Yo soy la luz del mundo
Annamarie Sauter: Cuando tienes luz es más fácil llegar a donde vas, ¿no crees?
Nancy DeMoss Wolgemuth: La luz de Jesús revela el camino que debemos seguir. Su Palabra es lámpara a nuestros pies y lumbrera a nuestro camino. Nos guía, nos da orientación. La luz de Jesús revela los obstáculos y las trampas en el camino.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hoy Nancy continúa en la serie titulada, El gran YO SOY.
Nancy: Hemos estado viendo a Jesús, el gran YO SOY y varias de las declaraciones «Yo Soy» en el Evangelio de Juan. Y en el día de ayer vimos en Juan 6 que Jesús dijo: «Yo soy el pan de vida». Y hoy vamos a estar en Juan 8, donde Jesús dice: «Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no …
Annamarie Sauter: Cuando tienes luz es más fácil llegar a donde vas, ¿no crees?
Nancy DeMoss Wolgemuth: La luz de Jesús revela el camino que debemos seguir. Su Palabra es lámpara a nuestros pies y lumbrera a nuestro camino. Nos guía, nos da orientación. La luz de Jesús revela los obstáculos y las trampas en el camino.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hoy Nancy continúa en la serie titulada, El gran YO SOY.
Nancy: Hemos estado viendo a Jesús, el gran YO SOY y varias de las declaraciones «Yo Soy» en el Evangelio de Juan. Y en el día de ayer vimos en Juan 6 que Jesús dijo: «Yo soy el pan de vida». Y hoy vamos a estar en Juan 8, donde Jesús dice: «Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida». Esto es Juan 8:12.
Ahora, yo nunca he sido muy buena en ciencias y mi maestra de quinto grado escribió en mi libreta de calificaciones, «Nancy parece abrumada por nuestro estudio de la electricidad». Y era cierto entonces, y es verdad aun ahora. Pero traté de hacer un poco de investigación sobre la luz para este estudio, y me encontré a mí misma estando de nuevo un poco abrumada tratando de entender algunas de estas cosas. Pero aquí hay algunas de las cosas que sí entendí.
La luz es increíble. Y la damos por sentada. Nosotras no pensamos conscientemente mucho sobre la luz. ¿Sabes que la velocidad de la luz es 186.000 millas por segundo? Solo una pequeña parte de todo el espectro de luz, que se llama espectro electromagnético, solo una pequeña parte de todo ese espectro, es visible a nuestros ojos. Así que pensamos que vemos la luz, pero en realidad solo vemos un pequeño rayo de luz.
Bueno, la luz es un tema muy importante en las Escrituras, de principio a fin, y se contrasta con la oscuridad. Por ejemplo, en Génesis capítulo 1, y sé que estás familiarizada con ese pasaje, dice:
«En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba sin orden y vacía, y las tinieblas cubrían la superficie del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas. Entonces dijo Dios: Sea la luz. Y hubo luz» (vv. 1-3).
Así que este fue el primer acto creador de Dios, mientras el Espíritu de Dios se movía, Dios creó la luz. Ahora, la luz es energía pura. Y la energía de la luz ayuda a las plantas a crecer. Así que cuando Dios dijo: «Sea la luz», Dios estaba dando energía a Su creación.
Y a través de las Escrituras se utiliza la oscuridad como una metáfora de lo que es anti-Dios. Los malvados son llamados oscuridad. El pecado tiene que ver con la oscuridad. La muerte tiene que ver con la oscuridad. En la caída en Génesis capítulo 3, Adán y Eva rechazaron la luz, rechazaron la verdad de Dios. Y como resultado nuestro planeta se vio inmerso en una gran decadencia moral y en oscuridad espiritual. Y cada ser humano que ha nacido desde Adán y Eva, nosotras incluidas, ha nacido en oscuridad.
Y hablando metafóricamente, en la Escritura, la luz se utiliza para Dios, para la vida, para la salvación. Se dice que la Palabra de Dios es la luz. Su presencia se asocia con la luz. La verdad, la bondad, la santidad, la pureza, la piedad, estos son todos los conceptos de las Escrituras que están asociados con la luz.
Y la luz de la presencia de Dios es algo que a menudo se encuentra resaltado en toda la Escritura, sobre todo en el Antiguo Testamento cuando el pueblo de Dios iba detrás de la luz de Su presencia. Y recuerdas, por ejemplo, en Éxodo capítulo 13, después de que los hijos de Israel salieron de Egipto, después del éxodo, en Éxodo 13 se nos dice que:
«El Señor iba delante de ellos, de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos, a fin de que anduvieran de día y de noche» (v. 21).
