Yo soy la resurrección y la vida
Annamarie Sauter: ¿Alguna vez te has preguntado qué es la vida eterna realmente?
Nancy DeMoss Wolgemuth: La vida eterna está envuelta en Jesús. Está encarnada en Jesús, en creer en Él, en una relación con Él. No hay vida física aparte de Dios quien sopló, quien respiró la vida en nosotros. Y no hay vida eterna, no hay vida espiritual aparte de Jesús, quien es la resurrección y la vida.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
A lo largo de los últimos episodios hemos estado profundizando en el significado de los «Yo soy» pronunciados por Jesús. Hoy Nancy nos invita a conocerle como «la resurrección y la vida».
Nancy: Jim Garlow es el pastor de la Iglesia Skyline en San Diego, California. Y la primavera pasada él publicó esta triste entrada en su blog:
«El martes llevé a cabo …
Annamarie Sauter: ¿Alguna vez te has preguntado qué es la vida eterna realmente?
Nancy DeMoss Wolgemuth: La vida eterna está envuelta en Jesús. Está encarnada en Jesús, en creer en Él, en una relación con Él. No hay vida física aparte de Dios quien sopló, quien respiró la vida en nosotros. Y no hay vida eterna, no hay vida espiritual aparte de Jesús, quien es la resurrección y la vida.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
A lo largo de los últimos episodios hemos estado profundizando en el significado de los «Yo soy» pronunciados por Jesús. Hoy Nancy nos invita a conocerle como «la resurrección y la vida».
Nancy: Jim Garlow es el pastor de la Iglesia Skyline en San Diego, California. Y la primavera pasada él publicó esta triste entrada en su blog:
«El martes llevé a cabo el funeral del hijo de nuestro pastor ejecutivo. El pastor Bruce y su familia están atravesando por un gran dolor… y ayer, llevé a cabo el funeral del hijo menor de nuestro pastor de jóvenes. El Pastor Todd y su familia también están en medio de un profundo dolor. Se encuentran en medio de una gran pena. Fue una semana muy cargada. Pero todos estaban agradecidos por la tumba vacía que celebramos hace solo dos semanas en la Pascua».
Ahora, en el momento en que él escribió este artículo del blog, la esposa del pastor Garlow se acercaba al final de una batalla de varios años con el cáncer. Y tres días después de ese primer post, esto fue lo que él escribió:
«Carol y yo acabamos de regresar del consultorio de su oncólogo. Por consentimiento mutuo entre Carol y su médico, el tratamiento ha sido descontinuado. El cuidado de hospicio comienza ahora… Se cree que Carol tiene aproximadamente uno o dos meses de vida en esta tierra.
Estoy escribiendo estas palabras en medio de lágrimas, y con franqueza, con un poco de incredulidad y en shock. Pero, como cité en el sermón de la Pascua hace dos semanas: Nosotros no somos como los que sufren sin esperanza, ni somos como los que esperan sin dolor. Tenemos una esperanza firme, inquebrantable. Y también tenemos un profundo dolor indescriptible.
Entre lágrimas, pastor Jim».
Bueno, y cinco días más tarde, el domingo 21 de abril, el blog del Pastor Jim decía:
«Hace cuarenta y dos años, finalizamos nuestros votos matrimoniales con las palabras: “Hasta que uno de nosotros ponga al otro en los brazos de Dios”. Acabo de hacer eso».
Sabes, desde Génesis 3, la muerte ha sido una parte inevitable de la vida. Y dudo que haya alguna de las que nos escuchan que no sepa lo que es llorar sobre la tumba de un ser querido, por un amigo muy querido. Algunas de ustedes en las últimas semanas o quizás meses han enterrado a alguien que les era muy querido, o tal vez estás enfrentando una situación actualmente en la que alguien a quien amas se encuentra en cuidados paliativos para el final de la vida. Quizás has recibido un diagnóstico terminal, y tal vez te han dado uno, dos, tres meses o quizás años de vida.
