Un examen del corazón
Annamarie Sauter: ¿Estás descontenta con el rol que Dios te ha dado?
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Qué tan a menudo decimos: «No estoy contenta con el rol que Dios me ha dado, con la responsabilidad que me ha dado; y en cambio decimos, «yo quiero un rol, un trabajo, un llamado, una tarea que ha sido dada a otra persona». Ahora bien, no dirías «yo quiero ese puesto», pero comienzas a conspirar a manipular y a luchar porque, por tu orgullo, quieres ser la primera. A menudo el resultado es que nos hacemos resistentes a la autoridad.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Cuando dejas crecer la hierba mala, eventualmente esta conquistará todo el jardín. De la misma manera, cuando permites que el descontento crezca en tu corazón, eventualmente conquistará tu lengua y comenzarás a quejarte. Nancy nos …
Annamarie Sauter: ¿Estás descontenta con el rol que Dios te ha dado?
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Qué tan a menudo decimos: «No estoy contenta con el rol que Dios me ha dado, con la responsabilidad que me ha dado; y en cambio decimos, «yo quiero un rol, un trabajo, un llamado, una tarea que ha sido dada a otra persona». Ahora bien, no dirías «yo quiero ese puesto», pero comienzas a conspirar a manipular y a luchar porque, por tu orgullo, quieres ser la primera. A menudo el resultado es que nos hacemos resistentes a la autoridad.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Cuando dejas crecer la hierba mala, eventualmente esta conquistará todo el jardín. De la misma manera, cuando permites que el descontento crezca en tu corazón, eventualmente conquistará tu lengua y comenzarás a quejarte. Nancy nos explica cómo detener este proceso, al continuar con la serie titulada, Recordando a Miriam.
Nancy: Tengo una amiga que recientemente descubrió una pequeña masa en su cara, cerca de su oreja en un ganglio linfático. Ella fue a hacerse unos exámenes. El doctor le palpó y finalmente le dijo, «necesitamos hacer una tomografía por emisión de positrones (PET scan)». El objetivo de esa tomografía era ver si había algunas células cancerosas dentro de esa pequeña masa.
Gracias a Dios, parece que todo está bien. Pero mientras acompañaba a mi amiga durante ese tiempo que estaba pasando ese proceso de la tomografía, pensé acerca de la tomografía (PET scan), y todo el equipo sofisticado que tenemos hoy que puede demostrar todo tipo de cosas que están pasando dentro de nuestros cuerpos que no se pueden ver por fuera. Fue un recordatorio para mí de que Dios sí sabe. Él tiene la capacidad máxima en tomografía y ojos que penetran, y Él conoce lo que hay en nuestros corazones.
Hay cosas que no tan fácilmente podemos ver por fuera, cosas que no sabemos que están pasando en nuestros corazones. Dios usa las circunstancias de la vida para exponer y traer a la superficie lo que está pasando en nuestros corazones.
A veces el tomógrafo de Dios solamente nos está llevando por tiempos duros en la vida, y lo que somos y quienes somos sale a la superficie. Nos vemos a nosotras mismas, y decimos, «yo no sabía que era ese tipo de persona. Yo no sabía que tenía tanta ira. Yo no sabía que era tan impaciente. Yo no sabía que era tan crítica hasta que fui apretada, y lo que estaba dentro de mí, salió».
Hemos estado viendo la vida de Miriam durante las últimas semanas. Cuando Dios tomó a Miriam –la hermana de Moisés y Aarón en el Antiguo Testamento– y la sometió a una tomografía del corazón; el resultado no fue bueno, no todo estaba bien.
Hubo tres incidentes importantes registrados en el Antiguo Testamento en relación a la vida de Miriam. Hemos visto los dos primeros. El primero fue en Éxodo capítulo 2, cuando ella era pequeña, probablemente de seis a diez años de edad. Eso fue cuando su mamá puso al hermanito de Miriam, a Moisés, en la canasta dentro del Río Nilo para protegerlo del edicto del rey que establecía que todos los niños pequeños debían morir. Tú conoces esa historia.
El rol de Miriam en ese caso era lo que podríamos llamar uno de guardián. Desde pequeña ella comprobó ser digna de confianza. Era valiente, segura de sí misma, compasiva, y se preocupaba por los demás. Vimos esas cosas cuando fue guardián de su hermano aun a su corta edad.
