Una petición
Debora: La Biblia llama al marido a proteger a su esposa. Nancy DeMoss Wolgemuth dice que cuando él no cumple ese papel, una esposa puede seguir experimentando protección.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Independientemente de lo bien que tu marido cumpla o no su responsabilidad, puedes saber que tienes refugio bajo las alas de Dios, que Él es tu Goel. Él es tu Pariente-Redentor.
Debora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 16 de enero de 2023.
Imagina que te vistes, te acercas a un hombre mientras duerme y te acuestas a sus pies. Suena bastante extraño para nosotros hoy en día, pero esa era la acción apropiada para una mujer piadosa en la Biblia. Hoy, Nancy nos habla más de esto en la serie titulada Rut: El poder transformador del amor redentor.
Nancy: Finalmente hoy llegamos al capítulo …
Debora: La Biblia llama al marido a proteger a su esposa. Nancy DeMoss Wolgemuth dice que cuando él no cumple ese papel, una esposa puede seguir experimentando protección.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Independientemente de lo bien que tu marido cumpla o no su responsabilidad, puedes saber que tienes refugio bajo las alas de Dios, que Él es tu Goel. Él es tu Pariente-Redentor.
Debora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 16 de enero de 2023.
Imagina que te vistes, te acercas a un hombre mientras duerme y te acuestas a sus pies. Suena bastante extraño para nosotros hoy en día, pero esa era la acción apropiada para una mujer piadosa en la Biblia. Hoy, Nancy nos habla más de esto en la serie titulada Rut: El poder transformador del amor redentor.
Nancy: Finalmente hoy llegamos al capítulo tres del libro de Rut. Una palabra que usaría como título para este capítulo es la palabra petición.
Llegamos al punto donde Rut le hace una petición a Booz, quien es su pariente más cercano. Él está calificado para servir como su redentor, su goel; si recuerdas esa palabra hebrea. Ella le pide que cumpla con esa función y que continúe con la línea familiar.
A medida que avancemos en este capítulo, veremos que en el matrimonio que se avecina entre Rut y Booz, hay una imagen hermosa y poderosa de nuestra relación con el Señor Jesús, quien es nuestro Pariente-Redentor, nuestro Salvador, nuestro Goel, nuestro protector. Luego veremos cómo nosotras como mujeres, cumplimos el papel y las responsabilidades que Dios tiene para nosotras en relación con otros hombres y con las autoridades humanas. Así que vamos a abordar este pasaje desde distintas direcciones.
Comencemos en el versículo 1, capítulo 3: «Después su suegra Noemí le dijo: “Hija mía, ¿no he de buscar seguridad para ti, para que te vaya bien?”»
La frase, «buscar seguridad», realmente debería traducirse como «encontrar descanso». «¿No debería intentar encontrar descanso para ti?» Si has estado con nosotras durante este estudio, recuerda que descanso es una de las palabras clave en el libro de Rut. Noemí ha estado buscando descansar todo el tiempo. Ella es una mujer inquieta, porque nuestros corazones realmente están turbados y agitados, como dijo un gran cristiano, «hasta que encuentran su descanso en Él».
Cuando leo este versículo, me recuerda el Evangelio de Mateo, capítulo 11:28, donde Jesús dijo: «Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar».
Rut tuvo que aprender, Noemí tuvo que aprender y nosotras tenemos que aprender que, en definitiva, el descanso para nuestro corazón no se puede encontrar en ningún esposo, en ningún hombre, en ningún amigo, en ningún consejero, en ninguna situación, en ningún trabajo ni en ninguna ubicación geográfica. Al final, el descanso para nuestras almas se encuentra en nuestra relación con Jesucristo, y veremos una hermosa imagen de esto aquí en la última parte del libro de Rut.
Y al llegar al versículo 2, vemos una escena que sonará un poco extraña para nuestros oídos modernos, porque se basa en la cultura judía antigua, y la mayoría de nosotras no estamos familiarizadas con esa cultura. Si las cosas que sucedieron en este capítulo sucedieran hoy, es posible que no fueran apropiadas, estarían fuera del ámbito de lo que sería correcto, pero en este contexto son absolutamente apropiadas.