Así que quiero invitarte a abrir tu Biblia en el día de hoy en el Evangelio de Juan, en el capítulo 11, es un lugar en el que encontraremos esperanza de la Palabra de Dios. De ahí es de donde viene la esperanza, viene para todas las situaciones de la vida. Y quiero leerte un pasaje familiar en el día de hoy, y ver lo que tiene que decirnos acerca del Señor Jesús.
Ahora, en este relato vamos a unirnos a Jesús y a los discípulos aquí en Juan 11 en el pueblo de Betania. Y vamos a ver a una familia muy unida y sus amigos, que están de duelo por la pérdida de su hermano y amigo Lázaro. Ya han pasado cuatro días después de que Lázaro murió, y Jesús finalmente llega a la escena.
Quizás recuerdes que Jesús había visitado este pequeño pueblo muchas veces antes. Betania había sido para Él un refugio, un lugar de dulce amistad y compañerismo. Pero ahora, Betania se había convertido en un lugar de dolor y desesperación. De hecho, la palabra Betania es una palabra aramea que significa casa de la miseria o de la aflicción.
¿Te gustaría vivir allí en la casa de la miseria o la aflicción? Ahora, es posible que no vivas en un lugar llamado casa de la miseria o de la aflicción, pero tal vez estás viviendo en ese tipo de escenario o alguien que tú conoces está en ese tipo de escenario. Y es precisamente en este escenario y contexto oscuro donde Jesús nos revela uno de Sus nombres más hermosos.
Comenzando en el versículo 21, vemos que Marta la hermana de Lázaro, oyó decir que Jesús había llegado a la ciudad y que ella sale a Su encuentro.
«Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Aún ahora yo sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá» (vv. 21-22).
Así que aquí está Marta, la hermana del hombre que había muerto. Y ella no puede entender la forma de actuar de Jesús en ese momento. Ella no entiende lo que se trae entre manos, o por qué no estaba allí cuando su hermano murió, cuando al parecer Él podía haber estado. Ella cree que Jesús podía haber sanado a su hermano cuando estaba enfermo.
Pero ahora ella piensa que es demasiado tarde para que Él haga algo sobre su situación. No cabe en su mente –no cree que esta situación pueda ser cambiada ya en este punto. Así que ella está pensando que nunca tendrá la oportunidad de ver a su hermano otra vez en esta vida.
Pero lo que más me gusta de este versículo es que ella aún no ha perdido la confianza en Jesús, a pesar de que ella no entiende, a pesar de que Sus caminos son incomprensibles para ella, a pesar de que las cosas están realmente confusas en este momento, ella todavía cree en Jesús.
Y ella dice en el versículo 22: «Aun ahora, yo sé…» Incluso ahora que la vida se ha ido de la persona que amo, cuando su cuerpo está en la tumba y se va a podrir allí. Incluso ahora lo sé. Ella sabe que Jesús tiene una relación única e íntima con Dios. Y ella sabe que todo lo que Él le pida al Padre se lo concederá, incluso cuando no hay esperanza humana.
Y el versículo 23 dice:
«Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. Y Marta le contestó: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final» (vv. 23-24).
Así que piensa por un momento en esto. Marta ya ha revelado que ella tiene fe en el pasado, en lo que pudo haber sucedido si Jesús hubiera estado allí. Ella cree que si Jesús hubiera llegado antes de que su hermano muriera, Él podría haberlo sanado. Y ella también tiene fe en el futuro. Ella cree que Jesús va a resucitar a su hermano un día, en el tiempo, allá lejos en la distancia. Así que ella tiene fe en el pasado, fe en el futuro, pero no tiene fe para el momento presente. Ella no puede imaginar que algo así suceda y menos ahora, después que su hermano ha estado muerto desde hace ya cuatro días.
