Verdad para combatir la depresión, día 1
Dannah Gresh: Shona Murray comparte con nosotras una ilustración de cómo podemos acercarnos a la Palabra de Dios cuando estamos ansiosas.
Dra. Shona Murray: Sería como llegar a un gran lago luego de días sin beber agua… La tentación es beber a borbotones –y terminas más empapada que saciada. Es mejor enfocarte en un versículo y entenderlo que intentar abarcar demasiado sin entender nada. Ven a la Palabra de Dios con tu pequeña porción y dile: «Señor aliméntame hoy».
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Sabías que las Escrituras hablan mucho sobre nuestras emociones –especialmente sobre la ansiedad y la depresión? Estoy tan agradecida de que el Señor nos ha dado todo lo que necesitamos para poder enfrentar este tipo de situaciones.
En la serie que estuvimos transmitiendo en los dos episodios anteriores, hablamos sobre …
Dannah Gresh: Shona Murray comparte con nosotras una ilustración de cómo podemos acercarnos a la Palabra de Dios cuando estamos ansiosas.
Dra. Shona Murray: Sería como llegar a un gran lago luego de días sin beber agua… La tentación es beber a borbotones –y terminas más empapada que saciada. Es mejor enfocarte en un versículo y entenderlo que intentar abarcar demasiado sin entender nada. Ven a la Palabra de Dios con tu pequeña porción y dile: «Señor aliméntame hoy».
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Sabías que las Escrituras hablan mucho sobre nuestras emociones –especialmente sobre la ansiedad y la depresión? Estoy tan agradecida de que el Señor nos ha dado todo lo que necesitamos para poder enfrentar este tipo de situaciones.
En la serie que estuvimos transmitiendo en los dos episodios anteriores, hablamos sobre la depresión en los adolescentes. Se titula, Los adolescentes y la depresión, y la puedes encontrar en avivanuestroscorazones.com o en nuestra aplicación. Pero, sabemos que los principios de los que estuvimos hablando se aplican a personas de cualquier edad, así que hoy y mañana estaremos escuchando sobre esto.
Aquí está Dannah Gresh para dar inicio a la conversación de hoy y mañana, titulada, Verdad para combatir la depresión.
Dannah: Disfrutamos tanto nuestra conversación anterior con los doctores David y Shona Murray, que los invitamos a permanecer con nosotras para hablar de cómo las mujeres podemos combatir la ansiedad y la depresión en nuestras vidas. ¡Bienvenidos de nuevo!
Dr. David Murray: ¡Gracias!
Dra. Shona Murray: ¡Gracias, Dannah, qué bueno conversar contigo!
Dannah: David, este es el plan: Shona y yo tendremos nuestra pequeña charla hoy, y entonces tú podrás unirte a nosotras en el programa de mañana, ¿está bien?
Dr. David: Sí, no hay problema. Quiero escucharlas y luego poder hablar más sobre el tema.
Dannah: Entonces, Shona, hoy me gustaría hablar contigo sobre cómo podemos ayudarnos a nosotras mismas; porque, como mujeres, también luchamos contra la ansiedad y la depresión –no solo nuestros hijos. ¿Es eso cierto? ¿O estoy sola en esto?
Dra. Shona: No, Dannah, no estás sola. Es algo muy común en las mujeres, y lo ha sido por siglos. Pero ahora es mucho más obvio. La gente es mucho más abierta y está más dispuesta a hablar sobre esto. En mi propia vida –cuando tenía alrededor de quince años– experimenté mi primer ataque de depresión y ansiedad, sin embargo, no lo reconocí en ese momento. Fue probablemente simultáneo con la pubertad. Luego ocurrió nuevamente cuando tuve a mi cuarto hijo, durante el embarazo. Y sé que es muy común durante la menopausia. La parte hormonal es realmente importante, y tal vez esto es lo que hace a las mujeres únicas en este aspecto.
Más de doce millones de mujeres en los Estados Unidos experimentan una depresión clínica cada año. Una de cada ocho mujeres podrían sufrir de depresión durante su vida.
Dannah: Eso es mucho.
Dra. Shona: El grupo más común está probablemente entre los veinticinco y los cincuenta años de edad.
