Una mirada valiente a las malas noticias
Débora: Cuando los hijos de Israel finalmente lograron llegar al borde de la tierra prometida, fueron tentados a darse por vencidos. Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: «Y ellos se dijeron el uno al otro: vamos a elegir un líder y regresemos a Egipto» ¡Increíble! Pero el miedo te hace irracional.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 11 de septiembre de 2023.
En algún momento recibirás malas noticias. Ya sea con relación a un empleo, a algún familiar o un problema financiero. Podría ser una llamada que hubieras preferido no recibir o una conversación que hubieras preferido no escuchar.
En el episodio de hoy, Nancy te ayudará a prepararte para dar una respuesta sabia ante las malas noticias, al continuar con la serie, Confía en Dios para entrar a la tierra prometida.
Nancy: Durante estos días …
Débora: Cuando los hijos de Israel finalmente lograron llegar al borde de la tierra prometida, fueron tentados a darse por vencidos. Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: «Y ellos se dijeron el uno al otro: vamos a elegir un líder y regresemos a Egipto» ¡Increíble! Pero el miedo te hace irracional.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 11 de septiembre de 2023.
En algún momento recibirás malas noticias. Ya sea con relación a un empleo, a algún familiar o un problema financiero. Podría ser una llamada que hubieras preferido no recibir o una conversación que hubieras preferido no escuchar.
En el episodio de hoy, Nancy te ayudará a prepararte para dar una respuesta sabia ante las malas noticias, al continuar con la serie, Confía en Dios para entrar a la tierra prometida.
Nancy: Durante estos días estamos estacionados junto con los hijos de Israel en la frontera sur de Canaán, la tierra prometida, la tierra que Dios les había dicho desde hacía cientos de años antes, que un día sería su hogar.
Y si has estado con nosotras en las últimas sesiones, sabrás que los hijos de Israel habían enviado a doce líderes de sus tribus –un líder por cada tribu, doce espías– a la tierra prometida para espiarla y regresar con un reporte de cómo era.
Déjame pedirte, si te es posible, que abras tu Biblia en Números, capítulo 13. Sé que algunas de las que escuchan Aviva Nuestros Corazones quizás están en su auto o en su trabajo y no les es posible sentarse y abrir la Escritura. Pero si tú puedes, esa sería siempre la mejor forma de escuchar las enseñanzas de la Palabra de Dios. Así la estás viendo con tus propios ojos y recibiéndola en tu corazón. Es la Palabra de Dios la que es poderosa, más que cualquier otra cosa que yo pueda comentar sobre ella.
Números capítulo 13: los doce espías regresaron de su viaje de cuarenta días a la tierra prometida, y expusieron los hechos a los hijos de Israel.
Versículo 27, dijeron que era «una tierra que fluye leche y miel (es un lugar de abundancia, un lugar de prosperidad, de provisión abundante) y miren, este es su fruto». Versículo 28: «Por otro lado, la gente que mora en la tierra es fuerte y las ciudades están fortificadas y son muy grandes. Y además vimos a los descendientes de Anac ahí» (Esta era una raza de gigantes, gente muy mala, eran guerreros crueles).
Versículo 29: «Amalec habita en la tierra del Neguev, y los hititas, los jebuseos y los amorreos habitan en la región montañosa, y los cananeos habitan junto al mar y a lo largo del Jordán» (vv. 27-29).
Y permíteme detenerme aquí y comentar que todo lo que ellos dijeron era verdad. Todo era verdad. Estos enemigos, estos gigantes, estos adversarios del pueblo de Dios realmente vivían en la tierra.
Sin embargo, entre los doce espías hubo dos respuestas diferentes al mismo conjunto de hechos. Primero vemos la respuesta de Josué y de Caleb, los dos nombres que recordamos de los doce.
Versículo 30: «Entonces Caleb calmó al pueblo delante de Moisés». Esa palabra calmó –cuando ese verbo se utiliza en el hebreo, generalmente es la forma de «shhh; silencio; cállense».
Así que la imagen que tenemos aquí es que la gente había estado escuchando el reporte de los espías. Ellos habían visto el fruto con sus propios ojos. Pero ahora estaban escuchando sobre los descendientes de Anac, estos gigantes y los hititas, los amalecitas y todos los otros «itas», y empezaron a hablar entre ellos. Y estaban murmurando, susurrando y estaban inquietos.
Y se puede sentir simplemente que el ruido se iba levantando. Y todos estaban parloteando y hablando a la misma vez. «¿Y qué vamos a hacer al respecto?» Y uno se puede imaginar las cosas que estaban sucediendo, las cosas que estaban diciendo:
«Marta, ¿puedes creer lo que él acaba de decir?»
«¡No sé cómo lograremos hacer eso algún día!»
«¿Qué estamos haciendo aquí?»
La gente estaba inquieta; estaba murmurando. Así que Caleb se levanta y dice: «¡Shhh! Escuchen. Cállense»
¿Y qué fue lo que dijo? «Debemos ciertamente subir y tomar posesión de ella, porque sin duda la conquistaremos» (v. 30).
Esa era una declaración de fe. Esa fue una respuesta de fe. «Dios nos ha dado Sus promesas, y nosotros podemos entrar a la tierra y conquistarla».
Caleb y Josué (a quienes veremos de Su lado) vieron los hechos. Vieron a los enemigos. No estaban en un estado de negación. Ellos no estaban diciendo que «esos enemigos no existían», que «todo iba a estar bien», que «nosotros somos más grandes que ellos».
Ellos sabían que no eran más grandes que el enemigo. Pero lo que sí sabían era que Dios era más grande que el enemigo.
Así que vieron los hechos. Ellos sabían que no podrían conquistar esta tierra por su propia cuenta, pero sabían que Dios sí podía.
Y se enfocaron en la grandeza de Dios y obraron en fe. Fe. «Sin fe es imposible agradar a Dios» (Heb. 11.6). La fe agrada a Dios. Así que aquí tenemos a Josué y a Caleb respondiendo basados en la fe.
Y luego tenemos, por el otro lado, a los otros diez espías respondiendo a las mismas circunstancias, la oposición, los obstáculos, los gigantes, las ciudades fortificadas, la fortaleza y lo numeroso de los habitantes de la tierra. Ellos respondieron a esas mismas circunstancias no basados en la fe, sino en el temor.
Donde hay temor, no hay fe. Y donde hay fe, el miedo se disolverá. No es posible caminar por fe y vivir en temor. No es posible caminar en temor y vivir por fe.
Mira el versículo 31 de Números 13: «Pero los hombres que habían subido con él dijeron: No podemos subir contra ese pueblo, porque es más fuerte que nosotros».
¿Qué acababa de decir Caleb? «Nosotros podemos vencerlos». Pero ahora, los diez espías dicen: «No podemos ir contra este pueblo, porque son más fuertes que nosotros».
Versículo 32: «La tierra…es una tierra que devora a sus habitantes, y toda la gente que vimos en ella son hombres de gran estatura. Vimos allí también a los gigantes (los hijos de Anac son parte de la raza de gigantes…)» que vienen del Nefilim (vv. 32-33).
Y esa palabra Nefilim se refiere a una raza de gigantes que está brevemente descrita en un pasaje misterioso en Génesis 4. Y hemos enseñado sobre eso aquí en Aviva Nuestros Corazones, pero el versículo sigue diciendo «…y a nosotros nos pareció que éramos como langostas (frente a estos gigantes); y así parecíamos ante sus ojos».
La oposición que ellos estaban enfrentando era ciertamente considerable. Hay gente grande en la tierra. Hay habitantes fuertes. Hay murallas, hay ciudades fortificadas.
Nadie está cuestionando eso. Pero el temor en lugar de la fe –el temor en los corazones de estos diez hombres– hizo que ellos exageraran la oposición.
¿Y acaso no es eso lo que el miedo nos hace? Es decir, para mí puede ser algo tan pequeño como un insecto en mi cama. Veo ese insecto pequeño –de hecho mide como 2 cm de largo, pero a mí me parece como que midiera 90 centímetros. Porque no me gustan los insectos. El temor puede hacer que exageremos la oposición.
Y tengo una amiga que sabe que la he llamado para decirle, «¡hay un insecto en el piso!» Tampoco me gustan los ratones y los he tenido a veces. Y podrías escuchar mis gritos en el pueblo vecino para que alguien venga y haga algo con ese ratón. Porque para mí son enormes –el temor causa que exageremos la oposición.
