Una visión gloriosa de la iglesia
Débora: Si Dios te ha llamado a hacer algo en tu iglesia, es importante. Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Qué estás haciendo? ¿Participando de la cena del Señor? ¿Presenciando un culto de bautismo? ¿Hablando acerca del sermón del pastor después de la iglesia con tus hijos? ¿Ayudando con la limpieza y organizando la iglesia para el domingo? ¿Orando con una madre soltera que está luchando en medio de la crianza de sus adolescentes? ¿Qué estás haciendo? Estás ayudando a Dios a construir un hermoso templo. Se llama la Iglesia, la Iglesia de Jesucristo, para la alabanza de Su gloria.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy 21 de mayo de 2024.
Los problemas de este mundo son tan grandes, y nuestras contribuciones pueden parecer tan pequeñas. Cuando se trata de tu participación en la iglesia, ¿alguna …
Débora: Si Dios te ha llamado a hacer algo en tu iglesia, es importante. Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Qué estás haciendo? ¿Participando de la cena del Señor? ¿Presenciando un culto de bautismo? ¿Hablando acerca del sermón del pastor después de la iglesia con tus hijos? ¿Ayudando con la limpieza y organizando la iglesia para el domingo? ¿Orando con una madre soltera que está luchando en medio de la crianza de sus adolescentes? ¿Qué estás haciendo? Estás ayudando a Dios a construir un hermoso templo. Se llama la Iglesia, la Iglesia de Jesucristo, para la alabanza de Su gloria.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy 21 de mayo de 2024.
Los problemas de este mundo son tan grandes, y nuestras contribuciones pueden parecer tan pequeñas. Cuando se trata de tu participación en la iglesia, ¿alguna vez te sientes desanimada? Nancy nos va a animar hoy recordándonos el panorama general, el gran mural de Dios. Ella está concluyendo la serie «¿Quién necesita la Iglesia?». Pero antes del gran final, Nancy quería abordar algo que está en la mente de algunas de nuestras oyentes. Aquí está Nancy.
Nancy: Ya hemos hablado en esta serie acerca de la Iglesia (con «I» mayúscula), de la iglesia con «i» minúscula) y de cómo debemos vivir «los unos a los otros» y conectarnos a un cuerpo de creyentes. Y en este punto puede surgir una pregunta… He hablado con personas a lo largo de los años, muchas personas. Algunas de nuestras oyentes nos escribieron en una ocasión en que hicimos una encuesta.
Les preguntamos a las personas algunas cosas sobre la iglesia local. ¿Cuáles son algunas de las necesidades de la iglesia local? Recibimos algunas respuestas que fueron bastante desalentadoras. Las personas se sienten bastante frustradas por su experiencia con la iglesia local. Entonces, una de las preguntas que surge es: ¿en algún momento es correcto dejar una iglesia? Y si es así, ¿cuándo y cómo debo irme?
Ahora, no voy a explorar este tema con la profundidad que merece, pero, en el tiempo que nos resta, déjame darte algunas sugerencias e ideas para ayudarte a pensar en eso. ¿Es hora de abandonar la iglesia? Obviamente, un tiempo para dejar una iglesia sería si te estás mudando, si Dios te está guiando a otra parte del país. Pero permíteme sugerirte que cuando te preparas para hacer una mudanza (puede ser por un cambio de trabajo o porque te mudas para cuidar a un miembro de la familia o lo que sea) es muy importante investigar la situación de la iglesia local antes de tomar una decisión final.
Me sorprende la cantidad de personas que toman la decisión de mudarse. Vuelven de un fin de semana donde se entrevistaron con su posible empleador y uno les pregunta: «¿Cómo les fue?»
«¡Fue genial! Me encanta el lugar donde voy a trabajar. Tenemos que ver la situación de la escuela. Hay algunas escuelas excelentes para nuestros hijos, así que eso va a funcionar muy bien».
