Una mirada a la vida de Balaam, día 5
Nancy DeMoss Wolgemuth: Dios cumple Su palabra. Si Dios lo dice, Él lo hará. Si Dios habla, Él lo cumplirá… Y ese mismo Dios fiel e inmutable es nuestra única esperanza. Cuando el mundo se levanta contra nosotros, cuando se levanta contra los caminos de Dios, cuando se levanta contra el pueblo de Dios, y trata de destruirlo y eliminarlo, Dios es nuestra única esperanza, nuestro Dios fiel e inmutable.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
¿No te sucede que a menudo te enfocas en tu perspectiva de la vida y no puedes ver tus circunstancias, aún los eventos en el mundo, a la luz de lo que Dios nos revela sobre sí mismo en las Escrituras? Y algo asombroso es que es a través de esas mismas Escrituras que Dios abre nuestros ojos.
Hoy Nancy nos habla …
Nancy DeMoss Wolgemuth: Dios cumple Su palabra. Si Dios lo dice, Él lo hará. Si Dios habla, Él lo cumplirá… Y ese mismo Dios fiel e inmutable es nuestra única esperanza. Cuando el mundo se levanta contra nosotros, cuando se levanta contra los caminos de Dios, cuando se levanta contra el pueblo de Dios, y trata de destruirlo y eliminarlo, Dios es nuestra única esperanza, nuestro Dios fiel e inmutable.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
¿No te sucede que a menudo te enfocas en tu perspectiva de la vida y no puedes ver tus circunstancias, aún los eventos en el mundo, a la luz de lo que Dios nos revela sobre sí mismo en las Escrituras? Y algo asombroso es que es a través de esas mismas Escrituras que Dios abre nuestros ojos.
Hoy Nancy nos habla más sobre esto al continuar con la serie, Una mirada a la vida de Balaam.
Nancy: Bueno, en el episodio anterior nos detuvimos en la mitad del primer oráculo de Balaam, o su primera profecía. Vimos que Balaam fue traído por Balac para maldecir a los israelitas…pero Dios está en control. El cielo gobierna y Balaam no puede decir nada que Dios no le permita decir. Él intenta maldecir a los israelitas, y está recibiendo un pago por esto, pero solo puede decir lo que Dios le permite decir.
Así que estamos retomando el capítulo 23 de Números. Empecemos por el principio de ese primer oráculo. Dice la Palabra de Dios en el versículo 7:
«…Desde Aram me ha traído Balac, rey de Moab, desde los montes del oriente: (y esto es lo que Balac dice) “Ven, y maldíceme a Jacob; Ven, y condena a Israel”».
Ahora, esto fue lo que Balaam dijo bajo la inspiración del Espíritu Santo: «¿Cómo maldeciré a quien Dios no ha maldecido? ¿Cómo condenaré a quien el Señor no ha condenado?» Balaam no tenía poder en contra del poder de Dios. Si Dios quiere bendecir a Su pueblo, Balaam no puede maldecirlo.
Luego, en el versículo 9 él dice: «Porque desde la cumbre de las peñas lo veo, y desde los montes lo observo…» Está hablando de Israel, él sube a este lugar alto, y ve, no a todos, sino a una porción de esos millones de judíos en el desierto. Los ve desde la cima de la colina. «¡Es un pueblo que mora aparte, y que no será contado entre las naciones!»
Esta es una imagen del pueblo de Dios que está apartado de los demás. Son diferentes a las demás naciones, no son como las otras naciones. Así es como se supone que debe ser el pueblo de Dios –diferente de este mundo y de su sistema. Tienen un corazón diferente. Tienen una cosmovisión del mundo diferente. Tienen una mentalidad diferente. Un Señor diferente. Tienen un Salvador que los ha redimido para Sí.
Somos un pueblo apartado. Vivimos en este mundo pero no somos de este mundo. Y esto es lo que Balaam percibe de los israelitas.
