Una elección de fe
Débora: Bill Rose sabe lo que es lidiar con la decepción. Él siempre quiso ser un jugador de béisbol.
Bill Rose: Cuando era niño, mi héroe era un hombre llamado Bobby Richardson, quien jugaba en la segunda base de los Yankees.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Oh sí, cierto.
Bill: Yo realmente quería jugar la segunda base en los Yankees.
Débora: Después de algunas décadas. Bill finalmente conoció a su héroe, Bobby Richardson. En ese momento, Bill era copropietario de los Yankees de Nueva York y era dueño de un restaurante. Pero tenía una adicción a la cocaína; estaba separado de su familia y era infiel a su esposa.
Esa reunión con su héroe de la infancia tendría un gran efecto en él.
Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, autora de «Adornadas», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 8 de mayo de 2024. …
Débora: Bill Rose sabe lo que es lidiar con la decepción. Él siempre quiso ser un jugador de béisbol.
Bill Rose: Cuando era niño, mi héroe era un hombre llamado Bobby Richardson, quien jugaba en la segunda base de los Yankees.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Oh sí, cierto.
Bill: Yo realmente quería jugar la segunda base en los Yankees.
Débora: Después de algunas décadas. Bill finalmente conoció a su héroe, Bobby Richardson. En ese momento, Bill era copropietario de los Yankees de Nueva York y era dueño de un restaurante. Pero tenía una adicción a la cocaína; estaba separado de su familia y era infiel a su esposa.
Esa reunión con su héroe de la infancia tendría un gran efecto en él.
Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, autora de «Adornadas», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 8 de mayo de 2024.
En los dos últimos programas, Nancy ha estado hablando con Bill y Vicki Rose. Ha sido una historia fascinante pero sombría hasta este momento. Vicki era una mujer que buscaba la moda, fiestas y matrimonio para satisfacerse, mientras que Bill buscaba el éxito empresarial, las drogas y las relaciones extramatrimoniales. Si te perdiste alguno de los episodios anteriores, puedes escucharlos en AvivaNuestrosCorazones.com. Hoy escucharemos cómo esta pareja herida encontró ayuda. Aquí está Nancy para continuar la conversación.
Vicki Rose: En cierto sentido, todavía no sabía lo enferma que estaba en un sentido. Yo sabía que Billy realmente tenía un problema, y pensé que ese era el problema. Pensé que si él dejaba de usar drogas, todo estaría bien. Pero en realidad, eso era solo un síntoma del problema. Ahora, definitivamente era un problema, pero también era un síntoma del verdadero problema.
Nancy: Le dijiste que necesitaba irse. Pero, ¿cómo pensabas manejarte financieramente? ¿Fue algo aterrador para ti?
Vicki: Fue algo muy aterrador para mí. Yo no sabía cómo iba a proveer financieramente, así que busqué abogados para asegurarme de que Bill pagara el alquiler, la manutención de los hijos y todas esas cosas. Yo esperaba que al separarnos Bill se daría cuenta de la gravedad de la situación y buscaría ayuda de inmediato para dejar las drogas.
Nancy: Estuviste separada cinco años y medio. Pero en el primer año más o menos de ese trayecto, viniste a la fe en Cristo. El Señor había estado preparando tu corazón; te estaba dejando ver todo el vacío y el hecho de que el matrimonio, los hijos y esas cosas no podían llenar ese vacío.
Vicki: Así es.
Nancy: Cuéntanos sobre ese trayecto a través del cual llegaste a una relación personal con Cristo.
Vicki: Bueno, un año y medio después de que nos separamos, yo había vuelto a trabajar. Estuve trabajando en una compañía como compradora corporativa, lo que implicaba viajar al Lejano Oriente. Los niños, que para ese entonces tenían tres y cinco años, habían estado con una niñera.
Al regresar de un viaje de dos semanas, vi que había una invitación en la mesa del la entrada. La abrí, decía: «La Sra. Arthur S. DeMoss te invita a una cena para conocer y escuchar a Donald Hodel, Secretario de Interior, y su esposa, Bárbara, para hablar sobre el Cristianismo en el mundo hoy».
