Viviendo como una embajadora
Alejandra Slemin: Señor, bendecimos Tu nombre. Venimos delante de Ti y te alabamos y te damos gracias por lo bueno que eres, por la fidelidad que has tenido para con Tu pueblo de generación en generación. No las merecemos; pero Tu bondad y misericordia son constantes en nuestras vidas.
Te bendecimos, Señor. Te bendecimos porque Tú eres el que ha perdonado todas nuestras iniquidades. Tú eres quien ha redimido nuestras vidas de la destrucción. Tú eres el que es justo, misericordioso y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia. Gracias porque nos has dado la oportunidad a través de Jesucristo de tener acceso, de comunicarnos contigo. Te alabamos por Tu fidelidad, por Tu amor, por Tus misericordias que son nuevas cada mañana.
Hoy, Señor, queremos traer delante de Ti este mundo, las diferentes naciones. Queremos traer delante de Ti las diferentes necesidades que actualmente ocupan nuestras mentes y …
Alejandra Slemin: Señor, bendecimos Tu nombre. Venimos delante de Ti y te alabamos y te damos gracias por lo bueno que eres, por la fidelidad que has tenido para con Tu pueblo de generación en generación. No las merecemos; pero Tu bondad y misericordia son constantes en nuestras vidas.
Te bendecimos, Señor. Te bendecimos porque Tú eres el que ha perdonado todas nuestras iniquidades. Tú eres quien ha redimido nuestras vidas de la destrucción. Tú eres el que es justo, misericordioso y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia. Gracias porque nos has dado la oportunidad a través de Jesucristo de tener acceso, de comunicarnos contigo. Te alabamos por Tu fidelidad, por Tu amor, por Tus misericordias que son nuevas cada mañana.
Hoy, Señor, queremos traer delante de Ti este mundo, las diferentes naciones. Queremos traer delante de Ti las diferentes necesidades que actualmente ocupan nuestras mentes y nuestros corazones. Solo quiero pedirte, Señor, que tengas misericordia de nosotras. Ayúdanos a ver cuán poderoso y cuán fiel eres Tú.
No importan las circunstancias a las que nos enfrentemos hoy, podemos decir: «Dios es fiel, Dios es bueno». Gracias, Señor. En el nombre de Jesús, amén.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de Quebrantamiento: El corazón avivado por Dios, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 30 de enero de 2023
Me pregunto, ¿cómo sería si todos los vecindarios alrededor del mundo tuvieran hogares que funcionaran como una embajada del Rey del cielo? Aquí está Barbara Rainey con nosotras.
Barbara Rainey: Si vivimos intencionalmente como Sus embajadoras escogidas –que es lo que Él nos dice que somos– ¡eso hará una gran diferencia en este mundo!
Débora: ¿Sabías que tu hogar puede ser una embajada? Barbara Rainey se une hoy a Nancy DeMoss Wolgemuth para explicárnoslo.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hoy tenemos a una invitada que es conocida para nuestra audiencia en Aviva Nuestros Corazones, mi amiga desde hace mucho tiempo: Barbara Rainey, bienvenida de nuevo a Aviva Nuestros Corazones.
Bárbara: Gracias, Nancy, ¡encantada de estar aquí!
Nancy: Siempre me encanta cuando tengo la oportunidad de estar aquí contigo, para conversar, para escuchar lo que piensas, cuáles son tus anhelos, y de lo que estás hablando, porque siempre es interesante y sé que son cosas importantes para nuestras oyentes.
Me encanta cuando venimos al estudio y hablamos sobre estas grandes ideas que ayudan a las madres, a las abuelas, a las mujeres a vivir nuestra fe de una manera que sea de ejemplo para aquellas que están a nuestro alrededor. Hace un tiempo tuviste una gran idea para este programa, cuando tú y Dennis…
Bueno, para aquellas que no lo saben, Barbara y Dennis Rainey son los co-fundadores de «Family Life» o Vida en Familia, que prácticamente fue el ministerio que dio inicio a Aviva Nuestros Corazones. Ustedes, se pudiera decir, «dieron a luz» a Aviva Nuestros Corazones. ¡Siempre les estaremos agradecidos por eso!
Un día, cuando tú y Dennis nos visitaron a Robert y a mí en nuestro hogar, nos trajeron un regalo. Es una placa. La estoy mirando ahora mismo. Dice: «Bienvenidos a la Embajada del Rey». Tiene una corona, y en la corona hay una cruz.