«Bueno, me alegra escuchar eso. ¿Y la iglesia?, ¿hay alguna iglesia bíblica en ese lugar?»
«Oh, mmm, sabes que fue un fin de semana realmente rápido y no tuvimos la oportunidad de comprobarlo. Pero vamos a ganar mucho más dinero, así podremos mantener mejor a nuestra familia. Estoy segura de que hay buenas iglesias allí. Hay buenas iglesias en todas partes. Encontraremos una cuando lleguemos allí».
Ahora, espero que la encuentres. Pero creo que es insensato y hasta podríamos calificar de necedad, que tú y tu familia no le hayan dado preeminencia y hayan determinado primero a cuál iglesia asistir.
Ahora, me doy cuenta de que hay momentos en los que tienes que mudarte. No puedes explorar todo eso por adelantado. Pero ¿qué tan importante es para ti analizar la situación de la iglesia y saber si hay una iglesia donde puedes plantar tu familia, donde tu matrimonio –si estás casada– va a crecer y a prosperar, donde tus hijos pueden crecer y prosperar? Creo que eso habla de nuestro corazón porque esa debería ser una de las principales consideraciones cuando estamos pensando en mudarnos, averiguar dónde hay una iglesia local bíblica, un organismo local al que puedas conectarte.
Cuando llegues a esa área, no te pases un año o dos buscando una iglesia local, o visitando todas las iglesias en el área y tomando meses y meses para establecerte en una iglesia. Eso es peligroso. No estoy diciendo que no explores algunas iglesias, no me malentiendan, pero asegúrate de no tardar una eternidad en hacerlo.
Encuentra una. Involúcrate. No esperes que sea perfecta. Habrá algunas sorpresas.
Así que esa es una ocasión cuando obviamente dejas tu iglesia local. Cuando te estás mudando geográficamente. Pero suponiendo que no sea por motivos de mudanza, ¿hay otras razones para dejar una iglesia?
Bueno, una que creo que sería clara es cuando hay una herejía doctrinal que se enseña desde el púlpito en la iglesia de manera constante y no se enmienda. No es que simplemente se diga algo un domingo con lo que no estás de acuerdo y si es erróneo luego se corrige. Pero si hay enseñanzas en la iglesia que son contrarias a la Palabra de Dios sobre lo esencial de nuestra fe, entonces estás en la iglesia equivocada.
¿Cuáles son los elementos esenciales?—y hablamos un poco acerca de esto en una de nuestras series pasadas, «Discierne la verdad en un mundo de engaños». Algunos de los elementos esenciales son: la autoridad de la Escritura, Cristo cien por ciento Dios y cien por ciento hombre, la salvación en Cristo y la justificación por fe por medio de la gracia—el evangelio. Ese es el evangelio: quién es Cristo, el Hijo de Dios. Si estás en una iglesia donde no se enseñan los fundamentos, lo esencial, los principios fundamentales, las verdades y las doctrinas de nuestra fe, entonces donde estás no es realmente una iglesia bíblica. Es un edificio, una organización, una institución, pero no es una verdadera iglesia local. Necesitas estar y ser parte de una verdadera iglesia local.
Si hay herejía doctrinal, si tu iglesia no está comprometida con las doctrinas de las Escrituras—las doctrinas fundamentales de las Escrituras. (Hay algunas doctrinas secundarias que caracterizan diferentes denominaciones. Está bien estar en desacuerdo sobre algunas de esas cosas, pero lo esencial debe estar allí). Si no lo está, debes preguntarle al Señor si es hora de formar parte de otra iglesia.
Si estás en una iglesia que se niega a lidiar con el pecado evidente y la inmoralidad, entonces debes preguntar: «Señor, ¿estamos en el lugar correcto si esta no es una iglesia comprometida con la pureza, la santidad?» No estoy diciendo que cada pecado que tiene lugar en la iglesia debe ser abordado de manera corporativa o colectiva. La Escritura nos da ilustraciones en todo el Nuevo Testamento de asuntos particulares.
Por ejemplo, Pablo habla en 1 Corintios 5, acerca de un hombre en la iglesia que estaba cometiendo incesto con su madre. Quiero decir, era una situación inmoral grave y la iglesia no estaba haciendo nada al respecto. Y Pablo dijo: «Tienes que lidiar con esto». Si estás en una iglesia donde el liderazgo de la iglesia se niega constantemente a lidiar con el pecado o la inmoralidad evidente o conocida, entonces probablemente no pertenezcas a esa iglesia. No está funcionando como una iglesia bíblica.
Si estás en una iglesia que se caracteriza por la muerte espiritual, no hay corazón para Dios, no hay hambre de Dios, no hay sed de Su Palabra, debes considerar si estás en el lugar donde Dios te quiere.
No me refiero a cuando vas a la iglesia y sientes o piensas, «ese servicio no hizo mucho por mí. Quizás no pertenezco aquí». Eso es muy subjetivo. Y recuerda, no vas a la iglesia para que la iglesia haga algo por ti. Vas porque eres parte de ese cuerpo, eres parte de esa comunidad, de esa familia, porque estás bajo la predicación de la Palabra de Dios.
Pero, si de manera crónica no hay vida en tu iglesia, especialmente si tienes hijos que crecen en esa iglesia, entonces puede ser el momento de decir: «Señor, ¿deberíamos estar en otro lugar donde nuestros hijos y nosotros podamos tener un sentido de Tu presencia, del poder de Tu presencia y de Tu Palabra predicada fielmente?»
Ahora, no esperes estar en el cielo aquí en la tierra. Vas a estar en el cielo cuando llegues al cielo. No digas: «Bueno, no hay mucha vida aquí, así que iremos a buscar otra cosa». Porque si esencialmente eres una persona descontenta, es posible que el problema siga a donde quiera que vayas.
Lo que digo es que, si hay una falta crónica de vida espiritual, falta de voluntad crónica para lidiar con los problemas, ¿qué hacer si ese es el caso? Si no hay vida en tu iglesia, si hay problemas crónicos serios… Creo que hay algunas iglesias (y Dios sabe dónde y cuándo) en las que Dios ha escrito «Icabod», lo que significa que Dios ha quitado Su gloria de allí. La gloria de Dios se ha alejado de esa iglesia.
Ya cesó de ser realmente una iglesia. Es solo un paquete de palos; ¿recuerdas el paquete de palos del que hablamos al principio de esta serie? Es un grupo de personas que se juntan, pero no hay vida, no hay vitalidad.
¿Qué haces si sientes que ese es el caso en tu iglesia local? Bueno, primero déjame decirte, sé paciente. No llegues a esa conclusión a la tercera semana de estar visitando la iglesia. Ahora, tal vez sea muy, muy obvio, y sé que estoy hablando con personas que se encuentran en muchas situaciones diferentes, así que no puedo hablar de cada situación en particular. Necesitas sumergirte en la Palabra y ponerte de rodillas y pedirle al Señor que te muestre cuál es la situación en ese caso. Pero ten paciencia con las imperfecciones, las debilidades y las necesidades en tu iglesia, porque Dios está con nosotros. Recuerda que todos estamos en un proceso, así que da espacio para crecer, da tiempo para crecer.
Y otra cosa muy importante, ora. Antes de abrir la boca para hablar con otra alma sobre los problemas en esa iglesia, si alguna vez lo haces, habla con Dios primero al respecto. No te vuelvas crítica. Una actitud crítica es terrible. No andes hablando con los demás. «Estoy realmente preocupada por nuestro pastor». Eso es pecado, eso está mal.
Ahora, si tu pastor está siendo infiel. . . y le agradezco al Señor por todos los pastores que han estado en mi vida que han sido hombres piadosos. Pero sé que hay algunos que rompen el pacto con el Señor y no son aptos para ser líderes espirituales. Si hay un pecado conocido como ese, entonces debe ser tratado. Pero si solo estás consciente o percibes cosas que están perturbando tu espíritu, ve al Señor. Pídele que se encargue de eso. Pídele que te muestre Su perspectiva.
Ya sabes, la iglesia se parece mucho al matrimonio y a la vida real. La vida es dura. A veces es desordenada, pero quédate allí. Trabaja en los problemas y crece a través de ellos. Hay algunos problemas en nuestras iglesias sobre los que solo debemos orar y esperar calladas en el Señor.
Si quieres una iglesia mejor, ora por la que tienes. Si quieres un mejor pastor, ora por el que tienes. Pídele a Dios que te dé una visión de cómo Él puede traer nueva vida a esa iglesia defectuosa.
Dios dice en Apocalipsis 21:5: «He aquí, estoy haciendo nuevas todas las cosas». Puede ser que estés en una iglesia donde Dios está obrando. Está en un proceso. Él se está moviendo. Él está haciendo todas las cosas nuevas, y debes esperar.
Pero habiendo esperado, habiendo orado, habiendo buscado al Señor, habiendo sido paciente, habiendo hecho todo lo posible para ser parte de la solución, ser parte de la vida allí y verlo durante un período prolongado de tiempo y no sucede nada, entonces puede ser que Dios haya apagado la luz en esa iglesia como dijo que le haría a la iglesia en Éfeso si no volvían a su primer amor.
Él dijo: «Quitaré tu candelabro de su lugar» (Apoc. 2: 5). Eso puede suceder en una iglesia local. En ese punto, considera en oración si es el momento de hacer un cambio y cuándo sea el momento pídele a Dios que te indique cómo salir de esa iglesia. Yo diría, en general, que debe hacerse en silencio y sin crear contención o división. Ahora, es una situación diferente si nuevamente hay un pecado evidente en el liderazgo o algo que es claramente contrario a la Escritura que no se está abordando.
Pero como mujeres, ¿sabes qué? En general, no es nuestra responsabilidad lidiar con esas cosas. Si los hombres a quienes se les ha dado la responsabilidad de dirigir la iglesia no están tratando con eso, entonces no te conviertas en un punto de contención o de crítica en la iglesia. No seas divisiva, no seas contenciosa, no seas desleal, no trates de arrastrar a otras personas contigo y no crees una división en la iglesia. Eso tiene todas las ramificaciones y las implicaciones—y más de las que el divorcio crea en el matrimonio. Hay mucho, mucho, mucho caos. A veces sucederá, pero no seas tú quien lo provoque.
Si vas a irte y es hora de hacer un cambio, hazlo en silencio, en la mayoría de los casos con seguridad. Pídele a Dios que te dirija a una iglesia saludable que no es lo mismo que una iglesia perfecta. No hay una en ninguna comunidad en ningún lugar de este lado del cielo. Pero pídele a Dios que te dirija a una iglesia donde puedas congregarte.
Dios puede guiarte a quedarte en una iglesia que tiene algunos de los tipos de problemas de los que hemos estado hablando, donde es un asunto gris o no es un asunto claro; o tal vez no tienes otra opción. Tal vez tu esposo dice: «Aquí es donde nos quedaremos». Tú eres su esposa y quieres quedarte bajo su protección y autoridad. O tal vez no hay otras iglesias, literalmente no hay otras opciones en tu área.
Y si te vas a quedar allí, no estés resentida. No te vuelvas amargada, no te vuelvas cascarrabias, no te vuelvas irritante, no te vuelvas divisiva, no te levantes y digas lo que piensas y destroces la iglesia en las reuniones o a espaldas del pastor. Conéctate, sirve, ama, ora fervientemente y cree que Dios traerá nueva vida a algo que parece que tiene muy poca vida. Dios puede hacer eso. De eso se trata el avivamiento, Dios está dando nueva vida a los antiguos sistemas que están cansados y necesitan un nuevo aliento del Espíritu. Dios realmente puede hacer eso.