Noemí está planeando que Rut le pida a Booz que actúe por ellas como un goel, como un pariente redentor, para que se haga cargo de la situación familiar y de la pérdida de su familia como si fueran suyas. Al hacer esto, Noemí no está siendo una mujer manipuladora. Ella está cumpliendo con lo que se entendía que era, en esa cultura, la responsabilidad de los padres, de hacer los arreglos necesarios para el matrimonio de sus hijos.
Así que creo que ella está actuando apropiadamente cuando le dice a Rut en los versículos 2-3: «Ahora pues, ¿no es Booz nuestro pariente, con cuyas criadas estabas? Mira, él va a aventar cebada en la era esta noche. Lávate, pues, perfúmate y ponte tu mejor vestido y baja a la era».
Le está diciendo a Rut que debe prepararse como una novia se prepara para el matrimonio, creyendo que Dios ha puesto en su camino a un hombre que puede actuar como redentor en su situación de pérdida familiar.
Noemí tiene la fe para creer que Dios traerá a este hombre para que sea un esposo; de nuevo, no creo que en un sentido muy romántico, sino en el sentido de cumplir el plan de Dios y los propósitos de Dios para esta familia.
Así que Rut da este paso de obediencia, este paso de fe –es lo que ha hecho en cada momento hasta este punto– simplemente hace lo que se requiere de ella. Da el siguiente paso. Ella es fiel a la dirección que se le da sin ver ni comprender cuál será el resultado.
Luego seguimos en el versículo 3; Noemí le dice: «baja a la era; pero no te des a conocer al hombre hasta que haya acabado de comer y beber.Y sucederá que cuando él se acueste, notarás el lugar donde se acuesta; irás, descubrirás sus pies y te acostarás; entonces él te dirá lo que debes hacer. Ella respondió: “Todo lo que me dices, haré”. Descendió, pues, Rut a la era e hizo todo lo que su suegra le había mandado» (vv. 3-6).
Rut había encontrado refugio bajo las alas de Dios, y al igual que ella, cuando eres una mujer que confía en Dios, entonces puedes confiar en que Dios obrará a través de autoridades humanas y mediante el consejo que Él trae a tu vida. No tienes que entenderlo todo, pero puedes tener la confianza y la seguridad de que Dios te está guiando y moviéndose a través de tus circunstancias.
Continuamos en el versículo 7: «Cuando Booz hubo comido y bebido, y su corazón estaba contento, fue a acostarse al pie del montón de grano; y ella vino calladamente, le destapó los pies y se acostó».
El que ella se acueste a sus pies representa una imagen de humildad. Ella no llega como alguien que tiene derechos, o como alguien que está en control de este plan, sino como una mujer que dice: «Soy una viuda pobre y necesitada, y Dios te ha levantado para que seas nuestro pariente cercano».
Ella se acerca para hacerle saber que él está en capacidad de recibirla en su momento de necesidad, pero se acerca con una actitud de súplica, para apelar, no para dar instrucciones o indicaciones.
Este no es el caso de una mujer que está iniciando un cortejo, iniciando el matrimonio. Este es el caso de una mujer que responde a la iniciativa que Dios ha provisto para llenar sus necesidades como viuda en esa cultura en particular.
Versículo 8: «A medianoche Booz se sorprendió, y al voltearse notó que una mujer estaba acostada a sus pies. Booz le preguntó: “¿Quién eres?” Y ella respondió: “Soy Rut, su sierva. (Otra vez vemos su corazón humilde). Extienda, pues, su manto sobre su sierva, por cuanto es pariente cercano”».
Él era pariente de su suegro y de su esposo, ambos fallecidos, y Rut está diciendo que le solicita matrimonio, no para ella misma principalmente, no para su propio beneficio o bendición. No creo que Rut estuviera buscando un marido para ella, sino un heredero para su difunto marido y la restauración de las tierras familiares que se habían perdido.
No creo que haya nada inapropiado aquí. Ella simplemente está invocando la ley del goel, que era la provisión de Dios para los israelitas necesitados; y está pidiendo que Booz cumpla con esto a favor de ella. Ella realmente solo está cumpliendo con su deber, que es ayudar a mantener intacta la línea familiar.