El segundo incidente tuvo lugar ochenta años después, cuando Miriam tenía aproximadamente noventa años de edad, más o menos. En Éxodo capítulo 15, vemos el incidente después de que cruzaron el Mar Rojo, cuando Miriam está al frente de una gran celebración.
Ella es la que está guiando a las mujeres en adoración y alabanza al Señor por la victoria que les dio, por como Él llevó a Su pueblo por el Mar Rojo. Los egipcios han sido derrotados, y ella se une a las mujeres; guía a las mujeres a unirse al himno de alabanza que Moisés está cantando. Miriam es parte de esa celebración.
Primero ella es la que cuida de su hermano, luego es la que celebra. Si la historia de Miriam hubiera terminado ahí, hubiera terminado muy bien. Habría sido una buena historia, un registro perfecto. Pero una de las cosas que sabemos de las Escrituras, es que las Escrituras no ocultan las verrugas, los fracasos, las culpas, las imperfecciones aun de la gente piadosa.
Estoy contenta por eso porque cuando mis verrugas y mis fracasos y mis imperfecciones salen a la luz, cuando la tomografía del corazón enseña cosas allí dentro que son realmente feas, me alegra tener en las Escrituras ilustraciones de personas que han estado allí, personas que han experimentado problemas similares del corazón. Me ayuda a lidiar con mis propios problemas.
El próximo capítulo en la vida de Miriam es triste; es uno trágico. Es el último relato que tenemos en las Escrituras de esta mujer, aparte de su muerte, la cual está registrada solo en un versículo en Números capítulo 20. Tocaremos hoy, y en los próximos programas, este tercer incidente en la vida de Miriam. Lo encontrarás en Números capítulo 12.
Déjame animarte a abrir tu Biblia, si tienes tu Biblia contigo puedes hacerlo, en Números capítulo 12. Vamos a estar viendo este capítulo durante los próximos días.
Este es un punto bajo en la historia de Miriam que tuvo lugar más o menos un año después del incidente previo, donde la vimos como mujer celebrando. ¡Qué rápido podemos ir de ser adoradoras a ser quejumbrosas! ¿No es cierto? No tiene que tomar un año. No toma un mes. No toma un día. Yo lo puedo hacer en cuestión de segundos, cambiar de estar adorando a quejarme, de celebrar a criticar. En este caso, transcurrió como un año entre ambos relatos.
Ahora, el contexto para Números capítulo 12… puedes aprender tanto acerca de las Escritura si lees el contexto donde aparece. Recordarás que los hijos de Israel habían estado en Egipto como esclavos por cuatrocientos años. Dios mandó a Moisés para liberarlos. Las diez plagas vinieron sobre Egipto. Transcurrió la Pascua, donde mataron el cordero sacrificial. Durante esa noche, Dios mandó a los israelitas fuera de Egipto con Su mano poderosa y fueron libres.
Luego vinieron al Mar Rojo, donde pensaron que estaban en un problema serio. Estaban en un problema serio porque Faraón y su ejército los perseguían. Pero Dios les dio esa gran liberación de la que acabamos de hablar.
Llegaron al otro lado del Mar Rojo, y luego llegaron al Monte Sinaí, donde les fue dada la Ley. Mucho del libro de Éxodo tiene lugar en el Monte Sinaí. Estuvieron en el Monte Sinaí como por un año, y luego siguieron a lo que fue su peregrinaje a través del desierto en su camino a la tierra prometida.
En Números capítulo 11 –no leeremos el pasaje– llegaron a un lugar donde la gente refunfuñaba, murmuraba, se quejaba. No se nos dice de qué se quejaban exactamente en esta ocasión, pero por lo que fuera, Dios lo tomó muy enserio. Leemos en Números 11 que «...la ira del Señor se encendió contra el pueblo, y el Señor hirió al pueblo con una plaga muy mala. Por eso llamaron a aquel lugar Kibrot-hataava, porque allí sepultaron a los que habían sido codiciosos» (vv. 33-34).
