Yo te sostendré, día 2
Annamarie Sauter: A Angie y a su esposo les presentaron a su bebé recién nacida, sabiendo que contaba con muy poco tiempo de vida.
Angie Smith: Mi esposo diría que fue uno de los días más llenos de paz que él pudiera recordar.
Annamarie: Esta pareja comprendía que Dios estaba allí con ellos.
Angie: Su presencia era tan sobrecogedora…había una paz que nos sostenía de un modo que ninguno de nosotros había experimentado antes hasta ese momento.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hoy continuamos con la serie a la que dimos inicio ayer, titulada, Yo te sostendré.
Si te perdiste el episodio anterior, encuéntralo en nuestro sitio web, avivanuestroscorazones.com. Aquí está Nancy con la continuación.
Nancy DeMoss Wolgemuth: En el libro de Eclesiastés en el capítulo 11, en el versículo 5, leemos lo siguiente: «Así como …
Annamarie Sauter: A Angie y a su esposo les presentaron a su bebé recién nacida, sabiendo que contaba con muy poco tiempo de vida.
Angie Smith: Mi esposo diría que fue uno de los días más llenos de paz que él pudiera recordar.
Annamarie: Esta pareja comprendía que Dios estaba allí con ellos.
Angie: Su presencia era tan sobrecogedora…había una paz que nos sostenía de un modo que ninguno de nosotros había experimentado antes hasta ese momento.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hoy continuamos con la serie a la que dimos inicio ayer, titulada, Yo te sostendré.
Si te perdiste el episodio anterior, encuéntralo en nuestro sitio web, avivanuestroscorazones.com. Aquí está Nancy con la continuación.
Nancy DeMoss Wolgemuth: En el libro de Eclesiastés en el capítulo 11, en el versículo 5, leemos lo siguiente: «Así como no sabes por dónde va el viento ni cómo se forma el niño en el vientre de la madre, tampoco entiendes la obra de Dios, creador de todas las cosas» (NVI).
Esta semana estamos hablando con Angie Smith, quien ha vivido y ahora ha escrito, una historia que sé que va a tocar los corazones de muchas de nuestras oyentes. Quizás muchas se encuentran en una situación similar.
Su libro se titula: Yo te sostendré (I Will Carry You, disponible en inglés). Esta es una historia sobre la pérdida de un hijo.
Si no pudiste escuchar el programa de ayer, espero que vayas a avivanuestroscorazones.com y escuches el audio o leas la transcripción y así obtengas la historia completa. Es una historia muy conmovedora.
Angie, gracias por acompañarnos esta semana en Aviva Nuestros Corazones para compartir esta historia con nosotras.
Angie: Aprecio mucho estar aquí Nancy. Muchas gracias.
Nancy: Ayer compartiste con nosotras cómo el Señor te bendijo con tres niñas preciosas en un corto periodo de tiempo; unas gemelas primero y luego otra, Kate, un par de años después. Luego en otro par de años, estabas embarazada de nuevo y a las dieciocho semanas, un ultrasonido mostró que esta niña tenía condiciones que no eran compatibles con la vida, así te lo comunicó el doctor.
Angie: Correcto.
Nancy: Tú sabías, humanamente hablando, que si Dios no intervenía y cambiaba las cosas, esta niña no iba a sobrevivir. Pero tanto tú como tu esposo Todd, tomaron la decisión, oponiéndose a un fuerte consejo contrario, de que no iban a terminar con ese embarazo. Ustedes iban a permitir que Dios determinara el tiempo que esta niñita debía vivir.
Ustedes la llamaron Audrey Caroline, y atravesaron esas catorce semanas, tres meses, sosteniendo a esta bebé, viviendo la vida con ella e involucrándola en la vida de la familia.
Y durante esa época hablaste de cómo el Señor los sostuvo a través de algunos momentos realmente difíciles y emotivos; momentos dolorosos que enfrentaste después. Y luego llegó un punto a las treinta y dos semanas, donde fue el momento de dar a luz.
Angie: Sí. Después de hablar con los doctores de antemano, solo basándonos en el estado de Audrey, no pensábamos que ella sobreviviría el parto a menos que me hicieran una cesárea, lo cual nunca me habían hecho hasta ese momento. Mi esposo y yo decidimos que lucharíamos por su vida tanto como pudiéramos.
