Unidas en un clamor, día 4
Annamarie Sauter: Con nosotras Patricia de Saladín.
Patricia de Saladín: El llamado de Aviva Nuestros Corazones de llamar a las mujeres a libertad, plenitud y abundancia, no necesariamente es un camino de fiesta; muchas veces es un camino de lágrimas, es un camino de quebrantamiento, es el camino de la cruz. Aquí y ahora estamos sembrando, estamos trabajando, y no nos desanimemos. Nosotros seguimos adelante porque no buscamos nuestra propia gloria, buscamos la gloria de Dios y buscamos que más mujeres conozcan y abracen la belleza del evangelio y de vivir la vida plena que podemos tener en Cristo.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy arraigamos nuestras vidas en lo que Dios nos dice en Lucas capítulos 17 y 18.
Hoy continuamos en la serie titulada, «Unidas en un clamor». Continúan con nosotras, desde diversos países, Sahira …
Annamarie Sauter: Con nosotras Patricia de Saladín.
Patricia de Saladín: El llamado de Aviva Nuestros Corazones de llamar a las mujeres a libertad, plenitud y abundancia, no necesariamente es un camino de fiesta; muchas veces es un camino de lágrimas, es un camino de quebrantamiento, es el camino de la cruz. Aquí y ahora estamos sembrando, estamos trabajando, y no nos desanimemos. Nosotros seguimos adelante porque no buscamos nuestra propia gloria, buscamos la gloria de Dios y buscamos que más mujeres conozcan y abracen la belleza del evangelio y de vivir la vida plena que podemos tener en Cristo.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy arraigamos nuestras vidas en lo que Dios nos dice en Lucas capítulos 17 y 18.
Hoy continuamos en la serie titulada, «Unidas en un clamor». Continúan con nosotras, desde diversos países, Sahira de Macías, Yadira Erchila Gorek y Alejandra de Slemin. Iniciemos escuchando una porción del Salmo 80. Aquí está Patricia de Saladín con nosotras.
Salmo 80:14-19
Oh Dios de los ejércitos, vuelve ahora, te rogamos;
Mira y ve desde el cielo, y cuida esta vid,
La cepa que Tu diestra ha plantado
Y el hijo que para Ti has fortalecido.
Está quemada con fuego, y cortada;
Ante el reproche de Tu rostro perecen.
Sea Tu mano sobre el hombre de Tu diestra,
Sobre el hijo de hombre que para Ti fortaleciste.
Entonces no nos apartaremos de Ti;
Avívanos, e invocaremos Tu nombre.
Oh Señor, Dios de los ejércitos, restáuranos;
Haz resplandecer Tu rostro sobre nosotros y seremos salvos.
Patricia de Saladín: Qué bueno que hemos estado hablando de que el Señor nos aviva y fruto de ese avivamiento invocamos su nombre. Y durante estos programas hemos estado con nuestras hermanas, Yadira, de Alemania, Sahira, en México y Alexandra, en Canadá; y quiero de nuevo saludarlas y darles la bienvenida a Aviva Nuestros Corazones. ¿Cómo están? Díganme cómo se sienten.
Yadira: Emocionadas.
Sahira: Muy bien Patricia. Muy contentas de estar aquí con ustedes nuevamente.
Patricia: Finalmente, hoy concluimos con esta serie que también es casi el final de este mes de Un clamor, que hemos venido juntas trayendo todo este material, toda esta enseñanza, todo lo que el Señor ha traído para estimular a nuestras hermanas, a nuestras oyentes, a todo aquel que nos escucha, a que clamemos al Señor. Como tú decías, Sahira, a que Dios nos haga mujeres que claman, que nos haga mujeres de oración. Y en el programa de ayer estábamos en medio de una conversación muy buena con Yadira. Ella contaba que le preguntaba al Señor, «Señor, ¿dónde están las alemanas? ¿Dónde están las de habla hispana? ¿Dónde están las francesas? ¿Dónde están las italianas?»
Bueno, pues el Señor ha ido añadiendo todas estas mujeres. Y me venía a la mente, Yadira, un versículo que se encuentra en Zacarías, que dice: «Quién ha menospreciado el día de los pequeños comienzos». Definitivamente es como dice la Palabra de Dios. La Palabra, el evangelio, es como esa semillita de mostaza que es bien pequeña, pero siendo la más pequeña de las semillas se vuelve el árbol más grande y más hermoso donde anidan las aves y ponen sus nidos y se cobijan muchos bajo su sombra.
Y recuerdo –lo que comenzamos a hablar ayer– que Mary Ann Piaget vino a esas conferencias en Estados Unidos con esa carga en su corazón por las mujeres que hablaban francés…y Suiza y Francia… Y entonces ella veía el testimonio de América Latina y decía, «es eso lo que yo quiero, yo tengo el mismo sentir que Dios puso en ustedes». Y recuerdo que ella nos decía, «¿qué hicieron ustedes?» Y nosotros le decíamos, «no hicimos nada». (Desde el punto de vista humano de hacer algo como, «vamos a hacer esta estrategia). Simplemente fue algo de Dios, el viento del Espíritu sopló y en Su providencia fuimos mujeres que dijimos: «Sí, Señor», y eso creo que es lo que necesitamos hoy en día; mujeres que digan: «Sí, Señor, dónde sea que Dios te puso: ¿en tu casa? Sí, Señor. ¿Casada? Sí, Señor. ¿Con hijos? Sí, Señor. ¿Viuda? Sí, Señor, ¿Soltera? Sí, Señor. O sea, en la esfera de la vida y en el rol que Dios te tiene en este momento, es decirle:« Sí, Señor» y clamar a Él.
Pero yo quiero que me sigas contando lo que estábamos hablando de Mary Ann y algunas otras cosas más que se quedaron…
Yadira: Claro que sí, Patricia. Es un placer, pero déjame decirte que Aviva Nuestros Corazones, el ministerio de habla hispana de Revive Our Hearts, es un ejemplo. Es como la hermana mayor, como la que va delante y todas quieren lo mismo. Yo sé que Mary Ann siempre dice, «es que las latinas», y yo le digo, «Mary Ann, ¿crees que el Señor ama más a las latinas que a las europeas? No, el Señor las ama igual». Y, claro, aquí los corazones son más duros pero los retos son diferentes. El reto en Latinoamérica es quizás, para muchas mujeres, la pobreza, las dificultades económicas, eso lo tienen menos las europeas pero tienen el reto y la dificultad de que de que los beneficios, de que el bienestar, les son tropiezo para llegar al evangelio.
Igual tenemos que orar para que el Señor derribe las fortalezas que están en su mente, y eso es lo que estamos haciendo y lo hacemos en todos los idiomas, en español, en francés, en italiano, porque ahora las italianas están con un arranque; son latinas que viven en Italia y están haciendo mucho por eso. Pero como yo les decía, es el Señor el que pone ese sentir, lo hemos dicho todas, a mujeres insignificantes pero significativas para el Señor, pero mujeres comunes y corrientes. Él levanta y llama. Todavía no nos explicamos Mary Ann y yo, cómo el Señor –y ahora Dorcas en Italia– cómo el Señor nos llama siendo extranjeras, le pasa también a nuestra hermana de Canadá también y nos llama el Señor como extranjeras a impulsar la oración por un país que no es el nuestro, en un idioma que no es el nuestro, pero Él hace como Él quiere.
Y es importante lo que decías, Patricia, decir: «Sí, Señor», y como les contaba ayer, hemos estado orando durante todos esos años en ciertos idiomas menos que en otros porque se han ido añadiendo, pero estamos haciéndolo con regularidad. A veces hay que motivar a las hermanas porque como que se vuelve una rutina, siempre estamos orando, cada día por una petición por un país. Cuando se desató la pandemia cambiamos nuestras oraciones normales por oraciones más específicas por las necesidades del momento.
Patricia: Te iba a decir, que cuando dices que cambiaron las oraciones y que no eran las mismas, cuando tú mencionabas en el programa anterior que las oraciones eran siempre las mismas: por avivamiento, por más mujeres, yo decía, «wow, Señor, Tú debes sentirte como ese hombre al que la mujer, la del juez, iba y le tocaba y le tocaba, porque vienen estas mujeres con las mismas peticiones una y otra vez.
Yadira: Hemos estado sacudiendo las puertas del cielo con lo mismo, pero si recuerdas, lo que decía Sahira de la conferencia Clama (Cry Out), en que una de las conferencistas decía: oraciones consistentes, persistentes, constantes… y eso lo tomamos serio. Hemos orado tanto, pero algo que quisiera compartir con ustedes es algo que sucedió el año pasado entre la lista de oraciones por arrepentimiento, por levantamiento de hombres, por que el Señor abra congregaciones de sana doctrina, quince oraciones y etc.
Pero teníamos el deseo y orábamos para que el Señor nos concediera una reunión de las que estábamos en los diferentes países, para que pudiéramos orar en vivo; y el Señor lo concedió el año pasado. El Señor nos concedió reunirnos en Valdepeñas, una ciudad pequeña cerca de Madrid, a una hora de Madrid, y estuvimos 17 hermanas de… bueno, la mayoría de España pero incluso de Noruega, de Italia y nos reunimos a clamar y el Señor realmente nos quebrantó, nos tiró al piso a clamar, y clamábamos y seguíamos clamando por lo que habíamos estado clamando durante tantos años; por avivamiento. Incluso puedo contarles algo que podría parecer una casualidad, pero… la mayoría de ustedes sabrá que el centro de España es desértico, es muy seco y Valdepeñas es una ciudad muy seca también. Y el día que estuvimos orando –allá no llueve y ese día que clamamos llovió– dice la señora que nos recibió, la hermana, «wow, lluvia, parece que algo va a suceder aquí.
Y bueno, contamos con que el Señor va a seguir avivando. El Señor está haciendo muchas cosas en España. Está moviendo muchos siervos. Incluso, Patricia, tú y tu esposo estuvieron allí y eso fue una gran bendición. Clamamos pero no imaginamos que parte de esa respuesta por avivamiento iba a ser la pandemia que le pegó a Europa este año.
Así es, el Señor muchas veces responde de manera diferente a lo que nosotros creemos y el avivamiento puede ser que traiga primero quebrantamiento. Quebrantamiento de los corazones, quebrantamiento de la economía, el que nos quiten aquello que más queremos o en lo que confiamos para que podamos por fin volver nuestros ojos y nuestro corazón al Señor.
Patricia: Y cuando las cosas se ponen difíciles –yo les compartí algo que le pasó a Elizabeth Eliot, y la mayoría la conocen y saben que su esposo fue martirizado por los Aucas– y ella decidió volver a esa a esa tribu con su hija, y parte de su trabajo era –ella lo que quiso hacer era– tomar su lenguaje para entonces poder hacer una Biblia en ese lenguaje. Ella llegó y la única persona que hablaba su idioma que estaba ahí, a la semana le pegaron un tiro y murió. Quedó sin ayuda y luego trabajó durante meses y meses y le robaron el material y no había copias. Pero sin embargo, cuando –y esto lo cuento para decir que solo Dios sabe hacia dónde nos está llevando, y cuando decimos: «Sí, Señor», no quiere decir que todo va a estar sobre ruedas y que todo va a ir en un camino suave, en un lecho de rosas. No, muchas veces las cosas se ponen más difíciles, como compartías, Yadira. Las cosas se ponen duras, se ponen difíciles y eso no quiere decir que no estemos en la voluntad de Dios. El llamado de Aviva Nuestros Corazones de llamar a las mujeres a libertad, plenitud y abundancia, mujeres avivadas, no necesariamente es un camino de fiesta, muchas veces es un camino de lágrimas, un camino de quebrantamiento, el camino de la cruz.
Pero sabemos que es como el salmón, contracorriente, y que tenemos, en este caso, la victoria asegurada, porque la victoria la tiene asegurada nuestro Capitán, nuestro precioso Señor Jesucristo; pero no es aquí y ahora. Aquí y ahora estamos sembrando, estamos trabajando, y no nos desanimemos. Como dice la Escritura, no somos de los que retrocedemos, seguimos adelante porque no buscamos nuestra propia gloria, buscamos la gloria de Dios y que más mujeres conozcan y abracen la belleza del evangelio y de vivir la vida plena que podemos tener en Cristo.
Yadira: Sin barrera de idiomas, Patricia, que es la carga específica que tengo en el corazón. ¿Solo porque es una rusa no puede entender y no puede recibir esa bendición que tenemos? Eso no es posible, «Señor, levanta rusas que traduzcan». Y esa es nuestra oración que sean traducidos y ahora lo podemos ver, es concreta la respuesta del Señor. Vamos a la página de Revive Our Hearts y tenemos la página global donde hay varios idiomas y ya hay recursos para las mujeres. Una hermana hace poco me dijo –ella al principio no quería nada de Revive Our Hearts– es una china, y me dijo, «yo quiero trabajar, ora para ver si el Señor quiere que haga algo». Pues ya tendremos pronto algo en chino, y de aquí de Alemania. Ella es parte de nuestro grupo de habla hispana, también habla español. Son cosas que tú no te explicas cómo las hace el Señor, pero Él es poderoso para hacerlo, no debemos –como les decía antes, no debemos ser tímidas en pedir, pidamos porque el Señor Jesús nos dijo, «hasta ahora nada habéis pedido», tenemos que pedir más y tocar las puertas de los cielos para que el Señor responda y Él se complace en responder.
Patricia: Amén, ese es nuestro Dios. Y si tienen algo más que comentar Alejandra, o Sahira, vamos a ir cerrando. Vamos a orar juntas y vamos a escuchar una vez más a Alejandra compartiendo con nosotras un poema. Quería darles la oportunidad, si tienen algo que compartir antes de que pasemos a orar y al poema.
Alejandra: La verdad es que después de este programa yo quiero ir a orar, porque la energía que mis hermanas nos transmiten con su pasión de cómo ellas han creído lo que Dios dice en Su Palabra de lo que Dios es, y no tienen límites para pedirle, sabiendo que quien hace es el Señor. No es nuestro impulso, quien hace es el Señor. Pero Él sí nos dice: «Clama a Mí y yo te responderé». La respuesta es de Él pero el clamor es de nosotras. Así que, qué bendición poder escucharlas y aún aquí mientras amamanto a mi hija poder ser parte de esta conversación. Y animo a las madres que nos están escuchando, ahí donde tú estás, clama al Señor. Ya sea en una silla, ya sea fregando, ya sea leyendo, ya sea trabajando en cualquier trabajo que el Señor te ha dado, clama al Señor ahí donde estás porque Él escucha.
Patricia: Amén. Muchísimas gracias Sahira, Alejandra, Yadira, muchas gracias porque este ha sido un tiempo muy especial. Espero que así como nosotras hemos sido bendecidas y animadas, y como dice Alejandra, queremos orar y clamar –esa de los idiomas, Yadira, no se me había ocurrido, el Señor te la puso en el corazón y te está dejando ver la respuesta.
Yadira: Increíble. Quién diría que en parsi y en turco ya tienen un programa a la semana de Aviva, no lo puedo creer, pero eso es lo que hemos orado.
Patricia: Amén. Escuchemos a Alejandra compartir con nosotros el poema, Cómo termina Su Historia.
Alejandra:Sabemos cómo termina Su historia.
Todas nuestras oraciones reunidas ante el altar del Señor como un mar de súplicas que inundan el cielo cuál oleadas cada vez que inclinamos nuestras cabezas. Nos sumamos a las millones de oraciones desde el inicio de la iglesia. Oramos como una familia de fe, un coro de confesión que se levanta ante el trono de nuestro Rey. Nuestras oraciones se unen con el incienso de los cielos cuando cada sello sea abierto por el Único capaz, el Cordero que reina y todos caerán sobre sus rostros en adoración. Él recibirá la recompensa de Su sufrimiento, nosotros recibiremos la recompensa de nuestra santificación. Será revelado que Dios estaba respondiendo todas las oraciones de los santos. Ninguna de ellas terminó en el área de objetos perdidos del cielo. Dios no pierde nada, el Dios que creó nuestra mente no está de ninguna manera ausente. Dios habla un dialecto glorioso, puesto que Él siempre tiene Su gloria en mente. Su reino vendrá como una avalancha. Todos caerán sobre sus rostros en adoración, cubiertos por Su pureza dominante. El Jinete del caballo blanco, llamado Fiel y Verdadero, destruirá a esa bestia maligna que dispara blasfemias tratando de dejar su huella cuando el frío acusador sea echado en el lago de fuego. Nuestra fe será una realidad y es por eso que seguimos suplicando y orando. Sabemos cómo va a terminar Su historia, sabemos que el Señor será vencedor. Nosotras, una gran multitud como el estruendo de muchas aguas y el sonido de fuertes truenos, clamaremos, «¡aleluya! Porque el Señor nuestro Dios todopoderoso, reina. Cuando estemos allí, miraremos hacia atrás al encontrarse en el otro lado de la mortalidad vestido con impecabilidad recordaremos si vivimos en respuesta a la oración de nuestro Señor.
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea Tu nombre. Santo, santo, santo; venga a nosotros Tu reino, hágase Tu voluntad. Danos hoy nuestro pan de cada día. Todo lo que necesitábamos. Perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en tentación mas líbranos del mal, porque tuyo es el reino, el poder y la gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
Te suplicamos Señor, que avives Tu obra en medio nuestro y nos ayudes a verte como Tú eres, el Dios grande, el Dios fuerte, el Dios poderoso. El Dios digno de toda gloria, de toda honra y de todo honor; y que veamos nuestra condición de pecaminosidad, nuestra falta de entrega a Ti, y que corramos a Ti, Señor, pidiéndote auxilio, pidiéndote ayuda, pidiéndote que avives estos huesos que están caídos. Trae avivamiento, Señor a nuestros hogares, trae avivamiento a nuestras iglesias, trae avivamiento a nuestros países. Guíanos a humillarnos delante de Ti. En el nombre de Jesús, amén.
Sahira: Nuestro Dios bueno y fiel, a Ti clamamos porque Tú nos respondes. Señor nos refugiamos en Ti, acudimos a Ti, Señor. Tú eres nuestro Padre bueno y fiel, y fielmente respondes a nuestras oraciones con Tus obras imponentes. Oh, Dios, nuestro Salvador, eres la esperanza de todos los que habitamos en esta tierra. Señor, te pido que nos levantes como mujeres de oración. Levántanos, Señor, como mujeres que claman y que interceden primeramente por sus familias. Señor, que nos pongamos en la brecha por nuestros esposos, por nuestros hijos, pero también que vayamos más allá.
Avívanos como iglesia, que oremos unos por otros, que clamemos como pueblo tuyo, como hijos tuyos. Que nos unamos en un mismo corazón, en una misma mente, en un mismo sentir, el que hubo en Cristo Jesús. Tu Palabra, Señor, nos dice que así conocerán que somos Tus discípulos, si tenemos amor unos por otros. Y, Señor, clamamos por la unidad de las iglesias; que la iglesia sea la luz del mundo y la sal de esta tierra. Te rogamos por los perdidos, por aquellas mujeres que están sin Cristo Jesús. Danos humildad de corazón para tener compasión por aquellas que no te conocen. Señor, nos deleitamos en Ti, pero que ellas también puedan deleitarse en Ti; que puedan conocerte como Su Señor, como Su Salvador, como Su ayudador, como restaurador de sus familias. Levántanos para clamar por esas mujeres y úsanos; que seamos Tus manos, que seamos Tu abrazo. Usa nuestros pies para ir y compartir el gran amor de Cristo Jesús. Levántanos, Señor, que después de este tiempo nuestras vidas no sean iguales. Oh, Espíritu Santo, avívanos, límpianos, santifícanos y úsanos para la gloria del Padre. Te amamos, anhelamos Tu venida y que nos encuentres avivadas, apasionadas, clamando a Ti. En el nombre de Jesús, amén
Yadira: Fuiste propicio a Tu tierra, oh Jehová, volviste la cautividad de Jacob, perdonaste la iniquidad de Tu pueblo, todos los pecados de ellos cubriste. Reprimiste todo Tu enojo y los apartaste del ardor de Tu ira. Restáuranos oh Dios de nuestra salvación, y haz cesar Tu ira de sobre nosotros. ¿Estarás enojado contra nosotros para siempre? ¿Extenderás Tu ira de generación en generación? ¿No volverás a darnos vida para que Tu pueblo se regocije en Ti? Oh, Señor, amado de nuestro corazón, Tú eres el que aviva nuestros corazones, eres el que perdona todas nuestras iniquidades, y todas nuestras rebeliones. Eres el que sana todas nuestras dolencias.
