Vive en el temor de Dios
Annamarie Sauter: Ciertos tipos de temor nos esclavizan, pero hay otro tipo de temor que realmente nos libera.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Cuando vivimos en el temor del Señor, vivimos para agradar a Dios más que a los hombres, y podemos ser libres de la esclavitud, de la trampa, de estar siempre sujetas a lo que las demás personas piensan acerca de nosotras. Vivimos en la gracia y la libertad de, «yo vivo para agradar al Señor, y si Él está contento, nada más importa realmente». Eso me hace libre.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín.
A lo largo de nuestra serie actual hemos visto la importancia de edificar con nuestras palabras y de pedir sabiduría a Dios para enfrentar los diversos retos de la vida. Hemos estado escuchando acerca de esto a la luz de nuestra lectura en el …
Annamarie Sauter: Ciertos tipos de temor nos esclavizan, pero hay otro tipo de temor que realmente nos libera.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Cuando vivimos en el temor del Señor, vivimos para agradar a Dios más que a los hombres, y podemos ser libres de la esclavitud, de la trampa, de estar siempre sujetas a lo que las demás personas piensan acerca de nosotras. Vivimos en la gracia y la libertad de, «yo vivo para agradar al Señor, y si Él está contento, nada más importa realmente». Eso me hace libre.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín.
A lo largo de nuestra serie actual hemos visto la importancia de edificar con nuestras palabras y de pedir sabiduría a Dios para enfrentar los diversos retos de la vida. Hemos estado escuchando acerca de esto a la luz de nuestra lectura en el Reto Mujer Verdadera 365. De paso, te recuerdo que hoy leemos Proverbios capítulos 22 al 24.
Hoy Nancy nos hablará acerca del temor del Señor y las implicaciones prácticas de este en nuestro día a día.
Nancy: Mientras crecía, tuve el privilegio de asistir a una escuela cristiana, tanto en la primaria como en la secundaria. Y estoy tan agradecida —solo como paréntesis aquí— que mis padres vieron el valor de darles a sus siete hijos una educación que estaba sólidamente arraigada en la Palabra de Dios.
Hablamos acerca de la sabiduría en la última sesión. Hoy hablaremos acerca del temor de Dios. Estos son dos conceptos muy relacionados entre sí. Ahora, eso no significa que si tú pones el nombre cristiana en una escuela, esa es realmente una escuela cristiana. Pero como padres, déjame decirte, tú tienes la responsabilidad de ver que tus hijos reciban su educación primaria en los caminos de Dios y en la sabiduría de Dios, porque si tú no tienes la sabiduría de Dios, no tienes sabiduría.
Asistí a esta escuela y tenía una gran puerta de entrada de madera dura y sólida en la entrada principal, que tenía inscrito Proverbios capítulo 1 versículo 7; y esa placa aún está ahí, en la misma puerta. Ese versículo dice: «El temor del Señor es el principio de la sabiduría». Aquí está una escuela cristiana que ha educado a miles de personas a lo largo de los años, y su declaración clave es que el temor de Dios es el principio de la sabiduría y del conocimiento.
No es que saber sumar 1+1 o saberte las letras del abecedario o las vocales, nada de eso es el principio de la sabiduría. Eso es importante, pero el principio, el lugar donde comienza la sabiduría, el conocimiento, es el temor de Dios.
Así que cada día de mi vida, comenzando desde el jardín de infantes y a través de todo el camino, atravesé por esa puerta y a través de ese recordatorio, «el temor del Señor es el principio de la sabiduría y del conocimiento». Y ese versículo continúa diciendo, «pero los necios desprecian la sabiduría y la instrucción».
El temor del Señor está conectado de manera inseparable a la sabiduría. En el último programa le pedimos al Señor sabiduría, pero veremos que nunca tendremos sabiduría si no tenemos el temor del Señor.
De nuevo, algún día espero hacer toda una serie sobre el temor del Señor, pero estoy intentando envolver mi pequeña mente alrededor de este tema inmenso y entonces hoy solo daremos un poquito de esta enseñanza. Proverbios 9:10: «El principio de la sabiduría es el temor del SEÑOR, y el conocimiento del Santo es inteligencia».