Es posible, como sugiere Booz más tarde, que hubiera otros hombres más jóvenes por los que podría haberse sentido atraída y pudo haberlos buscado, pero ella dice: «No, voy a seguir la línea que ayude a redimir la situación de mi familia. Esa es la elección que voy a tomar».
Ahora, ella pudo haber sentido que estaba realmente descalificada, como viuda pobre, para ir y acercarse a este rico propietario con su petición; pero en realidad fue su necesidad lo que la calificó para tener un pariente redentor.
Y es nuestra necesidad la que nos califica para ir a Jesús y decirle: «¿Puedes redimir mi vida? ¿Me redimirás de la destrucción? ¿Puedes redimir mi condición? Satanás nos tienta a pensar que si hemos fallado y arruinado las cosas, como todas lo hemos hecho, no somos dignas de acercarnos a Él.
Y no somos dignas de acercarnos al Señor para que sea nuestro Redentor, pero ese es el punto. Es nuestra indignidad lo que nos hace candidatas para Su gracia y para Su provisión como nuestro Redentor.
Regresemos al versículo 9, y escuchemos su petición. Ella le dice a Booz: «Soy Rut, su sierva. Extienda, pues, su manto sobre su sierva, por cuanto es pariente cercano»
Lo que Rut le está pidiendo a Booz que haga con ella es una imagen de lo que Dios hace por nosotras cuando nos redime. Ella está diciendo, «quiero estar bajo tu cobertura, bajo tu protección, y que tomes todo este desastre familiar, y toda nuestra situación, como tu responsabilidad», esa era la responsabilidad del pariente-redentor.
Cuando venimos ante Dios como pecadoras necesitadas, cuando venimos a través de Cristo como pecadoras necesitadas, realmente estamos diciéndole a Dios, «vengo bajo tu cobertura. Dejo que extiendas Tus alas, Tus ropas, Tu manto sobre mí y que tomes mi vida desordenada, pecaminosa, rota, depravada, y la hagas Tuya».
Venimos y nos acercamos ante Él, porque Él nos ha dicho que debemos pedirle que tome nuestra pobreza, nuestras pérdidas y nuestra necesidad como Su responsabilidad. Pero entonces debemos estar dispuestas a dejarlo ser responsable, y no seguir haciendo las cosas por nuestra cuenta.
Cuando Rut le pide a Booz que extienda su manto sobre ella, recuerdo el pasaje en Ezequiel 16:8, donde hay una parábola en la que Dios toma al pueblo de Israel como Su novia. Y Dios dice, «…extendí Mi manto sobre ti y cubrí tu desnudez. Te hice juramento y entré en pacto contigo, y fuiste Mía, declara el Señor Dios».
De eso se trata la salvación, y esto es lo que significa vivir como una persona salva. Se trata de venir bajo la cobertura, el amparo de Dios, bajo Su protección, bajo las alas de Dios y la sangre de Jesucristo y de Su nombre. Es decir, «ya no me pertenezco. Entrego mi vida, toda mi situación a Ti. Tú has expresado Tu deseo de tener un pacto conmigo, de tomarme como Tu responsabilidad, y voy a dejar que lo hagas».
Hay un himno maravilloso escrito en los 1700 por Charles Wesley, parte de este himno dice:
Otro refugio no tengo, mi alma desamparada se aferra a Ti…
Toda mi confianza en Ti se mantiene, todo mi socorro traigo a Ti;
Cubre mi cabeza indefensa con la sombra de tu ala…
Abundante es la gracia que encuentro en Ti, gracia para cubrir todos mis pecados.
Así que Rut ha estado en el campo de la gracia. Ella se dirige hacia Booz, quien actuará como su pariente-redentor, y esto nos muestra lo que sucede cuando venimos al Señor Jesús y oramos, como quizás lo hemos hecho muchas veces a lo largo de los años, inicialmente viniendo a Él para salvación, pero ahora reconociendo nuestra necesidad diaria de Su cobertura, amparo y protección.
Le decimos: «Señor, cubre mi cabeza indefensa con la sombra de Tus alas, extiende Tu manto sobre mí, tómame este día, en este momento, soy tuya. Vengo bajo Tu pacto, bajo Tu protección, donde sé que estoy a salvo».
