Yo te sostendré, día 3
Annamarie Sauter: El dolor es inevitable. Pero podemos elegir responder con resentimiento o con gratitud…
Angie Smith: Ser capaz de sentarte en ese momento y no solo reconocer el dolor, sino empujar, perseverar y decir, «no voy a vivir mi vida con resentimiento. Quiero vivir la vida como una mujer que reconoce lo que le ha sido concedido y alabar al Dios que se lo ha dado».
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hemos estado hablando esta semana acerca de un tema que no es fácil. De hecho, es muy difícil, pero es muy necesario porque el dolor y la tristeza, el sufrimiento y la pérdida, la muerte, todas estas cosas son parte de la vida en un mundo caído. Realidades que tenemos que enfrentar, y todas nosotras tendremos que enfrentarlas en ocasiones hasta el …
Annamarie Sauter: El dolor es inevitable. Pero podemos elegir responder con resentimiento o con gratitud…
Angie Smith: Ser capaz de sentarte en ese momento y no solo reconocer el dolor, sino empujar, perseverar y decir, «no voy a vivir mi vida con resentimiento. Quiero vivir la vida como una mujer que reconoce lo que le ha sido concedido y alabar al Dios que se lo ha dado».
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hemos estado hablando esta semana acerca de un tema que no es fácil. De hecho, es muy difícil, pero es muy necesario porque el dolor y la tristeza, el sufrimiento y la pérdida, la muerte, todas estas cosas son parte de la vida en un mundo caído. Realidades que tenemos que enfrentar, y todas nosotras tendremos que enfrentarlas en ocasiones hasta el día en que Cristo haga nuevas todas las cosas y seque todas las lágrimas y la tristeza, el dolor, el sufrimiento y la pérdida, y terminen para siempre. Mientras tanto tenemos que lidiar con estas cosas.
Recuerdo un pasaje en Hebreos capítulo 4, que habla a las personas que sufren. Y hablando de Cristo dice:
«Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para alcanzar misericordia» (v. 16).
Esta semana hemos estado hablando con Angie Smith. Angie es la esposa de Todd Smith, quien es el vocalista principal en el grupo de alabanza cristiano Selah. En lo personal, he sido muy ministrada a través de su música. Angie y Todd han vivido una historia difícil.
Angie, has estado con nosotros en los últimos días y has compartido de manera muy honesta tu historia, tu caminar en la fe. Compartes más en tu libro, I Will Carry You (Yo te sostendré), disponible en inglés. Y hablas de una bebé, de una niña con que el Señor te bendijo por 32 semanas de embarazo, sabiendo que no le sería posible vivir debido a sus problemas físicos.
Y seguramente los oyentes que no pudieron escuchar los dos programas anteriores querrán visitar www.avivanuestroscorazones.com, para oír toda la historia.
Pero quiero darte las gracias por compartir tan honestamente sobre los retos y a la vez el gozo de contar con la presencia de Dios durante este peregrinar. Gracias por caminar a través de él y ahora por estar dispuesta a compartir toda tu historia con nosotros.
Angie: Gracias Nancy.
Nancy: Cuando terminamos el programa de ayer, Audrey Caroline había nacido en el hospital, y vimos cómo su vida se iba esfumando mientras se encontraba rodeada de tus hijos y de miembros de tu familia, y de todo el personal médico. Tú se la entregaste de nuevo a la enfermera. Y pasaste por el funeral, y varias semanas después también viviste la pérdida del bebé de tu cuñada, agravando esto aún más el dolor y la pérdida durante todo ese tiempo.
Nos contaste también cómo experimentaste a Cristo caminando con ustedes a través de este tiempo –algo que parecería increíble de creer de no haberlo experimentado en medio de aquella realidad.
Angie: Sí, así es.
Nancy: Y sin embargo, después de los funerales, la vida siguió, la vida sigue y las vidas de las personas volverán a ser semi-normales, pero tu vida nunca va a volver a la normalidad.
Angie: Exactamente.
Nancy: ¿Qué sucede entonces?
Angie: Creo que el camino del sufrimiento, del dolor, es muy diferente para cada persona. Incluso la forma en que mi esposo y yo hemos atravesado por este dolor y la forma en que mi cuñado y su esposa, Greg y Nicole, han lidiado con su dolor, todo ha sido de forma muy diferente. Lo que sí tienen en común es que precisamente no siguen una misma trayectoria.
No hay una manera correcta o incorrecta para estar tristes, como una nota de aliento a aquellos de ustedes que han caminado a través de algo como esto. Y con el espíritu de ser verdaderamente honesta, debo decir que esta sin duda ha sido una de las temporadas más difíciles dentro de mi matrimonio.
Nancy: Permíteme interrumpirte Angie y decir que a menudo se oye hablar de matrimonios que no superan una pérdida como esta.
Angie: Sí, y lo entiendo. Entiendo que sin el Señor algo así sería…es que verdaderamente estás tan triste. En cierto sentido uno sabe que esa es la persona con quien puedes desahogarte, con quien puedes ir a descargar todas tus emociones que estás sintiendo, pero los hombres y las mujeres sufren de formas distintas.
Nancy: ¿Y cómo lució en tu matrimonio todo esto?
Angie: Bueno, para mí fue diferente que para Todd. Yo había estado sintiendo sus patadas por todas esas semanas. Ella estaba creciendo dentro de mí. Todd no pudo tener el mismo vínculo con ella.
Nancy: Así es, Todd no pudo haberse formado ese vínculo.
Angie: Exactamente, y espero que las mujeres reconozcan esto y no alberguen resentimiento hacia sus maridos porque he oído eso muchas, muchas veces.
Todd expresó su dolor de una manera muy diferente. Recuerdo que aproximadamente un año después de perder a Audrey, teníamos una vecina que estaba esperando para la misma fecha que yo; estaba embarazada también de una niña. La niña nació sana. Él había salido a recoger el correo, y vio a la niña con su padre que la estaba paseando por la acera.
Regresó a la casa y estaba llorando. Y cuando le pregunté ¿qué te pasa? ¿Qué está pasando? Él dijo: «Ella estaría caminando ahora».
Creo que, para él, el dolor le atravesó mucho más tarde. Él tuvo la oportunidad de conectar con ella cuando era una bebé, pero a medida que pasaba el tiempo, reconoció la pérdida de una manera diferente, y todavía lo siente así. Es algo que evidentemente, todavía es una parte muy importante de nuestra familia.
Nancy: Así que realmente tuvieron que darse espacio y concederse gracia para procesar todo esto de una manera diferente.
Angie: Sí, y si uno no permite que el Señor obre en estas áreas, creo que se vuelven áreas de resentimiento. Hay una frustración y uno piensa, «¿es qué tu no amas a mi hijo de la misma forma que yo lo amo?» O, «siento que estoy haciendo esto sola a veces porque tú no te dueles y no sufres de la misma forma que yo».
Sería fácil que se produjera animosidad en un matrimonio debido a esto, sin mencionar el dolor por el que tú misma estás pasando; y a veces –algunas de nosotras– tenemos la tendencia a aislarnos del resto del mundo.
Es tan fundamental mantener una vida de oración juntos, y que el Señor sea una parte de su conversación, que le permitan a Él traer sanidad y dar gracia en esas brechas que están dentro del matrimonio.
Nancy: En la medida en que tú y Todd han sido honestos al compartir toda esta historia con otros, muchos se han acercado a hablarles. Y sé que has encontrado que diferentes generaciones también se lamentan de forma diferente.
Angie: Yo me siento tan bendecida de vivir en una época en que se respetaron mis deseos de pasar ese tiempo con Audrey, en la que se respetó mi manera de lidiar con eso como yo necesitaba.
No hace mucho conocí a la esposa de un pastor y cincuenta años atrás de ese momento en que la conocí, ella había tenido un hijo del cual nunca le habían dicho que tenía problemas. Poco tiempo después de que el bebé nació, se lo llevaron de la habitación y luego volvieron y les dijeron que el bebé había fallecido.
Ella les rogó que lo trajeran de vuelta para sostenerlo y mirarlo. Ellos le dijeron que ya había muerto, y que era mejor que no lo viera (y esto lo he escuchado mucho), que necesitaba seguir adelante.
Su marido la llevó al auto, y ella me dijo: «No hablamos de esto entonces, y no hemos hablado de esto nunca jamás».
Nancy: ¿Cincuenta años?
