Día 182 | Abdías 1:1-21; Salmos 82; Salmos 83
Los capítulos del día de hoy no tienen conexión cronológica, sino que más bien tienen una conexión temática debido a su enfoque en el juicio de Dios sobre las naciones y los líderes injustos. En Abdías, se profetiza el juicio de Edom por su arrogancia y violencia contra Israel, mientras que en Salmos 82, se presenta un juicio divino sobre los dioses y jueces injustos de las naciones. Por otro lado, Salmos 83 presenta una oración por la destrucción de los enemigos de Israel que incluyen a naciones como Edom, Moab y Amón, entre otras. Esta oración refleja la preocupación de Israel por la seguridad nacional y su deseo de que Dios intervenga contra aquellos que buscan su destrucción.
Abdías
Estos 21 versículos que forman el libro más corto del Antiguo Testamento, contienen lecciones para el pueblo de Israel y también para nosotras en el día de hoy.
La Biblia …
Los capítulos del día de hoy no tienen conexión cronológica, sino que más bien tienen una conexión temática debido a su enfoque en el juicio de Dios sobre las naciones y los líderes injustos. En Abdías, se profetiza el juicio de Edom por su arrogancia y violencia contra Israel, mientras que en Salmos 82, se presenta un juicio divino sobre los dioses y jueces injustos de las naciones. Por otro lado, Salmos 83 presenta una oración por la destrucción de los enemigos de Israel que incluyen a naciones como Edom, Moab y Amón, entre otras. Esta oración refleja la preocupación de Israel por la seguridad nacional y su deseo de que Dios intervenga contra aquellos que buscan su destrucción.
Abdías
Estos 21 versículos que forman el libro más corto del Antiguo Testamento, contienen lecciones para el pueblo de Israel y también para nosotras en el día de hoy.
La Biblia no habla nada más sobre su autor, el profeta Abdías, pero sí sabemos quién es Edom. Edom se refiere a los descendientes de Esaú, hijo de Isaac y hermano de Jacob. Tanto Israel como Edom provienen de Jacob y Esaú; había una relación de sangre entre ellos, y por la historia en Génesis, sabemos que hubo enemistad entre estos hermanos mellizos desde el vientre. Aunque luego que Jacob regresó a la tierra de Canaán y ellos se reconciliaron, la simiente de la enemistad quedó sembrada en el corazón de sus descendientes.
Dios escogió soberanamente bendecir a Jacob: «“El mayor servirá al menor”. Tal como está escrito: “A Jacob amé, pero a Esaú aborrecí”» (Romanos 9:13).
Me llama la atención varias cosas de esta profecía contra Edom:
- El libro comienza diciendo: «Así dice el Señor Diosacerca de Edom» (v. 1) dejando claro que Dios gobierna en el mundo y a las naciones como a Él le place. Este mundo no está fuera de control, nuestro Dios está sentado en Su trono y lo que vemos con nuestros ojos es Su obrar llevando a cabo Su historia. En Su plan soberano, Dios enaltece a unos y a otros humilla.
- Dios toma en cuenta el agravio que se hace a Su pueblo. Los edomitas se aliaron con los enemigos de Israel en su ataque y destrucción. Por eso, Dios convoca a todos los ejércitos para atacar a Edom.
Siempre es dolorosa la oposición, enemistad y el ataque de otros, pero cuando viene de personas que deberían tenderte una mano amiga... es más triste aún. Estas ofensas penetran hasta lo más íntimo. Dice Proverbios 18:19 que las contiendas de hermanos son como cerrojos de alcázar.
«Porque no es un enemigo el que me reprocha, si así fuera, podría soportarlo… Sino tú, que eres mi igual, mi compañero, mi íntimo amigo…». –Salmo 55:12-13
El Señor, a través de Abdías, enumera una lista en los versículos del 10-14 de cosas que Edom no debió haber hecho contra Israel. Podríamos resumirlas en que no tuvo compasión de Israel, se unió a sus enemigos y se alegró de su calamidad.
La profecía nos da esta sentencia de parte del Señor:
«Por la violencia contra tu hermano Jacob, te cubrirá la vergüenza, y serás cortado para siempre» (v. 10).
«Como tú has hecho, te será hecho; tus acciones recaerán sobre tu cabeza» (v. 15)
El Nuevo Testamento lo dice de esta manera:«Porque con el juicio con que ustedes juzguen, serán juzgados; y con la medida con que midan, se les medirá» (Mt. 7:2).
No te alegres de la desgracia ajena.
