundo a través de los ojos de Cristo para así predicar Su evangelio a tiempo y fuera de tiempo!
Para meditar:
- ¿Clamas al Señor en tu angustia? ¿A dónde corres cuando estás en problemas?
- ¿Te enojas cuando las cosas no son como tú quisieras que fueran?
- ¿Haces acepción de personas en tu corazón?
- ¿Compartes el evangelio con las personas que tienes cerca o te avergüenza hablar de Cristo?
«Y oró al Señor: “¡Ah Señor! ¿No era esto lo que yo decía cuando aún estaba en mi tierra? Por eso me anticipé a huir a Tarsis. Porque yo sabía que Tú eres un Dios clemente y compasivo, lento para la ira y rico en misericordia, y que te arrepientes del mal anunciado”». -Jonás 4:2
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