Día 104 | 1 Samuel 21-24
En la porción de hoy vemos la obsesión de Saúl por perseguir a David para matarlo. Varias cosas llamaron mi atención en la lectura.
En primer lugar, el sacerdote Ahimelec ayuda a David cuando este miente haciéndole pensar que estaba en una misión para el rey. Ahimelec le cree y le entrega a David y a sus hombres el pan consagrado, algo que estaba reservado exclusivamente para los sacerdotes.
Ahimelec también entregó a David la espada de Goliat. Esto debió haber recordado a David de su victoria sobre ese gran enemigo; lo debió haber llenado de confianza y valor. Sin embargo, vemos que cuando David llega al territorio filisteo se llena de temor ante Aquis, el rey de Gat, ¡y hasta se hace pasar por loco! David miente. David teme. David huye y se esconde entre los moabitas, ¡entre los enemigos del Señor!
¿No te parece increíble cómo olvidamos la …
En la porción de hoy vemos la obsesión de Saúl por perseguir a David para matarlo. Varias cosas llamaron mi atención en la lectura.
En primer lugar, el sacerdote Ahimelec ayuda a David cuando este miente haciéndole pensar que estaba en una misión para el rey. Ahimelec le cree y le entrega a David y a sus hombres el pan consagrado, algo que estaba reservado exclusivamente para los sacerdotes.
Ahimelec también entregó a David la espada de Goliat. Esto debió haber recordado a David de su victoria sobre ese gran enemigo; lo debió haber llenado de confianza y valor. Sin embargo, vemos que cuando David llega al territorio filisteo se llena de temor ante Aquis, el rey de Gat, ¡y hasta se hace pasar por loco! David miente. David teme. David huye y se esconde entre los moabitas, ¡entre los enemigos del Señor!
¿No te parece increíble cómo olvidamos la fidelidad y liberación pasada de Dios y sucumbimos ante el temor, recurriendo a maquinaciones para «defendernos»? Cuán incrédulas somos…¡Alabado sea Dios que no se olvida de nosotras; Él recuerda que somos polvo!
Por otro lado, podemos observar el tipo de seguidores de David. Los versículos 1 y 2 del capítulo 22 los describe como «todo el que estaba en apuros, todo el que estaba endeudado y todo el que estaba descontento»... ¡Qué gran ejército! Ninguno de ellos estaba preparado para librar las batallas. David aquí es un tipo de Cristo, quien llama a Sí mismo a los rechazados y desanimados para que sean salvos. Dios usa personas débiles e incapaces para llevar a cabo Sus propósitos.
En la lectura de hoy también podemos observar muchas diferencias entre Saúl y David que ponen en evidencia el carácter y el corazón de cada uno de estos hombres.
En primer lugar, Saúl estuvo dispuesto a matar a los sacerdotes en su loca obsesión por perseguir a David. Hace unos días leímos que deja en libertad aquellos que Dios le manda a destruir (los amalecitas), pero ahora manda a asesinar a estos hombres sin pensarlo dos veces. Saúl mandó a matar a filo de espada y no le importó que fueran sacerdotes; ni sintió culpa en hacerlo, simplemente porque esto apoyaba su causa. Por otro lado, David se adjudica la muerte de estos hombres. ¿Qué te muestra esto del corazón de David?
En segundo lugar, vemos que Saúl no consultó en ningún momento al Señor para establecer su plan de acción, prefería escuchar la voz de sus hombres, quienes lo animaban a hacer lo que estaba en su corazón. David siempre consultó al Señor su plan de acción o de ataque y el Señor le alertaba de los planes de Saúl, ayudándole a escapar.
Esta es una gran lección y ejemplo para nosotras. Aun cuando tenemos vientos en contra, Dios libra a Sus hijos y cumple Sus propósitos a través de sus vidas. Él es escudo para todos los que ponen su confianza en Él y esperan en Su salvación (Sal. 18:30).
Por otro lado, vemos a David siendo fortalecido por Jonatán. Este es el último encuentro entre estos dos amigos, y Jonatán lo anima y le recuerda las promesas de Dios, de nuevo mostrando humildad al dar preferencia a David sobre sí mismo.
Saúl va detrás de David con 3000 hombres. Entra en una cueva para hacer sus necesidades (¡me encanta que la Biblia no deja detalles fuera!), y los hombres de David lo animan a matar a Saúl, ya que estaba allí solo y vulnerable. David fue tentado a cortar la orilla de su manto, posiblemente para probar cuán cerca lo había tenido, pero aún eso lo llevó al remordimiento. Había actuado mal hacia el «ungido del Señor». David había confiado su vida a los planes y tiempos del Señor.
David sale de la cueva y le grita a Saúl para decirle lo cerca que lo había tenido y como le había perdonado la vida. «No extenderé mi mano contra mi rey, porque es el ungido del Señor» (v. 24:10).
David trata de nuevo de razonar con Saúl, asegurando que no tenía ninguna intención de matarlo o de hacerle daño. Saúl tuvo un momento de cordura y reconoció a David como futuro rey, lloró y hasta le dijo: «Eres más justo que yo, porque tú me has tratado bien, mientras que yo te he tratado con maldad» (24:17).
Saúl le hace jurar que tendrá misericordia con su descendencia (que ya era algo que David había jurado a Jonatán). Al continuar leyendo, por supuesto, nos damos cuenta de que Saúl no estaba realmente arrepentido, ya que más adelante lo veremos persiguiendo de nuevo a David.
Para meditar:
- Lee Mateo 12:1-4. ¿Qué aprendes de este texto? ¿En alguna ocasión has sido como los fariseos, aferrándote a la ley a expensas de la compasión y la misericordia?
- Recuerda: «No habrá compasión para quienes no hayan tenido compasión de otros, pero si ustedes han sido compasivos, Dios será misericordioso con ustedes cuando los juzgue» (Stg. 2:13, NTV).
- A la luz de los 400 hombres que seguían a David, lee 1 Corintios 4:9-13. ¿Cómo se asemejan estos a los que siguieron (y hoy siguen) a Cristo?
- ¿Buscas la dirección de Dios en Su Palabra y en el consejo de otros hermanos fieles antes de actuar o prefieres escuchar la voz de tu corazón engañoso?
- ¿Estás consciente de las necesidades de los demás para ofrecer una palabra de ánimo a tiempo? ¿A quién puedes alentar hoy? La ansiedad en el corazón del hombre lo deprime, pero la buena palabra lo alegra (Prov. 12:25).
- ¿Alguna vez has tenido problemas relacionales de este tipo donde otros quieren derribarte de alguna forma? ¿Cómo has respondido? ¿Qué puedes aprender del ejemplo de David?
«Juzgue el Señor entre usted y yo y que el Señor me vengue de usted, pero mi mano no será contra usted». -1 Samuel 24:12
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