Dios les dio la luz de Su presencia, la gloria, la Shekinah de Dios fue vista como una luz para guiar a Su pueblo para que las personas supieran «aquí es a donde Dios va y queremos estar donde está Dios. No queremos ir donde hay oscuridad. Queremos seguir la luz de la presencia de Dios». Ahora, recuerda que esta gloria, la Shekinah del Antiguo Testamento, es un símbolo que vamos a ver, que tiene un gran significado a medida que llegamos al Nuevo Testamento.
Ahora, déjame quedarme en el Antiguo Testamento solo un momento más. Éxodo capítulo 35, nos habla de un candelabro de oro que se encontraba en el tabernáculo. Este era el único medio de luz en el tabernáculo. No había ventanas en el tabernáculo. No había luz natural. Este candelabro que había que mantener encendido, que tenía que permanecer encendido, representaba la presencia de Dios, la gloria, la Shekinah, la luz de Dios.
Ahora, como el pecado entró en el mundo, la humanidad ha vivido en oscuridad. Y eso significa que tropezamos. No podemos ver la verdad; no podemos ver la belleza. Estamos en oscuridad. La oscuridad oculta. Hay tantas cosas que no podemos ver porque el pecado nos ha llevado a vivir en oscuridad. Pero en todo el Antiguo Testamento tenemos esta promesa de una gran luz que vendría al mundo y haría retroceder la oscuridad del mundo.
Y leemos por ejemplo en Isaías capítulo 9: «El pueblo que andaba en tinieblas ha visto gran luz; a los que habitaban en tierra de sombra de muerte, la luz ha resplandecido sobre ellos» (v. 2). Y esta es una profecía mesiánica anticipando el día en que Dios dijo: «Hágase la luz». En el principio enviaría la luz de Su presencia encarnada, en carne a esta tierra para ser una gran luz.
Ahora, los santos del Antiguo Testamento vieron esto solo tenuemente. Nosotras lo vemos con más claridad, porque miramos hacia atrás a Cristo después de haber llegado a este mundo. En Isaías 49 Dios dice en relación con el Mesías, el Siervo del Señor: «...te haré luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra» (v. 6).
Y luego en Isaías 60: «Levántate, resplandece, porque ha llegado tu luz, y la gloria del SEÑOR ha amanecido sobre ti. Porque he aquí tinieblas cubrirán la tierra, y densa oscuridad los pueblos; pero sobre ti amanecerá el SEÑOR y sobre ti aparecerá Su gloria» (vv. 1-2).
¿Te recuerda esto Juan capítulo 1 donde dice que «vimos su gloria»? Esta es la luz que vino al mundo que había sido prometida 700 años antes en Isaías capítulo 60. «Y acudirán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu amanecer» (v. 3).
Así que durante siglos del Antiguo Testamento, lo que tenemos es oscuridad. Y durante 400 años entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, tenemos silencio. Ni una palabra de parte de Dios. Ninguna nube. No hubo columna de fuego. No hay luz de Dios para iluminar el camino de Su pueblo. Y las personas caen en la desesperación, en la desesperanza. Y entonces llegamos al Nuevo Testamento, el nuevo pacto, y llegamos al Evangelio de Juan, en particular, y estalla la luz en la oscuridad.
Juan capítulo 1, versículo 4: «En Él (en Jesús) estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres». Esta es la luz por la que el pueblo de Dios había estado esperando y anhelando desde hacía cientos de años. Su vida, según Juan 1, nos da luz y Su luz nos da la vida.
Juan 1:6: «Vino al mundo un hombre, enviado por Dios: cuyo nombre era Juan. Este vino como testigo para testificar de la luz, a fin de que todos creyeran por medio de él. No era él la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz. Existía la luz verdadera, que al venir al mundo, alumbra a todo hombre» (vv. 6-9).
Ahora, quiero detenerme unos momentos aquí en el Evangelio de Juan, en el capítulo 8. Así que te invito a que vayamos allí. Aquí es donde Jesús primero se declara a Sí mismo como la luz del mundo, Juan capítulo 8, versículo 12. Pero te quiero dar un poco del contexto de este pasaje que creo que te ayudará a leer este capítulo ahora con una nueva luz, si es que puedo decirlo así.
El contexto aquí es que la fiesta de los Tabernáculos acaba de terminar. Se trataba de una fiesta anual celebrada por los judíos. Juan capítulo 7 tiene lugar durante la fiesta de los Tabernáculos. Pero ahora, este es el día después de la fiesta de los Tabernáculos.
Alfred Edersheim escribió un recurso muy útil, hace muchos años llamado La vida y los tiempos de Jesús el Mesías. Y en ese libro, que es en realidad un enorme volumen –lo he visto en dos volúmenes– él da una gran cantidad de antecedentes de la cultura de la vida y de la época de Jesús, y nos ayuda a entender algunas de las cosas que estaban sucediendo en ese período del judaísmo que probablemente no sabemos.
Y él explica que había una importante ceremonia que se había desarrollado durante la fiesta de los Tabernáculos. No estaba prescrita en el Antiguo Testamento, pero fue una que después desarrollaron los judíos del Antiguo Testamento, y se llevaba a cabo durante la fiesta de los Tabernáculos. Era una ceremonia llamada «la iluminación del templo».
Se trataba de la iluminación de cuatro enormes lámparas de oro, de aceite, que estaban en el centro de lo que se conocía como el patio o el atrio de las mujeres. Ahora bien, este no era un lugar donde solo las mujeres podían ir. Se llamaba así porque a las mujeres no se les permitía ir sino hasta el atrio de las mujeres, y no más allá.
Pero este patio, este atrio también era llamado del tesoro. Cuando se lee en la Escritura acerca de las personas que ponían sus monedas en el receptáculo en forma de trompeta, en forma de cuerno, que estaba en esta sala, el patio de las mujeres, el atrio del tesoro del templo. Y eso va a ser importante en un momento. Ya verás por qué.
Pero aquí estaban estos cuatro menorás o candelabros gigantes que se colocaban en el patio de las mujeres durante la fiesta de los Tabernáculos. Tenían setenta y cinco pies de altura. Eran enormes. Cada noche durante la fiesta de los Tabernáculos, cuatro jóvenes de las familias de los sacerdotes subían las escaleras hasta la parte superior de estos candelabros. Llenaban las copas de oro, con el aceite y encendían las lámparas. Y mientras lo hacían, la gente conmemoraba la forma en que Dios guió a Su pueblo por el desierto con la columna de fuego. Y ellos recordaban de nuevo esos días.
Así que estos cuatro candelabros enormes se encendían cada noche después de que oscurecía. Y ellos iluminaban el área del templo brillantemente y luego la luz del templo, porque estos candelabros como eran muy altos, esa luz llenaba las paredes del templo e iluminaba toda la ciudad.
Y este era un símbolo de la gloria, la Shekinah de Dios que una vez había llenado el templo. Y era un recordatorio para estos judíos de la gran luz que el Antiguo Testamento había prometido que vendría a personas que vivían y caminaban en oscuridad.
Ahora, este es el día después de la fiesta de los Tabernáculos. Las luces se han encendido por última vez para esa celebración anual. Y Jesús está de pie en el patio de las mujeres, en el atrio del tesoro. Y tú ves que en el versículo 20 de Juan 8, cerca de estos candelabros enormes que habían sido encendidos cada noche por días, Él dice:
«Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida» (Juan 8:12).
Y lo que Él está diciendo es: «Ustedes han visto estas lámparas encendidas y su luz que disipa la oscuridad del templo y de la ciudad, pero Yo Soy la luz del mundo. Sí, esta luz del templo es magnífica, pero con el tiempo se apaga. Pero el que me sigue tendrá la luz, no solo una llama anual, ocasional de luz, sino que tendrá luz para siempre».
Ahora, esta era una afirmación audaz, ¡si no fuera cierta! Jesús estaba afirmando ser el cumplimiento de las profecías mesiánicas del Antiguo Testamento. Y vemos esto tantas veces en esos nombres mientras Jesús afirma ser el cumplimiento del YO SOY de Jehová en el Antiguo Testamento. Él es el cumplimiento del maná, el pan. Y ahora Él dice: «Yo soy el cumplimiento de la luz».
Los fariseos sabían esto. Jesús estaba afirmando ser el Mesías. Él estaba afirmando ser el YO SOY, el Dios del Antiguo Testamento en carne humana, obrando en el mundo. Él estaba afirmando ser la fuente de la vida y de la luz. Él solo. «Yo soy la luz del mundo», Él estaba diciendo: no hay otra luz para este mundo. Él estaba reclamando exclusividad, la singularidad de Él mismo y del evangelio.
Y Él dice: «El que me sigue tendrá la luz». Los judíos habían seguido esa columna de nube y de fuego que los guió durante el Éxodo. Y tuvieron que recordar de nuevo cómo siguieron esa nube. Y ahora Jesús les dice: «Yo soy la luz. Síganme». Seguirle es creerle y entregarse a Él completamente.
