La verdad detrás del espejo: lo que el pecado no te deja ver

Desde hace unas semanas hemos venido hablando sobre el Manifiesto de la Mujer Verdadera, abordando diferentes puntos que son importantes que toda hija de Dios conozca. Hoy estaremos compartiendo sobre un tema que es fundamental en el caminar de fe de cualquier persona, y esa es nuestra necesidad de arrepentirnos de nuestros pecados y confiar en Cristo plenamente. ¡No te pierdas el episodio de hoy!

Aquí te compartimos algunas frases y versículos del episodio de hoy:

Cita del manifiesto:

«CREEMOS que el pecado ha separado a todo ser humano de Dios y nos ha hecho incapaces de reflejar Su imagen como fuimos creados para hacerlo. Nuestra única esperanza de restauración y salvación se encuentra en arrepentirnos de nuestros pecados y confiar en Cristo, quien vivió una vida sin pecado, murió en nuestro lugar y fue resucitado de los muertos».

Algunas maneras en las que el pecado se ha normalizado:

• Cuando nuestros padres nos dan una directriz, pero en nuestra propia sabiduría no los honramos y hacemos lo que mejor nos parece.
• Copiarse en un examen con la excusa de que tiene mucho contenido para memorizar.
• Cuando nos acercamos a alguien mayor para pedir consejo, pero en nuestro corazón tenemos el deseo egoísta de que alguien nos apoye en lo que ya hemos decidido hacer.

¿Qué es el pecado?

• El pecado no es simplemente hacer algo malo, sino todo aquello que deshonre a Dios o que vaya en contra de Sus mandatos. 
• El pecado es cualquier cosa que te aleje de Cristo y nos haga menos como Él.
• El pecado es todo aquello que nos aparta de Dios o que toma un lugar por encima de Cristo.

¿Cómo la idea de lo que es el pecado se percibe diferente en nuestra generación en comparación con las anteriores y por qué?

«A aquel, pues, que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado». —Santiago 4:17

• Todo ser humano tiene en su corazón la ley del Señor. Dios ha puesto en nosotros una conciencia con el fin de que esta nos confronte en nuestro interior para que respondamos como Dios quiere que lo hagamos. 

«¡Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo!». —Isaías 5:20

• Ese «switch» interno que el ser humano hace, y que luego se manifiesta externamente, de hacer, pensar, decir cosas y actuar de ciertas maneras que sabemos que son pecado, no nos importa porque tenemos una conciencia cauterizada a tal grado que llamamos a lo bueno malo y a lo malo bueno. 
• Nuestra esperanza es que no hay conciencia tan cauterizada, ni vida tan deplorable, ni pensamiento tan aborrecible, ni un corazón tan pecador, que Cristo y Su sacrificio no puedan transformar.
• La definición del pecado no cambia, el problema es que nuestra percepción de qué se puede clasificar como un pecado es distorsionada por las mentiras del mundo que nos creemos por nuestra propia conveniencia.

Otras áreas en las que la sociedad ha normalizado el pecado:

Inmodestia

- Excusa: la sociedad nos dice que nadie debe controlar nuestro cuerpo.

Orgullo:

- Excusa: la sociedad nos dice que el amor propio debería primar sobre todo y todos. 

Pereza: 

- Excusa: la sociedad nos dice que nuestra salud mental es más importante que cumplir con promesas o deberes. 

• La verdad absoluta que contrarresta las mentiras de la sociedad: 

- El pecado no cambia porque la santidad de Dios no cambia. 

- Todo aquello que obedece al cuerpo y sus deseos (sea lujuria, sea gula, sea comodidad, sea lo que sea) y que NO obedece a Dios, es pecaminoso, no importa si viene disfrazado de color rosa.

 ¿Cómo decidimos qué es lo correcto según la Biblia?

«…transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto». —Romanos 12:2

• El ser humano siempre busca hacer que su verdad personal prevalezca en nombre de justificar su pecado, pero eso solo muestra y prueba, una y otra vez, la veracidad de las Escrituras. 
• ¡Lee la Palabra! Come tu Biblia y hazla parte de tu diario vivir.
• Desarrolla un hábito de oración constante.
• Confiesa tus pecados.
• Fortalece relaciones que te apuntan a Cristo.
• Somos embajadoras del Reino, llamadas a predicar el evangelio con nuestra manera de conducirnos en la vida, en nuestra manera de hablar y en nuestra manera de pensar.

Para reflexionar:

• Mientras caminas fielmente practicando hábitos que fortalezcan tu fe y tu relación con Cristo, te darás cuenta de cómo Dios también fortalecerá tu discernimiento.
• Haz un hábito de pedirle al Señor que escudriñe tu corazón y que te dé ojos dispuestos a ver tu pecado.
• Mientras más el Señor abre tus ojos, más te diferenciarás del mundo.
• Mientras más eres como Cristo, más el mundo te rechazará. 
• Es imperativo para nuestro crecimiento espiritual el reconocer nuestra necesidad de un Salvador, arrepentirnos de nuestros pecados y confiar en Cristo, quien vivió una vida sin pecado, murió en nuestro lugar y fue resucitado de los muertos.

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