Dannah: Recuerdo cuando tuve a mi primer bebé. Pensé que estaba perdiendo la cabeza o que no me gustaba ser madre porque, especialmente durante la noche, me sentía muy sola; sentía pánico. Después de alimentar al bebé, ¡me iba al baño, me sentaba y me ponía a llorar! Pensaba: «¡Mi vida nunca será la misma, y hay algo en mí que no está bien!» Y así sufrí por muchos meses!
Bueno, después comencé a amar a mi bebé, a amar la maternidad. Tuve mi segundo bebé… ¡Y de nuevo me encontraba en el baño llorando en medio de la noche! Fui al doctor, y el doctor me dijo: «Estás experimentando una depresión postparto».
Me quedé como: «¡Gracias! ¡Son las mejores noticias que he escuchado!» Yo necesitaba saberlo, «esto es real…y podemos ayudarte».
Dra. Shona: Es irónico, ¿no es cierto? Cuando te enteras de que es real, eso te da la esperanza de que no estás perdiendo la cabeza.
Dannah: Así es, no estaba perdiendo la cordura. Me recuperé. Tomó unos pocos meses. ¿Cómo fue tu historia, Shona?
Dra. Shona: Mencioné que tenía quince años. Luché por un tiempo pensando que mi problema tenía que ver con mi seguridad, sobre todo de salvación. No sentía la presencia de Dios y estaba luchando con eso. Pero lo superé, y nunca se lo atribuí a la depresión. Pero volviendo atrás, sé que se trataba de eso.
Pero cuando estaba esperando a mi cuarto hijo, tenía dos niños; uno de cinco y otro de seis, y una niña de año y medio, yo tenía alrededor de dos o tres meses de embarazo. Los educaba en casa, David era pastor. Estábamos en una nueva congregación, habíamos pasado por la división de nuestra iglesia denominacional. Y emocionalmente me sentía «al borde de un abismo».
Comencé a tener pensamientos muy oscuros, lloraba mucho. No tenía sentido del humor. Empecé a perder el apetito. No me podía concentrar en mis devocionales diarios. Y entonces una noche en particular, estaba sentada leyendo, tratando de relajarme, cuando de repente sentí terror y miedo. Sabía que no tenía ningún problema físico.
Con el tiempo esto ocurrió una y otra vez. Pensé: «¡Esto es lo que la gente describe como un ataque de pánico!»—excepto que, esto no era por dos o tres minutos. A veces esto duraba todo el día, mi corazón latía fuertemente y me sentía asustada sin ninguna razón.
Trabajaba medio tiempo en medicina familiar. Cuando algunos de mis pacientes empezaban a describir sus sentimientos de depresión y ansiedad, por primera vez en mi vida comencé a reconocer estos signos en mí misma, así que esto ya no era un análisis objetivo de alguien más, era como mirarse en un espejo y ver un reflejo de mi propio mundo interior y emocional. ¡Era aterrador!
Dannah: Sí, me parece algo irónico que a pesar de que eres doctora, tuviste dificultades para identificar esto en ti misma. ¿Qué nos dice esto? ¿Cuándo nos sentimos mal, tal vez deberíamos contarle a alguien que pueda ser un poco más objetivo con lo que está ocurriendo en nuestra mente y en nuestros cuerpos?
Dra. Shona: Sí, así es. Si eres una persona emprendedora y tienes una actitud positiva ante la vida, y eres energética, tiendes a culparte a ti misma, es una de las características de la depresión.
Así que lo que empecé a hacer fue culparme a mí misma. Esa voz interior, esa crítica interior, estaba diciendo: «¡Eres perezosa! ¡Necesitas esforzarte más! Necesitas hacer esto, necesitas hacer aquello». Y esa culpa llegó a ser una gran parte de eso.
Pero lo que realmente me llevó al límite, fue que de repente sentí una pérdida total de conexión con Dios –en la Biblia, en los sermones, en la oración. Sentía que Dios estaba lejos. Sentía como si no le importara a Dios, ¡tal vez Él era mi enemigo! Tenía pensamientos acerca de Dios que nunca había tenido antes en mi vida, muchas interrogantes, ¡Eso me molestaba mucho!