A modo de aplicación, hay algo más que el Señor quiere que veamos en esta historia, aquí vemos un principio poderoso y una visión de la relación matrimonial: el matrimonio entre un esposo y una esposa.
Es un poco difícil separar eso de la historia de la redención porque, como aprendemos en el Nuevo Testamento, el matrimonio en esta tierra entre un esposo y una esposa está destinado a ser una imagen terrenal de una realidad celestial, una realidad invisible de nuestra relación con Cristo como nuestro esposo.
No siempre se puede saber en las Escrituras a cuál de los dos se refiere, a veces los dos se mezclan. Pienso en Efesios 5, donde Pablo habla sobre el matrimonio y luego habla de la iglesia. Él está diciendo que realmente son lo mismo, en cierto sentido. Hay algunas cosas que se aplican para ambos.
Rut le dice a Booz: «Extiende tu manto sobre mí, cúbreme, porque eres mi pariente-redentor». Al decir eso, ella está dando una imagen visual poderosa de lo que se pretendía que fuera el matrimonio: una imagen del esposo como protector, como salvador (con s minúscula), no en el sentido de salvación del pecado, sino un esposo que tiene la responsabilidad de lavar y limpiar a su esposa satisfaciendo sus necesidades y protegiéndola, y al que se le da la responsabilidad sobre su esposa y su línea familiar.
Pero para que el esposo cumpla con su responsabilidad, la esposa debe estar dispuesta a permitirle cumplir con su responsabilidad. La esposa tiene que estar dispuesta a decir: «Me pongo bajo tu cobertura, estoy bajo tu protección».
¿Y no vemos a Satanás distorsionando esto entre los esposos y las esposas? Vemos maridos que no brindan protección, que no satisfacen las necesidades físicas, materiales, emocionales y espirituales de sus familias. Y vemos esposas que no están dispuestas a permitir que sus maridos sean sus proveedores, protectores y una cobertura para ellas.
Ahora, no se trata de tirar la piedra y juzgar a los demás y decir: «Bueno, si los hombres fueran mejores líderes, nosotras responderíamos mejor». El patrón en las Escrituras es que cada una de nosotras tiene que asumir ante Dios la responsabilidad de su propio llamado y de su vida.
Es posible que algunas de ustedes estén casadas, puede que otras nunca se hayan casado y algunas de ustedes tal vez han estado casadas anteriormente. Así que lo que voy a decir se aplica de forma diferente dependiendo de la situación de vida de cada una.
Creo que es importante que algunas de ustedes, mujeres más jóvenes que nunca se han casado, comprendan que cuando se casan, lo que están haciendo es quedar bajo la cobertura y la protección de su esposo. Estás bajo su autoridad, su provisión, su liderazgo, y eso es una bendición.
Rut no aprieta los dientes y dice: «No creo que pueda soportar esto». Ella está desesperanzada, está necesitada, sabe que esa es la provisión de Dios y está aprovechando lo que Dios le ha ofrecido. Es una oferta de gracia.
Permítanme decirles –a algunas de ustedes, mujeres jóvenes que nunca han escuchado este tipo de verdad– que la autoridad de un esposo en el contexto del matrimonio no es una maldición, es una bendición, es un beneficio, es una provisión de la gracia de Dios para satisfacer tus necesidades como esposa.
Ahora, debemos enfocarnos no tanto en los esposos y sus responsabilidades, sino en las esposas y sus responsabilidades. La responsabilidad de la esposa es simplemente ponerse en una posición en la que el esposo pueda cubrirla.
No hace mucho leí un artículo de una columnista muy conocida que hablaba de todo este asunto de la masculinidad y lo que significa ser masculino; y luego, por implicación, lo que significa ser femenina.
Y siendo esta escritora producto de la revolución feminista, y hasta donde sé no es creyente, ella decía: «Soy parte de la razón por la que los hombres de hoy no actúan como hombres» (estoy parafraseando).
Ella dijo: «Yo era una de las mujeres que cuando era joven, en la generación pasada, y entraba a una sala y un hombre se levantaba y me ofrecía su asiento o quería abrirme la puerta, yo reaccionaba cerrando la puerta en sus narices y demostrando mi independencia diciendo: Puedo hacer esto. No necesito tu asiento. No necesito que abras la puerta».
