Vístete de mansedumbre
Annamarie Sauter: ¿Has aprendido a gobernarte a ti misma?
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si no somos mansas, vamos a ser rápidas para corregir y rápidas para encontrar faltas en aquellos que están por debajo de nosotras. Matthew Henry dice:
«Cada pequeño fracaso no necesita ser censurado (o señalado o corregido). En vez de esto debe ser pasado por alto, y si la falta debe ser reprobada y corregida, pudiera ser hecho sin enojo. No necesita ruido y algarabía. Mientras estás gobernando a otros, aprende a gobernarte a ti mismo».
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
A muchas de nosotras nos gusta ser directas al hablar, decir lo que pensamos porque entendemos que estamos en lo correcto… pero, ¿nos hemos dado cuenta que de la forma en que respondemos dependen la paz o la contienda? Hoy Nancy nos ayuda a reflexionar …
Annamarie Sauter: ¿Has aprendido a gobernarte a ti misma?
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si no somos mansas, vamos a ser rápidas para corregir y rápidas para encontrar faltas en aquellos que están por debajo de nosotras. Matthew Henry dice:
«Cada pequeño fracaso no necesita ser censurado (o señalado o corregido). En vez de esto debe ser pasado por alto, y si la falta debe ser reprobada y corregida, pudiera ser hecho sin enojo. No necesita ruido y algarabía. Mientras estás gobernando a otros, aprende a gobernarte a ti mismo».
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
A muchas de nosotras nos gusta ser directas al hablar, decir lo que pensamos porque entendemos que estamos en lo correcto… pero, ¿nos hemos dado cuenta que de la forma en que respondemos dependen la paz o la contienda? Hoy Nancy nos ayuda a reflexionar en esto en la continuación de su serie de enseñanzas titulada, La hermosura de la mansedumbre.
Nancy: Después de nuestro último día de grabación, una pareja de amigos y yo estábamos cenando juntos. Una de las mujeres que había estado en la grabación se volteó hacia mí y me dijo, «estas sesiones sobre la mansedumbre me trajeron mucha convicción».
Mientras la miraba le pregunté con toda sinceridad, «¿cuáles puntos en particular tú encontraste que especialmente te dieron convicción de pecado?»
Ella me miró y me dijo, «¡cada palabra que salió de tu boca!»
Ella parecía una mujer muy mansa. Pero Dios le estaba mostrando en su corazón que sus respuestas iniciales no son mansas.
Ella me dio la siguiente sugerencia, «quizás ayudaría que tú les dejes saber a las mujeres –cuando hables de nuevo sobre este tema– que la mansedumbre no es algo que se produce de la noche a la mañana en tu corazón, que es un proceso de santificación. Dios nos toma donde nosotras nos encontramos y por el poder de Su Espíritu, nos conforma, nos moldea y nos da forma».
Así que aquí estoy para decirte que hay un proceso involucrado, y ciertamente sé esto por experiencia propia, en mi propia vida, y estoy muy agradecida de que esta amiga me lo recordara.
A través de esta serie he estado refiriéndome en múltiples ocasiones a un libro que espero que puedas conseguir, La búsqueda de la mansedumbre y la quietud del Espíritu, escrito por Matthew Henry, disponible en inglés. Fue escrito hace más de 300 años.
No es un libro largo pero no se puede leer rápidamente. Las citas que he resaltado siguen trabajando en mi vida con el paso del tiempo.
En la última sesión, hablamos acerca de que Matthew Henry dice que la mansedumbre nos permite gobernar y controlar nuestro enojo cuando hemos sido provocadas, cuando otros hacen cosas que nos irritan y nos molestan.
Años atrás escuché una ilustración acerca de George Whitefield, quien fue uno de los evangelistas británicos –grandemente usado por Dios– durante el avivamiento del siglo XVIII. En un momento de su ministerio, Whitefield recibió una carta cruel, donde era acusado de mala conducta.
George Whitefield respondió mostrando un espíritu de mansedumbre. Él dijo:
«Le doy las gracias de todo corazón por su carta. (Esta es su respuesta por escrito). En cuanto a lo que usted y mis otros enemigos están diciendo contra mí, yo conozco peores cosas acerca de mí mismo que lo que ustedes jamás podrían decir.