Ella nació. Era pelirroja, de ojos azules, tan dulce como era posible. Nos enamoramos de ella en el minuto en que la vimos. Justo después de haberla dado a luz, las enfermeras se la llevaron a otra área, para evaluarla y poder confirmar el diagnóstico.
Les habíamos dicho que si las cosas eran como creíamos, nosotros no queríamos ninguna intervención médica. No queríamos hacerle ninguna diálisis o ninguna cosa que solo prolongara lo inevitable y la hiciera pasar por más dolor.
Por unos minutos, las enfermeras la miraron y pudimos verlas secreteando entre ellas. Recuerdo que en ese momento pensé, «Señor, no es muy tarde. Estas personas pueden ver un milagro. Quizás no sea como nosotros habíamos pensado».
Poco después, vimos que bajaban sus estetoscopios y una tras otra comenzaron a retirarse de la habitación. Ellas me la trajeron, me la recostaron encima y me dijeron que estaba muy enferma. Su respiración era muy lenta, ellos querían que yo tuviera el mayor tiempo posible con ella.
Nancy: Y mientras llegaba ese día, habías estado tomando notas y publicándolas en tu blog, Trae la lluvia. Estabas muy calmada en ese momento, estabas en paz, pero hubo momentos de ansiedad, de temor, con los cuales habías luchado desde muy niña.
Angie: Sí.
Nancy: Y en tu libro describes cómo esta situación te llevó a un lugar donde tú no podías controlar tus circunstancias.
Angie: Correcto, es un lugar muy aterrador cuando gran parte de tu vida te has sentido en control.
Como dije antes, esta es la primera vez que yo sentí que estaba entregándole eso al Señor, y eso es algo aterrador. Es aterrador pensar que estás haciendo eso.
Nancy: Y yo pienso que eso es así especialmente para las madres cuando se trata de rendir, de entregar a sus hijos.
Angie: Así es.
Nancy: Es como, «si rindo mi vida al Señor completamente, ¿se llevará Él a mis hijos?
Angie: Sí.
Nancy: Tenemos oyentes en este momento, cuyos corazones están albergando temor.
Angie: Absolutamente. Una de las cosas más valiosas que siento que aprendí durante este tiempo y que pienso que moldeará el resto de mi caminar con el Señor, es que Él puede manejar mi temor. Él puede lidiar con mi incertidumbre y con mis preguntas.
Antes habíamos hablado sobre un baby shower al que había asistido, y te diré, yo estaba muy calmada durante la actividad. Luego en el camino, golpeé el volante del auto y grité. Yo sabía que Él podía sanarla si quería, y en algún momento sentí que Él simplemente me estaba diciendo, «tráemelo a mí. Yo sé que tú tienes todas estas emociones. Yo sé dónde estás. Yo entiendo cada parte de tu corazón. No te alejes de Mí. Tráemelo a Mí».
Eso es algo con lo que he lidiado incluso en los años después de haberla perdido. No necesito preocuparme de que Dios se intimide o se sienta amenazado por mis preguntas. Es algo que puedo compartir con Él.
Nancy: Y de hecho, en tu libro dices que: «Hay un lugar seguro con el Señor donde no tenemos que tener todas las respuestas».
Angie: Sí.
Nancy: Así que sentiste la libertad de hacer preguntas pero también de ceder el derecho de tener todas las respuestas.
Angie: Sí, y pienso que hay algunos puntos también… Me gusta mucho un libro de Corrie Ten Boom titulado El Refugio Secreto, que es uno de mis libros favoritos de todos los tiempos. Yo menciono esto en mi libro, pero hay un punto en el que Corrie y su padre estaban en un tren. Ellos estaban a punto de bajarse. Creo que su padre le pidió que cargara su bolso. Es muy pesado y ella lo carga.
Y ellos habían estado conversando sobre algo para lo que él pensaba que ella no estaba lista. Así que cuando ella comienza a cargar este bolso (que era muy pesado), él usa eso como una oportunidad para enseñarle algo y le dice: «Creo que esto es algo muy pesado para que lo cargues en este momento».
En eso hay un sentido de rendir el control, de rendir tu agenda y de lo que tú pensaste que podrías manejar. Hubo muchas veces en medio de la noche, durante este embarazo, en las que me acerqué llorando al Señor, y sentí que Él me decía: «Esto no es algo que debes cargar, no es algo que tienes que entender. Necesitas saber quién soy Yo, necesitas descansar en eso y entender que este peso no es para que tú lo cargues en este momento».