Hemos escuchado sobre este tipo de respuesta, y ella sigue diciendo: «Soy una de las razones por las que los hombres de hoy son tan reacios y tienen tanto miedo de ser hombres».
Sin embargo, lo que estaba diciendo –no sé si ella conoce este principio bíblico– es que no estaba dispuesta como mujer a ponerse en una posición de protección. No estaba dispuesta a ponerse en una posición de ser cubierta o protegida.
Ahora, hay algunas formas en que las mujeres, estemos casadas o solteras, podemos permitir que los hombres sean hombres, como hablamos en una sesión anterior; pero en ninguna esfera es más importante que en la relación matrimonial.
Cuando llegamos al Nuevo Testamento, en 1 Corintios 11, el apóstol Pablo habla sobre este asunto de cubrir la cabeza a las mujeres y cómo las mujeres en el culto público debían tener un símbolo de que estaban bajo autoridad, que tenían un orden, que estaban en su posición.
Los teólogos han debatido, y no entraremos en eso durante esta sesión, sobre si esto significa que las mujeres debemos literalmente cubrirnos la cabeza. Pero una cosa que sí sabemos es que necesitamos la cobertura espiritual y la protección que Dios nos brinda por medio de la autoridad.
Autoridad no es una mala palabra, sumisión no es una mala palabra. La autoridad es una palabra de bendición. Jesús dice en Mateo 28:18: «Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra». Aquí la imagen es, «porque tengo autoridad voy a cuidar de ti, voy a satisfacer tus necesidades».
Ahora, sé que no hay un esposo humano que sea como Jesús, y hay muchos esposos, tal vez estuviste casada con uno o estás casada con uno que no cumple el papel que Dios le ha dado como esposo. Hay algunos hombres que no proveen, no lideran, no brindan cobertura ni protección.
Permíteme decir esto: si te colocas en una posición donde recibes el liderazgo y la autoridad, y dices: «Estoy dispuesta a estar bajo tu provisión, bajo tu protección, bajo tu liderazgo», y entonces tu esposo no te provee de esto, puedes estar segura de que Dios te lo proveerá.
Puede que algunas de las que nos escuchan sean viudas o mujeres solteras, ¿quién va a proteger y velar por estas mujeres? Dios lo hace. Él proporciona una cobertura, un refugio. La Escritura dice que Dios es esposo de la viuda. Entonces, no importa cuál sea tu situación en la vida, si te dejas cubrir, estarás cubierta. Recibirás provisión.
Ahora, la parte difícil es cuando en un matrimonio el esposo está vivo, pero no está cumpliendo con esa responsabilidad. Mujeres, es muy importante que no enfoquen su atención en que su esposo necesita arrepentirse. Él puede tener una gran necesidad de arrepentimiento, como todas nosotras. Pero somos mucho más conscientes, típicamente, de las fallas de otros que de nuestras propias faltas y responsabilidad.
El llamado de Dios para nosotras es preguntarnos: «¿Cuál es mi responsabilidad?» ¿Has creado en tu matrimonio un ambiente y un entorno en el que tu marido siente la libertad, la motivación y el deseo de proporcionar ese liderazgo y esa protección para ti?
Si nunca te has acercado a él de esa forma, necesitando su cobertura y su protección, si no se lo has expresado, tal vez no sepas si es capaz de hacerlo o no.
Si has tomado las riendas por tu cuenta, manejando las cosas por ti misma, si tiendes a ser la pensadora independiente en tu matrimonio, podrías pensar que tu esposo nunca proveería esto para ti. Pero no lo sabrás hasta que lo pongas en una posición en la que le des a Dios la oportunidad de trabajar en su corazón y proveer esa cobertura y esa protección para ti, independientemente de si lo hace o no.
El mejor de los esposos lo hará inadecuadamente, así como la mejor de las esposas será inadecuada y no siempre será todo lo que Dios quiere que ella sea, pero independientemente de lo bien que tu marido cumpla o no esa responsabilidad, puedes saber que tienes refugio bajo las alas de Dios, que Él es tu Goel. Él es tu Pariente-Redentor.
