Una puerta de esperanza
Carmen Espaillat: Josué y el pueblo de Israel enfrentaron grandes tragedias en el valle de Acor. Esto es una muestra de lo que pueden ser nuestras propias pruebas y fracasos, y Nancy DeMoss de Wolgemuth nos recuerda: «No tienes que quedarte en derrota».
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Jesús es el único que puede convertir nuestro valle de Acor en una puerta de esperanza. Él es quien, en el calvario, entró al valle de Acor y cargó con nuestras transgresiones. Él cargó con las consecuencias de nuestros pecados. Él murió en nuestro lugar, para que para nosotras el valle de Acor pudiera ser transformado en una puerta de esperanza.
Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Si te has perdido alguno de los programas anteriores en esta serie, lo puedes escuchar o leer la transcripción al visitar nuestra …
Carmen Espaillat: Josué y el pueblo de Israel enfrentaron grandes tragedias en el valle de Acor. Esto es una muestra de lo que pueden ser nuestras propias pruebas y fracasos, y Nancy DeMoss de Wolgemuth nos recuerda: «No tienes que quedarte en derrota».
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Jesús es el único que puede convertir nuestro valle de Acor en una puerta de esperanza. Él es quien, en el calvario, entró al valle de Acor y cargó con nuestras transgresiones. Él cargó con las consecuencias de nuestros pecados. Él murió en nuestro lugar, para que para nosotras el valle de Acor pudiera ser transformado en una puerta de esperanza.
Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Si te has perdido alguno de los programas anteriores en esta serie, lo puedes escuchar o leer la transcripción al visitar nuestra página web, AvivaNuestrosCorazones.com.
En estos días hemos estado viendo las consecuencias del pecado. Hemos analizado la codicia de Acán y las consecuencias de sus pecados para los hijos de Israel. Nancy retoma esa historia en la serie, «Lecciones de la vida de Josué (Parte 10): Levantándote de la derrota.»
Nancy: En la última sesión terminamos en un punto bastante fuerte, bastante serio y sombrío. Y vamos a continuar con ese mismo punto en el día de hoy. Porque no se puede abordar el pecado de una forma ligera. No se puede abordar de forma ligera la historia de Acán. En esa historia vemos que Dios es un Dios santo, y que Dios toma muy en serio nuestros pecados. No existe tal cosa como un pecado insignificante, necesitamos tomar el pecado en serio.
Y vemos que todo pecado tiene consecuencias. Y mientras he estado meditando en este capítulo, me viene a la mente, y quiero recordarles, que Dios siempre supo lo que Acán había hecho. Josué capítulo 7 versículo 1 nos dice quién fue y qué fue lo que hizo. Pero Dios supo mucho antes de que Josué supiera. Dios siempre lo supo, porque no hay nada oculto para Él. Y Dios sabe lo que tú has hecho. Y Dios sabe lo que ocultas debajo de tu tienda. Porque no hay nada oculto para Él, y todo lo que tratemos de ocultar tarde o temprano será expuesto.
Pienso en ese versículo de Lucas capítulo 12 que dice: «No hay nada encubierto que no haya de ser revelado, ni oculto que no haya de saberse» Nada. Piensas en esa actividad sexual, o en ese pequeño amorío, ese pequeño desliz de inmoralidad; ese dinero que ha sido robado, o ese secreto que le guardas a tu esposo. Y Lucas dice que todo lo que ha sido encubierto será revelado. Todo lo que ha sido oculto habrá de saberse.
«Por lo cual, todo lo que habéis dicho en la oscuridad, se oirá a la luz, y lo que habéis susurrado en las habitaciones interiores, será proclamado desde las azoteas.» (Lucas 12:3).
Podemos ocultarlo ahora – no de Dios, pero sí de otros – pero en un momento todo saldrá a la luz. Dios conoce las cosas ocultas en nuestros corazones, y no solo lo que hemos hecho, no solo lo que hemos tomado, no solo las acciones, sino también nuestras motivaciones y pensamientos en nuestros corazones, las palabras que solo le hemos dicho a una sola persona cuando pensábamos que nadie estaba escuchando.