Señor, sánanos, restaura nuestra tierra, nuestras naciones en todo el mundo porque porque Tú tienes un remanente en cada nación, en cada pueblo y para Ti Señor no hay limitaciones, no hay fronteras, no hay barreras de idiomas, ni de culturas. Tú amas las naciones, amas los pueblos, amas las familias y Tú has llamado a las mujeres Señor. Nos has llamado a doblar las rodillas para un tiempo malo como este. El tiempo es corto y la necesidad es grande en las naciones. Gracias por llamarnos a ser parte de este ejército. Es un privilegio tan grande.
Señor, llama a más mujeres en todas partes del planeta, aquellas que no tienen comunicación, que están apartadas de todo. Llámalas para que te busquen y clamen por su pueblo, por sus hijos, por sus familias, por sus naciones, por sus continentes, por la tierra, Señor; porque clamar por las naciones es clamar por nosotras mismas, es clamar por nuestros hijos. Gracias, Padre, por darnos esta misión, por enviarnos más allá de lo que nuestros ojos ven y de lo que nuestros corazones sufren. Señor, gracias por hacernos parte de Tu corazón, de Tu deseo, de Tu plan de redención. Alabamos y glorificamos Tu santo y precioso nombre por Tu obra maravillosa. Cumple Tu propósito en estos días, ven Señor Jesús, ven Señor Jesús. Y la iglesia y el Espíritu dicen, ven. Oramos en el nombre de Jesús. Amén.
Patricia: Señor, gracias porque en Cristo todas tus promesas hallan su cumplimiento. Gracias porque Él es el Mesías, el protector y Salvador de la iglesia. Él es ese hombre de Tu mano derecha; Él es el brazo de Jehová porque se le ha dado todo el poder y es nuestra fortaleza. Sin Ti Señor, sabemos que nada podemos hacer; pero gracias a Ti y a que todo lo podemos en Ti, nosotros podemos clamar las palabras de este salmo. Entonces no nos apartaremos de Ti, así que a viva voz invocaremos Tu nombre. Gracias, Señor, por estos días. Gracias por este recordatorio, esta invitación tuya a que clamemos. Gracias por este tiempo con cada una de nuestras hermanas. Te oramos como clamábamos, que no sea igual después de ahora, que Tú pongas ese anhelo de acercarnos a Ti, de hacer uso de esa invitación de ese camino nuevo y vivo a ese trono de gracia para alcanzar misericordia y gracia para el oportuno socorro.
Cuánto te necesitamos, Señor. Gracias por invitarnos a clamar a Ti. Gracias por asegurarnos que Tú nos escuchas. Ahora concédenos, cuando veamos estas oraciones contestadas, cuando veamos cómo Tu libertas, cómo llamas a libertad, plenitud y abundancia, proclamar con nuestra boca Tu alabanza y Tu gloria, y así que Tu nombre sea cada vez más, exaltado y glorificado. Bendecimos y alabamos a Cristo Jesús, amén.
Annamarie: Amén. Escuchaste de Sahira de Macías, de Yadira Erchila Gorek, de Alejandra de Slemin —quién interpretó una porción de un poema escrito por Blair Linne— y de Patricia de Saladín. Esta conversación es parte de la serie titulada, «Unidas en un clamor». Si te perdiste alguno de los programas anteriores, encuéntralo en AvivaNuestrosCorazones.com.
¿Has pensado que tu necesidad no te hace apta para clamar? Bueno, como has escuchado en esta serie, ¡es todo lo contrario! En nuestra próxima serie descubre cómo reconocer tu necesidad en humildad delante de Dios, te hace candidata para recibir de su asombrosa gracia. Te esperamos aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Unidas en un clamor, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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