Día 123 | Salmos 106 - 107
Escrito por Becky Parrilla
Los salmos 106 y 107 narran la historia del pueblo de Israel y la liberación que experimentaron.
Uno de los énfasis del salmo 106 es que Israel tenía muy mala memoria. Por ejemplo:
- «Nuestros padres en Egipto no entendieron Tus maravillas; no se acordaron de Tu infinito amor, sino que se rebelaron junto al mar, en el Mar Rojo» (Salmos 106:7).
- «Pero pronto se olvidaron de Sus obras; no esperaron Su consejo» (Salmos 106:13).
- «Hicieron un becerro en Horeb, y adoraron una imagen de fundición; cambiaron su gloria por la imagen de un buey que come hierba. Se olvidaron de Dios su Salvador, que había hecho grandes cosas en Egipto» (Salmos 106:19-21).
El verso 7 dice que Israel olvidó los milagros de las plagas de Egipto y se rebelaron junto al mar Rojo, es decir, antes del milagro. Sin embargo, los versos del …
Escrito por Becky Parrilla
Los salmos 106 y 107 narran la historia del pueblo de Israel y la liberación que experimentaron.
Uno de los énfasis del salmo 106 es que Israel tenía muy mala memoria. Por ejemplo:
- «Nuestros padres en Egipto no entendieron Tus maravillas; no se acordaron de Tu infinito amor, sino que se rebelaron junto al mar, en el Mar Rojo» (Salmos 106:7).
- «Pero pronto se olvidaron de Sus obras; no esperaron Su consejo» (Salmos 106:13).
- «Hicieron un becerro en Horeb, y adoraron una imagen de fundición; cambiaron su gloria por la imagen de un buey que come hierba. Se olvidaron de Dios su Salvador, que había hecho grandes cosas en Egipto» (Salmos 106:19-21).
El verso 7 dice que Israel olvidó los milagros de las plagas de Egipto y se rebelaron junto al mar Rojo, es decir, antes del milagro. Sin embargo, los versos del 12 al 13 explican que luego de la emoción del milagro del mar Rojo, volvieron a olvidar. Y no es que esta dificultad fuera pequeña, de hecho, este salmo describe en detalle las maravillas del milagro del mar Rojo:
- Dios reprendió al mar y se secó.
- Dios los condujo por las profundidades como por un desierto.
- Las aguas cubrieron a los adversarios, y ni uno de ellos escapó.
Cualquiera creería que después de esta experiencia milagrosa no olvidarían, pero olvidaron. Podríamos pensar que luego de las plagas de Egipto, el pueblo de Israel sabía que Dios podía liberarlos frente al mar. Sin embargo, se quejaron y tuvieron mucho miedo. Es fácil juzgarlos a la distancia, pero no somos tan diferentes.
Nosotros tenemos la bendición de ver más claramente. Sabemos que el éxodo apuntaba a nuestra liberación del pecado. Deberíamos saber que, aunque tenemos un Dios poderoso y soberano que todavía obra milagros, lo que nos salva es creer en la obra redentora de Cristo. Nuestra fe está basada en Cristo. Por eso miramos la cruz y recordamos Su vida perfecta, vemos Su muerte en nuestro lugar, vemos la resurrección, vemos la ascensión, y vemos el futuro glorioso que nos espera. Ya todos hemos vivido el milagro más grande, el de nuestra salvación. Los otros milagros son un anticipo de la gloria futura, en donde no habrá llanto, ni muerte, ni dolor. Estos anticipos Dios los otorga de acuerdo con Su soberana voluntad que es agradable y perfecta.
Reconozco que tengo una predilección por estos otros milagros y que soy menos agradecida cuando se trata del milagro de la salvación. Pero hay mucha gracia en Dios a pesar de mí. El salmo 106 también nos enseña que, aunque somos propensas a olvidar, Dios recuerda Su pacto con nosotras.
«Muchas veces los libró; pero ellos fueron rebeldes en sus propósitos, y se hundieron en su iniquidad. Sin embargo, Él vio su angustia al escuchar su clamor, y se acordó de Su pacto por amor a ellos, y se arrepintió conforme a la grandeza de Su misericordia» (Salmos 106:43-45).
Además, por medio de Cristo, somos participantes de un nuevo y mejor pacto:
«Pero ahora Jesús ha obtenido un ministerio tanto mejor, por cuanto Él es también el mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas» (Heb. 8:6).
Gracias, Dios, por salvarnos y por no olvidar Tu pacto. Gracias por escribir Tu ley en nuestros corazones.
El salmo 107 ilustra diversas formas en las que Dios libra. Por ejemplo,
- Dios libra en el desierto:
«Vagaron por el desierto, por lugar desolado, no hallaron camino a ciudad habitada; hambrientos y sedientos, su alma desfallecía en ellos. Entonces en su angustia clamaron al Señor, y Él los libró de sus aflicciones; y los guió por camino recto, para que fueran a una ciudad habitada» (Salmos 107:4-7).
- Dios libra de las tinieblas:
«Entonces en su angustia clamaron al Señor y Él los salvó de sus aflicciones; los sacó de las tinieblas y de la sombra de muerte y rompió sus cadenas» (Salmos 107:13-14).
- Dios libra de la tormenta:
«En su angustia clamaron al Señor y Él los sacó de sus aflicciones. Cambió la tempestad en suave brisa y las olas del mar se calmaron» (Salmos 107:28-29).
Les confieso que cuando leí el salmo pensé en las veces en las que me parece que he clamado en medio de la aflicción y tal parece que no he recibido una respuesta, al menos no la respuesta que yo esperaba. Me vi clamando en diferentes lugares y momentos de mi vida. Pero el salmo 107 afirma que hemos sido libradas. Dios nos ha librado del desierto, la oscuridad y la tormenta de nuestro pecado. La Biblia también afirma que Dios nos libró de lo que tenía implicaciones eternas. Además, tenemos el consuelo poderoso de que Él nos oye. Por ejemplo, Cristo fue escuchado, aunque no fue librado de la copa.
«Cristo, en los días de Su carne, habiendo ofrecido oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que lo podía librar de la muerte, fue oído a causa de Su temor reverente» (Heb. 5:7).
Dios siempre escucha y libra. No siempre libra cuando queremos y de la forma que queremos, pero nunca llegaremos al límite de lo que Dios puede hacer. Él es demasiado santo, glorioso y poderoso para darnos solamente lo que pedimos cuando llega la crisis.
«Y a Aquel que es poderoso para hacer todo mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que obra en nosotros, a Él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén» (Efesios 3:20-21).
Para meditar:
- ¿Agradeces y disfrutas la liberación que has recibido?
- Haz una oración al Señor pidiéndole que te ayude a ver Su bondad en nuestra historia y creer la verdad de que Él es el Dios que recuerda Su pacto, que escucha y que libra.
«Bendito sea el Señor, Dios de Israel, desde la eternidad y hasta la eternidad. Y todo el pueblo diga: “Amén”. ¡Aleluya!». -Salmos 106:48
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación