Unges mi cabeza con aceite
Débora: ¿Te sientes abrumada por las circunstancias que te rodean?
Nancy DeMoss Wolgemuth: Independientemente de cuáles sean tus problemas, la verdad es que siempre vas a tener más bendiciones que problemas.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 23 de octubre de 2023.
En un mundo de disturbios y de informaciones que nos llevan a experimentar temor, tenemos la oportunidad de encontrar paz y protección en Dios. Hoy Nancy nos hablará más sobre esto en la serie titulada, El Señor es mi pastor.
Nancy: Bueno, espero que nunca vuelvas a ver el Salmo 23 de la misma manera. Y espero también que haya cobrado más vida y un significado aún más profundo a medida que sigues esta serie y lo lees cada día. Meditando en cada frase como lo hemos hecho. Te darás cuenta de que tu pastor tiene …
Débora: ¿Te sientes abrumada por las circunstancias que te rodean?
Nancy DeMoss Wolgemuth: Independientemente de cuáles sean tus problemas, la verdad es que siempre vas a tener más bendiciones que problemas.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 23 de octubre de 2023.
En un mundo de disturbios y de informaciones que nos llevan a experimentar temor, tenemos la oportunidad de encontrar paz y protección en Dios. Hoy Nancy nos hablará más sobre esto en la serie titulada, El Señor es mi pastor.
Nancy: Bueno, espero que nunca vuelvas a ver el Salmo 23 de la misma manera. Y espero también que haya cobrado más vida y un significado aún más profundo a medida que sigues esta serie y lo lees cada día. Meditando en cada frase como lo hemos hecho. Te darás cuenta de que tu pastor tiene riquezas que quiere compartir contigo.
Hemos visto que no nos hace falta nada porque el Señor es nuestro pastor. Hemos visto que nos hace reposar en verdes pastos y nos lleva junto a aguas de reposo, aguas tranquilas, proveyendo descanso y frescura para nuestras almas. Hemos visto Su capacidad de restaurar nuestras almas cuando estamos débiles o nos hemos extraviado.
Hemos visto que nos guía por sendas de justicia, correctas y que aun cuando caminemos por esos valles –los valles inevitables de profunda oscuridad– no tenemos razón para temer. Aun cuando el mal nos rodea, no debemos tener miedo. ¿Por qué? Porque Él está con nosotros –«porque Tú estás conmigo» (v. 4). Y también vimos cómo Dios usa Su vara, Su cayado para darnos consuelo, para instruirnos, para guiarnos y protegernos y salvarnos de problemas.
Ahora, al llegar al versículo 5, vemos un cambio en el salmo. Algunos comentaristas creen que esta es una nueva imagen, distinta a la del buen Pastor, que ahora pasa a ser un anfitrión amable. El versículo 5 dice: «Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos; has ungido mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando».
Tal vez leas algunos libros o estudios del Salmo 23, que dicen que continúa hablando de la imagen del pastor. Es posible. Creo que podría ser de ambas formas. Creo que realmente no importa porque de cualquier manera aquí hay unas imágenes maravillosas de lo que Dios hace en las vidas de Sus hijos.
Así que me voy a quedar, por ahora, con la imagen del anfitrión amable recibiéndonos en Su mesa, en Su casa. «Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos».
Me encanta algo que Charles Haddon Spurgeon ha dicho acerca de la frase: «Tú preparas mesa». Él dice:
«Justo como lo hace una sierva que despliega el mantel de damasco y muestra los adornos para la fiesta en una ocasión ordinaria y armoniosa. Nada es a la carrera, no hay confusión, no hay interrupciones, el enemigo está en la puerta y a pesar de esto Dios prepara una mesa y el cristiano se sienta y come como si todo estuviera en perfecta paz. ¡Oh, la paz que Jehová da a Sus hijos, a Su pueblo, aun en medio de las circunstancias más difíciles!»
¿No es una imagen maravillosa? Tienes a los enemigos al acecho, los peligros que se avecinan. Sin embargo, justo en medio de esa escena, nuestro anfitrión o nuestro pastor, si lo prefieres, prepara la mesa, un banquete, una gran mesa, un lugar de descanso para nosotros, donde podemos nutrirnos y alimentarnos aun en presencia de nuestros enemigos.
Esa es la mesa que Él prepara para nosotros. Hay varios lugares en la Escritura donde se usa este concepto. Por supuesto, uno de ellos es la imagen de la cena del Señor. ¿No es esa una mesa que Él ha preparado para nosotros? La sangre y el cuerpo del Señor Jesús. Participamos de ella en la misma presencia de nuestros enemigos, en la presencia de Satanás. En presencia de cínicos, críticos y escépticos, nos sentamos, como pueblo de Dios, en un banquete. La cena del Señor preparada para nosotros.
Pienso en ese versículo de Apocalipsis 3:20 donde Jesús dice: «Yo estoy a la puerta y llamo; si alguien oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo». Esta es una imagen de nosotros sentándonos a la mesa juntos, teniendo una profunda relación de intimidad, de comunión con nuestro pastor, con nuestro anfitrión, con aquel que mora, que reside en nuestras vidas. Comunión con el Señor Jesús, en la presencia de cualquier enemigo que nos pudiera estar rodeando.
Y no solamente para esta vida, sino la promesa de la amabilidad, la bondad de Dios hacia nosotros por la eternidad. Es una imagen maravillosa. En Juan 14 leemos: «…voy a preparar un lugar para vosotros y cuando esté listo volveré y los llevaré allá» (v.2, parafraseado). ¿Qué vamos a hacer allá? Bueno, leemos en Apocalipsis acerca de la futura cena de las bodas del Cordero.
Recuerdan cómo el ángel le dijo a Juan: «Bienaventurados los que están invitados a la cena de las bodas del Cordero» (Apoc. 19:9). Todos los enemigos de Dios alrededor, pero ¿qué le pueden hacer a un hijo de Dios? Cuando Dios prepara la mesa, cuando Él prepara un banquete, tú estás a salvo. Puedes estar satisfecha y dejar que Dios se encargue de los enemigos.
Ahora, toma en cuenta que este versículo está justo después del versículo que habla del valle de profunda oscuridad –de atravesar un valle de sombra de muerte. Así que, esta es una persona que ha pasado por esto pero ya está del otro lado, y sale a un banquete, a una mesa, a abundancia, a provisión.
Me recuerda el pasaje del Salmo 66:
«Porque tú nos has probado, oh, Dios; nos has refinado como se refina la plata. Nos metiste en la red; carga pesada pusiste sobre nuestros lomos. Hiciste cabalgar hombres sobre nuestras cabezas; pasamos por el fuego y por el agua, pero tú nos sacaste a un lugar de abundancia» (vv. 10-12).
¿No es Dios así? Mantén esto en mente cuando estés en el valle de profunda oscuridad, cuando estés pasando por el fuego y por el agua y tengas cargas pesadas y estés siendo probada y examinada y haya hombres cabalgando sobre tu cabeza –lo que sea que eso signifique– que más allá de esto, más allá de la cruz está la resurrección. Hay un banquete preparado para ti. Señor, «Tú nos sacaste a un lugar de abundancia».
Así que esos enemigos que nos rodean pueden ser cualquier número de cosas.
- Puede ser el mismo Satanás
- Puede ser nuestra propia carne –ese enemigo con el que lucho mientras estoy en este cuerpo
- Puede ser algo de mi pasado que me persigue o me quiere mantener en esclavitud
- Pueden ser otras personas
- Puede ser vivir con una pareja que no conoce al Señor
- Pueden ser enemigos como enfermedad, edad avanzada y muerte
- Pueden ser cosas a las que les tengas temor, cosas que quieres combatir, cosas que te aterrorizan.
No te enfoques en los enemigos. Enfócate en el pastor. Enfócate en lo que Él está haciendo. Enfócate en Su provisión ante tus enemigos.