Pero piensa en esto. Ella sabe que Jesús puede levantar a su hermano de los muertos décadas o siglos en el futuro. Pero él ha estado muerto por cuatro días, y ella no cree que nada pueda cambiar en ese momento. Ella necesita fe para su situación actual. Y aquí es cuando Jesús revela otro de Sus grandes nombres, «Yo soy». Y este es el quinto de estos nombres que hemos visto en el Evangelio de Juan.
Versículo 25:
«Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, (pensando en Lázaro, que acababa de morir) vivirá,y todo el que vive (Marta, María, sus amigos, todos los que están vivos) y cree en mí, no morirá jamás» (vv. 25 -26). Así que si ya has muerto o todavía estás vivo, la clave es que creas en Jesús y eso es lo que determina tu destino eterno.
Y aquí Jesús se revela a Sí mismo como el «YO SOY», el Jehová eternamente existente del que hablamos hace unos días. Ella tenía esperanza para el futuro, ella creía en una resurrección que vendría «el último día», al final de los tiempos, pero le faltaba esperanza para el presente. Y este nombre de Jesús significa para ella que la resurrección que ella esperaba en el transcurso del camino, había llegado. La resurrección está aquí mismo, ahora mismo. Esperanza presente.
Ahora, como muchos de los otros nombres de Jesús que hemos visto, aquí también Jesús afirma ser Dios, porque solo Dios tiene poder de vida y muerte. Solo Dios puede dar vida. Toda la vida se origina en Dios. ¿Recuerdas lo que dice Génesis capítulo 2?:
«Entonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre un ser viviente» (v. 7).
Si tú tienes aliento, si tienes vida, la obtuviste de Dios. Tú puedes no creer en Dios. Y es posible que digas ser una atea, pero si estás respirando, obtuviste tu vida de Dios. Él es la fuente de toda vida.
Así que al decir, «Yo soy la resurrección y la vida», Jesús está diciendo de nuevo, Yo Soy Dios. Yo soy la fuente y el dador de la vida. Ahora, nota que Jesús no se limita a decir: «Yo levantaré a tu hermano de los muertos», que es cierto, sino que Jesús dice en cambio: «Yo soy la resurrección y la vida». No solo lo que voy a hacer, sino lo que Soy.
Y es un recordatorio de que la vida eterna está envuelta en Jesús. Está encarnada en Jesús, en creer en Él, en una relación con Él. No hay vida física aparte de Dios quien sopló, quien respiró la vida en nosotros. Y no hay vida eterna, no hay vida espiritual aparte de Jesús, quien es la resurrección y la vida.
Así que ya ves que la resurrección no es solo un evento. Es eso. Pero es más que eso, es una Persona. Yo soy la resurrección y la vida. Nuestra esperanza de la vida eterna después de la muerte no se encuentra en un concepto teológico abstracto, sino que se encuentra en una Persona. Jesús es la respuesta a la muerte.
Nosotras fuimos creadas para vivir para siempre. Y sé que tú sabes eso, pero creo que es bueno recordar estas cosas de vez en cuando y recordarnos a nosotras mismas lo que creemos y por qué lo creemos. Fuimos creadas para vivir para siempre y luego Adán y Eva pecaron. Y nosotros hemos pecado en ellos. Y ¿cuál es la paga del pecado? La paga del pecado es la muerte, la muerte física, la muerte espiritual y la muerte eterna. Ya ellos no podían comer del árbol de la vida.
La paga del pecado es muerte y Romanos capítulo 5 nos dice: «Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por un hombre, y la muerte por el pecado, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron» (v.12).
Adán y Eva pecaron, y el resultado fue la muerte. Nosotras hemos pecado, y el resultado es la muerte. La Biblia nos dice que nacemos espiritualmente muertas, separadas de Dios quien es la vida. Todos morimos físicamente, también. Así que por todos los frentes tenemos que anticipar la muerte. Y eso es lo que tenemos que esperar, la muerte física y la muerte espiritual. Y ahí es donde Jesús interviene como ¡la resurrección y la vida!