¿Qué dijeron estos diez espías? «Toda la gente que vimos en ella son hombres de gran estatura». Ahora, lo sabemos porque la Palabra de Dios nos dice que algunos eran inusualmente altos. ¿Pero todos? Yo no creo que eso fuera verdad.
¿Y realmente parecían como langostas para los descendientes de Anac? ¿Cómo sabían ellos lo que los hijos de Anac estaban pensando acerca de ellos?
Ves, el temor lleva nuestros pensamientos a ser como una bola de nieve, y nos detenemos en ellos y les vamos dando vueltas. Y alimentamos estos pensamientos en nuestra mente, y se hacen cada vez más grandes como una bola de nieve. Y para el momento en el que hablemos de ellos, un problema considerable se habrá convertido en un problema imposible.
¿Cuál fue el impacto que esto hizo en el pueblo? Ahí estaban, de pie, en el borde de la tierra prometida después de 400 años de esclavitud en Egipto, después de haber visto la mano poderosa de Dios a favor de ellos.
Y ahí están frente a un momento decisivo, crucial. En una crisis en la vida de cada uno de ellos y en su vida como nación.
¿Y cuál era la crisis? Bueno, ejercerían su fe en Dios o cederían ante el temor. Fe o temor. ¿Cómo votarían?
El capítulo 14 de Números continúa diciéndonos exactamente cómo votaron. La congregación se dejó influenciar por el reporte de la mayoría de los diez que operaban en temor, en lugar de Josué y Caleb que la enfrentaban en fe. ¿Y qué hizo la congregación? Se desplomaron.
¿Has estado ahí alguna vez? ¿Tu familia ha estado ahí alguna vez? ¿Tu iglesia ha estado ahí alguna vez? Colapsaron.
Mira los versículos 1 y 2 del capítulo 14: «Entonces toda la congregación levantó la voz y clamó, y el pueblo lloró aquella noche. Y murmuraron contra Moisés y Aarón, todos los hijos de Israel; y les dijo toda la congregación…»
Y por cierto, mira las referencias a toda. Toda, la congregación completa.
Y creo que Dios quiso dejar inspirado entre estos dos versículos esas tres referencias al hecho de que fueron todos, porque más tarde, cuando todos estuvieron bajo el juicio de Dios, nosotros sabríamos que el juicio de Dios había sido justo. Porque todos ellos habían cedido ante el temor.
Toda la congregación dijo (a Aarón y Moisés): «¡Ojalá hubiéramos muerto en la tierra de Egipto! ¡Ojalá hubiéramos muerto en el desierto! ¿Y por qué nos trae el Señor a esta tierra para caer a espada? Nuestras mujeres y nuestros hijos vendrán a ser presa. ¿No sería mejor que nos volviéramos a Egipto? Y se decían unos a otros: Nombremos un jefe y volvamos a Egipto» (vv. 2-4).
¡Increíble! Pero el temor te hará irracional.
El Comentario de la Biblia del Expositor tiene un par de párrafos sobre esta escena que simplemente tengo que leerte. Porque describen perfectamente lo que yo creo que estaba sucediendo ahí. Este comentario dice:
«Nadie habló de la gracia de Dios. Nadie contó Sus milagros. Fue olvidado el acto de Dios en la nación más poderosa de su mundo (la nación de Egipto), cuando se vio obstaculizada por el alboroto de las aguas que volvían a su lugar. El estruendo en Sinaí, el fuego de Dios que había hablado, libertado y adornado a Su pueblo más allá de la imaginación –todas estas cosas fueron olvidadas en su ataque de temor. El temor sin control se convierte en su propio combustible, una fuerza con autopropulsión que se propaga a medida que se expande…
Los versículos 1 y 2 del capítulo 14 enfatizan la propagación del temor y la indignación en todo el pueblo. La comunidad entera se dedicó a lamentarse. Esta no fue una escena de resignación pasiva. Debemos imaginarnos la peor clase de ira, una imagen de furia, de gritos desgarradores lanzando maldiciones –una intoxicación de aflicción».
Y es bastante gráfico, ¿no? ¿Puedes simplemente imaginar la escena?
Esta es la ley de la multitud, es una turba. El temor ha convertido a los hijos de Israel en una muchedumbre, en una muchedumbre violenta, una muchedumbre irracional. Y estas semillas de temor fueron plantadas por esos diez que no creyeron en Dios.
Y después de toda la evidencia que habían visto del diseño bondadoso de Dios y Su poder para protegerlos y proveerles, ¿qué hicieron? Se rebelaron.
Acusaron a Dios, su Pastor, su Salvador, su Redentor; y lo acusaron de intenciones maliciosas. «Tú nos trajiste hasta aquí para matarnos». Y ellos dijeron: «Queremos regresar a Egipto. Nos encantaba Egipto».
Por supuesto que ellos habían pasado años quejándose, llorando y rogando por salir de Egipto. Pero ahora, cuando vieron lo que se requería para llegar a la tierra prometida, entonces ellos dijeron: «Queremos regresar».
Así que tienes a Moisés y Aarón, a Caleb y a Josué, cuatro hombres de pie, solos en contra de esta turba, de esta turbada congregación. Y el viento claramente soplaba en contra de ellos. Pero Josué y Caleb no titubearon. Mira el versículo 5:
«Entonces Moisés y Aarón cayeron sobre sus rostros en presencia de toda la asamblea de la congregación de los hijos de Israel. Y Josué, hijo de Nun, y Caleb, hijo de Jefone, que eran de los que habían reconocido la tierra, rasgaron sus vestidos; y hablaron a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo: “La tierra por la que pasamos para reconocerla es una tierra buena en gran manera”» (vv. 5-7).
«Buena en gran manera». Y eso en hebreo, en gran manera, es una palabra, en realidad un modificador repetitivo que podría traducirse como «muy, muy buena». La tierra es muy, muy buena.
Y mantén eso en mente cuando estés enfrentando gigantes, cuando sepas que avanzar en la voluntad de Dios o en los caminos de Dios, en tu matrimonio, en tu trabajo, en tu iglesia o en tu ministerio, va a requerir algo de batalla. Mantén en mente que la tierra a la que el Señor te está llevando es muy, muy buena.
No pierdas esa perspectiva. Si lo haces, vas a ceder ante el temor.
Ahora, nadie estaba cuestionando que la tierra era muy buena. Todos los espías estaban de acuerdo con eso. Pero Josué y Caleb fueron los únicos que mantuvieron el enfoque y dijeron, «Dios puede capacitarnos para ir y para tomar la tierra».
Antes de seguir con el siguiente versículo, quiero que hagamos un paréntesis aquí. Mientras vamos a la vida de Josué en el gran cuadro de esta serie, estamos viendo claves de cómo permanecer fieles a Dios a largo plazo –cómo ser hombres o mujeres de fe y de valentía cuando todo está en contra en tu cultura.
Y una de las claves que veo en este pasaje es la importancia de buscar amigos que piensen de manera similar, que tengan el mismo corazón, y que estén firmes contigo en la fe. Josué y Caleb permanecieron juntos en contra del temor y de la incredulidad de sus compañeros.
Y ya vimos el corazón que Josué tenía para Dios. Y ahora Josué encuentra en Caleb un espíritu afín.
Así que ellos gravitaban entre sí porque eran de un molde distinto. Estaban cortados de una tela distinta a la de los otros diez espías.
En lugar de ir con la corriente, Josué se vinculó con hombres de fe –hombres como Moisés, de quien él había sido el asistente durante todos esos años, y hombres como Caleb, un hombre más joven que estaba dispuesto a creerle a Dios– hombres que mutuamente se alentaban y se fortalecían para seguir completamente al Señor.
Ahora, hay tiempos en la vida cuando puede que seas llamada a avanzar en fe, y no tengas a nadie que camine contigo, excepto al Señor –ningún espíritu afín, nadie más que esté ejerciendo la fe, tal vez en tu hogar, o en tu trabajo o en tu situación particular. Y si es ahí dónde Dios te pone, entonces Él sobrenaturalmente te sostendrá y te fortalecerá para que vayas a la batalla.
Pero en mi caso estoy tan agradecida, mientras veo hacia atrás en mi vida, por otras personas que me han alentado en mi caminar de fe, y otras personas que me han ayudado a sostenerme cuando estaba resbalando en la incredulidad y el temor; personas que me han ayudado a enfocarme en el Señor en lugar de en los gigantes.