Y luego en el versículo 10 dice: «¿Quién puede contar el polvo de Jacob, o numerar la cuarta parte de Israel?» Ahora, recuerda lo que Dios había prometido a Abraham en Génesis: «Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra». ¿Cuántas partículas de polvo hay en la tierra? ¿Cuántas? ¿Billones, quintillones, cuatrillones? No sé cuántos «illones» tiene. Nadie lo sabe, no hay número. Y Dios dijo, «haré tu descendencia como el polvo de la tierra; de manera que si alguien puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia podrá contarse» (Gén. 13:16).
Y eso no solo se refiere a la descendencia física de Abraham, el pueblo judío, sino también nosotras estamos incluidas en la descendencia espiritual de Abraham, injertada en Israel, el verdadero Israel, aquellos que creen en el Dios de Israel. Y Dios le dijo a Abraham: «…mira el cielo y cuenta las estrellas, si te es posible contarlas… Así será tu descendencia» (Gén. 15:5). Luego en Oseas 1:10: «Pero el número de los Israelitas será como la arena del mar, que no se puede medir ni contar».
Balaam refleja, hace referencia a todos estos versículos y promesas de Dios cuando dice, «¿quién puede contar el polvo de Jacob, o numerar la cuarta parte de Israel?»
Él está diciendo, «si tan solo tomara una fracción de ellos, hay tantos, a medida que veo a través de esta visión que Dios me ha dado, hay tantos que ni siquiera una fracción puede ser numerada».
Y a través de Balaam, este necio y falso profeta, Dios reitera Su promesa de bendecir y multiplicar a Israel. Dios habla a través de este hombre.
Y luego Balaam continúa diciendo en el versículo 10: «…muera yo la muerte de los rectos, y sea mi fin como el suyo». ¿Como el de quién? Como el del pueblo de Israel.
Ahora, Balaam fue enviado para maldecir a Israel, pero el resultado no es una maldición en absoluto. «Muera yo la muerte de los rectos, y sea mi fin como el suyo». Él dice, «hay algo deseable en estas personas, hay algo que envidio de este pueblo». Él reconoce que hay algo especial, algo diferente en el pueblo de Dios. Ellos eran rectos, eran bendecidos.
Incluso en la muerte ellos eran bendecidos y estaban seguros. Él los envidiaba. Él envidió su fin, quería morir la muerte de los justos. Quería tener el resultado, la bendición que veía que Dios traía a sus vidas, pero no quería vivir la vida de los justos. «Déjame tener su fin, déjame tener su bendición, déjame tener el resultado. Pero quiero vivir mi vida a mi manera, seguir mi camino, hacer mis cosas».
Él quería vivir para sí mismo, asociarse con los enemigos de Dios, cosechar las recompensas, los frutos y los beneficios de asociarse con esos enemigos de Dios, pero quería tener la bendición de Dios cuando llegara su muerte.
Hay muchas personas hoy en día que quieren las bendiciones eternas de conocer a Dios, de pertenecer a Él cuando llegue el momento de morir. «Líbrame del infierno, dame el cielo, dame la vida eterna». Pero mientras tanto, entre aquí y allá, quieren vivir la vida a su manera y caminar en la senda de los impíos.
Escucha esto: aquellos que no han sido justificados por Cristo (él se refiere al pueblo de Israel como «los justos»), aquellos que nunca han sido justificados por Cristo de tal manera que les dé un deseo de vivir piadosamente, no tienen esperanza de vida eterna ni las bendiciones con Cristo cuando mueren. Si ellos no tienen un deseo por la santidad ahora, un deseo puesto en sus corazones porque Dios los ha hecho justos a través de Cristo, entonces cuando mueran no tienen esperanza de tener las bendiciones eternas y la vida con Cristo.
En realidad, si no tienen un corazón santo y una vida santa aquí, no estarán cómodos en el cielo, porque el cielo es un lugar santo donde no hay pecado, y preferirán el infierno antes que el cielo cuando llegue el final.
Versículo 11: «Entonces Balac dijo a Balaam: “¿Qué me has hecho? Te he traído para maldecir a mis enemigos, pero mira, ¡los has llenado de bendiciones!”»