El pueblo estaba descontento, y Dios sepultó a muchos de ellos allí por su codicia y descontento. Luego el versículo 35 nos dice, «Y de Kibrot-hataava el pueblo partió para Hazerot y permaneció en Hazerot». Allí es donde están los hijos de Israel cuando llegamos al capítulo 12 del libro de Números. Hazerot está como a cuarenta millas al este del Monte Sinaí.
En el contexto de toda la historia, este incidente está antes del capítulo 13; un pasaje del cual también hemos hablado antes en Aviva Nuestros Corazones, donde los hijos de Israel vienen a Cades. Allí fue donde mandaron a los espías a la tierra prometida, pero no le creyeron a Dios. Ellos dudaron de Dios, y como resultado, Dios les dijo que iban a pasar cuarenta años en ese desierto».
Números capítulo 12 está insertado en ese contexto. Es una historia de Miriam y la rebelión contra Moisés.
Números capítulo 12, versículo 1, dice, «Miriam y Aarón hablaron contra Moisés». Déjame detenerme aquí. De acuerdo a comentarios de este versículo basados en la construcción gramatical del verbo, de la palabra «hablaron», resulta claro que Miriam fue la instigadora. Es un verbo singular femenino. Era Miriam la que estaba hablando contra Moisés. Aarón, quien como sabemos por otros relatos de su vida, era fácilmente influenciado en direcciones negativas, solo la estaba acompañando.
Ahora, eso no hace que Aarón sea sin culpa, pero Miriam fue la que provocó esto. Por eso, cuando llegamos al castigo por el crimen, cuando fue herida con lepra y es disciplinada, castigada, Aarón no es incluido en el castigo. Esa puede ser una de las razones, por lo menos. Realmente era el corazón de Miriam que estaba detrás de esta rebelión.
En los versículos 1 y 2, hay dos quejas que fueron formuladas contra Moisés. En el versículo 1, leemos la razón aparente para la oposición a Moisés: «Miriam y Aarón hablaron contra Moisés por causa de la mujer cusita con quien se había casado, pues se había casado con una mujer cusita».
Ahora bien, he leído muchos comentarios acerca de esto, y realmente no saben quién era esta mujer. Hay dos puntos de vista básicos. Uno es que esta es la esposa original de Moisés, Séfora, quien pudo haber tenido piel oscura o haber sido de origen extranjero. La otra es que Séfora había muerto, y esta fue la segunda esposa con la que Moisés se casó después. La respuesta es que no sabemos. Pudo haber sido una o la otra.
Lo que sí sabemos es que este no fue un matrimonio prohibido por Dios. Él dijo, por ejemplo, en Éxodo capítulo 34, que ciertos casamientos eran prohibidos para los israelitas; tenían prohibido casarse con mujeres cananeas (ver vv. 12-16). Pero este no era uno de esos casamientos prohibidos, así que Miriam y Aarón no tenían base bíblica para decir que Moisés no debía haberse casado con esta mujer.
No sé porque tenían queja con esta mujer. Es posible que Miriam se sintiera amenazada. Hasta este punto, Miriam había sido la mayor figura femenina en Israel. Ella era respetada, era admirada, y pudo haberse sentido amenazada. Quizás tenía temor de ser opacada por la esposa de Moisés. Pero al meditar en este pasaje, la mujer cusita, aparentemente, no era el problema real.
Tenemos otra clave de lo que pudo haber estado pasando aquí. En Números 11, setenta ancianos fueron nombrados para asistir a Moisés a guiar al pueblo (ver vv. 16-17). Esta fue una idea sugerida primeramente por, ¿te acuerdas quien sugirió esto? El suegro de Moisés. Quizás cuando esos ancianos fueron nombrados, Miriam pensó, «esta es la idea del papá de la esposa de Moisés, es una mala idea».
Quizás ella sintió que sus derechos y los de Aarón habían sido pisoteados y sus posiciones amenazadas. Ahora iba a haber otras personas dándole consejo a Moisés. Así que quizás ella y Aarón estaban defendiendo su territorio contra esta nueva estructura de liderazgo. No sabemos, pero es aparente mientras vemos el versículo 2 que hay un problema más profundo que la esposa de Moisés.
