Una Patria mejor
Nancy DeMoss Wolgemuth: Erin Davis nos trae buenas noticias.
Erin Davis: ¿A qué esperanza podemos aferrarnos cuando la oscuridad cultural nos oprime? Tenemos que recordar: ¡cada día nos acerca un día más a la vida para siempre con Jesús!
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy: Estamos en una breve serie sobre el capítulo 21 de Apocalipsis titulada, El anhelo de una Patria mejor. Estamos escuchando a Erin Davis, miembro de nuestro equipo y quien administra todo el contenido del alcance en inglés del ministerio.
Erin, ¿alguna vez has viajado fuera de los Estados Unidos?
Erin: ¡He estado en la soleada isla de Jamaica y en el frío norte de Canadá!
Nancy: De acuerdo, y probablemente hayas descubierto, como lo hice yo cuando viajé a diferentes países, que hay algunas cosas que son diferentes. Hay aspectos hermosos …
Nancy DeMoss Wolgemuth: Erin Davis nos trae buenas noticias.
Erin Davis: ¿A qué esperanza podemos aferrarnos cuando la oscuridad cultural nos oprime? Tenemos que recordar: ¡cada día nos acerca un día más a la vida para siempre con Jesús!
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy: Estamos en una breve serie sobre el capítulo 21 de Apocalipsis titulada, El anhelo de una Patria mejor. Estamos escuchando a Erin Davis, miembro de nuestro equipo y quien administra todo el contenido del alcance en inglés del ministerio.
Erin, ¿alguna vez has viajado fuera de los Estados Unidos?
Erin: ¡He estado en la soleada isla de Jamaica y en el frío norte de Canadá!
Nancy: De acuerdo, y probablemente hayas descubierto, como lo hice yo cuando viajé a diferentes países, que hay algunas cosas que son diferentes. Hay aspectos hermosos de los países en los que hemos estado; y hay cosas desafiantes que enfrentan todos los países. En mi país existen situaciones difíciles actualmente, del mismo modo que ocurren en muchas otras naciones.
Una de las cosas que me encanta del pasaje de esta semana, Apocalipsis capítulo 21, es que nos habla de un país venidero, las Escrituras nos hablan de una Patria diferente que Dios está preparando para los que le aman.
Solo les diré que mientras he estado escuchando esta serie, ¡no puedo esperar! Siento que nuestros corazones están listos. Anhelamos ese día en el que todo lo que es pecaminoso, lo que está manchado, lo desafiante y doloroso en este mundo presente, sea eliminado y estemos en una nueva ciudad, un nuevo país –la ciudad de Dios ¡la patria que Dios ha preparado para nosotros!
Entonces, si tienes tu Biblia, ábrela en el capítulo 21 de Apocalipsis. ¡Erin, no puedo esperar a que nos lleves allí!
Señor, oro para que abras nuestros corazones, abras nuestros ojos, abras nuestros oídos para escuchar y recibir la esperanza que tienes para nosotros en Cristo –una esperanza que no está aquí, no la vemos ahora, pero está por delante y es segura. Tus promesas son seguras; son verdaderas. No importa lo que estemos enfrentando este día en cualquier país del mundo, y dentro de nuestros corazones. Sabemos que llegará el día en que todas las cosas serán renovadas. Anhelamos ese día y esperamos que vengas y cumplas Tus promesas. Así que danos corazones para recibir esas promesas mientras escuchamos la enseñanza de hoy. Oro en el nombre de Jesús, amén.
Erin: Amén. Gracias, Nancy.
La primera serie de libros que leímos en voz alta a nuestros niños cuando eran pequeños fue «Las crónicas de Narnia». Puedo imaginarlos en sus pijamas, acurrucados cerca de mí y de su papá mientras descubrían por primera vez ¡«el mundo más allá del armario», a través de esos libros!
Lamentablemente, eso fue hace varios años. Pero les pregunté antes de dar esta sesión si aún lo podían recordar –¡y pudieron!– el momento en que Reepicheep (nuestro ratoncito valiente favorito) subió a la cima de las olas y entró en el país de Aslan.
