Una lectura reflexiva
Débora: Al acercarnos a las Escrituras, a veces necesitamos ir más despacio. Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Nunca podrás conocer el corazón de Dios si no conoces la Palabra de Dios. Y no conocerás la Palabra de Dios si la hojeas apresuradamente y no aprendes a leerla cuidadosamente.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «El lugar apacible», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 24 de mayo de 2024.
En esta era de la tecnología y las redes sociales al alcance de tu mano, probablemente absorbes grandes cantidades de información con mucha rapidez. Por ello hay momentos en los que necesitas detenerte para saborear lo que estás leyendo. Aquí está Nancy para explicártelo.
Nancy: Soy la mayor de siete hermanos y mientras crecíamos, mi papá quería que aprendiéramos ciertas habilidades y nos animaba a que las convirtiéramos en parte …
Débora: Al acercarnos a las Escrituras, a veces necesitamos ir más despacio. Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Nunca podrás conocer el corazón de Dios si no conoces la Palabra de Dios. Y no conocerás la Palabra de Dios si la hojeas apresuradamente y no aprendes a leerla cuidadosamente.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «El lugar apacible», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 24 de mayo de 2024.
En esta era de la tecnología y las redes sociales al alcance de tu mano, probablemente absorbes grandes cantidades de información con mucha rapidez. Por ello hay momentos en los que necesitas detenerte para saborear lo que estás leyendo. Aquí está Nancy para explicártelo.
Nancy: Soy la mayor de siete hermanos y mientras crecíamos, mi papá quería que aprendiéramos ciertas habilidades y nos animaba a que las convirtiéramos en parte de nuestra vida.
Una de ellas era la lectura rápida. Él creía que poder leer con rapidez era una bendición en la vida. Y estoy muy agradecida por esa habilidad y por el entrenamiento. Pero mientras nos animaba a aprender a leer rápido, mi papá nos recordó que había dos cosas que nunca debíamos leer rápido.
Una son las cartas de amor y la otra, las Sagradas Escrituras, la Palabra de Dios. Y si alguna vez has recibido cartas de amor, sabes que (especialmente en aquellos días cuando no tenías correo electrónico y no podías hablar por teléfono tan fácilmente como hoy y algunos de ustedes pueden recordar haber hecho su cortejo a través de cartas escritas a mano enviadas por correspondencia), pero sabes que cuando recibías esa carta, de ninguna manera ibas a abrirla para hojearla apresuradamente y luego tirarla un lado.
En lugar de eso, estudiabas detenidamente su contenido, palabra por palabra, lo leías, lo releías y buscabas todos los detalles significativos que pudieras extraer de esa carta.
Probablemente leeías en ella cosas que no tenían la intención de ser tan profundas, pero querías saber: «¿Qué quiere decir? ¿Qué está pensando? ¿Qué está diciendo?» La leeías pensativa y detenidamente.
Bueno, la Biblia es una carta de amor. Es la carta de amor de Dios para nosotros. Nos revela el corazón de Dios. Cuanto más cuidadosa, frecuente y reflexivamente la leamos, más comprenderemos Su increíble e inconmensurable amor hacia nosotros. Nunca podrás conocer el corazón de Dios si no conoces la Palabra de Dios. Y no conocerás la Palabra de Dios si la hojeas apresuradamente y no aprendes a leerla cuidadosamente.
Y hablamos en la última sesión acerca de leer la Palabra de Dios en oración. Ahora vamos a hablar acerca de leer la Palabra de Dios reflexivamente. Y quiero dedicar esta sesión y una o dos más a cómo podemos leer la Palabra de Dios de manera reflexiva.
Permíteme decir que si la leemos apresurada y despreocupadamente, nunca encontraremos las riquezas que hay en ella. Nunca sondearemos las profundidades que hay en las Escrituras.
El Salmo 19, versículo 10, nos dice que las palabras de Dios son: «deseables más que el oro; sí, más que mucho oro fino». Uno no camina por la calle y casualmente tropieza con algo tan valioso como el oro. Es algo escaso. Está enterrado en las profundidades de la tierra y,, necesitas tiempo y esfuerzo en buscarlo, en extraerlo de la roca en la que está incrustado.
