Unidas en un clamor, día 3
Annamarie Sauter: Con nosotras Sahira de Macías.
Sahira: Cuando le decimos al Señor, «Señor, queremos ser mujeres de oración», el Señor nos escucha, y Él obra en nuestras vidas y Su Espíritu Santo comienza a trabajar. Él nos escucha y Él comienza a poner oportunidades para clamar.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy arraigamos nuestras vidas en lo que Dios nos dice en Lucas capítulos 15 y 16.
Nos encontramos en la conversación, «Unidas en un clamor», la cual grabamos en línea. Continúan con nosotras Sahira de Macías, Yadira Erchila Gorek y Alejandra de Slemin. Patricia de Saladín inicia leyendo el Salmo 67.
Salmo 67
Dios tenga piedad de nosotros y nos bendiga,
Y haga resplandecer Su rostro sobre nosotros, (Selah)
Para que sea conocido en la tierra Tu camino,
Entre todas las naciones Tu salvación.
Te …
Annamarie Sauter: Con nosotras Sahira de Macías.
Sahira: Cuando le decimos al Señor, «Señor, queremos ser mujeres de oración», el Señor nos escucha, y Él obra en nuestras vidas y Su Espíritu Santo comienza a trabajar. Él nos escucha y Él comienza a poner oportunidades para clamar.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy arraigamos nuestras vidas en lo que Dios nos dice en Lucas capítulos 15 y 16.
Nos encontramos en la conversación, «Unidas en un clamor», la cual grabamos en línea. Continúan con nosotras Sahira de Macías, Yadira Erchila Gorek y Alejandra de Slemin. Patricia de Saladín inicia leyendo el Salmo 67.
Salmo 67
Dios tenga piedad de nosotros y nos bendiga,
Y haga resplandecer Su rostro sobre nosotros, (Selah)
Para que sea conocido en la tierra Tu camino,
Entre todas las naciones Tu salvación.
Te den gracias los pueblos, oh Dios,
Todos los pueblos te den gracias.
Alégrense y canten con júbilo las naciones,
Porque Tú juzgarás a los pueblos con equidad,
Y guiarás a las naciones en la tierra. (Selah)
Te den gracias los pueblos, oh Dios,
Todos los pueblos te den gracias.
La tierra ha dado su fruto;
Dios, nuestro Dios, nos bendice.
Dios nos bendice,
Para que le teman todos los términos de la tierra.
Patricia de Saladín: Al principio de esta serie hablábamos de cómo Dios está llevando a cabo Su gran historia, la historia de la redención; y cómo, dentro de esta gran historia, cada una de nosotras está jugando un papel, tiene una parte que desempeñar en el gran plan de Dios. Porque ese Dios grande y majestuoso tiene un plan para cada una de nosotras. Y cómo hemos estado llamando a clamar a todas las mujeres, a nosotras mismas y a ustedes. Hemos dicho que queremos que este mes de octubre sea un mes que llame a un clamor, que nos convirtamos en mujeres que clamamos. Pero no solamente durante este mes, sino que hagamos del clamor un estilo de vida.
Muchas veces nosotras clamamos por asuntos personales, por asuntos de nuestro entorno, pero también hay ocasiones cuando Dios pone en nuestros corazones el elevar oraciones y clamores que van más allá de nuestras peticiones personales o regulares. Dios pone en nosotras el peso por orar por asuntos que nos trascienden, y que humanamente hablando sabemos que no tenemos los medios para llevarlos a cabo. Y porque Él es ese Dios misericordioso y porque nuestra esperanza está en Su Palabra, clamamos y vemos cosas enormes suceder. Vemos la majestad de Dios desplegada, vemos el viento de Su Espíritu soplar y cómo ese viento nos lleva a lugares que nosotras no hubiéramos soñado.
En el día de hoy queremos hablar de cómo ese clamor ha sido un asunto muy especial en todo lo relativo a Aviva Nuestros Corazones. Hola Sahira, hola Yadira y hola Alejandra. ¿Cómo están? Es un gusto tenerlas de nuevo con nosotras aquí.
Sahira: Gracias, Patricia, qué gozo también estar nuevamente reunidas y clamando a nuestro Dios.
Yadira: Hola Patricia. Muchas gracias por estar de nuevo aquí, por poder participar una vez más.
Alejandra: Hola hermanas.
Patricia: Hola,Alejandra, ¿cómo estás?
Alejandra: Muy bien, muy bien. Aprendiendo mucho junto a ustedes.
Patricia: Estamos muy contentas de estar todas juntas aquí, ¿verdad? Siempre es un gozo estar juntas y poder compartir la pasión que tenemos todas por lo mismo: la gloria de Dios, el avivamiento, la feminidad bíblica y ahora un clamor. Les comentaba cómo nosotros clamamos por estas cosas que son más grandes y cómo Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de avivamiento, feminidad bíblica, pero todo bañado en oración.
Quisiera comenzar con Sahira, porque este año –aquellas que nos siguen saben– nosotras tuvimos nuestra conferencia Mujer Verdadera 2020, que se celebró en la ciudad de Monterrey en México. Fue una conferencia –para las que estuvimos ahí y para las que nos vieron a través de la transmisión en vivo– que jamás olvidaremos. Fue un tiempo muy especial. Nos dimos cita unas seis mil mujeres, y fue una gran bendición, antes, durante y después. Pero tengo la convicción de que mucho de lo que pudo suceder durante el fin de semana ahí, fue un regalo y estuvo basado y enraizado en las oraciones de las mujeres –y de hombres que oraron también– que oraron durante mucho tiempo por esa conferencia. Por eso quiero oír de Sahira, quien fue una de las mujeres o la mujer encargada durante ese tiempo –no durante la conferencia sino durante meses antes. Y yo quisiera Sahira que nos cuentes cómo fue esa experiencia y tu perspectiva desde tu punto de vista, ¿cómo sucedió todo eso y cómo en oración sostuvieron la conferencia. Y vimos a Dios abrir esa ventana para que nosotros pudiéramos llevar a cabo esa conferencia y dejarnos cruzar hasta el mar Rojo y después cerrar las aguas.
Sahira: Gracias a Dios, Patricia. Verdaderamente que Dios es tan bueno con nosotros y nos ama tanto, y es el que pone en nuestro corazón ese deseo de buscarle y de clamar y de interceder por tantas mujeres y lo que Dios está haciendo en Su gran reino. Y te comparto, Patricia, que este deseo que Dios puso en nuestros corazones de clamar y de ir más allá de nuestras cuatro paredes y de nuestra familia –porque empezamos primeramente clamando por nuestra familia, por nuestras iglesias, pero después el Señor te dice, «aún hay más, hay más por qué clamar, Yo estoy obrando en Mi gran reino con miles de mujeres en todo el mundo». Y eso el Señor te lo va mostrando a través de esta comunión con Él y en nuestro crecimiento espiritual y en nuestra intimidad con Él.
Recuerdo con mucho cariño una conferencia en septiembre del 2016 que se llamaba Clama. Lo recuerdo muy bien porque apenas empezando a escuchar los programas de Aviva Nuestros Corazones escuché sobre esta conferencia de Clama en el 2016, y el Señor puso en mi corazón levantar a las mujeres de mi iglesia en oración y pusimos la transmisión en el templo, hicimos una invitación y llegaron mujeres de la ciudad a las conferencias ahí al templo y clamamos al Señor.
Patricia: O sea que desde antes Dios había puesto ese deseo de comenzar a clamar. Desde el 2016
Sahira: Sí desde el 2016 el Señor comenzó a avivar nuestro corazón a clamar, a ir más allá. A clamar por el mundo, por lo que Dios está haciendo en Su gran reino. Recuerdo que en esa ocasión oramos y nos unimos al clamor con miles de mujeres en todo el mundo, y aunque físicamente no nos podíamos ver, nuestro corazón sabía que había miles de mujeres intercediendo y orando unas por otras. Después de esto tu vida no puede ser igual, el Espíritu Santo aviva tu corazón y te lleva a clamar. Recuerdo que dije, «Señor, hazme una mujer de oración. Levántame como una mujer de oración como una mujer que cree en Ti. Aumenta mi fe para creer, yo sé que Tú eres todopoderoso, que Tú haces cosas grandes y maravillosas. Yo sé que Tú sigues obrando a favor de Tu reino, a favor de Tu pueblo, a favor de la iglesia», y le decía, «Señor, yo quiero ser parte de Tus grandes planes».
Hay un pasaje que toca mi corazón, que está en en Ezequiel capítulo 22, donde Dios dice que «buscó entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí a favor de la tierra para que yo no la destruyese…» Y dice el Señor, «y no lo hallé». Y qué triste, cuando veo este pasaje digo, «cómo el Señor –Él es soberano– muestra Su gloria cuando Sus hijos nos humillamos delante de él y le reconocemos y le decimos, Señor ayúdanos». Esa es la gloria, la gran gloria de Dios. Sabemos que Dios puede hacer todas las cosas. Él es soberano, es poderoso, pero ¿cuál sería Su gloria? Pero cuando nosotros nos humillamos y le decimos, «Señor, te necesitamos, ayúdanos. No sabemos qué hacer, guíanos, manifiesta Tu poder». Entonces, cuando Dios responde ese clamor, ahí es donde se manifiesta la gloria de Dios. Y así comenzó este deseo en el corazón por clamar y cuando hubo la oportunidad de interceder por la conferencia de Arraigadas y Dios puso en mi corazón –y yo cada vez estoy más convencida que es el Señor el que nos levanta como mujeres de oración. Porque ¿saben, mis hermanas? Cuando nosotros le decimos al Señor que queremos ser mujeres de oración, Él nos escucha y obra en nuestras vidas y Su Espíritu Santo comienza a trabajar… y Él empieza a poner oportunidades para clamar.
Patricia: Entonces lo que tú estás diciendo aquí, me lo aplico yo y se lo aplico a las mujeres que nos escuchan, es «Señor hazme una mujer de oración». Hazme una mujer que clama, Señor, ayúdame, yo creo en Ti, aumenta mi fe y hazme una mujer que clama».
Sahira: Así es, Patricia. Cuando queremos levantarnos como mujeres de oración, lo primero que tenemos que hacer es clamar al Señor por nosotras. Decirle, «Señor, avívame, levántame, úsame, quiero ver Tu poder y gloria». Cuándo decidimos hacer esto, Dios va abrir puertas, va a abrir medios. He tenido la oportunidad de orar por mi ciudad desde la plaza principal. Aquí hay una plaza que le llamamos la Macroplaza, y no sé cómo y no podría explicarlo, pero el caso es que estuve ahí en la plaza principal frente a miles de personas, miles de familias, orando, intercediendo por mi ciudad.
Yo sé que Dios pone esos medios para mostrar Su gloria y Su poder, porque allí hay personas inconversas, personas que nunca han escuchado de Cristo, y se acercan a la plaza y pasan, y cuando ellos sienten el clamor que estás orando, intercediendo por ellos, el Señor los atrae hacia Él y hace que se vuelvan a Él con todo su corazón. He tenido la oportunidad de orar también por las mujeres en el instituto de las mujeres, en el Instituto del Estado, y el Señor me ha dado la oportunidad de orar por las mujeres que sufren violencia, por las mujeres que han sido maltratadas por las mujeres que han sufrido. Es un clamor por la ciudad.
Entonces, cuando el Señor pone la conferencia de Arraigadas, yo le dije, «Señor, sé que vas a hacer algo grande en nuestra ciudad y yo quiero ser parte de Tus planes y propósitos para Nuevo León». Y en fe nos levantamos a orar y empezamos a formar un pequeño grupo de oración con mujeres que no conocía (ahora las conozco porque a algunas las vi en las conferencias), pero el Señor en Sus propósitos y en Su corazón nos va uniendo y va poniendo esa misma mente y ese mismo sentir que hay en Cristo Jesús, y ahora Sus anhelos son nuestros anhelos, Su visión es nuestra visión, Su pasión ahora es nuestra pasión. Y empezamos a orar por cada una de las mujeres y fue maravilloso porque nos mandaban la lista con los nombres de las mujeres, conforme se iban inscribiendo, y nosotros orábamos por cada una de ustedes. Sin conocerlas, sin saber, pero confiábamos que Dios las conocía y sabía quiénes eran.
Patricia: Entonces, lo que tú me estás diciendo es que las seis mil mujeres que asistieron a Arraigadas fueron oradas por nombre por un grupo de mujeres que oraban. Y estas mujeres que tú dices que no conocías ¿eran todas de México o había mujeres de otros países?
Sahira: No, Patricia, eran mujeres de todo el mundo. Eran mujeres de diferentes países y así conforme se iban inscribiendo, por semana, cada lunes, nosotros recibíamos el listado con los nombres de las mujeres y orábamos por cada una de ustedes. Si tú asististe a las conferencias, bendijimos tu vida y oramos por ti, meses atrás, desde junio del 2019 estuvimos orando por cada una de las mujeres.
Patricia: Qué bendición.
Sahira: Sí, ese fue un gozo y una bendición, orar por ustedes. Estuvimos orando por los conferencistas, estuvimos orando por la seguridad del lugar, por el grupo de alabanza. Y ¿sabes? No oramos por una pandemia, porque ni siquiera la veíamos venir, pero en ese momento cuando ya estábamos en las conferencias, cuando tú has orado al Señor, cuando tú has clamado, cuando le has dicho, «Señor, que se haga Tu voluntad», sabes que todo lo que venga, que todo lo que Dios permita, aún cuando nuestra mente no lo entiende, es bueno, va a ser bueno.
Si yo hubiera dicho esto en medio de la pandemia a lo mejor alguien hubiera dicho, «ella no sabe lo que está diciendo». Pero ya han pasado meses y podemos voltear atrás y decir, «Dios es bueno y Dios permitió estas conferencias en medio de una pandemia, y yo creo que cada una de nosotras puede dar testimonio de que vimos la gloria de Dios, vimos Su buena mano trabajando a nuestro favor. Vimos milagros, maravillas entre nosotros. Cómo Dios nos protegió, nos suplió, transformó nuestros corazones, nuestras vidas después de esta conferencia, no son iguales. Dios aumentó nuestra fe y esa es la gloria de Dios y la gran bendición que pudimos ver en las conferencias».
Patricia: Amén.La verdad es que fue algo maravilloso, así es.
Y ustedes después de la conferencia ¿han seguido el mismo grupo que oraba?
Sahira: Sí, por la gracia de Dios y el amor que Dios pone en nuestro corazón, seguimos unidas en oración. Somos mujeres de diferentes países, de diferentes lugares, de diferentes congregaciones, incluso de diferentes denominaciones; pero un mismo sentir, un mismo corazón: «que el reino de Dios venga y que se haga Su voluntad tanto en el cielo como en la tierra». Y clamamos unas por otras, clamamos por nuestras iglesias, clamamos por nuestra ciudad. Pero el Señor ha puesto un amor tan grande entre nosotras…nos amamos tanto como si nos conociéramos desde hace muchos años.
De hecho Myrna me decía, «¿tú conoces a las hermanas?» Realmente las conozco en el grupo de oración, en las conferencias y después de las conferencias, porque si ustedes ven el grupo, el Señor ha puesto un amor y una unidad entre nosotras y eso es lo que hace la oración y el clamor. Por eso las invito a clamar en sus iglesias porque Dios las va a unir en un mismo sentir. Clamen en sus casas porque Dios va a unir sus matrimonios, sus familias. Clamen en sus lugares de trabajo porque lo que Dios hace es maravilloso cuando un grupo de mujeres en fe se unen a clamar y a orar.
Patricia: Amén. Eso me recuerda la frase de John Piper de que no somos las más poderosas pero sí las más influyentes, porque un grupo de mujeres clamando de rodillas clamando al Señor, él decía que le tenía más temor a eso que a un ejército de soldados armados. Y cuando mencionaste –pensé en Yadira– que una mujer y otra mujer de diferentes países, de diferentes denominaciones y cómo el deseo de que el reino se extienda como hormiguitas…algo que pasa con Aviva Nuestros Corazones y con este mensaje es que cuando tú lo recibes y Dios te aviva, Él pone en ti el anhelo de compartirlo, de llevar esa semilla.
Y si hay algo que nosotros hemos visto es cómo el Señor ha sido fiel y ha tomado esto de Europa. Cómo Aviva Nuestros Corazones ha sido –el día, como dice la Biblia, de los pequeños comienzos– esa pequeña semilla que va creciendo, va creciendo, y hoy en día hemos podido ver la fidelidad de Dios y cómo ha escuchado el clamor de sus hijas, y hoy en día estamos dando gloria a Dios por lo que vemos que está sucediendo en Europa. Así que Yadira, cuéntanos un poco de eso.
Yadira: Encantada. Me gustaría compartirles la respuesta a un clamor de tres mujeres. Yo estaba dirigiendo un pequeño grupo de mujeres de habla hispana, y entre más buscaba en Su Palabra, más encontraba temas para mujeres, y Tito 2 se convirtió en nuestro lema. Y realmente el Señor nos empezó a transformar y a enseñar feminidad bíblica sin término de feminidad bíblica. No teníamos el término pero teníamos el contenido.
Bueno, de repente nos sentimos raras. Nos empezamos a sentir como esos peces que van nadando contra la corriente, como los salmones, y dijimos, «¿estamos haciendo algo mal? Las demás mujeres nos ven mal cuando hablamos diferente… ¿qué pasa? Y entonces decidimos orar, y le preguntamos, «Señor, ¿qué pasa con nosotras? ¿Hacia dónde nos quieres llevar? ¿Qué quieres hacer con nosotras? Porque mujeres que habían estado en nuestro grupo se iban.
Cuando empezamos a hablar de que la Palabra dice que la mujer debe someterse a su esposo, se fueron un montón. Entonces decidimos orar y decir, «Señor muéstranos». Y ¿cuál fue el resultado? Encontré Aviva Nuestros Corazones. Revive Our Hearts fue una respuesta a ese clamor, la primera que puedo dar como testimonio. Luego me involucré con el equipo, tuve contacto con ustedes, empecé a servir como embajadora, pero el Señor me puso una carga muy grande en el corazón; porque estábamos siendo tan bendecidas con estos recursos y mirábamos nuestra propia iglesia. Las mujeres en el grupo pequeño éramos de diferentes iglesias, pero la carga para mí era grande. Yo miraba Europa, las noticias, la indiferencia de la que hablamos en el primer programa, tantas cosas que realmente me dolía el corazón de ver a las mujeres, y yo quería orar pero estaba segura de que sola no lo podía hacer. Claro oraba con las mujeres de mi grupo, pero ahora necesitaba más mujeres.
Llegó la conferencia de True Woman del 2014. Yo no tenía mucho tiempo de conocer el ministerio y de repente anuncian que entre las participantes hay una mujer de Suiza y una mujer de Dinamarca… y casi me subo sobre la mesa de pura alegría, no lo podía creer. Y dije: «¡Señor, mujeres de Europa, ¿dónde están?! Inmediatamente escribí en Facebook pero no me notaron. Pero Elba de Reyes me notó y me respondió, «conozco a Mery Ann Piaget de Francia, si quieres te puedo contactar con ella». Y me contacté con ella y a la semana siguiente tenía contacto con Mary Ann y era mi primera hermana con la que empezamos a orar. Ella ya estaba orando por las mujeres de habla francesa porque es la embajadora ahora, en este tiempo todavía no, de Suiza de la parte de habla francesa. Y fue como unir a dos almas gemelas que querían lo mismo: avivamiento en su país, en su nación y en su lengua y yo quería avivamiento para las alemanas y para Europa.
Empezamos a orar, se nos unió una tercera hermana y así empezamos. Pero mi corazón sentía el deseo de orar en mi propio idioma con mujeres que estuvieran en otros países, y empecé a orar, «Señor, dónde están esas mujeres». Y chateando con unas hermanas –«hay hermanas que se han reportado desde España»– conéctenmelas por favor, Aviva díganme dónde están por favor. Me conecté con ellas y les propuse orar y nos dispusimos a orar. Orábamos por nuestras naciones, por Europa, pero eso se fue completando cada vez más y más, y entre las oraciones empezamos a orar por arrepentimiento en nuestros propios corazones y arrepentimiento de la iglesia en Europa para que la iglesia se volviera al Señor. Al mismo tiempo orábamos porque el Señor llevara a más mujeres a nosotros para que se unieran a nuestro grupo porque éramos pocas, y el Señor fue trayendo una a una las mujeres, mujeres que se reportaban a Aviva, y fuimos creciendo y las oraciones se fueron concretando más y más hasta que hicimos una lista de oración. Todos los días excepto el domingo, desde esa época hasta ahora, hemos estado orando por avivamiento, por arrepentimiento, por que el Señor levante varones, por que el Señor derribe fortalezas de feminismo, de materialismo, oraciones específicas que hemos estado haciendo por años en español y en inglés, pero mi corazón seguía con carga por las mujeres de Alemania.
Yo decía, «¿dónde están? Estoy tan sola…
Patricia: Yo tengo una pregunta, cómo hacían las oraciones, porque tú dices, «desde entonces hasta ahora». Si una hermana está oyendo y dice, «yo quisiera orar por Sudamérica, Centroamérica, el Caribe, Asia, Oriente Medio, ¿cómo dices que ustedes oraban desde allá hasta ahora?
Yadira: La tecnología. La bendición de la tecnología. El WhatsApp que es conocido por todas. Existen otras plataformas, pero todas unidas por la tecnología, por el Skype, por lo que estaba disponible para nosotras. Orábamos en línea y así nos hemos seguido viendo en diferentes idiomas. Mary Ann tiene su grupo de oración en francés, pero como les decía, mi carga por las alemanas… ¿dónde están? No conozco a ninguna. En mi iglesia no me ponen atención cuando les hablo del ministerio. Empecé a orar por las alemanas y lloraba le decía, «Señor, estoy tan sola, tan aislada, tengo tanto… bueno no sola, sino que el ministerio tiene tanto para dar. Muchas de las alemanas hablan inglés ¿dónde están?»
Empecé a contactar mujeres que se habían reportado desde Alemania. La primera fue una fiesta para mí. Quería volver a subirme a la mesa y bailar de la alegría, y desde entonces oramos específicamente por las alemanas. Las oraciones son casi las mismas: por avivamiento, por que el Señor despierte y prepare los corazones, por que levante mujeres con ese deseo, etc, etc. Para hacer la historia corta, ahora somos 31 mujeres que oramos en Alemania. Estamos traduciendo desde hace casi un año el devocional diario de En busca de Dios. Tenemos casi mil mujeres en Alemania que lo están recibiendo. Aparte de eso orábamos por Italia porque no teníamos mujeres en el grupo de habla hispana, no había mujeres de Italia. ¿Qué pasa con las italianas? El Señor nos manda una italiana y ella –antes que nosotras– empezó también a compartir el devocional En busca de Dios.
Así que ese devocional se está traduciendo ahora, por haberles contado a las hermanas internacionales, me parece que a un idioma africano a través de las hermanas de Sudáfrica. Hemos orado por cada país en Europa; un día otro día por cada país y ahora Revive Our Hearts nos ha compartido turco, alemán, holandés, francés, italiano, parsi. Para todos esos idiomas hay recursos disponibles. Esas son oraciones contestadas. Entonces aquí hay mujeres que están orando por sus países, no tengan temor, hagan oraciones atrevidas. Nuestra oración más atrevida, «Señor haz lo mismo que estás haciendo en Latinoamérica en Europa, eso es muy atrevido pero el Señor lo puede hacer y estamos viendo poco a poco cómo el Señor está llamando a las alemanas, a las francesas, a las mujeres que podríamos decir que es sorprendente y ellas quieren. El Señor está poniendo hambre y está llamando. Así que no debemos ser tímidas para orar, debemos ser osadas.
Patricia: Amén. Porque tenemos un Dios todopoderoso que está llevando a cabo Su plan y Su voluntad. Yadira se nos ha acabado el tiempo en medio de esta conversación tan interesante, pero la vamos a continuar en el siguiente programa en el día de mañana y ahora vamos a terminar con Alejandra. Alejandra va a compartir con nosotros un extracto del poema, Las mujeres que claman.
Alejandra: ¿Dónde están las mujeres que claman? Llamen a las plañideras para que vengan a clamar.
¿Dónde están las mujeres que oran, mujeres que saben que un día todo lo material se disolverá?
¿Dónde están las mujeres, las mujeres que claman, que no se avergonzarán en Su venida; mujeres con aceite en sus lámparas, contentamiento en sus huesos, coraje en su sangre, convicción en sus gargantas, canon entre los dientes, listas para cortar y curar?
¿Quién clamará en fe? ¿Quién creerá que Dios puede transformarnos a nosotras y a nuestra nación? ¿Quién clamará y estará en pie? ¿Dónde están las mujeres que se niegan a basar sus vidas en sus sentimientos? ¿Las mujeres arraigadas en sangre? ¿Quién clamará? ¿Quién creerá que Dios puede transformarnos a nosotras y a nuestras naciones? ¿Dónde están, dónde están las mujeres que van a clamar postradas por la iglesia? ¿Dónde están las mujeres? ¿Dónde están las mujeres?
Es tiempo de orar, es tiempo de clamar.
Annamarie: Has estado escuchando una porción de un poema de Blair Linne interpretado por Alejandra de Slemin. También escuchaste de Sahira de Macías, de Yadira Erchila Gorek y de Patricia de Saladín—representando diversos países alrededor del mundo. Y tú, ¿le dirás, «Señor, hazme una mujer que clama»? ¡Espero que sí! Y asegúrate de escuchar la conclusión de esta conversación mañana aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Unidas en un clamor, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
Tenemos el privilegio de proporcionar transcripciones de estos mensajes vivificantes. Si el Señor los ha usado para bendecir tu vida, ¿considerarías donar hoy para ayudar a cubrir los costos?
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