Nos explicaron el concepto de que nuestros hogares son una embajada de Cristo el Rey. Me pareció muy interesante, y les pregunté si podrían venir al estudio y hablar sobre cómo hacer de nuestros hogares una embajada que represente a Cristo. Así que háblanos un poco de cómo surgió esta idea en tu corazón.
Bárbara: Alguien me envió un enlace a un video corto (ahora no recuerdo cómo sucedió todo). Recuerdo tomar mi computadora y hacer click en este pequeño video. El video trata de una señora llamada Ludmilla. Ella es europea y vive al este de Europa, tiene alrededor de ochenta años de edad.
Hay algo muy tierno en las personas de esa edad. Ella llevaba puesto un vestido, y en el video se veía saliendo de su casa para ir al mercado.
Nancy: Y ella es viuda, ¿cierto?
Bárbara: Sí, ella es viuda. En un momento del video se ve la foto de su esposo colgada en la pared. Pero la vemos a ella yendo al mercado y comprando algunas cosas, guardándolas en su pequeña canasta y luego vuelve a su apartamento. Sube las escaleras y se dirige hacia la puerta de su hogar.
El video muestra que al lado de la puerta, hay una placa de bronce en la pared que dice: «Embajada del Reino del Cielo». La historia continúa mostrando cómo Ludmilla entra a su apartamento, y pocos minutos después le da la bienvenida a una mujer que tenía su corazón muy quebrantado por algo. La mujer tenía una necesidad.
Nancy: Pasó por allí.
Bárbara: Pasó por allí, porque todos (creo) en esa pequeña ciudad sabían que podían ir y hablar con Ludmilla acerca de cualquier cosa, y orar con ella. Entonces, el video muestra a estas dos mujeres sentadas en la cocina tomando una taza de té.
Ludmilla la anima y la escucha, y luego oran juntas. Después la mujer se va, y se muestra de nuevo la placa junto a la puerta.
Nancy: «Embajada del Reino de los Cielos».
Bárbara: «Embajada del Reino de los Cielos».
Nancy: ¡Y es una placa muy distinguida para tener al lado de tu puerta! Suena como un lugar muy importante.
Bárbara: Así es. Me gustaría saber más de su historia. Por ejemplo: ¿Por qué ella decidió hacer eso? ¿Ha estado allí por años y años? ¿Siempre fue así cuando su esposo estaba vivo? No conozco esas partes de la historia.
Pero sí sé que ella dijo: «Dios quiere que mi hogar sea Su embajada. Él quiere que yo sea Su embajadora, y quiero darle la bienvenida a cualquiera que quiera venir y aprender acerca del Rey del cielo. Quiero que sientan paz y calidez, y que se sientan bienvenidos cuando entren por mi puerta».
Cuando terminé de verlo, me llegó al corazón. Pensé: ¡Quiero que mi casa sea así! Quiero una placa en mi puerta que diga «Embajada del Rey». Yo también quiero que las personas sientan esa clase de paz, de calidez y de bienvenida cuando entren a mi casa.
Nancy: Así que, en cada embajada en Washington D.C., el embajador y su personal representan al país del que proceden ante los Estados Unidos de América. Tenemos embajadores que van a otros países, viven en una embajada y representan a los Estados Unidos en esos países.
Así que de ahí es de donde aparentemente sacó este concepto: Mi hogar es un refugio, y eso significa que esta tierra no es mi hogar definitivo. Somos peregrinos y extranjeros aquí, lo dicen las Escrituras. Pero también, ¡representamos a Alguien más que a nosotras mismas, dondequiera que vivamos!
Bárbara: Sí, así es. Y lo que más me encantó de su historia fue… Todas conocemos el versículo (o la mayoría de nosotras) en 2 a los Corintios 5:20: «Por tanto, somos embajadores de Cristo…» Así que entendemos en cierto nivel, que estamos llamadas a ser embajadoras, y eso significa que representamos a Jesús dondequiera que vayamos.
Pero no creo que muchas de nosotras, por lo menos yo no lo he hecho, llevemos esto a otro nivel, y pensemos que si somos embajadoras, eso significa que el lugar en el que vivimos es Su embajada. Y eso fue lo que hizo esta señora de Europa Oriental.
