Día 157 | Proverbios 10-12
La siguiente porción de proverbios de Salomón es una recapitulación de varios consejos e instrucciones para honrar y glorificar a Dios a través de una vida sabia y gobernada por el temor del Señor, que es el propósito de este libro sapiencial. En estos capítulos aprenderemos sobre los proverbios como máximas, principalmente acerca de la justicia, piedad, humildad, fidelidad, generosidad y, sobre todo, para gobernar la lengua. Salomón nos aconsejará acerca del contraste entre la conducta de los sabios y los insensatos.
Que tus ojos no salten a compararte con la conducta de los sabios, más bien, evalúate en la conducta de los insensatos, pues si somos honestas, no siempre nuestras acciones son catalogadas como sabias; lo maravilloso de leer estos proverbios es que los podemos conectar a la sabiduría personificada, es decir Cristo, por lo tanto, a pesar de nuestra debilidad, Él nos moldea a Su carácter mientras transitamos …
La siguiente porción de proverbios de Salomón es una recapitulación de varios consejos e instrucciones para honrar y glorificar a Dios a través de una vida sabia y gobernada por el temor del Señor, que es el propósito de este libro sapiencial. En estos capítulos aprenderemos sobre los proverbios como máximas, principalmente acerca de la justicia, piedad, humildad, fidelidad, generosidad y, sobre todo, para gobernar la lengua. Salomón nos aconsejará acerca del contraste entre la conducta de los sabios y los insensatos.
Que tus ojos no salten a compararte con la conducta de los sabios, más bien, evalúate en la conducta de los insensatos, pues si somos honestas, no siempre nuestras acciones son catalogadas como sabias; lo maravilloso de leer estos proverbios es que los podemos conectar a la sabiduría personificada, es decir Cristo, por lo tanto, a pesar de nuestra debilidad, Él nos moldea a Su carácter mientras transitamos en esta vida.
Debido a que Salomón, por providencia de Dios, tuvo una vida opulenta, quizá no conoció verdaderamente la vida en pobreza. Sin embargo, Salomón consideró que la sabiduría triunfaba más allá de las riquezas y que sus frutos eran mejores que el oro fino o las piedras preciosas (Prov. 3:13-16).
Sabía también que por más riquezas que tuviera un hombre, no podía depositar su confianza en ellas (Prov. 10:15). Tanto ricos como pobres deberían poner su confianza en el Señor, y no en la escasez o abundancia de riqueza (Prov. 18:11).
Salomón comparó también las riquezas con la rectitud, y concluyó que la riqueza no prepara al hombre para el día de la ira. Sin embargo, la rectitud o la justicia, puede librarlo de la muerte, pues en ella hay vida (Prov. 11:4, 28).
Comparó también la honra que trae la gentileza de una mujer con la fuerza de los malvados, quienes podrán echar mano de sus riquezas, pero nunca alcanzarán lo que una mujer logra con su gentileza (Prov. 11:16).
Salomón sabía bien que la riqueza no trae consigo la llenura del alma, sino que puede acarrear un alma empobrecida. Puesto que una vida piadosa y laboriosa busca la justicia, vale mucho más que todo el dinero del mundo o que una vida opulenta como hoy se presenta sinónimo de éxito. Al contrario, el evangelio nos enseña a temer al Señor y nos llama a la humildad ante Él por Su poder para salvarnos y transformarnos. Para nosotras, esa salvación que restaura nuestra relación con Dios es más valiosa, por lo que nuestra respuesta es de humildad (Prov. 11:27).
En estos tres capítulos, Salomón nos advierte del peligro de las riquezas (Prov. 10:15; 11:4, 16, 28; 12:24) en nuestros corazones y de la bendición que es vivir bajo la sabiduría. Es un llamado a guardarnos del engaño de las riquezas inciertas de este mundo, pues en este mundo las riquezas no serán la fuente de nuestro consuelo.
