Una mirada a la vida de Balaam, día 6
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¡La vida cristiana es una batalla! Hay una lucha entre la carne y el espíritu. Hay momentos en que es difícil decirle «no» a la carne. Hay tiempos en que sufrimos cuando hay aflicción o adversidad. Creo que es fácil quedarse atrapada en la tentación, la adversidad y la batalla, y olvidarnos de que Dios quiere bendecir a Su pueblo y que Él nos ha bendecido con cada una de las bendiciones espirituales en los lugares celestiales en Cristo Jesús.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Esta semana hemos estado aprendiendo del ejemplo que tenemos en Balaam, un personaje que encontramos en el Antiguo Testamento. Él fue contratado por un rey para maldecir al pueblo de Israel, pero Dios se interpuso en su camino. Es una trama muy particular que te animo a leer si …
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¡La vida cristiana es una batalla! Hay una lucha entre la carne y el espíritu. Hay momentos en que es difícil decirle «no» a la carne. Hay tiempos en que sufrimos cuando hay aflicción o adversidad. Creo que es fácil quedarse atrapada en la tentación, la adversidad y la batalla, y olvidarnos de que Dios quiere bendecir a Su pueblo y que Él nos ha bendecido con cada una de las bendiciones espirituales en los lugares celestiales en Cristo Jesús.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Esta semana hemos estado aprendiendo del ejemplo que tenemos en Balaam, un personaje que encontramos en el Antiguo Testamento. Él fue contratado por un rey para maldecir al pueblo de Israel, pero Dios se interpuso en su camino. Es una trama muy particular que te animo a leer si no lo has hecho. Está en los capítulos 22 al 24 del libro de Números.
Aquí está Nancy con la continuación de su estudio de esta porción de la Escritura.
Nancy: Es un poco sorprendente para mí, aunque no debería ser, lo relevante que es este estudio sobre Balaam en el contexto en que estamos viviendo hoy en día. Y no sé cuándo exactamente va a salir al aire este episodio, así que no voy a entrar en detalles. Pero en cualquier momento podría hablar de los tiempos en que estamos viviendo, la batalla entre la verdad y la mentira, entre la luz y la oscuridad, entre el cielo y el infierno –esto es un campo de batalla.
Conocemos el resultado, sabemos que los límites están trazados, pero a veces quedamos atrapadas en fuego cruzado. Y las cosas de las que hemos estado hablando tienen implicaciones y aplicaciones muy prácticas para lo que estamos viendo en nuestra cultura y en nuestro mundo.
Y esto es cierto, no solo a gran escala, sino también a nivel personal. Durante las semanas en que he estado trabajando en este estudio, me he sentido abrumada por algunas cosas –en términos personales– que estaban pasando a mi alrededor. Me sentí atrapada en medio de límites difíciles que se habían trazado y me vi a mí misma en medio de ese fuego cruzado. No entraré en detalles pero el pasaje que hemos estado estudiando ha sido muy alentador para mi corazón…especialmente mientras escuchaba una serie de mensajes del Dr. Ligon Duncan, el presidente del Seminario Reformado Teológico en Jackson, Mississippi. Él predicó una serie maravillosa sobre el libro de Números, y escuché sus mensajes sobre Balaam. Él dijo algo que quiero compartir con ustedes, y que en cierta manera es un resumen del capítulo 23 de Números –el pasaje que hemos estado estudiando.
Sus palabras fueron de gran consuelo y seguridad para mi corazón mientras pensaba en la situación por la cual estaba pasando a nivel personal, y también a la luz del panorama general de lo que está sucediendo en nuestro mundo hoy en día. El Dr. Duncan dijo: «La soberanía de Dios en el cuidado de Su pueblo es incuestionable». Vemos esto en la historia de Balaam.
La soberanía de Dios en el cuidado de Su pueblo –nadie puede maldecir al pueblo que Dios ha bendecido. Dios es soberano, el cielo gobierna y Dios está en control. Luego habló sobre «por eso». O sea, por eso, por la soberanía de Dios en el cuidado de Su pueblo, la seguridad del pueblo de Dios es inexpugnable. Nada puede tocarles. Están seguros».