La Palabra de Dios es oro y, sí, hay algunos aspectos maravillosos de ella que están justo en la superficie para que los recojamos, pero hay otros aspectos de ella que tienes que profundizar para extraerlos. Hay que leerla detenida y cuidadosamente.
Así que cuando leas la Palabra de Dios, detente a meditar en el significado de lo que lees. Detente a pensar en lo que dice. Absorbe la Palabra de Dios en tu sistema meditando, reflexionando, repasándola una y otra vez en tu mente, considerándola, como harías con esa carta de amor, desde todos los ángulos posibles hasta que esa Palabra se convierta en parte de ti.
Eso es lo que Santiago quiere decir cuando habla de arraigar la Palabra en nuestro sistema. La forma en que lo hacemos es a través de la meditación. Una y otra vez las Escrituras hablan de la meditación.
La palabra meditar o meditación se usa veinticinco veces en el Antiguo Testamento hebreo y es una palabra en hebreo que en realidad está relacionada a «murmullo, susurro».
Piensas en alguien que en voz baja hace un murmullo. «Gemir, gruñir, balbucear, susurrar». En realidad es u verbo que quiere decir hablar en voz baja. Tal vez los demás no pueden oír lo que estás haciendo, pero estás susurrando algo.
El Diccionario expositivo en inglés, Vine, del Antiguo Testamento, dice que es un término onomatopéyico, es decir, una palabra que suena como lo que significa. Refleja, dice, los suspiros y los sonidos bajos que uno puede hacer mientras medita. Estás pensando en algo. Le das vueltas. Reflexionas sobre ello e incluso puede que hagas un murmullo para tus adentros.
Bueno, hemos estado viendo el Salmo 119, y de nuevo permíteme animarte a que abras tu Biblia allí mientras vemos algunos versículos acerca de meditar en la Palabra de Dios, murmurar acerca de la Palabra de Dios, hablarla con nosotras mismas una y otra vez. Versículo 15 del Salmo 119: «Meditaré en Tus preceptos y consideraré Tus caminos».
Es una meditación concentrada en algo. Voy a pensar en esto. No voy a leerlo como leo los carteles en la calle. Ya pasó. Se ha ido. No sé lo que decía.
Y esa es la manera en que muchas de nosotras leemos la Palabra de Dios, como si estuviéramos manejando a cien kilómetros por hora por la carretera y los carteles nos pasaran de largo. No sabemos lo que dicen ni lo que significan. No podríamos recordar el número de teléfono al cual llamar, o la dirección de internet a la que contactar, o incluso qué producto estaba anunciando porque simplemente pasamos de largo.
Bueno, fíjate lo que dice la Escritura en la segunda parte del versículo 15: «Consideraré Tus caminos». Voy a meditar. Me detendré y miraré ese cartel. Voy a detenerme a mirar ese cartel. Voy a detenerme y examinar lo que dice la Palabra, lo que significa. Voy a considerarla.
A lo largo del Salmo 119, vemos al salmista diciendo que medita en la Palabra de Dios cuando está en medio de muchas circunstancias diferentes de la vida, no solo cuando está sentado en su silla en su tiempo devocional a las 6: 00 de la mañana, o a las 8: 00 de la noche, o cuando sea que pases tu tiempo a solas en la Palabra. Y, por supuesto, tú necesitas ese tiempo todos los días. Pero él dice a lo largo del día, en las diferentes circunstancias de la vida, «Meditaré en Tus preceptos».
Mira el versículo 23: «Aunque los príncipes se sienten y hablen contra mí, Tu siervo medita en Tus estatutos». Cuando estás en problemas, o la gente te persigue, él dice que ese es el momento de meditar en la Palabra de Dios.
Versículo 78: «Sean avergonzados los soberbios, porque agravian con mentira; pero yo en Tus preceptos meditaré», incluso cuando me agravian los que no aman Tu ley.
Versículo 27: «Hazme entender el camino de Tus preceptos, y meditaré en Tus maravillas». Cuando estés en medio de la creación de Dios o viendo las obras de Dios, medita en Sus obras.
Versículo 48: «Levantaré mis manos a Tus mandamientos, los cuales amo, y meditaré en Tus estatutos».
Y en el versículo 54 habla de una manera de meditar que es cantando la Escritura al Señor: «Cánticos para mí son Tus estatutos en la casa de mi peregrinación». «Mientras transite por este camino de peregrinaje», dice el salmista, «canto tus palabras. Te las canto a Ti. Hago cánticos de Tus leyes y te los canto a Ti».
El versículo 172 dice algo parecido: «Que cante mi lengua de Tu palabra, porque todos Tus mandamientos son justicia». Ahora cantar es algo que no me dejan hacer en Aviva Nuestros Corazones, aunque realmente me encantaría. Me encanta cantarle al Señor.
Tengo una voz para cantar que nadie más querría escuchar, excepto el Señor, pero a veces tomo canciones conocidas e himnos. Casi siempre tengo conmigo un himnario, un libro de coros, para poder cantarle al Señor. A veces, mientras leo las Escrituras, invento mi propia melodía. No es nada que pueda publicarse, sino simplemente cantar, tararear, hacer música con la Palabra del Señor y cantársela a Él como una forma de meditar en las Escrituras.
Y es una gran razón, por cierto, para que tus hijos aprendan canciones de las Escrituras. Así pueden aprender a meditar en la Palabra de Dios. El salmista dice: «En todo tiempo, día y noche, meditaré en Tu palabra».
Versículo 62: «A medianoche me levantaré para dar gracias a Ti por Tus justas ordenanzas». Ahora bien, ¿significa eso que si eres una mujer piadosa te levantarás todas las noches a medianoche para alabar al Señor? No creo que esté diciendo eso. Creo que se refiere a que cuando me levante a medianoche, si estoy despierta, lo que haré será alabar al Señor. Meditaré en Sus justas leyes.
Versículo 97: «¡Cuánto amo Tu ley! Todo el día es ella mi meditación». Piensa en la Palabra, mora en ella, para que luego de tu tiempo devocional, de quietud, en la mañana, o a la hora que sea, puedas recordar lo que leíste, porque meditaste en lo que leíste.
Hace un tiempo escuché una maravillosa lección de escuela dominical en mi iglesia y un versículo de lo que se enseñó fue una lección para mí. Era 2 Pedro capítulo 1, versículo 2: «Gracia y paz sean multiplicadas a ustedes en el conocimiento de Dios y de Jesús nuestro Señor».
El profesor hizo un gran trabajo explicando lo que significa esa palabra (pasaje?): la gracia de Dios y la paz de Dios para nosotros se multiplican y están disponibles en cada circunstancia de la vida, si tan solo llegamos a conocer a Dios. Así es como obtenemos más gracia y paz.
Y permíteme decir rápidamente que estuve meditando en ese versículo de 2.ª Pedro capítulo 1, por días desde esa clase de Escuela dominical, tratando de hacerlo parte de mi ser y dándome cuenta de que cuando necesito más gracia y más paz, lo que necesito hacer es conocer a Dios. Necesito conocer Su Palabra; necesito conocer mejor a Cristo. Así es como obtengo gracia y paz. Medito en esa Palabra de Dios a lo largo del día.
Bueno, versículo 147 del Salmo 119: «Me anticipo al alba y clamo; en Tus palabras espero». No sé si ese fue uno de esos días en que el salmista simplemente se levantó temprano y pensó en lo que tenía en su día, lo que tenía que enfrentar ese día, y ya antes de levantarse de la cama, está diciendo: «¡Señor, ayúdame! ¡Te necesito! No puedo superar este día. Mi esperanza está en Tu Palabra». Puedo imaginar que tal vez se levantó de la cama, se puso de rodillas y sacó el libro de la ley del Señor y dijo: «Señor, dame lo que necesito para enfrentar este día. Espero en Tu Palabra».
Versículo 148: «Mis ojos se anticipan a las vigilias de la noche, para meditar en tu palabra». Hace un tiempo conversaba con una amiga que ha tenido algunos problemas para dormir por la noche, y hablábamos de cómo podemos usar ese tiempo para simplemente acostarte en la cama, tal vez, y pensar en el Señor, pensar en Su Palabra. Tomar una frase de las Escrituras. Meditar en ella. ¡Medita en ella!
Bueno, la Palabra de Dios promete que aquellos que meditan en la Palabra de Dios florecen y dan buen fruto.
- ¿Quieres florecer en tu caminar con Dios?
- ¿Quieres crecer como cristiana?
- ¿Quieres ser fructífera en el ambiente de trabajo en el que Dios te ha puesto?
- ¿Quieres representar bien a Cristo en tu vocación?
- ¿Quieres florecer como esposa, amando a tu marido?
- ¿Quieres ser fructífera como madre, criando hijos que amen al Señor?
- ¿Quieres ser fructífera como abuela?
- En cada temporada de la vida, ¿quieres florecer en el llamado de Dios?
La única cosa en la Palabra de Dios que promete éxito es si meditamos en la Palabra del Señor. Salmo 1, versículos 1-3:
«. . .en la ley del Señor está su deleite, y en Su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo y su hoja no se marchita. . .».
No importa cuán anciana se ponga, no importa cuán estresada esté, no importa cuán dura sea la vida, no importa cuál sea la circunstancia, esta persona que medita en la ley del Señor día y noche, sus hojas nunca se marchitarán; nunca se vuelve espiritualmente estéril, sino que siempre está dando fruto. «En todo lo que hace, prospera» (v. 3).
Si tienes tu Biblia abierta en el Salmo 119, déjame pedirte que mires el versículo 16. El salmista dijo: «Me deleitaré en Tus estatutos y no olvidaré Tu palabra». Luego el versículo 93: «Jamás me olvidaré de Tus preceptos, porque por ellos me has vivificado». Varias veces a lo largo del Salmo 119 escuchamos al salmista decir: «No me olvidaré de Tu palabra».
¿Y qué significa cuando dice: «Me acordaré de tu Palabra»? Para recordar la Palabra de Dios, necesitamos pasar tiempo memorizando las Escrituras. Ahora, Dios puede no pedirte que memorices todo el Nuevo Testamento y ni siquiera hay nada en memorizar toda la Biblia que te haga más espiritual que alguien que no lo hace. Pero si quieres tener la Palabra de Dios realmente arraigada en tu sistema, una de las cosas que te ayudará a hacerlo es memorizar porciones de las Escrituras.
En años pasados, más que en años recientes (y he tenido más dificultad con esto porque, uno, he envejecido y, dos, porque he usado diferentes traducciones), pero por muchos años he pasado mucho tiempo memorizando las Escrituras. Estoy encontrando tal beneficio y bendición de esos años de entrar las Escrituras en mi mente y en mi corazón por medio de la memorización de las Escrituras. He descubierto que es una de las mejores ayudas y herramientas, no solo para meditar en las Escrituras, sino para que realmente formen parte de mi ser.
Ahora, puede que estés pensando: «Pero es que no sé memorizar». En realidad, hoy en día puedo comprender un poco mejor con las personas que dicen eso, que hace diez años. Lo que me lleva a decir, por cierto, lo importante que es que los niños y los jóvenes memoricen las Escrituras mientras puedan, mientras no sea tan difícil.
A menudo les he dicho a las madres que si yo estuviera criando niños hoy, una cosa que haría absolutamente es que esos niños estuvieran memorizando capítulos y libros de la Palabra de Dios. Esos niños pueden memorizar; ellos pueden guardar la Palabra de Dios en su corazón. Me aseguraría de que esos niños memorizaran el libro de Proverbios, muchos de los salmos y gran parte del Nuevo Testamento, solo para que lo tuvieran en sus mentes, porque he visto en mi propia vida el valor de mucha de esa memorización hecha cuando era una niña y una mujer joven.
Pero aquellas de nosotras que ya no somos jovencitas y mujeres jóvenes, podemos pensar: no puedo memorizar. Leí a un autor, Don Whitney, que decía que el problema no es tanto nuestra incapacidad para memorizar, sino nuestra motivación. Él dijo: «¿Qué pasaría si te ofreciera 1,000 dólares por cada versículo que pudieras memorizar en los próximos siete días? ¿Crees que mejoraría tu actitud hacia la memorización de las Escrituras y tu capacidad para memorizar?». Cualquier recompensa económica sería mínima en comparación con el valor acumulado del tesoro de la Palabra de Dios depositado en tu mente.
Así que es un asunto de motivación. El hecho es que todos memorizamos. Memorizamos todo el tiempo. Memorizamos los nombres de las personas; algunos lo hacen mejor que otros. Pero lo hacemos. Memorizamos anuncios de televisión, números de tarjetas de crédito, números de teléfono.
Memorizamos las cosas que nos parecen importantes o que nos motivan a memorizar o que utilizamos todo el tiempo, que usamos repetidamente, las cosas que forman parte de nuestra vida cotidiana. La memorización de las Escrituras no es diferente. Requiere motivación, una razón para querer hacerlo, y un repaso sistemático y regular.
Ahora bien, si nunca has memorizado las Escrituras o no lo has hecho recientemente, permíteme animarte a comenzar con pequeñas porciones. Tal vez solo uno o dos versículos a la semana. Anótalos en una tarjeta, selecciona versículos que se relacionen con preocupaciones o necesidades específicas en tu vida, cualquiera que sea la temporada en la que te encuentres. Pídele a Dios que te dirija a las Escrituras que te ayudarán a santificarte en esa temporada o en esa necesidad de tu vida.
Si estás luchando, por ejemplo, con hablar demasiado o con un espíritu crítico, busca algunos versículos en Proverbios que tengan que ver con la lengua y anótalos en una tarjeta y llévalos contigo. En diferentes momentos y lugares repásalos una y otra vez en tu mente a lo largo del día.
Repasa las Escrituras que estás memorizando antes de irte a dormir por la noche. Eso ayuda mucho a reforzar la Escritura en tu memoria, porque lo que sea que esté en tu mente cuando te vayas a la cama en la noche es lo que va a estar trabajando en tu subconsciente durante la noche. He descubierto que esa es una herramienta útil para memorizar las Escrituras.
Memoriza con un compañero. Pídele a una compañera de oración, o a una compañera de caminata, o a una amiga, o a tu pareja, o a tus hijos que memoricen algunas Escrituras contigo para que puedan animarse mutuamente y citarse las Escrituras el uno al otro.
Al memorizar las Escrituras, experimentarás muchos beneficios en tu vida. Descubrirás que las Escrituras
- Limpia y renueva tu mente.
- Te mantendrá alejada del pecado.
- Proveerá la perspicacia y dirección que necesitas cuando estás en medio de situaciones de la vida real y no tienes tu Biblia a la mano. Lo que tienes guardado en tu corazón es lo que te dará dirección.
- Fortalecerá tu espíritu.
- Te ayudará a combatir los ataques del enemigo en tu mente y en tus emociones.
Y todas nosotras como mujeres sabemos lo que eso significa. Sabemos lo que significa en esos días del mes y temporadas de la vida tener nuestras emociones y nuestra mente fuera de control. Tu esposo y tus hijos no pueden entender lo que está pasando, y tú no estás segura de poder entender lo que está pasando.
Pero si tienes la Escritura guardada en tu corazón, encontrarás que la Escritura guardará tu mente y protegerá tus emociones cuando quieran salirse de control.
- La memorización de las Escrituras te ayudará a incrementar tus deseos espirituales; te dará más hambre de Dios.
- Disminuirá tus deseos carnales mientras memorizas las Escrituras.
- Te protegerá de patrones de pensamiento erróneos.
- Te ayudará a fijar tu mente y tu afecto en las cosas de arriba.
Recuerdo que de niña recibí una carta de una mujer anciana que era amiga de nuestra familia, y nunca lo he olvidado. Me retó a que empezara a memorizar un versículo de las Escrituras cada semana. Dijo que la Palabra de Dios es como las perlas. Mencionó en la carta que al final de un año, si lo hacía, tendría cincuenta y dos perlas, es decir, versículos de las Escrituras, en mi corazón.
Yo no he hecho eso, memorizar un versículo a la semana durante todos estos años, pero ha sido un gran recordatorio. Y algo que se me ha quedado grabado en la mente fue ese reto de aquella mujer anciana sobre memorizar la Palabra de Dios.
Cuando he leído las vidas, las biografías de grandes hombres y mujeres de Dios, he visto el valor que la memorización de las Escrituras ha tenido en sus vidas. Hace un tiempo leí un libro llamado La Esposa del Pastor, que es una autobiografía de Sabina Wurmbrand, cuyo esposo fue encarcelado en prisiones rumanas durante catorce años bajo el régimen comunista de ese país, y durante un período de tiempo ella misma, como esposa de pastor, fue encarcelada.
Ella dice en ese libro:
«Después del trabajo, las mujeres se acercaban a los presos cristianos y pedían, incluso suplicaban, que les dijeran algo de lo que recordábamos de la Biblia. [Las palabras daban esperanza, consuelo y vida. No teníamos Biblia. Teníamos más hambre de ella que de pan. [Cuando no lo tienes, realmente tienes hambre de él.]
Cómo me hubiera gustado aprender más de memoria, pero repetíamos a diario los pasajes que nos sabíamos y también por la noche, cuando hacíamos vigilias de oración. Otros cristianos, como yo, habían memorizado deliberadamente largos pasajes sabiendo que pronto les llegaría el turno. Llevaban riquezas a la cárcel».
¿No es eso maravilloso? ¿Cuáles eran las riquezas? Era el tesoro de la Palabra de Dios guardado en sus corazones. Ella dijo:
«Mientras otros discutían y peleaban, nosotros nos tumbábamos en nuestros colchones y utilizábamos la Biblia para orar y meditar, y nos repetíamos sus versículos durante las largas noches. Aprendíamos lo que traían los recién llegados y les enseñábamos lo que sabíamos».
Así que una Biblia oral, no escrita, circulaba a través de todas las prisiones rumanas.
Al leer ese relato pensé en el Salmo 119, versículo 61: «Los lazos de los impíos me han rodeado, pero no me olvido de Tu ley». Puede que nunca te encuentres encarcelada en una prisión literal por tu fe, pero puede que vivas en una prisión, en un matrimonio, en una situación familiar, en un ambiente de trabajo, en una situación de iglesia o de tu vecindario, y se sienta como una prisión para ti. «Los lazos de los impíos me han rodeado», ¿cuál es mi esperanza? «pero no me olvido de Tu ley».
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth ha estado explicando cómo conocer las Escrituras nos da esperanza.
En Aviva Nuestros Corazones, buscamos ayudarte a entrar en la Palabra de Dios y que la Palabra de Dios entre en ti. Por ello, queremos decirte que tenemos un recurso disponible para ti que te ayudará a estudiar la Biblia de manera intencional. Si buscas motivación, ánimo o consejos prácticos para aprender y amar la Palabra de Dios, creemos que este es un buen lugar para empezar.
Nuestro reto «Mujer Verdadera 365 Cronológico» es un recurso que puede ayudarte a desarrollar el hábito de entrar cada día en la Palabra y que la Palabra entre en ti. Visita nuestro sitio web AvivaNuestrosCorazones.com para buscar más información o escríbenos por nuestras redes sociales solicitando el enlace del reto.
Ahora bien, ¿habías pensado en que la lectura de la Biblia puede ser comparado con preparar una comida?
Nancy: Quiero que te imagines que abres el refrigerador de tu casa, cierras los ojos, extiendes la mano y tomas cualquier cosa que alcance tu mano. Sacarías tres o cuatro cosas, y esa sería tu comida.
Puedes tomar un frasco de mayonesa, un frasco de pepinillos y un melocotón, o lo que tengas en el refrigerador en ese momento. Y me dirías: «Es una manera horrible de armar un menú».
Bueno, estoy de acuerdo. Pero es una imagen de la forma en que muchas personas se acercan a la Palabra de Dios. Toman ciegamente cualquier pasaje al que llegan primero. Abren la Biblia y escogen un pasaje aquí, otro allá, sin una secuencia particular, sin un orden particular, y así es como leen las Escrituras.
Sabemos que nuestros cuerpos requieren, físicamente, comidas y dietas nutricionalmente balanceadas para mantenernos saludables. Pero si solamente ingieres cierto tipo de comida y no tienes una dieta balanceada, tu cuerpo lo va a sentir tarde o temprano.
Del mismo modo, nuestros espíritus necesitan el equilibrio que proviene de la lectura de toda la Palabra de Dios, de todo el consejo de Dios, sin limitarnos a aquellos pasajes que nos parecen especialmente apetitosos o a cualquier pasaje que leemos a ciegas mientras recorremos las Escrituras.
Creo que el crecimiento espiritual de muchos creyentes se detiene debido a su dieta espiritual.
Débora: Sigue escuchando más sobre esto, Nancy nos hablará más de este tema la próxima semana. ¡Te esperamos!
Ayudándote a descubrir y abrazar las verdades de la Palabra de Dios, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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