Día 102 | 1 Samuel 15 - 17
Hoy seguimos viendo a Saúl obrar de acuerdo a su propia prudencia en lugar de obedecer a Dios. Continúa deslizándose poco a poco. Hoy también leemos una de las historias más conocidas de la Biblia: la historia de David y Goliat. Saúl y el pueblo de Israel continuaban su lucha contra los filisteos y estaban acobardados ante las intimidaciones de Goliat: «se acobardaron y tuvieron gran temor» (v. 17:11). Nadie se atrevía a enfrentarse a Goliat. Mientras esto ocurría, David viene a traer provisiones para sus hermanos, se apercibe de lo que ocurre y responde en fe: «...quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?» (17:26).
Algunas enseñanzas y aplicaciones de la porción de hoy:
- Dios manda a Saúl a eliminar a todos los amalecitas, a no dejar a nadie vivo: hombres, mujeres, niños y animales, pero Saúl decide que sería apropiado dejar lo …
Hoy seguimos viendo a Saúl obrar de acuerdo a su propia prudencia en lugar de obedecer a Dios. Continúa deslizándose poco a poco. Hoy también leemos una de las historias más conocidas de la Biblia: la historia de David y Goliat. Saúl y el pueblo de Israel continuaban su lucha contra los filisteos y estaban acobardados ante las intimidaciones de Goliat: «se acobardaron y tuvieron gran temor» (v. 17:11). Nadie se atrevía a enfrentarse a Goliat. Mientras esto ocurría, David viene a traer provisiones para sus hermanos, se apercibe de lo que ocurre y responde en fe: «...quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?» (17:26).
Algunas enseñanzas y aplicaciones de la porción de hoy:
- Dios manda a Saúl a eliminar a todos los amalecitas, a no dejar a nadie vivo: hombres, mujeres, niños y animales, pero Saúl decide que sería apropiado dejar lo mejor de las ovejas y vacas para sacrificarlas a Dios, así como dejar vivo al rey Agag. Dios le había dado instrucciones muy específicas con relación a este pueblo: debían «borrar de debajo del cielo» a esta nación (ver Dt. 25:17-19). Nota que Saúl obedeció a medias, con la excusa de «mejorar» el plan de Dios, pensando que sería más ventajoso. Aparentemente escuchó la voz del pueblo más que la voz de Dios; le temía más al pueblo que a Dios.
Saúl sinceramente consideró que estaba llevando a cabo la acción adecuada. Él pensó que había tomado una buena decisión… ¡dejar los mejores animales para sacrificarlos a Dios! Pero Dios no necesita que le sacrifiquemos nada… Él solo quiere nuestra obediencia, y desde Su perspectiva, la obediencia parcial equivale a desobediencia.
Dios no desea tus sacrificios y ofrendas. El salmista escribió: «Sacrificio y ofrenda de cereal no has deseado; me has abierto los oídos; holocausto y ofrenda por el pecado no has pedido. Entonces dije: aquí estoy; en el rollo del libro está escrito de mí; me deleito en hacer Tu voluntad, Dios mío; Tu ley está dentro de mi corazón» (Sal. 40:6-8).
Pídele que abra tus oídos para escuchar Su voz, y que te dé un corazón dispuesto a obedecer y hacer Su voluntad con deleite.
- Muchos juzgan a Dios cuando ven que Él manda a matar a toda una nación. Nos consideramos mejores que Dios en ese momento. Sin embargo, debemos recordar que Él es quien nos hizo… Él es soberano sobre la vida. Él es Dios.
- De nuevo leemos que el Señor había desechado a Saúl. Aún seguía reinando, pero ya su destino estaba marcado: él sería sustituido por otro rey que el Señor levantaría y que en ese momento ni siquiera se imaginaba los planes que Dios tenía con su vida.
Si eres una hija de Dios, Él tiene un plan para tu vida. Quizás te sientas «olvidada» por Él de alguna forma, pero continúa siendo fiel «apacentando ovejas». En la plenitud del tiempo perfecto de Dios, lo verás actuar.
- Dos veces el texto de hoy menciona el «arrepentimiento» de Dios en el 15:11 y 15:35. Sin embargo, Dios no es hombre para que se arrepienta (Nm. 23:19). Muchas veces la Biblia usa lenguaje antropomórfico (desde el punto de vista humano) para tratar de ilustrar la forma como Dios se «siente» hacia algo en particular. Pero a Dios nada lo toma por sorpresa ni se le escapa de las manos. Él es un Dios que planifica de antemano; es un Dios omnisciente e inmutable.