Tal vez puedas imaginarte acurrucada con tus pequeños mientras leo solo una parte.
«Luego se despidió de ellos, tratando de entristecerse por ellos; pero temblaba de felicidad. Luego, apresuradamente, se subió a su barca y tomó su remo, y la corriente lo atrapó y se fue contra los lirios. Pero no crecieron lirios en la ola; era una suave pendiente verde. El bote avanzaba cada vez más deprisa y maravillosamente subía por el costado de la ola. Por una fracción de segundo vieron su forma y la de Reepicheep en la parte superior. Luego desapareció y desde ese momento nadie puede afirmar realmente haber visto a Reepicheep el ratón. Pero creo que llegó sano y salvo al país de Aslan y sigue vivo allí hasta el día de hoy». ~ El viaje del viajero del alba, por C. S. Lewis. Extraído del capítulo 16.
¡El país de Aslan! Esta parte de la historia está grabada permanentemente en nuestros corazones porque representa un momento, el momento en el que cada hijo de Dios, grande o pequeño, entrará en el hogar que anhelamos.
Mientras grababa esta enseñanza, dos palabras parecen encontrar su camino en cada conversación: «coronavirus» y «sin precedentes». La muerte y el miedo son las principales historias de todos los medios de comunicación. Y los niños, mis hijos, están luchando por comprender por qué no pueden abrazar a sus maestros, por qué no pueden chocar los cinco con sus amigos en el pasillo. Las familias, incluida la mía, están luchando por adaptarse.
Los índices de depresión y suicidio se han disparado, los cimientos de la economía global están fracturados, en el mejor de los casos. Desde mi limitada perspectiva humana, ¡parece que la oscuridad está creciendo!
Juntos estamos viendo un pasaje de las Escrituras que ha transformado mi visión del quebranto, ¡el quebranto dentro de mi propio corazón y en mi hogar, y el quebranto generalizado que veo en todas partes!
Una y otra vez en mi vida este se ha convertido en un pasaje al que recurro cuando experimento fatiga por el quebranto. Ha sido muy valioso para mí en los últimos años. Permítanme leer Apocalipsis 21:1–5. Espero que lo leas conmigo.
«Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo.Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: “El tabernáculo de Dios está entre los hombres, y Él habitará entre ellos y ellos serán Su pueblo…”»
Toma un minuto ahora mismo y subraya esa frase, «una gran voz». Tu traducción puede decir «voz fuerte» o «grito fuerte».
Lo que quiero que sepas es que esto no es un susurro. Esto no es un gemido. Este es el Espíritu de Dios anunciando con poder en voz alta lo que viene después. Déjame retomarlo en el versículo 4:
«Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado». El que está sentado en el trono dijo: «Yo hago nuevas todas las cosas». Y añadió: «Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas».
Al mirar a nuestro alrededor a nuestras comunidades, al mirar nuestros países –algunos destrozados– nuestro mundo que está quebrantado, las Escrituras nos dan la respuesta a una pregunta crítica que todos nuestros corazones se hacen lo sepamos o no: «¿Cuáles son las promesas de Dios para nuestra cultura quebrantada?»
¡Ahora, cualquiera que piense que estamos en el momento más oscuro de la historia de la humanidad no ha prestado mucha atención al periodo intertestamentario que está en nuestras biblias!
Hay un lapso de cuatrocientos años entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento y los hijos de Dios esperaban escuchar Su voz nuevamente. Seguramente fue un momento muy oscuro. O el momento en que Jesús murió en la cruz, que ahora celebramos, ¡pero todo el mundo estaba cubierto de tinieblas! Ha habido muchos momentos de oscuridad.