Nancy: Y tú escribiste en tu diario y luego publicaste un escrito extenso en tu blog la noche antes de dar a luz a Audrey. Déjame leer un segmento de él.
Yo siento que he estado en medio de una guerra espiritual a medida que voy por esta senda, y constantemente he tenido que callar al enemigo con la única Palabra que puede hacerlo. Yo pronuncio el nombre de Jesús cada vez que me voy a la cama, mientras lloro en la noche, mientras pienso en el mal que Satanás me ha tentado a creer.
Así que la batalla que realmente se llevaba a cabo, muchas veces era una batalla en tu mente. Y todas experimentamos eso. En esa época tú estabas experimentando eso intensamente. En nuestro diario vivir como mujeres, ¿acaso no experimentamos al enemigo atacando nuestras mentes y nuestras emociones con cosas que no son ciertas?
Angie: Sí. Sí.
Nancy: Y tú te diste cuenta de que la Escritura dice: «El nombre del Señor es torre fuerte; a ella corre el justo y está a salvo» Proverbios 18:10.
Angie: Fue un momento increíble ver que Él era suficiente. Esas palabras no fueron escritas en un papel para solo decir algo profundo o embellecer esa publicación. Reflejaban la profundidad de donde yo me encontraba en ese momento y de donde estoy ahora, que es, «Dios nos libre de que algo así suceda, pero sí sucederá».
Esto le ocurrirá a alguna de nuestras oyentes hoy, y yo solo oro que si eso ocurre, cuando ocurra, ellas de verdad puedan poner todo ese peso en el Señor y crean que Él es la torre fuerte.
Esto viene de alguien que ha luchado con esto toda su vida. Pero me siento confiada en decir que Él es esa torre fuerte.
Nancy: Y una de las cosas que aprecio de tu libro es que eres muy honesta con respecto a tus emociones, eres transparente y muestras tu dolor. Pero también muestras lo que significa atar tu corazón a la verdad, lo que es aconsejar tu propio corazón con la verdad.
Fue sorprendente para mí, a medida que leía el libro, mirar como la paz de Dios, la paz de Dios de verdad venía a tu auxilio. Y deseo leer un par de frases del libro que se verían muy extrañas si tú no supieras quién es el Señor.
Tú dices: «En un punto, yo no estaba enojada. Estaba fuera de lo normal, sentía una paz que no parecía posible. Si me preguntas cuál emoción me dominó durante las siguientes horas, te diría que fue «el gozo».
Luego de que Audrey naciera y la perdieras, tú escribiste una carta para ella, una carta preciosa. En esa carta tú dices: «El 7 de abril (que fue el día en que Audrey nació y murió) fue uno de los mejores días de mi vida».
Y más adelante tú explicas por qué. Pero ¿cómo puede una mujer que acaba de perder a su bebé, decir que «hay gozo», y que ese es uno de «los mejores días de su vida»? De verdad lo describes como un «día lleno de paz» para ti y para Todd. ¿Cómo es eso posible?
Angie: Suena como algo ridículo. ¿No es así?
Nancy: Bueno suena imposible.
Angie: Lo es. Para alguien que no tiene al Señor, casi suena como frívolo. De verdad, realmente suena así. Es como si yo no comprendiera lo que estaba sucediendo. Pero no era así. Nosotros estábamos completamente conscientes de lo que estaba pasando.
Estábamos tan atraídos al hecho de que… Yo diría que el Espíritu Santo estaba tan presente en el cuarto mientras la sosteníamos, y orábamos con ella y le cantábamos salmos… Soy una madre, tengo unas hijas preciosas conmigo en la tierra. Quiero reconocer que como madres, eso es lo más difícil que puedo imaginar que podamos pasar.
Sé lo extraño que suena que yo lo diga, pero el Señor verdaderamente bendijo ese momento para todos nosotros. Mi esposo diría que es uno de los días más llenos de paz que él pueda recordar. Creo que en el momento que sentimos que estábamos enfrentando una de las peores situaciones de nuestra vida, y Su Presencia era tan abrumadora, traía una paz que nos sostuvo de un modo que ninguno de nosotros habíamos experimentado antes.