Así que Balac está decepcionado. Ha hecho un gran esfuerzo. Ha prometido pagarle mucho dinero a este hombre para que le solucione el problema de lidiar con Israel –como la gente ha tratado de hacer con el problema de Israel desde entonces– maldiciendo al pueblo elegido por Dios.
Balac está decepcionado porque pasó exactamente lo opuesto a lo que quería. Y Balaam, también parece decepcionado porque no pudo cumplir con las expectativas de Balac. Él quería el cheque grande que le habían prometido. Él podía ver todo ese dinero flotando ante sus ojos. Y resulta que está bendiciendo en lugar de lo que realmente quería hacer, lo que su empleador le pidió que hiciera: maldecir al pueblo de Dios.
En el versículo 12, Balaam respondió y dijo: «¿No debo tener cuidado de hablar lo que el Señor pone en mi boca?»
Él está diciendo, «en última instancia, por mucho que lo intente, no tengo el control. Tengo que tener cuidado de hablar lo que Dios pone en mi boca». Y es un recordatorio para nosotras de que tenemos que tener cuidado de hablar solo las palabras que Dios pone en nuestras bocas.
Ahora, creo que es fácil leer un pasaje sobre alguien como Balaam, y decir, «no soy como ese falso profeta». Pero hay aspectos de ese falso profeta en todos nuestros corazones. Esas palabras llenas de enojo, crítica, degradantes hacia los demás o acerca de otros, publicadas en blogs o en comentarios de Facebook.
A veces rompe mi corazón ver en los blogs de blogueros cristianos, hombres y mujeres que aman al Señor e intentan agradarle, y publican cosas, y vemos comentarios que son tan degradantes, tan horribles y tan críticos. Ahora, no estoy hablando de que están diciendo una herejía. Ellos están discutiendo sobre algo que es una cuestión de preferencias, una cuestión de opinión, pero me refiero a la forma en que lo están diciendo…
A mí me pasó hace un tiempo. Publiqué algo en las redes y alguien respondió en modo de ataque y dijo: «¿De dónde sacaste esta perversión de la Palabra de Dios? ¿Qué traducción es esta?» Bueno, entonces, alguien…porque yo no respondo a esas cosas –por lo general alguien más responde– y alguien más señaló con amabilidad: «Es la Escritura que dice eso, no Nancy». Y la persona nunca dijo: «Oh, me equivoqué. Lo siento mucho. No debí haber escrito esto».
¿Quién nos ha dado permiso para ser tan irrespetuosos, crueles e insensibles con nuestras palabras, ya sean escritas o habladas? ¿Cómo nos atrevemos a maldecir a otros? Dices: «No estoy maldiciendo». Sí, lo haces cuando hablas o escribes palabras que degradan y menosprecian. No hablo de defender la verdad. Estoy a favor de eso.
Si has escuchado este programa por algún tiempo, sabes que soy franca acerca de la verdad, soy muy directa al señalar las cosas que son un engaño. Pero tenemos que tener mucho, mucho cuidado al hablar palabras de maldición, degradantes y de menosprecio acerca del pueblo de Dios que Él ha elegido bendecir.
Así que cuando hablas de esa forma acerca de tu esposo que te molestó, y tal vez él hizo algo realmente tonto, o tal vez estabas fuera de control y reaccionaste asi, lo que sea, cuando hablas de él o de uno de tus hijos o de un compañero de trabajo o de alguien que Dios ha puesto en una posición de autoridad, ten cuidado con lo que dices. No maldigas a aquellos que Dios ha elegido bendecir.
Bueno, ahora vayamos a Números 23; este es el segundo intento de Balac de maldecir a Israel. Versículos 13 al 17: «Entonces Balac le dijo: “Te ruego que vengas conmigo a otro sitio desde donde podrás verlos, aunque solo verás el extremo de ellos, y no los verás a todos; y desde allí maldícemelos”. Lo llevó al campo de Zofim, sobre la cumbre del Pisga, y edificó siete altares y ofreció un novillo y un carnero en cada altar. Y Balaam le dijo a Balac: “Ponte aquí junto a tu holocausto, mientras voy allá a encontrarme con el Señor”. El Señor salió al encuentro de Balaam y puso palabra en su boca y le dijo: “Vuelve a Balac y así hablarás”. Y él volvió a Balac, quien estaba de pie junto a su holocausto, y los jefes de Moab con él. Y Balac le preguntó: “¿Qué ha dicho el Señor?”»