Con amor en Cristo, George Whitefield».
Yo pensé, ese es un espíritu de mansedumbre. Él no trató de defenderse. No tomó represalias. Él dijo, «mira, si tú supieras lo que yo verdaderamente soy, habrías hecho una lista aún más larga». Ese es un espíritu manso. Así que la mansedumbre nos permite gobernar y controlar nuestro enojo cuando somos provocadas.
Pero la mansedumbre, de acuerdo a Matthew Henry, también nos permite soportar pacientemente la ira de los demás hacia nosotros. Es en esto en lo que me quiero enfocar en el día de hoy—cuando otros están enojados contra nosotras, ¿cómo debemos responder?
Matthew Henry sugiere que hay dos respuestas bíblicas. La primera es, algunas veces la respuesta correcta, la respuesta mansa, que es no decir nada. Algunas veces dice George Whitfield la mansedumbre requiere de nosotros, quedarnos en silencio. Proverbios capítulo 26 versículo 4 nos dice: «No respondas al necio de acuerdo con su necedad, para que no seas tú también como él».
Tú, al igual que yo, seguro puedes pensar en momentos, o en relaciones —quizás en tu matrimonio o con tus hijos o con tus compañeros de trabajo, con un amigo— donde alguien dice algo. Están molestos contigo; te lo dicen. Tu respuesta natural es a igualar su tono, ¿no es así? Responder acaloradamente.
Recuerda que nosotros dijimos que la mansedumbre no es botar humo, calentarte. Algunas veces la mejor manera de manejar esto es no decir nada.
No hay mayor ilustración de mansedumbre, que la respuesta que vemos en Jesucristo mismo, quedarte callada, en silencio, bajo los ataques de los demás. ¿Recuerdas lo que dice el pasaje en Isaías 53? Dice:
«Él fue oprimido y afligido, pero no abrió su boca; como cordero que es llevado al matadero, y como oveja que ante sus trasquiladores permanece muda, no abrió Él su boca» (v.7).
Hay momentos cuando la mansedumbre nos dirige a mantenernos calladas, a no decir nada. Ahora, vamos a estar viendo en el resto de esta serie que hay momentos cuando la mansedumbre nos guía a decir algo.
Hay momentos cuando el camino de la mansedumbre nos lleva simplemente a callar, a no decir nada, a estar en silencio, a estar quietas, a dejar que sea Dios que venga en nuestra defensa y a no defendernos a nosotras mismas.
Permíteme leerte algunas citas del libro de Matthew Henry, en lo relativo a este asunto de quedarnos en silencio cuando otros están enojados con nosotras. Él dice:
Es mejor no decir nada que decir algo que provoque. Cuando nuestros corazones están acalorados dentro de nosotras, es mejor mantenernos en silencio y abrazar la paz. Aquellos que se sienten agraviados piensan que ellos tienen permiso de hablar, pero es mejor estar en silencio que hablar mal y obrar mal y luego tener que arrepentirnos.
En otras palabras, mejor es no decir nada que decir algo que luego vas a tener que recoger y pedir perdón a Dios y a la otra persona a la que le hablaste.
Él dice: «Nosotros, muchas veces, hemos sido lo peor por nuestro hablar, pocas veces por nuestro silencio».
En otra cita, él dice: «Las cosas pueden ser mejor dichas cuando la pasión ha cedido».
En otras palabras, si tú vas a hablar, no hables mientras estés enojada. A propósito, esto se relaciona con la disciplina de tus hijos. Ahora, debes decir algo en el momento porque la situación así lo requiere. Pero si es posible, mejor espera, espera a hablar cuando puedas manejar el enojo interno, porque la Escritura dice en Proverbios capítulo 22 versículo 8, «y la vara de su furor perecerá».
Luego aquí una cita que es muy poderosa. Él dice: Es mejor ceder ante nuestro hermano en silencio, quien es o seráo pudiera ser nuestro amigo, en lugar de ceder al diablo a través de hablar con ira, quien ha sido y es y siempre será nuestro enemigo.
Así que algunas veces la respuesta correcta y mansa ante la ira de los demás es no decir nada.