Es seguirle con todo tu corazón. Y Jesús les dice: «Si no me siguen tendrán que caminar en oscuridad». El versículo 46 de Juan capítulo 12 dice: «Yo la luz, he venido al mundo, para que todo el que cree en mí no permanezca en tinieblas».
Ahora, ¿qué hace la luz? La luz revela. Revela lo que esconde la oscuridad. No podría verte, y no podrías verme, si no tuviéramos luz en esta habitación. Y sin luz no podemos distinguir los detalles. Sin ningún tipo de luz tropezaríamos, chocaríamos con las cosas, y saldríamos lastimadas. La luz nos permite ver las cosas que han estado allí todo el tiempo, pero a las que éramos ajenas porque estábamos en oscuridad.
Pues bien, Jesús ha venido a revelarnos a Dios. Cuando estábamos en oscuridad no podíamos ver a Dios; 2 Corintios capítulo 4 nos dice: «Pues Dios, que dijo: Que de las tinieblas resplandeciera la luz…», y ¿en dónde dijo eso? Bueno, 2 Corintios 4 continúa diciendo: «…es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios (¿dónde?) en la faz de Jesucristo» (vv.6). La luz del mundo.
La luz no se limita a mostrarnos a Dios, la luz también nos revela a nosotras mismas. Expone nuestros corazones –expone el pecado, la hipocresía, las motivaciones, las cosas de lo más recóndito de nuestros corazones, de las que no estaríamos ni siquiera conscientes si Dios no hubiese brillado en la luz de Jesús para mostrarse a nosotras. No podemos afirmar que estamos caminando en luz, si estamos viviendo en oscuridad.
La luz de Jesús revela el camino que debemos seguir. Su Palabra es lámpara a nuestros pies y lumbrera a nuestro camino. Nos guía, nos da orientación. La luz de Jesús revela los obstáculos y las trampas en el camino. Cuando tienes luz es más fácil llegar a donde vas, ¿no es eso cierto?
Yo vivo en una zona donde no hay postes de luz, no hay luces en la calle. Y cuando es de noche y oscuro, como resultado, no salgo a caminar afuera por la noche a menos que tenga una linterna, una fuente de luz, porque no es fácil caminar en oscuridad. Y es ciertamente más seguro caminar cuando tienes luz. Es por eso que tengo sensores de movimiento y luces de seguridad en mi casa, porque no quiero tropezar en la oscuridad. Quiero que los obstáculos o las dificultades y las visitas no deseadas estén en la luz. Así que la luz revela.
Pero también la luz también da energía. Sabes que como vivo en Michigan, tenemos estas nubes grises que son características de la zona, llegan en noviembre y no se van hasta la primavera. Y los inviernos de Michigan, son noches largas y días cortos. Y comienzas a sentirte lenta durante el invierno. Esperando la llegada de la primavera, cuando tendremos más energía porque hay más luz.
Hay una conexión entre la luz y la vida. Y de seguro has escuchado el término fotosíntesis, que literalmente significa luz de foto y juntar de síntesis. Sintetizado es juntado por la luz. La fotosíntesis es el proceso utilizado por las plantas para convertir la energía de la luz, principalmente la energía del sol, en energía química. Y les he dicho más de lo que sé sobre esto, pero me encanta Google. Este proceso de la fotosíntesis libera oxígeno en el aire para que podamos respirar. Suministra la energía necesaria para que toda la vida en la tierra pueda sobrevivir.
Así que la vitalidad de nuestro sistema de soporte de vida depende de las plantas y de su fotosíntesis, que sintetizan esa energía de la luz. Bueno, y hay muchas cosas que no entiendo sobre todo esto, pero yo sé que es verdad que la luz del mundo, Jesús, es nuestro sistema de soporte de vida. Él es quien nos da energía y nos da vida.
Entonces la luz revela, energiza y transforma la oscuridad. Penetra en la oscuridad. Triunfa sobre la oscuridad. Supera las tinieblas. Y laluz disipa la oscuridad. La luz es más poderosa que la oscuridad y la oscuridad no tiene poder sobre la luz. Cuando se enciende la luz, la oscuridad tiene que huir. La oscuridad no puede apagar la luz cuando la luz se ha encendido.
Ahora, desde hace siglos, las generaciones han tratado de apagar la luz de la Palabra de Dios y de Jesús, la luz del mundo. Los fariseos trataron de extinguir Su luz. Los romanos trataron de apagar la luz. Ellos trataron de suprimir la verdad y la gente todavía está tratando de hacer eso en el día de hoy. Pero no pudieron extinguir Su luz porque es una luz inextinguible –es la luz de la gloria de Dios. Y nuestra cultura tampoco puede, aunque intente lo mejor que pueda; no puede apagar la luz de Dios y de Jesús.
Nuestro mundo de hoy está en oscuridad moral y espiritual. Hay injusticia, opresión, desesperanza, desesperación, crueldad, locura moral, odio, las vidas están rotas, relaciones rotas, hogares rotos. Hay mucha oscuridad. Hay oscuridad en nuestros propios corazones, ¿no es verdad? Y no solo allí afuera, sino dentro de nosotros. Las cosas que los demás no ven ni saben que están ahí. Algunos de los pensamientos, las grietas de nuestro corazón, sabemos que hay oscuridad.
Pero la vida ha venido al mundo. Y su nombre es Jesús. Y Él vive en nosotras, y por eso pudo decir: «Vosotros sois (ahora) la luz del mundo…deja que tu luz (¿qué es esa luz? Es Jesús. (Deja que) Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mateo 5:14-16).
Y leemos en Apocalipsis capítulo 1, de este candelabro que Juan vio en su visión. Y ¿qué representa ese candelabro? Es la iglesia, la iglesia para que sea luz en la oscuridad. Y Pablo dice en Filipenses capítulo 2 que hemos de ser «hijos de Dios sin tacha en medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo, sosteniendo firmemente la palabra de vida» (vv. 14-16) .
Dios nos ha llamado, no solo a sobrevivir en este mundo, sino a ser la luz que hace retroceder las tinieblas, en tu matrimonio, en tu hogar, en tu comunidad, donde quiera que vivas y cuando vayas al supermercado, y en el banco, en tu lugar de trabajo, Dios quiere hacer brillar la luz de Jesús a través de nosotras, para que la oscuridad retroceda.
- Jesús es la luz del mundo
- Él es la «estrella que saldrá de Jacob» de la que leemos en Números 24
- Él es el sol de justicia, resucitado con sanidad en sus alas en Malaquías 4
- Él es aquel que Juan vio en Apocalipsis 1 cuyo rostro era como el sol cuando brilla con toda su fuerza
- Él es el lucero resplandeciente de la mañana que leemos en Apocalipsis 22
- Y Él es el amanecer o la aurora (dependiendo de tu traducción) que nos visitó desde lo alto para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte
Esa salida del sol, esa aurora que nos visitó cuando vino a esta tierra, penetró la oscuridad. Y un día Él regresará. Y habrá un último gran amanecer. Y entonces ya no habrá más amaneceres. Y leemos en Apocalipsis 21 acerca de la nueva Jerusalén. Esta ciudad «no tiene necesidad de sol ni de luna que la iluminen, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lámpara (el Cordero, la luz del mundo) y las puertas (de esta ciudad) nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche» (vv. 21-23).
¿Puedes imaginarte esto? No más oscuridad. No más noches. No más luz artificial. No más nubes grises. Solo una luz gloriosa y eterna, brillante, la luz del mundo. Y Su nombre es Jesús. Y mientras tanto, mientras caminamos en este mundo de tinieblas, Él vive en nosotras. Y Él quiere brillar a través de nosotras para dar a este mundo una idea de quién es Dios. Él quiere que caminemos por esa luz, que caminemos en la luz. Ya no caminamos en oscuridad, caminamos en luz. Dios quiere que a través de nosotras brille la luz de Jesús en este mundo.
Te adoramos, Señor Jesús, luz del mundo, el Cordero que es lámpara. Y hoy te vemos Señor con más claridad porque hemos estado en Tu Palabra. Tu luz ha resplandecido en nuestros corazones. Pero oh Señor, cómo anhelamos ese día en que no habrá más oscuridad ni más noche, solo Tu luz gloriosa, eterna, hermosa. Y mientras esperamos ese día Señor, te adoramos. Y decimos por fe, «ven pronto Señor Jesús». Y todo el pueblo de Dios dice: «Amén».
Annamarie: Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha recordado que Dios no nos ha llamado simplemente a sobrevivir en este mundo, sino a ser reflejo de la luz de Cristo. Y para vivir de esa manera no hay nada más importante que conocerle. ¿Estás tú creciendo en el conocimiento de Dios y de Su Palabra?
Para ayudarte a hacer esto desarrollamos el Reto Mujer Verdadera 365. Los recursos que lo acompañan están a tu disposición en nuestro sitio web, avivanuestroscorazones.com. Asegúrate de visitarnos y hacer uso de estos para acompañarte en tu lectura diaria de las Escrituras. Y mañana, veamos a todo color la afirmación de Jesús, «Yo soy el buen Pastor».
Creciendo en el conocimiento de Jesús juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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