Fui al funeral de una hermosa mujer. Una mujer piadosa de 92 años de edad que fue mi amiga durante mucho tiempo. Y qué increíble fue verla partir a la presencia del Señor. Estoy segura de que ella entró llena de gozo a esa abundancia que hay en la presencia del Señor.
Poder ver que la muerte no es finalmente un enemigo porque Cristo ha conquistado ese enemigo. Hay un banquete preparado. Había un banquete preparado para ella aun en presencia de sus enemigos. Esa edad avanzada dejó de ser un enemigo para ella. Ella la enfrentó con coraje, con valentía, con esperanza.
Ella sabía que el Señor estaba allí, sabía que su esposo también iba a estar allí y estaba lista. Así que en presencia de sus enemigos Dios preparó un banquete para ella. Es una escena intensa porque piensas en esos enemigos que están ahí. Pero el punto es que ellos no pueden detener la fiesta, el banquete, la cena. Así que no te preocupes por ellos porque alguien más se está ocupando de ellos.
Es tan maravilloso pensar que esos enemigos pueden ver, literalmente, la realidad de lo que tu pastor está haciendo contigo. Ellos lo ven proveyendo para ti, ven Su presencia haciendo toda la diferencia en tu vida. Así que habrá enemigos todo el trayecto desde aquí y ahora, hasta el cielo. Puedes contar con eso. El mundo, la carne, el diablo o Satanás, siempre van a estar al acecho, pero no tienes que ser vencida por ellos.
Tú no vas a ser conquistada, intimidada o sobrecogida por ellos, porque Él te dará abundancia y suplirá todas tus necesidades ante la oposición y el peligro. Puedes disfrutar de Su presencia y experimentar llenura, seguridad, provisión y bendición aun en presencia de tus enemigos.
Ahora, es importante dejar que sea el pastor el que prepare la mesa para nosotros. No trates de organizar tu propio banquete. Nunca será tan bueno como el que Él quiere preparar para ti.
Quizás algunas de ustedes han leído un libro que cuenta la historia de una mujer llamada Darlene Deebler Rose, quien pasó cuatro años en una prisión japonesa durante la Segunda Guerra Mundial.
Durante ese tiempo ella sufrió amenazas, tortura, enfermedad y toda clase de tormentos a manos de sus captores. En el libro ella comparte que hubo un punto en que estuvo sumamente debilitada. Había estado muy enferma. Lo había apenas superado y casi no se podía levantar, cuando los guardias vinieron a la puerta –y eran obligadas a pararse y hacer reverencia ante los guardias cuando venían a las celdas.
Ella estaba tan débil, y en su debilidad tenía un fuerte deseo por una banana. Ella quería una banana. Esto es lo que ella dijo:
«Todo en mi ser deseaba una. Podía verlas. Podía olerlas. Podía saborearlas. Me arrodillé y dije: “Señor, no te pido una docena. Solo quiero una banana”. Miré hacia arriba y supliqué, “Señor, solo una banana”.
Después empecé a racionalizar –¿cómo sería posible que Dios consiguiera darme una banana a través de estas paredes de la prisión? Nunca se lo pediría al guardia. Y aun si me ayudara y lo descubrieran habría represalias. Había más probabilidad de que se cayera la luna del cielo a que alguien me trajera una banana».
Después ella describe el siguiente día después de haber orado esa oración, y una serie de acontecimientos que hicieron que el guardia viniera a su puerta. Ella dijo:
«Escuché al guardia regresando y sabía que venía por mí».
Ella narra como estaba a la expectativa de que viniera por ella para golpearla.
«Con mucho esfuerzo me paré, lista para ir. Él abrió la puerta, entró y haciendo un gesto como barriendo, dejó a mis pies unas bananas. “Son tuyas”, dijo el guardia, “y son de parte del Sr. Yamaji”».
Ahora, en la historia, el Sr. Yamaji, era el oficial a cargo de otro campamento donde ella había estado cautiva. Este hombre tenía un temperamento terrible. Era brutal y cruel, un hombre enojado, iracundo e increíblemente grosero, cuyo corazón se había suavizado por el testimonio de Darlene en ese campamento.
Y ahora aparece en este campamento y manda a un mensajero con bananas para Darlene. Ella dice:
«Me senté en total aturdimiento y en silencio las conté. Eran 92 bananas. Empujé las bananas hacia una esquina y me puse a llorar. “Señor, perdóname. Estoy tan avergonzada. No confié en Ti por una sola banana. Y mira, son casi cien”. Supe en ese momento que nada es imposible para mi Dios».
Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos.
¿Estás viendo a tus enemigos o estás viendo a tu anfitrión? Él ha conquistado cada enemigo y al final todos esos enemigos se postrarán delante de Él. Mira, el Salmo 23 muestra francamente la realidad de la muerte, de la oscuridad, de la maldad y de los enemigos. No hace como que no existen. Dios no nos está ofreciendo un escape de nuestros enemigos sino triunfo sobre ellos.
Sí, el valle de muerte y de profunda oscuridad existe, pero puedo caminar a través de él, y Jesús estará conmigo. Sí, hay maldad, pero no debo temer. No tenemos que vivir con miedo. Podemos tener Su consuelo. Sí, hay enemigos, pero Él es nuestro anfitrión en presencia de ellos. Y justo en ese contexto leemos estas dos frases: «Has ungido mi cabeza con aceite, mi copa está rebosando». En presencia de esos enemigos.
¿Ves lo que Dios hace por nosotras? Muchas veces tratamos arduamente de escapar de las presiones y de los problemas, tratamos de manipular y buscamos cómo salir de ahí, y pienso que nos perdemos de las bendiciones más grandes que Dios tiene preparadas para nosotras. Algunas de nosotras nunca experimentamos lo que nuestro pastor, nuestro bondadoso anfitrión podría y haría por nosotras si le diéramos la oportunidad.
Estamos muy ocupadas huyendo de nuestros enemigos –y no estoy diciendo, ve y busca enemigos. Ese no es el punto –que te quedes ahí y aguantes el abuso; pero lo que digo es que hay circunstancias en nuestra vida que no podemos controlar. En vez de resistir y resentirnos o huir de ellas, pon tus ojos en Cristo, vuelve tu mirada hacia el Señor.
Pon tus ojos en Él. Dile, «Señor, ¿qué quieres hacer en medio de esta situación? ¿Quieres lidiar con mis enemigos? ¿Quieres proveer para mí frente a ellos? ¿No vas a remover esta situación?» Como dijo Jesús en el huerto de Getsemaní, «si es posible quisiera que esta copa fuera removida, pero si no es así, Señor, haz Tu voluntad», haz Tu voluntad en mi vida.
Algunas veces la voluntad de Dios –lo que Dios hace es preparar un banquete para ti en presencia de los problemas y después ungir tu cabeza con aceite para que tu copa rebose. Cuando pensamos en ser ungidas con aceite o en que nuestra copa esté rebosando, pensamos que es como cuando el sol está brillando y hay dinero extra en el banco y tenemos un esposo romántico e hijos con modales perfectos y que se portan bien y se levantan y te llaman bienaventurada– aunque tengan 17 años. Ahí no es cuando probablemente lo van a hacer.
Y decimos, si todo en mi vida fuera perfecto, si tan solo tuviera el trabajo adecuado, o si viviera en la casa ideal, si tuviera la salud perfecta y no tuviera problemas financieros, entonces mi cabeza estaría ungida con aceite y mi copa estaría rebosando. Pero ¿notas el contexto de esas promesas? Es en la presencia de mis problemas. Ahí es donde Dios puede ungir mi cabeza con aceite y hacer que mi copa esté rebosando.
Pienso en ese versículo del Salmo 92 que dice: «He sido ungido con aceite fresco. Mis ojos satisfechos han mirado a los que me acechaban» (vv. 10–11). Dios te está cuidando aún mientras está tratando con tus enemigos.
Ahora, si en esta parte el salmista está todavía hablando de la imagen del pastor y las ovejas, entonces esto puede ser una referencia al pastor poniendo aceite en la cabeza de la oveja, frotando algo de aceite para protegerla de cosas como, el calor. Se usa también como repelente contra moscas o serpientes para que las ovejas puedan seguir pastando en presencia de sus enemigos. Está diciendo, Dios cubre mis necesidades. Él me protege en presencia de mis enemigos.
Cuando piensas en aceite y en ungir con aceite en el contexto de la Escritura, hay varias imágenes que vienen a la mente. Una es el concepto de gozo, llenura, abundancia, satisfacción, suficiencia, prosperidad. Proverbios habla del aceite en la cabeza como el gozo del corazón. El salmista está hablando de un sentido de satisfacción aquí, de llenura, de gozo, de plenitud.
También en la Escritura, el aceite y el ungir con aceite, se usan como imágenes de hospitalidad, como cuando entras a casa de alguien y el anfitrión, lleno de gracia y dándote la bienvenida, te dice, «eres bienvenida aquí. Eres apreciada. Eres aceptada. Eres mi invitada de honor». Podría ser usada en ese sentido la frase «unges mi cabeza». Él me recibe y me da la bienvenida a Su presencia.
Ciertamente, la imagen de aceite en la Escritura es la imagen del ministerio del Espíritu Santo y lo que Él hace en nuestras vidas para purificarnos, refinarnos, llenarnos y capacitarnos. Ungir, en la Escritura, se usaba frecuentemente para la consagración de sacerdotes o de reyes cuando iban a servir al pueblo y al Señor. ¿No crees que necesitamos esa consagración y ser ungidas de esa forma por el Espíritu Santo para servirle? Somos sacerdotes para el Señor. Para poder servirle necesitamos nuestras cabezas ungidas con el aceite del Espíritu.
Las personas con las que trabajo pueden decirte que cuando la gente pregunta cómo puede orar por mí, una de las cosas que frecuentemente digo es, «ora por aceite fresco», por una unción fresca de Su Espíritu. Porque el salmo dice: «Me has ungido con aceite fresco». Yo quiero una llenura fresca del Espíritu en mi vida y que trabaje en y a través de mí repetidamente.
Y mira, «unges mi cabeza con aceite». Esto no es algo de una sola vez, sino que se aplica repetidamente. De la misma manera necesitamos una llenura fresca y ser ungidas con el Espíritu de Dios día tras día para enfrentar retos nuevos, tareas nuevas, oportunidades nuevas.
Cada nuevo día que te levantas para lidiar con esos niños o para ir al trabajo o para servir a tu esposo o a alguien más de quien eres responsable de cuidar, necesitas el aceite del Espíritu. Cuando Dios te unge con Su Espíritu encuentras que es un aceite de alegría. Es un aceite de gozo.
«Has ungido mi cabeza con aceite, mi copa está rebosando». Me encanta este versículo. Me encanta esa frase. Habla de la abundante y plena gracia de Dios derramándose en la vida. Varias escrituras de los salmos vienen a mi mente. «Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios» (Salmo 68:19 RV60). «Bendice, alma mía, al SEÑOR, y no olvides ninguno de Sus beneficios» (Salmo 103:2) «¿Qué daré al SEÑOR por todos Sus beneficios para conmigo?» (Salmo 116:12).
Aquí no vemos la imagen de una hija de Dios escarbando, apenas sobreviviendo, en pobreza. Ahora, materialmente tal vez. Pero en el Espíritu hay abundancia, hay llenura, hay plenitud, hay riqueza. Hay un entendimiento de que mi copa está rebosando con la abundante bendición de Dios.
Así es como el apóstol Pablo puede decir desde una celda en prisión lo que dice en Filipenses 4: «Tengo abundancia. Estoy bien abastecido. Mi copa está rebosando» (parafraseado). Y Jesús dijo: «El que cree en Mí, como ha dicho la Escritura: De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva» (Juan 7:38). «Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia» (Juan 10:10).
Y como dice Pablo: «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo» (Ef. 1:3).
Vemos esta imagen a través de toda la Escritura. Mi copa está rebosando.