Pero en otras ocasiones, la respuesta correcta es hablar. La mansedumbre nos dirige a dar una respuesta suave —algunas veces a no decir nada— pero cuando sí hablamos, debemos dar una respuesta suave y mansa.
Como he dicho varias veces en las semanas pasadas, mientras he estado trabajando en esta serie, me he encontrado a mí misma siendo provocada. Yo no sé si lo estoy notando más o si realmente me está pasando más, porque quizás Dios está creando justamente las circunstancias para mí para poder practicar lo que estoy enseñando aquí.
Pero un día en particular mientras estaba trabajando en esta serie, recibí un correo electrónico de una amiga que estaba molesta, ella estaba enojada. Se podía percibir el tono del correo, ¿sabes? Los correos pueden transmitir un tono, y el tono era acusatorio. Realmente, a mi manera de verlo, era un ataque injusto. Era como, ¿de dónde vino esto? Me encontró fuera de guardia.
Pero yo estaba estudiando este tema y pude medir y sopesar mi respuesta. Ahora, mi impulso natural—como quizás el tuyo en una situación como esta sería, si eres honesta—mi impulso natural fue responder el correo. Y cuán rápido y fácil es hacer eso, muy fácil –solo pulsar la tecla de enviar.
El correo electrónico puede ser un lugar donde realmente demostramos nuestra falta de mansedumbre. Es necesario esperar antes de presionar la tecla de enviar y detenernos a pensar, ¿es esto realmente lo que Dios quiere que yo diga?
Mi impulso natural fue defenderme, devolver el ataque y mostrarle a ella sus deficiencias. Pero la respuesta mansa me llamaba a esperar. No respondas inmediatamente, deja que se enfríe. Déjame enfriarme, deja que las cosas se calmen y asegurarme de no responder con ira. Me di cuenta de que cuando finalmente respondí—y en este caso esperé varios días . . .
Dadas las circunstancias, eso era lo correcto. Yo necesitaba esperar, dejar que las cosas se calmaran. Y cuando respondí, tuve que asegurarme de que no le estaba respondiendo de la misma manera, sino que le respondía suavemente.
Matthew Henry usa un par de ilustraciones que muestran lo que pasa cuando tú respondes con palabras suaves al enojo. Él dice que cuando nosotros respondemos con una respuesta suave, es como derramar agua sobre la situación. «Mientras que el mal humor y la provocación solo serían como echar aceite sobre la llama».
Si tú hablas precipitadamente o de manera airada... solo haces que las cosas… Es como echar líquido para encender sobre carbones calientes, hace que se enciendan rápidamente. En vez de esto, es mejor derramar agua sobre estos…amortigua el calor, y amortigua la llama.
Luego él usa esta otra imagen. Él dice, «cuando la ola del mar choca contra una roca, golpea y produce sonido». Tú puedes escucharlas chocando contra esas rocas y produciendo ese sonido fuerte y alto. Pero la arena suave recibe esas mismas olas quietamente y las retorna sin dañarlas».
Tú puedes ver esas olas viniendo hacia la orilla, pero sobre una arena suave, y no hay nada contra lo que ellas golpeen. Así que las olas solamente se devuelven. Es una imagen de lo que sucede cuando nosotras respondemos con mansedumbre a las personas enojadas.
Eclesiastés capítulo 10 versículo 4, dice: «Si la ira del gobernante se levanta contra ti, no abandones tu puesto, porque la serenidad suaviza grandes ofensas».
Proverbios capítulo 25 versículo 15: «Con la mucha paciencia se persuade al príncipe, y la lengua suave quebranta los huesos». Suavidad, bondad, paciencia.
Desde luego, nos hemos referido a Santiago capítulo 1 los versículos 19 y 20: «Esto sabéis, mis amados hermanos. Pero que cada uno sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para la ira; pues la ira del hombre no obra la justicia de Dios».
Ahora, en el libro de Matthew Henry, del que hemos venido hablando, él habla acerca de la evidencia de la falta de mansedumbre y cómo esta se manifiesta en las relaciones diarias. Solo voy a mencionar tres de ellas, y mientras, dejemos que Dios escudriñe nuestros corazones y nos muestre «¿tengo yo un espíritu manso?» He aquí algunas cosas que nos ayudarán a ver esto.