Jesús se hizo hombre, vivió una vida sin pecado, Él probó la muerte por cada hombre, nos dice Hebreos capítulo 2. Y Hechos nos dice, «y disteis muerte al Autor de la vida». (v.15). ¿Cómo quedaría esto en tu currículum? «Diste muerte al Autor de la vida», pero la muerte no lo pudo retener porque en Hechos capítulo 3 continúa diciendo: «al que Dios resucitó de entre los muertos» (v.15). Ustedes lo mataron pero Dios lo levantó de los muertos…así que Jesús murió y volvió a la vida para que nosotros tengamos vida eterna. Él nos dio la vida al tomar nuestra muerte.
Y todo este concepto de vida es un tema recurrente en el Evangelio de Juan. Cuando leas el Evangelio de Juan, haz un círculo cada vez que veas la palabra vida. La vas a encontrar unas cuarenta y tres veces. Y la frase vida eterna la verás unas dieciocho veces en el Evangelio de Juan.
Y debes recordar que el concepto de vida eterna, como las Escrituras lo entienden, no es solamente algo que sucederá en el futuro. Sino que es una cualidad de la vida que viene ahora en el presente. Nosotras entramos a la vida eterna en el momento en que venimos a la fe en Jesucristo. Y esa vida solo viene a través de Jesucristo, quien es la resurrección y la vida.
Así que ves este tema a través de todo el Evangelio de Juan.
Versículo 4 del capítulo 1:
«En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres».
«El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él» (Juan 3:36).
Y luego sigue hablando de la vida. Deja tu dedo ahí en Juan capítulo 11, y si nos estás siguiendo en la Biblia, vuelve atrás por un momento a Juan capítulo 5, donde se habla mucho de la vida. Y regresaremos a Lázaro en un momento.
Juan 5:25: «Porque así como el Padre levanta a los muertos y les da vida, asimismo el Hijo también da vida a los que Él quiere…» Versículo 24: «En verdad, en verdad os digo: el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida. En verdad, en verdad os digo que viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que oigan vivirán» (vv. 21, 24-25).
¿No crees que tal vez Marta había escuchado esas palabras antes de que Jesús llegara a Betania? Tal vez ahí fue cuando se sembró una semilla de fe en su corazón.
«Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le dio al Hijo el tener vida en sí mismo…» Versículo 28: «No os admiréis de esto, porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz, y saldrán: los que hicieron lo bueno, a resurrección de vida, y los que practicaron lo malo, a resurrección de juicio» (vv. 26, 28-29).
Ahora, podríamos decir muchas cosas sobre ese último versículo, pero solo quiero señalar que en el último día todos resucitaremos. Todos los cadáveres resucitarán. Los que han creído en Cristo y demuestran la fe al obedecerle, serán resucitados a la vida eterna. Y los que no han creído en Cristo y lo han evidenciado, al no estar dispuestos a obedecerlo, también serán resucitados. Estos todavía están en sus pecados, y pasarán a juicio eterno.
Pero solo hay dos opciones, y todo gira en torno a creer lo que Jesús dijo en Juan capítulo 11, vayamos de vuelta allí ahora. En el versículo 25 Jesús dijo:
«Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás» (vv. 25-26).
Ahora bien, no basta con escuchar a Jesús decir estas palabras, estar expuestas a esta verdad. Jesús le preguntó a Marta en el versículo 26: «¿Crees esto?» ¿Crees tú lo que he dicho? Él en realidad lo que le está diciendo es: «¿Crees en Mí? ¿Crees que Yo soy quien digo ser?» Y esta creencia no solo significa creer intelectualmente, sino que significa tener una fe personal y confianza en Jesucristo.
Y eso es algo grande, ya que en este pasaje vemos que si crees en Él o no, es un asunto de vida o muerte, la vida eterna o la muerte eterna. Así que es una pregunta que todas debemos responder cuando escuchamos lo que Jesús dice sobre la vida, sobre la muerte, sobre la fe, sobre la resurrección, acerca de Sí mismo. La pregunta es: «¿Crees esto? ¿Crees en Mí?» Bueno, en el versículo 27:
«Ella le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que viene al mundo».