Algunas veces es sencillamente una llamada. Algunas veces estaré cabizbaja, temerosa y cayendo en la incredulidad. Y entonces llamaré a alguien que sé, otra mujer que sé que es una mujer de fe y simplemente le voy a decir «estoy batallando».
Agradezco mucho a Dios por las mujeres en mi vida que me dicen: «Recuerda las promesas de Dios. Dios es más grande. Saldrás de esto. Recuerda cómo Dios ha sido fiel».
Y ellas me van a ayudar a recordar la fidelidad de Dios. Y me ayudarán a ver hacia adelante y a decir: «¿Gigantes? Bueno, sí, son gigantes, pero no son tan grandes como Dios. Así que avanza. Tú puedes vencerlos».
Y no solo necesito personas así, sino que quiero ser esa clase de mujer que haga eso por otras. Cuando otras estén cayendo en la incredulidad, quiero ser la clase de amiga que viene junto a ellas y les inspira e infunde fe en las promesas del pacto de Dios.
Hay veces en este caminar de fe donde empiezas a pensar que estás loca porque nadie más piensa de esta manera. Recibimos cartas y correos de madres que nos dicen: «Estoy tratando de criar a mis hijos en los caminos del Señor. Estoy tratando de protegerlos de influencias negativas e influencias malas. Y estoy tratando de caminar por fe en nuestro dar», o en cualquier área de la vida que sea. Mujeres solteras que nos dicen: «Estoy caminando por fe y esperando el tiempo del Señor y no quiero decirle que sí a un hombre para que sea mi esposo hasta que sea la elección de Dios y el tiempo de Dios».
Las personas a tu alrededor con frecuencia no apoyarán ese tipo de elecciones. Aun en la iglesia encontrarás personas que te moverán hacia la incredulidad y hacia el temor.
Así que puedes empezar a pensar: «¿Acaso soy yo la única en el planeta que piensa de esta manera?» Bueno, déjame decirte que no lo eres.
Pídele a Dios que traiga un Caleb a tu vida. Pídele a Dios que te dé una amiga –una mujer, una pareja, un hijo, una mujer mayor– alguien que le crea a Dios contigo, que sea un espíritu afín.
Y pídele a Dios que te haga esa clase de amiga– alguien quien aliente la fe en lugar de incitar a la negatividad y al temor en los corazones de otras.
Bueno, Josué y Caleb están ahí de pie juntos, y en lugar de enfocarse en los gigantes, ellos se enfocan en Dios. Y dirigen a las personas hacia Él. Puedes leer los versículos 8 y 9, y fíjate en el énfasis en Dios.
«Si el Señor se agrada de nosotros, nos llevará a esa tierra y nos la dará; es una tierra que mana leche y miel. Solo que no os rebeléis contra el Señor, ni tengáis miedo de la gente de la tierra, pues serán presa nuestra. Su protección les ha sido quitada, y el Señor está con nosotros; no les tengáis miedo».
Y en los versículos 8 y 9, vemos varias cosas que ayudaron a Josué y a Caleb a estar firmes en su fe. ¿Qué les ayudó a ellos a enfrentar esos obstáculos enormes, esa oposición inmensa? ¿Qué los mantuvo avanzando en fe?
Primero, ellos vieron el corazón de Dios. Mira que ellos dijeron: «Si el Señor se complace en nosotros». Y esa palabra complace significa «deleitarse, complacerse, disfrutar, sonreír». Ellos dijeron: «Dios nos ama. Y Él no nos trajo aquí para matarnos. Él se deleita en nosotros».
Y las Escrituras nos dicen en el Salmo 149: «El Señor se complace en Su pueblo». Recuerda eso cuando estés enfrentando a los gigantes. Recuerda el corazón de Dios.
Recuerda Sofonías capítulo 3 que dice: «el Señor tu Dios…se deleitará en ti con gozo, te renovará con Su amor, se alegrará por ti con cantos» (NVI). Recuerda el corazón de Dios.
Y luego, recuerda el ofrecimiento de gracia de Dios, la intención de gracia de Dios. Él nos está llevando a una tierra que fluye leche y miel. Es una tierra de prosperidad, de abundancia. No lo olvides. Eso te dará fe.