He estado leyendo una biografía de Winston Churchill y llegué a la parte en la que tomó la decisión de disparar contra la flota francesa. ¡Estos eran los aliados de Gran Bretaña! Churchill tomó la decisión de dispararles para evitar que sus barcos cayeran en manos del ejército de Hitler. ¡Murieron más de mil marineros franceses! Tuve que cerrar el libro y cerrar los ojos, ¡porque fue realmente un momento muy oscuro en la historia de la humanidad!
El quebranto y la oscuridad han perseguido a los hijos de Dios desde el jardín del Edén, y todavía nos persiguen.
¡También enfrentamos desafíos reales en esta generación! ¿Has notado que en Estados Unidos la convicción de que la Biblia es lo mejor de Dios para toda la humanidad ya no es ampliamente aceptada? Pero nuestra máxima esperanza no es cambiar la opinión pública, no está en una sola elección, no está en las políticas gubernamentales, no está en lo que Hollywood acepte o no, no está en nuestra capacidad humana para hacer retroceder las fuerzas de la oscuridad.
Nuestra esperanza está en el día descrito en Apocalipsis 21:1–3. Lo volveré a leer:
«Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo.Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: «El tabernáculo de Dios está entre los hombres, y Él habitará entre ellos y ellos serán Su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos».
La Escritura nos invita a extender la mano y aferrarnos fuertemente a esta promesa. Aquí está la promesa: ¡se acerca una nueva ciudad! La Biblia la llama «Nueva Jerusalén» y Dios la está preparando ahora mismo. Este es el hogar verdadero y seguro para los hijos de Dios.
Los oyentes originales de las palabras de Juan habrían pensado en Jerusalén como el lugar donde estaba el templo, el lugar de encuentro entre Dios y Su pueblo. Juan está describiendo una nueva ciudad, una ciudad redimida, donde no solo nos encontraremos con Dios ¡sino que viviremos con Dios! ¡Una ciudad donde nuestras almas experimentarán una paz verdadera y duradera!
Los oyentes originales pensarían que Jerusalén era el mejor lugar para estar. Juan está diciendo: «¡No, se acerca una Jerusalén mejor!» Quiero que pienses en la cultura que te rodea. Considera la cultura en tu propia casa, cada hogar tiene una cultura; piensa en la cultura de tu propia casa.
Ahora expande un poco tu pensamiento hacia tu vecindario. Piensa en tu comunidad; piensa en tu estado o provincia o en tu ciudad. En estos días se habla mucho de cómo las comunidades difieren y cómo no pueden llevarse bien entre sí. Quiero que pienses en esas diferencias.
¡Ahora piensa en tu país, piensa en el mundo y ora por avivamiento! Ora para que Dios designe líderes que lo conozcan y sigan Su Palabra, ora para que Dios gane corazones para Él, porque eso provocará cambios culturales. ¡Dios escucha y responde cuando oramos por estas cosas!
Protégete y protege a tus pequeños de los mensajes culturales que contradicen la Palabra de Dios. ¡Pero pon tu esperanza, tu mayor esperanza, en la ciudad que se avecina! Esta Ciudad Santa, esta Nueva Jerusalén, ¡puede sentirse tan lejana! Tal vez se sienta demasiado sobrenatural para darnos una esperanza real cuando enfrentamos las realidades de la oscuridad cultural y cuando esas realidades impactan nuestra vida diaria.
Profundicemos en esto, vayan conmigo al libro de Hebreos capítulo 11. Es posible que ya estés familiarizada con este capítulo de la Biblia. A menudo se le llama el Salón de la fe, y es una de las dos listas que encontramos en las Escrituras. Una está aquí en Hebreos 11, y la otra es el Salón de la fe judía.
Estos son nombres como Abraham, Isaac, Moisés, David…incluso Rahab, que comenzó como cananea, pero se convirtió en parte del pueblo israelita. Luego, en Romanos 16, encontramos el Salón de la fe de los gentiles, personas como Priscila y Aquila, que fueron colaboradores de Pablo para la difusión del evangelio a los gentiles. Gente como Epeneto, el primer creyente de Cristo en Asia.