Y estuve meditando esta semana pasada en 1 Corintios capítulo 4 en el versículo 5. Y aunque es un contexto diferente del que estamos hablando ahora, tiene un punto similar. En ese versículo Pablo dice: «Por tanto, no juzguéis antes de tiempo, sino esperad hasta que el Señor venga, el cual sacará a la luz las cosas ocultas en las tinieblas.»
Y esa frase «sacar a la luz», es la palabra griega photizo. Que es de donde viene la palabra fotografía. Dios sacará una fotografía. Es como esas cámaras antiguas; quizás recuerdas las cámaras Polaroid, que ahora han vuelto al mercado con un nuevo formato –tal vez algunas de ustedes las conozcan o tengan una al dia de hoy– tomas esa foto y sale en ese mismo instante. Y en un principio todo se ve negro, pero gradualmente la fotografía queda expuesta.
Y eso es lo que Dios va a hacer con todas las cosas ocultas en nuestras vidas. Él va a sacar a luz las cosas que ahora están ocultas en oscuridad. Y Él revelará los propósitos, las motivaciones del corazón. Eso significa que Él va a revelar las cosas secretas, las cosas escondidas en nuestros corazones, los motivos, los pensamientos. Dios lo va a sacar todo a la luz.
Por eso Josué le dijo a Acán «Hijo mío, te ruego, da gloria al SEÑOR, Dios de Israel, y dale alabanza, y declarame ahora lo que has hecho. No me lo ocultes» (Josué 7:19). Sal a la luz, mientras tienes oportunidad de arrepentirte.
Y Acán no lo hizo hasta que no le quedó otra opción. Hasta que lo descubrieron, y entonces ya era demasiado tarde. Dios tiene la determinación de echar fuera de nuestras vidas y de todo Su cuerpo corporativo todo aquello que no sea santo.
En Josué capítulo 7, versículo 24 dice,
«Entonces Josué, y con él todo Israel, tomó a Acán, el hijo de Zera, y la plata, y el manto, la barra de oro, sus hijos, sus hijas, sus bueyes, sus asnos, sus ovejas, su tienda, y todo lo que le pertenecía, y lo llevaron al valle de Acor. Y Josué dijo: ¿Por qué nos has turbado? El Señor te turbará hoy» (v. 24-25).
Recuerda que, treinta y seis hombres de Israel perdieron la vida en Hai, por el pecado de Acan. Y esos hombres probablemente ni siquiera conocían a Acán. Pudieron haber sido de otra tribu. Pero sus vidas fueron afectadas. Y toda la nación resultó afectada.
Así que Josué le dice: «Por qué nos has turbado, ¡Que el Señor te turbe en este día!»
«Y todo Israel los apedreó, y los quemaron después de haberlos apedreado. Y levantaron sobre él un gran montón de piedras que permanece hasta hoy; y el SEÑOR se volvió del furor de su ira» (v. 25-26).
Es una historia verdaderamente trágica. Y ¿Piensas que Acán por lo menos se detuvo en algún punto a pensar en cómo iba a terminar todo esto? En medio de la batalla mientras el estaba viendo estas cosas, codiciándolas, tomándolas, escondiéndolas en su tienda. ¿Tú crees que un día él soñó que terminaría de esa forma?
Cuantas mujeres nos envían correos electrónicos día tras día, cuyas vidas están en ruinas, con problemas, problemas en su hogar, por el pecado de alguien –o por el suyo propio o el de alguien más– que ha provocado destrucción en sus vidas.
Y pensaron, cuando fui tentada, cuando me atrajo ese hombre en el trabajo, o cuando intercambiamos correos electrónicos, o cuando entré en esa página de internet, nunca soñé que terminaría de esta forma. Y eso es lo que hace el pecado.
Santiago capítulo 1 nos dice:
«Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión. Después, cuando la pasión ha concebido da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte.»
«El alma que pecare morirá. Porque la paga del pecado es la muerte» (Rom. 6:23). Ese es el resultado final del pecado, aparte de la salvación que Cristo Jesús nos ofrece y nos trae.
Y es interesante que la vida de Acán es un gran contraste con la vida de Rahab. Rahab era una mujer que vivía rodeada de personas incrédulas. Y ella era la única creyente, y sin embargo su vida fue preservada. Acán, por el contrario, estaba rodeado del pueblo de Dios. Él quebrantó su fe en Dios, y perdió su vida. ¿Quién resultó mejor? Rahab, la ramera, la prostituta fue la que experimentó la misericordia de Dios, porque puso su fe en la Palabra de Dios.
Y mientras Josué estaba lidiando con este problema, también lo vemos lidiar con decisión firme con el pecado. No hay excusas, él no lo mete debajo de la alfombra. Me lo imagino pensando –me imagino a nosotras pensando, en una situación como esta, bueno, ese no es mi problema. Eso es entre él y Dios. Él tiene que enfrentarlo, y querer seguir adelante como si nada, y pensar que la nación podía seguir adelante.
Pero Josué había aprendido a la mala que la nación no podía seguir adelante. Dios le había dicho: «Yo no estaré con ustedes y no podrán enfrentar a sus enemigos hasta que traten con el pecado en el campo.»
Y lo que aprendemos de esta historia, es que el pecado de todos es un asunto de todos. Y eso es totalmente contrario con la manera en la que pensamos hoy en día en nuestra cultura. Pensamos, «bueno, es mi problema. Es mi estilo vida. Es mi decisión. Y es privado. Es mi derecho.» Y tenemos un concepto y una forma individualista del cristianismo hoy en día.
Pero lo que vemos en las Escrituras es que somos parte de un cuerpo. Y quiero que vean conmigo algo en un pasaje del Nuevo Testamento. Por favor vayan en sus Biblias a 1ra de Corintios capítulo 5. Y este pasaje es la versión del Nuevo Testamento de un concepto que primero se nos introduce en el Antiguo Testamento.
1ra de Corintios capítulo 5, comenzando en el versículo 1, el apóstol Pablo dice: «Se oye que entre vosotros hay inmoralidad (y esto es dentro de la iglesia. Entre creyentes, o entre creyentes profesantes) y hay una inmoralidad tal como no existe ni siquiera entre los gentiles, al extremo de que alguno tiene la mujer de su padre.»
Así que, aquí tenemos un hombre que es miembro de la iglesia. Es alguien que profesa ser creyente y, está teniendo una relación incestuosa con su madrastra. Y Pablo dice que «hasta para las normas de un gentil, eso es escandaloso.»
¿Y cómo están ustedes reaccionando a esto, dentro de la iglesia? Versículo 2, «Os habéis vuelto arrogantes en lugar de haberos entristecido, para que el que de entre vosotros ha cometido esta acción fuera expulsado de en medio de vosotros.»
Pablo nos dice que hay dos respuestas apropiadas en estas circunstancias. Número uno, ellos deberían haber estado entristecidos. Ellos deberían estar afligidos. Sí, quizás no conoces al hombre, se sienta del otro lado del pasillo que tú, o asiste a otra iglesia. Pero deberían estar entristecidos y afligidos por el hecho de saber lo que está sucediendo. El hecho de que haya pecado dentro de la iglesia debería afligirnos y romper nuestros corazones, aunque no sea nuestro pecado. Porque sí es nuestro pecado colectivo.
Pero luego dice, en segundo lugar: deberían sacar a este hombre con falta de arrepentimiento de la comunión de la iglesia. Dice en los versículos 3-5:
«Pues yo, por mi parte, aunque ausente en cuerpo pero presente en espíritu, como si estuviera presente, ya he juzgado al que cometió tal acción. En el nombre de nuestro Señor Jesús, cuando vosotros estéis reunidos, y yo con vosotros en espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesús, entregad a ese tal a Satanás para la destrucción de su carne a fin que su espíritu pueda ser salvo en el día del Señor Jesús.»