Pero esta enseñanza tiene también una parte positiva. En ese mismo pasaje, en el Sermón del Monte está la famosa regla de oro: «Por eso, todo cuanto quieran que los hombres les hagan, así también hagan ustedes con ellos, porque esta es la ley y los profetas» (Mt. 7:12).
- En esta profecía vemos que es Dios el defensor de Su pueblo. Nosotras como Sus hijas podemos estar tranquilas sabiendo que Él nos defiende y Él es quien venga nuestros agravios.
Sin embargo, a nosotras Dios nos llama a amar a nuestros enemigos y a hacer bien a quienes nos ultrajan y nos persiguen. No perpetuemos las enemistades. Tenemos a nuestro alcance el perdón de Dios a través de la muerte y resurrección de Cristo, y si hemos recibido la gracia del perdón nosotras mismas, debemos perdonar y pedir perdón todas las veces que sea necesario. En cuanto dependa de nosotros debemos vivir en paz con todos los hombres.
- Otra lección importante es que Dios aborrece el orgullo. Esa fue la raíz del pecado de Edom contra Israel: «La soberbia de tu corazón te ha engañado» (v. 3).
El orgullo es engañoso, nos hace pensar que podemos ser independientes, poderosas, autosuficientes. Todo esto es mentira. La realidad es que Dios odia el orgullo. Él se opone, resiste al orgulloso. Aborrece los ojos altivos.
«Delante de la destrucción va el orgullo, y delante de la caída, la arrogancia de espíritu». –Proverbios 16:18
El Señor le dice a Edom en el versículo 4: «“Aunque te remontes como el águila, y aunque entre las estrellas pongas tu nido, de allí te derribaré”, declara el Señor».
Cuidémonos del pecado y del orgullo en nuestros corazones. Si escogemos la independencia, Dios no será nuestro refugio ni nuestra justicia el día del juicio final.
Pero, ¡gloria a Dios!, el Señor ha provisto una vía de escape; Él concede el arrepentimiento y ofrece Su gracia a los humildes.
«Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él los exalte a su debido tiempo». –1 Pedro 5:6
Cuando veamos la calamidad de otros debemos temblar, extender gracia y ayudar, no sea que considerándonos firmes, caigamos por igual en el mismo juicio.
Dios, a través de Abdías, tiene promesas para Sión en esta vida y mejor aún, un final victorioso, «el reino será del Señor» (v. 23).
«¡Aleluya! Porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina». –Apocalipsis 19:6
Salmo 82
En este salmo Asaf nos presenta una visión profética de una gran corte, donde Dios juzga como el Gran Juez delante de todos los «dioses« o jueces de la tierra, los poderosos, y les pasa sentencia. Dios es la autoridad máxima en esa reunión. Él observa todo lo que sucede y de pie pasa juicio. Estos jueces en la tierra son hallados culpables de juzgar injustamente y favorecer a los impíos. Asaf nos invita meditar con un Selah. Esta pausa que aparece unas 70 veces en los salmos nos llama a reflexionar en lo que hemos leído o escuchado. Dios le dice a los jueces en 2 Crónicas: «Miren lo que hacen, pues no juzgan en lugar de los hombres, sino en lugar del Señor que está con ustedes cuando hacen justicia. Ahora pues, que el temor del Señor esté sobre ustedes. Tengan cuidado en lo que hacen, porque con el Señor nuestro Dios no hay injusticia ni acepción de personas ni soborno». –2 Crónicas 19:6-7
No seamos muy rápidas en condenar a estos jueces. Cuántas veces cuando ocupamos una posición de autoridad nos creemos la gran cosa y somos halladas igual a estos jueces en nuestros pequeños tribunales. Ya sea en nuestros hogares, lugares de trabajo y aun en nuestro proceso de pensamiento.
Más bien recordemos:
- Que la grandeza en el reino de Dios es opuesta a la grandeza del mundo. Para Dios, el que quiera ser grande debe hacerse siervo de todos, y el mayor debe ser el menor. Ganamos perdiendo y crecemos menguando.
- No nos escogió Dios por ser poderosas o nobles sino que lo vil y lo necio y lo menospreciado escogió Dios para avergonzar a los sabios. Ese es el corazón de Cristo y de Dios.
- El Señor es el mismo ayer, hoy y por los siglos, y no hace acepción de personas ni juzga con parcialidad.
- El Señor a través de toda la Escritura se identifica con el débil, el menesteroso, el huérfano, la viuda, el afligido, el necesitado, defiende y aboga su causa (v.3). Cristo se compadece de nuestras flaquezas y debilidades por cuanto experimentó en su humanidad y se identificó con los que sufren y los marginados.