Ella llevó ese llamado al siguiente nivel. Declaró su hogar como una embajada del Rey. Mandó a hacer una placa, y la puso en su puerta: «Esta es la embajada del Rey del Cielo». Me encanta esa idea, y por eso hicimos esta placa que te regalamos a ti y a Robert.
Creo que como creyentes, tener algo visual como esto en nuestros hogares, o en la puerta principal, nos ayuda a recordar lo que Dios nos ha llamado a hacer. Él nos ha salvado, Él nos ha redimido, somos Suyas. Él nos ha puesto aquí para alcanzar a otros, para que seamos Sus embajadoras y alcancemos a otros que no lo conocen.
Esto es algo que los embajadores hacen en otros países. Así que el embajador de Estados Unidos, en Italia por ejemplo, representa a los Estados Unidos ante el gobierno italiano. Pero la embajada también les da refugio a las personas.
Así que, si alguien quiere escapar de la persecución, en algún país, va a la embajada y busca refugio. Bueno, esta es una ilustración perfecta de lo que Jesús quiere que nosotras hagamos. Él quiere que como Sus embajadoras, seamos un lugar de refugio para aquellos que no conocen a Jesús, para aquellos con necesidades que solo Él puede satisfacer. Así que es una ilustración.
Entender el concepto de la embajada, entender lo que los embajadores hacen en este planeta, nos ayuda a entender, como creyentes en Cristo, lo que Dios quiere que hagamos como Sus embajadoras en esta tierra.
Nancy: Escribiste un corto libro que habla sobre este concepto, y se titula: Tu Hogar, Su embajada, (disponible solo en inglés). Y en el libro mencionas al Pastor Tim Keller, quien dice que básicamente hay tres tipos de personas en esta tierra. ¿Podrías explicarnos lo que esto significa?
Bárbara: Claro que sí. Él habló en un sermón acerca de estos tres tipos de personas, así como lo acabas de mencionar: Uno es un turista, otro es un inmigrante y el tercero es un embajador.
El primero es un turista y todas podemos entender eso. Casi todas hemos viajado; aunque solo hayas ido a un parque nacional. Estás allí, tomas fotos, ves paisajes que son diferentes al lugar donde vives. Y en especial los turistas internacionales compran muchos recuerdos, y visitan lugares que nunca podrían ver en su país. Pero luego regresas a tu casa. Era solo un viaje, era solo una visita.
Un inmigrante, sin embargo, va a otro país para vivir y establecerse de manera permanente en ese lugar. Seguramente ha dejado su país, su país natal, porque no tenía oportunidades de trabajo, o tal vez lo ha dejado debido a la persecución.
Este va a otro país. Va a un lugar que es mejor. Se establece allí, y así como él, muchos estudian y se vuelven ciudadanos de ese país.
Nancy: Aprenden el idioma, aprenden las costumbres, la cultura. Y con el tiempo es de esperarse que se adapten a esa cultura.
Bárbara: Correcto. Ellos se sumergen completamente en esa cultura y en ese país.
Un embajador, sin embargo, es diferente. Un embajador puede vivir en un país pero no ser parte de él.
Entonces, así como dijimos hace un minuto, Estados Unidos tiene embajadas en muchos países alrededor del mundo. El embajador y su personal viven en ese país. Ellos aprenden el idioma para poder comunicarse con las personas. Representan bien a los Estados Unidos; pero no se establecen ni llegan a ser parte de ese país. Están representando a su propio país.
Es una gran ilustración de lo que Dios nos ha llamado a hacer. Él quiere que aprendamos el idioma. Él quiere que conozcamos las costumbres del país donde Él nos ha puesto. Él quiere que estemos ahí y conozcamos su gente; pero Él no quiere que echemos raíces ahí ni que nos sumerjamos en esa cultura porque pertenecemos a otro lugar.
Nancy: Pienso que muchas de nosotras como cristianas, nos convertimos, por así decirlo, en «turistas» o «inmigrantes» en cuanto a nuestro rol aquí en la tierra. Como turistas: nos aislamos del mundo en que vivimos, o, como inmigrantes: nos integramos al mundo y vivimos conforme al mundo que nos rodea.
Pero estamos llamadas a ser embajadoras –no a aislarnos ni a adaptarnos– sino a ser diferentes y representar al Rey del cielo, Su reino y Su gobierno aquí en esta tierra. Este es el rol de una embajadora.
Bárbara: ¡Exactamente! pienso que es un buen recordatorio para nosotras, porque olvidamos lo que Dios nos ha llamado a hacer, y esto es ser Sus representantes. Lo olvidamos, y pensamos que somos nuestras propias representantes, y tenemos nuestra propia agenda, o queremos hacer lo que nos haga felices.
Pero Dios no nos salvó para que vivamos una vida feliz como queramos. Él nos salvó para que vivamos por Él, para pertenecerle a Él, para representarlo a Él. Creo que fue C.S. Lewis quien dijo que somos como «pequeños Cristos». Todos debemos ser como Jesús.
Somos Sus representantes, de modo que las personas que no lo conocen, puedan mirarnos y decir: «¡Hay algo diferente en esa persona. No sé qué es; pero quiero conocer a esa persona para poder descubrir lo que tiene de diferente!»
Debemos ser diferentes a las personas que no conocen a Jesús, para que puedan ver que hay algo diferente en nosotras y quieran conocerlo a Él. Eso es lo que significa ser una embajadora.
Nancy: El apóstol Pablo habla de que, dondequiera que vayamos, estamos esparciendo la fragancia del conocimiento de Cristo (ver 2 Corintios 2: 14-15). Pienso que algunas veces tendemos a separar, a categorizar nuestra fe cristiana. Eso es lo que hacemos cuando estamos en la iglesia, o en un grupo pequeño, o cuando estamos con otros cristianos.
Y también está nuestra vida laboral, nuestra vida recreativa, el tiempo que pasamos en el gimnasio, el tiempo que pasamos estudiando. Y mantenemos estas categorías separadas de nuestra fe. Pero un embajador en un país extranjero siempre es un embajador, él siempre está haciendo su trabajo.
Las personas lo observan, y piensan en el país que representa. La manera como se comporta, la manera en que habla –si tiene mal carácter, si es imprudente, si es deshonesto, desconsiderado o corrupto– eso refleja su país natal. Él siempre, siempre está representando su país natal. Y Pablo nos dice que eso es lo que debe ser cierto de nosotras como embajadoras de Cristo.
Bárbara: ¡Exactamente! Y pienso que es un mensaje que la iglesia necesita. Pienso que las familias también lo necesitan; porque creo que es muy fácil, como lo mencionamos antes, que nos adaptemos. Entonces, cuando nuestros hijos van a la escuela, ¿les hablamos del hecho de que ellos también son embajadores si conocen a Jesús?
Cuando van al colegio, ¿piensan en los otros niños que conocen? ¿Piensan en sus propias necesidades? ¿Son conscientes de situaciones en las que Dios los puede usar? ¿Alguna vez han pensado en orar con un amigo en el recreo? ¿Entienden ellos cómo perdonar a sus amigos en el colegio?
Y pienso que, si somos capaces de hacer este cambio en nuestras mentes, y enseñarles a nuestros hijos que son embajadores (y por supuesto, debemos recordar que las mujeres adultas también lo somos, y que debemos darles buen ejemplo a nuestros hijos), así es como haremos la diferencia en este mundo, si vivimos intencionalmente como Sus embajadoras escogidas, que es lo que Él nos dice que somos.
Nancy:Y se trata de una forma de pensar –tanto para los adultos como para los niños. Todas las madres saben lo que se siente cuando un hijo/a de doce años llega del colegio llorando porque no se siente aceptado– alguien lo rechazó, alguien no lo trató bien.
Como madres cristianas, ustedes quieren entrenar a sus hijos –no para que se adapten a esta cultura, sino que quieren ayudarlos a que entiendan que, como hijos de Dios, ¡Realmente son diferentes! Este mundo no es su hogar, no encajan en él.
Entonces ¿cómo pueden ellos entrar en ese ambiente escolar, o en ese ambiente laboral cuando sean mayores, y estar comprometidos y abiertos a compartir acerca de Cristo, en lugar de adaptarse a la cultura o amoldarse a ella? ¡Es un reto!
Bárbara: Sí, es un reto. Pero pienso que si los padres empiezan a entender esto cuando sus hijos están más pequeños, eso hará que el proceso sea más fácil. Ahora, esto no significa que será algo libre de estrés o de problemas. Pero realmente creo que es una protección para nuestros hijos, el hecho de que empiecen a entender: «No pertenezco aquí. No pasa nada si no soy la más popular. Está bien si no estoy en el equipo, si no fui elegida. Este no es mi hogar».
Es un regalo para nuestros hijos poder entender: «Le pertenezco a Alguien más. Dios está en control de mi vida, y Él está orquestando un plan para mí que no luce igual que el de todos los demás. De hecho, probablemente no sea como el de todos los demás; pero eso es bueno, y es porque Él me ama y tiene un plan para mi vida».
Así que pensar en tu familia como un grupo de embajadores, como un equipo de embajadores, y en tu hogar como una embajada, es en realidad una perspectiva saludable; mientras educas a tus hijos para que sean independientes algún día.
Y esperamos que ellos lleven consigo la idea de ser embajadores de Cristo cuando dejen la casa a los dieciocho años –o a la edad que sea– para vivir por su cuenta. Porque esa es nuestra meta como padres: educar a nuestros hijos para ser independientes de nosotros, pero dependientes de Cristo.
Nancy: Bueno, estoy aquí sentada escuchándote, pensando en el gran trabajo de mis padres. Ellos conocían estos términos: «embajador» y «embajada». Ellos no lo pusieron en esos términos, pero realmente nos educaron para que entendiéramos que nosotros éramos diferentes.
No pertenecíamos a los demás, así que si decíamos: «Pero todos los demás niños hacen eso», la mentalidad, el concepto era: «¡Tú no perteneces a los demás, Tú perteneces a Jesús! Y no es malo ser diferente».
Ahora, no quieres ser diferente porque eres agresiva o por tener mal carácter o ser una persona conflictiva. Pero sí debemos reflejar la belleza de Cristo y Sus caminos en este mundo. Nuestra casa, que era un bello hogar, era muy espaciosa; pero la mentalidad, el concepto era: «Esto no es lo primero ni lo más importante para nosotros, ¡este es un lugar (podrían haber usado la palabra «embajada») donde queremos que los demás se sientan bienvenidos y amados, donde las personas puedan venir, y conocer a Jesús!»
En muchos, muchos, muchos almuerzos, tuvimos a otras personas alrededor de nuestra mesa. Mis padres invitaban a otras personas a nuestra casa. Eran personas que trabajaban en ministerios cristianos locales y que venían a pasar un rato en nuestra casa. Algunos de ellos llegaron a ser mis amigos mientras crecía, así que mis padres fueron un ejemplo para nosotros.
Recibíamos misioneros y otras personas creyentes, pero también personas que no conocían a Jesús. De hecho, hace poco le conté a Robert, mi esposo, que mis padres tenían ceniceros en la sala para que las personas que tenían esa costumbre, vinieran a nuestro hogar y pudieran fumar dentro de la casa. Es difícil imaginar eso hoy en día, porque fumar no es algo tan popular ahora…nosotros no fumábamos, pero ellos tenían esos ceniceros para aquellos que aún no conocían a Jesús.
Ahora, me imagino, porque no es muy popular o común en muchos círculos, que pensaría: ¡No quiero que nadie fume en mi casa! ¿Quién quiere ese olor? Pero mis padres se preocupaban más por llegar al corazón de las personas que por el olor a humo que entraba a la casa, porque era una embajada. ¡Estaban ahí con un propósito, y era lograr que la gente conociera a Cristo!
Bárbara: Sabes, nosotros tampoco conocíamos el término «embajada». Cuando Dennis y yo estábamos educando a nuestros hijos no les hablamos acerca de ser embajadores; pero hicimos algo similar cuando nuestros hijos estaban creciendo.
Les hablamos a menudo de ir a la escuela y representar a Cristo, de ir a la escuela –y estar al tanto de los compañeros que podrían necesitar ser animados– de estar pendientes si alguien necesita a Jesús o es alguien con quien tal vez Dios quiera que hables.
Así que tener esta idea de ser un embajador –entender este concepto– hace que sea más fácil comunicarles a tus hijos que esto es algo que Dios nos ha llamado a ser.
Nancy: Así es.Estuve esta mañana buscando en tu sitio web algunos de estos conceptos y cómo los enseñas. Y hablas de cuatro pasos prácticos para hacer del hogar una embajada. Quiero mencionarlos y que nos comentes sobre esto. El primero es: Ama a tu prójimo.