Y Señor, al aproximarnos a este gran tema tan fundamental hoy, oro que Tú me puedas enseñar, enseñarnos el temor del Señor. Oro en el nombre de Jesús, amén.
Este es el lugar del comienzo para la sabiduría. Esta es la base para la sabiduría. Tú puedes conseguir conocimiento del mundo y sabiduría del mundo aparte de conocer, reverenciar y conocer a Dios. Pero Tú nunca tendrás verdadera sabiduría sin una relación reverencial, de pacto con Dios.
Todo otro tipo de conocimiento es, al final de cuentas, inútil si no está arraigado en el conocimiento de Dios y en una correcta relación con Él. Temer a Dios es conocerlo y conocerlo es temerlo. No hay nada más importante que lo que pensamos acerca de Dios y cómo nos relacionamos con Él.
Tanto así que al final del libro de Eclesiastés –ese maravilloso y misterioso libro acerca de la vida bajo el sol– en Eclesiastés 12:13 dice: «La conclusión, cuando todo se ha oído, es esta: teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto concierne a toda persona».
Vemos en Deuteronomio 10:12, que el temor del Señor está ligado a la obediencia, al amor y al servicio. Escucha este pasaje: «Y ahora, Israel, ¿qué requiere de ti el Señor tu Dios, sino que temas al Señor tu Dios, que andes en todos sus caminos, que le ames y que sirvas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma...»
Así que vemos ya que el temor del Señor, tiene que ver con una relación. Tiene que ver con acercarnos al Señor, no con alejarnos de Él. Tiene que ver con una devoción de todo corazón a Dios, abrazarlo, amarle, servirle, andar en Sus caminos, temerle.
¿Qué significa temer al Señor, y cómo se puede ver eso en nuestras vidas? Solo quiero comentarles sobre algunas de mis meditaciones personales de estos últimos días. Primero, cuando hablamos de la palabra temor, nuestra mente puede ir primero a una respuesta o a una emoción que podemos sentir en una situación de miedo o peligro, ¿no es cierto?
Entonces, a medianoche, tú estás durmiendo y escuchas este ruido fuerte abajo. Y está este temor que viene a tu corazón. Pero, no nos referimos generalmente al «temor del Señor» en ese sentido, excepto, y diré esto, que si tú no conoces a Jesús, tú deberías temer a Dios de esa manera.
Debería haber un terror de caer en las manos de un Dios Santo como una persona no santa, caída y pecadora. Si tú no conoces a Cristo, si tú no estás en Cristo, entonces deberías estar aterrada de encontrarte con Dios. Así que creo que no hablamos mucho en ese sentido del temor del Señor. Pero una vez que estás en Cristo, el temor del Señor luce un poco diferente a eso.
Cuando hablamos de temer a alguien, a veces estamos hablando de toda el área del respeto. Cómo puedes respetar un dignatario importante o un jefe, alguien a quien respetas. Hay temor en ese sentido, pero en última instancia, cuando hablamos acerca del temor del Señor, creo que estamos hablando de esa sensación profunda de reverencia y asombro que viene de darnos cuenta que estamos en la presencia de la verdadera grandeza.
El temor del Señor es esa sensación constante, consciente de la presencia de Dios, que Dios está en este lugar, que Dios está aquí, que Dios ve, que Él sabe, que Él está con nosotras en este momento. Este es el espíritu de, digamos, Proverbios 15:3, que nos dice: «En todo lugar están los ojos del Señor, observando a los malos y a los buenos».
Así que lo que sea que esté haciendo, sea en secreto o puede que tan solo sea yo en mi computadora, pero Dios está ahí. Puedo no estar en la plataforma, a la vista del público. Nadie más puede estar viendo o sabiendo lo que estoy haciendo, lo que estoy pensando, ¡pero los ojos del Señor están ahí!
Recuerdo el hijo de unos queridos amigos, en una ocasión (para hacerles corta una larga historia) yo terminé siendo la que llevé a este joven a su universidad. Recuerdo ayudarlo a llevar las cosas a su dormitorio en su primer año de universidad, y ver los posters en las paredes, y poder percibir el espíritu de la época en ese cuarto.
