Día 131 | 2 Samuel 10; 1 Crónicas 19; Salmos 20
En los dos relatos vemos una misma historia. Cuando David trató de consolar en un momento de pérdida y dolor, y la respuesta que recibió fue irreverente. El rey de Amón acababa de morir y su hijo Hanún tomó su lugar. David quiso mostrar amabilidad en ese momento de duelo, ya que probablemente recordó la muerte del rey Saúl y Jonatán. Él quería mostrar amabilidad a Hanún porque su padre Nahas le mostró bondad.
La humillación provocada a los siervos de David de tener sus barbas cortadas y su cuerpo expuesto fue, seguramente, algo despiadado y humillante para cualquiera. Qué compasión la que muestra David al guardar su dignidad antes de que regresaran a la ciudad.
El desconcierto de este acontecimiento no terminó con esta humillación de los hombres de David. Dos naciones se unen para derrotar a Israel, pero Israel sale victorioso. Los amonitas vieron que eran repulsivos a …
En los dos relatos vemos una misma historia. Cuando David trató de consolar en un momento de pérdida y dolor, y la respuesta que recibió fue irreverente. El rey de Amón acababa de morir y su hijo Hanún tomó su lugar. David quiso mostrar amabilidad en ese momento de duelo, ya que probablemente recordó la muerte del rey Saúl y Jonatán. Él quería mostrar amabilidad a Hanún porque su padre Nahas le mostró bondad.
La humillación provocada a los siervos de David de tener sus barbas cortadas y su cuerpo expuesto fue, seguramente, algo despiadado y humillante para cualquiera. Qué compasión la que muestra David al guardar su dignidad antes de que regresaran a la ciudad.
El desconcierto de este acontecimiento no terminó con esta humillación de los hombres de David. Dos naciones se unen para derrotar a Israel, pero Israel sale victorioso. Los amonitas vieron que eran repulsivos a los ojos del rey David (gracias a lo que hicieron a los hombres de David), así que decidieron hacer la guerra a Israel. Los amonitas sabían que no tenían ninguna posibilidad por sí solos, así que utilizaron su dinero para comprar poder y el favor de los arameos.
Los dos grupos planean atacar a Israel por delante y por detrás, pero el comandante del ejército de Israel, Joab, preparó bien su ejército para defender al pueblo y sus ciudades. Vemos en las palabras de ánimo de Joab a sus hombres la confianza en Dios: «Esfuérzate, y mostrémonos valientes por amor a nuestro pueblo y por amor a las ciudades de nuestro Dios; y que el Señor haga lo que le parezca bien» (1 Cro. 19:13). El capítulo termina con los amonitas y los arameos derrotados por David y el ejército israelita, y los arameos ya no están dispuestos a ayudar al pueblo de Amón. El relato de 2 Samuel 10 dice que tenían temor de seguir ayudándoles. Ayudaron al odio de una nación por dinero, pero perdieron mucho más, ya que unos 47.000 hombres murieron en esa guerra.
El salmo que leemos hoy, el Salmo 20, es una petición a Dios por ayuda a un rey en apuros. No sabemos si fue para esta batalla en particular, no sabemos si David oró esta oración.
Muchos, como los amonitas y los armenios, confiaban en su propio poderío militar, al atacar o tratar de derrotar a Israel. En innumerables ocasiones, el Señor salvó a Israel de situaciones terribles y probabilidades abrumadoras. Sin embargo, un israelita leal confiaría su ayuda en Dios, no en las armas, los números o las alianzas.
El salmo termina con una última petición de ayuda, esta vez con las palabras más breves posibles: «¡Salva, oh Señor!».
A veces parece que pensamos que haciendo oraciones largas o impresionantes es más probable que Dios nos escuche y responda. Quizá a veces necesitemos orar más así, planteando nuestras peticiones a Dios de la manera más sencilla posible. De este modo, toda la alabanza por una oración contestada es para Él, y no para nuestra brillantez al hablar.
Esta petición de ayuda que encontramos en el salmo estaba dedicada al culto público. Hoy en día, cualquiera que necesite la ayuda del Señor en tiempos difíciles puede leer este salmo y clamar a Aquel que puede salvarle. Recordémoslo también en nuestros momentos difíciles. No hay mejor ayuda que la del Señor.
Para meditar:
- ¿Has tenido una respuesta dura cuando intentas consolar o mostrar favor a alguien?
- ¿Alguna vez has ayudado a proteger la dignidad de alguien?
- ¿Has creído la mentira de que haciendo oraciones largas o impresionantes es más probable que Dios te escuche y responda?
«Nosotros cantaremos con gozo por tu victoria,
y en el nombre de nuestro Dios alzaremos bandera.
Que el Señor cumpla todas tus peticiones». -Salmos 20:5
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación