Una oración para tiempos apremiantes
Annamarie Sauter: ¿Está tu confianza en Dios? ¿Es tu anhelo que Su nombre sea glorificado?
Nancy DeMoss Wolgemuth: Su nombre es Dios. El Señor. Jehová. El Creador del cielo y la tierra. Nuestro Redentor. El que nos libró y nos salvó en el pasado, es el que puede venir una vez más y librar a Su pueblo en este día difícil. ¿Y para qué? Para hacer Su nombre glorioso.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Aquí está Nancy con nosotras.
Nancy: El día de hoy continuaremos en Isaías 63. En la primera parte del capítulo vimos el juicio de Dios, el día de la venganza del Señor, y luego vimos la misericordia del Señor y Su bondad para con Su pueblo. Hoy vamos a leer nuevamente los versículos del 7 al 10, para continuar donde lo dejamos ayer.
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Annamarie Sauter: ¿Está tu confianza en Dios? ¿Es tu anhelo que Su nombre sea glorificado?
Nancy DeMoss Wolgemuth: Su nombre es Dios. El Señor. Jehová. El Creador del cielo y la tierra. Nuestro Redentor. El que nos libró y nos salvó en el pasado, es el que puede venir una vez más y librar a Su pueblo en este día difícil. ¿Y para qué? Para hacer Su nombre glorioso.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Aquí está Nancy con nosotras.
Nancy: El día de hoy continuaremos en Isaías 63. En la primera parte del capítulo vimos el juicio de Dios, el día de la venganza del Señor, y luego vimos la misericordia del Señor y Su bondad para con Su pueblo. Hoy vamos a leer nuevamente los versículos del 7 al 10, para continuar donde lo dejamos ayer.
«Las misericordias del Señor recordaré, las alabanzas del Señor, conforme a todo lo que nos ha otorgado el Señor, y la gran bondad hacia la casa de Israel, que les ha otorgado conforme a su compasión, y conforme a la multitud de sus misericordias. Porque Él dijo: Ciertamente, ellos son mi pueblo, hijos que no engañarán. Y Él fue su Salvador. En todas sus angustias Él fue afligido, y el ángel de su presencia los salvó; en su amor y en su compasión los redimió, los levantó y los sostuvo todos los días de antaño» (vv. 7-9).
¡Qué Dios tan asombroso! Tanta misericordia, tanta bondad, tal compasión que cuando lees el versículo 10, no puedes creerlo, te preguntas, ¿cómo pudo ser? El versículo 10 dice: «Pero ellos se rebelaron». Ellos se rebelaron.
Ahora, una cosa es rebelarse contra un dios enojado y despiadado, un dios que te ha hecho daño, que te ha herido. ¿Pero con un Dios que es tan increíblemente bueno y misericordioso contigo?
«Pero ellos se rebelaron y afligieron Su Santo Espíritu; por lo cual Él se convirtió en su enemigo y peleó contra ellos».
Hablamos el día de ayer sobre cómo este giro de Dios fue para hacerle bien y restaurar a Su pueblo, trayéndolo de vuelta hacia Él mismo, y a la vez trayendo disciplina y castigo (o purificación) a la vida de Su pueblo. Y ahí lo dejamos. Así que quiero continuar hoy en el versículo 11.
«Entonces Su pueblo se acordó de los días antiguos, de Moisés».
Ahora, no está claro en este pasaje quién es que está recordando. Y los comentaristas no están claros en esto. Podría ser Israel quien recordaba, el pueblo de Dios; podría ser la persona que oraba quien recordaba. Pero la acción de recordar está sucediendo. Ellos están volviendo atrás y recordando los días de antaño, de Moisés y de Su pueblo.
Entonces, aquí estamos. Isaías está escribiendo para una generación que cien años más adelante va a vivir en el exilio en Babilonia. Pero él dice que hay un llamado a recordar, a volver cientos de años atrás y pensar en su historia.