Angie: Así es, cincuenta años. De hecho, unas semanas después de que su hijo muriera, ella recibió su certificado de defunción. Había sobrevivido aproximadamente diez horas. En ese momento los médicos y las enfermeras realmente sintieron que era la opción más humana. Ellos no querían que las madres pasaran por algo así a sabiendas de que el niño iba a morir.
Pero siento que la manera en que manejamos el dolor y cómo le hacemos frente, es tan diferente cuando no puedes dar el cierre adecuado a una situación. Cuando ella se sentó y lloró conmigo, era muy difícil para mí imaginar lo que habría sido en el caso mío no haber podido tener ese momento tan especial con ella.
No puedo decirte cuántas mujeres han llegado hasta mí, ya sea cuando estoy hablando o en los conciertos de Todd, y me dicen, «esta noche cuando hablaste de esto y Todd pidió a las mujeres que habían tenido un aborto involuntario (o una pérdida) que se pararan, sentí que era la primera vez que mi hijo había sido reconocido».
¡Y estas son mujeres que ahora están en sus setenta! Se trata de mujeres que han estado cargando con eso durante años.
Nancy: Así es Angie. Y como resultado de lo que has experimentado, puedes animar a las personas a tu alrededor al reconocer la pérdida o el dolor que ellos han experimentado.
Angie: Así es. Y siento que una de las reacciones más difíciles ocurre cuando trato con una persona que no quiere hablar del asunto.
Nancy: Aunque ellos lo saben.
Angie: Exactamente. Ellos sienten que «no hablar de eso es lo mejor para mí». Todo es con una buena intención.
Nancy: Sí, porque tienen buena intención pero a veces es simplemente que no tienen ni idea de qué decir.
Angie: Exactamente, es difícil. Hay algo que me gusta mucho del principio del libro de Job. Hay una imagen de los que vinieron y se sentaron en su dolor alrededor de él. Me gusta mucho esa frase.
Nancy: Y ellos lo hicieron durante toda una semana.
Angie: Sí, y en mi caso, hubo muchas personas que vinieron. Recuerdo que después de que el hijo de mi cuñada falleció, hubo días enteros donde pasábamos horas sentadas una frente a la otra, sin decir una palabra. Había consuelo en el hecho de que había apoyo, pero así estábamos cómodas.
La gente no se siente cómoda sentándose en el dolor. Somos humanos. Queremos arreglarlo. Queremos decir algo para que la situación pueda mejorar. No hay nada que una persona pueda decirte que pueda redimirlo en ese instante. Solo el Señor puede redimir, y es en Su tiempo.
La responsabilidad es tan pesada cuando alguien que conoces tiene una pérdida. Es nuestra buena intención ir y decirles algo que las haga sentir mejor. Pero no podemos. La única cosa que podemos hacer es ir, sentarnos allí en su dolor y dejar que ellas dirijan ese proceso.
Nancy: Así que algunas veces es solo escuchar…
Angie: Sí.
Nancy: O sea, que simplemente estar allí, presentes, es la mejor manera de ministrarles.
Angie: Así es Nancy.
Nancy: ¿Habrá algunas cosas que se puedan decir en ciertos momentos que realmente traigan consuelo? ¿Hubo cosas que te dijeron a ti Angie, que fueron particularmente significativas?
Angie: Yo diría que hablar con mujeres que habían pasado a través de una pérdida similar y estaban mucho más avanzadas que yo en ese proceso de dolor.
Hubo una mujer en particular que realmente me ministró. Ella había perdido un hijo casi de la misma edad que tu hermano y de la misma manera, en un accidente de auto. Dijo que en su funeral incluso, y muchas veces después de eso, ella solo sonreía, y sentía que era el gozo del Señor que la sobrecogía.
Ella dijo: «Llegará un momento en que te vas a reír, y pasarás por eso, no tiene que ser ahora. Puedes llorar de la manera que necesitas llorar ahora, pero quiero que sepas de alguien que ha estado allí, que hay una esperanza que te espera, y no es necesario sentirse culpable cuando la sonrisa vuelva a tu vida y cuando comienzas de nuevo a tener esos sentimientos. Es una parte natural del proceso de duelo. Eso no quita que estés pasando por un dolor y una pérdida».
