Día 116 | Salmos 73, 77, 78
Asaf es una figura destacada en la historia bíblica que aparece tanto en el libro de 1 Crónicas como en algunos salmos, incluido el Salmo 73. En 1 Crónicas, Asaf es mencionado como uno de los líderes de adoración designados por David para ministrar en el templo. Su papel incluía dirigir a los levitas y músicos en la adoración a Dios. Además, Asaf es reconocido por su habilidad poética y musical, y se le atribuyen varios salmos, es por eso que hoy veremos algunos de sus salmos y su relación con 1 de Crónicas.
Hoy empecemos haciéndonos algunas preguntas. Sabemos que Dios es bueno, pero ¿qué tal se ve reflejada esta verdad en nuestras vidas? ¿Sus bondades en el pasado son una fuente de esperanza para nuestro presente y nuestro porvenir?
Los salmos de Asaf son de mis pasajes favoritos de la Biblia, pues el Señor los usa una y …
Asaf es una figura destacada en la historia bíblica que aparece tanto en el libro de 1 Crónicas como en algunos salmos, incluido el Salmo 73. En 1 Crónicas, Asaf es mencionado como uno de los líderes de adoración designados por David para ministrar en el templo. Su papel incluía dirigir a los levitas y músicos en la adoración a Dios. Además, Asaf es reconocido por su habilidad poética y musical, y se le atribuyen varios salmos, es por eso que hoy veremos algunos de sus salmos y su relación con 1 de Crónicas.
Hoy empecemos haciéndonos algunas preguntas. Sabemos que Dios es bueno, pero ¿qué tal se ve reflejada esta verdad en nuestras vidas? ¿Sus bondades en el pasado son una fuente de esperanza para nuestro presente y nuestro porvenir?
Los salmos de Asaf son de mis pasajes favoritos de la Biblia, pues el Señor los usa una y otra vez cuando experimento incertidumbres y lucho al no confiar en Dios. Eso es tan común en la vida de los creyentes, luchamos por no poder ver la bondad Dios en nuestras vidas, en nuestras circunstancias, en la vida de las personas que nos rodean y que amamos profundamente, en las personas cercanas a nosotras que no son salvas. En general, luchamos por ver la bondad de Dios en Su perfecta voluntad para nuestras vidas y olvidamos las maravillas que ha hecho a nuestro favor.
El salmo 73 y 77 nos llevan a ver algunas cosas que podemos aprender para nuestra vida práctica diaria.
1. Dios es bueno a pesar de mi falta de fe en Su bondad.
«Ciertamente Dios es bueno para con Israel, para con los puros de corazón». Salmo 73:1
Este salmo comienza afirmando que Dios es bueno. El salmista sabía y escribe en los siguientes versículos sobre sus vacilaciones y falta de contentamiento de lo que Dios estaba haciendo en su vida, pero él pudo finalmente afirmar que Dios es bueno.
A pesar de las circunstancias, de la falta de fe y de la falta de gozo en la Providencia y Voluntad de Dios, esta es una Verdad inalterable. No importa cómo veamos las circunstancias de nuestra vida y la de las personas que nos rodean, no importa cómo veamos este mundo caído y cómo se va precipitando hacia el mal, hay una verdad inalterable; y eso, mis hermanas, nos debe traer seguridad. Dios es bueno. Siempre. Él nos conoce, conoce nuestras necesidades. ¿Quién mejor que Él para proveer para ellas y guiar nuestras vidas? Cualquier cosa que Él permita es para nuestro bien.
2. La causa de la falta de fe en Su bondad es un incorrecto punto de referencia.
¿Por qué dudamos tanto de la bondad de Dios en nuestro corazón? Hemos dicho incontables veces que Dios es soberano, que Él tiene el control de todas las cosas, que todo lo que Él hace obra para nuestro bien, y, aún así, dudamos de Su soberanía y bondad en el día a día, cuando comenzamos a ver sombras en medio de nuestros días soleados.
