Día 135 | 2 Samuel 13-15
La lectura de hoy no es fácil. Violación. Es repugnante y cruel. Sí, está en la Biblia y sí, es algo que Dios odia, pero que puede sucederle a las personas más inocentes.
Amnón, el hijo del rey David, cometió este horrible acto con su hermanastra. No es que Amnón esté justificado, pero seguramente la influencia con la que creció no le enseñó el dominio propio, ya que vivía en una casa con muchas madrastras (todas las esposas y concubinas de su padre), un hogar lleno de excesos sexual. Hasta que Jonadab, su amigo, le da sagaces consejos para que esta inmoralidad se lleve a cabo.
Después de que Amnón obtuvo a Tamar, lo que más deseaba, ella se convirtió en lo que más odiaba. Y no fue «amor» lo que mencionó en 2 Samuel 13:4, sino «sensualidad».
Lo que le ocurrió a Tamar es triste, pero no es inusual. …
La lectura de hoy no es fácil. Violación. Es repugnante y cruel. Sí, está en la Biblia y sí, es algo que Dios odia, pero que puede sucederle a las personas más inocentes.
Amnón, el hijo del rey David, cometió este horrible acto con su hermanastra. No es que Amnón esté justificado, pero seguramente la influencia con la que creció no le enseñó el dominio propio, ya que vivía en una casa con muchas madrastras (todas las esposas y concubinas de su padre), un hogar lleno de excesos sexual. Hasta que Jonadab, su amigo, le da sagaces consejos para que esta inmoralidad se lleve a cabo.
Después de que Amnón obtuvo a Tamar, lo que más deseaba, ella se convirtió en lo que más odiaba. Y no fue «amor» lo que mencionó en 2 Samuel 13:4, sino «sensualidad».
Lo que le ocurrió a Tamar es triste, pero no es inusual. Todavía hoy, con demasiada frecuencia, la víctima debe soportar la carga del crimen del abusador. La justicia suele quedarse corta cuando se trata de proteger al inocente y castigar al culpable. Sin embargo, sabemos que lo que ocurre en este mundo no es el final de la historia. Aún habrá un día de juicio en el que Dios arreglará todas las cosas. En ese momento, hombres como Amnón tendrán que enfrentarse a lo que han hecho.
Después de este horrible acto vemos cómo respondieron tanto su padre como su hermano. Leemos que David se enojó pero no sabemos si hizo algo al respecto. Su hermano Absalón le dice que se calle, lo cual no es nunca un buen consejo para una víctima, e intenta vengarse por su cuenta. ¿Asumió Absalón el papel de padre por encima de su propio padre a la hora de tratar los asuntos de la familia?
Tenemos otro ejemplo de una historia que le deja una enseñanza a David. Primero, fue la parábola de Natán en el capítulo 12. Y ahora, tenemos a una mujer enviada por Joab para discutir un asunto político de su hijo en el capítulo 14.
El rey responde enviando a buscar a su hijo Absalón con el fin de traerle de vuelta a su casa en Jerusalén, ya que había huido por matar a su hermano Amnón. David sufría tanto por el hijo que fue asesinado como por el que huyó de su casa. Sin embargo, esta no era una situación de solo perdonar y olvidar, pues una vez que Absalón estuvo de regreso en Jerusalén, pasaron dos años hasta qué padre e hijo se reunieron cara a cara.
¡Qué opuesto al hijo pródigo y a su padre que cuando el hijo apenas está a la vista, el padre sale corriendo hacia él y lo recibe en casa con una gran fiesta!
¿Cómo se dan las discusiones y el perdón entre los miembros de tu familia?
Analicemos cómo esta pequeña semilla de amargura que tenía Absalón se convirtió en pecado. Absalón parece que estaba esperando hasta tomar la situación en sus propias manos. Estuvo escondido por tres años después de matar a su hermano. Después, dos años en Jerusalén esperando a que David lo recibiera. Para terminar con cuatro años trabajando en un retorcido plan de venganza contra su padre.
¡Eso equivale a once años de amargura que consumieron su vida! Su amargura por el pecado de su hermano lo hizo pecar aún más. ¿Has escuchado el dicho: «La amargura es como beber veneno y esperar a que la otra persona muera»?
Puede que David no haya sido el mejor padre, pero eso no le da a su hijo el derecho de seguir ese ejemplo.
Terminamos la lectura de hoy con un poco de ánimo en medio de circunstancias horribles. El rey está huyendo de su propio hijo que intenta derrocar su reino. Allí es donde encontramos hombres leales e íntegros. Estos hombres (geteos) son los mismos que estaban con David cuando fue exiliado de Saúl (1 Sam. 22-23). Años más tarde, ¡todavía están prestos y dispuestos a seguirlo incluso en su vejez! Amigos en las circunstancias buenas y en las difíciles.
Incluso leemos sobre un extranjero en particular, Itai, del que podemos aprender mucho. La lealtad de este filisteo pone de manifiesto la deslealtad de la gente de la propia tierra de David. ¿Por qué un extranjero amaría tanto al rey de Israel cuando su propio pueblo lo había odiado y expulsado de su trono? Esta es la pregunta que debe venir a nuestras mentes. ¿Cómo pudieron alejarse de él tan rápidamente y por tan pocos motivos, mientras que este extranjero se adhiere a él tan estrechamente y con tanta motivación para que no lo haga?
A través de David, Dios había tocado el espíritu de este hombre, Itai. No solo buscó en David un lugar donde quedarse en su exilio, sino que en realidad se identificó no solo con él en su problema, sino también con el Dios de David, Jehová, pues dice:
«Vive el Señor y vive mi señor el rey, ciertamente dondequiera que esté mi señor el rey, ya sea para muerte o para vida, allí también estará su siervo» (2 Sam. 15:21).
Para meditar:
- ¿Alguna vez has sido una víctima inocente del egoísmo de otra persona? ¿Conoces a alguien que haya sido abusado de esta manera? ¿Cómo puedes encontrar refugio en Cristo y apuntar a otros al evangelio?
- ¿La ira o la amargura te han robado años de tu vida? ¿Te han hecho pecar aún más?
«Vive el Señor y vive mi señor el rey, ciertamente dondequiera que esté mi señor el rey, ya sea para muerte o para vida, allí también estará su siervo». -2 Samuel 15:21
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