Débora: Estamos escuchando a Nancy DeMoss Wolgemuth. Ella regresará para darnos una gran visión de lo que es la Iglesia en un momento. Pero antes de continuar, me gustaría hablarte acerca de un nuevo recurso que tenemos disponible.
Descubre la guía de parte de Dios para construir relaciones significativas. En la Biblia encontramos instrucciones claras sobre cómo tratar a los demás, quienes, al igual que tú, son portadores de la imagen de Dios. Te presentamos nuestro nuevo recurso: «Unos a otros». Sumérgete en este devocional de 30 días y aprende a edificar a los creyentes que están a tu alrededor con los «unos a otros» que encontramos en las Escrituras. Encuentra más información en nuestra página web AvivaNuestrosCorazones.com.
Ahora, aquí está Nancy de regreso con la segunda parte del episodio de hoy.
Nancy: Hay una universidad llamada Concordia que se encuentra en Moorhead, Minnesota, una región muy fría. Esta universidad tiene un coro fabuloso que organiza un concierto de Navidad todos los años, y que atrae a unas 20,000 personas cada año a diferentes presentaciones de ese concierto.
Una de las características únicas de esos conciertos navideños anuales, es la producción de un mural pintado de seis metros de alto por unos 18 metros de ancho, que refleja el tema del concierto de Navidad de ese año. El artista es un hombre llamado David Hetland. Él diseña el escenario para ese concierto, y luego supervisa a más de cien voluntarios que comienzan a pintar el mural a mediados de octubre.
Ahora, no es necesario que los voluntarios tengan alguna experiencia en arte o habilidad para ser parte de este esfuerzo, porque es un mural de pintura por número. David dibuja todas estas piezas y las enumera. También la pintura va con el número. Luego, estos cientos de voluntarios o más trabajan durante dos meses para pintar este hermoso mural.
Cuando está terminado tiene la impresión de un hermoso vitral, de una hermosa pieza de cristales de colores. El artista, el diseñador, David Hetland, supervisa todo el trabajo y le da los toques finales. Luego lo colocan detrás del coro y se ve este hermoso vitral detrás del coro.
Entonces, cada año durante el otoño en Moorhead, Minnesota, decenas y decenas de personas desconocidas, comunes y corrientes, pintan secciones pequeñas e insignificantes de este gran lienzo. Semanas o meses después, el resultado es una obra maestra espectacular y hermosa.
Mientras leía sobre el mural en Moorhead, Minnesota, pensé: ¿No es esa una gran imagen de la iglesia, del cuerpo de Cristo? Tenemos todas estas personas pequeñas, desconocidas, promedio… Somos nosotras pintando estas pequeñas piezas que parecen tan insignificantes sin saber realmente dónde encaja nuestra pieza. «¿Estoy pintando la pata de un camello? ¿Estoy pintando una estrella? ¿Estoy pintando una parte del cielo? Es posible que no sepan lo que están pintando o qué parte tienen en el todo, hasta el momento en que esté terminado.
Pero son parte de una obra, una labor mucho más grande, una empresa, un esfuerzo que es más grande que ellos mismos. Cuando todo está dicho y hecho, nadie sabe ni se preocupa realmente por los nombres de esos voluntarios. Ellos saben quién es el artista. Saben quién es el diseñador. Ven esta hermosa obra maestra y es realmente secundario y sin importancia quiénes fueron todos los contribuyentes.
Pienso en la iglesia de Jesucristo como un gran, gran mural, una obra maestra que Dios ha diseñado, y de la cual, en su pintura, Dios nos ha permitido ser parte a través de todas las edades. El apóstol Pablo pintó una parte de ella. Pedro pintó otra parte de ella. Santiago pintó una parte de ella. Lidia en el Nuevo Testamento pintó otra parte de ella.
Luego, George Whitfield y Jonathan y Sarah Edwards y otros santos a lo largo de la historia pintaron parte de ella. Mi padre tuvo que pintar una parte de ella, y ahora está en el cielo, donde es testigo del resto de nosotros pintando aquí en la tierra, pintando nuestra pequeña parte. Y aquellos que nos seguirán, si el Señor se demora, están pintando su pequeña parte. Y Dios está haciendo este gran, gran mural para mostrar Su gloria en el universo.
La iglesia existe para la alabanza suprema de la gloria de Dios. Comenzamos esta serie en el libro de Efesios, un libro que habla sobre el esplendor y la maravilla de la Iglesia, con «I» mayúscula, tal como Dios la diseñó. Efesios 1 nos dice que en la eternidad pasada Dios nos eligió como Su pueblo. Él nos adoptó, nos selló con el Espíritu Santo y nos puso en la iglesia.
¿Por qué? Para que seamos para alabanza de Su gloria. Tres veces en el capítulo 1 de Efesios ves una frase similar, «para alabanza de Su gloria». Me imagino los «oooh y aaah» en ese gran auditorio en el recinto de la Universidad Concordia cuando se presenta el mural, un nuevo mural que ha estado en proceso durante meses y ahora la gente lo ve, y es espectacular.
Pero ¿te imaginas los «oooh y aaah» resonando en todo el universo cuando el mural de Dios de la iglesia esté completo? Los santos y los ángeles, los ciudadanos del cielo y esas criaturas en el cielo miran y ven: «wow, la gloria de Dios, el esplendor de Dios que se muestra en Su Iglesia».
De hecho, el libro de Apocalipsis nos describe cómo será el resultado final. Y permítanme leerles de los últimos capítulos de Apocalipsis algo de esa descripción porque quiero que les dé una idea de lo que está por venir, y por qué trabajamos hoy pintando nuestro pequeño e insignificante lugar en el mural, llenando nuestro pequeño e insignificante papel.
¿Por qué eso importa? Porque esto es lo que viene, Apocalipsis 19: 6:
«Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas y como el sonido de fuertes truenos, que decían: ¡Aleluya! Porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina. Regocijémonos y alegrémonos, y démosle a Él la gloria, porque las bodas del Cordero han llegado y Su esposa se ha preparado. Y a ella le fue concedido vestirse de lino fino, resplandeciente y limpio, porque las acciones justas de los santos son el lino fino» (vv. 6-8).
Entonces, Apocalipsis 21, versículo 1, dice:
«Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron… y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo. Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: He aquí, el tabernáculo de Dios está entre los hombres. Él habitará entre ellos, y ellos serán Su pueblo, y Dios mismo estará con ellos.
Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado. Y el que está sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas» (vv. 1-5).
«Y vino uno de los siete ángeles…y habló conmigo, diciendo: Ven, te mostraré la novia, la esposa del Cordero. Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo de Dios, y tenía la gloria de Dios. Su fulgor era semejante al de una piedra muy preciosa, como una piedra de jaspe cristalino» (vv. 9-11).
«Y no vi en ella templo alguno, porque su templo es el Señor, el Dios Todopoderoso, y el Cordero. La ciudad no tiene necesidad de sol ni luna que la iluminen, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera…Sus puertas nunca se cerrarán de día pues allí no habrá noche» (vv. 22, 23, 25).
«Y ya no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará allí, y sus siervos le servirán. Ellos verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. Y ya no habrá más noche, y no tendrán necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios los iluminará, y reinarán por los siglos de los siglos» (Apoc. 22: 3–5).
Eso es lo que tenemos que esperar, esa gran imagen, ese gran mural. Apenas podemos imaginarlo ahora. Acabamos de ver nuestra pequeña parte en ella. Pero estamos en un proceso. Dios está construyendo algo, diseñando algo, haciendo algo para Su gloria, para mostrar el esplendor de Su gloria.
Sir Christopher Wren, un famoso arquitecto británico del siglo XVII, que diseñó y construyó la Catedral de San Pablo en Londres –quizás has estado allí y la has visto. Esa catedral tardó una década en diseñarse y casi cuarenta años en construirse.
La historia cuenta que un día Sir Christopher Wren estaba haciendo un recorrido por el sitio de construcción y le preguntó a uno de los albañiles: «¿Qué está haciendo?» El hombre respondió: «Estoy cortando piedras por diez chelines al día». Entonces Sir Christopher le preguntó a un segundo trabajador: «¿Qué está haciendo usted?» Él respondió: «Estoy cargando piedras para construir un muro».
Finalmente, Wren le preguntó a un tercer hombre: «¿Y usted, qué está haciendo?» El hombre dejó de hacer lo que estaba haciendo, levantó la vista y le dijo: «Estoy ayudando a sir Christopher Wren a construir una hermosa catedral». Uno de estos tres hombres tuvo una visión del producto terminado, una visión del conjunto. Vio cómo su pequeña parte encajaba en el todo.
Déjame preguntarte: ¿Qué estás haciendo? ¿Trabajando con el cuidado de los niños? Enseñando una clase de escuela dominical? ¿Cantando en un grupo de alabanza? ¿Cocinando para un desayuno de la iglesia? ¿Llenando vasos para la cena del Señor? ¿Dando apoyo a los misioneros enviados por tu iglesia? ¿Sirviendo refrescos para el grupo de jóvenes? ¿Visitando a alguien que no puede asistir a la iglesia? ¿Orando por tu pastor? ¿Aconsejando a una madre joven?
¿Qué estás haciendo? ¿Participando de la cena del Señor? ¿Presenciando un servicio de bautismo? ¿Hablando acerca del sermón del pastor después de la iglesia con tus hijos? ¿Ayudando con la limpieza y organizando la iglesia para el domingo? ¿Orando con una madre soltera que está luchando en medio de la crianza de sus adolescentes? ¿Qué estás haciendo? ¿Cantando himnos y coros con el resto de la congregación—tal vez con tu voz desafinada?
¿Qué estás haciendo? Puede que digas: «¿Y cuál es el punto con todo esto?»
Te diré cuál es el punto: estás ayudando a Dios a construir un hermoso templo. Se llama la Iglesia—la Iglesia de Jesucristo, para la alabanza de Su gloria.
¿Sabes? Cuando Christopher Wren murió, en realidad fue enterrado debajo de la catedral que había construido. Pero servimos a un Señor vivo. El arquitecto y diseñador de este templo nunca morirá. Estamos construyendo un templo, el tabernáculo de Dios entre los hombres donde Él habitará y seremos Su pueblo para siempre. Dios mismo estará entre nosotros. Un día viviremos con Él allí por siempre y para siempre. Por eso tú necesitas la iglesia. Por eso yo necesito la iglesia. Por eso necesitamos la iglesia. Se trata de Él. Se trata de la alabanza de Su gloria.
Débora: ¡Qué recordatorio tan alentador el que nos ha dado Nancy DeMoss Wolgemuth! Y tú, ¿has visto cómo tu pequeña parte encaja en el gran mural de Dios? ¿Sirves y oras con una gran visión de la iglesia de Cristo en tu mente y corazón?
Esta serie ha sido de mucha bendición para mi vida y espero que para la tuya también. Si te perdiste alguna parte, tenemos disponibles para ti cada uno de los episodios en AvivaNuestrosCorazones.com. Allí también los podrás compartir fácilmente con otras mujeres.
En nuestra próxima serie, descubriremos el poder transformador de una vida devocional diaria. Nancy compartirá sugerencias prácticas para que tu tiempo en la Palabra sea más significativo. ¡No te la pierdas!
Unidas en un clamor por la iglesia, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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