Primeramente, en lo relativo a aquellos que están por debajo de nosotros—esto es, nosotros como padres o maestros o empleados tenemos personas que están reportándose a nosotros o personas que estamos dirigiendo, personas que están bajo nuestra autoridad –si no somos mansas, tendremos la tendencia a corregirlos rápidamente y seremos muy rápidas para encontrar faltas.
Nosotras somos más conscientes de las deficiencias de los demás que de las evidencias de gracia en sus vidas. Entonces lo que sucede es que las personas que están por debajo de nosotras piensan que nunca pueden complacernos. De seguro algunos de tus hijos se sienten así.
Si no somos mansas, vamos a ser rápidas para corregir y rápidas para encontrar faltas en aquellos que están por debajo de nosotras. Matthew Henry dice:
«Cada pequeño fracaso no necesita ser censurado (o señalado o corregido). En vez de esto debe ser pasado por alto, y si la falta debe ser reprobada y corregida, pudiera ser hecho sin enojo. No necesita ruido y algarabía. Mientras estás gobernando a otros, aprende a gobernarte a ti mismo.
Esta es una buena palabra para padres, maestros, líderes.
Y luego la falta de mansedumbre se muestra a sí misma cuando nosotros nos molestamos con otros que están por encima de nosotros, y comenzamos a desahogarnos contra esas autoridades, contra nuestros líderes. Esto fue lo que hicieron Miriam y Aarón contra Moisés. Ellos estaban molestos y se desahogaron. Ellos expresaron rápidamente su hostilidad, su desacuerdo con Moisés.
Matthew Henry dice aquí: «Si todo no está como ellos piensan (si todo no está como nosotras pensamos que debe estar), se irritan, y se molestan y sus corazones se acaloran, encuentran falta en todo lo que les dicen o les hacen».
Un espíritu en quietud nos reconciliará con la posición en la cual estamos y en todas las dificultades que podamos enfrentar, lo cual repercutirá para bien en nuestro estado actual, aunque nos encontremos con muchos inconvenientes.
Es la falta de mansedumbre que hace que los que han sido colocados por la Providencia divina bajo el yugo se impacienten debajo del yugo.
Así que cuando nos encontremos en circunstancias donde estamos bajo autoridad, la falta de mansedumbre nos va a hacer rápidas en desahogarnos, rápidas en enojarnos, en vez de recibir la circunstancia y la situación.
Y luego generalmente la falta de mansedumbre nos hará contenciosas con nuestros iguales. Matthew Henry dice: «Es por la falta de mansedumbre que somos tan impacientes con las contradicciones de nuestras opiniones, nuestros deseos, nuestros planes».
Tiene que ser a nuestra manera y somos impacientes si las cosas no van de la manera que nosotros queremos. Él dice, «tenemos que tener la última palabra, correcto o incorrecto, y todo debe hacerse a mi manera». Esto nos hace contenciosas y personas con las que es difícil convivir.
Hay una gran ilustración de esto en Génesis capítulo 13 en la vida de Abraham; ¿recuerdas cómo Abraham subió (su nombre en ese momento era Abram) pero tú recuerdas cómo Abraham subió de Egipto, él y su esposa y todo lo que él tenía y Lot, su sobrino, iba con él al Neguev?
Y dice la Escritura:
«Y Abram era muy rico en ganado, en plata y en oro. Y también Lot que andaba con Abram, tenía ovejas, vacas y tiendas. Y la tierra no podía sostenerlos para que habitaran juntos, porque sus posesiones eran tantas que ya no podían habitar juntos». (Así que la prosperidad creó tensión entre ellos).
Había tensión. Había contienda entre los dos grupos de hombres. Así que, ¿qué hace Abram? Versículo 8:
«Hubo, pues, contienda entre los pastores del ganado de Abram y los pastores del ganado de Lot. Y Abram dijo a Lot: Te ruego que no haya contienda entre nosotros, ni entre mis pastores y tus pastores, porque somos hermanos» (vv. 1–8).
Lo que Abram está diciendo es, «yo no me voy a remangar. Yo no me voy a colocar mis guantes de pelea. Me voy a retirar. Yo no voy a entrar en esta batalla. No voy a dejar que haya contienda». Él tomó el rol de pacificador. Él tomó la posición del manso.