Dice el salmista que estuvo a punto de tropezar y casi resbaló. Asaf seguramente se dio cuenta de que estuvo a punto de soltar la mano de Dios y dejarse ahogar por la desesperanza. Pero él entendió cuál era la raíz de su problema: tuvo envidia de los arrogantes, de la vida de los impíos. Comenzó a definir a los impíos como su punto de referencia y comparación.
El salmista envidiaba de otros la prosperidad que tenían, parecía que no tenían congojas en su muerte y que no pasaban trabajos arduos como todos los demás. No parecía que tuvieran problemas, la soberbia los caracterizaba, eran violentos, burlones, hablaban en contra de Dios (v. 3-12).
Por otra parte, Asaf creía que él tenía tantos problemas que los veía como castigos. Las circunstancias de su vida parecían tan injustas y difíciles de sobrellevar. Él osó decir que en vano había buscado la rectitud y la pureza de su corazón, no le iba bien como a los impíos. Para él, Dios tenía mano dura, veía la maldad de los impíos y no hacía nada. ¡Dios era más bueno con ellos! O al menos eso pensaba (vv. 13-14).
Lo que sucede es que, en lugar de ver la bondad de Dios, Asaf enfocó su vista en sus circunstancias y consideró que tenía más dolor y pruebas que los demás. Hasta comenzó a sentir lástima por sí mismo. ¿Te ha pasado?
En el Salmo 77 Asaf escribió sobre sus dudas de la mano del Señor a su favor. Parecía ser que el Señor ya no tenía misericordia, que estaba airado y Sus promesas ya no eran latentes para él. En su corazón sentía que Dios se comportaba ahora diferente.
Lo cierto es que podemos vivir en un sentir de injusticia porque tratamos de mantener la pureza de nuestro corazón y reclamar a Dios ese «buen comportamiento» en medio de nuestros días grises como si Dios nos debiera algo. Él no nos debe nada, ¡al contrario! ¡Le debemos nuestra vida, nuestra salvación, nuestra esperanza futura! ¡No somos nadie sin Él! ¿Cómo es capaz nuestro corazón de decir que en vano hemos seguido al Señor y buscamos hacer Su voluntad si Él nos llena de favores y misericordias inmerecidas día con día? (Ef. 1:3, Flp. 4:19).
¿Cuántas veces hemos quitado nuestra vista de Cristo y nos hemos distraído al compararnos, al dudar de la bondad de Dios y comenzamos a tener falta de contentamiento?
¿Qué sucede? Nuestro punto de referencia está equivocado. Nuestra perspectiva de la vida está averiada. Necesitamos la perspectiva divina.
3. El resultado de la duda en la bondad de Dios es la amargura.
La amargura nos hace perder el gozo, nos ciega, nos volvemos torpes, sin entendimiento (Sal. 73:21-22). No podemos ver la bondad de Dios. ¡Qué peor cosa podemos hacer como hijas del Señor, que cegadas por la visión terrenal, no podamos ver la bondad de Dios y Su abundante gracia derramada en nuestras vidas!
Dios nos da de Su sabiduría para entenderlo, con muchos límites, por nuestra mente tan finita, pero nos permite vislumbrar cada vez un poco más cómo es Él, cómo es Su carácter, cuál es Su voluntad. Sin embargo, nos conformamos con tan poco. Nos envolvemos y enfrascamos en nuestras circunstancias terrenales que no nos permiten ver la claridad de Su bondad.
Entonces, ¿qué podemos hacer? ¿Hay esperanza para nuestros corazones?
4. La solución a nuestra falta de fe en la bondad de Dios es habitar en Su presencia y tener un continuo deseo de Cristo por sobre todas las cosas.
«Hasta que entré en el santuario de Dios; entonces comprendí el fin de ellos». -Salmos 73:17
Estar continuamente en la presencia de Dios, escudriñando Su Palabra, meditando en el evangelio y hablando con Él en oración es lo que nos pone en la perspectiva correcta para ver las cosas. Es como ponerse unos lentes espirituales y ver a través de ellos la manera como Dios ve.
