Una lectura en oración
Débora: ¿Con qué frecuencia se leen las Escrituras en voz alta en tu iglesia? Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth describiendo la condición de muchas iglesias evangélicas.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Queremos ser entretenidos, queremos cuarenta y cinco minutos de música que nos haga sentir bien, y luego queremos que nos den si acaso veinticinco minutos de enseñanza y predicación (si es que lo soportamos), pero en esa enseñanza y predicación, tal vez ni siquiera se use la Biblia.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «El lugar apacible», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 23 de mayo de 2024.
Si eres madre de niños pequeños, espero que siempre que puedas les leas en voz alta. Tener este hábito es bueno para ellos, y sin duda es bueno para ti. Pero ese no es el único contexto en el que la lectura en voz …
Débora: ¿Con qué frecuencia se leen las Escrituras en voz alta en tu iglesia? Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth describiendo la condición de muchas iglesias evangélicas.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Queremos ser entretenidos, queremos cuarenta y cinco minutos de música que nos haga sentir bien, y luego queremos que nos den si acaso veinticinco minutos de enseñanza y predicación (si es que lo soportamos), pero en esa enseñanza y predicación, tal vez ni siquiera se use la Biblia.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «El lugar apacible», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 23 de mayo de 2024.
Si eres madre de niños pequeños, espero que siempre que puedas les leas en voz alta. Tener este hábito es bueno para ellos, y sin duda es bueno para ti. Pero ese no es el único contexto en el que la lectura en voz alta es realmente útil, y Nancy lo explica en esta serie que continuamos el día de hoy titulada: «Entra en la Palabra y deja que la Palabra entre en ti». Escuchemos.
Nancy: Este mes estamos retando a nuestras oyentes a que hagan lo único que marcará una gran diferencia en su crecimiento espiritual y en su vida y es leer la Biblia, pasar algún tiempo cada día en la Palabra, escuchando al Señor y respondiendo a Su Palabra en oración, adoración y alabanza.
Si todavía no tienes este hábito, en el programa anterior te animamos a que aceptes el Reto de 30 Días, sin importar el mes en que estemos y que cada día, durante los próximos treinta días, pases un tiempo a solas con el Señor en la Palabra y en oración.
Déjame decirte que Satanás, el enemigo de tu alma, te enfrentará de múltiples maneras una vez que hagas este compromiso. Él no quiere que saques ese tiempo. Él no quiere que lo disfrutes, él no quiere que sea una bendición para ti porque él sabe que si perseveras, cambiará tu vida.
Así que quiero retarte, y en las próximas sesiones hablaremos más de cómo leer la Palabra, pero quiero comenzar esta sesión diciendo que necesitamos leer la Palabra. Ese es el punto de partida.
Permítanme leerles un correo electrónico que recibimos de una joven después de haberle ofrecido el Reto de 30 Días el año pasado. Ella dijo:
«He leído la Biblia de tapa a tapa por 9 años consecutivos. Cada año que pasa es más y más dulce. Siempre me sorprende lo fresca y familiar que me resulta la Palabra cada día.
El tiempo que paso con el Señor es el más importante de mi día. No podría vivir sin este tiempo con Él. A veces me lo pierdo, pero intento recuperar la lectura y el tiempo. Espero que muchas de las que están escuchando acepten el reto. ¡Será una bendición para ellas!».
Espero que este testimonio te anime, a desarrollar el hábito, si aún no lo tienes, de apartar un tiempo cada día para leer la Palabra de Dios.
Algunas personas dicen que no pueden entender la Biblia. Y debo admitir que hay partes en la Biblia que son difíciles de entender. Aun el apóstol Pedro dijo en sus escritos que los escritos de Pablo eran difíciles de entender, si a Pedro se le hizo difícil no es de sorprender que a nosotras nos resulten difíciles. Pero creo que la razón principal por la que las personas no entienden la Biblia o no sacan nada de la lectura es porque no la leen.
La Biblia es algo que, para extraer algo de ella, para llegar a disfrutarla y comprenderla, requiere esfuerzo. Requiere trabajo. Requiere tiempo. Requiere perseverancia. Requiere leerla.
Y no basta con hablar de leerla. No puedes limitarte a tener un montón de copias y diferentes traducciones, diferentes colores, tamaños y formas en tu biblioteca. Tienes que abrirla y leerla.
John Quincy Adams, el sexto presidente de los Estados Unidos, dijo:
«Durante muchos años me he propuesto leer la Biblia una vez al año. . . . Mi respeto por la Biblia es tan grande que cuanto antes empiecen a leerla mis hijos, más confío en que serán ciudadanos útiles para su país y miembros respetables de la sociedad».
Haz que tus hijos lean las Escrituras. Y tú me dirás: «Bueno, tengo hijos. Y entonces, ¿cómo puedo hacer para tener yo ese momento a solas con la Palabra de Dios?» Enséñale a tus hijos a tener un tiempo devocional, y que ellos vean que hay un tiempo del día que has apartado para leer las escrituras. Animales, a medida que vayan creciendo, a leer, o a que tú les leas, o a que ellos lean contigo, y luego, mientras van creciendo, a que lean por sí mismos, para que eso se convierta en parte de su vida también.
Hay tantas referencias en las Escrituras a la lectura de la Palabra de Dios. Permíteme destacar algunas de ellas.
En primer lugar, vemos en Apocalipsis capítulo 1, versículo 3, que hay una bendición prometida a los que leen la Palabra. Apocalipsis 1, versículo 3, dice:
«Bienaventurado el que lee y los que oyen las palabras de la profecía y guardan las cosas que están escritas en ella, porque el tiempo está cerca».
Hace un tiempo, cuando terminaba la lectura de la Biblia en un año, me encontré con ese versículo cuando estaba llegando al final de mi lectura de la Biblia: «Bienaventurado el que lee y los que oyen las palabras de esta profecía». Algunas traducciones dicen: «el que lee en voz alta», y pensé: «Si hay una bendición en leer la Palabra de Dios en voz alta, quiero tener esa bendición». Así que cuando estaba llegando al final de la Biblia, la abrí en el libro de Apocalipsis, y lo dividí en dos segmentos, leí en voz alta todo el libro de Apocalipsis, simplemente lo leí en voz alta.
¡Y qué bendición fue para mí en ese momento! Y por fe, también creo que va a ser una bendición en los días venideros. Esa es una bendición prometida si leemos la Palabra de Dios.
En el Antiguo Testamento se les dijo a los reyes de Israel que escribieran a mano una copia de la Palabra de Dios, y que la leyeran todos los días por el resto de sus vidas. ¿Por qué? Para que aprendieran a temer al Señor guardando todas las palabras de Su Ley. Así que la escribieron y luego la leyeron.
En más de una ocasión en el Antiguo Testamento, el avivamiento comenzó cuando el pueblo de Dios se dispuso a leer la Palabra de Dios que, hasta ese momento, había sido descuidada. El capítulo 8 de Nehemías describe uno de esos casos.
«Todo el pueblo se reunió como un solo hombre en la plaza que estaba delante de la puerta de las Aguas, y pidieron al escriba Esdras que trajera el libro de la ley de Moisés que el Señor había dado a Israel. [Todo lo que ellos tenían era la ley del Antiguo Testamento].
Entonces el sacerdote Esdras trajo la ley delante de la asamblea de hombres y mujeres y de todos los que podían entender lo que oían. Era el primer día del mes séptimo.
Y leyó en el libro frente a la plaza que estaba delante de la puerta de las Aguas, desde el amanecer hasta el mediodía, en presencia de hombres y mujeres y de los que podían entender; [Eso significa que también había allí jóvenes y niños] y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley.
Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo, pues él estaba en un lugar más alto que todo el pueblo; y cuando lo abrió, todo el pueblo se puso en pie» (vv. 1-3, 5).
Y por cierto, ¡eso me encanta! Lo hacen en la iglesia a la que asisto. Nos ponemos de pie para la lectura de la Palabra de Dios. Pienso que hay algo muy valioso y significativo en eso cuando honramos la Palabra de Dios.
Luego el versículo 8 nos dice que los levitas:
«. . .leyeron en el libro de la ley de Dios, interpretándolo y dándole el sentido para que entendieran la lectura».
Y quiero recordarte que tenemos recursos disponibles aquí en Aviva Nuestros Corazones que te ayudarán a entender la Palabra de Dios. Uno de ellos es Mujer Verdadera 365 Cronológico. El propósito de este plan de lectura es que puedas leer toda la Biblia de manera cronológica. Cada día de lectura está acompañado de un pequeño devocional que te ayudará a profundizar y meditar en los pasajes asignados para cada día con el objetivo de que entres en la Palabra y que la Palabra entre en ti.
Ahora, continuando con nuestro pasaje, dice que el pueblo se puso de pie, los levitas leyeron la ley, y el pasaje en Nehemías 8 continúa diciendo:
«. . .leyeron en el libro de la ley de Dios, interpretándolo y dándole el sentido para que entendieran la lectura. . .Entonces todo el pueblo se fue a comer, a beber, a mandar porciones y a celebrar una gran fiesta, porque comprendieron las palabras que les habían enseñado» (vv. 8, 12)
Cuando el pueblo escuchó la Palabra, cuando la obedeció, cuando la entendió, cuando se comprometió con ella, Dios envió un avivamiento, y el pueblo se fue con gran alegría.
Bueno, vemos muchas otras referencias en las Escrituras sobre leer la Palabra. En los Evangelios, Cristo les dijo a aquellos que lo criticaban: «¿No han leído en la ley. . .?» (Mateo 12:3, 5). Y luego les citaba lo que supuestamente sabían pero que no estaban haciendo. «¿Nunca leyeron en las Escrituras. . .?» (Mateo 21:42). Cristo esperaba que hubieran leído las Escrituras, y cuando necesitaban ser corregidos, ¿qué hacía? Los enviaba de vuelta a la Escritura, para que leyeran lo que Dios decía.
Piensa en ese pasaje en Hechos capítulo 8, donde el eunuco etíope estaba leyendo el rollo del libro de Isaías, y mientras lo hacía, sus ojos fueron abiertos, y Dios le dio a su corazón fe y arrepentimiento y salvación. Mientras leía, Dios trajo a alguien que pudo ayudarle a entender lo que estaba leyendo, y su vida fue transformada.
Vemos con frecuencia en las epístolas del Nuevo Testamento que la lectura pública y la exposición de la Palabra de Dios deben ser una prioridad en nuestras iglesias. Repetidamente vemos esto.
En el capítulo 4 de Colosenses, Pablo dice: «Cuando esta carta se haya leído entre vosotros, (la carta a los colosenses) háganla leer también en la iglesia de los laodicenses. Ustedes, por su parte, lean la carta que viene de Laodicea» (v. 16). Leer la Palabra de Dios en la iglesia. Ahora, tú pudieras pensar: eso suena obvio, pero no debe ser tan obvio. Pablo debe haber sabido que tendríamos una tendencia a desviarnos para hacer otras cosas en la iglesia, y por eso él enfatizó la lectura de la Palabra en la iglesia.
Primera de Tesalonicenses 5 dice: «Les encargo delante del Señor que lean esta carta a todos los hermanos» (v. 27, NVI).
Y en 1.ª Timoteo 4, versículo 13 dice: «Entre tanto que llego, ocúpate en la lectura de las Escrituras, de la exhortación y la enseñanza». «Ocúpate en la lectura pública de las Escrituras, de la exhortación y la enseñanza». Es decir, a ayudar a la gente a entender la Palabra. Enseñar: ¿A qué se refiere? ¿Qué significa? ¿Qué debemos hacer al respecto?
Hay una tendencia hoy en día, y no estoy segura de que sea realmente nueva, pero cada vez soy más consciente de ella, una tendencia en el mundo evangélico a prescindir de la enseñanza y la lectura de las Escrituras.
Ahora, nunca diríamos: «No vamos a enseñar o leer las Escrituras». Pero piensa en muchas de las conferencias, servicios de iglesia, o estudios bíblicos a los que asistimos, y piensa con qué frecuencia escuchas realmente la Palabra de Dios es leída y enseñada en esas conferencias y en esos servicios de iglesia hoy en día.
Cuando te mudas a una nueva área quizás, y estás buscando una iglesia para tu familia, busca una iglesia que lea y enseñe la Palabra de Dios, y no sola una iglesia que tenga buenos principios, testimonios y buena enseñanza sobre los principios de las cosas espirituales, sino que realmente enseñe la Palabra de Dios.
Hoy en día, queremos ser entretenidos, cuarenta y cinco minutos de música que nos haga sentir bien, y luego queremos que nos den si acaso veinticinco minutos de enseñanza y predicación (si es que lo soportamos), pero en esa enseñanza y predicación, tal vez ni siquiera se use la Biblia.
Recuerdo que fui a una conferencia cristiana de mujeres y me quedé asombrada por el hecho de que prácticamente no se utilizaron las Escrituras durante toda la conferencia. Se hablaba de muchas cosas espirituales, se contaban muchas historias, había muchos ejemplos, mucho humor, muchas historias conmovedoras, pero la Palabra de Dios brillaba por su ausencia.
Eso puede ser divertido, puede ser entretenido, pero nos dejará espiritualmente empobrecidos, espiritualmente anémicos, porque cuando regresamos a nuestros hogares de esas conferencias o de esos servicios de iglesia, estamos regresando a las mismas circunstancias, a las mismas necesidades, al mismo vacío en nuestro corazón, a las mismas luchas, y no seremos cambiadas en absoluto si no hemos estado bajo la lectura, la predicación y la enseñanza de la Palabra de Dios.
Tal vez no puedas controlar lo que hacen en tu iglesia, pero puedes controlar lo que haces en tu casa, en tu horario, en tu día, y no critiques si tu iglesia no está leyendo la Palabra de Dios si tú no la estás leyendo. Lee la Palabra de Dios, y te prometo que cambiará tu vida.
Débora: Hemos estado escuchando a Nancy DeMoss Wolgemuth, y tal vez esta enseñanza de Aviva Nuestros Corazones te ha animado a comenzar a leer la Palabra de Dios diariamente. Si es tu caso, te comparto que los estudios nos dicen que toma desde dieciocho hasta 254 días formar un hábito. Y bueno, nosotros queremos darte un buen empujón en tu intención de formar el hábito de la lectura de la Palabra con el plan de lectura bíblica «Mujer Verdadera 365 Cronológico». Puedes conocer más de este recurso visitando nuestra página web AvivaNuestrosCorazones.com. Sigamos siendo animadas por Nancy con la enseñanza del día de hoy.
Nancy: Quiero proponerte que leas la Palabra de Dios en oración, que ores antes de leer, mientras lees y después de leer, pidiéndole a Dios que te enseñe, que te dé entendimiento de Su Palabra, que te ayude a entender porciones que son difíciles de comprender y haga que pasajes familiares se vuelvan frescos para ti.
Existe un peligro para aquellas de nosotras que hemos estado leyendo la Palabra de Dios por años, como yo lo he estado haciendo, y es que cuando llegamos a algunos de esos pasajes que son tan familiares, nuestra vision espiritual se vuelve borrosa, se nubla. Decimos: ya he estado allí; he visto eso; ya lo he hecho. Bueno, mientras oramos, le pedimos al Señor:
- ¿Lo harías fresco para mí?
- ¿Lo harías nuevo en mi corazón hoy?
Le pedimos a Dios que se revele a través de Su Palabra, que nos muestre Su corazón y Sus caminos.
Desde hace varios años, hay una oración que oro casi todos los días antes de empezar a leer las Escrituras. Proviene de varios versículos de los Salmos y uno del libro de Job; hago esta oración cuando empiezo a leer las Escrituras. Estas son las palabras que oro:
«Oh Señor, abre mis ojos para que pueda ver cosas maravillosas en Tu Ley. Dame entendimiento, y guardaré tu ley, la obedeceré de todo corazón. Muéstrame Tus caminos, oh Señor. Enséñame Tus caminos. Guíame en Tu verdad y enséñame, porque Tú eres Dios, mi Salvador, y mi esperanza está en Ti todo el día. Lo que no veo, enséñamelo. Si he hecho iniquidad, no la haré más».
Así que, antes de empezar a leer la Palabra de Dios, hago esa oración, y a veces la hago de memoria, pero trato de hacerla pensando en lo que estoy orando mientras le pido al Señor que haga esa obra en mi corazón.
Ahora, mientras hago esa oración, hay dos cosas que le estoy expresando al Señor. La primera es que estoy reconociendo que necesito que Él me ayude mientras leo este Libro, que dependo de Su Espíritu Santo, que este no es un libro ordinario que estoy a punto de leer, sino que es sobrenatural. Fue inspirado por el Espíritu Santo, fue escrito por Dios, y no puedo entenderlo si el Autor de este Libro no me ayuda a hacerlo. Así que le pido que me enseñe, que me dé entendimiento.
Jesús les dijo a Sus discípulos que iba a enviar al Espíritu Santo como Consejero, para enseñarles y guiarlos a toda la Verdad, y 1.ª Corintios 2 nos dice que la persona natural, la persona que no tiene a Cristo en su vida, no puede entender las cosas de Dios. Por eso la Biblia es un libro muerto para los incrédulos.
Y, por cierto, si no puedes sacar nada de la Palabra de Dios, tal vez quieras preguntarte: «¿Soy realmente una hija de Dios?». Porque si el Autor de este Libro realmente vive en tu corazón, y tú se lo permites, Él te abrirá las cosas de Dios. Necesitamos que el Espíritu Santo que inspiró este Libro nos dé entendimiento. ¿Te falta sabiduría? Pídesela a Dios, y Él te la dará. Necesitamos pedirle al Señor que sea nuestro Maestro y que haga brillar Su luz en este Libro.
Hemos estado estudiando el Salmo 119, y vamos a leer varios versículos de ese capítulo, donde el salmista eleva una oración, pidiéndole a Dios que le enseñe. Veamos una pequeña parte de eso, voy a citar varios versículos del salmo comenzando en el versículo 12 del Salmo 119: «Bendito Tú, oh Señor; enséñame tus estatutos».
v.26«De mis caminos te conté, y Tú me has respondido» (v. 26).
«Hazme entender. . .», esa es una oración, «el camino de Tus preceptos»
(v. 27).
«. . .en Tu bondad concédeme Tu ley» el salmista ora: «Señor, enséñame» (v. 29).
«Enséñame, oh Señor, el camino de Tus estatutos, y lo guardaré hasta el fin» (v. 33).
«Hazme andar por la senda de Tus mandamientos, porque en ella me deleito» (v. 35).
«Inclina mi corazón a Tus testimonios» (v. 36). Oh Señor, dame un corazón y un hambre por Ti y Tu Palabra.
«La tierra, oh Señor, está llena de Tu misericordia; enséñame Tus estatutos» (v. 64).
«Enséñame buen juicio y conocimiento, pues creo en Tus mandamientos»
(v. 66).
«Bueno eres Tú, y bienhechor; enséñame Tus estatutos» (v. 68).
«Tus manos me hicieron y me formaron; dame entendimiento para que aprenda Tus mandamientos» (v. 73).
Señor, te necesito. Estas palabras son solo tinta en una hoja si Tú no vienes y me enseñas, me das entendimiento, e inclinas mi corazón hacia Tus mandamientos. Y así sucesivamente.
«Haz con Tu siervo según Tu misericordia, y enséñame Tus estatutos»
(v. 124)
«Yo soy Tu siervo, dame entendimiento para que conozca Tus testimonios» (v. 125).
Vengo a la presencia del Señor, y digo: «Oh Dios, te necesito. Necesito que Tu Espíritu Santo abra este Libro y me comunique vida, no solo que me ayude a entender Tu Palabra intelectualmente, sino que enseñe a mi corazón Tus caminos. Enséñame Tus caminos, Señor. Muéstrame Tus caminos. Oh Dios, quiero llegar a conocerte».
Cuando me dispongo a aprender del Señor, como lo hace un discípulo, un aprendiz, estoy diciendo: «Por favor, enséñame», me estoy humillando ante Dios. No vengo como la gran maestra de la Biblia. Cuando tengo mi tiempo devocional, vengo, no como una autoridad en la Palabra de Dios, ni como una maestra de la Palabra, vengo como una aprendiz. Vengo y digo: «Dios, enséñame. Por favor, enséñame. Abre este Libro. Muéstrame Tus caminos».
Ahora, no solo le estoy pidiendo que me enseñe y reconociendo mi necesidad de Él, sino que también me estoy comprometiendo con Dios, por adelantado, a que todo lo que Él me diga a través de Su Palabra, lo haré; lo obedeceré.
Versículo 60 del Salmo 119: «Me apresuré y no me tardé en guardar Tus mandamientos».
Versículo 34: «Dame entendimiento para que guarde Tu ley y la cumpla de todo corazón».
Esto es tan importante porque, a medida que nos adentramos en la Palabra, vamos a encontrar cosas que van en contra de la forma en que estamos viviendo. La Palabra de Dios es como un espejo: nos va a mostrar lo que tenemos en la cara. Nos va a mostrar lo que hay en nuestro corazón. Nos va a mostrar donde nos hemos equivocado.
Una y otra vez, cuando la Palabra de Dios hace eso, trae convicción a mi corazón. Es tan importante que antes de leer, yo ore, y diga: «Señor, cualquier cosa que Tú me digas en este Libro, si estoy de acuerdo con él o no, si me gusta o no, si lo entiendo o no, si tiene sentido o no para mí, si va en contra de todo lo que alguna vez pensé que era verdad, o cualquier cosa que todos los demás me dijeron que era verdad, yo voy a obedecer lo que Tu Palabra dice».
Tenemos hoy un mundo evangélico, y permítanme hablarnos a nosotras como mujeres en particular, no es que no sea cierto para los hombres, pero me dirijo a nosotras como mujeres: tenemos mujeres que llenan nuestras iglesias, nuestras iglesias evangélicas, que leen la Biblia, que la estudian, que la enseñan a otros en algunos casos, que saben mucho acerca de la Palabra, pero que no viven sus vidas de acuerdo con la Palabra de Dios.
Están tomando decisiones y valorando y juzgando y escogiendo prioridades que son totalmente contrarias a la Palabra de Dios.
¿Cómo tratamos con eso? Comenzamos diciendo: Señor, lo que sea que me muestres, obedeceré.
Así que, ¿por qué Dios se tomaría el tiempo de enseñarte Su Palabra si no estás comprometida a hacer lo que dice? La Palabra de Dios no es una cafetería donde simplemente vamos y escogemos lo que nos gusta, lo que nos hace sentir bien para ese día. Tiene algunas cosas duras, algunas cosas que no son fáciles de digerir. Tiene medicinas, y a veces las medicinas no saben bien, pero las necesitamos.
Tengo que decir que cuando entro en la Palabra, la leo en oración, y no solo lo hago antes de leerla, sino mientras la leo y después de leerla, le digo al Señor: «Señor todo lo que me has dicho, guardaré Tu Ley y la cumpliré. La obedeceré por Tu gracia y por el poder de Tu Espíritu Santo».
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth nos acompañará nuevamente para orar. Ella nos ha descrito un tipo de lectura bíblica que es mucho más plena y emocionante que la que experimenta mucha gente. Espero que aprendas a sacarle más provecho a la Biblia y afirmes en tu corazón que es muy importante pasar tiempo a solas con Dios.
En Aviva Nuestros Corazones tenemos recursos disponibles para ayudarte a estudiar la Biblia de una manera más rica y profunda, uno de ellos es el reto «Mujer Verdadera 365 Cronológico». Si aún no lo conoces, el propósito de este plan de lectura es que puedas leer toda la Biblia de manera cronológica en un año. Cada día de lectura está acompañado de un pequeño devocional que te ayudará a profundizar y meditar en los pasajes asignados para cada día. No dejes pasar más días, ¡únete hoy!
Y bueno, como un adelanto, te comparto que mañana Nancy nos estará hablando del valor que tiene leer la Palabra de Dios cuidadosamente, no te lo querrás perder. Aquí está Nancy para cerrar el episodio de hoy en oración.
Nancy: Señor, pienso en las palabras de Frances Ridley Havergal, la escritora de himnos que dijo: «Maestro, habla, y prepárame para realmente escuchar Tu voz, a través de Tu Palabra, con obediencia alegre y firme, y para seguir cada palabra»¹.
Oh Señor, ayúdanos a tener hambre de leer Tu Palabra. Que la leamos en oración, pidiéndote que nos enseñes, que nos la abras, que nos muestres sus riquezas, que nos muestres a Ti mismo en ella. Y que la leamos con sumisión, con corazones rendidos, diciendo: «Señor, todo lo que Tú digas, de buena gana y con firmeza, obedeceré y seguiré cada una de Tus palabras».
Gracias por esta Palabra que es vida, y que podamos comer de ella, participar de ella, llenarnos de ella, para que nos cambie y nos conforme a Tu imagen. Te lo ruego en el nombre de Jesús, amén.
Débora: Ayudándote a descubrir y abrazar las verdades de la Palabra de Dios, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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