Él recuerda lo que Dios hizo por Su pueblo durante el Éxodo, sacándolos de la esclavitud después de 400 años en Egipto. Y vez tras vez en el Antiguo Testamento, y ocasionalmente también el Nuevo Testamento, se llama al pueblo de Dios a recordar el Éxodo, a recordar la liberación de Dios de la esclavitud, porque el Éxodo en el Antiguo Testamento es una imagen tan gráfica, un símbolo, un tipo de nuestra redención de la esclavitud del pecado.
Así que él nos llama a volver atrás y a recordar los días de antaño. Y mientras ellos recuerdan…(tomando en cuenta que él les está hablando a personas rebeldes), mientras ellos recuerdan, algo sucede. Hay un reconocimiento de lo que ellos han hecho y en ese recordar ellos son llevados al arrepentimiento. Así que él dice: «Recuerda lo que pasó en los días antiguos». Y los lleva atrás cuando cruzaron el mar Rojo.
Después que salieron de Egipto, pensaron: Aquí estamos. Libres y sin daños. Hemos pasado por muchos problemas. Nadie conoce los problemas que hemos visto. Y ahora están afuera pero se dan cuenta de que el ejército egipcio ha cambiado de opinión y está justo detrás de ellos. Montañas de un lado y un gran mar en el frente, los egipcios, el ejército detrás de ellos. «¿Qué vamos a hacer?»
Y Dios toma a estas personas en ese punto de desesperación y hace un milagro. Él abre un camino cuando no hay camino. Y eso es a lo que se refiere. Ocurrió en Éxodo 14, pero aquí en Isaías 63 el profeta les recuerda lo que Dios hizo.
«¿Dónde está el que los sacó del mar con los pastoresde Su rebaño? ¿Dónde está el que puso su Santo Espíritu en medio de ellos, el que hizo que Su glorioso brazo fuera a la derecha de Moisés, el que dividió las aguas delante de ellos para hacerse un nombre eterno, el que los condujo por los abismos?» (vv. 11-13).
Permíteme detenerme aquí en el versículo 13. Esa palabra los abismos literalmente podría ser el mar agitado y rugiente. Dios guió a Su pueblo a través de lo que había sido un mar turbulento, y los condujo a través de tierra seca. Fue un milagro.
La división del mar Rojo. Él los llevó a través de la parte más profunda para mostrar la grandeza de Su poder. No era como si estuvieran cruzando una parte del mar que solo llegaba a la altura de sus tobillos. Él los llevó, los condujo a través de las profundidades del mar.
Y aquí está hablando de los líderes, de Moisés y los pastores del rebaño. Aquí se está hablando del liderazgo de Moisés y de Aarón. Pero el punto es que Moisés y Aarón no fueron los que hicieron esto. Ellos fueron solo instrumentos en las manos de Dios.
Dios era su guía y su Pastor invisible. Él era quien los dirigía. Él sostenía a Moisés y a Aarón para que no tropezaran y pudieran guiar al pueblo de Israel.
Y por cierto, en este pasaje en Isaías 63, podemos ver un vistazo de las tres personas de la Trinidad. Hemos visto a Dios el Padre que habla de Sus hijos: «Ciertamente, ellos son Mi pueblo, hijos que no engañarán».
Hemos visto a Dios el Hijo en el pasaje del que hablamos ayer, y el Ángel del Señor que los salvó, que los libró. Ese es Jesús. Una aparición preencarnada de Cristo.
Y ahora estamos viendo a Dios, el Espíritu Santo, que se les dio y a quien ellos han afligido con su rebelión.
Así que él dice que Dios los guió a través de las profundidades. Él puso Su Espíritu en medio de ellos. Él mostró Su glorioso brazo y Su fuerza para proveer liderazgo a Moisés. Él dividió las aguas. Esto es lo que nuestro Dios ha hecho.
Él está hablando con Su pueblo rebelde. Recuerden, recuerden, recuerden. «¿Han olvidado lo que hice por ustedes cuando los redimí?» Y eso no es todo. Continuemos en el versículo 13:
«Como un caballo en el desierto, no tropezaron»
La imagen aquí es que ellos avanzaron a través del mar tan fácilmente como un caballo camina en terreno nivelado en campo abierto. No tropezaron. Dios quitó las barreras, los impedimentos, los obstáculos, para que pudieran caminar en terreno seco.
Versículo 14:«Como a ganado que desciende al valle, el Espíritu del Señor les dio descanso».
Esta es la tercera referencia al Espíritu Santo en este pasaje. No ves mucho de esto en el Antiguo Testamento. Pero no pienses que el Espíritu Santo estuvo ausente hasta Hechos 2 en Pentecostés. El Espíritu Santo desde Génesis 1, ha estado presente y ha estado trabajando, activo y cumpliendo los propósitos de Dios en Su pueblo.
«El Espíritu del Señor les dio descanso». El cuadro aquí es como un rebaño que es conducido a bajar de las colinas y encuentra corrientes refrescantes de agua fresca, y árboles de sombra, y protección del sol ardiente en el calor del día. Así que Dios, el gran Pastor, dio a Su pueblo seguridad, comodidad y descanso.
Y Él lo hizo aún cuando ellos estaban siendo perseguidos por los ejércitos egipcios. Incluso cuando estaban frente a lo desconocido y el gran desierto delante de ellos. Dios sabía cuánto podía manejar, cuánto podía soportar Su pueblo. Y Él los condujo a la tierra prometida, la tierra de reposo, la tierra de abundancia.
Dios los amó. Él tenía un plan para sus vidas, y lo estaba llevando a cabo. Él les está diciendo a estos israelitas rebeldes ahora en cautiverio: «Recuerden, recuerden, recuerden quién es Dios. Recuerden lo que Él hizo».
En su más profunda angustia, en sus días más oscuros, Dios redimió, rescató y cuidó a Su pueblo. Y Él continúa haciendo esto por Su pueblo. Él nos guía a través del peligro. Él nos libra de nuestros enemigos. Él nos guía hacia el cielo, está eliminando cualquier obstáculo que nos impida caminar con Él.
Este pasaje me recuerda el Salmo 23 donde la Escritura dice que nuestro buen Pastor nos hace descansar en lugares de verdes pastos; Él nos conduce junto a aguas de reposo (v.2).
Ahora bien, eso no significa que no hay enemigos, que no hay tormentas. Los hijos de Israel estaban pasando por un obstáculo muy real, pero Dios despejó el camino. Él aclaró el sendero. Él hizo posible que ellos pasaran. Así, el versículo 14 continúa:
«Así guiaste a tu pueblo, para hacerte un nombre glorioso». Para que todas las naciones de la tierra digan, «esto es lo que su Dios hizo. Ellos no hicieron esto. Esto es lo que hizo su Dios».
Jehová es el Pastor de Su pueblo. Él es quien los dirige. Y Su propósito es mostrar la grandeza de Su nombre y la grandeza de Su poder. Y vemos esto tres veces aquí en este pasaje en los versículos 12 y 14, y luego en el capítulo 64, el cual veremos mañana, notamos que Su propósito era mostrar Su nombre para que otros pudieran ver lo que Él había hecho por y a favor de Su pueblo; para que la gente supiera que no había otro dios que pudiera haber hecho esto. Dios se propone mostrar Su gloria en toda la tierra para que los hombres y las naciones crean y se vuelvan a Él, para que sean salvos, y puedan dar a Él la gloria que es debida a Su nombre.
Ahora, si no dejamos que Dios se glorifique a través de nosotras, esto es lo que sucede. Leemos esto en Romanos 2:24. Porque tal como está escrito: «El nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de ustedes».
Así que, como cristianas, nuestras vidas, nuestras actitudes, la forma en que hablamos, la forma en que vivimos, la forma en que tratamos a otras personas, la forma en que lidiamos con los problemas, las circunstancias difíciles, la forma en que tratamos con el dolor, la forma en que nos afligimos en nuestros funerales, la manera en que nos casamos, cómo criamos a nuestros hijos, la forma en que llevamos la vida, está haciendo que el nombre de Dios sea blasfemado entre aquellos que no lo conocen, o está haciendo que el nombre de Dios sea glorificado.
¿Qué estamos haciendo como pueblo de Dios? ¿Cómo estamos haciendo ver el nombre de Dios?
Podrías pensar, realmente no importa si me quedo amargada. Sí, importa, porque le estás dando a Dios un nombre. Le estás dando a Él un mal nombre. ¿Quieres darle un buen nombre a Dios? Eso sucede cuando perdonas y no hay explicación humana de cómo podrías haber perdonado a alguien que te hizo daño. Le estás dando a Dios un nombre glorioso cuando lo haces.
Cuando oramos: «Santificado sea tu nombre», ese es el punto. En tiempos de avivamiento, debido a lo que Dios hace en los corazones de Su pueblo, cuando recuerdan Sus obras, entonces el resultado es que el nombre de Dios es reverenciado. Es santificado. Es honrado. Es exaltado.
A medida que el pueblo de Dios recuerda su situación de rebeldía, mientras recuerdan lo que Dios ha hecho por ellos en el pasado, esto hace varias cosas.
Primero, pone en ellos un anhelo para que Dios intervenga de nuevo. Así que leemos dos veces en el versículo 11: «¿Dónde está El que hizo esto? Recuerden lo que Dios hizo. ¿Dónde está Él ahora? Queremos verlo de nuevo. Vimos lo que Él hizo en el mar Rojo para nuestros antepasados hace generaciones» (paráfrasis).
Esta es la razón por la que el estudio de la iglesia y de la historia es tan importante. Conocer la historia de la Escritura es fundamental porque ver lo que Dios ha hecho en el pasado produce un anhelo de ver a Dios hacerlo de nuevo en nuestros días. ¿Dónde está Él? ¿Dónde está Él ahora?
Y esto trae esperanza a medida que lo recuerdas. Esperanza de que Dios puede –y los va a encontrar en su angustia actual como Él lo ha hecho en el pasado. Esperanza de que Él recordará Sus promesas. ¿Ves?, el que está orando y no estaba allí cuando Dios se movió (o actuó) en el Éxodo, ahora, en el exilio, recuerda esa historia y se hace mucho más relevante para él.
Él dice: «Si Dios hizo esto por nuestros padres, Dios puede librarnos hoy de nuestro cautiverio». ¿Dónde está Dios? Él está justo donde siempre ha estado. Y si nos rebelamos, Él mismo se colocará contra nosotros. Pero si nos arrepentimos, Él vendrá en nuestra ayuda.
Entonces, Dios nos llama en este pasaje a recordar lo que Él ha hecho por Su pueblo en el pasado. Cuando lleguemos al capítulo 64 mañana, vamos a ver por qué esto es tan importante. ¡Estamos clamando a Dios que haga Su nombre glorioso una vez más!
Ahora continuamos en Isaías capítulo 63 en el versículo 15. Y todo el camino hasta este punto el profeta ha estado hablando de Dios, de Su carácter, Sus caminos y Su historial. Pero a la luz de todo lo que él ha dicho, todo lo que se ha visto, ahora él habla con Dios. Y en el versículo 15 es donde realmente comienza esta gran oración por avivamiento.
En Isaías 63:15, ya él no está solo hablando acerca de Dios, ahora está hablando con Dios y le dice:
«Mira desde el cielo, y ve desde tu santa y gloriosa morada; ¿dónde está Tu celo y Tu poder?»
Así que en el versículo 11 él se pregunta: «¿Dónde está Él?» Pero ahora él dice: «¿Dónde estás Tú? ¿Dios, dónde estás Tú? ¿Dónde están Tu celo y Tu poder?» Esta es una pregunta honesta dirigida a Dios. Es una oración.
Él está diciendo: Dios, parece que no estás haciendo nada. Parece que estás inactivo en nuestros días, como si no estuvieras involucrado, como si estuvieras ausente, como si todo el mundo estuviera a rienda suelta. ¿Dónde estás Tú? ¿Dónde está Tu celo? ¿Dónde está Tu poder? ¿Dónde está Tu fuerza? Y luego continuando en el versículo 15 dice:
«La conmoción de Tus entrañas y Tu compasión para conmigo se han restringido».
«Dios, no se siente como si te importara más. No se percibe como si Tú nos amaras o si te preocupara lo que estamos pasando».
¿No crees que algunos creyentes en algunas partes del mundo donde están siendo torturados por su fe están sintiendo eso? «Dios, ¿dónde está la agitación de Tus entrañas? ¿Dónde está Tu compasión? ¿Las estás reteniendo? Hemos visto cómo has mostrado compasión por Tus siervos en el pasado. ¿Las estás restringiendo ahora?»
¿Qué pasa en nuestra tierra? Hemos visto cómo y dónde Dios se ha movido en el pasado. ¿Dónde está Él hoy? «Señor, ¿dónde estás? Mira desde el cielo y ve lo que está sucediendo, ¿dónde estás Tú?»
¿Te has preguntado alguna vez, «si Dios es tan poderoso, ¿por qué está sucediendo todo esto? ¿Por qué está ganando el mal? ¿Por qué Dios no hace esto? ¿Por qué no detiene aquello? ¿Le importa realmente?»
Y cuando nos sentimos de esa manera, ya sea que lo sientas por los acontecimientos mundiales, o los de tu nación, los eventos de tu familia o en tu propia vida, cuando te sientas así, la solución no es alejarte de Dios. La solución es correr a Dios, dirigirte a Él, orar, clamar a Él, darle a conocer tu corazón.
Y debemos recordar que nuestras emociones pueden engañarnos. No son un barómetro de la verdad muy efectivo. A veces podemos sentirnos abandonadas, pero si eres una hija de Dios, nunca serás abandonada. Por eso estamos llamadas a recordar y enumerar Sus promesas y a creer lo que Él ha dicho, incluso cuando las circunstancias parecen decirnos todo lo contrario.
Así que a partir del versículo 15 de Isaías 63 y continuando hasta el capítulo 64, tenemos una oración ferviente y una súplica por misericordia y ayuda.
«Mira desde el cielo, oh Dios». Tienes un hermoso lugar sagrado allá arriba, pero aquí abajo somos un desastre. Mira hacia abajo y ve este desorden. Él reconoce que Dios está en un lugar alto, exaltado y majestuoso y que nosotros estamos en un lugar más bajo. No podemos orar hasta que tengamos a Dios en Su lugar apropiado y a nosotras en nuestro lugar adecuado.
Y él reconoce que Dios lo ve todo. Que los ojos del Señor están en todo lugar. Pero estas personas están pidiendo especialmente a Dios que mire hacia abajo y vea lo que está sucediendo. ¿Alguna vez has dicho: «Señor, mira hacia abajo a mi casa. Observa lo que está pasando».
Versículo 16: «Porque Tú eres nuestro Padre, aunque Abraham no nos conoce, ni nos reconoce Israel..»
Él está diciendo en esencia: «Nuestros antepasados espirituales apenas reconocerían en lo que nos hemos convertido. Ni siquiera podrían reclamar que pertenecemos a ellos. Ellos podrían renunciar a nosotros, y sin embargo sabemos que te pertenecemos. No estamos actuando mucho conforme a eso, no estamos viviendo de acuerdo a quienes somos y no nos parecemos mucho a eso. No somos la generación más piadosa que jamás surgió de Tu pueblo. Pero sabemos que Tú eres nuestro Padre».
«…Tú, oh Señor, eres nuestro Padre, desde la antigüedad Tu nombre es Nuestro Redentor».
Él está diciendo: «Todavía eres nuestro Padre. Todavía eres nuestro Redentor. Tú nos trajiste al mundo. Nos creaste. Nos has redimido y no nos vas a negar. Y nos vamos a aferrar a Ti». Podemos venir a Ti, podemos clamar a Ti y esperar recibir ayuda, porque tenemos una relación contigo. Somos Tu pueblo.
«Así que, Señor, no son los hijos del vecino clamando a ti. Somos Tus hijos. Ven, escucha y responde».
Y luego el versículo 17, que creo que es uno de los versículos más inexplicables en toda la Palabra de Dios.
«Oh Señor», y de nuevo, estas no son las naciones paganas orando, este es el pueblo de Dios. Así que tú no puedes orar esta clase de oración si no puedes decir: «Oh Señor». Si Él no es tu Señor, entonces necesitas orar de manera puntual, «oh Señor, sálvame». Pero aquí es el pueblo de Dios que está diciendo:
«¿Por qué, oh Señor, nos haces desviar de Tus caminos, y endureces nuestro corazón a Tu temor?»
Ahora, yo no entiendo todo eso. Pero aquí está un poco de lo que creo entender. En primer lugar, ellos se dan cuenta de que en su dureza de corazón necesitan a Dios. Y se dan cuenta de que lo que están viviendo es algo que Dios les ha puesto delante para que clamen a Él.
Ahora que están clamando, es una prueba de que sus corazones ya no están endurecidos. Sus corazones están siendo suavizados, siendo sensibilizados. Ellos no están culpando a Dios por Su dureza de corazón; pero están reconociendo que han sido culpables y que Dios los ha entregado a las consecuencias de sus propias decisiones, necias y malvadas.
Esta es una descripción de la iglesia no avivada, desviándose de Sus caminos, con corazones endurecidos y sin temor de Dios al igual que otros creyentes. Y sin embargo, están diciendo: «Todavía eres nuestro Padre. Sigues siendo nuestro Señor. Y estamos viniendo a Ti, y estamos reconociendo que en este lugar tan difícil en el que estamos, Tú eres lo que necesitamos. Tú eres a quien necesitamos. No podemos salir de esta condición separados de Ti».
Y luego ellos clamaron, «vuélvete». Primero clamaron: «Mira hacia abajo desde el cielo y ve». Y ahora dicen: «Vuélvete».
«Vuélvete por amor de Tus siervos, las tribus de Tu heredad».
Esa palabra vuélvete significa vuelve atrás. Ellos le están pidiendo a Dios que actúe a favor de ellos, aunque saben que no lo merecen. Recuerda, ellos han sido rebeldes. Han endurecido sus corazones. No tienen temor de Dios. Ellos se han alejado de los caminos de Dios, pero están diciendo: «Señor, ten misericordia de nosotros. Vuélvete a nosotros. Actúa en Tu nombre. Somos Tus siervos. Somos Tu heredad, Tu posesión. Te pertenecemos. Somos preciosos para Ti».
Esta es una oración que anhela una restauración de la presencia de Dios y Su poder entre Su pueblo. Ellos quieren la gloria Shekinah que era el símbolo de la presencia de Dios entre Su pueblo. Hacía mucho tiempo que esa gloria Shekinah se había ido del templo.
Ellos están diciendo: «Señor, vuelve, regresa, sensibiliza nuestros corazones. Danos un espíritu de arrepentimiento. Cúranos de nuestra rebelión, de nuestra idolatría y de nuestro adulterio espiritual. Tráenos de regreso, Señor. Queremos que Tu gloria vuelva a estar en medio nuestro».
Versículo 18: «Tu pueblo santo poseyó Tu santuario por breve tiempo; pero nuestros adversarios lo han pisoteado».
Y otra vez vemos una palabra profética escrita cien años antes del exilio cuando los babilonios entraron, tomaron la tierra y destruyeron el templo, y los judíos fueron llevados al cautiverio.