Y no voy a tomarme el tiempo aquí para interpretar todo este pasaje y todo lo que algunas de estas frases significan; porque es un pasaje duro. Pero lo que está claro es que debemos tomar acción, debemos tomar una acción seria. «Tienen que lidiar con esto,» les dice Pablo, «y tienen que tratarlo públicamente, y tienen que tratarlo hasta el fondo.»
Tienen que tratarlo por el bien del pecador no arrepentido porque la meta es que sea traído al arrepentimiento. La meta final es su restauración, su salvación, que no sea condenado en su pecado. Así que por su bien, deben tratarlo. Pero también deben tratarlo por el bien del resto del cuerpo de Cristo.
Pablo dice en el versículo 6: «Vuestra jactancia no es buena. ¿No sabéis que un poco de levadura fermenta toda la masa?» Todo el cuerpo se ve afectado por esto. Un poco de cáncer puede matar a una persona, puede destruir a todo el cuerpo. Y la influencia del pecado en el cuerpo, impregna, contamina a todo el cuerpo.
Así que cuando alguien en mi iglesia o en la tuya peca o en el cuerpo de Cristo o algún pastor conocido nacionalmente o una figura conocida peca, somos afectados por eso como cuerpo. Porque es un efecto cancerígeno, y tiene que tratarse de una manera corporativa.
Y continúa con los versículos 7 y 8 de 1 Corintios 5, dice:
«Limpiad la levadura vieja para que seáis masa nueva, así como lo sois, sin levadura. Porque aun Cristo, nuestra Pascua, ha sido sacrificado. Por tanto, celebremos la fiesta (una referencia a la Cena del Señor) no con la levadura vieja, ni con la levadura de malicia y maldad, sino con panes sin levadura de sinceridad y de verdad.»
Y la levadura en las Escrituras –y de nuevo, no vamos a entrar en muchos detalles –pero la levadura es una imagen de la influencia del pecado. La levadura permea todo la masa. Y él les dice: «Límpiense de la levadura vieja, para que sean una masa nueva. Y deben sacar el pecado del cuerpo. Deben deshacerse de la levadura o va a terminar por afectar toda la masa.»
Versículo 9:
«En mi carta os escribí que no anduvieran en compañía de personas inmorales; y no me refería a la gente inmoral de este mundo, o a los avaros y estafadores, o a los idólatras, porque entonces tendríais que salir del mundo.»
Lo que Pablo está diciendo es, «no les estoy diciendo que se no asocien o que se alejen de los pecadores de este mundo, aquellos que saben y dicen que no son cristianos, porque entonces no podrían vivir en este mundo.» Tienen que rozarse codo con codo con ellos. Trabajas con ellos. Y deben estar preocupados por traerlos a la fe en Cristo. No aprobamos o apoyamos lo que hacen, pero los amamos y hacemos todo lo posible por atraerlos hacia Cristo y procuramos tener una relación con ellos para que podamos atraerlos a Cristo.
Pero Pablo nos dice que es muy diferente cuando alguien dice ser creyente y persiste en un patrón de pecado sin arrepentimiento. Entonces tienes que cortar tu relación con esa persona. Y tienes que cortar a esa persona del cuerpo.
Debemos tener contacto con las personas perdidas para poder ser luz para ellas. Pero Pablo dice en el versículo 11,
«Si no que en efecto os escribí que no anduvierais en compañía de ninguno que, llamándose hermano, es una persona inmoral, o avaro, idólatra, o difamador, o borracho, o estafador; con ese, ni siquiera comáis.»
¿Cuál es la diferencia? Esta es una persona que se llama a sí mismo hermano. Es una persona que dice ser creyente. Y Pablo dice: «No continúen en una relación con un pecador no arrepentido, que dice ser creyente.»
Y esto no significa que cada vez que alguien peque tú le digas, «no puedo volver a comer contigo.» Estamos hablando de un patrón de pecado constante que ha sido confrontado. Porque hay otros pasajes bíblicos que nos dicen cómo debe manejarse. Ha sido confrontado; hemos pasado por el proceso y la persona persiste en seguir con el mismo patrón y rehúsa arrepentirse.
Entonces Pablo dice, no pueden seguir conviviendo y festejando juntos y actuando como si no pasara nada. No puedes decir, «seguiremos con la vida como siempre. Ese es su problema; y este es el mío. Yo no estoy cometiendo ese pecado. Ni pensaría en cometerlo. Pero si él lo hace…»
No podemos vivir de ese modo. Pablo dice que esa poca levadura está fermentando toda la masa. Está impactando todo el cuerpo. Versículo 12:
«Pues ¿por qué he de juzgar yo a los de afuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro de la iglesia? Pero Dios juzga a los que están afuera. Expulsad de entre vosotros al malvado.»
Y ¿no fue eso lo que hicieron con Acán y su familia? Los mataron.
El Nuevo Testamento no nos da instrucciones de matar a los creyentes por falta de arrepentimiento. Pero sí dice que los saquemos de la comunión de los creyentes.
Y te diré que en la actualidad no hay muchas iglesias que practican esto, y las pocas que sí lo hacen, se enfrentan a una situación que es bien difícil. Porque deben temer a hasta las demandas legales. Y también deben temer a las personas en la iglesia que dicen: «Ay pero es que es tan buena persona, y ese hombre es tan amable.»
El punto es que queremos hacer excusas, y queremos tolerar el pecado. Es nuestra inclinación. Pero Dios dice, no puedes hacerlo. Todo el cuerpo es deshonrado. Todo el cuerpo es contaminado. Y este es el templo de Dios. Eso es lo que somos. Dios dice: «Por el bien de esa persona y por el bien del cuerpo debes lidiar con el pecado.»
Y déjame animarte, si tu iglesia tiene el valor de tomar los pasos para lidiar con pecadores no arrepentidos, necesitas apoyarla. Necesitas darle gracias a Dios por esos que toman el pecado en serio y darte cuenta de que la disciplina eclesiástica se supone que debe ser un freno para el resto de nosotras a pecar y poner en nosotras el temor de Dios.
Toda la familia de Acán murió. Y el Antiguo Testamento dice que los hijos no son responsables por los pecados de la familia. Así que aparentemente sus hijos habían sido cómplices con él, en su pecado.
Versículos 24 y 25 dicen: «Y los llevaron al valle de Acor. Y Josué dijo, ¿Por qué nos has turbado?»
Y eso es lo que la palabra Acor significa. Es como un juego de palabras. Lo llaman el valle de Acor.
«Y Josué dijo, “¿Por qué nos has turbado (porque nos has Acor)? El SEÑOR te turbará (el Señor te Acor) hoy. Y todo Israel los apedreó y los quemaron después de haberlos apedreado. Y levantaron sobre él un gran montón de piedras que permanece hasta hoy.» (v. 24-26).
¿Y no crees que ese memorial, era un recordatorio permanente de las consecuencias de la desobediencia, y un ejemplo para las futuras generaciones? Encontramos cuando vamos a Josué capítulo 22 que el sacerdote les dice a las tribus, «¿No fue infiel Acán, hijo de Zera, en cuanto al anatema, y vino la ira sobre toda la congregación de Israel? Y aquel hombre no pereció solo en su iniquidad.» Y le recuerda esto a la siguiente generación de Acán.
Y Acán se ha convertido como en un dicho. Decimos, «¿Hay algún Acán? ¿Hay algún pecado en el campamento?» Dios quiere que por medio de esta historia nosotros recordemos las consecuencias del pecado.
Y luego en el versículo 26 dice: «Y el Señor se volvió del furor de su ira.» ¿Por qué? Porque ya habían lidiado con el pecado. Lo habían echado fuera. «Por eso se ha llamado aquel lugar el valle de Acor (el valle del problema) hasta el día de hoy.»
