Día 181 | 2 Crónicas 19- 23
El pecado, en su esencia, es un rechazo a Dios y a todo lo que Él es; nos esclaviza, nos destruye, y separa de nuestro Creador y Padre. Nuestro Dios es Santo y es el buen Padre que nos ama, por lo que no puede ser permisivo con nuestros pecados. Por esto nos confronta, nos llama la atención, y de la misma manera nosotras estamos llamadas a reflejar ese amor a los demás, porque hemos sido creadas para alabanza de la gloria de Su nombre.
A veces tratamos el pecado de manera superficial, con paños tibios, cuando en verdad es una ofensa tan grande y con graves consecuencias que costó la vida de la segunda Persona de la Trinidad. Así que, debemos ser radicales, reconociendo el pecado como lo que es: una abominación a los ojos del Señor, y así, apartarnos totalmente de él. Josafat no se arrepintió, por eso, …
El pecado, en su esencia, es un rechazo a Dios y a todo lo que Él es; nos esclaviza, nos destruye, y separa de nuestro Creador y Padre. Nuestro Dios es Santo y es el buen Padre que nos ama, por lo que no puede ser permisivo con nuestros pecados. Por esto nos confronta, nos llama la atención, y de la misma manera nosotras estamos llamadas a reflejar ese amor a los demás, porque hemos sido creadas para alabanza de la gloria de Su nombre.
A veces tratamos el pecado de manera superficial, con paños tibios, cuando en verdad es una ofensa tan grande y con graves consecuencias que costó la vida de la segunda Persona de la Trinidad. Así que, debemos ser radicales, reconociendo el pecado como lo que es: una abominación a los ojos del Señor, y así, apartarnos totalmente de él. Josafat no se arrepintió, por eso, Dios lo confrontó a través de Jehú.
Dios nos ayude a no querer ser sabias en nuestra propia opinión, a no creer que tenemos el control de la situación, de nuestra debilidad, de nuestro pecado, de nuestra atadura, porque ese es el camino de la desobediencia, autosuficiencia y destrucción.
¿Estamos trivializando el pecado o estamos llevando una vida de continuo arrepentimiento?
Pero Dios, por Su gracia y Su misericordia, y por el gran amor con que nos amó, también nos anima y nos ayuda a levantarnos cuando caemos. No permitamos que el pecado paralice, inactive o anestesie nuestras vidas, y sigamos corriendo con paciencia la carrera de la fe, llevando a cabo las buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas. He aquí las acciones de Josafat de las que podemos aprender después de una reprensión:
- Fue proactivo en evangelizar y discipular: «Y habitó Josafat en Jerusalén, y volvió a salir por entre el pueblo, desde Beerseba hasta la región montañosa de Efraín, y los hizo volver al Señor, Dios de sus padres» (2 Crónicas 19:4).
- Exhorto y motivó con las palabras de Dios:
- «Puso jueces en el país en todas las ciudades fortificadas de Judá, ciudad por ciudad, y dijo a los jueces: “Mirad lo que hacéis, pues no juzgáis en lugar de los hombres, sino en lugar del Señor que está con vosotros cuando hacéis justicia”». -2 Crónicas 19:5-6
- «Y les dio órdenes, diciendo: “Así haréis en el temor del Señor, con fidelidad y de todo corazón”». -2 Crónicas 19:9
¿Estamos permitiendo que el pecado arrastre nuestra vida descuidando nuestros llamados de esposa, madre, hermana, amiga y líder o seguimos luchando fortaleciéndonos en Su Palabra?
En nuestra carrera de la fe se nos presentarán diversos tipos de pruebas o retos, pero ciertamente debemos visualizar todo esto a luz de la providencia y soberanía de Dios, pues son una gran y valiosa oportunidad para experimentar, vivir, conocer, no solo de oídas, sino ver con nuestros ojos los atributos de Dios desplegados de una forma única; su poder, su suficiencia, su amor, su fidelidad, su sabiduría, etc.
Y es natural sentir algún tipo de miedo, pero siempre recordemos que tenemos un Dios y Padre en los cielos, quien es nuestra ayuda, socorro, escudo, torre fuerte y dueño de todo el poder. No nos hundamos en el miedo, ansiedad o preocupación, corramos y motivemos a nuestras familias, iglesia, compañeros y amigos a hacerlo también y a buscar la ayuda del Señor, como lo hizo Josafat:
- Buscó personal y comunitariamente al Señor: «Y Josafat tuvo miedo y se dispuso a buscar al Señor, y proclamó ayuno en todo Judá. Y se reunió Judá para buscar ayuda del Señor; aun de todas las ciudades de Judá vinieron para buscar al Señor» (2 Cro. 20:3-4).
- Reconoció y recordó la soberanía, el poder y la fidelidad del único y verdadero Dios: «Oh Señor, Dios de nuestros padres, ¿no eres Tú Dios en los cielos? ¿Y no gobiernas Tú sobre todos los reinos de las naciones? En Tu mano hay poder y fortaleza y no hay quien pueda resistirte. ¿No fuiste Tú, oh Dios nuestro, el que echaste a los habitantes de esta tierra delante de Tu pueblo Israel, y la diste para siempre a la descendencia de Tu amigo Abraham?» (2 Cro. 20:6-7).
- Reconoció su insuficiencia poniendo su confianza en Dios: «Oh Dios nuestro, ¿no los juzgarás? Porque no tenemos fuerza alguna delante de esta gran multitud que viene contra nosotros, y no sabemos qué hacer; pero nuestros ojos están vueltos hacia Ti» (2 Cro. 20:12).
Cuando confiamos en Dios de todo corazón, Él nos hace regocijarnos al ver Su gran poder derrotando a nuestros enemigos.
En la vida de Joram, hijo de Josafat, vemos como un pecado va engendrando otros pecados y así sucesivamente, hasta causar destrucción y muertes, no solo a él, sino a toda su familia. Nuevamente, aquí vemos las grandes y graves consecuencias de no alejarnos del pecado radicalmente. Dios nos ayude a recordar que nuestros pecados no solo nos afectan y dañan a nosotros, sino también a nuestros hijos.
Atalía, madre de Ocozías, después de la muerte de su hijo, se levantó y exterminó toda su descendencia, para poder coronarse como reina. El actuar de Atalía debe llevarnos a que nos preguntemos: ¿Qué tanto nosotras deseamos ocupar lugares prominentes en nuestros trabajos o iglesias? ¿Qué estamos dispuestas a sacrificar para lograrlo? ¿Buscamos hacer nuestra propia voluntad a costa de nuestra relación con el Señor, de nuestros esposos y de nuestros hijos?
Dios nos ha llamado a cuidar fielmente de nuestros hijos, no solamente de nosotras mismas, sino de toda persona que sea de influencia para ellos, compañeros, amigos, profesores, pues como dice Proverbios 13:20: «Y El que anda con sabios será sabio, más el compañero de los necios sufrirá daño».
¿De qué manera estás influenciando tú, como madre, a tus hijos? ¿Reflejas el carácter de Cristo en tu diario vivir obedeciendo Su palabra en cada aspecto de tu vida, o buscas hacer cumplir tu propia voluntad?
Por el hecho ser hijos de Dios, real sacerdocio, nación santa y pueblo adquirido por Dios no estamos exentos de las aflicciones de este mundo, entonces cuando nos da miedo al ver la decadente situación moral y económica, o cuando un virus se convierte en pandemia o cuando un diagnóstico se convierte en un cáncer terminal. ¿Qué hacemos?
¿Nos humillamos en oración como Josafat con nuestro rostro en tierra y ayunamos , nos reunimos en familia o como iglesia para clamar por ayuda al Único y Verdadero Ayudador? O salimos corriendo presas del pánico?
En esta y en todas las situaciones de nuestra vida siempre será una gran bendición el traer a nuestra memoria, a nuestros corazones, lo que Dios es y lo que él ha hecho en el pasado a favor nuestro, ¿por qué? Porque Él no cambia, Él es inmutablemente fiel, Él es el mismo ayer, hoy y siempre. Reconozcamos nuestra gran necesidad de Dios porque sin Él nada podemos hacer
«Y dijo: Jehová Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista? Dios nuestro, ¿no echaste tú los moradores de esta tierra delante de tu pueblo Israel, y le diste a la descendencia de Abraham tu amigo para siempre? …Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos». -2 Crónicas 20:6-7, 12.
Para meditar:
- ¿Cómo el temor al Señor transforma tu vida diariamente?
- ¿De qué manera tu fe está siendo probada el día de hoy? ¿cómo respondes? ¿qué está produciendo en ti las diferentes pruebas y dificultades?
- El pueblo estaba abandonando el pacto con el Señor, pero no podemos clamar Su ayuda sin arrepentirnos y dejar el pecado, solo a través de rendir nuestra vida para volvernos de la maldad, es que verdaderamente viviremos un avivamiento de Su presencia. Oremos que así sea en nuestro corazón y en la Iglesia del Señor.
«Oh Dios nuestro, ¿no los juzgarás? Porque no tenemos fuerza alguna delante de esta gran multitud que viene contra nosotros, y no sabemos qué hacer; pero nuestros ojos están vueltos hacia Ti». -2 Crónicas 20:12
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