Día 112 | Salmos 6, 8, 9, 10, 14, 16, 19 y 21
«Cantaremos y alabaremos Tu poderío». -Salmos 21:13b
¡Cuánta confianza desplegada y expresada sin medidas en cada uno de estos salmos! No dejo de maravillarme en la plena y absoluta confianza que David tenía en Su Dios. El Salmo 6 comienza con una plegaria de este siervo a su Señor: «…no me reprendas en Tu ira, ni me castigues...Ten piedad de mí…» (v. 1-2). Confianza no es igual a ignorancia. David, aunque confiaba plenamente y se deleitaba en Dios, él sabía que todo el tiempo estaba en presencia de un Dios tres veces santo. Conocía la pecaminosidad de su corazón y cuán necesitado estaba de la misericordia y perdón del Señor.
¿Estás consciente que vives todo el tiempo delante de un Dios santo, santo, santo? ¿Has tenido momentos en los que dejas de acercarte al Señor con un arrepentimiento genuino reconociendo tu profunda necesidad de Su misericordia y perdón para tu …
«Cantaremos y alabaremos Tu poderío». -Salmos 21:13b
¡Cuánta confianza desplegada y expresada sin medidas en cada uno de estos salmos! No dejo de maravillarme en la plena y absoluta confianza que David tenía en Su Dios. El Salmo 6 comienza con una plegaria de este siervo a su Señor: «…no me reprendas en Tu ira, ni me castigues...Ten piedad de mí…» (v. 1-2). Confianza no es igual a ignorancia. David, aunque confiaba plenamente y se deleitaba en Dios, él sabía que todo el tiempo estaba en presencia de un Dios tres veces santo. Conocía la pecaminosidad de su corazón y cuán necesitado estaba de la misericordia y perdón del Señor.
¿Estás consciente que vives todo el tiempo delante de un Dios santo, santo, santo? ¿Has tenido momentos en los que dejas de acercarte al Señor con un arrepentimiento genuino reconociendo tu profunda necesidad de Su misericordia y perdón para tu vida porque sientes miedo de que Dios no te escuche?
«¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él?» (8:4). ¿Quiénes somos nosotras para que Dios nos mire con ojos de compasión? Como dice en Hebreos 4:16, es precisamente por Su infinita bondad y compasión hacia cada una de nosotras que en todo momento podemos acercarnos con confianza al Trono de la gracia, para recibir misericordia, gracia y ayuda oportuna. Esa gloriosa verdad debe llevarnos a dar gracias al Señor con todo nuestro corazónya contar todas Sus maravillas (9:1).
Puede que no estés sufriendo una persecución como David, en la que tu vida corra peligro, pero quizás te sientes perseguida y cargada por la culpa de algún pecado que cometiste en tu pasado, o incluso es posible que te sientas asediada y aplastada por el peso de algún pecado con el que diariamente luchas, pero sobre el que te cuesta tener victoria o dejarlo atrás. Amada amiga y hermana, permíteme recordarte que El Señor será baluarte para el oprimido, baluarte en tiempos de angustia (9:9).
¿Has tenido momentos en los que has dudado del cuidado de Dios en tu vida y en medio de las circunstancias difíciles? Cuando olvidamos la bondad, la misericordia, el perdón y la gracia que se nos han concedido en Cristo, nos volvemos como aquellos que no conocen a Dios. Y aunque no lo expresemos con nuestros labios en nuestro corazón, somos tentadas a decir que Dios se ha olvidado y ha escondido Su rostro (10:11 y 14:1). Pidámosle a Dios que nos libre de ser como aquellos que no lo conocen y que viven sus vidas como si Dios no existiera, haciendo, cometiendo y diciendo toda clase de males.
Nuestro Dios es clemente y compasivo, Él no hace oídos sordos a nuestro clamor y angustia. A veces clamamos y clamamos, pero sentimos que Él no nos escucha o se ha olvidado de nosotras. Tristemente, en medio de nuestro dolor, ansiedad, angustia y desesperación, somos arrastradas por nuestro pecado a pensar que Dios es un Dios ausente. Pensar así solo hace que salgan quejas de nuestra boca hacia el Señor.
¿Te has quejado contra el Señor por las circunstancias difíciles que Él soberanamente ha permitido en tu vida? Ve delante de tu Señor que te ha amado con un amor eterno y busca Su perdón si te has quejado contra Él abiertamente; pídele que limpie tus labios y como David dile: «He resuelto que mi boca no peque», «Sean gratas las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón delante de Ti» (Sal. 17:3, 19:14).
¿Cómo puedes agradar al Señor en medio del dolor? Viviendo cada día en Su Palabra. El salmo 19 es una preciosa perla que Dios nos dejó con el propósito de que constantemente recordemos que solo permaneciendo en Su Palabra podremos hallar descanso y paz en medio de cualquier circunstancia en la que nos encontremos porque:
- Su ley es perfecta y su testimonio seguro (v. 7).
- Sus preceptos son rectos y Sus mandamientos son puros (v. 8).
- Su temor es limpio y Sus juicios son verdaderos (v. 9).
- Así que, en última instancia, Su Palabra es más deseable que el oro y más dulce que la miel (v. 10).
Debemos procurar poner al Señor continuamente delante de nosotras (Sal. 16:8)
¿Dónde está tu deleite y reposo? ¿Está en este mundo y lo que el mundo te pueda ofrecer?
¡Cuán glorioso será el día en que ya no habrá más llanto, ni dolor, ni lágrimas! ¡Seremos liberadas plenamente del pecado que tanto nos asedia y nos impide correr bien la carrera! Pero, mientras ese día llega, Dios quiere que recordemos que solo Él puede librarnos y socorrernos en medio de nuestro dolor. Cuando oramos con fe, reconociendo que Dios sí escucha y sí responde, entonces como David podremos decir de todo corazón: «Oh, Señor, Tú [nos] has dado el deseo de [nuestro corazón], y no has negado la petición de [nuestros] labios. . .Cantaremos y alabaremos Tu poderío» (Sal. 21:1, 13 parafraseado)
Para meditar:
Te invito a reflexionar en las palabras de Agustín de Hipona:
«Nos hiciste Señor para Ti y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en Ti».
«Cuando veo Tus cielos, obra de Tus dedos, la luna y las estrellas que Tú has establecido, digo: ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, y el hijo del hombre para que lo cuides?». - Salmos 8:3-4
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