Eso fue algo muy valioso para mí, porque creo que hay un sentimiento de culpa asociado con ese sentimiento de seguir hacia adelante, y hay un poco de presión para seguir adelante. Para mí fue muy consolador el saber que podía hacerlo a mi propio ritmo, pero luego supe, por una mujer que había estado allí antes que yo, en el mismo lugar, que el gozo llegaría.
Nancy: Y en medio de todo eso, tenías que ayudar a tus hijas a través de todo este proceso. Así que no era solo tu propio duelo. También se trataba de lidiar con esto en tu matrimonio, con tus hijas. ¿Cómo hablaste con ellas acerca de todo esto?
Angie: Creo que lo mejor que hicimos fue solo estar bien atentos a sus preguntas, y que nunca permitimos que sintieran que había temas que estaban fuera de los límites, sino que se sintieran cómodas. Por supuesto, modificamos algunas cosas para que fueran apropiadas para su edad, pero nunca hubo un momento en que no podían venir a nosotros con cualquier emoción que sintieran.
Hubo respuestas muy difíciles para nosotros como cristianos. Recuerdo una época en que las mecía para dormir y un día Abby se enderezó en su cama y me miró a los ojos, y me dijo, «¿por qué Dios se llevó a Audrey? ¿Por qué no la tenemos?»
Nancy: Y en realidad no tuviste tiempo para prepararte para ese tipo de preguntas.
Angie: No, no lo tuve, y por eso la miré, y le dije: «No sé».
A veces, como creyentes, no debemos tener miedo de decir: «No sé». No necesitamos saber el porqué, todo lo que necesitamos saber es quién. Así que ese tiene que ser el enfoque de esas conversaciones. No vamos a entenderlo, y hay momentos en que simplemente tenemos que decir que no sabemos.
Nancy: ¿Hubo algún momento en que empezaste a sentir que te estaba volviendo la vida, que tal vez había gozo sorprendiéndote?
Angie: Llegó así, gradualmente. Así que siento que…al pasar el tiempo, hemos sido capaces de reflexionar y procesar lo que habíamos pasado… La vida nunca volverá a ser lo mismo que era antes de eso, pero hemos llegado a un punto en que ella es una parte de nuestra vida de una forma dulce.
Pocos años después de que había fallecido, decidimos seguir adelante y tener otro hijo.
Nancy: Y sentiste temor ante esa idea me imagino…
Angie: Sí, me daba mucho miedo, especialmente cuando fuimos a donde habíamos recibido el diagnóstico de Audrey. Solo sentarnos en ese cuarto mientras esperábamos para escuchar lo que nos dijeran… Estábamos muy nerviosos. Y, por supuesto, en el fondo de la mente de Todd, creo que había esperanza de que podría ser un niño, también, para ayudar a nivelar las probabilidades un poco.
Nancy: Y no lo fue.
Angie: Nos enteramos que estábamos esperando una niña saludable y ahora le hemos dado la bienvenida a Charlotte como miembro de nuestra familia.
Nancy: Tú hablas mucho en tu libro, Yo te sostendré (I Will Carry You), de tu trayectoria con la pérdida de Audrey. Y una de las cosas en las que te enfocas, y que es de interés para mí, es la elección que todos tenemos en la vida de responder al dolor con resentimiento o con gratitud. ¿Cómo aplicaste esto en esta situación en particular?
Angie: No voy a decirte que es una cosa fácil de hacer. Creo que es muy natural que la gente sienta resentimiento. Me di cuenta que la gratitud que se produjo en esos momentos inesperados fue lo que me llenó de paz realmente.
Pienso en las historias del Antiguo Testamento que parecían tan lejanas e inalcanzables para mí cuando las leí hace años. Ahora, miro hacia atrás y pienso en algunos momentos… Específicamente, pienso en Abraham. Pienso en su caminar. Pienso en la adoración que había en su corazón en esos momentos, en ese difícil momento de no saber lo que iba a pasar con su hijo Isaac. Hubo un tiempo en ese momento de alabar a Dios.
Voy a decir, que incluso en medio de eso, en los momentos en los que no tenía deseos de alabar a Dios en lo absoluto… Sentada junto a su tumba recién cavada, sosteniendo mi Biblia, pidiéndole a Dios que me diera sabiduría... Él me llevó a los salmos, a todos los que tienen que ver con gratitud y alabanza. Ser capaz de sentarte en ese momento y no solo reconocer el dolor, sino empujar y perseverar y decir, «no voy a vivir mi vida con resentimiento. Quiero vivir la vida como una mujer que reconoce lo que le ha sido concedido y alabar al Dios que se lo ha dado».