En segundo lugar, «la herencia de Su pueblo es inexpugnable». Él habla sobre cómo Dios iba a darle a Israel la tierra, y aún se la daría, a pesar de que Balac, Balaam y sus fuerzas hubieran intentado robársela. La herencia del pueblo de Dios, lo que Dios tiene en mente para Su pueblo, es intocable.
En tercer lugar, «la identidad del pueblo de Dios es inexpugnable» –lo que ellos son. Son el pueblo escogido de Dios, apartados para los propósitos de Su reino.
Número cuatro, «el destino de Su pueblo (o el resultado final o el fin de Su pueblo) es intocable». El pueblo de Dios recibirá la tierra prometida, ellos tendrán las promesas de Dios cumplidas en sus vidas. Pero hay momentos cuando en medio de este mundo caído y quebrantado nos sentimos como si nuestra seguridad estuviera siendo amenazada, nuestra herencia estuviera siendo amenazada, nuestra identidad como pueblo de Dios estuviera siendo amenazada, y a veces sentimos que nuestro destino por igual está siendo amenazado. Pero si Dios es soberano, como decimos que Él es (y realmente lo es), si Él es soberano en el cuidado de Su pueblo, entonces todas estas cosas, nuestra seguridad, herencia, identidad y destino son intocables.
Nada ni nadie puede robarnos tales cosas. Nada ni nadie puede desarraigarnos de nuestra seguridad, de nuestra herencia, de nuestra identidad y de nuestro destino como pueblo de Dios. Y me sentí fortalecida y alentada cuando me di cuenta de que, sin importar lo que alguien haga para herirme o dañar mi seguridad –mi herencia, mi identidad o mi destino– esa persona no tiene poder dentro de la soberanía de Dios.
Esta es la gran conclusión de todo este estudio sobre Balaam y espero que sea tan alentador para ti como lo ha sido para mí.
Ahora continuemos profundizando en el pasaje. Estamos en Números 23. Ya hemos visto dos de las profecías de Balaam. En ambas situaciones se le pagó para maldecir a Israel, pero en ambos casos acabó bendiciendo a Israel. Y Balac, el rey, quien le paga para que maldiga al pueblo de Dios, está realmente frustrado.
En el versículo 25 de Números capítulo 23, Balac le dijo a Balaam: «¡De ninguna manera los maldigas ni los bendigas!», quiso decir, «¡no hagas nada, detente!, te traje aquí para que los maldijeras. En vez de esto, les has bendecido dos veces. Así que detente. ¡No digas nada!»
«Pero Balaam respondió y dijo a Balac: “¿No te dije que todo lo que el Señor hable, eso debo hacer?”» (v.26). Ahora, recuerda que Balaam es un falso profeta. El Nuevo Testamento nos dice eso. Él usa medios prohibidos para conseguir revelación, para conseguir la Palabra de Dios. Y ciertamente, a pesar de que él es un falso profeta usando medios que Dios ha prohibido, Dios sigue siendo soberano.
Balaam no puede decir nada que Dios no le permita decir. «¿No te dije que todo lo que el Señor hable, eso debo hacer?» Balaam no está en control, Dios está en control. En el versículo 27, Balac no se da por vencido.
«Y Balac dijo a Balaam: Ven, te ruego, te llevaré a otro lugar; quizá le plazca a Dios que me los maldigas desde allí». Este es el tercer intento de Balac para maldecir a Israel. Él es persistente, determinado e incansable. Mientras te digo esto, ¿estás de acuerdo conmigo en que tenemos un enemigo persistente, determinado e incansable contra el pueblo de Dios hoy? El adversario, el oponente, Satanás, está en el centro de todo esto, está buscando siempre a quién devorar, acusar y destruir.
Balac y Balaam representan imágenes visibles aquí en la tierra de los designios y los planes de Satanás, quien es el enemigo incansable de nuestras almas y de la iglesia de Jesucristo.
Mientras estaba meditando en este pasaje estas últimas semanas, me sorprendió el hecho de que no hay ninguna indicación de que los israelitas tuvieran alguna idea sobre lo que estaba pasando. Nunca escuchamos o leemos esta historia desde su perspectiva. Balaam no habla ante ellos, por lo que podemos notar.
Así que todo este plan se estaba tramando entre Balac y Balaam, pero estaba tomando forma en un lugar alejado de donde los israelitas acampaban. Así que Balac y Balaam pueden ver el campamento, pero los israelitas no tienen idea de lo que está pasando. No los ven, no los oyen. Y eso me recuerda que nuestro enemigo es invisible.
Pablo lo dice en Efesios 6:12: «Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las fuerzas espirituales de maldad en las regiones celestes». Por eso, necesitamos recordar que tenemos un enemigo y que está tramando y conspirando.
La Palabra de Dios nos lo dice. Aunque no lo podamos ver con nuestros ojos físicos ni escuchar con nuestros oídos físicos… Pensamos que la batalla es con la lavadora que está dañada, o con el niño que se rebela, o en lo que hace el marido o en el dinero. Estas cosas son solo la superficie, algo secundario o puntos diminutos del verdadero panorama. El verdadero panorama es que la batalla que se está llevando a cabo no es visible, pero es muy real y necesitamos despertar cada mañana y estar conscientes de este hecho. Necesitamos ponernos nuestra armadura espiritual y darnos cuenta de que necesitamos desesperadamente la protección de Dios cada momento de cada día porque tenemos un enemigo.
Versículo 28: «Entonces Balac llevó a Balaam a la cumbre del monte Peor, que da hacia el desierto.Y Balaam dijo a Balac: Constrúyeme aquí siete altares y prepárame aquí siete novillos y siete carneros. Balac hizo tal como Balaam le había dicho y ofreció un novillo y un carnero en cada altar».
Así que ahora tenemos veintiún altares construidos, veintiún novillos y veintiún carneros que han sido sacrificados. Escucha, Balac no escatimó gastos ni esfuerzos para deshacerse de la amenaza que percibía de Israel. Y esto es cierto acerca de las fuerzas de oscuridad, es cierto sobre aquellos que están cumpliendo órdenes del reino de las tinieblas. Harán todo lo posible y harán grandes inversiones para socavar los caminos de Dios y de Su pueblo.
Capítulo 24 de Números, versículo 1: «Cuando Balaam vio que agradaba alSeñor bendecir a Israel (¡me encanta esto!), no fue como otras veces a buscar presagios (o sus recursos de brujería), sino que puso su rostro hacia el desierto». Él había estado usando brujería, ocultismo, intentando conseguir información haciendo contacto con espíritus malignos (prácticas prohibidas para el pueblo de Dios). Él había estado intentando maldecir a Israel.
Pero ahora deja de utilizar estos métodos y escucha lo que Dios quiere decirle. Ahora Balaam comienza a crecer en el entendimiento del Dios de Israel y Sus caminos, y ve que el Señor se complace en bendecir a Israel. El corazón de Dios, la complacencia de Dios, el deleite de Dios es bendecir a Su pueblo.
Esto no solo significa que somos receptores de la bendición de Dios, sino también que cuando estás llena del Espíritu Santo, hablarás palabras de bendición para y sobre el pueblo de Dios. Las palabras que socavan, discriminan, destruyen, abusan o derriban no vienen de Dios. Vienen del adversario de Dios, Satanás.
Números 24: 2-3: «Y levantó Balaam sus ojos y vio a Israel acampadopor tribus; y vino sobre él el Espíritu de Dios. Y comenzando su discurso dijo…» Aquí tenemos la tercera profecía de Balaam, su tercer oráculo o declaración. «Oráculo de Balaam, hijo de Beor, y oráculo del hombre de ojos abiertos». Así el Espíritu de Dios viene a Balaam y sus ojos se abren para ver a Dios, para escuchar Sus palabras.
Como resultado de ver a Dios y escuchar Sus palabras, Balaam es movido, irresistiblemente, a bendecir el pueblo de Dios. ¡Cuando tienes el Espíritu Santo en ti y cuándo ves a Dios como Él es, y oyes la Palabra de Dios, eres movida a bendecir al pueblo de Dios!
Cuando escucho a una persona cristiana hablar mal de la iglesia, hablar mal de otros, quejarse de otros creyentes (yo también lo hago), esto es signo, una señal de que no estamos llenas del Espíritu, de que no estamos viendo ni escuchando a Dios ni Su Palabra. Porque si lo hacemos, bendeciremos lo que Él ama y lo que Él desea bendecir.
En el versículo 5 Balaam dice: «¡Cuán hermosas son tus tiendas, oh Jacob; tus moradas, oh Israel! Como vallesque se extienden, como jardines junto al río, como
áloes plantados por el Señor, como cedros junto a las aguas». Él está describiendo a Israel en esta profecía, él ve belleza, abundancia y mucho fruto en Israel.
Él ve la mano del Señor cuidando, sosteniendo, nutriendo y bendiciendo a Su pueblo. Versículo 7: «Agua correrá de sus baldes, y su simiente estará junto a muchas aguas…» Está diciendo que Dios dará agua abundante a la tierra de Su pueblo y les permitirá ser productivos.
Está diciendo que tendrán una cosecha abundante, serán un pueblo numeroso. Creo que esto es verdad, no solo físicamente (de hecho, esto es cierto en cuanto a la expansión del pueblo judío), pero Dios también bendice a Su pueblo con plenitud espiritual y con gracias espirituales que abundarán en Su pueblo.
Continúa el versículo 7: «más grande que Agag será su rey, y su reino será exaltado». Quizás recuerdes que Agag era el rey de los Amalecitas, y era uno de los reyes más importantes del mundo en esa época. Continuamente le dio problemas a Israel. Esta profecía es la razón por la cual Dios está bendiciendo a Su pueblo, Israel dominará por encima de los poderes de las naciones y los reyes a su alrededor.
Y luego Balaam dice en el versículo 8 (este versículo lo leímos en el último capítulo y se repite aquí) «Dios lo saca de Egipto; es para Israel como los cuernos del búfalo.
Devorará a las naciones que son sus adversarios, y desmenuzará sus huesos, y los traspasará con sus flechas».
«Se agazapa, se echa como león, (hablando de Judá) o como leona ¿quién se atreverá a despertarlo? Benditos los que te bendigan, y malditos los que te maldigan» (v.9). Así que con lenguaje poético en esta profecía, hay bendiciones prometidas, bendiciones para el pueblo de Dios, prosperidad en la cosecha, en la influencia, en su tamaño, su posición y la victoria sobre los enemigos de Dios.
Todo esto es prometido al pueblo de Dios a través de este profeta pagano a quien Dios le dio Su Espíritu para que hablara las palabras de Dios para ese momento. Mientras leo este oráculo, las otras profecías y las bendiciones de Dios a Su pueblo, me doy cuenta de que es una preciosa poesía. «Cuán hermosas son tus tiendas… como valles que se extienden, como cedros junto a las aguas». Pienso: ¡esta es la descripción de cómo Dios ama bendecir a Su pueblo!
Dios desea bendecir a Su pueblo; Dios escoge bendecir a Su pueblo. La vida cristiana es una batalla. Hay una lucha entre la carne y el espíritu; hay momentos en que se hace difícil decir «no» a nuestra carne. Hay momentos en que sufrimos, hay aflicción, hay adversidad.
Y creo que es fácil quedarnos atrapadas en la tentación, la adversidad y la batalla, y olvidar que ¡Dios ama bendecir a Su pueblo y que Él nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo Jesús!
Ayer por la noche hice una lista mientras meditaba en el Nuevo Testamento (¡y no no es para nada exhaustiva!). No intentes escribir todos estos puntos porque será difícil, pero ve a avivanuestroscorazones.com y en la transcripción de este episodio podrás ver la lista con las referencias basadas en la Escritura.
¿Cuáles son algunas de las bendiciones de Dios para Su pueblo, bajo el nuevo pacto según el Nuevo Testamento? Esta es la lista que hice de lo que Efesios 1 nos dice:
- Hemos sido escogidas en Cristo antes de la fundación del mundo (Ef. 1:4)
- Hemos sido justificadas, santificadas, y hechas sin mancha delante Él (Ef. 1:4)
- Somos Sus amadas hijas adoptadas (Ef. 1:5, 5:1)
- Tenemos redención a través de Su sangre, el perdón de nuestros pecados (Ef. 1:7)
- Él ha hecho abundar las riquezas de Su gracia sobre nosotras (Ef. 1:7)
- En Él tenemos una herencia. 1 Pedro nos dice que esa herencia está guardada para nosotros en el cielo. No es perecedera ni nos será quitada (Ef. 1:11, 1 Ped. 1:4)
Escucha, el sistema del mundo, las cortes de este mundo, las falsas religiones y los adversarios de Dios en esta tierra pueden quitarte tus propiedades, tu trabajo, tu reputación y pueden hacerte mucho daño. (Leemos esto en la última parte de Hebreos 11. Muchos santos antes de nosotros han experimentado este tipo de pérdidas.) Pero esos enemigos nunca podrán quitarte tu herencia que está guardada en el cielo, guardada para nosotros por el poder de Dios, ¡y un día será nuestra!
Como dice el himno:
Nos pueden despojar
De bienes, nombre, hogar,
El cuerpo destruir,
Mas siempre ha de existir
De Dios el reino eterno.
(Castillo fuerte es nuestro Dios, de Martín Lutero)
¡Dejemos que se queden con nuestras posesiones terrenales, que se queden con nuestra vida mortal! ¡No pueden quedarse con nuestra herencia que está en Cristo!
Otras bendiciones que tenemos en Cristo son:
- Somos la esposa amada de Cristo (Ef. 5:25-33). ¡Es una preciosa bendición! Él nos ha escogido. Él se ha comprometido con nosotros como Su esposa en un pacto de amor.
- Él está preparando un lugar en la casa de Su padre (Juan 14:2). Él va a volver para llevarnos allá por toda la eternidad.
- El Dios de paz vendrá pronto para aplastar a Satanás debajo de nuestros pies (Rom. 16:20).
¡Me encanta esa promesa! Me encanta esa bendición. El Dios de paz es un Dios guerrero. Él aplastará a Satanás debajo de nuestros pies. Puedes pensar, ¿cuándo será eso? No lo sé, pero será pronto. Podrías decir: «¡Ya llevamos tiempo esperando!» Pero, si vives a la luz de la eternidad, realmente no es mucho tiempo. Apóyate en esta promesa. Esta es una de las promesas que se nos ha entregado como pueblo de Dios.
Y se nos ha prometido que
- Dios transformará nuestros cuerpos en estado de humillación en conformidad al cuerpo de Su gloria. (Fil. 3:21)
- Reinaremos y gobernaremos con Cristo (2 Tim. 2:12, Ap. 20:4, 6)
- Se nos permitirá comer del árbol de la vida en el Paraíso de Dios (Ap. 2:7)
- Él nos dará la corona de vida (Ap. 2:11)
- Él nunca borrará nuestro nombre del libro de la vida (Ap. 3:5).
- Él es nuestro pastor quien nos guía a arroyos de agua viva (Ap. 7:17)
- Él enjugará toda lágrima de nuestros ojos (Ap. 7:17)
- Él habitará con nosotros eternamente (Ap. 21:3)
- Seremos Su pueblo y Él será nuestro Dios (Ap. 21:3). Y me encanta este siguiente punto
- Veremos Su rostro y Su nombre estará en nuestras frentes (Ap. 22:4)
¡Qué promesas y bendiciones tan asombrosas y preciosas! ¡Y son nuestras en Cristo! Balaam vio lo que nosotras tenemos que ver…que le complació al Señor bendecir a Su pueblo. Y esa lista son solo unos cuantos puntos. Tienes que empezar a buscar estas bendiciones, contarlas, nombrarlas una por una y regocijarte en las bendiciones que Dios se complace en entregar a Su pueblo de pura gracia.
Volvamos a Números capítulo 24, versículo 9, al tercer oráculo de Balaam. Él acaba diciendo: «Benditos los que te bendigan, y malditos los que te maldigan». Balaam y Balac son reprendidos por haber intentado maldecir al pueblo de Dios. El plan de Balac no está funcionando (¡y eso es poco decir!).
Desde la perspectiva de Balac, la situación empeoraba con cada profecía de Balaam. En la primera profecía, si recuerdas, Balaam no maldijo a Israel como se suponía que tenía que hacer. En la segunda profecía, bendijo a Israel. En la tercera profecía, ¡él maldice a Balac! Así que desde la perspectiva de Balac todo va empeorando.
Esta es mi conclusión: Si bendices al pueblo de Dios, serás bendecido. Si les maldices, recibirás la maldición que has intentado darles. Esto es cierto para nosotras. Si hablamos mal de la iglesia –la esposa de Cristo– si hablamos mal de cualquier otro creyente, si nos quejamos de ellos como dice Santiago, recibiremos la maldición que tratamos de poner sobre ellos.
Pero esto debería ser una palabra de esperanza para los que vivimos en un mundo donde los cristianos son objeto de maldiciones y de palabras viles e injuriosas. Vivimos en un mundo caído y somos objeto de maldición por parte de los que rechazan a Dios. Así es como Pablo lo dice en 1 Corintios 4:12, hablando sobre el hecho de que somos injuriados, perseguidos y calumniados: «Nos agotamos trabajando con nuestras propias manos. Cuando nos ultrajan, bendecimos. Cuando somos perseguidos, lo soportamos».
Así es como el mundo trata y ve a los cristianos muchas veces. Pero esto es lo que nos da esperanza. Vemos que el poder de Dios le da un giro a las maldiciones y las convierte en bendiciones para Su pueblo. ¡Esto es maravilloso! Deuteronomio 23:5 nos dice: «Pero el Señor tu Dios no quiso escuchar a Balaam, sino que el Señor tu Dios te cambió la maldición en bendición, porque el Señor tu Dios te ama».
Vemos el mismo concepto en el libro de Nehemías 13:1-2: «Aquel día leyeron del libro de Moisés a oídos del pueblo; y se encontró escrito en él que los amonitas y los moabitas no debían entrar jamás en la asamblea de Dios, porque no recibieron a los israelitas con pan y agua, sino que contrataron contra ellos a Balaam para maldecirlos; pero nuestro Dios convirtió la maldición en bendición». ¡Solo Dios puede hacer esto!
Y la venida de Cristo a este mundo caído, quebrantado y pródigo anticipa el revertir la maldición. Y esto es para Su pueblo escogido y es para nosotras hoy. Él ha revertido la maldición y nos ha bendecido. Lo que Satanás planeó para mal Dios lo está convirtiendo para bien en nuestras vidas, pero Dios va más allá (y esto es una gracia asombrosa), Él convierte la maldición en bendición para aquellos que le han rechazado.
Los moabitas (el pueblo de Balac que quería maldecir a Israel) ocupan un lugar destacado en esta historia, este era un pueblo marginado. Estaban malditos. No podían entrar en el lugar de adoración y aún así por Su sorprendente sabiduría, amor, misericordia y gracia, Dios escoge a una moabita llamada Rut. Él le extendió Su amor y Su gracia. Él la adoptó dentro de la familia judía por medio de un pariente redentor y la hizo formar parte del linaje del Mesías.
Ella es mencionada en Mateo 1:5, una moabita, en la genealogía de Cristo. Una maldición convertida en bendición. Nosotras éramos esa mujer moabita, bajo la maldición de Dios, bajo la maldición de la ley, marginadas, separadas de Dios. Pero en la cruz el bendito Hijo del Padre llevó la maldición por nuestro pecado para que fuéramos eternamente bendecidas. Verdaderamente, nuestro Dios convirtió la maldición en una bendición.
Así que cantamos en Navidad, pero muy apropiadamente en cualquier época del año:
¡Al mundo paz, nació Jesús!
Él viene a hacer fluir Sus bendiciones donde se encuentra la maldición.
¡Aleluya! ¡Amén!
Annamarie: A lo largo de esta serie de episodios Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado llevando a profundizar en la historia de Balaam. Es tan importante aprender a interpretar las Escrituras y aplicarlas a nuestras vidas. Y creo que series como esta alimentan nuestro deseo de entenderlas y vivirlas.
Y permíteme recordarte quesi has estado pensando en adquirir una Biblia, ¡tenemos disponible para ti una Biblia en letra grande publicada originalmente en español, con material desarrollado por Aviva Nuestros Corazones! Está disponible en versión Reina Valera 1960 y también en la versión Nueva Biblia de las Américas. Adquiérela a través de nuestra tienda en línea en avivanuestroscorazones.com o en tu librería cristiana favorita.
A veces parecería que los enemigos de Dios están ganando fuerza… ¿Deberíamos preocuparnos? ¿Será que, en algún aspecto, su poder es mayor que el de Dios? Mañana consideraremos esto, al continuar nuestro viaje a lo largo de la historia de Balaam.
Escudriñando las Escrituras juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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