Recuerdo irme y solo orar, «Señor, le darías a este joven un sentido apropiado del temor del Señor, que Tú estás ahí. Yo no sé quiénes son sus compañeros de cuarto, no sé cómo serán, qué tipo de influencia tendrán sobre él, cómo hablarán, qué tipo de cosas mirarán, qué tipo de cosas valorarán. Este joven ha sido criado en un hogar piadoso, que pueda estar en la universidad en el temor del Señor, en el buen sentido, con esa reverencia, ese asombro, ¡que pueda saber que Dios está ahí!»
Tú ves eso en el Salmo 139: «Oh Señor, tú me has escudriñado y conocido. Tú conoces mi sentarme y mi levantarme; desde lejos comprendes mis pensamientos. Tú escudriñas mi senda y mi descanso, y conoces bien todos mis caminos. Aún antes de que haya palabra en mi boca, he aquí, oh Señor, tú ya la sabes toda» (vv. 1-4).
¿Cómo sabe Él lo que voy a decir antes de que lo diga? Porque mis palabras vienen de mi corazón, y Él conoce mi corazón.
Salmo 139:11-12: «Si digo: Ciertamente las tinieblas me envolverán, y la luz en torno mío será noche; ni aun las tinieblas son oscuras para ti, y la noche brilla como el día. Las tinieblas y la luz son iguales para ti».
Lucas 8:17 lo dice de esta manera: «Pues no hay nada oculto que no haya de ser manifiesto, ni secreto que no haya de ser conocido y salga a la luz».
Las mujeres a veces preguntan (y estoy pisando un hilo fino aquí, porque no tengo tiempo de desarrollar esto), «hay algo secreto, escondido en mi pasado o en mi presente, ¿debería compartir eso con mi esposo?» Bueno, hay maneras sabias y cuidadosas, en las que algunas de esas cosas necesitan ser compartidas.
Déjame decirte esto, cuando tú miras Lucas 8:17, te das cuenta que en el análisis final, todo saldrá a la luz. Así que la pregunta es, «¿cuándo lo quieres expuesto? ¿Quieres ser la que, por la gracia de Dios, lo traiga a la luz? ¿O quieres forzar el que Dios corra la cortina y Él lo exponga?»
Yo no estoy diciendo con esto que cada cosa secreta en tu vida deberías inmediatamente ir y depositarla delante de tu esposo. Si no estás segura, encuentra una creyente madura, sabia y pídele ayuda para caminar a través de esto. Pero, darnos cuenta de que cada cosa escondida, todo lo que pensamos que está escondido será puesto de manifiesto. Todo lo que pensamos que es un secreto se dará a conocer y en su tiempo saldrá a la luz.
Vivir reconociendo eso, de que es Su luz que va a exponer toda esa oscuridad, eso es el temor del Señor. Es pensar en lo que Jesús les dijo a las iglesias en Apocalipsis 2 y 3: «Yo conozco tus obras». Él ve. Él sabe. Él lo ve todo, lo sabe todo. Vivir sabiendo eso de manera constante, consciente es vivir y caminar en el temor del Señor.
Tener este sentido de la presencia de Dios, de que tú vives, respiras, caminas y te mueves en Su presencia, eso afecta todo en tu vida. ¡Todo! Afecta cómo adoramos. Con qué frecuencia pasamos por las mociones de alabar en la iglesia, con nuestros corazones vacíos de cualquier sentido del temor del Señor, de la presencia del Señor. ¡Estamos jugando a la iglesia!
Yo lo he hecho miles de veces, y lo mismo tú, probablemente. Pero cuando caminamos en el temor del Señor, daremos verdadera adoración en Espíritu y en verdad.
Cuando tú tienes el temor del Señor, esto afecta quién eres y lo que haces y cómo lo haces aún en el lugar de trabajo. Afecta cómo mantienes tu hogar, cómo preparas las comidas, cómo ves las tareas mundanas, repetitivas e insignificantes que con frecuencia son parte de nuestras vidas y nuestras familias.