«Y Abram dijo a Lot (versículo 8): Te ruego que no haya contienda entre nosotros, ni entre mis pastores y tus pastores, porque somos hermanos».
¿No es esto lo que deberíamos estar haciendo en nuestros hogares? ¿No es esto lo que deberíamos estar haciendo en nuestras iglesias? ¿Por qué nos estamos dividiendo? ¿Por qué estamos teniendo estas contiendas? ¿Por qué estamos teniendo estos desacuerdos?
«Nosotros somos hermanos. No voy a permitir que haya contienda». Y entonces él valida sus palabras con sus acciones.
«¿No está toda la tierra delante de ti? Te ruego que te separes de mí: si vas a la izquierda, yo iré a la derecha; y si a la derecha, yo iré a la izquierda» (v. 9).
¡Qué espíritu de humildad! ¡Qué espíritu de mansedumbre! «Mira, toda la tierra está delante de ti. Elige la parte que quieras y yo tomaré lo que sobre». Y Lot eligió la parte que parecía mejor, porque Lot no tenía un espíritu manso. Lot era un hombre arrogante y orgulloso.
Y Abram dijo, «bien, yo tomaré lo que sobre». ¿Pero, quién obtuvo la bendición? Abram obtuvo las promesas de Dios, la tierra de Dios, el linaje a través del cual vendría el Mesías.
La Escritura nos dice en 1 Corintios capítulo 6, que es terrible que los cristianos vayan a la corte unos contra otros. Puede ser una corte de divorcio. Pueden ser todo tipo de causas. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio?
¿Por qué vamos a los tribunales? ¿Por qué están litigando entre ustedes ante la ley?
Estuve hablando con una pareja de amigos que se involucraron en un trato comercial, un negocio donde había toda clase de promesas y cosas que ellos esperaban en el proceso pero que no se llevaron a cabo no se realizaron. Era un material perfecto para una demanda legal. Y estos dos hombres profesaban ser creyentes.
Pero mi amigo dijo que él quería ir; que él quería demandar. Y habría obtenido un buen dinero si demandaba, y podría haber obtenido lo que se le había prometido. Pero la esposa de mi amigo le dijo a él sabiamente, «yo no me siento bien acerca de esto. Esta no es la manera de Dios. No es bíblico». Y este hombre tomó la posición de humildad, escuchó a su esposa, pero lo más importante, escuchó al Señor, y le dijo, «estás en lo correcto. No vamos a demandar».
Ellos perdieron una gran cantidad de dinero que pudo haber sido potencialmente ganado de vuelta en la demanda. Pero Dios honra la mansedumbre. «Bienaventurados los mansos». Aquellos que han tomado el camino más difícil, el camino más bajo, el camino de la humildad. «Porque ellos heredarán la tierra» (Mateo 5:5).
Algunas de ustedes saben que cada día en Aviva Nuestros Corazones tenemos la transcripción del programa del día; y luego al final de la transcripción hay un espacio donde los oyentes pueden escribir sus comentarios a lo que escucharon. Espero que vayas a la página web y escribas tus comentarios acerca del programa de hoy.
No hace mucho tiempo, una mujer escribió en el blog acerca de una dificultad, un matrimonio conflictivo en el que ella se encontraba. Otra oyente vio el comentario y escribió en respuesta a esta persona lo siguiente, y yo pienso que ilustra bellamente el poder de la mansedumbre. Esta oyente escribió, «una cosa que te puede ayudar» —y recuerda que ella está escribiendo a la oyente que se encuentra en el matrimonio difícil.
Una cosa que te puede ayudar a pacificar esta situación es solamente decir «lo siento». Muy a menudo le arrojamos muchas palabras a esta frase, cuando con tan solo una disculpa humilde podríamos hacer que las cosas vuelvan a estar bien. Con menos palabras y más amor, tratar de encontrar lo que aprecias de tu esposo y enfocarte en eso. Él está herido, y esta es la razón de su mal temperamento y de sus luchas.
