Una red de seguridad
Débora: Fern Nichols, fundadora de Madres unidas para orar, describe cómo es una de sus reuniones de oración.
Fern Nichols: Nos reunimos, elegimos un hijo, y lo traemos a Jesús, sin importar cuál sea la necesidad. Luego nos vamos con una esperanza anticipada de que Dios hará un milagro, dejándolo a Su tiempo. Esa es la parte más difícil, porque deseamos llegar a casa y ver un cambio inmediato, pero esto no ocurre así. Es un privilegio tomar una esquina de la camilla de otro hijo de otra madre y traerlo a Jesús junto a ella.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 9 de noviembre de 2023.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hoy vamos a seguir hablando de un tema muy importante y práctico, uno que a muchas mujeres les enternece el corazón. Estamos hablando de la oración por …
Débora: Fern Nichols, fundadora de Madres unidas para orar, describe cómo es una de sus reuniones de oración.
Fern Nichols: Nos reunimos, elegimos un hijo, y lo traemos a Jesús, sin importar cuál sea la necesidad. Luego nos vamos con una esperanza anticipada de que Dios hará un milagro, dejándolo a Su tiempo. Esa es la parte más difícil, porque deseamos llegar a casa y ver un cambio inmediato, pero esto no ocurre así. Es un privilegio tomar una esquina de la camilla de otro hijo de otra madre y traerlo a Jesús junto a ella.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 9 de noviembre de 2023.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hoy vamos a seguir hablando de un tema muy importante y práctico, uno que a muchas mujeres les enternece el corazón. Estamos hablando de la oración por los hijos, incluyendo los hijos pródigos. Quisiera animarte a recordar el poder de tus oraciones como parte importante de que es la voluntad de Dios para la vida de estos hijos.
Vamos a decirle algunas palabras a esa madre que nos está escuchando en este momento, que puede estar pensando o diciendo, «bueno, eso está bien, tus hijos han vuelto, pero yo todavía estoy sentada esperando, y es muy difícil, y no veo ningún cambio. No veo que nada esté sucediendo». Quiero unas palabras de aliento para quienes sé que no es una sola madre, sino que son muchas en esa situación.
Fern: El primer pensamiento que viene a mi mente es el de caer ante la red de la soberanía de Dios. Cuando te sientas que estás cayendo ante todas las cosas que Satanás quiere usar para desanimarte, cae ante Dios…estás haciendo lo que es correcto: estás amando a tu hijo, estás orando por tu hijo, ríndete ante la soberanía de Dios.
Pienso que esto es lo que nos ha enseñado Madres en contacto, el aprender los nombres de Dios –no solo aprenderlos, sino vivirlos. Dios dice: «Soy soberano». Dios dice: «Soy fiel, Soy omnipotente». Pienso que debes meditar en los atributos de Dios porque esto afectará tu vida de oración. Así que necesitas caer en la red de la soberanía de Dios o en algún nombre de Dios que te mantendrá fuerte en este tiempo de prueba. Es un tiempo de prueba, «¿confiarás en Mí?» ¿Confiarás en el Dios que conoces? Si vas a confiar en el Dios que conoces, estarás en paz.
Nancy: Sin importar lo que ocurra o no ocurra con tu hijo o tu hija.
Fern: Sin importar lo que ocurra. Mucho de esto también tiene que ver con nuestra relación con nuestro Padre celestial. Sí, estamos paradas en la brecha por nuestros hijos, pero Dios también nos está transformando a la imagen de Su Hijo. Se trata de nosotras siendo cambiadas de gloria en gloria, y necesitamos montarnos en ese mismo tren, porque sinceramente, ahí es donde está realmente la felicidad.
Nuestra felicidad no debe depender de si nuestros hijos e hijas están caminando con el Señor o no. Sí, esto es parte, y queremos que lo estén porque sabemos que no son felices y no están cumpliendo con el destino que Dios tiene para ellos; pero también es una dulce, tierna y amorosa relación con el Padre celestial.
Nancy: Me encontré a mí misma esta semana con un grupo de madres que tienen hijos e hijas jóvenes adultos que no están caminando con el Señor, y hay como una línea fina. Pienso que lo que el enemigo hace, desde mi punto de vista, es mantener a esa madre, como debajo de una nube oscura, llena de culpa, de condenación; y es como un tipo de asfixia. Es como la niebla que tuvimos ayer en Michigan; no sabes cómo vas a salir de ella, y yo digo que no es Dios, sino el enemigo.
No es que no haya asuntos por los que debes arrepentirte, pero encuentro que es el Espíritu de Dios el que debe darte esa convicción. Dios trae Su convicción a través de Su Espíritu en áreas específicas de la vida, y puedo confesarlas, arrepentirme de ellas, obtener el perdón de Dios y seguir adelante.
Pero el enemigo quiere mantenerte viviendo en este tipo de culpa a tu alrededor, girando y controlando tus pensamientos, tus emociones y tus relaciones, y esto no proviene de Dios. Dios quiere que trates con tus problemas.
¿No es cierto que los hijos e hijas son como un papel de lija espiritual, y que Dios los usa para tratar con las asperezas de tu vida y para santificarte? Permite que Dios te enseñe las áreas en que Él quiere que cambies, pero luego no vivas bajo la condenación y la culpa del pecado que ya ha sido confesado.
Quisiera recalcar otro punto. He escuchado a muchas madres hablar con respecto a la carga que llevan por sus hijos, especialmente cuando son jóvenes adultos. Por un lado, cuando tienes hijos pequeños piensas que esa es la etapa más difícil que puedes pasar en la vida, pero al observar a mis contemporáneas, cuyos hijos están en los veinte y treinta, veo cómo estas madres han derramado sus corazones. Una cosa por la que realmente he sentido una carga es que no asumimos que esos hijos tienen una relación con Cristo.
Quizás ellos hicieron una oración a una edad temprana y quizás han nacido dentro de la familia de Dios, pero solo Dios sabe con certeza esto. A menos que Dios te dé la certeza, no basada en una oración que hicieron o un momento que recuerdes, sino la certeza por medio del Espíritu de Dios de que realmente hay vida espiritual ahí. Entonces te animo a que sigas orando si ellos necesitan ser salvos, y que Dios les de convicción de que no son salvos y los traiga a salvación.
Esta generación ha crecido en una era en la que este concepto, esta idea del mundo evangélico de hoy día, en donde puedes ser creyente porque hiciste una oración una vez o tomaste una decisión o firmaste algo o te uniste a algún grupo, sin tener evidencia en tu vida de que hubo un cambio. La Escritura no nos dice nada con respecto a este concepto.
De acuerdo a las Escrituras, si no existe evidencia en tu vida, si existe falta prolongada de arrepentimiento y obediencia, y patrones de vida –en tu propia vida y en tu forma de vivir– para el mundo, en vez de vivir para Cristo, la Escritura nos dice de que no tienes base bíblica en la que puedas estar segura de que eres hija de Dios.
Estoy segura de que muchos, muchos jóvenes que han crecido en hogares creyentes, hicieron una profesión de fe, pero no tienen una relación con Jesucristo. Creo que esto es cierto para muchos padres también. No solo hablo de la generación más joven. Todo esto de que puedes vivir una vida mundana y tibia, sea lo que sea, por años y años, y no dar evidencia de una verdadera conversión, y aún decir que eres creyente, esto no es bíblico.
Dios sabe si lo son o no lo son, pero creo que algunas madres necesitan abrir sus corazones ante la posibilidad de que quizás sus hijos no tienen una relación personal con Jesucristo. Así que eso las ayudará a saber cómo orar. No eres tú quien los va a confrontar con esto, porque le estás pidiendo al Espíritu Santo que abra sus ojos si ellos nunca han recibido una fe genuina que les dé convicción. Que les dé convicción si ellos están perdidos.
Eso es lo que el Espíritu Santo vino a hacer, a convencer al mundo de pecado, de justicia y de juicio. Esa no es la obra que Dios les dio a las madres. Esa es la obra del Espíritu Santo. Pero estás orando: «Señor, si este hijo está perdido, si no tiene una relación contigo, entonces no han sido justificados, no pueden vivir una vida en Cristo, no pueden vivir para Ti». Para algunos de estos hijos necesitamos seguir orando, «Señor, Tú les mostrarás su verdadera condición, la condición de su corazón, y si están perdidos, por favor sálvalos, conviértelos. Ellos tienen que darse cuenta de que están perdidos antes de que sean salvos, así que llévalos a que vean realmente la necesidad que tienen de un Salvador».
Si tienen una relación con Cristo, una de las evidencias, una de las pruebas de esto es que con el tiempo ellos regresarán, porque Dios los disciplinará. Si ellos no responden a la disciplina que Dios da a Sus propios hijos, las Escrituras nos dicen que a veces las personas hasta pierden sus vidas, porque Dios no permitirá que Sus hijos continúen indefinidamente en un estado de no arrepentimiento. Esto es algo muy serio.
Ahora, como madres, ¿cuándo y cómo orar por estas cosas? Procuras la gloria de Dios en tu vida y en este mundo y en la vida de tus hijos lo suficiente como para decir: «Señor, Tú sabes lo que este hijo necesita, y Tú sabes lo que te dará más gloria a Tí. Entrego este hijo en Tus manos y en Tu soberano amor y en Tu buena voluntad y en Tu deseo, sabiendo que Tú eres muy sabio para cometer errores, Señor, ¿en Tu bondad, y en tu amorosa bondad, en Tu compasión y en Tus misericordias, y en Tu justicia, harías lo que fuera necesario para que mi hijo pueda darte la gloria a Ti?»
Esta no es una oración que sea fácil de hacer, pero pienso que es la oración perfecta. Aquí es donde nos ponemos serias con respecto a librar estas batallas y estas guerras. Mientras oras, una de las cosas que pienso que ocurre, es que estás permitiendo que Dios examine tu corazón, lo escudriñe y exponga tus motivos. ¿Por qué quiero que este hijo/a regrese? ¿Quiero verme bien ante las demás? Pienso que toda madre lucha con motivaciones egoístas, como todas nosotras luchamos, así que no estoy diciendo que la motivación sea perfecta, pero la oración es un medio en el que Dios escudriña nuestros corazones y nos enseña lo que realmente hay en ellos.
Pablo nos habla en 2 Corintios 1, de cómo podemos consolar a otras con la consolación con la que hemos sido consoladas en nuestra propia aflicción. Sé que a pesar del resultado en ti, Fern, y en ti Marlae, el haber caminado en medio de tiempos dolorosos, una con su hijo y otra con su hija, ustedes están ahora capacitadas para dar ánimo, esperanza y consuelo a otras madres que están ahí, donde ustedes estuvieron, en una forma en que quizás no hubieran podido hacerlo, si sus hijos e hijas hubieran sido seguidores fieles de Cristo mientras crecían.
Fern: Claro, nos habría encantado eso, pero nos habríamos perdido del plan perfecto de Dios.
Nancy: Me pregunto si te habrías perdido de algunas cosas que Dios quería obrar en tu vida, formas en que Dios quería santificarte en el proceso.
Marlae Gritter: Oh, definitivamente.
Fern: Estoy muy de acuerdo con eso. Dice en las Escrituras que si tenemos alguna iniquidad en nuestros corazones, el Señor no nos escuchará. Queremos que nuestras oraciones sean efectivas. La oración eficaz de una mujer justa puede mucho, pero pienso que quizás sin quererlo, nos enfocamos en la palabra justa.
Somos justas ante los ojos de Dios por causa de la sangre de Cristo. Esa posición nunca va a cambiar, pero nuestra condición diaria sí puede cambiar. Yo estaba en una etapa de autocompasión cuando le hablaba al Señor con respecto a Ty, y quizás culpaba a Dios por todo lo que estaba pasando. Cuando pienso en esos tiempos, nunca había escuchado al Espíritu Santo decir, «levántate y escríbele una nota». Así que es muy importante que caminemos rectamente, y por eso tenemos este tiempo para confesar nuestros pecados.
Nancy: Es por eso que David dice, «bueno es para mí ser afligido, para que aprenda tus estatutos» (Sal. 119:71). Existen algunos aspectos de la mano y la forma de Dios en la que no podemos ver el sol brillar, a pesar de que tenemos dinero en el banco y que todo está en paz y estamos agradecidas. Lo que el salmista dice una y otra vez es que, «mientras estaba angustiado, mientras estaba en desesperación, clamé a ti, oh Señor». Existe algo en la aflicción que nos hace desesperar, que nos llena de angustia y entonces nos convierte en personas más abiertas, más dulces, más flexibles, más quebrantadas. Esto abre la forma en que Dios dará bendiciones a nuestras vidas.
Marlae: Y dejamos de ser tan controladoras. Pienso que nosotras las madres (y hablo por mí misma), yo creía entenderlo pero esta era una gran lección que Él quería enseñarme. Rendición…ese es el lugar a donde debes llegar, porque realmente no había nada qué podía hacer. Podía amar y podía orar. Tenía que soltar todo, esto no era como realmente deseaba que sucediera. No quería sentirme de esa manera y tener estos hijos que no encajaban en el molde. Esto fue algo gigantesco que tuve que aprender…la rendición.
Nancy: Y no pudiste arreglarlo.
Marlae: No pude arreglarlo y yo soy una solucionadora. Era una rendición todo el tiempo. Sé esto porque viví esa batalla. Literalmente estaba en batalla por mi hija. Las mañanas eran horribles; si tan solo yo hubiera podido salir por la puerta, entonces habría podido llorar libremente. Podía bajar a su habitación y literalmente tocar su mesa y decir, «Satanás, no vas a tener a mi hija». Eso me hacía sentir enojada. Es normal sentirnos enojadas, debemos permitirnos estar enojadas porque es una batalla, y la batalla se pone más fuerte. Satanás está detrás de nuestra próxima generación. Lo último que él quiere es que nuestros hijos e hijas caminen con el Señor. ¡Debemos compartir estas batallas las unas con las otras, animarnos mutuamente en medio de la batalla y despertar! Esto es lo que producirá en ti si estás dentro de ella.
Nancy: Pienso que en términos de estrategia, si Satanás quisiera destruir el cristianismo, una manera para hacerlo es haciendo que la próxima generación no siga a Cristo. Nosotras morimos y ¿quién queda después? La manera de Dios para promover el evangelio de una generación a otra es que los padres les digan a sus hijos, que les hablen. Ellos creerán si es la voluntad de Dios. Serán hijos del pacto y seguirán a Cristo, y ellos a su vez guiarán a la próxima generación a seguir a Cristo.
Si una generación no tiene fe, entonces el cristianismo muere. Así que creo que es muy inteligente de parte del enemigo trabajar con los jóvenes, engañándolos, desilusionándolos, alejándolos de Cristo, y teniendo a sus padres retorciéndose las manos, desesperados, o diciendo, «que será será, no podemos cambiar esto». ¿Qué podemos hacer? Bueno, lo que podemos hacer es doblar nuestras rodillas y aferrarnos a Dios y decir, «Señor, no te dejaremos hasta que nos bendigas». Pienso en este pasaje de Isaías 62:6-7, donde Isaías dice: «Los que hacéis que el Señor recuerde, no os deis descanso, ni le concedáis descanso hasta que haga de Jerusalén una alabanza en la tierra». Lo que él está diciendo es, «tú le estás recordando al Señor, estás trayendo a este hijo o hija delante de Él, estás trayendo la próxima generación ante Él, y te dice, no tomes descanso. No te detengas».
Fern, el versículo es el versículo clave de Madres en contacto, Lamentaciones 2:19: «Levántate, da voces en la noche, al comenzar las vigilias». Y no le den descanso hasta que Él venga y responda. Esto realmente es algo para pensar. Dios no se va a dormir, de ninguna manera; pero el pensar que como esa viuda de Lucas 18, podemos seguir tocando la puerta del Señor.
Compartí en Aviva Nuestros Corazones esta historia hace algunos años. El Dr. W. A. Criswell, quien fue pastor por muchos años en la Primera Iglesia Bautista de Dallas, era un señor mayor muy respetado y muy amado. Era un señor de cabello blanco, y su voz sonaba con mucha reverencia, infundía respeto.
Ellos iban a tener una reunión de avivamiento que se iba a llevar a cabo en su iglesia la siguiente semana. Ese día, estando en su oficina, él me pidió que orara. Me dijo, «necesitamos avivamiento en nuestra iglesia». Luego lo recuerdo decir, como solo él podía decir, «Nancy, debemos orar y debemos orar y debemos orar hasta que Dios diga, creo que ellos derribarán la puerta si no voy y respondo».
Esto fue quizás hace treinta años que él me dijo esto y nunca lo he olvidado. ¿Y no es esto lo que buscan de corazón las Madres en contacto? Debemos orar y orar hasta que Dios diga, «ellas me mantienen despierto. No me están dando ningún descanso. Ellas derribarán la puerta si no contesto».
Dios no es como ese juez injusto de Lucas 18. Él ama responder las oraciones de sus hijos e hijas. Él es un Dios dispuesto, pero hay algo en los caminos de Dios. Él quiere saber si esto realmente nos importa y que no nos iremos y le dejaremos nuestros hijos a Satanás. Hay una tensión constante y debe haber un balance entre clamar a Dios con esa insistencia y desesperación de tocar, de golpear, para que Él responda. Decir: «Señor, pongo esta carga sobre Ti. No puedo hacer lo que Tú puedes hacer».
Como madre, ¿dónde está el balance? ¿Cuándo golpeas con indignación porque quieres librar a tu hijo de Satanás, quieres traerlo a Cristo, y cuándo descansas y dices: «Señor, depende de Ti. No sé donde está el balance, pero sé una cosa: No dejes de orar. Sigue orando. Sigue suplicándole al Señor, y lo haces junto a otras, y creo que esto es algo que Madres en contacto nos ha enseñado: que tú no puedes cargar sola ese dolor.
A través de los años les he dicho a muchas mujeres que llevan sus cargas en silencio, en secreto y de forma privada llevan ese dolor, que es preferible escucharlas en un momento. Es una carga que tienen en sus corazones, y viven con eso todo el tiempo en esta etapa de sus vidas. Y ellas están avergonzadas, temerosas y desconcertadas, o solo piensan, ¿a quién más le importa esto? Todo el mundo tiene sus propias cargas.
Pero lo que nos ha enseñado Madres en contacto es que sí importa; y hay otras que van a llevar esta carga contigo y van a llevarla delante de Dios. Es poderoso cuando las personas se juntan y oran de común acuerdo. Les he dicho a muchas madres, «encuentra a otra madre. Encuentra otro grupo de madres que estén en la misma etapa de vida que oren junto a ti. Encuentra una madre mayor. Encuentra una madre más joven. Encuentra una mujer soltera. Encuentra otra mujer o algunas, que oren contigo y quizás incluso ayunen contigo, según como el Señor las guíe y una sus brazos».
De hecho, existe una historia en los evangelios acerca de un grupo de personas que se juntaron para llevar un hombre a Jesús. Fern, te escuché relatar esa historia, ¿podrías compartirla con nosotras ahora? No me canso de escucharla, porque pienso que es un gran ejemplo para las madres.
Fern: Me encanta esa historia porque habla de intercesores. Existía un hombre en Marcos 2, un paralítico que no podía caminar, enfermo y tenía cuatro amigos. Estos cuatro amigos deseaban llevar a su amigo enfermo delante de Jesús.
En el corazón de estos cuatro hombres existía esta certeza de que si llevaban a su amigo a Jesús, Jesús podía tocarlo y sanarlo y podía librarlo y hacerlo un hombre entero nuevamente, un hombre sano. Así que ellos no se sentaron a pensar, ellos hicieron algo. Ellos fueron donde su amigo y trajeron una camilla; quiero que visualices junto a mí esta camilla. Ellos con mucho cuidado colocaron a su amigo en ella. Cada uno tomó una esquina de la camilla y su amigo podía ser levantado con mayor facilidad.
Ahora, permítanme decirles que hubo un amigo que dijo, «tengo que llevar a mi amigo a Jesús. Jesús puede tocarlo. Él lo sanará completamente. Y él trajo la camilla y colocó a su amigo en la camilla, ¿puedes visualizarlo? Él empujaba y empujaba. Él era muy, muy pesado. La idea de estar solo sí importaba; él pudo tal vez caminar algunas pulgadas o pies de distancia, pero la carga fue menos pesada cuando cada uno de los amigos tomó una esquina de la camilla y levantaron a este hombre llevándolo a Jesús.
La otra cosa que me encanta de estos hombres, es que cuando ellos llegaron al lugar donde se encontraba Jesús, y vieron que no podían llevar a su amigo a Jesús porque había una multitud, ellos no dijeron, «¡bueno! Esto es mucho esfuerzo. Hay muchas personas. Deberíamos devolvernos a la casa. Quizás podemos intentarlo otro día».
No, ellos estaban determinados. Ellos iban a lograrlo. Ellos iban a llevar a su amigo a Jesús como diera lugar. Conoces la historia de cómo ellos hicieron un hoyo en el techo de la casa de otro hombre. ¿Qué tan audaz es esto? ¿Puedes imaginarlo? Estás parada ahí escuchando a Jesús, y quizás observando un milagro o escuchando una grandiosa verdad que Él está compartiendo o quizás solo enfocada en Sus ojos. De repente algunas cosas comienzan a caer en tu cabello, y miras arriba y ves este hoyo que cada vez se está volviendo más grande y más grande y más grande, y luego este hombre baja justo al frente de Jesús.
Puedo imaginar a Jesús muy complacido con esta situación. Primero que nada, por la idea creativa de ir hasta el techo con este hombre, hacer un hoyo, idearse cómo amarrarlo con cuerdas y bajarlo, porque deseaban que su amigo estuviera de primero. No solo Jesús dijo en este pasaje que perdonó los pecados de este hombre, sino que dijo que Él era Dios. Por esto Él deseaba perdonar sus pecados, para hacerles saber que Él era Dios, porque solo Dios puede perdonar pecados. «Para probar que Yo Soy Dios, voy a sanarlo».
Puedo visualizar esto: Él miró a estos cuatro amigos, y creo que con caras de expectación ellos esperaban un milagro. Y Él les dijo –y amo estas palabras en el pasaje– «por causa de tu fe…» ¿Interesante, verdad? No por la fe del hombre enfermo. «Por causa de su fe –la fe de sus amigos– voy a sanar a este hombre», Él dijo.
Es como Madres en contacto.Nos reunimos, elegimos un hijo y lo traemos a Jesús, sin importar cuál sea la necesidad. Luego nos vamos con una esperanza anticipada de que Dios hará un milagro, dejándolo a Su tiempo.
Dejándolo a Su tiempo, esa es la parte más difícil, porque deseamos llegar a casa y ver un cambio inmediato, pero esto no ocurre así. Es un privilegio tomar una esquina de la camilla de otro hijo de otra madre y traerlo a Jesús junto a ella.
Débora: Hemos estado escuchando a Nancy junto con dos madres hablando acerca del poder de la oración. Ellas regresarán con nosotras en un momento. Marlae Gritter es la directora de desarrollo global para Madres en contacto internacional, y Fern Nichols es la fundadora de este ministerio, que ahora es llamado Madres unidas para orar.
Bien, ¿piensas que orar es difícil? Nancy regresa con nuestras invitadas por unos minutos más, quienes compartirán contigo cuatro principios que harán de la oración algo menos intimidante.
Nancy: Y Fern, sé que la carga que el Señor ha puesto en tu corazón no es solo que haya un grupo de oración de Madres en contacto en el país donde vives, sino alrededor del mundo.
Fern: ¡Sí! ¿Por qué no querríamos cambios, que los planes de estudio se estén modificando, que los maestros se estén salvando y que sucedan en todas nuestras escuelas?
Nuestra visión es que cada escuela tenga dos o más mamás que oren (un grupo lo pueden formar dos o tres madres reunidas) por cada escuela en las naciones. Puedes pensar mentalmente cómo funcionarán las matemáticas. No solamente oras por tu hijo, sino que oras por uno o dos niños más. Oras también por el maestro.
Por lo tanto, se oraría por millones si todas las escuelas estuvieran unidas. Y Dios cambiaría nuestras escuelas. La luz vendría a nuestras escuelas, y la luz es Jesús.
Nancy: Quiero animar a nuestras oyentes, especialmente aquellas que tienen niños en edad escolar y preguntarles: «¿Hay un grupo de oración de Madres en contacto en la escuela de tu hijo?» Puede ser una escuela en casa o un grupo de madres de escuela en el hogar; tal vez una escuela cristiana, una escuela pública o una escuela privada.
Pero si no hay un grupo de oración de Madres en contacto o un grupo de madres que oran en la escuela de tu hijo, entonces quiero animarte a que le preguntes al Señor: «¿Quieres que forme parte de un grupo de oración para hacer que esto suceda en la escuela de mi hijo?»
Bien, Fern y Marlae, para mujeres que no han sido parte de un grupo como este, ¿nos podrían describir de manera general lo que sucede en estos grupos de oración de Madres en contacto?
Fern: Lo que sucede en esa hora es que tenemos un tiempo enfocado en Dios. Y trabajamos para mantener ese enfoque y no para conversar, porque nos encanta hacerlo. A las madres nos encanta la plática y contar todas las historias.
Durante esa hora usamos lo que llamamos los cuatro pasos de oración para mantenernos orando y no charlando, para mantener nuestros ojos puestos en el Señor. Hay cuatro principios simples de oración que se presentan en la Biblia: alabanza, confesión de pecados, acción de gracias e intercesión.
Lo que sucede en estos cuatro pasos es lo siguiente: venimos con toda nuestra carga de lo que está sucediendo en nuestras vidas, pero cuando nos reunimos, inmediatamente miramos hacia arriba. Es un momento en el que vemos a Dios sentado en Su trono, en uno de Sus atributos. Es un momento de alabanza muy poderoso.
La confesión es muy importante también, porque a la luz de la verdad de que si consideramos la iniquidad de nuestros corazones, Dios no nos escuchará (véase el Salmo 66:18), simplemente no podemos entrar al lugar santísimo y exigir cosas de Dios cuando nuestros corazones no están bien.
Si no caminamos en la luz como Él está en la luz, teniendo una comunión unos con otros (ver 1 Juan 1:7), Él no puede escuchar nuestras oraciones. Es muy, muy importante que le pidamos a Dios que nos muestre algo en nuestro corazón que le desagrade a fin de que podamos confesarlo.
Y la confesión es para estar de acuerdo con Dios en que hemos pecado. Y que Su sangre limpia. Y eso es lo que amamos de la cruz, continúa limpiándonos.
Nancy: Marlae, mientras van pasando por esos diferentes pasos de oración, me imagino que usan las Escrituras para dirigir la oración…
Marlae: Sí, y usamos las Escrituras en todas las etapas. Y en el punto de la confesión es un momento realmente silencioso, porque no tenemos que confesarnos unas con otras, es un momento real entre «Dios y tú», para detenerte y decir: «Señor, muéstrame hoy, antes de entrar en oración, ¿qué hay en mi corazón que deba confesar?» Es un momento muy poderoso cada semana.
Fern: Cada semana durante el tiempo de la alabanza y de la confesión, tenemos mucho de las Escrituras, especialmente en el tiempo de alabanza, cuando elegimos dirigirnos a Dios. Buscamos en la Palabra de Dios lo que Dios dice acerca de Sí mismo, porque esto realmente es lo importante. Esto es verdad.
En la confesión también recurrimos a 1 Juan capítulo 1 versículo 9: «Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad», para limpiarnos de todas esas cosas que ni siquiera sabemos todavía. Si lo hiciéramos, probablemente estaríamos muy apesadumbradas. Él nos muestra un poco cada vez.
Entonces entramos en este maravilloso momento de acción de gracias, en primer lugar agradeciendo a Dios por haber sido limpiadas de nuestro pecado, y luego entramos en el tiempo de agradecer a Dios por todas las cosas que Él contestó durante esa semana.
Muchas, muchas veces tuvimos semanas en las que nos reuníamos para ver que muchas de nuestras oraciones habían sido contestadas. Oraciones específicas por nuestros hijos. Era como si toda la hora hubiera sido un tiempo de acción de gracias.
Pero también hay momentos, quizás durante dos o tres años, en que seguimos orando sobre esa oración específica para ese hijo. Pero este es un tiempo precioso para dar gracias a Dios.
Ya sabes, cuando damos gracias no podemos estar deprimidas y ansiosas. Es porque cuando damos gracias estamos diciendo: «Dios, este es tu plan. Así es como lo hiciste y agradezco tu respuesta. También te agradezco que aún no hayas respondido porque tienes un plan».
Entonces, durante nuestro tiempo de intercesión usamos también las Escrituras. Oramos por nuestros hijos en una parte específica de la Escritura y por una petición especial. Luego oramos por los maestros y el personal. Oramos por la escuela, y oramos por Madres en contacto.
Débora: Alabanza, confesión, acción de gracias e intercesión. Estos cuatro pasos o principios guiarán tu tiempo de oración junto a otras madres. Ahora, quizás eres de aquellas que les aterra la idea de orar junto a otras personas. Conoce cómo lucen estos pasos en la práctica, mañana, en el próximo episodio de Aviva Nuestros Corazones.
Llamándote a orar por un derramamiento del Espíritu de Dios en tu familia, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia Las Américas a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Disponible ahora por una donación
Recursos del Episodio
Serie: «Confiados con el corazón de un hijo»
Libro: «Todo niño necesita una mamá que ora», de Fern Nichols.
Link: «Madres en Contacto Internacional»
Únete a la conversación