Pero Isaías mira hacia adelante y le da al pueblo una oración para ese tiempo. Esta podría ser una oración para nuestro tiempo. «Oh Señor, vuelve. Tus adversarios han pisoteado Tu santuario».
Escuché nuevamente en las noticias de ayer acerca de algo que está sucediendo dentro de la iglesia, la afirmación de cosas que sabemos que son sexualmente abominables a Dios y que están siendo aceptadas, no solo en la cultura sino en la iglesia. Así que nos unimos y clamamos: «Oh Señor, trae de nuevo Tu gloria. Trae de nuevo Tu santidad. Da la vuelta. Háznos volver».
Versículo 19: «Hemos venido a ser como aquellos sobre los que nunca gobernaste, como aquellos que nunca fueron llamados por Tu nombre».
Señor, y si vemos nuestra condición desolada, nadie sabría que somos diferentes a las naciones paganas que nos rodean, aquellos que nunca han tenido una relación contigo.
Y entonces el que ora, mira la condición del pueblo de Dios, del cual él es parte, y clama; y hace preguntas sinceras. Esta no es una oración fácil. Esto no es llevar nuestras peticiones superficiales ante el Señor. Esta es una oración sincera, profunda y apasionada.
Él dice: «Hemos visto Tu poder en el pasado. ¿Dónde están Tu celo y Tu poder?» (v.15). Versículo 17: «¿Por qué, oh Señor, nos haces desviar de Tus caminos y endureces nuestro corazón a Tu temor?»
Él habla con honestidad y fervor. Y en esa honestidad y sinceridad se encuentra nuestra única esperanza. Su nombre es Dios. El Señor. Jehová. El Creador del cielo y la tierra. Nuestro Redentor. El que nos libró y nos salvó en el pasado es el que puede venir una vez más y librar a Su pueblo en este día difícil. ¿Y para qué? Para hacer Su nombre glorioso.
Oh Señor, queremos que el mundo vea que Tú eres Dios. Ahora mismo ellos nos están mirando, y no están viendo eso. Pero queremos que vean eso. Y por eso clamamos: «Señor, mira desde el cielo. Regresa, vuelve. Y mientras lo haces, ¿volverías nuestros corazones a Ti y restaurarías Tu presencia y Tu gloria entre nosotros? Esa es nuestra petición, nuestra oración.
Y mientras estamos estudiando a Isaías 63 y 64 esta semana, las similitudes entre los días de Isaías y nuestro propio día son sorprendentes. Y así como Isaías clamó al Señor, tenemos la oportunidad y el mandato de clamar en nuestros días.
Esa necesidad nos llega todos los días. Escuchamos constantemente sobre situaciones difíciles en nuestro mundo, las luchas que vivimos a nivel general y que también vivimos en nuestras casas. Las mujeres llevando cargas por hijos pródigos, por matrimonios en problemas. Es hora de clamar al Señor como nunca antes lo hemos hecho, así como lo hizo Isaías en medio de la agitación y del tumulto de sus días.
Ahora, podrías sentir «no soy una gran guerrera de oración». Yo diría lo mismo de mí misma. Y es por eso que queremos hacer esto juntas. Buscar al Señor solas y también juntas, una, dos, un grupo pequeño.
Queremos decir: «Señor, no sabemos qué hacer. Ni siquiera sabemos cómo orar de verdad. Pero vamos a clamar a Ti y creemos que Tú oyes y respondes cuando Tus hijas claman a Ti».
Annamarie: Amén. Anímate tú también y juntas clamemos a Dios.
Nancy: Ahora, antes de que cerremos este programa, quiero que pienses en esto. ¿Qué pasaría si pudieras experimentar la presencia de Dios como nunca antes lo has hecho? ¿Qué pasaría si Él te visitara y transformara tu vida? ¿Qué haría en tus relaciones, tu familia, tu iglesia y tu mundo? Vamos a explorar estas preguntas mañana. Te esperamos aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Annamarie: Llamándote a clamar por un avivamiento, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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