El salmista comprendió que todo se trata del fin de nuestras vidas. Hemos sido redimidas y rescatadas de la condenación eterna. La misericordia que Dios ha tenido de nosotras pasa por encima de cualquier circunstancia adversa que podamos atravesar, pasa por encima de cualquier punto de comparación con otras personas. Dios nos ha dado salvación y aún la salvación continua del desvío constante de nuestro corazón.
El Salmo 77 también nos menciona que Asaf volvió en sí en medio de sus dudas, se acordó de las obras del Señor en el pasado, meditó en todo lo que Él había hecho. ¡Ahí también está la bondad de Dios!
A los impíos, Dios los pone en lugares resbaladizos, son destruidos de repente (v. 18 y 19). A los puros de corazón, Dios siempre nos toma de la mano derecha y está ahí, presente (v. 23). Lo que Él permite en nuestra vida es para nuestro bien (Ro. 8:28), para forjar nuestro carácter, para hacernos más como Cristo. Y en el proceso, no nos abandona, ¡nunca se va! No por una pureza a partir de esfuerzos personales, sino porque Cristo ya nos ha hecho santos por Su obra a favor nuestro.
Cuando el salmista se dio cuenta de todas estas cosas, explotó en alabanza reconociendo que no había Dios como Él.
«Santo es, oh Dios, Tu camino; ¿qué dios hay grande como nuestro Dios?». -77:13
Aun así, el salmista sabía que su carne y su corazón podían desfallecer, pero Dios sería su fortaleza (v. 26). Él sabía que podía ser tentado nuevamente y fallar en confiar en la bondad de Dios (así como nosotras), pero el consejo de Dios sería su guía. Recordó lo que nosotras debemos recordar todos los días: el evangelio. La esperanza segura que tenemos por los méritos de Cristo de ser recibidas en gloria (v. 24) y estar unidas a Él por la eternidad.
Supo que estar cerca de Dios era su mayor bien. Hacer de Dios, el Señor soberano, un refugio, le daba una seguridad y contentamiento en su vida que se traducía en contar las obras de Dios (v. 28).
Ahora, en lugar de pensar que todo era dolor, azotes y sufrimiento, el salmista tenía mucho qué contar sobre la bondad de Dios. ¡Qué cambio tan radical de una perspectiva correcta de su posición como hijo de Dios y Su bondad derramada en su vida! Ya no había quejas ni envidias, sino tantas obras qué contar del favor de Dios.
Es por eso que en el Salmo 78 podemos ver la enseñanza del salmista Asaf para el pueblo.
Él no se detuvo de contar todo lo que el Señor había hecho en medio del pueblo que sus padres les habían contado. Entonces urgió al pueblo a no ocultar todas estas obras portentosas de Dios a sus hijos. Ellos debían contar todas Sus maravillas, pues ese era también un mandato del Señor. Esto los llevaría a confiar en el Señor y guardar Sus mandamientos, de tal manera que no fueran como sus padres que se habían rebelado en contra del Señor y le habían sido infieles, y rehusaron andar en Sus caminos.
Asaf hizo un recuento de todo lo que habían olvidado, todo lo que el Señor había hecho desde que salieron de Egipto, cómo los había llevado como un tierno y buen Pastor, y a pesar de su corazón tan necio, el Señor tenía misericordia de ellos y los perdonaba; a pesar de que lo entristecían, Él los llevó hasta la Tierra Prometida y les repartió sus tierras.
Así nos sucede continuamente a nosotras, pero tenemos que voltear atrás y recordar las bondades del Señor a nuestras vidas desde el momento que nos rescató de la esclavitud del pecado y de la muerte; recordar que Dios es nuestra Roca, y el Dios Altísimo es nuestro Redentor (Sal. 78:35).
Para meditar:
No veas a través de las sombras, sino a través del destello constante de la bondad de Dios en tu vida por lo que Cristo ha hecho por ti, por el continuo deseo de Dios de perfeccionar la obra que ha comenzado en tu vida (Flp. 1:6). No tomes puntos de referencia incorrectos, mira a Cristo, reconoce Su bondad, abrázala, y no la calles. ¡Que todos puedan ver en ti que Dios es bueno!
«¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra». -Salmos 73:25
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación