Día 133 | 2 Samuel 11-12; 1 Crónicas 20
David había demostrado ser un rey excepcional. Sin embargo, el pasaje de hoy revela que incluso él era capaz de acciones más allá de la imaginación.
Dos capítulos completos del libro de 2 Samuel tratan del suceso que leemos hoy de David y Betsabé, pero el registro histórico coincidente nos da una idea en solo la mitad de un versículo. Leemos 1 Cro. 20:1: «Pero David se quedó en Jerusalén» y eso es todo. No se menciona a Betsabé ni lo que hizo David mientras se quedó. Este relato del pecado de David con Betsabé es uno que mucha gente conoce y no olvida. Sin embargo, quizás una razón por la que no se incluye en el relato de 1 Crónicas es porque Dios está eligiendo no echarle en cara David su pecado pues se arrepintió y fue perdonado por Dios.
Echemos un vistazo a los cuatro personajes diferentes que …
David había demostrado ser un rey excepcional. Sin embargo, el pasaje de hoy revela que incluso él era capaz de acciones más allá de la imaginación.
Dos capítulos completos del libro de 2 Samuel tratan del suceso que leemos hoy de David y Betsabé, pero el registro histórico coincidente nos da una idea en solo la mitad de un versículo. Leemos 1 Cro. 20:1: «Pero David se quedó en Jerusalén» y eso es todo. No se menciona a Betsabé ni lo que hizo David mientras se quedó. Este relato del pecado de David con Betsabé es uno que mucha gente conoce y no olvida. Sin embargo, quizás una razón por la que no se incluye en el relato de 1 Crónicas es porque Dios está eligiendo no echarle en cara David su pecado pues se arrepintió y fue perdonado por Dios.
Echemos un vistazo a los cuatro personajes diferentes que encontramos hoy. Empecemos con David.
El pecado que se relata aquí es el más conocido de David. ¿Por qué David no estaba en la batalla? La Biblia dice que era «el tiempo cuando los reyes salen a la batalla». ¿Fue esto un pecado planeado más que una caída en el momento?
David también trató de ocultar su pecado con otro pecado al mandar matar a Urías. El mismo hombre que escribió tantos salmos, también escribió una carta para asesinar a un hombre justo.
David actuó con maldad y tomó lo que no podía tener. Sin embargo, su respuesta es sorprendente. Él simplemente dice: «He pecado contra el Señor». No trató de justificarse. No trató de encubrir su pecado. Él se arrepintió.
Es interesante comparar a David y al rey Saúl en los pecados que hicieron enojar al Señor y en las respuestas que tomaron. Saúl no podía esperar a que Samuel viniera y ofreciera sacrificios, así que lo hizo él mismo, algo que solo un sacerdote podía hacer. Sin embargo, cuando lo llaman por su pecado, no se arrepiente, sino que justifica y piensa que no es gran cosa (1 Sam. 13:8-12). En el caso de David, él cometió adulterio y asesinato. Cuando fue confrontado por su pecado, David se arrepiente y es perdonado: «El Señor ha quitado tu pecado; no morirás» (2 Sam. 12:13).
Podemos ver que la diferencia fue un corazón arrepentido, y no quién hizo el peor pecado.
Ahora echemos un vistazo a Betsabé. Ella se vio envuelta en medio del escándalo, la desgracia y un profundo dolor. Atrapada en una red de complejidad y circunstancias desfavorables trabajando en su contra. Posteriormente se convierte en la madre de Salomón en la línea de Jesús nuestro Señor.
Dirijamos ahora nuestra atención a Urías. ¡Qué nobleza vemos en su carácter! Urías fue conocido como uno de los hombres valientes de David (2 Samuel 23:39), no era un «don nadie» en el ejército israelita.
Por último, fijémonos en Natán. A nadie le gusta llamarle la atención a alguien o exhortar, especialmente si se trata de una persona de gran prestigio. El profeta Natán llegó a David con una parábola de alguien que merece la muerte, pero tuvo que decirle a David que él era ese hombre en la parábola. Él traía la palabra de Dios y estaba mostrando justicia y corrección a la desordenada situación.
Para meditar:
- ¿Con cuál de los cuatro personajes que vimos hoy te identificas?
- ¿Tienes un «Natán» en tu vida que te confronta con la verdad?
- Nadie está más allá de la capacidad de pecar. La humildad debe gobernar nuestros corazones. Los límites deben proteger nuestras decisiones.
«Entonces David dijo a Natán: “He pecado contra el Señor”». -2 Samuel 12:13
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