Nancy: Amén. ¿Y cómo encontraste razones para estar agradecida? ¿Por qué cosas tú alababas al Señor?
Angie: Alababa al Señor por las cosas pequeñas. Cosas que había pasado por alto. Como creyente, esto es algo que ha dado forma a mi caminar y a mi peregrinar con Dios. Hay momentos en la vida en los que comienzas a hacer algo y sientes, cómo me gustaría no estar haciendo esto. En ese momento he encontrado un regalo increíble. En lugar de dejar que ese sentimiento permee el momento, digo: «Señor, gracias por esto. Estoy agradecida por esto». Incluso algo tonto como lavar los platos, algo que no me gusta. Ese es el momento para decir: «Gracias, Señor, porque tenemos comida para dar a nuestras hijas, y tenemos agua caliente para lavar estos platos».
Suena como algo muy simple, pero lo que pasa es que al empezar a tener esta perspectiva en esos pequeños momentos de tu vida, eventualmente toda la perspectiva cambia. Podrías volver a pasar por una situación parecida de nuevo y ahora tu respuesta inmediata es la gratitud, que originalmente tenías que luchar para poder encontrar.
Creo que es una de las cosas que realmente ha sido parte de mi relación con el Señor desde entonces.
Nancy: Amén, y una de las cosas que sale a relucir en tu libro, que narra esta historia y contiene muchas de tus entradas de tu blog y de tu diario, que escribías al mismo tiempo que caminabas a través de estos momentos, y que es muy transparente y fresco, una de las cosas que resalta es sobre todo ese anhelo de que Dios fuera glorificado.
De hecho, dices en un momento, «todo en nuestra vida es una oportunidad para dar gloria a Jesús».
¿Cómo afectó eso la forma en que procesaste todo esto y la manera como ves todo esto hoy en día?
Angie: Cuando Todd y yo decidimos sentarnos a escribir la canción, I Will Carry You, (Yo te sostendré) para Audrey, una de las líneas de la canción habla de que «hay una mayor historia que se ha escrito para la gloria de Dios». Siento que durante ese tiempo, mi reacción en cuanto a lo que estaba pasando, por más segura que me sentía con el Señor y yo sintiendo que podía traer esa carga a Él, también me dio oportunidades sencillas…
Estar en el supermercado y que alguien me preguntara cuándo daría a luz: «Bueno, mi fecha es tal o tal, pero…» Y solo compartía un poco de la historia, y entonces la persona me decía: «Bueno, ¿por qué llevar ese bebé entonces a término?» Y luego poder tener la oportunidad de compartir acerca del Señor en aquel momento, tratando de traer gloria a Aquél que me estaba sosteniendo a través de ese tiempo.
Dije muchas veces, «las personas no se sienten intimidadas por un bebé». Así que fue una manera maravillosa de compartir el evangelio, es una manera poco intimidante, y ser capaz de decir: «Déjame que te cuente sobre Él, lo que realmente está haciendo en esto, el que realmente me está dando la fortaleza para caminar este camino difícil». Las madres entienden esto. Con conocimiento del Señor o sin él, creo que en ese momento ellas entenderían qué fue lo que me ayudó a sobrepasarlo.
Así que, viendo las muchas oportunidades diarias, oportunidades que surgían todo el tiempo para dar gloria a Dios…también eso ayudó a sostenerme.
Nancy: Tu testimonio en todo ha sido que Dios es bueno y se puede confiar en Él, independientemente del guión que te toque vivir.
Angie: Así es Nancy.
Nancy: Me parece que la razón por la que has sido capaz de tener esa perspectiva, de permanecer con esta perspectiva, es debido a un panorama mayor, más grande, de que esta vida no es todo lo que hay, que hay algo que está por delante para lo cual esta vida está preparándonos.
Angie: Sí.
Nancy: Justo antes de empezar a grabar me señalaste un texto de Romanos capítulo 8 que se había vuelto muy significativo para ti durante este camino. Comparte cómo Dios trajo ese pasaje a la vida en tu propio corazón.