Afecta cómo sirves a otros. Si lo estás haciendo en el temor del Señor, entonces esas cosas que vivimos en nuestros hogares se transforman en actos de devoción al Señor.
El hacer estas tareas de la vida en la presencia del Señor, hace de tu casa, tu cocina, tu baño, tu dormitorio, tu oficina, de cada lugar, un santuario, un lugar santo, porque Dios está ahí.
También afecta tu recreación, hacerla en el temor del Señor. Tú preguntas, «si vives en el temor del Señor, ¿eso significa que nunca te diviertes, nunca vas de vacaciones, nunca visitas un parque...?» No, definitivamente no, tú haces todas esas cosas en Su presencia: «Coram Deo» como dice el latín, «en el rostro de Dios, en la presencia de Dios».
Jóvenes, esto afecta cómo salen en citas, lo que hacen en esas citas y con quién tienen esas citas. Lo que estás haciendo, lo haces en la presencia del Señor; afecta tu matrimonio, la relación con tu esposo, tu intimidad, tus conversaciones con el otro, si estás viviendo en el temor del Señor.
Caminar en el temor del Señor afecta cómo eres padre o madre. Mi dulce esposo, Robert Wolgemuth, ha escrito un libro fabuloso para padres (no es solo para padres, podría también ser bueno para las mamás). Se titula She calls me daddy, en español sería Ella me llama papito; y es un libro acerca de ser padres de hijas, de mujeres. Mientras hablábamos sobre ese libro, Robert me dijo, «sabes, en un libro como ese, todos quieren que los primeros capítulos sean acerca de cómo manejar la conducta de nuestras hijas. Pero en este libro puse la conducta como el último capítulo».
¿Sabes por qué? Porque él dice a los padres que la clave para ser padres de niñas (y él tiene dos hijas adultas que aman al Señor, que están caminando con Cristo, y es un gozo verlas), es criar a tus hijos para que se den cuenta que viven en la presencia de Dios».
Él dice: «Si entienden eso, entonces eso determinará su conducta. Eso impactará su conducta. Tomarán las decisiones correctas, por la gracia de Dios, cuando se den cuenta de que están viviendo en la presencia del Señor». Tú vives en la presencia del Señor y las otras cosas son un producto colateral. Todo se resuelve en un sentido.
Entonces, el temor del Señor, ¿qué diferencia hace en mi vida? ¿Qué diferencia hará en tu vida el darte cuenta de manera consciente, constante, de que vives en la presencia de Dios? Déjame mencionar varias cosas y tú podrías añadir a la lista.
Al estar meditando en esto a lo largo de los últimos días, hay algunas cosas que vinieron a mi mente: Primero, el temor del Señor nos guardará de pecar. Cuando pecamos es porque no estamos viviendo en Su presencia, en Su temor. El temor del Señor me dará un pavor de ofender a Dios y un anhelo de agradarle.
Solía tener un amigo, un hombre que estaba en nuestro equipo ministerial. Jack y Joyce, Joyce era su esposa, eran una pareja mayor; él está ahora con el Señor. Y recuerdo cuando Jack y Joyce venían a casa a veces, venían a cenar o lo que fuera.
Y cuando se iban, y puedo casi verlo, verlo a él, yéndose de mi casa, alejándose por la vereda hacia su auto y después se daba media vuelta y me miraba y me decía, «¡no peques, Nancy, no peques!» ¡Me encantaba! Eso fue hace años. Bien, ¿qué me ayudará a «no pecar»? Vivir en el temor del Señor, ¿no es cierto?
El temor del Señor nos guardará de ser casuales o indiferentes o ligeras acerca de nuestro pecado. Nos guardará de hacer bromas acerca de cosas pecaminosas. Nos dará una santa reverencia y asombro de aquello que es santo y de temas espirituales. No podemos ser casuales o indiferentes o ligeras acerca del Señor tampoco, si estamos caminando en el temor del Señor.
Así que, mientras caminamos en ese temor, no nos estaremos acobardando en temor, en miedo si somos Sus hijas, pero estaremos deseosas de no desagradarle en ninguna manera. Yo fui una de esas niñas, y soy prototípicamente primogénita en esto, que siempre me gustó agradar a las autoridades. Yo quería agradar a mis padres, quería que estuvieran contentos.
