
Victoria compartida: la tentación de Cristo
Débora: Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: La mayoría de nosotras estamos familiarizadas con Las crónicas de Narnia de C. S. Lewis. Me encanta la historia de El león, la bruja y el ropero. Quizá has leído el libro o hayas visto la película.
Hay una escena en la que Edmund llega a Narnia a través del ropero y piensa que está perdido y solo en el bosque frío y nevado. Y de repente, a lo lejos, escucha el sonido de unas campanas y de repente, a la vuelta de la esquina, se acerca un trineo. Sentada en el trineo, ¿quién está?… La Bruja Blanca.
La Bruja Blanca se acerca, se detiene para hablar con Edmund y, mientras lo hace, recuerda una antigua profecía de que su reinado y su vida terminarían cuando dos hijos de Adán y dos hijas de Eva se sienten en sus tronos …
Débora: Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: La mayoría de nosotras estamos familiarizadas con Las crónicas de Narnia de C. S. Lewis. Me encanta la historia de El león, la bruja y el ropero. Quizá has leído el libro o hayas visto la película.
Hay una escena en la que Edmund llega a Narnia a través del ropero y piensa que está perdido y solo en el bosque frío y nevado. Y de repente, a lo lejos, escucha el sonido de unas campanas y de repente, a la vuelta de la esquina, se acerca un trineo. Sentada en el trineo, ¿quién está?… La Bruja Blanca.
La Bruja Blanca se acerca, se detiene para hablar con Edmund y, mientras lo hace, recuerda una antigua profecía de que su reinado y su vida terminarían cuando dos hijos de Adán y dos hijas de Eva se sienten en sus tronos en el castillo de Cair Paravel.
Entonces, fingiendo ser amigable, invita a Edmund a unirse a ella en su trineo y le pregunta si le gustaría comer algo. Edmund le pide un dulce, delicias turcas, que ella hace aparecer mágicamente. Lo que él no sabe es que ese dulce está encantado y cualquiera que lo pruebe querrá más. Nadie puede satisfacerse con solo un poco.
Así que la Bruja promete darle más dulces si trae a sus hermanas y a su hermano a su casa. También le ofrece a Edmund convertirlo en príncipe y le dice que algún día, cuando ella no esté, él será el rey. Bueno, los deseos de poder y placer de Edmund lo llevan a ceder a la tentación de la Bruja y, en última instancia, a traicionar a sus hermanos.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora del libro «Incomparable», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 17 de marzo de 2025.
Estamos siendo enriquecidas con esta serie llamada «Incomparable», Nancy basa sus enseñanzas directamente del nuevo libro que escribió «Incomparable: 50 días con Jesús». Visita AvivaNuestrosCorazones.com para obtener más detalles de cómo puedes adquirir este libro o también para escuchar los episodios anteriores de esta serie.
La introducción que Nancy nos dio haciendo mención a Las crónicas de Narnia nos lleva a una discusión importante.
Nancy: Al pensar en esa historia, viene a mi mente una escena importante en la vida del Señor Jesús. La tentación de Cristo tiene algunos paralelos con la tentación de la Bruja hacia Edmund, pero afortunadamente, la tentación de Cristo tuvo un resultado muy diferente. Así que quiero pedirles, si tienen ahí sus Biblias, que busquen el Evangelio de Mateo, capítulo 4.
Ahora, la tentación de Cristo se narra en los tres Evangelios que llamamos sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), y estaremos yendo y viniendo entre ellos en esta sesión, pero principalmente vamos a seguir la narrativa de Mateo en el capítulo 4. Comencemos en el versículo 1:
«Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, entonces tuvo hambre. Y acercándose el tentador, le dijo: “Si eres Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en pan”» (vv. 1-3).
Vamos a detenernos aquí para hacer algunos comentarios. «Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto». Entonces, en el Evangelio de Marcos, dice «inmediatamente», entonces ¿Inmediatamente después de qué? ¿Después de qué?
Bueno, como sabemos, y vimos en la última sesión, que este pasaje es precedido por el bautismo de Jesús. Él había ido al río Jordán para ser bautizado por Juan. Tuvo esta experiencia asombrosa en la que Juan lo reconoce como «¡el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!» (Jn. 1:29). Jesús fue bautizado por Juan, y hubo una voz del cielo que decía: «Este es mi hijo amado en quien me he complacido» (Mt 3:17).
Fue una experiencia increíble, una experiencia superior. Luego, inmediatamente, justo después de esa vivencia, muy cerca a Su bautismo, viene la experiencia de la tentación en el desierto.
Hace mucho tiempo leí a un escritor que dijo una frase que no he olvidado: «Después de la bendición viene la batalla». Después de la bendición de alguna experiencia viene la batalla. ¿No pasa así frecuentemente en tu experiencia espiritual?
Tienes esta «experiencia» con Dios; esta gran victoria espiritual; esta vivencia íntima con Cristo en tu caminar espiritual con Él; y luego, al día siguiente, o a la siguiente hora o minutos, o en la próxima etapa de tu vida, te encuentras en el desierto siendo tentada, siendo atacada por Satanás, luchando de arriba a abajo. Puede suceder muy rápido.
Déjame decirte que no debería sorprendernos. Estas experiencias suceden y debemos estar preparadas para ellas. No es sorprendente que el diablo esté involucrado en esta tentación.
Dice que «Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo». El relato que hace Marcos, nos dice que el diablo se llama «Satanás», el enemigo personal de Cristo, el enemigo implacable de Dios y de todo el que le sigue.
Podemos ver, que desde el Jardín del Edén, cuando Satanás logró que Adán y Eva se rebelaran contra la autoridad de Dios, a Satanás se le había permitido ejercer cierto control sobre esta Tierra. Sin duda él era consciente de esto, aunque no es omnisciente, no lo sabe todo, pero sin duda era consciente de que el Hijo de Dios había venido a la tierra treinta años antes en carne humana, para redimir a los hombres caídos y reconciliarlos con Dios.
Pienso que es probable que él haya escuchado a los ángeles cantar y a los pastores en el campo, esa noche cuando Jesús nació en Belén, decir: «Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes Él se complace» (Lucas 2:14). Apuesto a que Satanás escuchó eso. Sospecho que también escuchó en el bautismo de Jesús cuando el Padre afirmó al Hijo y le dijo: «Este es mi hijo amado». Él sabía lo qué estaba pasando.
Y sabía que su dominio sobre los corazones de los hombres y los reinos de esta tierra estaban a punto de ser desafiados. Verás, si Jesús tenía éxito en su misión, Satanás sabía que sería derrotado. Y Satanás recordó la maldición en el jardín miles de años antes, donde Dios había dicho: «La simiente de la mujer te herirá [o te aplastará] la cabeza» (ver Génesis 3:15). Sabía que estaba condenado.
Estaba siendo amenazado y no podía simplemente cruzarse de brazos y dejar que Jesús iniciara su ministerio y asaltara su fortaleza, su dominio, sin intentar desafiarlo. Por eso no debe extrañarnos que se hubiera producido este ataque. Y déjame decirte que no es sorprendente cuando los ataques llegan a nuestras vidas.
Si eres una seguidora de Cristo, Satanás sabe que te está perdiendo y que vas a influenciar a otros para que sigan a Cristo. Entonces, después de comprender cuán maravilloso es Cristo, tal vez después de un día memorable, no debe sorprendernos que haya pruebas y tentaciones. Recuerda quién está detrás de todo eso. Recuerda que él es tu enemigo y no tienes que ceder ante él. Hoy veremos cómo Jesús trató con el tentador.
Ahora, dice que fue «tentado por Satanás, el diablo», pero también señala, en el versículo 1 que fue «llevado por el Espíritu» al desierto. Aquí está Jesús, el amado Hijo de Dios, llevado al desierto para ser tentado por el diablo, ¿y quién lo está guiando allí? El Espíritu Santo. El hecho de que Él era el Hijo de Dios, que fue totalmente obediente a Dios, que nunca pecó, que no hizo nada malo, no lo eximió de ser probado. No lo eximió de experimentar tentaciones muy, muy difíciles.
Déjame decirte que esta tentación era parte del plan de Dios. Satanás puso la tentación allí. Él fue tentado por el diablo, porque Dios no tienta a ningún hombre. Pero Dios lo puso en el lugar donde sería tentado por el diablo, porque era necesario que Jesús enfrentara esta tentación, la atravesara, la soportara y la venciera para poder representarnos como nuestro Salvador.
Así que recuerda eso. Cuando eres tentada, el diablo puede estar involucrado, pero recuerda que el Espíritu Santo puede llevarte a ese lugar, y el mismo que te guió a ese lugar, te guardará y protegerá en medio de esa situación.
Ahora, piensa en el escenario de esta tentación. Jesús está en un desierto seco y árido. Hace cuarenta días que no come. El relato de Marcos nos dice que está rodeado de fieras. Es interesante esa pequeña línea allí: «y estaba entre las fieras» (1:13). No me gustan las bestias salvajes… ¡Ni siquiera me gustan mucho los animales domésticos!
Este es un lugar peligroso. Es un lugar árido. Es una tentación larga, extensa y prolongada. Él está desolado; está aislado. No hay compañía humana, ni compañerismo, ni estímulo humano. Y a lo largo de estos cuarenta días Él está siendo bombardeado por la tentación, bombardeado por el diablo.
Ahora, compara este escenario con el de miles de años atrás en el jardín del Edén, donde Adán y Eva fueron tentados por el diablo. ¿Qué tipo de ambiente tenían? Bueno, ellos tuvieron un ambiente perfecto, un ambiente ideal, un jardín frondoso, abundancia de comida, el compañerismo de tener una pareja. Jesús no tuvo nada de eso y, sin embargo, en el momento de Su tentación, logró decir «no» al enemigo y «sí» a Dios.
Ahora, es importante que tengamos presente el contexto cósmico y el trasfondo de la tentación de Jesús en el desierto. Satanás siempre ha querido sentarse en el trono de Dios. Así que esta lucha de poder existe desde el momento en que Satanás lo intentó por primera vez y fue expulsado del cielo.
En el desierto, Satanás intenta usurpar la autoridad de Cristo engañándolo para que se someta a su voluntad. Pero, Jesús no se someterá a ninguna autoridad excepto la del Padre, y Jesús vence a Satanás invocando otra autoridad sobre Satanás y es la autoridad de la Palabra de Dios. Veremos esto mientras estudiamos la primera tentación en el versículo 3. Dice:
«Y acercándose el tentador, le dijo: Si eres Hijo de Dios, ordena a estas piedras que se conviertan en pan. Pero Jesús respondió: “Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”» (vv. 3-4).
¿Cuál era la tentación aquí? Esta tentación intentaba satisfacer sus necesidades temporales, físicas e inmediatas, independientemente de Dios. Se trata de elevar las necesidades y deseos físicos y materiales por encima de los espirituales, de vivir para lo temporal, el aquí y ahora en lugar de lo eterno.
Es la tentación que enfrentamos de satisfacer nuestras necesidades a nuestra manera, en lugar de la de Dios. Fue una tentación de buscar satisfacer sus necesidades, las necesidades de Jesús, a su manera en lugar de la de Dios. Tenemos deseos sexuales; la necesidad de compañía, necesidades materiales.
Tenemos muchas necesidades como criaturas humanas, y esas necesidades no son malas en sí mismas. No es malo tampoco satisfacerlas. La tentación es satisfacerlas a nuestra manera, en lugar de a la manera de Dios, tomar el asunto en nuestras manos, resolver nuestros problemas a nuestra manera y en nuestro tiempo, en lugar de esperar a que Dios satisfaga nuestras necesidades.
Pero luego viene esa segunda tentación en el versículo 5:
«Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, y lo puso sobre el pináculo del templo y le dijo: “Si eres Hijo de Dios, lánzate abajo, pues escrito está: A sus ángeles te encomendará, en las manos te llevarán, no sea que tu pie tropiece en piedra”» (vv. 5-6).
Satanás está diciendo: «¿Estás seguro de que se puede confiar en Dios?». Exigir que Dios demuestre que Sus promesas son verdaderas es una tentación. Satanás incluso usa la Palabra de Dios en esta tentación. Las dos cosas que él dice allí: «Pues Él dará órdenes a Sus ángeles acerca de ti, y en sus manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra», esas son las Escrituras. De hecho, está citando el Salmo 91, los versículos 11-12.
¿Te imaginas a Satanás usando las Escrituras para tentarnos a pecar? Es interesante que al citar el Salmo 91, no solo lo cita incorrectamente (porque no lo cita con exactitud), sino que también omite el versículo 13 del Salmo 91 que dice: «Sobre el león y la cobra pisarás; pisotearás al cachorro de león y a la serpiente» De hecho, ese pasaje, Salmo 91, predice la destrucción de Satanás: el aplastamiento de la serpiente. Satanás no citó esa parte. Lo citó selectivamente.
Bueno, Jesús supo cómo utilizar las Escrituras para vencer a Satanás, y en el versículo 7 dice:
«También está escrito: “No tentarás al Señor tu Dios”». Otra vez el diablo lo llevó a un monte muy alto y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos. Y él le dijo: «Todo esto te daré, si te postras y me adoras» (vv. 7-9).
Así que, ¿cuál fue la tercera tentación? ¿Cuál es esta tercera tentación? Satanás intenta recibir para sí la adoración que le pertenece a Dios. Entonces le muestra a Jesús los reinos temporales y los centros de poder de este mundo. Le ofrece a Jesús poder, control, gloria. ¿No nos ofrece también esas cosas a nosotras en nuestros hogares y en nuestros lugares de trabajo? «Quiero poder. Quiero control. No necesito todo el poder sobre el mundo entero, solo poder sobre mi situación ahora mismo».
Él ofrece gloria. «Quiero que me vean, que me reconozcan, que me recuerden». Él ofrece estas cosas a cambio de algo, a cambio de adoración, sumisión, de servicio, porque todo tiene un precio.
Ahora, Satanás le está ofreciendo a Cristo lo que sabía que en última instancia le pertenecía a Cristo: autoridad sobre todos los reinos de este mundo. ¿Quién es el rey y gobernante supremo del mundo entero? Cristo. Pero Satanás le ofreció a Jesús un atajo que eliminaría la cruz. «Puedes tener estas cosas sin sufrir. Puedes tener estas cosas sin morir». Es una tentación el adquirir lo que Dios quería que Él tuviera, por otro medio distinto al plan de Dios.
Bueno, Jesús le dice en el versículo 10:
«¡Vete, Satanás! Porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás y solo a Él servirás”» (v. 10)
El versículo 11 nos dice: «El diablo entonces lo dejó».
Por otra parte, cuando vemos el relato de Lucas, recordamos que no fue la última vez que Satanás tentó a Jesús. Permíteme leerte lo que dice Lucas el versículo 13 del capítulo 4: «Cuando el diablo hubo acabado toda tentación, se alejó de Él esperando un tiempo oportuno». Él regresaría, y regresará a tu vida hasta el día en que sea vencido finalmente, cuando sea desterrado, cuando su poder termine por completo.
Pero regresando a Mateo 4, versículo 11, dice, y me encanta esta frase aquí: «y al instante, unos ángeles vinieron y le servían». En el momento adecuado, Dios envió provisión sobrenatural para Su Hijo, y quiero recordarte que Él enviará provisión para ti, justo lo que necesitas y cuando lo necesites.
De hecho, Hebreos 1 nos dice que Dios envía ángeles para ministrar a los creyentes. Nunca he visto uno. No puedo decirte exactamente en qué momento han estado allí, pero sé que la Palabra de Dios dice que Sus ángeles son siervos enviados para ministrarnos y ayudarnos.
Permíteme señalar aquí un par de puntos de aplicación práctica para nosotras.
La primera, Jesús enfrentó a Satanás y fue tentado como hombre. Él no usó Sus poderes divinos para vencer la tentación. Si lo hubiera hecho, diríamos: «Bueno, seguro que Él puede vencer la tentación; Él es Dios, pero yo no soy Dios». Jesús venció al enemigo como hombre, como ser humano. Utilizó los mismos recursos que están disponibles para ti y para mí hoy. ¿Cuáles fueron esos recursos?
- El Espíritu Santo, quien lo condujo allí.
- La oración, recuerda que en Su bautismo vimos que Él estaba orando cuando fue bautizado, la oración a Su Padre.
- Lagracia de Dios, que está al alcance de aquellos que se humillan, claman y reconocen que necesitan a Dios.
- La Palabra de Dios: la Espada del Espíritu, el arma contra el enemigo. Estos eran versículos que Él había aprendido cuando era niño y al crecer como hombre. Él había meditado en ellos y luego los aplicó en el momento preciso en que necesitaba usarlos, de la misma manera que nosotras lo hacemos cuando luchamos contra la tentación.
Él luchó contra la tentación como hombre usando los mismos recursos que tenemos a nuestra disposición.
En segundo lugar: debido a que Jesús pasó esta prueba en el desierto, Él puede ayudarnos cuando somos tentadas. Cuando somos probadas, cuando somos asaltadas por el maligno, Él puede venir en nuestra ayuda.
Voy a leer algunos versículos del libro de Hebreos. Estoy tomando varios del capítulo 2 y del capítulo 4, pero permíteme unirlos porque son tan ricos, tan preciosos. ¡Son maravillosas promesas!
Hebreos nos dice:
«Pues por cuanto él mismo fue tentado en el sufrimiento, es poderoso para socorrer a los que son tentados» (Heb. 2:18).
«Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino Uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado» (Heb. 4:15).
Él es el Cristo incomparable. Fue tentado pero sin pecado.
Así que, el versículo 16 de Hebreos 4 dice:
«Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna».
Vemos esa palabra ayuda dos veces en esos versículos. «Él puede ayudar a los que están siendo tentados». «Él nos dará gracia para ayudarnos en nuestro momento de necesidad».
Busqué esa palabra en el idioma griego original. Es una palabra que se usa para describir una cuerda o cadena que se usa para mantener unido un barco, una embarcación que está desarmándose. Se llama «amarrar una embarcación». Se amarra alrededor de la embarcación y así mantenerla entera, en una sola pieza.
Es la misma palabra que se usa en Hechos capítulo 27, cuando el apóstol Pablo estaba en este barco yendo a Roma y se levantó una gran tormenta, y el barco iba a naufragar. Dice que: «Usaron amarras para sujetar la nave» (v. 17). Esa palabra amarras es la misma palabra ayuda. «Él puede ayudar a los que están siendo tentados».
He llegado a amar esta imagen porque cuando nuestra pequeña «nave» está siendo sacudida por una tormenta y sentimos que estamos en peligro de desmoronarnos por el ataque del maligno, al ser tentadas y probadas, Jesús es el único que nos mantiene unidas, que nos sostiene, que nos apoya. Él puede hacerlo, Él puede ayudarnos, Él puede mantenernos cohesionadas, porque sabe lo que es ser tentado y se probó a Sí mismo sin haber cedido jamás a la tentación.
Quizás has escuchado de John Milton, que fue un poeta inglés del siglo XVII, mejor conocido por su poema épico El paraíso perdido. Cuenta la historia de la caída de Adán y Eva en el jardín del Edén. Hay una obra menos conocida de John Milton, una secuela, que se llama El paraíso recuperado (Paradise regained). Esta es la historia de la tentación de Jesús en el desierto. Muestra cómo Jesús deshizo la obra de Satanás al pasar la prueba que Adán y Eva fallaron.
El paraíso se perdió porque Adán y Eva cedieron al tentador. Ellos se rebelaron contra Dios, y así el hombre cayó, y el pecado entró en el mundo, y también la muerte eterna y la separación de Dios. Ese es el paraíso perdido.
Pero el paraíso ha sido recuperado porque Cristo resistió y venció al tentador. Él se negó a ceder un milímetro de terreno a Satanás. Se sometió a Dios y, como resultado, levantó a la humanidad caída y nos dio vida eterna y reconciliación con Él.
La película La pasión de Cristo, comienza con una intensa escena en el Huerto de Getsemaní. Ahora, aunque esta escena asume bastantes libertades con relación al relato bíblico, puede mostrar lo que creo que es una imagen precisa del drama cósmico que se estaba desarrollando, tanto en la tentación del desierto tres años antes, como en el momento cuando Jesús estaba a punto de rendir Su vida por el pecado del mundo en el Huerto de Getsemaní.
En esa escena, en La Pasión de Cristo, cuando Jesús derrama Su alma en oración a Su Padre en el Huerto, Él es tentado y probado por una personificación de Satanás. Satanás lo tienta a dudar de Dios, a aferrarse a Su vida y, a medida que aumenta la tensión, una serpiente se desliza hacia Jesús, que yace postrado en el suelo clamando a Dios.
Al final de la angustiosa escena, Jesús se levanta, decidido a hacer la voluntad del Padre, y luego aplasta a la serpiente bajo Sus pies; una referencia, por supuesto, a la profecía del capítulo 3 de Génesis sobre el Mesías prometido, donde se dijo que «la serpiente le heriría el talón, pero la Simiente de la mujer heriría la cabeza de la serpiente» (ver v. 15).
Cuando Jesús se negó a ceder a la tentación de Satanás en el desierto, y nuevamente en el Huerto de Getsemaní, Él notificó a todos los poderes del cielo y del infierno que Él era el Señor soberano, y que no se inclinaría ante Satanás.
Allí, en el desierto y nuevamente en el Jardín de Getsemaní, Cristo le dio a Satanás un golpe tras otro, cada vez apuntando a ese golpe final y fatal en la cruz, y al destierro definitivo de Satanás al final de esta era.
Como dice Milton: «Al vencer la tentación, Jesús recuperó el Paraíso perdido» ¿No es este un motivo para alegrarse? Debido a que Él venció la tentación, nosotras también podemos vencer la tentación. Debido a Su victoria sobre el tentador, un día seremos libres del tentador y de toda tentación.
Como dice Pablo en Romanos capítulo 16, versículo 20: «El Dios de paz aplastará pronto a Satanás debajo de los pies de ustedes. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con ustedes».
¿Amén?
Débora: Amén. Cuando Jesús enfrentó la tentación en el desierto, había mucho en juego. Nancy DeMoss Wolgemuth ha pintado un cuadro de la batalla de nuestro Salvador contra el mal mientras ayunaba cuarenta días. Este mensaje es parte de la serie llamada «Incomparable: La Persona de Cristo».
Nancy plasmó estos mensajes en su libro más reciente, Incomparable: 50 días con Jesús. Es un libro profundo de lecturas diarias que te ayudará a reconocer aspectos de la vida de Jesús que quizás nunca antes hayas considerado. Mientras lees este libro en las semanas previas a la Semana Santa, celebrarás con una nueva apreciación de quién es Cristo.
Nos encantaría que obtengas una copia de este nuevo libro de Nancy. No es demasiado tarde para unirte a nosotras a mitad de camino. Puedes leer el libro en cualquier época del año. La guía de lectura que acompaña este recurso es para esta primavera mientras nos aproximamos a celebrar Semana Santa y durante hasta una semana después. Si aún no has adquirido «Incomparable», el nuevo libro de Nancy, puedes obtenerlo visitando avivanuestroscorazones.com.
¿Es Jesús verdaderamente Dios? ¿Pensar en esto importa? Nancy DeMoss Wolgemuth dice que, si Jesús no fuera completamente Dios, nuestra fe sería en vano. Descubre por qué en el próximo episodio en Aviva Nuestros Corazones.
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