Angie: Sí, después de haber perdido a Audrey y posteriormente a mi sobrino Luke, estábamos alentándonos en el dolor. El lugar donde estábamos tenía una piscina. Mi cuñado y yo estábamos de pie en un extremo de la piscina, y ambos estábamos sollozando y hablando de lo difícil de todo esto que había ocurrido.
Mientras estábamos teniendo esta conversación, todos los niños más pequeños, especialmente aquellos que eran demasiado pequeños para entender lo que estaba pasando, estaban entrando, saltando a la piscina, haciendo olas, riéndose, divirtiéndose, ajenos a todo lo que había ocurrido.
Greg dijo: «Hay algo realmente especial sobre el hecho de que no están conscientes de lo que está sucediendo».
Recuerdo que volteé hacia él y le dije, «creo que si tuviéramos plena comprensión de dónde están nuestros hijos en este momento, estaríamos haciendo lo mismo que ellos; si realmente tuviéramos una comprensión de lo que es el cielo, y de dónde están ellos y dónde estaremos nosotros también».
Esta Escritura que se encuentra en Romanos 8:18, dice:
«Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada. Porque el anhelo profundo de la creación es aguardar ansiosamente la revelación de los hijos de Dios» (vv. 18-19).
Me gusta mucho ese momento, y lo he tenido en mi mente muchas veces… La imagen de esos niños saltando alrededor, y pensar, esto es exactamente donde estaríamos si entendiéramos que el Salvador nos espera, y la gloria futura que tenemos con Él.
Nancy: Así es. Alguien ha dicho que la voluntad de Dios es exactamente lo que elegiríamos si supiéramos lo que Dios sabe. Sin embargo, Dios amablemente y en Su bondad, nos ha dado un atisbo y nos ha dicho que una gloria futura nos espera, y que sea lo que sea que estemos atravesando aquí… tenemos a Cristo, tenemos un Sumo Sacerdote, un Dios que llora con nosotras, que se compadece y que comparte nuestro dolor, pero Él dice que sea lo que sea, por más lágrimas, por más oscura que pueda parecer la noche, el llanto durará toda la noche, pero el gozo viene en la mañana.
Así que Dios dice que en algún momento habrá gloria, que la oscuridad, la noche, el llanto, los sollozos, la pérdida se convertirá, en gozo eterno, en gloria eterna y en gozo sin fin.
Y tú quizás me preguntes: «¿Pero mientras tanto, qué?» Bueno, Dios tiene una promesa para eso.
Y ha venido a mi mente mientras hemos estado pensando en la historia de Angie. Ella habla de su compromiso de sostener a esta criatura, a Audrey Caroline, hasta el nacimiento. Pero piensa en la promesa de Dios en Isaías capítulo 46, donde Él dice: «Escúchenme…los que son cargados por mí desde el vientre y llevados desde la matriz. Aun hasta su vejez…»
Lo que sea que ocurra desde la matriz hasta la vejez, Dios dice, «Yo seré el mismo, y hasta las canas Yo los sostendré. Yo lo he hecho así y los seguiré llevando. Yo los sostendré y los salvaré» (vv.3-4, RVA-2015).
Así que lo que sea que estés atravesando en este momento, deja que la historia de Angie, y más importante aún, deja que las promesas de la Palabra de Dios sean un recordatorio de queDios te sostendrá. Él te llevará, Él te cargará a través de lo que sea. Debajo están los brazos eternos. Así como Angie sostuvo a esta bebé y amó a esta bebé, y aun la ama, de la misma forma, Dios te sostiene a ti.
Y entonces el recordatorio de que un día esa fe será vista y la oración se convertirá en alabanza. Todas las lágrimas serán enjugadas, y nos regocijaremos con Él.
Annamarie: Has estado escuchando una conversación titulada, Yo te sostendré, entre Angie Smith y Nancy DeMoss Wolgemuth.
De hecho, ese también es el título de una canción que Angie escribió junto a su esposo Todd. Escucha lo que dice.
Nancy:
Había fotografías que quería tomar; cosas que quería mostrarte; cantarte canciones de cuna, secar tus ojos llorosos.
¿Quién podría amarte así?
La gente dice que soy valiente, pero no lo soy.
La verdad es que estoy apenas sosteniéndome.
Hay una historia mayor escrita mucho antes que yo
Porque Él te ama así.
Te voy a sostener mientras tu corazón lata. 1
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