Era preocupante, era estresante. Mi solución fue leer más y más Escritura, orar más. Eso estaba agotando mi mente. Empecé a leer más y más libros, como Depresión Espiritual por Martin Lloyd-Jones. Leí algo sobre la vida de John Bunyan también, y otros libros como esos, tratando de encontrar ayuda, ¡pero era agotador! ¡Así que estaba agotando mi mente aún más!
Dannah: Sí, lo cual nos indica que la depresión en ocasiones es muy física. Necesitamos descansar, hacer ejercicio, alimentar nuestros cuerpos con alimentos nutritivos, en lugar de una dieta de carbohidratos que tanto nos gusta. De hecho, la última vez que los invitamos al programa hablamos de estos consejos prácticos.
Pero hoy quiero hablar acerca de, ¿cómo usamos la Palabra de Dios? Porque estás diciendo, «yo no podía pensar». Recuerdo que tuve un tiempo difícil en mi matrimonio donde abrir mi Biblia era muy confuso. Sentía como si mi mente estuviera nublada cuando trataba de escudriñar la Palabra. Sin embargo, sabía que necesitaba la Palabra de Dios. Me parece que tú también lo sentías.
Entonces, Shona, ¿cuál fue tu solución? ¿Cómo empezaste a leer la Palabra y lograste que fuera una herramienta efectiva en la batalla contra la depresión?
Dra. Shona: Bueno, pienso que lo que me ayudó mucho (y les recomiendo a todas que lo hagan) es pedirle ayuda a alguien que te conozca bien. Tuve el privilegio de tener a mi padre que había sido pastor por muchos años. Él me conocía bien mientras crecía. Fuimos muy unidos, especialmente en el área espiritual. Y David, mi esposo era pastor, y obviamente, también éramos muy unidos espiritualmente.
Ellos podían ver que en mi caso el problema no era espiritual, aunque en gran parte yo se lo atribuía primariamente al área espiritual. Ellos podían ver que el problema era cansancio, porque intentaba hacerlo todo, tratando de complacer a todo el mundo, tratando de ser todo.
Y pensaba: «Dios quiere que sea la mejor en todo lo que pueda, para Su gloria». Recuerdo que literalmente me dije esto a mi misma: «¡Quiero dedicarme al servicio de Dios!» Bueno, cuando tocas fondo Dios te muestra: «Tú no puedes unir dos pensamientos espiritualmente sin Mí».
Y leer la Escritura o tratar de leer más y más y más, es como tratar de tirar de un bote salvavidas hacia ti, en lugar de soltarte y dejar que la tripulación del barco te tire el salvavidas a ti y sobre ti.
Entonces yo diría esto: Empieza a leer porciones pequeñas cada día, un versículo, tal vez un salmo, o dos versículos de algún pasaje alentador de la Escritura, y ora muy brevemente. Y repasa el mismo versículo cada día y no pienses: «Si no leo diez versículos, o si no leo un capítulo, no es un devocional».
Es mejor enfocarse en un versículo y entenderlo, a intentar abarcar demasiado sin entender nada. Es como un alma sedienta. Llegas a un lago grande, y quizás llevas días sin beber agua. La tentación es beber a borbotones, y terminas más empapada que saciada de la sed.
Ven a la Palabra de Dios con tu pequeña porción y dile: «Señor, esto es lo que tengo. Aliméntame de esta porción hoy». Escoge uno o dos versículos y haz de esto una práctica diaria y pídele al Señor: «¡Ayúdame! Derrama Tu Espíritu en mi corazón y bendice lo que he leído» Puedes escribirlo en una tarjeta o en un pedazo de papel y enfocarte en ese versículo todo el día. No trates de escalar el Everest cuando apenas puedes levantarte de la cama.
Dannah: Probablemente este no es el momento para hacer un estudio inductivo sobre el libro de Apocalipsis.
Dra Shona: Absolutamente no. O de Ezequiel, o Daniel, o así por estilo…
Dannah: Pero este es el momento para vivir la Escritura, y la Escritura nos dice que debemos darle descanso a nuestros cuerpos. Nos instruye a descansar semanalmente, y Dios nos dio el ejemplo cuando descansó después de crear la tierra.
Pienso en el tierno llamado de Cristo en Mateo 11:28-30: «Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar. Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas. Porque Mi yugo es fácily Mi carga ligera».
La Escritura nos dice: «¡Toma el yugo! Tengo trabajo para ti. ¡Eres parte del equipo de la gran comisión! Eres parte de la obra que hay que hacer para el reino, así que toma ese yugo». ¡Pero, escucha, si lo estás haciendo de una manera que no está funcionando bien, puedes poner el yugo sobre ti todo lo que quieras, pero no vas a poder levantarte y llevarlo!
Dra. Shona: Así es, porque nuestros cuerpos han sido comprados con sangre, así como nuestras almas, y nuestras almas viven en nuestros cuerpos, entonces debemos cuidar de nuestros cuerpos porque son el templo del Espíritu Santo, para que podamos crecer espiritualmente, físicamente, emocionalmente y mentalmente.
Pienso que en ocasiones no vemos el hecho de que el amor de Cristo se extiende a nuestros cuerpos, así como también a nuestras almas. Él nos lo dio desde la creación: «y reposó en el día séptimo». (Ver Gen. 2:2; Hebreos 4:4) Él nos dio el cuarto mandamiento (Ver Éxodo 20:8-11).
Él nos dio Su ejemplo cuando estuvo en la tierra, donde Cristo se apartaba, aún de la gente. Este Hombre que pasaba sus días sanando, ministrando, enseñando a la gente, Él mismo se apartaba de la gente. (Ver Juan 13:14). Y si el mismo Señor Jesús tuvo que hacer eso, entonces ¿cuánto más nosotras? Y la revelación más grande que podemos tener es entender que nosotras dependemos totalmente del Señor Jesús.
Dannah: Siempre digo que la razón por la cual guardo el sábado (y siempre tengo que «revisar» cómo lo hago, porque soy adicta al trabajo) es en parte para recordarme a mí misma, que no creé este mundo y ¡seguirá girando sin mí!
La mentalidad que las mujeres tenemos del trabajo –y el perfeccionismo en nuestro trabajo– nos lleva a este cansancio y a esta carga. Me parece que mi testimonio para Cristo se ve realmente obstaculizado cuando no estoy trabajando desde un lugar de descanso porque no es auténtico, no es gozoso, no es energético ni creativo. Es agotador y obligatorio. Cuando la gente ve eso, no ve el poder de Cristo en mí. Ellos ven que me estoy agotando a mí misma.
Dra. Shona: Así es, y esa es una buena observación. Si estás agotada, si ya no sientes gozo, esa es una señal de alarma. Con todo esto no me estoy refiriendo a las personas que no están comprometidas con servir al Señor, sino a aquellas personas que están comprometidas consigo mismas.
Estoy hablando de las mujeres que realmente quieren vivir para el Señor con todo su corazón, que diariamente hacen todo lo que pueden. Es alarmante cuando pierdes el gozo y el entusiasmo.
Y una de las cosas claves que debemos tener en cuenta es: «¿Estoy durmiendo lo suficiente?» Porque muchas veces como madres, o como mujeres, podemos quedarnos hasta tarde arreglando la casa y haciendo todo tipo de cosas.
El sueño es un regalo de Dios. Él lo da, nos ordena descansar. Y cuando decimos: «¡no necesito dormir tanto, realmente quiero trabajar más horas durante el día!» En realidad nos estamos rebelando en contra de la manera en que Dios nos diseñó.
Así que dormir temprano, tener una buena rutina de sueño, es primordial, expresando la confianza de que el Señor cuidará de Su mundo mientras yo duermo. Él también se encargará de las cosas que yo no pueda terminar de hacer. Mi mente, mi cuerpo y mi alma serán refrescados con un buen sueño, porque el cansancio nos lleva al agotamiento.
Dannah: Bueno, ¡la Dra. Shona nos está dando un permiso especial para detenernos y descansar! Ella no solo es una mujer que está compartiendo con nosotras su testimonio de cómo enfrentó la depresión, es una doctora que nos está diciendo: «¡Ustedes necesitan descansar!»
¡Shona te veo algo apenada mientras digo esto!
Dra. Shona: Intentaré tomar regularmente mi propia medicina en mi día a día, porque quiero enfatizar esto, Dannah, ¡esta es una batalla de toda la vida para todas nosotras! Mientras estemos en este mundo estaremos en una batalla contra nuestros propios aguijones en la carne. Así que lo que necesitamos hacer es reconocer lo que es, pedir la ayuda de Dios y combatirlo cada día.
Dannah: Así es, gracias Shona.
La Dra. Shona Murray ha estado compartiendo con nosotras cómo podemos combatir la ansiedad y la depresión en nuestras vidas. Y de hecho, aplica a cualquier dificultad que estemos enfrentando. Necesitamos correr al Señor y a Su Palabra para aconsejar nuestros corazones de acuerdo a la verdad –así como Nancy DeMoss Wolguemuth nos lo ha dicho muchas veces.
Algunos pasajes claves en nuestra lucha contra la depresión son los Salmos 42 y 43. En estos vemos que el salmista se encuentra en una situación desesperante. Él está deprimido, está abatido, y dudando. ¿Te has sentido o te sientes así? En una ocasión Nancy enseñó sobre estos salmos y quisiera que recordáramos algunas de las verdades que ella compartió con nosotras. Escuchemos.
Nancy: Hoy quiero que veamos que el salmista no solo le habla a Dios, ¡sino que se habla a sí mismo! Él aconseja su propio corazón de acuerdo a la verdad que él conoce, aunque en ese momento sus emociones le están gritando: «¡No puede ser verdad!»
Hay un coro que se repite tres veces en este pasaje, en el versículo 5 del Salmo 42, el versículo 11, y luego por último en el versículo 5 del Salmo 43. Voy a leerlo, y ustedes verán, que el salmista en realidad está hablando consigo mismo, él aconseja su corazón.
Él dice en el versículo 5:
«¿Por qué te desesperas, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí?»
Lo que él se está diciendo es: «¿Por qué estás deprimido?» «¿Por qué te desesperas?» «¿Por qué te turbas? ¿Por qué estás preocupado, temeroso y dudando? ¿Por qué?» Él se hace la pregunta a sí mismo.
Luego él se aconseja diciendo: «Espera en Dios». Él no está aconsejando a otra persona (llegará el momento en el que pueda decirle eso a otra persona). Pero él se lo está diciendo a sí mismo: «¡Alma! ¡Espera en Dios! Sí, yo sé que parece que no hay ninguna esperanza. Sí, yo sé que las circunstancias son abrumadoras. Sí, parece como si estos problemas no fueran a terminar. ¡Sí, yo sé que no hay nadie alrededor que te anime y te aliente, ¡Te sientes muy sola! Sin embargo, ¡espera en Dios!» Así es como él se aconseja a sí mismo.
Luego él dice:
«...pues he de alabarle otra vez por la salvación de Su presencia».
Versículo 11: «¿Por qué te desesperas, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, pues lo he de alabarle otra vez. ¡Él es la salvación de mi ser, y mi Dios!»
Y luego, una tercera vez, versículo 5 del Salmo 43:
«¿Por qué te desesperas, alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, pues lo he de alabar otra vez. ¡Él es la salvación de mi ser, y mi Dios!»
Ahora, tal vez estés pensando (yo lo he hecho mientras he meditado en este pasaje), ¿por qué repite tres veces lo mismo? ¿Sabes por qué? Porque él lo necesitaba –¡una y otra y otra vez! ¿Y sabes qué? ¡Él no es el único que necesita esto una y otra y otra vez!
¿No has notado que a veces no solo tienes que hablar contigo misma y aconsejar tu corazón, sino que tienes que seguir haciéndolo? He notado en numerosas ocasiones en mi vida, que tengo que seguir recordándole y diciéndole a mi corazón lo que yo sé que es verdad.
Algunas de ustedes me han escuchado hablar sobre el primer año cuando lanzamos Aviva Nuestros Corazones. Un año antes, cuando planeamos el calendario para ese año, no sabíamos que tendríamos un programa de radio todos los días, así que teníamos muchas conferencias planeadas. Teníamos todo el año programado. Yo estaba escribiendo libros. ¡El año estaba lleno!
¡Y luego agregamos el programa diario de radio! Ese primer año creo que grabamos 320 programas. ¡Yo apenas sabía cómo encender mi radio, mucho menos cómo hacer radio! ¡Y a mediados de ese año, por casi quince meses, en realidad, me sentí constantemente abrumada!
La mayor parte del tiempo sentí como si estuviera en un gran océano con un tsunami, ¡una gran ola, que venía hacia mí una y otra vez! ¡Por meses, me sentí como si no pudiera respirar! Y, aun así, sabía que Dios me había llamado a esto, sabía que estaba ahí por la voluntad de Dios. No tuve dudas en ningún momento de que Dios era el que me había guiado a hacer esto.
Pero honestamente, tuve muchos momentos en los que pensé que no viviría para contarlo. ¡Pensé que no sobreviviría! ¡Estaba abrumada! Tuve que aconsejar mi corazón repetidas veces con la verdad de la Palabra de Dios, y repasar las cosas que yo sabía que eran verdad acerca de Dios, acerca de Su llamado, acerca de Su gracia.
¡Su gracia es suficiente para ti! ¡Su gracia es suficiente para mí! (Ver 2 Corintios 12:9) Tuve que seguir aconsejando mi corazón. ¡Regresaba a las promesas de Dios, a la Palabra de Dios una y otra y otra vez!
En ese tiempo terminé de escribir el libro Mentiras que las mujeres creen, y si has leído este libro, sabes que en el último capítulo hay una lista de verdades que necesitamos recordar para combatir las mentiras. Colocamos esas verdades en un pequeño separador de libros, y me di cuenta de que necesitaba volver una y otra vez a leer esas verdades en voz alta.
Por ejemplo, «Dios no me llevará a ningún lugar donde no me proporcione la gracia que me capacite».
Yo leia esas verdades en voz alta, aconsejando mi corazón de acuerdo a la Palabra de Dios, diciéndole a mi corazón: «¡Corazón! ¿Por qué estás desanimado, por qué estás turbado? ¡Espera en Dios! No mires la tormenta que está a tu alrededor, no mires las circunstancias».
Y déjame decirte, puedo aconsejar mi corazón a primera hora de la mañana, durante mi tiempo devocional, y antes de las diez de la mañana, tengo que aconsejar mi corazón de nuevo. ¡Una y otra y otra vez!
¡El enemigo usa la decepción, las tormentas y la ansiedad para abrumarnos! Y algunas de ustedes están experimentando circunstancias y situaciones reales en sus vidas, que parecen no terminar. La parte más estresante en mi vida duró casi quince meses, y luego el Señor empezó a levantar esa nube. Empecé a ver y a sentir algo de esperanza.
Algunas de ustedes tienen problemas en sus matrimonios o tienen un hijo con alguna incapacidad física o problemas económicos que no se van a resolver en quince meses. Van a estar viviendo en esa situación por un largo tiempo. ¡Tienen que seguir aconsejando sus corazones de acuerdo a la Palabra de Dios!
Habla contigo misma. Háblate la verdad. Habla contigo misma lo que sabes que es verdad:
- Dios es soberano. Dios es sabio.
- Él no comete errores.
- Dios te ama.
- Él no va a permitir nada en tu vida que no sea para tu bien.
Sigue aconsejando tu corazón de acuerdo a la Palabra de Dios. Dile a tu corazón: «¡Espera en Dios!»
Ahora quiero que veamos en este pasaje algo más que el salmista hace, y es algo realmente crucial para vivir la vida cristiana. No solo él necesitaba esto, sino que tú y yo también lo necesitamos todos los días. Él contrarresta lo que ve con sus ojos –la vista lo que él siente que es verdad, lo que parece verdad– lo contrarresta con la fe.
Sus sentidos le dicen una cosa, su vista le dice una cosa, las circunstancias aparentes le dicen una cosa. ¡Si él cree lo que sus ojos y sus sentidos le están diciendo, él vivirá abrumado! Así que él contrarresta la vista con la fe.
Vemos este diálogo continuo, esta conversación continua, entre la vista y la fe. ¡La vista dice algo…pero la fe dice aquello…la vista dice esto…pero la fe dice esto otro… Y siempre concluye en la fe! Veremos la manera en que la vista y la fe se alternan en algunos puntos del capítulo.
En su perspectiva, él ve problemas y circunstancias visibles, pero luego cuando la fe responde, él ve el consuelo de Dios. Él ve las realidades eternas que solo se pueden ver con los ojos de la fe.
Algunas veces tus sentidos, tu vista y tu percepción inmediata, solo te dicen cosas deprimentes y negativas; ¡porque hay etapas en la vida cuando la tormenta es demasiado fuerte! ¡Y si solo ves lo que está frente a ti, estarás deprimida!
Pero si levantas tu mirada hacia las cosas que no se pueden ver, a las realidades eternas que son más verdaderas que la misma tormenta, ¡entonces hallarás consuelo para tu corazón! Ahí es cuando tienes que decir: «¡Señor, aunque no te puedo ver, aunque no te puedo sentir, creo que Tú eres más real, más verdadero y mucho más grande –infinitamente más grande– que cualquier circunstancia o situación que yo esté enfrentando hoy!»
Entonces, por ejemplo, en el Salmo 42, versículos 1 y 2, la fe dice, «¡Dios existe!» Ahora, él no puede ver a Dios. Él siente que Dios lo ha abandonado. Pero la fe le dice que Dios existe. Y la fe dice: «¡Mi alma anhela tener comunión con Él!» Así que él habla con Dios, aunque no sienta que Dios está ahí.
Él dice: «Como el ciervo anhela las corrientes de agua, así suspira por Ti, oh Dios, el alma mía». Así que la fe dice que Dios existe, y mi alma lo anhela a Él. La vista responde en los versículos 3 y 4 diciendo: Todo lo que tengo para comer son mis lágrimas; «¡Mis lágrimas han sido mi alimento de día y de noche mientras me dicen todo el día: ¿Dónde está tu Dios?». Eso le dice la vista.
«¡Está estresado, está deprimido, se siente miserable! ¡Todos lo han abandonado, y los que no lo han abandonado lo atacan!»
«Ellos constantemente dicen de mí…» Eso es lo que la vista dice. No estoy diciendo que la vista no es real. La vista es muy real, tus circunstancias son muy reales. Lo que estoy diciendo es que no es la realidad definitiva. La fe contrarresta a la vista.
Y así, en el versículo 5, la fe contrarresta a la vista diciendo: «Espera en Dios, pues he de alabarlo otra vez por la salvación de Su presencia». Pero luego, en los versículos 6 y 7, la vista regresa y responde otra vez diciendo: «Dios mío, mi alma está en mí deprimida…» (¡Me estoy ahogando!).
Y luego la fe habla de nuevo en el versículo 8 diciendo: «De día mandará el Señor Su misericordia, (Su hesed es la palabra en hebreo, Su amor de pacto, Su amor eterno) «Y de noche Su cántico estará conmigo…» ¡Esto es lo que la fe dice!
Él no puede ver la misericordia de Dios. Él no siente la misericordia de Dios. Él no puede oír el cántico de Dios con sus oídos físicos. Pero él dice: «¡Por fe, yo sé que eso es verdad!»
Dannah: Hemos estado escuchando una porción de una enseñanza de Nancy DeMoss Wolgemuth. Esta es de la serie titulada, Lidiando con la depresión y la duda. Puedes encontrar todos los episodios en nuestro sitio web, avivanuestroscorazones.com. En la transcripción de este episodio encontrarás el acceso a la misma.
En la primera parte de este episodio la Dra. Shona Murray nos estuvo hablando sobre cómo vencer la ansiedad y la depresión cuando surgen en nuestros corazones. Y bueno, aún tenemos mucho que aprender sobre este tema y no podemos cubrirlo todo. Pero los doctores David y Shona Murray regresarán mañana para continuar con nuestra conversación. Ellos nos estarán hablando sobre cómo podemos combatir las mentiras que creemos tan fácilmente. ¡Asegúrate de acompañarnos!
Annamarie: Animándote a correr hacia la Palabra de Dios, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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