Y Pérsida, de quien las Escrituras solo dicen, «ha trabajado mucho en el Señor», me gustaría que pusieran eso en mi lápida. Menciono estas listas porque su herencia cultural era muy diferente. Algunos eran judíos, algunos eran gentiles y vivieron en diferentes épocas de la historia, e incluso vivieron en diferentes partes del mundo.
Eso significa que probablemente enfrentaron diferentes tipos de desafíos mientras intentaban vivir como hijos de la luz en días oscuros. Pero esto es lo que los unió –esto es lo que nos une: ¡somos ciudadanos de una ciudad diferente!
Escucha Hebreos 11:13–16. ¡Es un manifiesto para todos los hijos de Dios de todas las culturas y épocas! «Todos estos…» ¿Quiénes son estos? Bueno, son campeones de nuestra fe.
«Todos estos murieron en fe, sin haber recibido las promesas, pero habiéndolas visto desde lejos y aceptado con gusto, confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra…» (Pueden marcar con un círculo las palabras «extranjeros» y «peregrinos» en sus biblias). «… Porque los que dicen tales cosas, claramente dan a entender que buscan una patria propia. Y si en verdad hubieran estado pensando en aquella patria de donde salieron, habrían tenido la oportunidad de volver. Pero en realidad, anhelan una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo cual, Dios no seavergüenza de ser llamado Dios de ellos, pues les ha preparado una ciudad».
¿Qué ciudad describe el escritor de Hebreos? Está hablando de una ciudad con todo tipo de personas y de lugares diferentes. Está hablando de la ciudad que se encuentra en Apocalipsis 21.
Escúchalo de nuevo en Apocalipsis capítulo 21, versículo 2:
«Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo».
¿Qué hay más hermoso que una novia adornada para su esposo? Piensa en cada momento en el que has estado en una boda. Las puertas de la iglesia se abren y ves a la novia por primera vez. ¡Todos contienen la respiración instintivamente! ¡Esa novia es especial! Vale la pena esperar por ella. ¡Esta es la descripción que Dios nos da en Su Palabra del lugar que está preparando ahora mismo, en este mismo momento, para nosotros!
Si retrocedemos unos pocos versículos de donde estábamos en Hebreos, a Hebreos 11: 9-10, encontramos la descripción de Abraham:
«Por la fe habitó como extranjero en la tierra de la promesa como en tierra extraña, viviendo en tiendas como Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa, porque esperaba la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios».
Abraham renunció a una vida estable para vivir en tiendas de campaña porque esperaba una ciudad con cimientos. Eso no tiene sentido humanamente hablando. ¿Cómo pudo Abraham soportar dejar su propio país para vivir en una tierra extranjera? ¿Por qué renunciaría a las comodidades de un hogar por vivir en tiendas de campaña? Por la misma razón por la que podemos tener esperanza cuando la cultura que nos rodea se siente extraña. Por la misma razón por la que tenemos paz y gozo cuando el mundo que nos rodea trata a las personas de fe como extraterrestres y exiliados.
Porque Abraham no esperaba una ciudad con cimientos construidos por manos humanas; esperaba una ciudad con cimientos inquebrantables. ¡Las Escrituras dicen que el diseñador y constructor de esa ciudad es Dios!
Algunas traducciones dicen que el «arquitecto y constructor es Dios». ¡Desde el fundamento el Señor está construyendo una ciudad para Su pueblo! Él está sentando los cimientos, lo cual es bueno, porque los cimientos de esta tierra están profundamente fracturados por el pecado. Y como pueblo de Dios no ponemos nuestra esperanza en la reparación de esas fracturas.
Mi familia y yo vivimos en una antigua granja, y como suele suceder con las antiguas granjas, la nuestra está mostrando algunos signos de su edad. Hace un par de años el piso del comedor desarrolló una deformación significativa. Un amigo nuestro que es constructor trabajó debajo de la casa y pudo arreglar eso…temporalmente.