- Samuel estaba acongojado de ver cómo terminó Saúl, pero Dios lo manda en otra misión: encontrar al sucesor de Saúl que estaba apacentando ovejas, totalmente ajeno a lo que estaba ocurriendo.
El Señor escoge, y Su elección no tiene nada que ver con lo externo (apariencia, habilidades). Dios ve mucho más allá que lo que nosotras podemos percibir a simple vista. Él mira el corazón, a diferencia de nosotras. Cuando Isaí presenta a sus hijos, ni siquiera pensó en David; quizás él ya había descalificado a su hijo en su mente. Tuvo que mandarlo a buscar cuando el profeta preguntó si no había más hijos. El Señor había elegido a David, y desde ese día el Espíritu de Dios vino sobre él, pero David no fue rey hasta años más tarde. Su destino estaba determinado.
Dios es el único que conoce los corazones. Él conoce las intenciones y motivaciones del corazón. Nosotros no conocemos ni siquiera nuestros propios corazones (Jer. 17:9), ¡mucho menos los corazones de los demás! «...porque el Señor escudriña todos los corazones, y entiende todo intento de los pensamientos» (1 Crónicas 28:9).
- En la lectura de hoy, una vez más vemos la providencia de Dios en acción. Samuel había cumplido su misión con David, ¿pero cómo llegaría David a ser rey? Eso estaba en las manos de Dios.
Mientras Dios ya había elegido a David, Saúl es atormentado por un mal espíritu de parte de Jehová. (Todos los espíritus sirven a Dios y en este caso Él permitió que Saúl fuera atormentado.) Uno de los criados «casualmente» recomienda al hijo de Isaí, ya que este tocaba el arpa. David llega a casa de Saúl y lo alivia con la música. Lejos estaba David de pensar que un día sería rey.
- Nuestra fe y confianza en Dios en ocasiones provocará celos y/o burlas en otros. Lo vimos con José y sus hermanos, y de nuevo lo vemos aquí. En lugar de ser inspirados y motivados por su fe, los hermanos de David lo acusan de ser soberbio y malicioso.
- Dado que David era un jovenzuelo que solo poseía una lanza y unas pequeñas piedras, se evidencia el temor y cobardía de Saúl, quien, junto con todos sus hombres y armas, se encontraban en estado de intimidación y paralización.
Muchas veces hablamos de la fe y valentía de David y eso está bien. Pero la realidad es que nosotras somos más parecidas al pueblo de Israel, atemorizado ante los obstáculos y ante los enemigos. Sin embargo, contamos con uno mejor que David, Jesucristo, quien es nuestro Capitán y quien lucha por nosotras.
David le comunicó a Goliat que él no estaba peleando contra David o contra el pueblo de Israel, sino contra el mismo Jehová de los Ejércitos. Él no confió en sus propios recursos, fuerzas o habilidades, sino en su Dios.
Para meditar:
- ¿Alguna vez has tenido «una mejor idea» que Dios? Aunque no es realmente algo que Dios te ha pedido hacer, quizás piensas que estás haciendo «algo bueno para Él», que es algo que haces con «buena intención» creyendo que agradas a Dios. ¿Puedes pensar en algún ejemplo cercano a ti o de tu propia vida?
- Lee Romanos 9:14-24 a la luz del relato de los amalecitas. ¿Qué aprendes aquí con relación al carácter de Dios?
- Lee Hechos 1:24-25. ¿Puedes ver el principio aquí de Dios eligiendo al conocer el corazón?
- En tu propia experiencia, ¿le das importancia a las cosas externas y a las habilidades más que al corazón a la hora de hacer un juicio sobre alguien?
- ¿Alguna vez has sido objeto de crítica por tomar decisiones «riesgosas» por creer a Dios?
- «Por el Señor son ordenados los pasos del hombre, ¿Cómo puede, pues, el hombre entender su camino?» (Prov. 20:24). ¿Cómo has visto a Dios ordenar tus pasos y cumplir todos Sus propósitos en tu vida?
- ¿Has notado cómo la música y canciones de alabanza a Dios producen paz y ahuyentan los pensamientos tormentosos? Te animo a alabar al Señor cuando te sientas ansiosa, triste o deprimida.
«¿Se complace el Señor tanto en holocaustos y sacrificios como en la obediencia a la voz del Señor? Entiende, el obedecer es mejor que un sacrificio, y el prestar atención, que la grasa de los carneros». -1 Samuel 15:22
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