Muchas veces a lo largo de los años me he encontrado yendo al Señor y diciéndole: «Señor, soy Tu sierva, aquí estoy de nuevo. ¿Podrías extender el borde de Tu manto sobre mí? ¿Me cubrirías? ¿Cubrirías mi situación? No quiero llevar esta vida independiente de Ti, te necesito, necesito Tu autoridad, me someto a ella, necesito Tu protección, la recibo; recibo Tu provisión de gracia para mi vida; y todo esto puedo venir y pedirlo con valentía, porque Tú eres mi Pariente-Redentor».
Debora: Nancy DeMoss Wolgemuth te ha estado ayudando a ver tu necesidad de la protección de Dios, la seguridad eterna que Él te puede brindar, y lo bueno que es Su diseño para el matrimonio.
Si te has perdido alguno de los episodios anteriores en esta serie escúchalo o léelo a través de nuestro sitio web, avivanuestroscorazones.com, y asegúrate de acompañarnos mañana para la continuación.
Ahora Nancy regresa con unas últimas palabras.
Nancy: Si lees este pasaje por primera vez con ojos del siglo XXI, probablemente te sorprenderías y dirías: «¿Qué es todo esto?» Hay que profundizar para ver la belleza de la sumisión y la humildad. Y a la luz de lo que hemos hablado, solo quiero decir una cosa más: cada vez que menciono la sumisión en el contexto del matrimonio –una esposa que se somete a su propio marido– quiero asegurarme de enfatizar esto: Si tu esposo está haciendo mal uso de la autoridad que Dios le ha dado o abusando de ti, tú no estás llamada a someterte a su trato pecaminoso. Hay maneras constructivas, apropiadas y piadosas de llegar a un lugar seguro. Probablemente necesitarás la ayuda de otro creyente maduro, tal vez un líder de tu iglesia, tal vez una mujer mayor que camine con Dios. Alguien que pueda ayudarte a lidiar correctamente con cualquier trato duro o perjudicial en tu matrimonio.
Permítanme decirlo claramente: La sumisión en el matrimonio no significa decir: «Adelante, golpéame, me someteré». ¡No! Ese no es el plan de Dios. Y como vimos hoy, esa no era la situación en absoluto con Booz y Rut.
Imagino que algunas mujeres pueden estar pensando, «si yo estuviera casada con un Booz, mi vida estaría llena de amor, llena de piedad y de alegría. Pero simplemente no es así para mí».
Permítanme recordarles que el libro de Rut no nos señala el matrimonio perfecto; nos señala a un Salvador perfecto, a Cristo, que es nuestro Booz celestial mientras vivimos en este mundo caído y pecaminoso. Podemos saber que somos amadas perfectamente, de una manera hermosa y perfecta por Él, sin importar lo que pueda estar sucediendo en nuestras vidas.
Hay mucho que aprender de la vida de Rut, y tal vez estés pensando: «Quiero profundizar un poco más en esto».
En mi caso, al empezar a estudiar la Escritura seriamente versículo por versículo, mi amor por la Palabra ha crecido. Es un fundamento increíble el que le ha dado a mi vida. Mi deseo es que tú crezcas en tu amor por la Palabra; y piensa en todas las jóvenes que podrían beneficiarse del estudio de la Escritura. Quién sabe, de aquí a una generación, lo que estarán haciendo como madres que introducen a sus hijas en la Palabra de Dios.
Al recorrer el libro de Rut, verás cómo cada historia es en realidad la historia de Dios, incluyendo la tuya y la de tu familia.
Gracias, Señor, por darnos ejemplos en Tu Palabra para ayudarnos a entender Tu corazón y Tus caminos. En este pasaje vemos un poderoso cuadro del plan de redención, y vemos un poderoso cuadro de Tu plan para el matrimonio.
Ayúdanos en cualquier etapa de la vida a abrazar nuestro llamado como mujeres y a ver en la autoridad –Tu autoridad, la de un esposo o la de un padre– un don de gracia, una provisión que Tú has hecho para nuestra protección.
Que tomemos nuestro lugar y confiemos, no en última instancia en la autoridad humana, sino que confiemos en Ti. Tú siempre cumples tus propósitos. Tú eres nuestro Pariente-Redentor, y te bendecimos por ello. En el nombre de Jesús, amén.
Debora: Conociendo el poder del amor redentor juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación