Una esposa cristiana insoportable
Annamarie Sauter: Al inicio de su matrimonio, Nancy Kennedy y su esposo no conocían a Dios.
Nancy Kennedy: Cuando nos casamos estábamos iguales en cuanto a la fe, ninguno de los dos era creyente. Éramos unos incrédulos felices. Pero entonces, a los tres años de casados, Dios tocó mi corazón.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Aquí está Nancy para dar inicio a la conversación titulada, Cuando él no cree.
Nancy DeMoss Wolgemuth: En nuestro ministerio recibimos cientos de correos electrónicos cada mes, y en su mayoría vienen de mujeres que nos escriben para compartir con nosotros lo que Dios está haciendo en sus vidas. En muchos de estos correos electrónicos nos piden que oremos por mujeres que se encuentran en circunstancias muy difíciles.
Un alto porcentaje de los mensajes que recibimos vienen de mujeres que se encuentran desesperadas …
Annamarie Sauter: Al inicio de su matrimonio, Nancy Kennedy y su esposo no conocían a Dios.
Nancy Kennedy: Cuando nos casamos estábamos iguales en cuanto a la fe, ninguno de los dos era creyente. Éramos unos incrédulos felices. Pero entonces, a los tres años de casados, Dios tocó mi corazón.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Aquí está Nancy para dar inicio a la conversación titulada, Cuando él no cree.
Nancy DeMoss Wolgemuth: En nuestro ministerio recibimos cientos de correos electrónicos cada mes, y en su mayoría vienen de mujeres que nos escriben para compartir con nosotros lo que Dios está haciendo en sus vidas. En muchos de estos correos electrónicos nos piden que oremos por mujeres que se encuentran en circunstancias muy difíciles.
Un alto porcentaje de los mensajes que recibimos vienen de mujeres que se encuentran desesperadas en situaciones relacionadas con sus matrimonios. Ellas abren sus corazones como a totales desconocidos y a menudo nos preguntan, «¿cómo manejo esta situación en mi matrimonio?»
Y a través de Aviva Nuestros Corazones queremos hacer lo posible por animarles y brindarles gracia, esperanza y ayuda práctica de la Palabra de Dios, a aquellas mujeres que están en este tipo de situaciones difíciles en sus matrimonios.
Y nuestra invitada de esta semana tiene un mensaje de su propia vida, ella ha sido de testimonio para muchas personas a través de su matrimonio, específicamente por estar casada con un incrédulo. Nancy Kennedy es la autora de más de ocho libros y ha escrito uno que creo que es muy útil titulado, Cuando él no cree, (When he doesn’t believe), disponible en inglés. El subtítulo dice «Ayuda y ánimo para mujeres que se sienten solas en su fe».
Nancy, gracias por estar con nosotras esta semana en Aviva Nuestros Corazones para hablar de este tema.
Nancy K: Gracias.
Nancy DeMoss: Me alegra mucho que hayas escrito este libro, Cuando él no cree. Alguien me lo dio hace un tiempo y me dijo, «este es un excelente libro».
Desde que comencé a leerlo me di cuenta de que verdaderamente es un excelente libro, no solo para mujeres cristianas que están casadas con esposos no creyentes, sino también para cualquier mujer casada o que esté pensando en casarse, porque has escrito con tanta sabiduría práctica basada en la Palabra de Dios, y has compartido buenas ilustraciones de tu propia vida a lo largo de todo el libro.
Y esta semana queremos conversar sobre lo que Dios te ha enseñado durante más de veinticinco años de matrimonio con un incrédulo. Nancy, volvamos al principio, cuando conociste a Barry por primera vez. ¿Cómo lo conociste, cómo comenzó su relación?
Nancy K: Pues, la historia empieza en California. Yo crecí en el sur de California. Cuando tenía diecinueve años me vi como una solterona y necesitaba un hombre, quería casarme. Mi hermano acababa de integrarse a la Marina de Guerra, y la idea de conocer a un marine me parecía interesante. Fui a ingresar a la Marina de Guerra, pero el reclutador estaba comiendo fuera de la oficina y el encargado de la Fuerza Aérea era quien estaba allí.
Así que me senté con él y le dije, «enlísteme». Y eso fue todo. Tenía planes de viajar por el mundo, pero me asignaron a una base, trabajando en el área de suministros. Mi trabajo era en el departamento de recepción. Yo me encargaba del papeleo y Barry trabajaba en el departamento de recepción pero recibiendo materiales.
Parte de su trabajo era venir a mi oficina una vez al día para entregarme los comprobantes. Empezó a venir una vez por hora en vez de una vez al día. Él me gustaba y yo le gustaba, así que me invitó a una cita. Pero me dejó plantada.
Nancy DeMoss: Bueno, ese no fue un buen comienzo
Nancy K: Claro que no. No empezó muy bien. Pero la segunda cita me invitó a patinar sobre hielo, y me dijo que rentaría los patines. Él buscó por todas partes dónde rentar patines talla siete, pero no pudo encontrarlos, así que me los compró.
Eso me tocó profundamente el corazón, porque ningún hombre me había comprado patines de hielo ni nada que realmente tuviera valor sentimental. Noté algo en él que yo quería. Básicamente, tenía muchas ganas de casarme en ese entonces, y él me gustaba bastante.
Y como me había comprado los patines de hielo, le pedí que se casara conmigo. Y como ninguna mujer le había propuesto matrimonio antes, supongo que él creía que tenía que decirme que sí. Nos pusimos de acuerdo y tres meses después nos casamos.
Cuando nos casamos, estábamos iguales en cuanto a la fe. Los dos éramos incrédulos. Habíamos asistido a la iglesia cuando éramos niños, pero eso no tenía ningún significado para nosotros ni para nuestras familias. Así que éramos unos incrédulos, paganos felices. No sabíamos que necesitábamos a Jesús en nuestras vidas.
Entonces, tres años después de empezar el matrimonio…bueno, en ese momento no estaba asistiendo a la iglesia… Nadie estaba compartiendo el evangelio conmigo, yo no estaba viendo programas cristianos en la televisión, ni escuchando programas cristianos en la radio, ni leyendo libros cristianos.
Pero Dios capturó mi corazón. Había una camioneta que viajaba alrededor de la base de la Fuerza Aérea que supongo que pertenecía a una familia cristiana, porque en un lado de la camioneta estaba escrito el mensaje, «Jesús Salva».
Ahora, para mí ese era un término desconocido. No entendía lo que significaba eso. Solo sabía que veía esa camioneta en todas partes y eso fue lo que Dios utilizó para llamar la atención de mi corazón. Una noche estaba orando y repetía «Jesús, sálvame; Jesús, sálvame», una y otra vez, muchas veces.
Era algo que me tenía bastante perturbada. El lunes fui a mi trabajo, y una mujer, Rita, que trabajaba conmigo en la oficina me preguntó, «¿cómo estás?», y empecé a llorar y corrí al baño. Ella entró al baño detrás de mí.
Rita era cristiana, pero yo no lo sabía. Le dije, «ay, Rita, estoy todo el tiempo orando, “Jesús, sálvame; Jesús, sálvame” pero no sé qué quiere decir». Ella sacó el Nuevo Testamento de los gedeones que llevaba en su bolsillo, de color anaranjado brillante, y me mostró Romanos 10:13, donde dice: «Todo el que invoque el nombre del Señor será salvo».
Me preguntó, «¿es esto lo que quieres?»
Le respondí, «¡sí, más que cualquier otra cosa!»
Nancy DeMoss: Dios estaba atrayendo tu corazón.
Nancy K: Sí, creo que así era. Es lo que Él había estado haciendo. Me acuerdo cuando leí un versículo bíblico poco después que dice: «Con amor eterno te he amado. Por eso te he atraído con misericordia» (Jeremías 31:3 LBLA).
Toda mi vida había querido que alguien me amara. Había querido que alguien me valorara. Creo que todas las mujeres eso es lo que queremos. Queremos saber que somos amadas y valoradas.
Nancy DeMoss: Y muchas veces es lo que las mujeres están buscando en un hombre.
Nancy K: Así es. Iba a decir precisamente eso, que cuando nos casamos pensamos que en este hombre encontraremos la satisfacción para nuestra alma, pero eso es imposible.
Nancy DeMoss: Aún si tu esposo es creyente.
Nancy K: Así es, aunque tu esposo sea creyente.
Nancy DeMoss: Porque él no puede ofrecer el despliegue de amor y de cariño que el Señor quiere darnos.
Nancy K: Correcto. Y fuimos creadas para amar, y es tan frustrante cuando te encuentras en un matrimonio donde no estás recibiendo lo que quieres tan desesperadamente, y tampoco puedes darle a la otra persona lo que tanto deseas. Porque hay aspectos de eso que solo corresponden a nuestra relación con el Padre.
Nancy DeMoss: Entonces, te encontrabas en ese baño el lunes por la mañana con Rita, y acababas de orar para entregarle tu corazón a Cristo. Ese fue el momento en que te convertiste en creyente.
Nancy K: Sin duda alguna. Experimenté una conversión dramática, 180 grados, un arrepentimiento radical. Antes de eso yo era temperamental y reservada, y lloraba mucho. Tenía veintitrés años, pero creo que lloré cada día de esos veintitrés años, simplemente anhelando amor.
Así que salí de ese baño inmensamente feliz, parloteando sin parar porque había encontrado el amor en ese baño.
Nancy DeMoss: Y lo supiste de inmediato.
Nancy K: Sí, lo sabía. Lo sabía. Fue maravilloso. Era glorioso. Salí del baño y allí mismo me encontré con Barry. Él estaba caminando por el pasillo, lo miré y mi cara estaba brillando. Le dije, «Barry, ¡nunca podrás adivinar lo que me acaba de pasar!»
Ahora, en retrospectiva, puedo imaginar lo que pasaba por su mente, algo como, «mi esposa salió del baño… Sé que ha estado llorando por algo...»
Nancy DeMoss: «…desde que la conozco».
Nancy K: «...desde que la conozco. Ahora su rostro está brillando, y está sonriendo y parloteando sin parar sobre Jesús».
Nancy DeMoss: ¿Y qué le dijiste?
Nancy K: Le dije, «Barry, ¡nunca podrás adivinar lo que me pasó en el baño! Creo que se le llama nacer de nuevo. No estoy completamente segura, pero le he entregado mi vida a Jesús». Y así continúe sin parar porque estaba muy emocionada.
Sabes cómo son los nuevos cristianos. Es un placer estar cerca de ellos. Son contagiosos. Tienen tanto fervor pero les falta el conocimiento.
Nancy DeMoss: ¿Qué crees que pensó Barry de lo que le dijiste?
Nancy K: Él pensó que estaba completamente loca. Se echó a correr.
Nancy DeMoss: Se asustó.
Nancy K: Lo asusté. Y empecé a seguirlo, corriendo yo también. Estaba persiguiéndolo por todo el plantel. Corría tras él, diciéndole, «¡pero esta es la respuesta!»
Estoy segura de que él estaba pensando, «¡pero no te he hecho ninguna pregunta!». Y yo estaba tratando de decirle, «¡esta es la respuesta! Es esta. Es esta. ¡Esta es la respuesta que tanto he buscado!»
Recuerdo que cuando puse mi fe en Cristo fue tres semanas antes de terminar nuestro empleo en la Fuerza Aérea. Nuestro reclutamiento había terminado, así que nos mudamos.
Barry no sabía cómo entender lo que me había pasado. Él consultó con sus amigos sobre lo que me había pasado y llegó a la conclusión de que mi comportamiento se debía al estrés de terminar el servicio militar y que era algún tipo de distracción psicológica para mí y que pronto se me pasaría.
Entonces, él puso toda su esperanza en que yo cambiara de parecer, y al mismo tiempo yo estaba esperando que él pusiera su fe en Cristo al igual que yo. Así que durante al menos un año me dediqué lo más que pude a mostrarle que él necesitaba un Salvador.
Nancy DeMoss: Entonces, ¿qué hiciste para tratar de convencerlo?
Nancy K: Pues, como la mayoría de esposas con esposos incrédulos, yo lo fastidiaba. Las mujeres somos muy hábiles con las palabras, pero a los hombres generalmente no les gustan las muchas palabras. Por eso la Biblia dice claramente en 1 Pedro capítulo 3: «Asimismo ustedes, mujeres, estén sujetas a sus maridos, de modo que si algunos de ellos son desobedientes a la palabra, puedan ser ganados sin palabra alguna por la conducta de sus mujeres al observar ellos su conducta casta y respetuosa» (v. 1).
Pero en ese entonces no conocía esos versículos. En cambio, tomaba cada oportunidad para empezar una conversación sobre lo que dice la Biblia, lo que Jesús dijo. Yo dejaba abierta la Biblia en versículos estratégicos y la ponía en diferentes lugares de la casa. Mi lugar favorito para dejar la Biblia era el baño, porque sabía que él necesitaba ir allí. Allí él no podía evitarla. Pero no apreció para nada esta estrategia.
Compré un paquete de folletos sobre el evangelio (trataditos) y los ponía en su almuerzo. Él todavía habla de eso.
Nancy DeMoss: Incluso reclutaste a tu hija en esa misión de «alcanzar a papá».
Nancy K: Sí. Allison era una niña pequeña, e intenté enseñarle las palabras, «papá, ve a la iglesia, papá, ve a la iglesia». ¿Sabes? Dios usa a los niños. He escuchado cómo algunos hombres dejan su resistencia porque su hijo se le acerca y le pregunta, «papá, ¿por qué no vas a la iglesia con nosotros?»
Pero Dios no usa a nuestros hijos cuando manipulamos a través de ellos. Estoy segura que produce tristeza al corazón de Dios, que nosotras actuemos así. Lo hacemos porque queremos desesperadamente que el hombre que más amamos en el mundo reciba lo que nosotras tenemos, que encuentre lo que hemos encontrado, la paz con Dios.
Siendo honesta, muchas veces en los primeros días, cuando me esforzaba mucho para que mi esposo llegara a tener fe en Cristo, era porque quería que fuera algo fácil. Tenía la fantasía de que si mi esposo era cristiano, todos nuestros problemas desaparecerían, y nuestra vida sería un paraíso.
Iríamos a los picnics de la iglesia, iríamos a la iglesia el domingo por la mañana, el domingo por la noche, el miércoles por la noche; oraríamos juntos. Aún nuestros desacuerdos empezarían y se cerrarían con una oración, y habría una paz total en nuestro hogar.
Creo que tenemos esta fantasía de cómo sería la vida, pero no es así.
Nancy DeMoss: Creo que eso nos pasa a muchas.Ahora que has conocido al Señor por casi veinticinco años y has conocido muchos matrimonios entre creyentes, te has dado cuenta de que aún en esos casos esa es una expectativa poco realista.
Nancy K: Sí, así es. Yo no soy la persona ideal. Aún después de ser cristiana por más de veinte años, no soy perfecta y entonces, ¿cómo puedo exigir que los demás sean perfectos, ideales?
Nancy DeMoss: Entonces, cuéntanos un poco sobre este asunto de las expectativas –sea el esposo incrédulo o cualquier hombre que está en el proceso de ser transformado en lo que Dios quiere para Él. ¿Cuáles son algunas cosas que una mujer puede esperar en su matrimonio?
Tú dices que una cosa que podemos esperar es oposición.
Nancy: Oposición, así es. Porque cuando estás casada con un incrédulo, hay una diferencia espiritual. Entonces, puede ser que tu esposo esté de acuerdo con que vayas a la iglesia y desarrolles tu fe, hasta dejar que lleves a tus hijos a la iglesia y a la escuela dominical y criarlos en la fe. Pero hay un punto de oposición: Él no quiere la fe para su propia vida.
Ahora, puede ser una oposición muy pasiva y puedes tener un hogar pacífico. Pero, por otro lado, también hay otras mujeres que están casadas con incrédulos muy hostiles...
Nancy DeMoss: Se vuelven irracionales…
Nancy K: Y se hace difícil razonar con ellos.
Nancy DeMoss: Quizás sean hombres que se enojan fácilmente.
Nancy K: Sí. Pero aún en esas situaciones, Dios nos da Su gracia. Él dice que Su gracia es suficiente. Entonces, cuando empiezas a pensar, «ya no puedo más», no es cierto. Sí, sí puedes seguir adelante porque la gracia de Dios es suficiente.
Nancy DeMoss: ¡Acabas de decir algo muy, muy poderoso! Eso realmente es esencial en cualquier situación que enfrentemos en la vida. Necesitamos entender esto independientemente de la situación que estemos enfrentando en nuestros matrimonios. Y vienen a mi mente tantos correos electrónicos que hemos recibido de mujeres que están experimentando cosas tan, tan difíciles en sus matrimonios.
Muchas veces al leerlos pienso, «no sé qué decirle a esta mujer que pueda ser realmente útil». Pienso que lo que acabas de mencionar es una de las cosas más prácticas que podemos decir, que la gracia de Dios es suficiente para cada una de nosotras en las situaciones donde nos encontramos.
Nancy K: Y no quiere decir que no llorarás…
Nancy DeMoss: Ni quiere decir que no será difícil.
Nancy K: Así es. No quiere decir que no sentirás desesperación y soledad, o que no te sentirás frustrada, enojada y resentida y todas esas emociones. Pero cuando estás arraigada en la Palabra de Dios y sabes lo que Dios dice sobre Sí mismo y sobre ti y sobre cuán preciosa eres para Él, puedes sentir todas esas cosas, pero tu fe permanece segura.
Muchas veces digo que si estoy pasando por un momento difícil y estoy llorando y preocupándome, si alguien me preguntara, «¿cómo estás?», le respondería, «mis sentimientos y mi fe no están de acuerdo»
Mi fe está sumamente segura. Sé que saldrá bien. Sé que Dios es soberano. Sé que Él tiene el control. Sé que soy su hija. Sé que no me soltará de Sus manos. Pero en este momento estoy triste, y ahora estoy llorando.
Y eso es tan liberador, cuando admitimos que somos simplemente seres humanos.
Nancy DeMoss: Y crees que Dios puede usar aún a tu esposo incrédulo como una herramienta de bendición en tu vida.
Nancy K: Sin duda alguna. En 1 Corintios capítulo 7, dice que el esposo no creyente «es santificado» (v. 14). Dios les pone atención especial a estos esposos incrédulos. Y ha apartado a nuestros hijos para recibir Su atención especial. ¿Está garantizado que tendrán la salvación? No. Y tenemos que ser honestas. La Biblia no nos garantiza esto.
Pero he conocido el corazón de Dios y sé que Él tiene un plan para nuestra familia. Su plan es de gran alcance, y va más allá de lo que podemos imaginar.
Entonces, cuando estás casada con un hombre incrédulo y Dios lo ha apartado, puedes confiar en que Dios va a usar a ese hombre en tu vida. Muchas veces cuando tengo que tomar una decisión, oro, «Señor, no sé qué hacer. Dile a Barry lo que quieres que haga, y entonces él me dirá a mí». Yo confío en que Dios es capaz de darle sabiduría a mi esposo.
Recuerdo que en una ocasión hablé con una mujer que me estaba contando todas las cosas que le molestaban de su esposo. Le dije, «bien, ahora dime una cosa que respetas de él». La obligué a detenerse. Le dije, «no puedes decirme que no respetas nada de él. Me tienes que decir por lo menos una cosa».
Ella lo pensó por mucho tiempo, y por fin me dijo, «me permite inscribir a nuestros hijos en una escuela cristiana, y asiste a los eventos de la escuela». Yo pensé, «eso es mucho, es un gran paso».
Le dije, «bueno, cada vez que lo veas sentado en el sofá viendo programas inútiles en la tele, acuérdate de eso. Acuérdate de ese aspecto de tu esposo, y dile cuánto lo admiras por eso y cuán agradecida estás por eso. Entonces, piensa en otra cosa positiva tu esposo y después en otra».
«Y si piensas que no hay nada más, pregúntale a Dios, porque Dios conoce a ese hombre y Él sabe lo que es digno de respeto en él».
Nancy DeMoss: Entonces, sea que tu esposo sea creyente o no, sea cual sea su condición espiritual, nuestra confianza como esposas no debe estar en el esposo sino en Dios, sobre todas las cosas. Estoy recordando ese maravilloso pasaje en el Salmo 62: «En Dios solamente espera en silencio mi alma; de Él viene mi salvación. Solo Él es mi roca y mi salvación, mi baluarte, nunca seré sacudido» (vv. 1-2).
Otra traducción dice: «Solo en Dios halla descanso mi alma; de él viene mi esperanza (NVI).
Permíteme animarte y recordarte hoy –como esposa (o aún como mujer soltera) que estás escuchando este episodio– sea cual sea la condición espiritual de tu esposo o aun si no tienes esposo, permíteme animarte a encontrar descanso en el hecho de que Dios es soberano. Él es bueno. Él sabe lo que está haciendo. Él no se equivoca. Él tiene un plan y un propósito para tu vida y ningún esposo puede frustrar ese plan.
Si estás casada con un hombre difícil, él puede hacer tu vida más dura, pero aun en esas dificultades, Dios te está santificando. Y al poner tu confianza en el Señor, serás un medio a través del cual tu esposo y tus hijos reciban una bendición espiritual.
Annamarie: Nancy DeMoss Wolgemuth y Nancy Kennedy les han estado dando ánimo a mujeres casadas con hombres no creyentes. Y a todas, nos han estado recordando que nuestra esperanza debe estar en todo momento en Dios y en lo que Él nos revela en Su Palabra.
Si conoces a alguna mujer que se encuentre en una situación como la de Nancy Kennedy, comparte con ella esta conversación. Puedes compartirle tanto el audio como la transcripción fácilmente, a través de nuestro sitio web, avivanuestroscorazones.com.
Ahora Nancy regresa con unas últimas palabras.
Nancy DeMoss: Nancy Kennedy nos ha dado algunos consejos prácticos excelentes hoy. Quiero desafiarte a que, sea cual sea la condición de tu matrimonio o la condición de tu esposo, le pidas a Dios que traiga a tu mente una cosa que puedes respetar o admirar de él.
El libro de Filipenses, en el capítulo 4, dice que debemos pensar en «todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio», en esto debemos meditar. «…y el Dios de paz estará con ustedes» (vv. 8-9).
Entonces, piensa en eso que es digno de admiración. Tal vez tengas una lista muy larga, pero a lo mejor piensas, «ni siquiera podría llenar una pequeña tarjeta pequeña con cosas que aprecio de mi esposo». Bueno, pídele a Dios que te enseñe una cosa y empieza a darle gracias a Dios por esa característica, por eso en particular que aprecias.
Y antes de que termine el día, comunícaselo de alguna forma a tu esposo, para que él sepa que aprecias esa característica en su vida. Empieza a expresarle esa admiración, ese aprecio, y nota cómo Dios empieza a suavizar tu corazón y quizás aún el corazón de tu esposo a medida que reflejas y expresas el amor de Cristo.
Annamarie: Para ayudarte a tomar este reto que Nancy te hace, hemos desarrollado un recurso –que de hecho ha sido actualizado. Se trata del reto de 30 días, «Anima a tu esposo». Encuentra el acceso a este en la transcripción de este episodio, en avivanuestroscorazones.com.
Este ha ayudado a miles de mujeres –de manera intencional y con propósito– a amar a sus esposos, ¡y los resultados son inspiradores! Asume el reto y observa lo que sucede cuando tomas 30 días para de manera intencional edificar a tu esposo.
Bueno y realmente vivir con un esposo que no comparte tu fe puede ser muy complicado. Por un lado, hay diferencias en cuanto a lo que creen, y por el otro, son diferentes porque… pues, los hombres y las mujeres somos diferentes. Acompáñanos para el episodio de mañana, en el que Nancy Kennedy nos hablará más acerca de esto.
Llamándote a reflejar la hermosura del evangelio al mundo que te rodea, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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