Día 108 | Salmos 17, 35, 54, 63
Aunque estén demonios mil prontos a devorarnos
No temeremos, porque Dios sabrá cómo ampararnos. . .
Estas palabras llegaron a mi mente luego de pedirle a Dios que hablara a mi corazón a través de estos salmos. Es maravilloso ver cómo el salmista tenía su confianza plenamente depositada en su Señor. ¡Cuántas riquezas hay en estos salmos! A pesar de que su vida corría peligro al ser perseguido por Saúl y sus servidores, David sabía que su vida le pertenecía a Dios, así que no dudó en clamar a Él por fortaleza, sostén y socorro.
El Salmo 17 comienza con estas palabras: «Oye, oh Señor, una causa justa; atiende a mi clamor. Presta oído a mi oración, que no es de labios engañosos». Este siervo de Dios, procuraba ser genuino y sincero delante de su Señor con sus palabras. Él no trataba de esconder su miedo y su angustia, y …
Aunque estén demonios mil prontos a devorarnos
No temeremos, porque Dios sabrá cómo ampararnos. . .
Estas palabras llegaron a mi mente luego de pedirle a Dios que hablara a mi corazón a través de estos salmos. Es maravilloso ver cómo el salmista tenía su confianza plenamente depositada en su Señor. ¡Cuántas riquezas hay en estos salmos! A pesar de que su vida corría peligro al ser perseguido por Saúl y sus servidores, David sabía que su vida le pertenecía a Dios, así que no dudó en clamar a Él por fortaleza, sostén y socorro.
El Salmo 17 comienza con estas palabras: «Oye, oh Señor, una causa justa; atiende a mi clamor. Presta oído a mi oración, que no es de labios engañosos». Este siervo de Dios, procuraba ser genuino y sincero delante de su Señor con sus palabras. Él no trataba de esconder su miedo y su angustia, y tampoco intentaba mostrarse valiente ante la aflicción; al contrario, él expresaba con plena sinceridad a Dios sobre lo que estaba sintiendo.
Cuando estás en medio de una prueba difícil y dolorosa, o cuando estás en medio de una aflicción, ¿eres sincera y honesta delante de Dios sobre cómo te sientes o te apoyas en tu propia fuerza para soportar la situación poniendo a Dios a un lado?
«Combate, oh Señor, a los que me combaten. . . despiértate y levántate para mi defensa y mi causa» (Sal. 35:2, 23). Nuestra victoria sobre las tribulaciones y aflicciones de este mundo no pueden ser ganadas por nuestro propio esfuerzo, medios o nuestra propia sabiduría. El salmista sabía exactamente adónde debía correr: «. . .a la sombra de Sus alas» (Sal. 17:8).
Refugiándose en el desierto, David huía de las personas que querían deshacerse de él (Sal. 63:9). En su angustia, él recordaba no solamente los días cuando solía ir al templo a adorar al Dios de poder y gloria, sino que también meditaba en las veces que Dios lo ayudó, lo protegió y lo sustentó en tiempos difíciles. Allí, en medio de la confusión, David creyó en las promesas de Dios. Y es allí, en medio de las circunstancias difíciles, que como lo hizo David, debemos hablarle verdad a nuestro corazón diciendo: «Pero Dios es el que me ayuda; el Señor es el que sostiene mi alma» (Sal. 54:4).
Las promesas del Señor que se cumplen en Jesús, son un ancla para el alma del creyente en medio del sufrimiento. En las pruebas, los creyentes buscamos refugio y ánimo recordando que el cumplimiento de las promesas del Señor es en Su tiempo, pero no dudamos la consumación de sus decretos (Hebreos 6:15, 18-19).
Cuando nuestros corazones son iluminados al punto de decir que la misericordia de Dios, Su amor inagotable, es mejor que la vida misma, entonces nuestras almas están saciadas de Él y pueden desear y alabar más a Dios incluso en tiempos difíciles.
¡Cuán glorioso será el día en que todo el sufrimiento, la ansiedad, el temor, y todo aquello que nos impide correr bien la carrera, será totalmente destruido y ya no habrá más llanto, dolor ni lágrimas!
Como David diremos:
«En cuanto a mí, en justicia contemplaré Tu rostro; al despertar, me saciaré cuando contemple tu semblante». -Salmos 17:15
Te invito a meditar en las letras de este hermoso himno tan conocido:
Si muestra su vigor Satán y su furor,
dañarnos no podrá, pues condenado está
por la Palabra Santa.
¡Sean Jesús y Sus promesas el ancla de nuestra vida, sin importar las circunstancias en las que nos encontremos!
Para meditar:
¿Somos intencionales en creer las verdades que Dios ha dejado en Su palabra respecto a nuestra seguridad en medio de un mundo que va en decadencia? Sea en las vigilias de la noche o a plena luz del día, para los creyentes es esencial que recordemos las formas que Dios nos ha librado de acusaciones falsas, de persecución laboral o familiar, de problemas de salud, o dificultades financieras. Así como le sucedió a David, una confianza inexplicable llenará nuestros corazones cuando recordemos las múltiples formas que el Señor ha venido a socorrernos y a protegernos (Salmos 63:7-8).
«En cuanto a mí, en justicia contemplaré Tu rostro; al despertar, me saciaré cuando contemple tu semblante». -Salmos 17:15
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