Ahora, hay muchas cosas que Marta todavía no entiende, pero hay una cosa que ella cree, y es que Él es quien dijo ser. Él es el Cristo, el Hijo de Dios, el Mesías prometido. Y porque sabe que Él es quien dijo ser, ella sabe que puede creer y confiar en Sus promesas. Así que aquí, en este momento, la fe en quién es Jesús, desplaza y supera sus dudas, su confusión, su desesperación, su miedo. Es la fe en Jesús que hace la diferencia en toda su vida, en este momento en que vienen a la tumba de su hermano.
Y entonces, ¿qué hay de ti? ¿Crees que Jesús es quien dijo ser? ¿Crees que los que mueren creyendo en Jesús tienen vida eterna?
Bueno, Jesús finalmente llega a la tumba de Lázaro con Marta, y su hermana. Y recuerdas la historia, de cómo Él demuestra allí, más allá de cualquier sombra de duda que Él es –de hecho– la resurrección y la vida. Él demuestra Su deidad, Su poder. Declara Su autoridad sobre la vida y sobre la muerte mientras dice: «¡Lázaro, ven fuera!» Y Lázaro, que ha estado muerto durante cuatro días, sale de la tumba caminando.
Ahora, en cuestión de días, Jesús va a entregar Su vida en la cruz. Y la resurrección de Lázaro de entre los muertos les recuerda a estos queridos amigos –y créanme que esto regresó a sus mentes días más tarde– que la muerte no es definitiva. Este milagro de Jesús preparó el escenario para la resurrección de Jesús mismo como Él dice en Juan capítulo 10: «Yo doy mi vida para tomarla de nuevo» (v.17).
Ahora, saber que Jesús es la resurrección y la vida tiene muchas implicaciones para nuestra propia vida y para nuestra propia fe. Y quiero que me permitan mencionar algunas de ellas. En primer lugar, como hemos dicho, Jesús es la fuente de toda vida.
Él nos dio la vida física. Y Él regenera nuestros espíritus sin vida por Su Espíritu. Y Él da vida abundante y eterna a los que ponen su confianza en Él. Y para tener esta vida debemos creer en Él, poner nuestra fe en Él.
Y una pregunta que haría hoy en día es: ¿Tienes vida eterna? ¿Sabes que la tienes? ¿Has puesto tu confianza, tu fe en Jesús que es la resurrección y la vida? Si es así, entonces sabes que tienes vida eterna.
Y entonces, conocer a Jesús como la resurrección y la vida también nos libera del miedo a la muerte. Trae esperanza donde de otro modo solo habría desesperación. Esto significa que la muerte no es definitiva. La muerte ha sido vencida. Jesús es la resurrección y la vida. Podríamos decir que Él mató la muerte. Isaías 25 nos dice que: «Él destruirá la muerte para siempre» (v. 8). Eso es lo que Jesús hizo por medio de Su muerte y de Su resurrección.
En el año 1986 me senté en el funeral de mi hermano menor, David, que había muerto en un accidente automovilístico. Había estado en cuidados intensivos durante una semana y luego…se fue. Y nunca voy a olvidar algo que uno de los ministros dijo en el funeral de David. Él dijo: «Nosotros pensamos que David pasó de la tierra de los vivos a la tierra de los muertos». Pero él dijo: «El hecho es que David ha pasado de la tierra de los muertos a la tierra de los vivos». Y esa es la verdad, si tú crees que Jesús es la resurrección y la vida que nos libra del temor a la muerte.
Pero Él también nos asegura la resurrección de nuestros cuerpos. En ese último día, nuestros cuerpos serán levantados, y por suerte no serán estos mismos cuerpos, sino cuerpos glorificados. Y no sé lo que significa eso, o cómo se verán. No sé si todavía seré tan pequeña como soy ahora. Pero nuestros cuerpos serán resucitados y van a estar unidos con nuestro espíritu para vivir con Jesús para siempre. Somos parte de Su cuerpo. Él es nuestra cabeza, como veremos más adelante durante esta serie. Él nos ha redimido, no solo nuestras almas, sino también nuestros cuerpos. Cada una de nuestras partes compartirá de Su vida resucitada.
Filipenses 3 dice que: (Él) «transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en conformidad al cuerpo de su gloria» (v. 21). Ese ha sido uno de mis versículos favoritos a través de todos los tiempos. Y me encanta 1 Corintios 15 que dice: «Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad» (v. 53). El hecho de que Jesús es la resurrección y la vida nos asegura la resurrección de nuestros cuerpos y los cuerpos de las personas que amamos que han muerto en la fe de Cristo.
Y por último, conocer a Jesús como la resurrección y la vida puede infundir vida en situaciones desesperadas en donde no hay vida, situaciones en las que, humanamente hablando, no hay esperanza de vida. Y hay un gran ejemplo de esto en Ezequiel 37. No necesitas ir allí, pero permíteme leerte un párrafo. ¿Recuerdas que esta es la visión del valle lleno de huesos secos? Una imagen de muerte. Y entonces Dios le dice al profeta:
«…Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel; he aquí, ellos dicen: «Nuestros huesos se han secado, y nuestra esperanza ha perecido. Estamos completamente destruidos» (sin vida). Por tanto, profetiza, y diles: “Así dice el Señor Dios: ‘He aquí, abriré vuestros sepulcros y os haré subir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os llevaré a la tierra de Israel. Y sabréis que yo soy el Señor, cuando abra vuestros sepulcros y os haga subir de vuestros sepulcros, pueblo mío. Pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os pondré en vuestra tierra. Entonces sabréis que yo, el Señor, he hablado y lo he hecho’ —declara el Señor”» (vv.11-14).
Ahora, en su contexto inmediato esto es una promesa de que vendría un avivamiento nacional para Israel. Los huesos muertos vivirían de nuevo. Pero ese es el mismo poder, el poder del Cristo resucitado que es la resurrección y la vida, el mismo poder que puede dar vida a las estructuras sin vida hoy en día: vida a tu matrimonio, vida a tu familia, vida a tu iglesia.
Y ¿sientes a veces el deseo de decir: «Nuestros huesos se han secado. Nuestra esperanza está perdida. Estamos aislados»? Entonces necesitas la resurrección y la vida. Él puede soplar esperanza y vida en situaciones que parecen sin vida.
Jesús dijo: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?» (Juan 11:25-26). ¿Lo crees?
Oh, Señor, decimos: «Sí, sí creemos en Ti. Confiamos en Ti. Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Y lo que has dicho es verdad y Tú eres la verdad, así que te alabamos como la resurrección y la vida, el dador de la vida.
Gracias por darnos a muchas de nosotras vida eterna por medio de la fe en Jesús. Gracias por liberarnos del miedo a la muerte. Gracias por asegurarnos la resurrección de nuestros cuerpos mortales en el día final. Y gracias a Ti que tienes la gracia y el poder de infundir vida a situaciones que parecen irremediablemente muertas. Así que te contemplamos y decimos: «Sopla en nosotras, oh Espíritu de Jesús, trae la resurrección y la vida a nosotras, a nuestras iglesias, a nuestras familias en el día de hoy». Yo ruego esto en el nombre de Jesús, Amén.
Annamarie: Amén.
Nancy DeMoss Wolgemuth te ha estado mostrando lo que significa que Jesús es la resurrección y la vida. Enseñanzas como esta afirman nuestra fe en Él y nos inspiran a perseverar en la lectura de Su Palabra para conocerle más.
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Para afinar un instrumento como el piano se necesita un afinador. ¿Sabes por qué no se hace solo usando los oídos? Nancy nos lo dirá en el próximo episodio.
Creciendo en el conocimiento de Jesús juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
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