Algunas de nosotras somos pesimistas por naturaleza y tendemos a ver los vasos medio vacíos. La Escritura está diciendo, mira cuán llena está tu copa, cuenta tus bendiciones. Te da una perspectiva totalmente diferente dependiendo de si te enfocas en los problemas o en tus bendiciones. Sin importar cuántos problemas tienes e independientemente de cuáles sean tus problemas, la verdad es que siempre vas a tener más bendiciones que problemas.
Tenemos un Dios que es abundante en misericordia, rico en misericordia, que perdona abundantemente. Romanos 5:20 dice: «Donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia». «Mi copa está rebosando». Tú dices, «sí, mi copa está muy llena de pecado. Si supieras las cosas que he hecho, los lugares donde he estado, el desastre que he hecho de mi vida», déjame decirte que Su misericordia sobreabunda más que tu pecado. Su gracia sobreabunda más allá de tu pecado.
Así que donde hay pecado que sobreabunda, allí está la abundante gracia de Dios que se desborda.
El Apóstol Pablo nos enseña en su segunda carta a los Corintios que hemos sido bendecidos abundantemente para que podamos sobreabundar en la vida de otros. Mi copa está rebosando. Dios me llena de Sus beneficios y bendiciones para que yo sea generosa, para que bendiga a otras personas. Vemos este ciclo aquí en 2 Corintios 8 y 9, de gracia sobreabundando, después la generosidad desbordándose, y después todas tenemos gratitud hacia Dios por lo que ha hecho.
Pablo dice en el capítulo 12 que hay momentos en que nuestros problemas sobreabundan. Él dice que algunas veces oraba y le pedía a Dios, y Dios no se llevaba los problemas. Pero él comparte que en medio de esos problemas, Dios da mayor gracia, sobreabundante gracia. Sin importar cuán abundantes sean tus problemas, qué tan abundante sea tu pecado, hay gracia y hay bendición que es más abundante que cualquier otra cosa.
Así que Pablo podía decir en esta carta, en el capítulo 7 versículo 4: «Lleno estoy de consuelo y sobreabundo de gozo en toda nuestra aflicción». ¿Qué estaba diciendo? Mientras nuestros problemas sobreabundan, de la misma manera sobreabunda el consuelo que es nuestro en Cristo.
Haddon Robinson, en su libro devocional sobre el Salmo 23, escrito hace muchos años, dice:
«Con el Señor, el cordero es siempre el cordero más gordo, la túnica es siempre la mejor, el gozo es inexplicable y la paz sobrepasa todo entendimiento. No hay mezquindad en la bondad de Dios. Él no mide Su bondad a cuenta gotas como el químico llenando un frasco con medicamento. Él viene a nosotros desbordante».
«Mi copa está rebosando». Así que, ¿qué significa esto? Bueno, por lo menos dos cosas. No hay lugar para las quejas. No hay lugar para murmurar. En segundo lugar, hay muchas razones para sobreabundar en generosidad y gratitud. Dios te ha bendecido para que seas de bendición a otras personas.
Oh Señor, unges mi cabeza con aceite, el aceite de Tu Espíritu, el aceite de Tu alegría, el aceite de gozo. Mi copa está rebosando.
Débora: Incluso cuando nos enfrentamos con dificultades y los enemigos nos rodean, podemos refugiarnos en la abundancia de nuestro Dios. Acabamos de escuchar a Nancy DeMoss Wolgemuth ayudándonos a entender el Salmo 23 más profundamente. A lo largo de esta serie, ella nos ha estado dando una visión fresca sobre un capítulo que nos es muy familiar. Si te has perdido alguno de los episodios anteriores, puedes regresar y escuchar el resto de la serie en avivanuestroscorazones.com.
Tan a menudo vivimos como aplastadas bajo las circunstancias, agotadas, derrotadas, en temor… Y aunque es verdad que vivimos situaciones sumamente difíciles, ¿será que hemos perdido de vista el hecho de que podemos vivir en un lugar de abundancia aún en medio de los problemas que enfrentamos? Mañana hablaremos más acerca de esto, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Confiando en nuestro buen Pastor, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
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