Día 120 | Salmos 102, 103 y 104
¿Cómo te acercas a Dios? ¿Te acercas con miedo o te acercas con plena confianza? En el Salmo 102 vemos a David una vez más clamando a su Señor por auxilio y misericordia. En los versículos 1 y 2 podemos percibir la profunda angustia que lo consumía. ¿No es maravilloso que David corría directamente a Dios en busca de ayuda y consuelo en vez de a otras personas o cosas? ¿A dónde vas tú cuando estás afligida, turbada y angustiada?
A pesar de que el salmista sentía que iba a morir de tanta tristeza y aflicción, no se olvidó de Su Dios en medio de su lamento. Escucha lo que dice en los versículos 13 y 17: «Te levantarás y tendrás compasión», el Señor «ha considerado la oración de los menesterosos y no ha despreciado su plegaria».
Nuestra adoración sincera a Dios incrementa cuando cada día de nuestra corta vida, …
¿Cómo te acercas a Dios? ¿Te acercas con miedo o te acercas con plena confianza? En el Salmo 102 vemos a David una vez más clamando a su Señor por auxilio y misericordia. En los versículos 1 y 2 podemos percibir la profunda angustia que lo consumía. ¿No es maravilloso que David corría directamente a Dios en busca de ayuda y consuelo en vez de a otras personas o cosas? ¿A dónde vas tú cuando estás afligida, turbada y angustiada?
A pesar de que el salmista sentía que iba a morir de tanta tristeza y aflicción, no se olvidó de Su Dios en medio de su lamento. Escucha lo que dice en los versículos 13 y 17: «Te levantarás y tendrás compasión», el Señor «ha considerado la oración de los menesterosos y no ha despreciado su plegaria».
Nuestra adoración sincera a Dios incrementa cuando cada día de nuestra corta vida, nos acordamos de la misericordia eterna que ha tenido el Señor para los que le temen. De hecho, los salmos 103 y 104 son himnos de celebración. En la primera parte del Salmo 103 el salmista reconoce los beneficios que Dios nos otorga por Su gracia, a través de Jesucristo:
- «Él es el que perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus enfermedades». (v. 3)
- «El que rescata de la fosa tu vida, y el que te corona de bondad y compasión». (v. 4)
- «El que colma de bienes tus años». (v. 5)
No podemos olvidar que el plan de redención lo comenzó Dios desde el Edén (Génesis 3:14-15). Después que Eva se defendió, Dios le dijo a la serpiente que pondría enemistad entre la simiente de la serpiente y la simiente de la mujer, y que la simiente de ella heriría su cabeza. Y cuando vino la plenitud del tiempo que el Señor había designado para el nacimiento de la simiente de la mujer, Dios envió a Su Hijo para que el mundo fuera salvo por Él (Gálatas 4:4 y Juan 3:17).
No olvidemos que los beneficios del evangelio los comienza el Señor y son inmerecidos. David entendía la dificultad para comprender esta enorme gracia inmerecida. Pero con el uso de lenguaje figurado, esta canción nos hace imaginar cómo es que funciona la naturaleza de la misericordia de Dios cuando nos dice:
«Como está de lejos el oriente del occidente,
Así alejó de nosotros nuestras transgresiones.
Como un padre se compadece de sus hijos,
Así se compadece el Señor de los que le temen» (Sal. 103:12-13).
¡Gracia sobre gracia! ¡Cuán «compasivo y clemente» es nuestro Dios! Esa es una verdad que debe llenarnos de consuelo y esperanza. Así como David, estamos llamadas a recordar siempre que sin importar las circunstancias en las que nos encontremos, ya sea en alegría o en tristeza, en gozo o en dolor, nuestro Dios permanece para siempre y por todas las generaciones, para siempre será el mismo, Su misericordia es desde la eternidad hasta la eternidad y su gloria será para siempre.
Si nuestro Dios estableció en los cielos Su trono, y desde allí cuida, protege y sostiene a toda su creación, desde el pajarillo más pequeño hasta los grandes animales marinos que habitan, ¿cuánto más cuida de nosotras? El Salmo 104 completo es un cántico de profunda alegría y alabanza en el que el salmista reconoce «el esplendor y la majestad» de Dios. Te animo a que leas este salmo y reflexiones sobre la grandeza de Aquel que cuida de ti.
Nunca olvidemos que es gracias a Cristo y Su sacrificio perfecto que podemos clamar a Dios con la plena confianza y seguridad de que Él escucha nuestro clamor, se compadece de nosotras en nuestra aflicción y nos da gozo en medio de la angustia. Como David, que la canción de nuestro corazón siempre sea: «¡Bendice, alma mía, al Señor!».
Para meditar:
- Amada amiga y hermana, nunca olvides que Cristo fue quien abrió el camino para que podamos entrar al Lugar Santísimo y tener comunión íntima con Dios. Pídamosle a Dios que esa gloriosa y maravillosa verdad nos lleve a cantar alabanzas a Dios mientras vivamos» y que siempre sea agradable nuestra meditación delante de Él.
«¡Bendice, alma mía, al Señor! Y bendiga todo mi ser Su santo nombre». - Salmos 103:1
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