Y ellos dijeron: «¿Es cierto que el Señor ha hablado solo mediante Moisés? ¿No ha hablado también mediante nosotros? Y el SEÑOR escuchó eso. (El hombre Moisés era muy humilde, más que toda la gente que había en el mundo). Y de repente el SEÑOR le dice a Moisés y a Aarón y a Miriam: Vengan, ustedes tres, a la tienda de reunión. Y los tres salieron. Y el SEÑOR bajó en una columna de nube y se paró a la entrada de la tienda y llamó a Aarón y a Miriam, y los dos salieron hacia afuera».
Versículo 2: «y dijeron: ¿Es cierto que el SEÑOR ha hablado solo mediante Moisés? ¿No ha hablado también mediante nosotros?» Ahora, esto parece ser el punto crítico del problema, el verdadero problema. Y este es el problema que Dios toca cuando Él entra en escena.
Al ver estos asuntos que Miriam levantó acerca de la esposa de Moisés y de que «¿...ha hablado Dios solo mediante Moisés?», las preguntas que queremos hacer son: «¿Qué está pasando en su corazón? ¿Qué la motiva a hablar en contra de Moisés y a liderar esta insurrección?» No queremos ver solo su comportamiento externo. Veremos lo que su corazón produjo, pero primero queremos decir de ella y de nosotros: «¿Qué está pasando en su corazón? ¿Cuáles son los asuntos del corazón?»
Antes que todo, parecería que hay un problema de envidia y celos. Se está haciendo una comparación: «Dios no solamente te habla a ti». Mira, Miriam conoció a Moisés cuando estaba en pañales, y ella también era profeta. Se nos dice en Éxodo capítulo 15 que ella era una profetisa. Ella podía escuchar a Dios también.
A veces puede ser difícil ver a otros tener éxito, y especialmente celebrar el éxito de hermanos menores. Pienso en los hermanos mayores de José. Se llenaron de celos cuando Dios le habló a José, y como resultado, lo atacaron.
Moisés había tenido una crianza privilegiada en el palacio de la hija de Faraón, ¿recuerdas? él había sido librado de las penurias de la esclavitud. «Él siempre recibía la atención», quizás Miriam estaba razonando, «yo siempre estoy en las sombras». Hay envidia y celos por la posición de Moisés, por sus privilegios. Ella está pensando, «¿por qué debe tener él, mayor privilegio de hablar por Dios? Dios también me habla a mí».
Los celos tienen que ver con querer lo que otra persona tiene. La envidia tiene que ver con desear que la persona no lo tenga. Pienso que vemos las dos cosas aquí. Moisés tenía un liderazgo que aparentemente Miriam codiciaba. No solo lo quería para ella, pero estaba deseando que él no lo tuviera. ¿Qué haces cuando ves a alguien que tiene algo que tú no tienes, y deseas tenerlo tú, y deseas que ellos no lo tuvieran? Bueno, es fácil tratar de derribarlos, de atacarlos, de regocijarse por su ruina.
El pastor de jóvenes de la iglesia donde me congrego predicó un mensaje acerca de este mismo pasaje, Números capítulo 12 y él hizo un comentario que pienso que puede ser de ayuda.
Él dijo,
«Cuando la envidia personal nos pone a la ofensiva, ya no vemos a la otra persona como creada a la imagen y semejanza de Dios. Perdemos respeto por ellos como individuos, y ahora esa persona se convierte en un obstáculo para nuestra felicidad personal. En lugar de disfrutarlos, comenzamos a despreciarlos. En lugar de valorarlos, los degradamos. En lugar de levantarlos, hacemos alarde de nosotros mismos. En lugar de regocijarte por sus talentos, minimizas sus contribuciones al reino».
Eso es exactamente lo que vemos que ocurre aquí, hay envidia y celos en el corazón de Miriam.
También hay resentimiento. Moisés aparentemente tiene mayor acceso a Dios, y ella resiente eso. Hay ambición egoísta en su corazón. Ella quiere más poder. Ella está procurando posición, autoridad, influencia. Hay rivalidad en su corazón, y por supuesto, el corazón del problema es el orgullo: procurando ser exaltada, procurando el primer lugar, luchando por obtener un lugar prominente.
Después de todo, ella era una profetisa. Ella era respetada. Ella había sido portavoz de la verdad por años. Cuando has tenido ese tipo de posición y de influencia, tienes la tendencia a esperar que la gente esté de acuerdo con todo lo que tú dices, y lo que tú dices debe tener tanta influencia como lo que cualquier otro dice. Hay un gran orgullo en su corazón.
Miriam se encuentra en la peligrosa posición de resistir el lugar y el rol que Dios tiene para ella; insiste en tener el lugar y el rol que Dios tiene para otra persona. Cuando hacemos eso, amigas, nos habremos excedido y habremos tomado el rol de Dios en nuestras vidas, y nos habremos convertido en rebeldes.
Esta es una historia de una mujer rebelde, pero su historia es nuestra historia. ¿Qué tan a menudo decimos, «no estoy contenta con el rol que Dios me dio, de tener la responsabilidad que Él me ha dado, en cambio yo quiero un rol, un trabajo, un llamado, una tarea que es dada a otra persona?»
Puede ser que tú quieras el rol que Dios le dio a tu esposo. Puede ser que tú quieras el rol que Dios le dio a tu pastor, o a la autoridad en tu lugar de trabajo, a tu jefe. Tú dirás, «yo quiero eso». Ahora, no dirás, «yo quiero esa posición», pero comienzas a conspirar, a manipular y a luchar porque, por tu orgullo, quieres ser la primera. A menudo el resultado es que nos hacemos resistentes a la autoridad.
Esto está muy en contraste con la imagen que vemos en Miriam en el incidente previo, en Éxodo capítulo 15, donde ella es sensible al liderazgo de Moisés. Moisés guió a los hijos de Israel en un himno de adoración después de cruzar el Mar Rojo, y Miriam tomo su lugar y respondió a lo que Moisés hacía. Ella guió a las mujeres apoyando y levantando a Moisés al unirse cantando el himno de adoración.
Ese era un buen lugar para Miriam. Ahora, aquí, casi un año después, una mujer de cerca de noventa años de edad, se encuentra en un lugar donde resiste la autoridad ordenada por Dios. Por cierto, cuando hacemos eso no solo resistimos la autoridad humana, sino que resistimos a Dios mismo.
Miriam está descontenta con el rol que Dios le dio, con su llamado dado por Dios. Ella se siente irritada contra la posición, el prestigio y la preeminencia que es dada a Moisés. Ella quiere ese lugar, y ella comienza a hablar acerca de eso. Veremos en la próxima sesión cómo estos problemas del corazón, lo que estaba pasando en el corazón de Miriam, veremos como realmente se expresó todo esto.
Antes de movernos a cómo su corazón se expresó, mientras meditaba en este pasaje, una historia me vino a la mente. La historia de una mujer quien ha sido una heroína mía por muchos años. Su nombre es Helen Roseveare. He hablado de ella varias veces en Aviva Nuestros Corazones.
Entre 1950 y 1970, ella fue una misionera, una cirujana, doctora, en lo que en ese tiempo se llamaba el Congo. Era una mujer usada por Dios grandemente. Su libro Living Sacrifice (Sacrificio vivo) es un libro que he leído varias veces a lo largo de los años. No sé si ese libro esté todavía disponible, pero si puedes conseguir una copia, es un buen libro. Regresé y saqué unos pasajes del libro que recordé de cuando Helen Roseveare, siendo una mujer soltera en el campo misionero, tuvo unos retos similares a los que experimentó Miriam.
Déjame leerte algo de lo que la Dr. Roseveare dijo:
«Cuando el comité de las misioneras mayores, responsables por los planes generales de los ministerios de la iglesia en nuestra área del Congo, decidieron pedirme que fuera a Nebobongo a establecer un centro médico allí, yo estaba furiosa. No había trabajador médico en el comité, y sentí que por lo menos tenía el derecho de explicar por qué, para mí, esto era una muy mala decisión».
Luego ella sigue y dice en otro caso;
«Cuando el comité decidió que yo debía salir de licencia luego de tan solo cinco años de servicio, estaba indignada. ¿Por qué no pude hacer siete años, o más, como todos los demás hacían? Por lo menos yo tenía el derecho a que me consultaran. ¿Sería conveniente para mi madre y mi familia que fuera en ese tiempo?
Mi derecho a ser considerada, a que mi opinión fuera escuchada, a dar mi consejo, a escoger y decidir, todo esto se relacionaba con mi propia vida y al trabajo de la visión que Dios me había dado, de manera que esto me lucia esencialmente bueno y razonable».
Me pregunto si Miriam no pensó lo mismo. No creo que hubiera pensado: «estoy escribiendo un capítulo en un libro acerca de una mujer rebelde». Para ella, esto probablemente parecía bueno y razonable.
Helen Roseveare habla acerca de esto, en otro caso.
Tres más se agregaron al equipo. Eran más calificadas que yo en áreas particulares. Poco a poco me di cuenta que no era necesitada en el equipo como antes. Esto fue fuerte de enfrentar. Siempre fui necesitada: supongo que mi egoísmo crecía por eso.
Ahora mayormente era necesitada como un muchacho de mandados en la oficina (ella era cirujana, ¿recuerdas?), y estaba descontenta. Como de costumbre, la queja llegó a los oídos del comité de la escuela, incluyendo a dos o tres ancianos de la iglesia.
Veremos, mientras la historia de Miriam se desarrolla para nosotros en la próxima sesión, que las quejas de Miriam comenzaron en su corazón, y luego alcanzaron los oídos de Aarón, y alcanzaron los oídos del pueblo, y luego alcanzaron los oídos de Moisés. Y desde el principio, alcanzaron los oídos de Dios. Cuando leamos en la próxima sesión Números 12:2, veremos que dice: «Y el SEÑOR lo oyó».
Dios escuchó lo que ella dijo. Dios escucha lo que tú dices. Dios escucha lo que yo digo. El descontento en nuestros corazones Él lo escucha aun antes de que lo pongamos en palabras. La lucha, la deslealtad, el orgullo, la ambición egoísta, el resentimiento, la rebelión…Dios escucha las quejas de nuestros corazones.
Mientras vemos a esta mujer, a Miriam, Dios nos está llamando a muchas de nosotras a arrepentirnos, y a decir: «Señor, tengo problemas». ¿No estás agradecida de que Dios ya no esté escribiendo más Escritura para que nuestros capítulos no sean agregados allí? La historia de Miriam está allí para que todas nosotras la leamos, en Números capítulo 12.
Pero quiero decir que Dios puede escribir una historia nueva para cada una de nosotras, una historia de gracia, una historia de perdón. Veremos que hace eso por Miriam, pero solamente pasa si estamos dispuestas a arrepentirnos, a ser honestas sobre dónde Dios nos encontró, y a clamar por la gracia de Dios.
Señor, hoy somos mujeres que estamos desesperadamente necesitadas de Tu gracia. Y pido que mientras has estado apuntado con Tu dedo a los problemas no solo en el corazón de Miriam, sino también en nuestros corazones, que nos apresuremos a decir: «Sí, Señor, sí hay esa lucha, hay ese egoísmo, hay esa envidia, hay ese celo».
Señor, has pintado en nuestras mentes una imagen donde estas cosas existen en las relaciones con las que estamos luchando y empujando y manipulando por tener preeminencia. Te pido que respondamos a la convicción de Tu Espíritu, no solo ahogándolo, al cambiar para escuchar otro programa radial, o una nueva sesión, o algo nuevo en nuestro día, sino que respondamos deteniéndonos ahora y diciendo: «Señor, me arrepiento. Lávame. Límpiame. Perdóname. Purifica mi corazón». Te lo pido en el nombre de Jesús, amén.
Annamarie: Nancy DeMoss de Wolgemuth te ha invitado a examinar tu corazón. ¿Qué resultado dio tu examen? Muchas de nosotras, si no todas, encontraremos algo de descontento y crítica en nuestros corazones. Todas necesitamos el perdón de Dios.
Para conocer más acerca del tema del perdón visítanos en AvivaNuestrosCorazones.com. Allí encontrarás recursos por tema, Escritura o autor.
El disgusto y la queja tienen repercusiones serias. Nancy dice: «La gloria del Señor se apartará de tu vida cuando el descontento tome el control». Descubre por qué, mañana, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Invitándote a decir: «Sí, Señor», Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
Canción del Peregrino, Jonathan & Sarah Jerez, Periscopio ℗ 2017 Jonathan & Sarah Jerez. Canción usada con permiso.
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