Recuerda ese versículo que citamos con tanta frecuencia, Jeremías 29:11: «”Porque yo sé los planes que tengo para vosotros”, declara el Señor, “planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza”». Mantén en mente el ofrecimiento y la intención de gracia de parte de Dios.
Y luego, no olvides las promesas de Dios. «Él nos llevará a esa tierra y nos la dará». ¿Y cómo sabemos eso? Porque Él dijo que lo haría. Y Él lo hará. Recuerda las promesas de Dios. Y aférrate a ellas cuando todo parezca lo contrario.
Recuerda también la autoridad de Dios. Dios no solo prometió que nos la daría, sino que Él nos ha dicho que vayamos y la reclamemos.
Así que Josué y Caleb le dicen al pueblo: «No se rebelen contra el Señor». Si caen aquí en la incredulidad y el temor, estarán rechazando la autoridad de Dios. Estarán rebelándose contra Él.
Y luego, recuerda que el enemigo está indefenso. Oh sí, ellos parecen grandes. Oh sí, ellos son grandes. Oh sí, ellos son gigantes. Oh sí, ellos tienen ciudades fortificadas y armas grandes.
Pero Josué y Caleb vieron con ojos de fe algo que los otros diez espías no podían ver. Ellos dijeron: «Su protección ha sido retirada de ellos».
Y esa palabra protección en hebreo se traduce frecuentemente como «sombra». Venir bajo la sombra del Omnipotente, bajo la sombra o las alas de Dios.
Él es nuestra protección. Y ellos estaban diciendo que la sombra, la protección que Dios había puesto en esa tierra en el pasado, había sido retirada. Y ellos estaban sin defensa.
No importa cuán altas sean esas murallas, no importa cuán grandes sean esos soldados, Dios ha retirado Su cobertura y Su protección de ellos, y ellos no tienen murallas lo suficientemente altas o anchas para hacer frente al pueblo de Dios que va en Su poder. Así que recuerda eso.
Y luego, recuerda la presencia de Dios. «El Señor está en medio de nosotros». El Señor está con nosotros. Esa es nuestra protección.
Ellos han sido dejados sin defensa. Su protección ha sido retirada, pero el Señor está con nosotros. ¿Cómo podemos perder?
Sí, va a haber una batalla, pero ¿cómo podríamos perder? Así que Josué y Caleb dicen: «No les teman. No se rebelen. Entren en la tierra».
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth regresará para orar.
Dios te ha llamado a una vida significativa, una vida con propósito. Y si eres como la mayoría de nosotras, los obstáculos y los retos amenazan con apartarte de esos propósitos. Las enseñanzas de Nancy sobre la vida de Josué son una herramienta valiosa que nos anima a seguir adelante y no darnos por vencidas.
Esta serie se titula, Confía en Dios para entrar a la tierra prometida. Estos 8 episodios forman parte de una serie más amplia, dividida en 12 partes, acerca de la vida de Josué. Si te has perdido cualquiera de los episodios de esta serie, visítanos en avivanuestroscorazones.com o a través de la aplicación para dispositivos móviles. Podrás escucharlos, y si son de bendición para ti, podrás compartirlos fácilmente con otras mujeres.
Y bien, sabes que Dios quiere que actúes, pero el miedo te dice: «De ninguna manera». Nancy te hablará acerca de situaciones como esta, mañana, aquí en Aviva Nuestros Corazones. Ahora, oremos juntas.
Nancy: Padre, te agradecemos porque hoy tenemos Tu presencia, Tu poder, Tus promesas, Tu protección. Ayúdanos a recordar Tu corazón, que te deleitas en nosotras.
Ayúdanos a recordar que Tú tienes planes, intenciones de bien, de gracia para nuestras vidas. Ayúdanos a recordar Tus promesas y a reclamarlas.
Y ayúdanos a recordar que estamos bajo Tu autoridad, que Tú nos has dicho que vayamos a la tierra y que la tomemos. Permítenos ver que en la cruz el enemigo ha quedado vencido, sin defensa, y que vamos en el nombre, en el poder y en la fuerza del Dios Todopoderoso, el conquistador Rey de reyes y Señor de señores.
Haznos mujeres de fe. Perdónanos por nuestro temor y haznos mujeres que inspiren fe en otros. Oro en el nombre de Jesús, amén.
Débora: Animándote durante las malas noticias, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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