Ahora, no siempre tenía los mejores motivos para eso, pero quería hacer cualquier cosa para asegurarme que mis padres estuvieran contentos. Cuando nos convertimos en hijas de Dios, Él pone en nuestros corazones este deseo, ese anhelo de agradarle, no porque estemos aterrorizadas de Él, sino porque lo amamos y sabemos lo que es ser amadas por Él.
El temor del Señor nos guardará de pecar porque nos dará el deseo de no desagradar a nuestro Padre celestial de ninguna manera. Nos guardará de pecar al hacernos odiar lo que Dios odia.
Proverbios 8:13 dice: «El temor del Señor es aborrecer el mal. El orgullo, la arrogancia, el mal camino y la boca perversa, yo aborrezco».
No escucho hablar mucho de eso hoy, y no percibo la actitud de odiar el pecado, temerle, mantenernos tan lejos de él como posiblemente podamos, que eso sea el deseo de nuestro corazón. Pero cuando tú vives en la presencia de Dios, estás viviendo en la presencia de la santidad, y no quieres nada que pueda interponerse entre tu alma y tu Salvador.
No quieres nada que pueda manchar tu corazón, que pueda deshonrarle. Tú deseas agradarle. Entonces, el temor del Señor nos guardará del pecado, hará que odiemos el mal.
En segundo lugar, el temor del Señor trae protección. Proverbios 14:26 nos dice: «En el temor del Señor hay confianza segura, y a los hijos dará refugio». ¡Piensa acerca de esto! Estaba meditando en este versículo anoche y me di cuenta de que, como mi papá, Art DeMoss (tú me has escuchado hablar de él con frecuencia; nunca lo conocí como adulta porque él murió en el fin de semana que cumplí 21 años, entonces no he tenido su influencia directa en mi vida por décadas). Él era un hombre que desde el tiempo en que conoció al Señor hasta el tiempo en que se fue al cielo, vivió en el temor del Señor de la manera más saludable posible. Y esa relación que mi papá tenía con el Señor, y la relación que mi mamá ha tenido con el Señor a lo largo de estos años, ha provisto un refugio para mi propio corazón, una protección para mí.
Pienso en todas las cosas de las que mi vida ha sido protegida por tener padres que caminaron en el temor del Señor. Y déjame decirte, por otro lado, que si tú, como padre o abuelo no temes al Señor, estás dejando a tus hijos y a tus nietos vulnerables y desprotegidos.
Eso no significa (no me escuches decir) que si tú caminas con Dios, tus hijos automáticamente harán lo mismo. Y no significa que si tú no caminas en el temor del Señor, tus hijos no tienen oportunidad alguna. Esta no es una ecuación de uno a uno. Pero sí te diré esto, hay una probabilidad mucho mayor de que tus hijos experimenten la protección divina de Dios en sus vidas, y que Él sea un refugio para sus corazones, si han crecido en un hogar donde tu corazón era temer, honrar y reverenciar al Señor.
En tercer lugar, el temor del Señor nos librará del temor del hombre. Proverbios 29:25 nos dice que el temor del hombre trae una trampa, un lazo. Cuando vivimos en el temor del Señor, vivimos para agradar a Dios más que a los hombres, y podemos ser libres de la esclavitud, de la trampa, de estar siempre sujetas a lo que las demás personas piensan acerca de nosotras. Vivimos en la gracia y la libertad de, «vivo para agradar al Señor, y si Él está contento, nada más importa realmente». Eso me hace libre.
Caminar en ese temor del Señor llamará la atención de Dios, hará que Él se acerque. Isaías 66:2 nos dice: «Pero a este miraré: al que es humilde y contrito de espíritu, y que tiembla ante mi Palabra». ¡Esto hace que Dios se acerque!
El temor del Señor afecta nuestra alabanza y la hace aceptable ante Él. Hebreos 12:28-29 dice: «... mediante la cual ofrezcamos a Dios un servicio aceptable con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor». Oh, que pudiéramos tener más de ese sentir en nuestros llamados servicios de adoración. ¡Podemos tener tan poco sentido de la presencia de Dios!
Te diré lo que quiero saber cuando estoy buscando una iglesia. Tengo mis preferencias acerca del estilo de música, de la predicación y todo el estilo del servicio; sé lo que me gusta, sé también lo que no me gusta tanto, pero aquí está la cosa que quiero saber cuando estoy buscando una iglesia en una comunidad, ¿hay en esa iglesia un sentido de la presencia de Dios? Y si lo hay, puedo vivir con muchas cosas de forma y estilo que no serían mis favoritas. ¡La presencia del Señor afecta nuestra adoración!
Produce en nosotras el vivir con una consciencia del juicio futuro, que seremos llamadas a dar cuenta de cada hecho, cada palabra, cada actitud, de nuestro uso del tiempo. Esto nos recuerda que nunca estamos solas, siempre estamos viviendo vidas que rinden cuentas. Recuerda que al inicio de esta sesión leí Eclesiastés 12:13 y 14): «...teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto concierne a toda persona. Porque Dios traerá toda obra a juicio, junto con todo lo oculto, sea bueno o sea malo».
Oh, que las que tienen 18 años puedan pensar acerca de esto al tomar sus decisiones: dónde irán a la universidad, qué van a estudiar, cómo utilizarán su tiempo libre, qué harán para recrearse y qué hacen cuando salen en citas y cómo manejan sus relaciones. Tú quieres que sepan que las elecciones que están haciendo hoy, tendrán consecuencias para el resto de sus vidas.
Bueno, ¿y qué tal decirnos esto a nosotras mismas? Necesitamos ser recordadas de que Dios traerá toda obra ante la aguda luz de Su santidad. ¿Sabes?, hay un magnífico versículo en el Nuevo Testamento, Hechos 9:31 que dice: «Entretanto la iglesia gozaba de paz por toda Judea, Galilea y Samaria, y era edificada; andando en el temor del Señor y en la fortaleza del Espíritu Santo, seguía creciendo».
Estaba pensando acerca de eso anoche y se me ocurrió pensar que generalmente no pensamos en el temor del Señor y en la fortaleza del Espíritu Santo, como dos cosas que pondrías en una misma oración, ¿no es cierto? Pero sí van juntas, el temor del Señor y la fortaleza del Espíritu Santo. Cuando tenemos esas dos cosas juntas, hay una multiplicación de la Palabra de Dios, a través de Su pueblo.
Quiero cerrar solo recordándonos que el temor del Señor trae gran gozo. Ahora, eso no parece tener mucho sentido. Parece contra toda lógica. Pero fue dicho del Mesías en Isaías 11:3: «Se deleitará en el temor del Señor». El Salmo 112:1 nos asegura: «¡Cuán bienaventurado es el hombre (o la mujer) que teme al Señor, que mucho se deleita en sus mandamientos!»
Así que no dejes que el mundo te convenza de que vivir en el temor del Señor es una forma de vivir miserable, restrictiva y confinada. ¡Encontraremos el mayor gozo, la mayor libertad, cuando caminemos en el hermoso, dulce, y deleitoso temor del Señor!
Así que Señor oro y unimos nuestros corazones en oración, que Tú nos puedas ayudar a tener este sentido constante y consciente de que estamos en Tu presencia. Ayúdanos a vivir nuestras vidas a la luz del juicio final, y como aquellos que te rendiremos cuentas a Ti. Enséñanos los deleites, las bendiciones de caminar y vivir en el temor del Señor y en la fortaleza del Espíritu Santo y oramos esto en el nombre de Jesús, amén.
Annamarie: Amén. Creo que todas necesitamos crecer en temor del Señor y continuar orando, como lo acabamos de hacer. Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado ayudando a reflexionar acerca de esto como parte de la serie titulada Una mujer que teme a Dios.
Al hablar de este tema, no podemos olvidar que a lo largo de la vida enfrentaremos situaciones difíciles y dolorosas—aún si tememos al Señor. Mañana Nancy nos traerá palabras de esperanza así que asegúrate de acompañarnos aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Adornando el evangelio juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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