Bárbara: Sí, pienso que es muy fácil aislarnos en nuestra cultura actual. Hay vecindarios que están cercados y con portones de seguridad. Entramos a casa y cerramos la puerta. La generación más joven está sutilmente cambiando esto. Pero la idea es dejar la puerta abierta o dejar la puerta del garaje abierta o invitar a tus vecinos a comer. Deja que los niños del vecindario vengan a jugar a tu casa. Debemos estar disponibles, dejarnos conocer.
Es fácil entrar a casa, cerrar la puerta, retirarse, esconderse e hibernar, por así decirlo. Pero pienso que hay una manera muy fácil de ser embajadora y hacer de tu hogar una embajada y es adoptar la costumbre de abrir la puerta, tan frecuentemente como puedas, dependiendo de cuán numerosa es tu familia y tu horario y todo eso.
Estén pendientes de sus vecinos y pongan atención si algo está sucediendo afuera o a la vuelta de la esquina. Toma la iniciativa, busca la manera de conocer quiénes son tus vecinos.
Nancy:Y hablas de otra idea práctica relacionada: tener las puertas abiertas para cualquier persona que necesite ser escuchada.
Bárbara: Bueno, esto viene de nuestra amiga Ludmilla, de Europa Oriental. Esto es lo que ella hace. ¡Admiro mucho su fe!
Ella dijo: «¡Amo las sorpresas que Dios me trae! ¡Me encanta cuando alguien viene y toca mi puerta y no lo estaba esperando, y ni siquiera sé quién es!»
Creo que estamos muy temerosas aquí en América, somos muy protectoras. Pienso que nos morimos de miedo si alguien viene y toca a nuestra puerta y le dejamos entrar. No estoy promoviendo que no seamos precavidos; pero pienso que necesitamos confiar más en Dios. Necesitamos decir: «¿Señor, a quién quieres que le hable? ¿Hay alguna persona en mi vecindario que necesite con quien hablar?»
Estén abiertas cuando Dios traiga personas a sus casas que tal vez solo estén caminando con su niño por el vecindario, o lo que sea. Dios es lo suficientemente grande para orquestar eso. Creo que la clave es tener un corazón abierto a Su guía, y confiar en Él, en que Él traerá a la persona con la que quiere que hables.
Nancy: Las embajadas son lugares donde las personas que tienen problemas o están necesitadas pueden ir y recibir auxilio, pueden encontrar ayuda y protección. ¡Qué bonito sería que todos los vecindarios tuvieran hogares cristianos que realmente vivan y funcionen como embajadas del Rey del cielo!
Débora: Quiero adoptar esta mentalidad, hacer de mi hogar una embajada para el Señor, un lugar seguro para mis vecinos y amigos. Nancy DeMoss Wolgemuth regresará para orar. Ha estado hablando con Barbara Rainey acerca de nuestro llamado a representar a Jesús dondequiera que vamos.
Como embajadoras para Cristo aquí en la tierra, primero debemos ponernos de rodillas ante El Señor. Necesitamos interceder por nuestros hogares, por nuestras familias, nuestra nación y nuestro mundo.
¡Mañana escucharemos la historia de un hombre joven en Uganda, y cómo se libró de ir a la cárcel después de ser acusado falsamente de ser un espía! Barbara Rainey regresará para decirnos lo importante que es esta historia. Por favor continúa escuchando Aviva Nuestros Corazones. Nancy está aquí para orar por nuestros hogares…que estos lleguen a ser realmente una embajada para el Rey.
Nancy: Oh, Padre, te pedimos que nuestros hogares, el hogar de los Rainey, el hogar de los Wolgemuth y los hogares de nuestras oyentes…y más importante, nuestros corazones, se conviertan en lugares donde las personas puedan venir, compartir sus necesidades y sus cargas, y que se sientan seguras, que las podamos escuchar, que puedan ser bienvenidas y recibidas con afecto en el nombre de Jesús.
Y que esto empiece con los miembros de nuestras familias. Que se sientan como en casa en nuestros hogares, y que sientan que ahí es donde pueden encontrar y experimentar a Jesucristo de una manera que nunca podrían experimentar en ningún otro lugar. Lo pedimos en el nombre de Jesús, amén.
Débora: Guiándote y animándote a que tu hogar sea una embajada para el Rey. Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
Envíame, La IBI & Sovereign Grace Music, La Salvación es del Señor, ℗ 2014 Sovereign Grace Music.
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