Día 164 | 1 Reyes 8:1-66; 2 Crónicas 5:1-14
Salomón dedica el templo, después de lo cual el Señor manifiesta Su gloria, y la respuesta de Salomón a tal manifestación es una oración de alabanza e intercesión por la presencia maravillosa que llenó el templo.
En nuestros días no tenemos ni necesitamos el arca del pacto del Señor, pues dentro de nosotras mora el Espíritu Santo de Dios. Ya que, el templo no es más que un edificio hasta que el Señor lo llena con Su presencia gloriosa (1 Re. 8:10-11). Pero sí tenemos motivos para celebrar, junto a nuestra familia y hermanos en Cristo, la grande, poderosa y sobrenatural obra de Dios en nuestras vidas; celebrar Su salvación, restauración, transformación, liberación del pecado, responder a nuestras oraciones y Su gracia en nuestro diario vivir. Como previamente aprendimos (día 162).
Salomón reconoció la oportunidad para el traslado del arca del pacto como una ocasión especial para reunir a sus …
Salomón dedica el templo, después de lo cual el Señor manifiesta Su gloria, y la respuesta de Salomón a tal manifestación es una oración de alabanza e intercesión por la presencia maravillosa que llenó el templo.
En nuestros días no tenemos ni necesitamos el arca del pacto del Señor, pues dentro de nosotras mora el Espíritu Santo de Dios. Ya que, el templo no es más que un edificio hasta que el Señor lo llena con Su presencia gloriosa (1 Re. 8:10-11). Pero sí tenemos motivos para celebrar, junto a nuestra familia y hermanos en Cristo, la grande, poderosa y sobrenatural obra de Dios en nuestras vidas; celebrar Su salvación, restauración, transformación, liberación del pecado, responder a nuestras oraciones y Su gracia en nuestro diario vivir. Como previamente aprendimos (día 162).
Salomón reconoció la oportunidad para el traslado del arca del pacto como una ocasión especial para reunir a sus líderes, sacerdotes y a todo el pueblo en un acto sagrado de adoración a Dios. Nosotras, ¿estamos reconociendo la obra de Dios en nuestras vidas como una oportunidad, un buen motivo para reunir a nuestros familiares y celebrar la gracia, la fidelidad y el poder de Dios, en la de nuestros hijos, esposos, nuestros trabajos, etc.?
Para el pueblo de Dios, el arca del pacto y las tablas de los Diez Mandamientos, eran un tesoro muy especial porque representaban quién es Dios, Su fidelidad y Su santidad. Esta verdad me hace meditar en mi corazón, que muchas veces damos por sentado y no apreciamos el gran valor que tiene la Palabra escrita que Dios nos ha dejado, y el hecho de que Su presencia more dentro de nosotras a través de Su Espíritu. Si te ha pasado, ora a Dios que abra tus ojos y puedas vivir reflejando una profunda reverencia y agradecimiento por lo que Él te ha regalado por Su gracia.
Salomón se dedicó, se esforzó, yo diría que hasta disfrutó cada etapa y detalle de la edificación y decoración del templo del Señor, pues él sabía bien que ese sería un lugar donde la presencia del Altísimo descendería a morar. ¿Y qué hay de nosotras? ¿Cuidamos de nuestro cuerpo como lo que es, como templo del Espíritu Santo? ¿Cuidamos lo que comemos, vemos, lo que oímos, y cómo vestimos? ¿Usamos sabiamente nuestras horas de descanso y de ejercicio físico?
Hoy es un buen día para recordar que nosotras somos parte de ese pueblo que Dios ha escogido para que representemos Su nombre, para anunciar las virtudes de Él que nos llamó de las tinieblas a Su luz admirable, y al recordar, seamos llenas de gozo, paz y un profundo agradecimiento hacia nuestro único y sabio Dios.
En su oración de dedicación al templo, Salomón reconoció que en toda circunstancia y diferentes situaciones su ayuda venía del Señor, pero también:
- Justicia: «. . .escucha Tú desde los cielos y obra y juzga a Tus siervos, condenando al impío haciendo recaer su conducta sobre su cabeza, y justificando al justo dándole conforme a su justicia» (1 R. 8:34).
- Victoria y perdón: «Cuando tu pueblo Israel sea derrotado delante de un enemigo por haber pecado contra ti, si se vuelven a ti y confiesan tu nombre, y oran y te hacen súplica en esta casa, escucha tú desde los cielos y perdona el pecado de tu pueblo Israel, y hazlos volver a la tierra que diste a sus padres» (1 R. 8:33).
- Provisión: «Cuando los cielos estén cerrados y no haya lluvia por haber ellos pecado contra ti, y oren hacia este lugar y confiesen tu nombre, y se vuelvan de su pecado cuando tú los aflijas. . .Y envía lluvia sobre tu tierra, la que diste a tu pueblo por heredad» (1 R. 8:35-36).
- Restauración y protección: «Si hay hambre en la tierra, si hay pestilencia, si hay tizón o añublo, langosta o saltamontes, si su enemigo los sitia en la tierra de sus ciudades, cualquier plaga, cualquier enfermedad que haya,toda oración o toda súplica que sea hecha por cualquier hombre o por todo tu pueblo Israel, conociendo cada cual la aflicción de su corazón, y extendiendo sus manos hacia esta casa, escucha tú desde los cielos, el lugar de tu morada, y perdona, actúa. . .» (1 R. 8:37-39).
- Misericordia y gracia para el extranjero o el impío: «También en cuanto al extranjero que no es de tu pueblo Israel, cuando venga de una tierra lejana a causa de tu nombre, escucha tú desde los cielos, el lugar de tu morada, y haz conforme a todo lo que el extranjero te pida, para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre para que te teman. . .» (1 R. 8:41-43).
- Perdón y liberación: «Cuando pequen contra ti (pues no hay hombre que no peque) y estés airado contra ellos, y los entregues delante del enemigo, y estos [...] los lleven cautivos a la tierra del enemigo, lejos o cerca, si recapacitan en la tierra adonde hayan sido llevados cautivos, y se arrepienten… Perdona a tu pueblo que ha pecado contra ti, todas las transgresiones que hayan cometido contra ti, y hazlos objeto de compasión ante los que los llevaron cautivos, para que tengan compasión de ellos» (1 R. 8:46-47, 50).
Es una gran bendición, y una muy buena disciplina espiritual tanto personal como familiar, el dedicar diariamente al Señor en nuestras oraciones, todo nuestro ser, mente, cuerpo, corazón a medida que reconocemos todas estas verdades, y que la salvación, el poder, la justicia, la provisión, la victoria, y la gracia vienen solamente del Señor. Además, de orar en agradecimiento a Dios por lo que Él ha hecho en nuestra salvación. La oración es la evidencia de que dependemos de Dios y de nuestra gran necesidad de quién es Él: nuestro Dios fiel y glorioso.
Para meditar:
- ¿Cómo es tu vida de oración, tanto individual como con tu familia?
- ¿Es tu vida un acto de adoración o dedicación a Dios en toda circunstancia?
- ¿Cuál es tu motivación para obedecer los mandamientos de Dios, reconociendo que el Espíritu Santo mora en ti y te ayuda?
«Y sucedió que cuando los sacerdotes salieron del lugar santo, la nube llenó la casa del Señor, así que los sacerdotes no pudieron quedarse a ministrar por causa de la nube, porque la gloria del Señor llenaba la casa del Señor». - 1 Reyes 8:10-11
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