Además de las riquezas, encontramos otro tema importante: la lengua (Prov. 10:13-14, 18-21, 32). Nuestra lengua es un medio promotor de sabiduría o de necedad, esas palabras que se dicen sin pensar o aquellas que se dicen para lastimar, son igual de dañinas. Nuestra boca no debe estar desconectada de nuestra razón, que es donde albergamos nuestras creencias. Debemos usar nuestras palabras para animar a otros, para hablar con verdad y amor, y para enseñar con firmeza, o ¿cómo nos distinguimos de los que no andan en lo que a Dios agrada? (v. 32).
Así como Dios es justo y recto en Sus tratos con nosotras, nuestra vida también debe distinguirse por vivir en honestidad y justicia (Prov. 11:1), pues el que carece de entendimiento menosprecia a su prójimo o el que anda en chismes denota una falta de integridad (vv. 12-13). El contraste lo encontramos en andar en los caminos que le son agradables a Dios (v. 20), para nosotras es imitar a Cristo, el camino a la verdad, a la justicia y al temor a Dios.
Muchas veces tomamos decisiones estando enfocadas en nosotras mismas, hacemos bien en escuchar la voz de la sabiduría impregnada en las letras de la Biblia (v. 3) pero también pidiendo consejo a otras mujeres ancianas (v. 14). Cuántas veces tomamos decisiones cruzando los dedos en vez de orar y pedir consejo. No podemos vivir la vida sin la ayuda de otros, mucho menos en la familia de Dios, ¡no te quedes sin recibir la bendición que procede de buscar consejo, quizá evites algunas consecuencias por hacerlo! No sea que se diga de nosotras como el proverbio 11:22 y que nos falta juicio, discreción y dirección.
Los contrastes entre la voz de la sabiduría y la insensatez nos puede confrontar como un espejo en el que podremos ver nuestra falta de humildad, de rectitud y algunas otras asechanzas en nuestro corazón. Si amamos la sabiduría y la vida abundante en Jesús, valoramos la Palabra y Sus ordenanzas; este es el mensaje que resalta en el capítulo 12, nos enseña que amamos lo que valoramos (Prov. 12:14) y estamos dispuestas a mentir por lo que amamos (Prov. 12:22). La conducta de los sabios es contracultura porque está basada en los principios bíblicos, pero específicamente en el primer mandamiento: «Amar a Dios por sobre todas las cosas» (Mt. 22:36). Los versículos 13-23 nos ilustran este contraste por medio de nuestra forma de hablar y del contenido de nuestras palabras para con otros. Considerando que lo que hablamos procede de lo que pensamos (Prov. 12:5).
Estos capítulos nos presentan la fotografía de cómo lucen las acciones basadas en la falta de sabiduría y las despliega como un foco de advertencia para hacer las correcciones pertinentes, haciéndonos conscientes de nuestra constante necesidad de sabiduría y entendimiento. ¡Vivamos buscando ser sabios cada día, bajo el temor del Señor que refleja una vida piadosa, justa, recta, humilde y generosa! Despójate de todo engaño que te hace lucir necia y vístete de la sabiduría personificada: Cristo. De esta manera, tus palabras, tus acciones y tu vida reflejarán el evangelio.
Para meditar:
- ¿Tus conversaciones están sazonadas de chismes o de sabiduría?
- ¿Qué revela tu corazón a través de las palabras que dices a otros?
- ¿Cómo puedes usar tus riquezas o lo que Dios te ha dado para ayudar a tu hermana o a tu iglesia local en necesidad?
- Usa tus palabras para levantar a tus hermanas abatidas, desesperanzadas y dolidas, recuérdales que muchas veces la instrucción de Dios viene en paquetes etiquetados de sufrimiento, pero empaquetados de Su gracia para atravesarlo. Ten cuidado de ti misma, vive el evangelio a la luz de Su palabra, siendo coherente con lo que piensas, dices y haces. ¿Cómo estos capítulos trajeron verdad a tu corazón?
«Los labios mentirosos son abominación al Señor, pero los que obran fielmente son Su deleite». -Proverbios 12:19
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