Nancy: Amén, y tú tienes un video en tu blog de lo que pasó en esa habitación del hospital ese par de horas que sostuviste a Audrey. Cuéntanos…llévanos a esa habitación. ¿Cómo era? ¿Quién estaba ahí? ¿Qué estaba sucediendo?
Angie: Estábamos con nuestra familia cercana. Al principio solo estábamos Todd y yo. Después invitamos a nuestras hijas a venir a verla. Luego el cuarto comenzó a llenarse con la familia y amigos cercanos, hasta que parecíamos sardinas apretadas allí.
Nos la pasábamos de brazo en brazo. Quisiera decir que durante ese momento, la amamos el equivalente a toda una vida. Fue un tiempo tan suave. Vi a Todd darle su primer baño, a mi suegra abotonarle la pijama que le pusieron.
Esos son momentos que yo atesoro porque fueron parte de nuestra vida. Incluso el momento en el que ella pasó de nuestros brazos a los brazos del Señor, fue extremadamente pacífico. De hecho no sabemos el momento preciso en que ella falleció, su muerte fue muy suave.
Nancy: Y tú estabas ahí, sosteniendo a Audrey con tus tres niñas en el regazo.
Angie: Sí. Realmente allí estaban.
Nancy: Y ellas básicamente la acariciaban y la acariciaban. En el video puede mirarse el momento en el que tú le articulas con los labios a Todd…
Angie: «Ya se ha ido». La enfermera había venido y había tomado su pulso. Había ido en descenso pero ella vivió cerca de 2 horas y media. Fueron 2 horas y media que nos habían dicho desde el principio que no íbamos a tener.
No hubo nada alarmante en ese momento. Hubo mucha paz. Yo recuerdo que para mí era profundo que yo aún sostenía su cuerpo pero su espíritu estaba con el Señor. Las niñas no estaban asustadas. Yo les había explicado de antemano, así que ellas sabían lo que iba a estar sucediendo. Fue muy doloroso reconocer en el momento, pero al mismo tiempo, era algo hermoso, poder decir exactamente donde estaba ella, y podíamos descansar en eso.
Nancy: Y aun así, tú debías entregar su cuerpo sin vida a una enfermera. Y eso debió ser extremadamente difícil.
Angie: Fue lo más difícil, esa fue la parte más difícil durante nuestra estadía en el hospital. La sostuvimos por un buen rato después que todos se habían ido. Luego llegó un punto en el cual su cuerpo mostraba signos de que realmente ya había muerto, y sentimos que era el momento de hacerlo.
Quizás eran las 4 o 5 de la mañana. Tuve que presionar el botón en mi cama y esperar que la luz llenara la habitación mientras la enfermera venía por ella. Ese momento de levantarla y entregársela a la enfermera, y luego mirar a la enfermera irse con ella y cerrar la puerta; era todo lo que podía hacer para no gritar y presionar los botones y rogar que me la trajeran de nuevo. Yo sabía que nunca la tendría del mismo modo en esta vida.
Nancy: Angie, viendo tus ojos que se empañan con lágrimas en este momento, viene a mi mente un momento en el que mi familia estaba reunida alrededor de una cama de hospital. Luego de una semana de estar conectado artificialmente, vi a mi hermano, quien había estado en un accidente automovilístico, tomar su último aliento, el cual nosotros, humanamente hablando, sabríamos que vendría.
Y recuerdo que un hombre de Dios estaba con nuestra familia en ese momento, y nos llevó al pasaje del Antiguo Testamento, donde David, que también se llamaba como mi hermano, había perdido un hijo. Y la Palabra dice que cuando su hijo había muerto, sus amigos tenían miedo de decirle, pensando que se volvería loco, que saldría de sus cabales. Pero cuando David se dio cuenta de lo que ocurrió, la Palabra dice: «Entonces David se levantó de la tierra, y se lavó y se ungió, y cambió sus ropas; entró en la casa de Jehová, y adoró» (2 Samuel 12:20).
Han pasado muchos años ahora, pero creo que jamás olvidaré lo que nuestro amigo dijo. Él dijo, «nuestro David se ha ido. Ahora es tiempo de que nos levantemos y adoremos».
Inexplicablemente, tan imposible como parecía en ese momento, tan emocionales como estábamos en ese momento, eso fue justo lo que hicimos. Eso no regresó a David, no en esta vida. Que tú escogieras adorar, no regresó a Audrey Caroline, no en esta vida, pero tú tomaste la determinación de que adorarías y confiarías en Dios aún en medio del dolor y de la pérdida.