Pero nos advirtió que llegará el día en que esas soluciones temporales para los cimientos de nuestra casa no se sostendrán. Esta es una imagen de nuestro mundo caído. Se acerca el día en que todas nuestras soluciones humanas temporales simplemente no podrán sostenernos… ¡Pero tenemos esperanza! Porque las Escrituras nos dan el modelo de una nueva ciudad –una ciudad que no está fracturada por el pecado, ¡una ciudad cuyo constructor y arquitecto es Dios!
Una descripción más importante de esta ciudad también se encuentra en Apocalipsis 21. Esto viene de Apocalipsis 21: 23-25:
«La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que la iluminen, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. Las naciones andarán a su luz y los reyes de la tierra traerán a ella su gloria. Sus puertas nunca se cerrarán de día (pues allí no habrá noche)».
¿A qué esperanza podemos aferrarnos cuando se siente la opresión de la oscuridad cultural? Incluso mientras luchamos contra esa oscuridad con amor, en verdad y con oración, tenemos que recordar que somos peregrinos. Simplemente estamos de paso, y cada día nos acercamos más a esta ciudad que Jesús nos está preparando.
Estuve en una reunión en línea recientemente, y detrás de una de las personas en la reunión, se veía un calendario colgado en la pared, y claramente esta persona había estado marcando todos los días.
Alguien más en la reunión preguntó: «¿Qué estás contando?»
Y ella dijo: «No lo sé».
Y dije: «¡Estás contando los días para el día en que nos encontremos con Jesús!»
Porque cada marca en ese calendario significa que estamos más cerca de esta ciudad –un día más cerca de la vida para siempre con Jesús. ¡Y vale la pena seguirlo!
Dios nos ha prometido un lugar donde no necesitaremos nada para luchar contra la oscuridad porque allí no existe oscuridad. ¡Jesús estará con nosotros en esa mejor ciudad y será como nuestra Luz!
Oremos.
Jesús, eres la Luz del mundo. Gracias porque nos has preparado un lugar, donde sus cimientos no se agrietarán, donde la oscuridad no pasará la puerta de la ciudad. ¡Qué hermosa promesa! Ayúdanos a vivir a la luz de esa realidad. En Tu nombre oro, amén.
Nancy: ¡Amén! Y guau, qué oportuno es este mensaje Erin, y cómo lo necesitamos en días en los que tenemos que aprender a vivir en este mundo donde Dios nos ha puesto. Debemos ser sal; debemos ser luz, pero nuestra esperanza no está aquí. ¡Nuestra esperanza está por delante, está por venir!
Mientras te escuchaba enseñar pensaba en un himno de antaño que dice:
El mundo no es mi hogar, soy peregrino aquí
En la ciudad de luz tendré tesoros, sí
La patria celestial por siempre gozaré
Y la vida mundana jamás desearé.
(«Este mundo no es mi hogar» de Albert E. Brumley).
Así que, mientras vivimos aquí como hijas de luz, amamos, honramos al Señor, levantamos Su nombre en nuestros países, en la ciudad en que vivimos, en medio de un sistema mundial; pero ¡nuestros corazones están fijos en otro país, otra ciudad, la nueva ciudad, la Ciudad Santa, el lugar donde Dios habita y donde habitaremos con Él como Su pueblo para siempre!
Eso nos da esperanza, nos da perspectiva, nos da un sentido de significado y propósito. No nos rendimos ante la desesperación, no importa quién gane las elecciones, no importa lo que suceda; desastres naturales o situaciones económicas. Nuestra esperanza no está ligada a nada de eso.
Creo que también nos da una idea de por qué es importante que compartamos el evangelio, que demos a conocer a Cristo. La mayoría de las personas que viven a nuestro alrededor –las personas con las que trabajamos, con las que vamos a la escuela, que viven en nuestros vecindarios– la mayoría de ellos no tienen una patria mejor por delante. Entonces, no solo tenemos esta esperanza, sino que al proclamar a Cristo, la ponemos a disposición de otros.
Bueno y espero que hayas sido alentada e inspirada con el recordatorio tan alentador que nos ha traído Erin. Cuando este contenido se grabó, una pequeña audiencia estaba escuchando la enseñanza. Hannah era una de ellas…
Hannah: Vivo con mi esposo en una casita adorable, la amo mucho, me encanta. Pero si alguien me construyera o me regalara una mansión, podría emocionarme al escuchar sobre las decoraciones y los artefactos de iluminación y tal vez la piscina, pero creo que mi primera pregunta sería: «¿Mi esposo va a estar conmigo?»
¡Porque si no lo está, no la quiero! Prefiero tener mi casita que hemos hecho nuestro hogar. Cuando veo Apocalipsis 21:3, lo más emocionante para mí en esta nueva ciudad, en este nuevo hogar que vamos a tener es que «Él habitará entre ellos y ellos serán Su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos».
Estar con Dios y vivir con Dios –a la vista, no solo con fe– y esta será la parte más importante de este nuevo hogar, y eso es lo que lo convertirá en nuestro hogar. ¡Estoy tan emocionada por eso! Así que estar allí y vivir con el Señor, vivir por vista y no solo por fe, será lo que hará de ese lugar un hogar.
No es solamente que vamos a tener una ciudad maravillosa, sin problemas, donde todo funciona bien…y que nunca estaremos tristes. Porque si el Señor no está allí, entonces no será nuestro hogar y no será el lugar donde queremos estar.
Erin: ¡Me encanta eso, Hannah! Estoy fascinada por cómo las Escrituras no nos cuentan todos los detalles sobre el cielo. No creo que sea porque el Señor quiera dejarnos adivinando. Nos ha dicho lo más importante; lo más importante es: «Estaré allí».
Sus discípulos estaban nerviosos de que Él se fuera, y Él les dijo: «¡No! Voy a prepararte un lugar, y si eso no fuera cierto, ¡te lo habría advertido!» (ver Juan 14). ¡Eso es todo lo que les dejó! No les dijo cómo llegar ni de qué tamaño era, ni cómo serían los edificios, ni nada por el estilo.
Pero ellos sabían, y nosotros sabemos, que es el lugar donde estará Jesús. ¡Eso es lo que lo convierte en nuestro verdadero hogar!
Nancy: Y ahora tenemos al Espíritu Santo dentro de nosotras; tenemos la presencia de Cristo. Él está con nosotros, por supuesto, pero tenemos la esperanza de que un día estaremos corporalmente, físicamente para siempre con el Señor, ¡para nunca más separarnos de Él!
Entonces, el Espíritu Santo es el pago inicial, la garantía de esa presencia eterna de Cristo, que tendremos literalmente, físicamente, para siempre. ¿Qué mayor esperanza podríamos tener?
Erin: Sí. Y me encanta ese versículo que promete que Dios está cerca de los quebrantados de corazón (ver Sal. 34:18). ¡Pero Apocalipsis 21 nos dice que Dios se acercará a todo corazón, que estaremos con Él en formas en las que nunca antes habíamos estado con Él! ¡Y estaremos con Él para siempre! ¡Qué gran día de regocijo será ese!
Nancy: ¡Amén! Muchas gracias por animar nuestros corazones con estas palabras.
Ahora, a medida que avanza el día de hoy y miras a tu alrededor, lees los titulares o ves lo que está sucediendo en tu mundo o en el mundo que nos rodea, asegúrate de levantar tus ojos, no fijes tu atención en lo que está pasando aquí.
Mantén tus ojos fijos en Cristo, que va a volver. Mantén tu esperanza fija en esa Ciudad Santa, esa patria mejor que Él está preparando para quienes lo siguen. ¡No puedo esperar! Seguiremos reflexionando sobre estas cosas en la continuación de la enseñanza de Erin Davis. Ella compartirá con nosotras tres palabras que nos brindan gran consuelo. ¡Descubre cuáles son mañana!
Annamarie: Trayéndote enseñanza práctica de la Palabra de Dios, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
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