Y hay otro juego interesante de palabras entre Acán y Acor.
Algunos eruditos piensan que la palabra Acán, significa «perturbador.» Y efectivamente Josué le está diciendo a Acán, «nos has turbado, y por eso te llevamos al valle de Acor. Has generado turbación para ti mismo, y has traído turbación a toda la nación. Acán, tú eres el perturbador, y perderás tu vida en el valle de Acor, o el valle del Problema.»
Y esta es una historia seria de juicio. Pero quiero hacer otro comentario, y es que también es una historia de esperanza. Y quizás me digas, «bueno, pero yo no he escuchado mucho sobre esperanza en esta historia todavía.»
Déjame llevarte a otro versículo en las Escrituras donde el valle de Acor es mencionado. Quiero que vayas al libro de Oseas, al libro de Oseas al capítulo 2. Algunas de ustedes están familiarizadas con la historia de Oseas. Recuerda que Oseas tuvo una esposa llamada Gomer que era adúltera quien iba tras otros amantes.
Y Dios usa esa historia como un símbolo para los hijos de Israel acerca de su adulterio espiritual que estaban cometiendo contra el Señor. Y en Oseas capítulo 2, empezando en el versículo 6, vemos una descripción de la mano castigadora de Dios que está a punto de venir sobre esa esposa adúltera, esta mujer que ha pecado. Y hay una larga lista de consecuencias.
Versículo 6: «Por tanto, he aquí, cercaré su camino de espinos, y levantaré un muro contra ella para que no encuentre sus senderos.» Ella va a estar desorientada.
Versículos 9 y 10: «Por tanto, volveré a tomar mi trigo a su tiempo y mi mosto a su sazón.» Le quitaré las necesidades básicas de la vida. La voy a privar para que así sea traída a un lugar de arrepentimiento.
«También me llevaré mi lana y mi lino, que le dí para que cubriera su desnudez. Y ahora descubriré su vergüenza ante los ojos de sus amantes, y nadie la librará de mi mano.»
Versículo 11: «Haré cesar también todo su regocijo.»
Versículo 12: «Devastaré sus vides y sus higueras.»
Versículo 13: «Y la castigaré por los días de los baales, cuando ella les ofrecía sacrificios y se adornaba con zarcillos y joyas, y se iba tras sus amantes, y se olvidaba de mí –declara el SEÑOR.»
Y aquí tenemos la imagen de una mujer que está en el valle de Acor. Dios la lleva al valle del problema, al valle del castigo, con el propósito de traerla de nuevo al arrepentimiento. Y Dios le pone presiones a su vida. Para eso es la disciplina eclesiástica, para poner presiones en la vida del pecador para que entre en razón, y para que pueda ser restaurado a la obediencia, al arrepentimiento y a la fe.
Y en todos esos versículos que acabo de leer, vemos esa mano pesada, castigadora de Dios.
Pero luego en el versículo 14, entran la misericordia y la gracia de Dios.
«Por tanto, he aquí, la seduciré, la llevaré al desierto, y le hablaré al corazón. Le daré sus viñas desde allí, y el valle de Acor (el valle del problema –mira la siguiente frase) y el valle de Acor por puerta de esperanza.»
«La he castigado. La he disciplinado. He cercado su camino con espinos. He traído presiones a su vida. He traído disciplina eclesiástica sobre su vida» ¿Pero cuál es el punto de todo esto, cuál es el objetivo? «Quiero restaurarla, traeré su corazón al arrepentimiento. Le devolveré sus viñas, el valle de Acor, el lugar de castigo, el lugar de problema, se convertirá en una puerta de esperanza.» ¡Una puerta de esperanza! «Allí cantará como en los días de su juventud, como en el día en que subió de la tierra de Egipto.» (v. 15)
Y ¿cuál es el punto con todo esto? Dios puede usar nuestros problemas, que son la consecuencia de nuestros pecados, las consecuencias merecidas de nuestros pecados. Dios puede usar esos problemas para voltear y transformar nuestros corazones.