Angie: Eso hicimos. Uno de los recuerdos más fuertes que tengo, fue el día en que la enterramos. Fue extremadamente difícil…ese momento de ver a tu hija ser puesta en una tumba y las emociones como madre.
Un recuerdo muy especial que tengo del entierro es que mi cuñada Nicole, quien tenía como diez años de estar en el grupo Selah –la hermana de Todd– tenía un recién nacido llamado Luke a quien estaba meciendo en sus brazos. Le pedimos que cantara en el entierro, y mientras sostenía a Luke cantó: «Está quieta, alma mía».
Es un recuerdo preciado por muchas razones y también porque tristemente, el mes después de que perdimos a Audrey, ese mismo bebé, Luke, falleció de SMIS (Síndrome de Muerte Infantil Súbita). En ese momento había un peso tremendo sobre nuestra familia, que en realidad, mirando hacia atrás, ni siquiera puedo describir con palabras. En el lapso de dos meses habíamos perdido dos bebés. En realidad fue en cuestión de semanas, luego de haber pasado todo esto con Audrey, estábamos en un nuevo funeral, de nuevo estábamos pasando por lo mismo. Fue un tiempo extremadamente difícil.
Nancy: Y terriblemente triste, mucho dolor, muchas lágrimas, pero en tu libro tú hablas del tipo de tristeza que te permite ser afligida, pero «con la expectativa de la redención». Y ¿a qué te referías cuando decías esto?
Angie: Si yo pensara que este es el final, si yo pensara que esto es todo para nosotros, sería una historia muy diferente y mucho más difícil para mí. En nuestra tristeza, creo, como creyentes hay un espacio para la esperanza, para el reconocimiento de que esta vida no es nuestra vida eterna. En nuestra vida eterna, nosotros estaremos con nuestro Padre celestial, y estaremos con los hijos que hemos perdido. Así que en ese vacío que usualmente sería un hoyo sin fin de dolor sin alivio, nosotros como creyentes tenemos la esperanza de una eternidad con Jesús.
Nancy: Todos sabemos que el dolor es inevitable en este mundo caído. Para algunos ese dolor se debe a la pérdida de un hijo, como experimentó Angie, o quizás a la pérdida de alguien cercano. Otros experimentan diferentes tipos de decepción y de dolor. No hay mejor forma de experimentar sanidad y ayuda en esos momentos, que sumergirse en la presencia del Señor y enfocarse en Él, en Su verdad, en Su corazón y en Sus caminos.
Patricia: Antes de concluir este programa, quisiéramos compartir contigo los testimonios de algunas oyentes. Ellas también han experimentado pérdidas, pero a pesar de la aflicción, y en medio de ella, han fijado sus ojos en Cristo y animan a otras a hacer lo mismo. Iniciemos escuchando de una mujer que fue alentada a través de la conversación que has estado escuchando, la primera vez que salió al aire.
Mujer 1: «Mi esposo Daniel y yo, estábamos esperando a nuestro primer bebé; estábamos felices y ansiosos…pero los planes de Dios fueron otros y en la semana 7-8 perdimos nuestro bebé, su corazón simplemente dejó de latir. Fue en esa semana que mi hermana me puso un audio de una persona que perdió a su bebé ¡en la misma semana que yo! Y me sentí con tanta paz al escuchar su testimonio, que cuando vi a mi marido, le comenté que había gente que también había perdido a su bebé, pero que Dios les había permitido ser nuevamente padres.
Desde ahí decidí escuchar sus audios y los descargo. A través de nuestra pérdida, pude alimentarme de sus testimonios…le doy gracias a Dios por la vida vida de cada una de ustedes y que sus audios lleguen a más gente para traer la esperanza que viene de nuestro Dios. ¡El Señor los bendiga!
Mujer 2: Me casé a los 34 años y tuve dos pérdidas de embarazo. Yo anhelaba tener mis hijos, y esa era una petición que tenía hacía mucho tiempo ante el Señor, que me diera un esposo. Esas pérdidas me dolieron mucho. El primero dolió y el segundo dolió aún más.
