Una fe que salva
Sarah: Rachel Barkey fue diagnosticada con cáncer y eso le dio una importante perspectiva.
Rachel Barkey: En Su providencia, Dios ha usado las cosas difíciles en mi vida para acercarme más a Él, para mostrarme Su gran amor y para enseñarme muchas cosas. He aprendido que no soy perfecta y tengo cicatrices que lo prueban, trece cicatrices. Ellas sirven como un recordatorio físico de la realidad espiritual de que nunca puedo ser perfecta por mi propia cuenta. Yo necesito un Salvador.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Confía en Dios para escribir tu historia», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 2 de abril de 2024.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Proverbios 31, nos dice que una mujer sabia está revestida de fuerza y dignidad y que le sonríe al futuro. Y pensé en este versículo cuando escuché por primera vez el conmovedor mensaje de …
Sarah: Rachel Barkey fue diagnosticada con cáncer y eso le dio una importante perspectiva.
Rachel Barkey: En Su providencia, Dios ha usado las cosas difíciles en mi vida para acercarme más a Él, para mostrarme Su gran amor y para enseñarme muchas cosas. He aprendido que no soy perfecta y tengo cicatrices que lo prueban, trece cicatrices. Ellas sirven como un recordatorio físico de la realidad espiritual de que nunca puedo ser perfecta por mi propia cuenta. Yo necesito un Salvador.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Confía en Dios para escribir tu historia», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 2 de abril de 2024.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Proverbios 31, nos dice que una mujer sabia está revestida de fuerza y dignidad y que le sonríe al futuro. Y pensé en este versículo cuando escuché por primera vez el conmovedor mensaje de Rachel Barkey, una mujer piadosa que le sonreía a un futuro que habría llevado a muchas otras mujeres a rendirse ante la desesperación.
Si te perdiste de la primera parte del mensaje de Rachel ayer, por favor no dejes de visitar avivanuestroscorazones.com, y escuchar el mensaje. Rachel nos dio este mensaje hace unos años. En ese momento ella acababa de saber que le quedaban apenas unas semanas de vida. Al día de hoy ella está disfrutando de la presencia de su Señor. En ese entonces ella estaba tomando 14 medicinas y solo tenía fuerzas suficientes para estar fuera de la cama por unas pocas horas al día.
Ayer Rachel nos habló de la importancia de conocer a Dios y de conocerte a ti misma para poder enfrentar el futuro con confianza. Hoy ella menciona dos cosas más que debemos saber para sonreírle al futuro. Escuchemos.
Rachel: Conoce el evangelio. El evangelio, para aquellos que no están familiarizados con el término, significa «buenas nuevas». Las buenas nuevas de que, a la luz de la perfección de Dios y de nuestra imperfección, Dios ha hecho un camino para que le conozcamos, y ese camino es Jesús.
Pablo, en su carta a la iglesia de Corinto dice:
«Porque yo os entregué en primer lugar lo mismo que recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras» (1 Cor. 15:3-4).
Cuando yo era una niña, debo haber orado un montón de veces para que Jesús entrara en mi corazón. Pensé que le había pedido que entrara, pero tenía miedo de que Él pudiera haberse ido. Luego, cuando crecí y estuve segura de que Él no se había ido, realmente no entendí la diferencia que eso hacía para mí. Yo tenía mi boleto al cielo, por decir así, pero ¿qué diferencia hace esta buena nueva para mí ahora, hoy? Toda la diferencia del mundo, y déjame decirte por qué.
Lo que pasó en la cruz en el calvario fue que cada pecado de cada persona fue colocado sobre Jesús y Dios el Padre derramó Su ira sobre Su Hijo. Dios miró a Jesús, Su Hijo, como si Él hubiese cometido los pecados horribles de hombres y mujeres, y fue castigado por eso; no solo los asesinos y abusadores de niños –sí, ellos también– pero también por mis pecados y tus pecados, todo el orgullo, todo el egoísmo, todas las mentiras, todos los pensamientos y acciones crueles.
La segunda parte de Isaías 53:6 habla de esto. La primera parte que leímos anteriormente es sobre nuestro pecado, y luego encontramos lo que Dios ha hecho con él.
«Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino; pero el Señor hizo que cayera sobre Él (Jesús) la iniquidad de todos nosotros».
Cuando conoces el evangelio, cuando sabes lo que fue hecho por ti y lo recuerdas todos los días, no te sientes ofendida cuando alguien te critica porque te das cuenta de que realmente mereces una crítica mucho más dura, pero la has evitado gracias a Jesús.
Perdonas a tu esposo o a tu amiga cuando ellos te ofenden o te tratan con crueldad porque te das cuenta de lo mucho que ya has sido perdonada por Jesús.
El evangelio no es tan solo un boleto al cielo. Es toda una forma de vida. Algunas de ustedes que conocen a Jesús todavía luchan por comprender cómo esto se aplica a sus vidas diarias; y aún si lo comprendes, mi reto para ti es este: háblate a ti misma.
Martin Lloyd-Jones dice: «¿Te has dado cuenta de que gran parte de tu infelicidad en la vida se debe al hecho de que te estás escuchando a ti misma en vez de hablarte a ti misma?» Lo hacemos todos los días. Cada mañana nos levantamos y empezamos.
«¿Qué día es hoy? Miércoles, oh que bien, otro día de lavar la ropa y hacer diligencias. Nunca se acaba». C.J. Mahaney dice en su libro, La vida cruzcéntrica:
Diariamente nos enfrentamos con dos opciones simples. Podemos escucharnos a nosotras mismas y a nuestras emociones sobre nuestras circunstancias, las cuales cambian constantemente, o podemos hablarnos a nosotras mismas sobre la verdad inmutable de quién es Dios y lo que Él ha logrado en la cruz por nosotros en Su Hijo, Jesús.
Me di cuenta de que yo estaba perdiendo más tiempo escuchándome a mí misma en vez de hablarme a mí misma. Pero porque yo conocía a Dios, me conocía a mí misma y conocía el evangelio, empecé a recordarme estas verdades a diario. Si no lo has hecho todavía:
- Haz un plan para leer la Biblia y síguelo
- Únete a un grupo pequeño de estudio bíblico
- Lee buenos libros, y quiero decir libros que hasta pueden hacerte sentir incómoda.
- Escoge amigas que quieran conocer a Jesús como tú. Yo tengo amigas maravillosas. No hago muchas cosas bien, pero la única cosa que he hecho bien es elegir buenas amigas.
- Escoge una iglesia que hable mucho de Jesús. Porque he hecho estas cosas, soy capaz de recordarme a mí misma del evangelio cuando estoy en medio del conflicto.
La última cosa que he aprendido: conoce tu propósito. El Catecismo de Westminster (probablemente muchas de ustedes no han oído eso antes) afirma que, «el fin principal del hombre es glorificar a Dios y deleitarse en Él». Esto parece, a primera vista, algo bastante extraño de tener como nuestro propósito. Va en contra de todo lo que nuestra cultura nos dice que debemos querer o por lo cual vivir.
Primero que todo, glorificar a Dios, ¿qué clase de propósito es ese? ¿Es Dios arrogante, egoísta o un megalómano que quiere cosas para Su gloria? Me gustaría poder contestarte eso a profundidad. El tiempo no lo permite, pero pregúntalo. Haz la pregunta y busca la respuesta.
No te limites a descartar a Dios o a asumir que sabes quién es Él solo porque no lo entiendes. Dios es cognoscible. Si buscas la verdad, la encontrarás en las preguntas difíciles.
Una respuesta breve es que comenzamos donde empezamos. Conoce a Dios. Sabemos que Dios es perfecto, y así Su deseo de que lo glorifiquemos tiene sus raíces en esta perfección. Un autor explica esto cuando dice:
Cuando un ser humano se glorifica a sí mismo, le roba a otros del gozo, pero cuando Dios muestra y exhibe Su gloria, Él comparte el gozo con Sus criaturas y la integridad con toda la creación. Puesto de forma más directa, sin el conocimiento de la gloria de Dios, seríamos robados del verdadero gozo.
¿Cómo glorificamos a Dios? La respuesta está en la segunda parte de la ecuación, deleitándonos en Él, conociendo a Dios, siendo como Jesús. ¿Qué hizo Jesús? Él sirvió a los demás. Marcos 10:45 dice: «Porque ni aún el Hijo del Hombre vino a ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos». Él vino a servirnos y lo hizo lleno de gozo.
Hace unos años yo estaba luchando con la rutina diaria de la constante limpieza y organización, lavar la ropa (lo cual detesto), tratando de cumplir con plazos de proyectos, cocinando y lavando los platos, contestando emails de trabajo, siendo árbitro de los pleitos entre los niños, dándoles educación escolar en el hogar…tan solo para volver el próximo día o incluso el próximo momento a tener que hacerlo todo otra vez. Yo pensé, «¿esto es todo? ¿Esto es todo lo que se supone que debo hacer?»
Por ese tiempo encontré un blog de alguien que lo dijo de una forma tan concisa que sus palabras se quedaron conmigo desde entonces. Decía: «Estoy aquí para servir con gozo». Hasta ese entonces yo había estado sirviendo. Créeme, yo estaba sirviendo y sirviendo y sirviendo –comidas, bebidas a niños, meriendas, tareas del hogar, cambiando pañales, lavando dientes, organizando.
Yo estaba sirviendo –así como Jesús– pero no lo estaba haciendo con gozo. Una gran diferencia. Estar aquí esta noche es parte de cumplir mi propósito de servir con gozo porque yo sé que uno de mis roles es animar y desafiar a otras mujeres en la iglesia. Tito 2:3-6 dice:
«Asimismo, las ancianas deben ser reverentes en su conducta: no calumniadoras ni esclavas de mucho vino, que enseñen lo bueno, que enseñen a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, a ser prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada».
Ahora, ahí hay mucho de qué hablar, pero el punto es que yo soy una mujer madura, a pesar de los esfuerzos de las cremas de belleza y de usar bastante maquillaje corrector. Uno de los roles que Dios me dio es ayudar a otras mujeres a servir con alegría.
Otro rol en el que sirvo con gozo es el de compartir mi fe con aquellos que no son cristianos. 1 Pedro 3:15 dice:
«Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes. Pero háganlo con gentileza y respeto».
Tengo la esperanza de haber hecho eso esta noche para aquellas de ustedes que todavía no conocen a Jesús. Y es para mis hijos.
Deuteronomio 6:7 dice:
«Diligentemente las enseñarás (hablando de las cosas de Dios) a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes».
Yo pedí que esta noche sea grabada para que algún día Quinn y Kate puedan oír la grabación y escuchar mi corazón. He tenido la bendición de ser su madre durante estos años.
He tenido muchos roles, incluyendo otros que no mencioné aquí, el más conocido es el de esposa, pero en todos estos roles yo he tenido un propósito –ser como Jesús– servir con gozo.
Muchos me han preguntado el porqué. ¿Por qué te está pasando esto a ti, a Neil, a Quinn y a Kate, a tu familia y tus amigos? Yo no pregunto por qué porque yo sé la respuesta, y aquí está. Vivimos en un mundo pecaminoso. Suceden cosas malas, pero no estaba supuesto a ser de esta manera y no va a ser así siempre.
Dios tiene un plan. Él ha hecho un camino para que los pecadores, tú y yo, estén con Él en un mundo perfecto. Ese camino esJesús.
- Admite que has pecado y que enfrentas un problema serio delante de ti a la luz de un Dios que es perfecto y justo.
- Reconoce que no hay nada que puedas hacer para salvarte a ti misma.
- Confía en que Jesús, que murió para pagar por el castigo de tu pecado, ha resucitado de entre los muertos y te ha dado Su justicia.
Esta es la manera de conocer a Dios y algún día estar libre de este mundo de enfermedad y dolor.
Segunda de Pedro 3:9 dice esto:
«El Señor no se tarda en cumplir su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con vosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento».
Así que Dios está siendo paciente, paciente para que todos tengan la oportunidad de arrepentirse y de conciliar las cosas con Él. Es por eso que existe el mal y el sufrimiento en el mundo, porque cuando Él ciertamente regrese a traer juicio, no habrá una segunda oportunidad.
Yo me estoy muriendo, pero tú también lo estás. Ninguna de las dos sabe si incluso verá el mañana, y tal vez la razón por la que estoy sufriendo ahora, la razón por la que Dios está esperando para traer juicio contra toda la maldad en este mundo, es porque Él está esperando por ti, para que tú admitas tu pecado y te vuelvas a Él pidiendo perdón. Quizás eres tú a quien estamos esperando.
Jesús sufrió. Dios no lo libró de eso. ¿Por qué habría Él de librarme, si mi sufrimiento resultase en bien? Si mi sufrimiento es el medio que Dios podría usar para traer a una sola persona hacia Él, sufrir es un honor para mí.
¿Te parece esto extraño? Me imagino que sí, pero realmente es la única manera de que todo esto tenga algún sentido. ¿Un Dios que ve mi sufrimiento pero no es capaz, o peor, que no está dispuesto a librarme de él? ¿Un Dios que ve mi sufrimiento pero lo permite sin mayor propósito o esperanza? Mi Dios es capaz de salvarme, y Él lo hará; ¿pero salvarme de qué? De una vida sin Él.
Hay un lugar donde no hay nada bueno, ni siquiera una suave lluvia o la risa de un niño. Es un lugar donde todo lo que despreciamos de este mundo, la maldad, la injusticia, es la regla sin excepciones.
El infierno es un lugar físico donde Dios no está. En vez de eso, Él me llevará a un mundo perfecto donde Él está, el cielo, donde la vida está llena de maravillas, aventuras y gozo, todo bueno, por toda la eternidad. Mi Dios es capaz de salvarme, y Él lo hará. Este sufrimiento es temporal y la vida que viviré en la eternidad hará que todo esto parezca ligero y momentáneo.
Como un orador explicó, «Dios permite en Su sabiduría aquello que Él podría evitar fácilmente por Su poder».
Escogí el título de esta charla, La muerte no es morir: Una fe que salva. La primera parte vino de uno de mis predicadores y autores favoritos, Charles Spurgeon, y la segunda vino de otro de mis maestros favoritos, nuestro pastor en Westside, Norm Funk, cuando él planteó recientemente la pregunta de Santiago 2:14: «¿Puede esa fe salvar?» Él señaló que la palabra más importante en ese versículo es la palabra esa.
¿Puede esa fe salvar? Todos tenemos fe en algo, pero no todos los tipos de fe salvan. La fe que yo tengo salva, así que cuando digo que la muerte no es morir, la parte de mí que morirá es solo un cascarón.
Las próximas semanas o meses no serán agradables. El cáncer de hueso es intensamente doloroso, y ya estoy postrada en cama casi todo el día, tomando tres, algunas veces cuatro medicamentos diferentes para controlar el dolor.
El cáncer de hígado provoca náuseas intensas. El sábado pasado me desperté y tuve que correr rápidamente al baño a vomitar. No paré de vomitar en todo el día, y apenas la semana pasada cuando nos enteramos de que el cáncer se había diseminado a mi cerebro, todo tuvo sentido porque había comenzado a afectar los nervios de mi cara.
No he sentido hambre en más de dos meses. Cualquier alimento que consigo comer es porque me fuerzo a comerlo, pero no siempre será así. Muy pronto estaré demasiado débil y con tanto dolor que no podré levantarme de la cama. Va a ser cada vez más difícil para mí comer o beber. Mi cuerpo y el cáncer lucharán por las pocas calorías que pueda consumir. Con el tiempo, el cáncer ganará, y voy a morir de hambre.
Ese es el escenario más probable. He vivido una vida aparentemente perfecta, si miras desde el exterior. En verdad, he sido muy bendecida, pero en mi vida ha habido muchas cosas difíciles que el Señor ha permitido.
He conocido la vergüenza de ser víctima de abuso sexual. He tomado malas decisiones en cuanto a relaciones, he herido a otros y he sido herida como resultado de ellas. He conocido el dolor punzante por la pérdida de un ser querido. He sido diagnosticada con cáncer ya dos veces, y esta segunda vez, salvo por un milagro, acabará con mi vida antes de que alcance mi cumpleaños número 38.
En Su providencia, Dios ha usado las cosas difíciles en mi vida para acercarme más a Él, para mostrarme Su gran amor, y para enseñarme muchas cosas. He aprendido que no soy perfecta, y tengo cicatrices que lo prueban, trece cicatrices. Ellas sirven como un recordatorio físico de la realidad espiritual de que nunca puedo ser perfecta por mi propia cuenta. Yo necesito un Salvador.
He aprendido que la mayor evidencia del amor de Dios se ve cuando estoy de pie ante la cruz. Él cargó mi vergüenza sobre Sí mismo y me rescató. He aprendido que ser cristiana no es solo tener esperanza para el futuro –aunque definitivamente es eso– sino que también es el gozo de conocer y confiar en un Dios que es amoroso y fiel, no importa cuáles sean las circunstancias.
Así que cuando digo que la muerte no es morir, la muerte no va a matar mi alma. Es eterna así como la tuya. Es solo este cuerpo físico que va a morir, pero incluso él se levantará de nuevo así como Jesús. Será mejor que el cuerpo que tengo ahora.
Como todo, será mejor porque Dios va a hacer todo nuevo, ¿y por qué yo sé esto? Porque conozco a Dios. Me conozco a mí misma. Yo conozco el evangelio y conozco mi propósito. Yo sé que tengo una fe que salva porque mi fe está puesta solamente en Jesús.
Nancy: No puedo dejar de preguntarte, ¿tienes el tipo de esperanza que Rachel Barkey describe en este mensaje? Ella sabía que su tiempo era limitado y se fue a casa para estar con el Señor hace unos años.
Ya sea que hayas sido diagnosticada con una enfermedad terminal o no, la verdad es que tu tiempo y el mío son limitados. Ninguna de nosotras sabe cuántos años o meses o semanas o incluso días, el Señor nos permitirá tener aquí en esta tierra. Ya sea que tengas una larga o corta vida, puedes tener, como Rachel, verdadera esperanza a través de la fe en Jesucristo. No pospongas encontrar esa esperanza.
Oh Señor, cuánto te agradecemos por el poder de este testimonio que hemos escuchado hoy, por el poder del evangelio, por el poder de esta vida y esta historia de alguien que ya está contigo en Tu presencia para siempre. Señor, oro que Tú uses este testimonio para hacer una obra de gracia en muchos corazones, que nosotras en verdad te conozcamos, que nos conozcamos a nosotras mismas, que conozcamos el evangelio, y que conozcamos nuestro propósito, para agradarte y darte honor y gloria solo a Ti en esta vida y por toda la eternidad. Oro en el nombre de Jesús, amén.
Sarah: Amén. Rachel aprendió que ser cristiana no es solo tener esperanza para el futuro, sino que también es el gozo de conocer y confiar en un Dios que es amoroso y fiel, no importa cuáles sean las circunstancias. Esto es clave para cada una de nosotras en tiempos inciertos.
Y no hay mejor manera de conocer más a Dios y confiar plenamente en Él, que leyendo Su Palabra cada día. Así que para concluir este episodio, queremos compartir contigo una porción del testimonio de otra mujer que tomó el Reto Mujer Verdadera 365 Cronológico, a través del cual estamos leyendo la Biblia de tapa a tapa nuevamente este año 2024.
Ella nos escribió:
«No dejo de admirar las obras portentosas de Dios en Su pueblo por la forma tan especial de cuidar de ellos y me gusta resaltar o releer aquellos versículos que me impactan; uno de ellos dice: “Y Moisés dijo al pueblo: ‘Acuérdense de este día en que salieron de Egipto, de la casa de esclavitud, pues el Señor los ha sacado de este lugar con mano poderosa’”.
Eso hace que me cuestione sobre si recuerdo constantemente cómo fue que el Señor me sacó de mi Egipto al perdonar mis pecados y redimir mi vida; ¡es algo que no debo olvidar! Otro versículo que atesoro es: “El Señor iba delante de ellos, de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos, a fin de que anduvieran de día y de noche. No quitó de delante del pueblo la columna de nube durante el día, ni la columna de fuego durante la noche”. ¡Oh qué bendición saber que Dios nos cuida en cada paso que damos! Oro al Señor que así sea en cada día de nuestras vidas: que Él nos cuide con columna de nube de día y columna de fuego de noche».
Otra hermana dijo:
«Le agradezco a Dios por este programa. Al escuchar los devocionales Él me ha estado hablando. En obediencia a Su voz, comencé el reto de leer la Biblia, y ahora que empecé a estudiarla este año, el Señor me ha transformado. Es como si Dios mismo me hablara y me dijera exactamente lo que necesito».
¡Gloria a Dios por testimonios como estos! Gracias hermanas por compartir sus testimonios con nosotras. Cuando nos rendimos a los propósitos de Dios y nos disponemos a conocerle y creerle, Él se revela a nosotras y nos da mucho más de lo que pedimos o entendemos.
¿Alguna vez te ha parecido que la vida se desmorona? Mañana Holly Elliff conversará con Nancy para decirnos qué es lo único que nunca cambiará, incluso cuando todo lo demás en la vida cambie. ¡Te esperamos!
Débora: Caminando con Dios juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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