Día 154 | Proverbios 1-3
En los mejores años de Salomón, mientras caminaba en obediencia a Dios y gobernando Su pueblo con sabiduría, él escribió alrededor de tres mil proverbios (1 Reyes 4:32), de los cuales el libro de Proverbios contiene al menos unos ochocientos. Salomón no fue el único autor en este libro, la evidencia interna muestra a otros «sabios» que también participaron, así como Agur en el capítulo 30 y las palabras del rey Lemuel y su madre en el capítulo 31.
Proverbios es un libro de instrucciones permeadas con sabiduría divina (Prov. 2:6), no son promesas, son consejos llenos de verdades que apuntan al Señor, tanto así, que el Nuevo Testamento hace referencia a este libro en varias ocasiones.
Dos preguntas claves que este libro nos debe dejar es: ¿Vivo en sabiduría, obediencia y temor al Señor? ¿Estoy agradando al Señor con mi vida por la fe en Jesús? Son dos preguntas …
En los mejores años de Salomón, mientras caminaba en obediencia a Dios y gobernando Su pueblo con sabiduría, él escribió alrededor de tres mil proverbios (1 Reyes 4:32), de los cuales el libro de Proverbios contiene al menos unos ochocientos. Salomón no fue el único autor en este libro, la evidencia interna muestra a otros «sabios» que también participaron, así como Agur en el capítulo 30 y las palabras del rey Lemuel y su madre en el capítulo 31.
Proverbios es un libro de instrucciones permeadas con sabiduría divina (Prov. 2:6), no son promesas, son consejos llenos de verdades que apuntan al Señor, tanto así, que el Nuevo Testamento hace referencia a este libro en varias ocasiones.
Dos preguntas claves que este libro nos debe dejar es: ¿Vivo en sabiduría, obediencia y temor al Señor? ¿Estoy agradando al Señor con mi vida por la fe en Jesús? Son dos preguntas que todo cristiano puede hacerse, desde un padre hasta un hijo, desde un empleador hasta un empleado, desde un gobernante hasta un civil. Todos pueden beneficiarse de este libro porque al final de cuentas nos lleva a practicar la vida que solo podemos vivir a través de Cristo, la Sabiduría en persona (1 Cor. 1:30).
En el capítulo 1, encontramos, quizá la tesis de este libro, de que la verdadera sabiduría inicia con Dios, y específicamente con el temor a Dios (1:7). Como padre, el rey Salomón, hijo de David, invita a su hijo a obedecer la sabiduría que procede de lo alto a través de advertencias e ilustraciones de las malas compañías que pueden inducir a su hijo a pecar y alejarse del camino.
Aquellos que deseamos vivir para alabar y agradar a Dios elegimos vivir sabiamente, es decir, demostrando en todo, respeto reverente, temor al Señor por quien Él es, porque sabemos que ante un Dios poderoso como el nuestro, no somos más que insignificantes humanos. Él es quien debe ser alabado, visto, conocido y para eso hemos sido creados para que Él reciba en todo la gloria. Ese es el propósito de nuestra vida, dar la gloria al Señor.
En el capítulo 2, nos encontramos con las excelencias de la sabiduría en las que puedes deleitarte cuando tu corazón se inclina a la prudencia y a la inteligencia, porque donde se encuentra tu corazón, está tu tesoro. El énfasis es en el corazón: «Cuando la sabiduría entrare en tu corazón» (v. 10), allí es donde atesoras los mandamientos de Dios (v. 1). La Palabra de Dios debe gobernar nuestros corazones como medicina contra la inmoralidad, la perversidad, y la infidelidad.
En el capítulo 3, el padre sabio instruye como caminar en sabiduría, nota que vuelve a pedir a su hijo que guarde los mandamientos de la ley de Dios. Esta exhortación no es nueva, desde que Dios proveyó la ley a Su pueblo, el recordatorio ha sido el mismo: «No se olviden de mi ley» porque de esta manera glorifican a Dios, pero también se diferencia de aquellos que rechazan a Dios. La Palabra de Dios debe estar guardada en el corazón de cada una de nosotras para no confiar en nosotras mismas, reconocer a Dios en todos nuestros caminos con temor y obediencia.
Hay otra manera de vivir y es neciamente, negando a Dios y decidiendo ir por nuestro propio camino, el cual simplemente nos lleva a la insensatez. Vivir la sabiduría es conocer y practicar las enseñanzas de Dios, aún cuando estemos atravesando sufrimiento o veamos a otros sufrir, la sabiduría no solo se queda en palabras y conocimiento, es acción; es fe, puesta en acción.
Así que, leamos, meditemos y guardemos estos sabios consejos en nuestro corazón para que el Espíritu Santo nos guíe cada día y crezcamos en temor y conocimiento de nuestro Dios.
Para meditar:
- ¿Cómo atesoras la sabiduría de Dios en las decisiones diarias? ¿Qué sabiduría sigues, la de Dios o la del mundo?
- ¿Existen áreas de tu vida en las que has decidido seguir tu propia sabiduría?
- ¿Qué acciones prácticas puedes tomar hoy para buscar la sabiduría de Dios en Su Palabra?
«El temor del Señor es el principio de la sabiduría; los necios desprecian la sabiduría y la instrucción». -Proverbios 1:7
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