Parecía que tenía un problema para concebir, no había sido el tiempo del Señor aún para que yo tuviera mis hijos. Fueron abortos espontáneos. El Señor permitió que yo tuviera esas pérdidas. Yo decía que me había casado tarde, pero esa es otra de las mentiras que aprendemos en nuestra cultura, que hay que casarse a cierta edad y decidir lo de los hijos en nuestra propia opinión.
Quedé embarazada por tercera vez y el Señor me dio una niña. He aconsejado a mi hermana en sus embarazos en cuanto a lo que dice el Señor de los hijos. Ahora tengo 39 años, ya casi 40 y de nuevo me siento en la encrucijada, me llegan esos pensamientos de los riesgos que hay después de los 40, y yo quiero tener mi segundo hijo.
He tenido algunos problemas de salud y ese segundo hijo no ha llegado. Estoy orando para que el Señor traiga a mi vida esa otra personita. Ya sea que me embarace o que pueda adoptar. Por eso que dice el Señor, que seamos madres, que criemos para la gloria de Dios, que seamos provida. Ese es un mensaje tan real, tan necesario. Tengo amigas cristianas jóvenes que quiero que aprendamos juntas.
Para mí ha sido una bendición, gracias a Aviva Nuestros Corazones.
Mujer 3: Tengo 29 años, soy casada y soy de Colombia. Hace 22 años soy creyente y llevo 8 años de matrimonio. Tengo una niña de 3 años; llevo escuchando su programa dos años, y Dios me ha permitido por medio del programa, aprender más de Él y de Su carácter. Las bendigo por eso, por dejarse usar por Dios.
Hace un tiempo tuve un bebé que estuvo aquí en la tierra exactamente 40 días y 40 noches. Su nombre fue Josué y casualmente durante mi embarazo Nancy estuvo hablando de La vida de Josué y todas las batallas que vivió y su ministerio. Fue de gran ayuda. Y también poder ver que Dios obra de maneras extraordinarias en mi dolor y sufrimiento.
He visto Su amor y pude conocer un poco más del carácter de Cristo. Les animo a seguir en esta lucha, esforzarse, y cada día ser valientes en este duro y arduo trabajo de llevar el verdadero mensaje de Cristo. Hoy puedo decir que Dios es bueno y Su fidelidad es grande…Él seguirá siendo Dios pase lo que pase en mi vida y en mi familia. Les amo en el amor de Cristo.
Mujer 4: Este mensaje llega como un oasis en el desierto. Había llegado a un punto en que la cotidianidad, debido al aislamiento por la pandemia, me estaba generando un tipo de tristeza y empecé a anidar pensamientos de pesar, insatisfacción y descontento en mi mente. Justo hoy tenía las emociones por el suelo y necesité un verdadero momento a solas con el Señor.
Luego de orar voy a mi correo en busca del programa para hoy y fue como el toque final que Dios usó para poner mis pensamientos en su lugar. Quiero contarles que al leer en una transcripción muchas veces la frase, todo está bien, de una vez recordé el día que use esa misma frase para consolar a mi amiga ginecóloga, y a mis amigas que me llamaban para dolerse conmigo por la pérdida de mi bebé de 2 meses de gestación.
Había esperado en el Señor por un milagro durante 8 años y gracias a Él durante todo ese tiempo me encontraba tranquila y llena de gratitud, pero así como llegó el regalo de mi bebé inesperadamente, también inesperadamente el Señor se lo llevó y fue un dia en que un vacío profundo llegó, pero al mismo tiempo la gracia del Señor fue más poderosa y llenó mi boca de palabras de consuelo para consolar a otros. Mis hermanas, pase lo que pase podemos decir, ¡todo está bien!
Patricia: Le damos gracias a Dios y le alabamos por Su obra en las vidas de cada una de las mujeres que escuchamos. Él está escribiendo cada una de nuestras historias y podemos confiar en que Su carácter es inmutable, y en Él tenemos un buen Padre.
Y es que a veces parece que para poder atravesar una situación difícil tenemos que entender el porqué. Pero no debemos temer decir «no sé» y no entender alguna situación. Porque más importante que el porqué, es saber quién. Mañana Angie Smith regresará para hablarnos más sobre esto en la continuación de esta serie titulada, Yo te sostendré.
Annamarie: Adornando el evangelio juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
Eternamente Exaltado, Diana Cardona, Gracia ℗ 2014 Diana Cardona.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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