Y por cierto, cuando veas a alguien que amas atravesando un problema, como consecuencia de su pecado, no intentes rescatarlo de la cruz. Dios está tratando de cambiar y transformar su corazón. Puede ser un hijo o una hija en prisión. Puede ser un esposo, un ser querido, un amigo pasando por terribles consecuencias. Deja que Dios ponga la presión necesaria para que su valle de Acor se pueda convertir en un valle de esperanza.
Y quiero resaltar que Jesús es el único que puede convertir nuestro valle de Acor en una puerta de esperanza. Él es quien en el Calvario fue al valle de Acor y tomó nuestros problemas sobre Sí mismo. Tomó las consecuencias de nuestros pecados. Murió en nuestro lugar, para que para nosotras el valle de Acor pudiera ser transformado en una puerta de esperanza.
¿Alguien quisiera decir, «gracias Señor, gracias Jesús»? Amén.
¡Aleluya! Qué gran Salvador. Oh Señor, cuando escuchamos esta historia tan seria, tan sombría, una historia de juicio, una historia de muerte que es la paga del pecado, nuestros corazones te dicen, «gracias que el valle de Acor puede convertirse en una puerta de esperanza.» Señor, que no perdamos las lecciones del valle de Acor. Que el problema convierta y transforme nuestros corazones y nos lleve a un lugar de arrepentimiento; y que nuestros corazones que han sido rotos, quebrantados y castigados otra vez vuelvan a cantar de gozo.
Gracias por Jesús que tomó ese Acor, ese problema por nosotras. Por sus llagas somos sanadas. Gracias que el valle de Acor se ha convertido para nosotras en una puerta de esperanza a través de Cristo nuestro Señor. En Su nombre oramos, amén.
Carmen: El pecado no es un tema popular, pero cuando lo abordamos con sinceridad podemos encontrar verdadera esperanza. Nancy DeMoss de Wolgemuth nos ha ayudado a darle una mirada balanceada a los efectos devastadores del pecado, a la necesidad que tenemos de arrepentirnos, y al gozo del perdón. Ese mensaje es parte de la serie, «Lecciones de la vida de Josué (Parte 10): Levantándote de la derrota.»
Hay mucha emoción en el equipo de Aviva Nuestros Corazones. ¿Adivina qué estará sucediendo este viernes? Mujeres estarán asistiendo a la conferencia «Revive 17», y tú puedes ser parte a través de la transmisión en vivo.
Anótalo en tu agenda, los días 29 y 30 de este mes. Y es que definitivamente hay algo especial en ministrar a mujeres en tu comunidad local. En una casa, en un café, una clase en la iglesia, un pasillo… aquí es donde el ministerio real—de vida a vida—toma lugar.
Algunas lo llaman mentoría, tú lo llamas vida.
Puede ser difícil, pero hay un gozo profundo aun en aquellos momentos difíciles, porque estás haciendo una diferencia. Familias e iglesias son impactadas por la obra de Dios a través de ti.
En Revive ‘17 vamos a profundizar en Tito capítulo 2, y a explorar cómo el Señor desea que nosotras vivamos la hermosura del evangelio, juntas.
De mujer a mujer
De mayor a menor
Día a día
Vida a vida
Este es el hermoso plan de Dios.
Revive ‘17 es un evento diseñado para:
- Equiparte para ministrar de manera más efectiva a las mujeres en tu comunidad.
- Animarte a continuar aún cuando es difícil.
- Retarte a tener un mayor impacto en tu comunidad.
Para más información visita, AvivaNuestrosCorazones.com.
Mañana, le echaremos un vistazo al poder que tienen nuestras palabras—aquello que sale de nuestra boca— para bien o para mal. Descubre qué pasa cuando bendices a aquellos que te maldicen. No te pierdas este próximo programa aquí, en Aviva Nuestros Corazones.
Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
El Misterio de Tu Amor, Oasis, El Misterio de Tu Amor ℗ 2015 Iglesia Cristiana Oasis
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