Asaf concluye con un clamor, que es el clamor de todo hijo de Dios: levántate Señor, toma tu lugar. Aunque nos desalientan las injusticias en esta tierra, tenemos esperanza porque esperamos según Sus promesas cielos nuevos y tierra nueva donde mora la justicia. Entonces Cristo heredará las naciones (v. 8b), ante Él se postrará gente de toda lengua, tribu y nación, y anhelamos el día de Su segunda venida. Mientras, ahí donde estemos y ejerzamos algún nivel de autoridad, pidamos a Dios que pensemos de los demás con compasión, justicia e imparcialidad para reflejar el corazón y la mente de Dios y de nuestro Señor Jesucristo.
Salmos 83
Este otro salmo de Asaf (gran músico y cantor en los días de David y Salomón, era también profeta en las canciones que compuso) es una oración pidiendo la destrucción de los enemigos de Israel, pidiendo ayuda cuando Israel enfrentaba guerra.
Algunos comentaristas conectan este salmo con 2 Crónicas 20:1-37 y la gran victoria que fue ganada en los días del rey Josafat. En esa batalla, Dios le dio una victoria aplastante y poco convencional a Israel. Una victoria poco convencional. No solo por la desventaja ante el ejército enemigo sino porque Dios mismo peleó por ellos. En medio del temor y no saber que hacer ante lo que se cernía sobre ellos, ellos oraron, ayunaron, alabaron a Su Dios que no hay quien pueda resistirle.
«No teman, ni se acobarden delante de esta gran multitud, porque la batalla no es de ustedes, sino de Dios» (v.15).
Otros no lo relacionan a un evento en particular, sino a las constantes amenazas y peligro de exterminio bajo los que vivía Israel en el mundo antiguo y aún vive hoy en día.
En los versículos 1-4 vemos la crisis en Israel porque sus enemigos buscaban destruirlo. Asaf canta este salmo, en medio de la crisis. Clama al Señor, le pide que no guarde silencio. Si Dios guardaba silencio, Asaf creía que Israel iba a ser destruido.
No creo que ninguna de nosotras enfrente la misma amenaza de destrucción que sentía Asaf por el pueblo de Israel, pero cada una de nosotras sabe en medio de nuestras dificultades lo que es sentir y clamar ante el silencio de Dios, como si Él no nos escuchara o no le importara, cuando quisiéramos verlo actuar poderoso y prontamente.
Pero aunque sintamos que Dios no nos escucha o no nos responde, sabemos que Él ha hablado, que Él escucha. Él ha hablado, y no está callado, la Palabra de Dios escrita y viva (Hebreos 1:3).
Confiamos y corremos a esa Palabra escrita y a la Palabra viva, nuestro Señor Jesucristo. Asaf le argumenta a Dios y aboga por Israel recordándole al Señor, son tu pueblo, son tus protegidos, quieren destruirlos hasta que no haya memoria de ellos (vv. 3 y 4.) Se menciona en los versículos del 5-8 una alianza, una confederación de 10 naciones en su contra. Esto no terminó en los días de Asaf.
La verdad es que no ha habido un pueblo tan perseguido a través de la historia como Israel, quieren eliminarlo, aun así ellos prosperan. Siempre existirá persecución del enemigo, el príncipe de este mundo, contra el pueblo de Dios. El Señor lo dice repetidas veces y lo vemos ejemplificado en Su libro. Si al Señor lo persiguieron, a los discípulos del Señor también, y la Palabra nos dice que eso nos hace bienaventurados porque evidencia que Su Espíritu Santo mora en nosotras. Ahora, lo que quisiera que meditaras al leer este salmo es: ¿oras y alabas al Señor en medio de tu dificultad? Muchas veces sentimos que no tenemos fuerzas contra la gran aflicción que estamos enfrentando, pero recuerda, confía en el Señor y estarás segura. La batalla es del Señor. Recuerda que queremos buscar Su nombre y termino con las mismas palabras del salmista: que todos sepan que solo Tú te llamas el Señor, Eres el Altísimo sobre toda la tierra (v.18).
Para meditar:
- ¿Tienes tú como creyente alguna enemistad en tu familia que se ha prolongado por años?
- Cuando ves a tu prójimo caer y ser atacado, ¿te unes a quienes se le oponen o tratas de mediar y ser pacificadora?
- ¿Le entregas a Dios los agravios hechos contra ti para que te defienda o tomas tú misma represalias?
«Para que sepan que solo Tú, que te llamas el Señor, eres el Altísimo sobre toda la tierra». -Salmos 83:18
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