Balac no quiere saber realmente lo que Dios ha dicho. Lo que realmente quiere es que Balaam diga: «Hablaré lo que tú quieras que hable». Pero él pregunta: «¿Qué ha dicho el SEÑOR?»
«Y Balaam comenzó su discurso…» Y ahora llegamos al segundo discurso, oráculo o profecía de Balaam. Este oráculo incluye una poderosa teología porque está hablando bajo el control del Espíritu Santo. Y en este oráculo vemos cómo Dios ve a Su pueblo. Vemos la determinación de Dios de bendecir a Israel, que es Su pueblo elegido. Son preciosos para Él, y ninguna maldición puede ser efectiva contra ellos.
Déjame leer, comenzando en el versículo 18. Aquí está el oráculo:
«…Levántate, Balac, y escucha; dame oídos, hijo de Zipor. Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre, para que se arrepienta. ¿Lo ha dicho Él, y no lo hará? ¿Ha hablado, y no lo cumplirá?» (vv.18-19).
Dios se ha revelado a Balaam como un Dios fiel, inmutable, que cumple Su pacto. Dios cumple Su palabra. Si Dios lo dice, Él lo hará. Si Dios habla, Él lo cumplirá. Y es por eso que Israel está a salvo, sin importar lo que cualquiera diga o trate de hacer en su contra.
Y ese mismo Dios fiel e inmutable es nuestra única esperanza. Cuando el mundo se levanta contra nosotros, cuando se levanta contra los caminos de Dios, cuando se levanta contra el pueblo de Dios, y trata de destruirlo, disminuirlo y eliminarlo, Dios es nuestra única esperanza, nuestro fiel e inmutable Dios.
Cantamos sobre esto en algunos de los grandes himnos de nuestra fe. ¿Conoces el que se llama Segura mi esperanza está, escrito en 1834 por Edward Mote? Ese himno se titulaba originalmente El fundamento inmutable (o inalterable) de la esperanza del pecador. Recuerda esta estrofa:
Segura mi esperanza está en la justicia de Jesús
y mis pecados expiará el sacrificio de Su cruz.
En Sus promesas confiaré en medio de la tentación
ya salvo soy, en él hallé la roca de mi salvación.
«Dios no es hombre para que mienta. Si Dios dice, ¿no lo hará?»
Aquí hay otro himno que cantamos:
¡Cuán firme cimiento se ha dado a la fe,
De Dios en su eterna palabra de amor!
¿Qué más Él pudiera en su libro añadir,
Si todo a Sus hijos lo ha dicho el Señor?
(Cuán firme cimiento por John Rippon)
¿Ves? Es por esto que estamos a salvo, eternamente seguras como pueblo de Dios, como hijas de Dios, porque Él nos ha hecho suyas por medio de un pacto de sangre, la promesa de Su Palabra de tomarnos para Sí, de hacernos Sus hijos, de hacernos una esposa para Su Hijo. Él no nos abandonará. Nos bendecirá. Y las maldiciones de los hombres que nos rodean jamás podrán contra la promesa de bendición de Dios.
En el versículo 20, Balaam dice –continuando con su oráculo: «Mira, he recibido orden de bendecir; Él ha bendecido, yo no lo puedo anular». O como dice otra traducción: «Dios ha bendecido, y yo no puedo revertirlo» (NTV).
Balaam dice, «lo único que puedo hacer es bendecir. Dios los ha bendecido y no puedo cambiar eso». Balaam no tenía poder para maldecir cuando Dios había determinado bendecir. Y cuando Dios arriba en el cielo determina bendecirte, no hay nadie en la tierra ni abajo en el infierno que pueda revertirlo. ¡Nadie! Eso debería darte confianza mientras vivimos en este mundo caído, desordenado, maldito y condenado. ¿Cierto? Cuando Dios tiene la intención de bendecirte, nadie puede oponerse a eso.
Y luego en el versículo 21 –y me gusta como lo dice la Reina Valera– continuando con la profecía de Balaam él dice: «Él (Dios) no ha notado iniquidad en Jacob, ni ha visto perversidad en Israel…»
Ahora, ese versículo me dice: «¡Sublime gracia del Señor, que a un infeliz salvó!»
«Él no ha observado iniquidad en Jacob, ni ha visto malicia en Israel…» ¿Sería porque Israel estaba libre de pecado? ¿En serio? Una y otra vez pecaron contra el Señor, y sin embargo, porque eran Su pueblo del pacto, Dios eligió verlos a través de los ojos de la justicia de Cristo el Mesías, el Salvador que estaba por venir. Y cuando los ve, dice: «No observo iniquidad en ellos. No veo perversidad en ellos».
¿Qué tan asombroso es eso? Esta es la misericordia, el perdón, la gracia de Dios hacia nosotros en Cristo. Él nos ve como justas, revestidas de la justicia de Dios. Como dice la estrofa de un himno: «Confiado me acerco a Su trono eterno para reclamar la corona que viene de Jesús como mía». Hemos sido hechas justas, declaradas justas, justificadas…como si nunca hubiéramos pecado, pero también como si siempre hubiéramos obedecido plenamente la ley de Dios. Así es como Dios te ve si eres Su hija.
¡Wao! No es como nos vemos usualmente, ¿cierto? Yo sé lo pobre y necesitada que soy, cuán pecadora, cuán incapaz, inclinada hacia mi propio camino, controlada a veces por el sistema de este mundo en lugar de los caminos de Dios. Y creo que a veces no es a los demás a quienes maldecimos. A veces nos maldecimos a nosotras mismas. Me resulta tan difícil aceptar la gracia de Dios, Su amor, Su bendición. Puedes pensar, «no lo merezco», y tienes razón, no lo mereces. No lo merezco. Pero si estás en Cristo, Él no ve ningún pecado, ninguna iniquidad en ti.
Podemos ver este tema tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. En el Cantar de los Cantares me encanta la parte cuando el novio le dice a la novia: «No hay ningún defecto en ti». (Ahora, en el ámbito humano del matrimonio, ¿habrá alguna mujer que mire su cuerpo y diga «no hay defecto en mí»?) Pero el novio enamorado dice, «te veo con ojos de amor, toda tú eres hermosa, amada mía, y no hay defecto en ti».
Es una imagen del gran amor redentor de Dios. No porque Él ignore el pecado, sino porque el precio de nuestro pecado ha sido pagado mediante la sangre de Cristo; ahora estamos en Cristo y Él nos ve sin manchas como Cristo. Cristo nos ha dado Su manto de justicia, tomó nuestro manto de pecaminosidad y en ese gran intercambio, si estamos en Cristo, Dios no ve pecado en nosotras. Necesitamos aconsejar nuestros corazones de acuerdo a esa verdad.
Luego continúa diciendo, versículo 21: «...En él está el Señor su Dios, y el júbilo de un rey está en él». No hay mayor bendición posible que tener Su presencia entre nosotras, entre el pueblo de Dios. Ese es Emmanuel –Dios con nosotros. Él es el Rey victorioso en medio de Su pueblo.
«El júbilo de un rey», es un rey victorioso. No es un rey conquistado, Cristo nunca será conquistado por todas las fuerzas de la tierra y del infierno combinadas contra Él. Él siempre será victorioso.
«El júbilo de un rey está en él». Ese Rey es el Señor nuestro Dios, y ser sus súbditas, tenerlo como nuestro Rey, es estar bajo Su protección, es ser invencibles ante las conspiraciones y ataques de los enemigos de Dios. «Si Dios está con nosotras, ¿quién puede hacernos daño?» ¿No es emocionante? Es sorprendente verlo en esta profecía del Antiguo Testamento, ver las palabras que salen de un adivino pagano, Dios pone las palabras correctas en su boca en esta ocasión.
Versículo 22: «Dios lo saca de Egipto; es para él como los cuernos del búfalo…» Esto mismo lo dirá en el capítulo 24, versículo 8. ¿Qué viene a tu mente cuando lees «Dios está por ellos»? ¿Te hace pensar en el capítulo 8 de Romanos? «Entonces, ¿qué diremos a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?» (vv.31-35).
Escucha, en algunas partes del mundo los creyentes están siendo perseguidos por su fe. Pero, ¿puede alguna de esas cosas separarnos del amor de Dios? No. «En todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó. Porque estoy convencido (dice Pablo) de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada (¡nada!) nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro» (Rom. 8:37-39).
«Si Dios está por nosotros» él dice, Dios está por ellos. «Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?» (v.31). Y dirías ¡amén! ¡Qué aliento para nuestros corazones! Qué esperanza en medio de un mundo que golpea al pueblo de Dios. Dios está por nosotros. Nada puede separarnos de Su amor.
Balaam continúa en el versículo 23, «Porque no hay agüero contra Jacob, ni hay adivinación contra Israel…»
Esto me recuerda el versículo en Proverbios 26 que dice: «Como el gorrión en su vagar y la golondrina en su vuelo, así la maldición no viene sin causa» (v.2).
Esas maldiciones pueden volar, pero no pueden posarse sobre nosotras. No pueden echar raíces. No pueden penetrar en nuestras almas. El poder sobrenatural de Dios hace que toda la hechicería, toda la adivinación, todas las maldiciones no tengan poder cuando son contra del pueblo de Dios. Por lo tanto, no tenemos que temer. Dios está con nosotros. ¡Dios es por nosotros! Tenemos Su presencia. Tenemos Su poder. Tenemos Sus promesas. Y como cantamos en muchas de nuestras iglesias:
Ningún poder, ningún afán de Él me arrebatará.
Hasta que Él venga otra vez, en Su poder me sostendrá.
(«Solo en Jesús». Por Keith Getty & Stuart Townend).
En el versículo 23, Balaam dice: «… A su tiempo se le dirá a Jacob y a Israel: “¡Vean lo que ha hecho Dios!”» Ese es el propósito, que Dios sea glorificado.
Y luego en el versículo 24: «Son un pueblo que se levanta como leona, y se yergue como león; no se echará hasta que devore la presa y beba la sangre de los que ha matado».
Aquí Balaam describe al pueblo de Dios como poderoso y victorioso, prevaleciendo sobre todo poder maligno. Y con esa profecía, con esa promesa, con esa seguridad declarada para nosotros muchas veces de diferentes maneras en el nuevo pacto, podemos confiar en Cristo y solo en Cristo.
Padre, gracias por la seguridad, la preciosa seguridad que Tus promesas traen a nuestros corazones en este día. Si estamos en Cristo, estamos a salvo, estamos seguras. Tú eres nuestro castillo fuerte, una fortaleza poderosa, oh Dios. En Ti se refugian los justos. El nombre del Señor es torre fuerte, a ella corre el justo y está a salvo.
Así que te bendecimos y te agradecemos por bendecirnos. Te agradecemos porque «ningún poder del infierno, ninguna maquinación del hombre podrá arrebatarnos de Tu mano», porque estamos en Ti y Tú estás en nosotros. Tú estás con nosotras, estás por nosotras. Y te damos gracias, en el nombre de Jesús, amén.
Annamarie: Jesús es nuestra esperanza. Si Dios te ha bendecido, si te ha justificado en la sangre de Jesús, nada te puede arrebatar de Su mano –nada te puede apartar de Él. Esta verdad de las Escrituras nos trae paz y renueva nuestra esperanza.
Este es el quinto episodio en una serie en la que Nancy nos ha estado llevando a lo largo de la vida de Balaam –un personaje del que no se habla a menudo. Si te perdiste alguno de los episodios anteriores, te animo a escucharlo o leerlo. Encuentra tanto los audios como las transcripciones en nuestra aplicación llamada Aviva Nuestros Corazones, o en nuestra página web, avivanuestroscorazones.com.
Ahora, ¿cómo es posible que Balaam, un adivino malvado, profetizara de Jesús? Descúbrelo mañana, en la continuación de nuestro estudio.
Escudriñando las Escrituras juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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