Tú no puedes arreglarlo todo por él. Pero si tú te niegas a pelear, él va a tener que calmarse eventualmente. Puedes ofrecerle un masaje en el cuello cuando su temperamento no esté tan explosivo. Y trata de relajarlo. Él probablemente esté asustado de perder el control.
Pero él necesita conocer la paz. Ora por él en tu corazón mientras tratas de calmar su tensión.
¿Puedes ver aquí el camino de la mansedumbre? «Yo verdaderamente creo –dijo ella– que en la mayoría de los casos el ciclo puede ser roto por uno de los dos», esto es lo que Abraham hizo con Lot. Él rompió el ciclo diciendo, «mira, nosotros no vamos a luchar con relación a esto. Toma todo lo que quieras».
Ella continúo diciendo, «en actitud de oración escucha sus necesidades y haz lo que tú puedas. Nuestro matrimonio es totalmente diferente ahora que hace un año. Pero fue después de 16 años de pelear. Seguro, yo pensaba que estaba en lo correcto en la mayoría de las circunstancias, pero tuve que madurar y ver que hay una mejor manera. Me tomó mucha oración y humildad y leer buenos materiales que me enseñaron que yo estaba errada en la manera en cómo estaba manejando las cosas. Pero valió la pena. No hay manera de ser como Cristo aparte del sufrimiento.
En Hechos capítulo 14 versículo 22 dice que “es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios”. Muchos ejemplos pueden ser dados, tanto de la Biblia como en biografías, de hombres y mujeres de Dios. Dios refina sus joyas a través del fuego de la prueba del sufrimiento. Yo me encogía ante la idea del sufrimiento. Ahora he empezado a ver la belleza de esta herramienta del Señor para perfeccionarnos como nada más puede hacerlo.
A través del sufrimiento y de las personas difíciles, mi corazón ha sido hecho mejor por Su gracia.
Existe verdaderamente una belleza producida a través del fuego que nada más puede producir. Estoy orando por ti y espero que esto te ayude».
Estas son buenas palabras. Estas son palabras sabias. Vístete de humildad. Vístete de mansedumbre. Esto va a involucrar fuego algunas veces, sufrimiento, dificultad, privación, personas difíciles. Pero es la manera en que Dios nos forma, nos moldea y hace que como el oro cuando es probado, nuestra fe sea hallada en alabanza para que Dios pueda ser glorificado en nuestras vidas.
Annamarie: ¿Te resulta difícil estar tranquila, pausar y rehusar defenderte cuando alguien se enoja contigo? Estas son características de la mansedumbre que Dios puede desarrollar en tu vida. Nancy DeMoss Wolgemuth te ha estado hablando acerca de esto en la serie de enseñanzas titulada, La hermosura de la mansedumbre.
Sea cual sea la forma en que decidas responder a las personas con quienes te relacionas, considera que tanto si hablas como si callas, la respuesta apacible que brota de un carácter manso apaciguará la ira y será de gran estima delante de Dios.Muchos hogares serían transformados si las mujeres aprendiéramos a ser mansas de espíritu. Y tú, ¿quieres ser transformada por Dios? ¿Quieres que tu hogar sea transformado?
Una oyente que ha experimentado esto nos escribió:
«Hola, mis hermanas de Aviva Nuestros Corazones. Estoy muy agradecida por la labor que hacen todas. Dios las utiliza a cada una de ustedes para cambiar la vida de muchas de nosotras. Soy madre de tres niñas, sus edades son 11, 9 y 5 años. Lo que he llegado a aprender como madre y esposa ha sido enriquecedor para mí. Cada día sigo sus programas y los comparto con otras hermanas en Cristo y están muy agradecidas de cómo aprenden y crecen en el Señor. Un gran saludo».
Si tú también has sido bendecida a través de programas como este, te animo a compartirlo con más mujeres y a unirte al ejército de mujeres que —como esta— han dicho, «sí, Señor».
Y mañana, asegúrate de acompañarnos para escuchar por qué es necesario, al amonestar a un hermano o a una hermana en Cristo, hacerlo con un espíritu de mansedumbre. Esto será aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Invitándote a tener una vida fructífera en Cristo, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
La lectura para hoy en el Reto Mujer Verdadera 365 es Josué capítulos 18 al 21.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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