Nancy: Permítanme decir que la Sra. Arthur S. DeMoss es mi madre, la otra Nancy DeMoss. Ella ya era viuda y en ese momento continuó durante varios años un ministerio que mi papá y ella comenzaron juntos años atrás, ofreciendo cenas evangelísticas para alcanzar a personas de negocios y profesionales.
Ellos invitaban a un orador para que compartiera su testimonio y así invitaban a las personas a recibir a Cristo. Lo habían hecho durante años en el área de Filadelfia, donde crecí. Y cuando murió mi papá, mi mamá, que amaba la ciudad de Nueva York, comenzó ese ministerio de alcance allí. Ella no vivía allí, pero viajaba para estas cenas. Ese fue uno de los muchos eventos que organizó para alcanzar a los neoyorquinos con el evangelio.
Pero, Vicki, ¿cómo conseguiste esa invitación?
Vicki: Una niñera que trabajaba para nosotros había sido camarera en nuestro restaurante. Había pasado un verano con nosotros para trabajar como niñera durante ese tiempo. Luego, se fue a trabajar al ministerio que tu madre había comenzado: La Casa DeMoss, así que me envió una invitación a esa cena que tu madre organizó.
Y en la esquina inferior izquierda de esa invitación decía: «Traje de Etiqueta». Yo era una madre soltera, y la verdad es que no hacía más que trabajar todos los días y volver a casa (y me encantaba estar en casa con mis hijos por la noche). Pero esa fue una invitación para salir, así que acepté.
El tema realmente no me interesaba, pero pensé: bueno, iré. En realidad, antes de recibir esa invitación había recibido otra que también acepté, pero la noche de esa fiesta, se me olvidó ir. Debbie, la mujer que había invitado, me llamó alrededor de las siete y media para preguntarme si iría. Pero yo estaba en pijama y los niños también. Yo me había olvidado por completo de ir. Pero cuando llegó esa segunda invitación. . .
Nancy: ¡El Señor te estaba persiguiendo!
Vicki: Así es. Cuando llegó esa segunda invitación, pensé: Iré a esta. Debbie me invitó. Quiero ir. Así que fui.
Nancy: ¿Y fuiste sola?
Vicki: Fui sola. Había 900 personas invitadas. Fue en el Hotel Waldorf Astoria, en noviembre de 1987. Escuché a la pareja invitada compartir la historia de su vida, sobre crecer en la iglesia, y como para ellos eso era algo simplemente social. Luego, una crisis en sus vidas los llevó a una relación personal con Dios a través de Su Hijo Jesucristo.
La crisis en sus vidas tuvo que ver con la adicción, y yo pude relacionarme por completo con mucho de lo que dijeron: tenía los mismos problemas en mi vida, en mi matrimonio y en mi separación de Bill. Todo lo que dijeron tenía mucho sentido; fue como si en mi mente se hubiera encendido una bombilla.
Pero compartieron algo que, a pesar de que yo había crecido en la iglesia desde los diez años, nunca había escuchado que Dios me amaba y que tenía un plan para mi vida. Pero estaba separada de Dios por lo que la Biblia llama «pecado», y que Jesucristo es la única provisión de Dios para el pecado en mi vida y el pecado del hombre. Y si personalmente, cada una de nosotras, recibe a Jesucristo como Señor y Salvador, Dios perdonará todos nuestros pecados y nos dará el regalo de la vida eterna.
En otras palabras, cuando muera, pasaré toda la eternidad con Dios en el Cielo. También compartieron que habían aprendido eso cuando llegó esa crisis a sus vidas. Al final de su charla, dijeron: «Nos gustaría darles a todos la oportunidad de hacer lo que hicimos, orar y pedirle a Jesucristo que sea el Señor y Salvador de sus vidas».
Así que esa noche, en esa cena, sentada en el salón de baile del Hotel Waldorf Astoria, incliné la cabeza y le pedí a Jesucristo que se hiciera cargo de mi vida. Pareció tan natural. No hubo relámpagos ni nada, pero cuando salí de la cena esa noche y fui a buscar mi abrigo, recuerdo haber pensado: Hay algo diferente.
También durante esa cena, fuimos invitados a un estudio bíblico durante la semana en la Casa DeMoss. Sentí como si un enorme imán me atrajera hacia allí. ¡No podía esperar para ir! Cuando iba cada miércoles por la noche al estudio de la Biblia en la Casa DeMoss, comencé a aprender que la Biblia es la verdad, que cada palabra fue escrita e inspirada por Dios, y que Jesús dijo: «Yo soy el camino, la verdad, y la vida. Nadie viene al Padre sino por Mí».
El vacío en mi corazón comenzó a llenarse. Era como si finalmente hubiera encontrado lo que estaba buscando. ¡Por fin había llegado a un lugar de descanso! Todo lo que escuchaba traía paz a mi corazón ansioso sobre: ¿cómo iba a criar a mis hijos?, ¿cómo iba a apoyar a mis hijos?, y ¿cómo iba a continuar con el resto de mi vida sin el hombre que amaba, pero que se alejó de nuestra relación por completo? (En ese punto nos habíamos separado hacía un año y medio).
Nancy: Entonces, ¿fuiste rápidamente a contarle a Bill sobre esto, o esperaste un tiempo? Y Bill, ¿cuándo recuerdas haber descubierto que Vicki estaba en esto del cristianismo?
Bill: Bueno, yo estaba en el apartamento con los niños cuidándolos y viendo el partido de los Yankees. Los niños estaban dormidos y Vicki entró. Algo sucedió en el juego de los Yankees y no recuerdo cuál palabra usé para maldecir, pero dije una mala palabra. Ella me miró y dijo: «No usamos ese tipo de lenguaje en esta casa».
Yo estaba como: «¿De qué estás hablando?» Eso fue un poco extraño para mí.
Vicki: Y luego recuerdo haberte sentado en el sofá y leerte un pequeño folleto llamado «Las Cuatro Leyes Espirituales».
Bill: Sí, eso no me gustó para nada.
Vicki: Así fue. . .
Bill: ¿Sabes lo que pensé? Pensé que era un culto o una moda, y que simplemente desaparecería. Pensé que lo superarías. ¡Realmente esperaba que así fuera!
Vicki: Bueno, la verdad es que cuando conocí al Señor comencé a asistir a estudios bíblicos. Había un seminario los fines de semana para solteros que trataba sobre cómo tener citas como cristiano. Yo pensé: ¡genial! Aquí estoy como una nueva cristiana, y estoy soltera. Así que fui a ese seminario, y allí aprendí que, en realidad, no estaba soltera, porque a los ojos de Dios todavía estaba casada con Bill Rose.
Y cuando concluyó el seminario, fui con el consejero solo para estar clara. Pero descubrí que, a los ojos de Dios, todavía estaba casada. Descubrí que las citas no serían apropiadas en absoluto; tenía la opción de caminar en el camino de Dios o en el mío. Yo tenía treinta y cinco años cuando acepté a Cristo, y había pasado treinta y cinco años planeando mi vida a mi manera, teniendo deseos y sueños, anhelando casarme, ser rica y famosa, y todas esas cosas.
Pero no era feliz; yo era miserable. Había llegado al lugar donde solo quería que Dios se hiciera cargo. Quería vivir mi vida a Su manera, con Él a cargo, no yo. Entonces aprendí en este seminario que ante los ojos de Dios todavía estaba casada. Eso fue lo que aprendí, inmediatamente, como una nueva creyente. Un año después, todavía Bill y yo estábamos separados. Estuvimos separados un total de cinco años y medio.
Para el cuarto año, o tres años y medio, llegué a pensar: Tal vez debería divorciarme. Esto no va a ninguna parte. Así que fui y hablé con dos pastores diferentes y con ese consejero cristiano nuevamente. Todos dijeron que definitivamente tenía permiso bíblico para divorciarme y que estaba bien. Dijeron que, para como iban las cosas, nada iba a cambiar, y que debía seguir adelante y divorciarme.
Pero simplemente no tenía paz al respecto porque había comenzado a leer la Palabra de Dios. Había empezado a leer la Biblia de principio a fin cada año, y estaba tan enamorada del Señor, y tan asombrada de Su Palabra, y tan ansiosa por tratar de hacer lo que decía. Entendí que todo lo que había hecho no estaba bien, pero que Dios me había perdonado.
Me sentí como: esto es lo que quiero hacer, quiero vivir mi vida bien porque de la otra manera no funcionó. Al vivir como Dios manda me trae paz. Y realmente, en ese punto, eso era lo que anhelaba: la paz.
Nancy: Entonces, aunque esos consejeros cristianos y pastores, dijeron que tenías libertad para divorciarte. . .
Vicki: Sí, pero no tenía paz al respecto, así que decidí esperar. Tenía un par de amigas del estudio bíblico y una compañera de oración que me animaron de esa manera: esperar en Dios y esperar a Bill.
Nancy: Y probablemente tengas amigas, que no esperaron, que tomaron el camino del divorcio y se sintieron libres de hacerlo. Pero en tu corazón simplemente no sentías que eso iba a honrar al Señor.
Vicki: No sentí la libertad para hacerlo y no sentía que iba a honrar a Dios. Tampoco sentí que fuera una elección de fe, sino una elección de Vicki.
Nancy: Se necesitaba fe en ese momento, porque no veías mejorar el matrimonio. De hecho, en cierto sentido, no había un matrimonio.
Vicki: No, no había matrimonio. Pero sí había un Dios, y Dios era lo más importante.
Justo después de aceptar a Jesús como mi Señor y Salvador, comencé a leer un pequeño libro de historias bíblicas a los niños durante el desayuno, para tratar de calmar las locuras de las mañanas. Era un pequeño libro llamado Leading Little Ones to God (Guiando a los pequeños a Dios). Y una mañana uno de mis hijos dijo: «Mami, debemos orar para que papá conozca a Jesús».
En mi cabeza pensé: ¿orar por él?, prefiero matarlo. Pero no dije eso. Afortunadamente, dije: «Cariño, tienes razón. Oremos para que papá conozca a Jesús». En ese momento, mi hijo tenía seis años y mi hija tenía tres años y medio. Entonces, cada mañana en el desayuno, orábamos y le pedíamos al Señor que papá viniera a conocer a Jesús. Y cada tarde, antes de que los niños tomaran una siesta, orábamos la misma oración. Y luego comencé a pedirles a mis amigos, a todos en el estudio bíblico, que oraran para que Bill Rose conociera a Jesús.
Nancy: Así que tus hijos habían estado orando para que Bill, su papá, llegara a conocer al Señor. ¿Y oraban para que volviera a casa?
Vicki: Sí. Siempre preguntaban: «Si papá llega a conocer a Jesús, ¿volverá a casa?». Pero yo no sabía cómo responder a eso. Estaba aprendiendo a dar respuestas completamente verdaderas, así que les decía: «No sé si eso es lo que sucederá. En este momento, nuestra esperanza está en el Señor. Solamente Él es nuestra esperanza. Seguiremos orando por papá y dejaremos que Dios resuelva las cosas».
Y la verdad es que yo no quería que volviéramos a estar juntos. Tenía mucho miedo de volver con Bill por cómo había sido nuestro matrimonio. Pero, en el proceso de orar con los niños para que Bill llegara a conocer al Señor, Dios comenzó a cambiar mi corazón hacia Bill, y comencé a amarlo nuevamente.
El amor no desaparece; mis sentimientos de amor regresaron. Empecé a desear lo que es mejor para Dios, y eso era que nuestra familia estuviera unida. Llegué al punto en que ese era mi deseo. No quería divorciarme; no quería ser madre soltera.
Ser padre soltero es uno de los trabajos más difíciles. Quería que todos estuviéramos juntos. Había visto a Bill como padre en algunas ocasiones, y él era especial con sus hijos. Yo anhelaba eso, y anhelaba intimidad con él.
Bill: Vicki me invitó a una de las cenas de tu madre, y había un guitarrista clásico tocando allí, que no era lo que yo. . .
Nancy: ¿Christopher Parkening?
Bill: Exactamente.
Nancy: Así es, creo que nuestras oyentes han escuchado lo suficiente como para saber que a este aficionado por el béisbol, que practica deportes, no le atrae un orador que es guitarrista clásico.
Bill: No. Él estaba tocando su guitarra en ese momento. Recuerdo levantarme de la mesa, ir al baño, drogarme e irme de la cena. No era para mí. También recuerdo, a medida que pasaron los años, mientras estábamos separados y aumentaron las drogas y el alcohol, mi vida estaba fuera de control.
Recuerdo que me despertaba los domingos por la mañana, me arrodillaba y oraba a un Dios. . . Quiero decir, yo creía en Dios, pero no sabía nada más. Yo lloraba mucho. Recuerdo haber orado: «Tiene que haber algo más». También recuerdo que los domingos por la mañana veía a un evangelista en televisión.
Ya sabes, era uno de esos tipos que probablemente no debería haber estado en la televisión, y creo que pasó un tiempo en la cárcel. ¿Pero sabes qué? Dios usa a cualquiera.
Nancy: ¿Sentías que algo te estaba atrayendo?
Bill: Oh sí. Quería salir del estilo de vida que había estado viviendo durante los últimos cinco años y medio. Entonces Vicki me llamó y me dijo: «Hay un hombre que va a hablar en el almuerzo de la capilla de la organización de béisbol, ¿te interesaría ir?»
Y yo dije: «Oh, sí, ¿quién es el orador?».
Ella dijo: «Es un hombre llamado Bobby Richardson».
No creo que Vicki realmente supiera quién era, pero sí creo que recordó que había hablado de él como mi héroe mientras crecía, y que quería jugar como él.
Nancy: ¿Sabías que él iba a hablar sobre su fe?
Bill: Bueno, era un almuerzo en la capilla de la organización de béisbol, así que pensé que se trataba de algo en particular. Fui al almuerzo y escuché a Bobby hablar; él fue muy elocuente. Disfruté escucharlo. Luego, me presenté a él como uno de los socios de los Yankees y le dije que había forjado mi carrera en el béisbol inspirado en él.
No pudo haber sido más amable. De hecho, volvió conmigo al Sporting Club y pasó un par de horas hablando conmigo. Oró por mí, pero yo todavía no estaba listo. Sin embargo, ciertamente se estaban plantando semillas en mi vida. Luego, en diciembre de 1990, Vicki me invitó a una cena en la casa de tu mamá, Nancy.
Fue una pequeña cena de Navidad; solo había unas cuantas mesas. Ni siquiera recuerdo quién fue el orador esa noche, pero sí sé que esa noche oré para recibir a Cristo.
Nancy: El Espíritu de Dios atrajo tu corazón, abrió tus ojos, te dio fe y te dio arrepentimiento. ¿Recuerdas algo especial acerca de esa noche, o fue como: «este es el próximo paso», del trayecto en el que habías estado?
Bill: Sabía que necesitaba algo. Creo que me sentí atraído. Empecé a orar: «Jesús, si puedes sacarme de esta vida que he estado viviendo, estoy listo». Y ese fue el comienzo de un nuevo trayecto para mí.
Nancy: ¿Entonces, Vicki, él volvió a casa y ustedes vivieron felices para siempre?
Vicki: No exactamente. Pasó un año desde que Billy oró para recibir a Cristo, hasta que regresó a casa. Pasamos por algunas cosas realmente difíciles en nuestra consejería, otras cosas fueron muy útiles, pero fue difícil.
Nancy: Así que en realidad fueron varios meses difíciles. ¿Es una buena descripción para lo que sucedió después?
Bill: Lo fue. Fue un proceso lento ese año, porque todavía tenía mi restaurante. No estaba listo para hacer un compromiso total con Vicki y salir de un estilo de vida para ir al otro. Porque sabía que una vez que me mudara con ella y los niños de nuevo, ese sería un gran paso. Las cosas que yo sentía que eran divertidas, tendría que dejarlas.
Vicki: Sin embargo, oraste para recibir a Cristo en diciembre y entraste a rehabilitación en febrero.
Bill: Sí, sabía que tenía que dejar las drogas, pero estaba muerto de miedo porque lo había intentado muchas veces por mi cuenta y los síntomas de abstinencia eran demasiados. En aquel entonces la gente decía, incluso los médicos, que la cocaína no era físicamente adictiva; todo era mental.
No tenían idea de lo que estaban hablando. Es físicamente demasiado adictivo que ni siquiera puedo expresarlo apropiadamente. Así que entré en ese lugar de rehabilitación y solo duré una noche. Era como un campamento de entrenamiento; ese lugar no era para mí. Tenías que hacer tu cama como a las seis de la mañana, y luego venían a inspeccionarla, y si hacías algo mal, te ponían algo alrededor del cuello.
Le dije: «No, no, no, esto es ridículo». Entonces, a la mañana siguiente, dije: «Me voy de aquí», y me fui. Creo que fue un jueves por la noche. Regresé a casa el viernes, fui a la casa de mis padres y estuve limpio ese fin de semana. No hice nada, y no sé cómo sucedió eso.
Luego fui a otra rehabilitación ese lunes siguiente. Esa primera noche estaba pasando por síntomas de abstinencia increíbles. Quiero decir, estaba muerto de miedo. Entré en mi habitación (tenía mi propia habitación), me puse de rodillas y comencé a orar. Le dije: «Sabes, Señor, necesito ayuda. ¡Estoy desesperado!».
Luego de esa oración, sentí, en un segundo, que todos estos síntomas de abstinencia fueron eliminados. Sentí que me habían quitado todo este peso y me sentí bien. ¡Estaba muy emocionado! Me puse de rodillas después de que ocurrió todo este episodio, y realmente ya no tenía ganas de consumir cocaína, justo en ese momento.
Llamé a la puerta del consejero que estaba en el mismo piso que yo y le dije: «Estoy bien. ¡Puedo irme a casa!»
Y él dijo: «Bueno, ¿crees que puedas quedarte aquí una semana?».
Así que estuve ahí una semana y participé en todo lo que tenía que participar, hablé con los consejeros y hablé en grupos y todo eso. Lo disfruté porque no tenía más síntomas, no tenía más ganas de hacer eso.
Salí y poco a poco comenzamos a poner otra vez las cosas en orden.
Vicki: Empezamos consejería. Bill seguía viviendo en otro lugar. Pero íbamos a consejería una o dos veces por semana, y también íbamos juntos a la iglesia los domingos.
Bill: Uno de los muchachos con los que estábamos en consejería me dijo: «Es hora de tomar una decisión». Lo expresó en términos un poco más duros, dijo: «Debes tomar una decisión. O estás con ella o sin ella, pero no puedes hacer las dos cosas».
Nancy: Él es Bill Rose, describiendo el desorden que el pecado trae a nuestras vidas y la esperanza que se encuentra en Cristo. Bill y Vicki Rose han estado hablando sobre la forma en que Dios los rescató de vidas de pecado y desesperanza. Ellos retomarán la historia mañana.
Vicki escribe sobre esta historia en un libro titulado: Every Reason to Leave and Why We Chose to Stay Together (Razones para abandonar y por qué escogimos permanecer juntos, disponible en inglés).
Débora: ¿Sabías que también puedes buscar en AvivaNuestrosCorazones.com por tema para encontrar recursos digitales gratuitos? Por ejemplo, si escribes la palabra «matrimonio» en el cuadro de búsqueda, encontrarás una variedad de pódcasts, blogs y videos sobre el tema. Podemos ofrecerte todo esto sin costo, en gran parte gracias a la generosidad de nuestro equipo de colaboradoras mensuales. Este es un grupo de oyentes, personas como tú, que han sido bendecidas por este ministerio y que se han comprometido a apoyar el ministerio mensualmente. Tu generosidad nos ayuda a seguir conversando con mujeres como Vicki.
Vicki: Una de las grandes herramientas, para abrazar mi feminidad y abrazar las cosas que necesito hacer, para caminar obedientemente al Señor como esposa, ha sido Aviva Nuestros Corazones. He aprendido mucho escuchando Aviva Nuestros Corazones. Y Nancy, he escuchado tus enseñanzas cuando recibes a otras parejas casadas, o a mujeres compartiendo sobre su matrimonio.
Aquí es donde he sido estudiante, y esto es lo que me ha sido de gran ayuda.
Débora: Hoy escuchamos cómo Bill y Vicki llegaron a conocer a Jesús. Pero sus vidas seguían siendo muy, muy desordenadas. Mañana escucharemos cómo Vicki aprendió a amar a su esposo en los retos cotidianos de la vida real. Si conoces a alguien en un matrimonio con dificultades, quiero animarte a que la invites a escuchar la serie de esta semana con Bill y Vicki Rose. Asegúrate de unirte a nosotras la próxima semana en Aviva Nuestros Corazones.
Recordándote que Jesús es suficiente, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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