Una complicación dulce y permanente
Carmen Espaillat: Jani Ortlund tiene un reto para las esposas, o futuras esposas.
Jani Ortlund: Dios no solo te tolera. La Biblia dice que Él te acepta. No seamos esposas que simplemente toleran a sus esposos. Aceptemos a nuestros esposos así como Dios nos acepta a nosotras.
Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Si estás casada, o si esperas casarte algún día, ¿sabías que el matrimonio no solo se trata de ti y de tu esposo? En realidad, tu matrimonio se trata de la gloria de Dios. El matrimonio se supone que es un reflejo de la relación de Cristo y Su iglesia.
Mi querida Jani Ortlund, va a explicarnos hoy por qué entender esto es tan importante. Cuando ves el matrimonio de esa manera, eso tiene grandes implicaciones prácticas. Jani es esposa de …
Carmen Espaillat: Jani Ortlund tiene un reto para las esposas, o futuras esposas.
Jani Ortlund: Dios no solo te tolera. La Biblia dice que Él te acepta. No seamos esposas que simplemente toleran a sus esposos. Aceptemos a nuestros esposos así como Dios nos acepta a nosotras.
Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Si estás casada, o si esperas casarte algún día, ¿sabías que el matrimonio no solo se trata de ti y de tu esposo? En realidad, tu matrimonio se trata de la gloria de Dios. El matrimonio se supone que es un reflejo de la relación de Cristo y Su iglesia.
Mi querida Jani Ortlund, va a explicarnos hoy por qué entender esto es tan importante. Cuando ves el matrimonio de esa manera, eso tiene grandes implicaciones prácticas. Jani es esposa de pastor. Ella y su esposo Ray tienen cuatro hijos ya casados, y tienen muchos nietos. Puedes leer artículos escritos por ella y por otras autoras, en nuestro blog Mujer Verdadera. Te animo a visitar nuestro blog.
El mensaje que escucharás hoy fue enseñado por Jani en una Conferencia para Mujeres de Coalición por el Evangelio (The Gospel Coalition Women Conference). Se titula: «El matrimonio a través de los ojos del evangelio».
Escuchemos a Jani:
Jani: Si tienen sus biblias, por favor, vayan conmigo a Romanos capítulo 7. Vamos a leer los versículos del 1 al 6. ¿No pensaste que fuera a ir a Romanos, verdad? No soy una erudita en Romanos, aunque estoy casada con uno. Pero el hecho de que duermo con uno no significa que obtengo su conocimiento por ósmosis. He estudiado un poco estos seis versículos.
No vamos a ir a lo largo de este pasaje frase por frase. Vamos a tomar algunas ideas y las vamos a aplicar a un matrimonio centrado en el evangelio. Leamos Romanos capítulo 7, versículos del 1 al 6:
«¿Acaso ignoráis, hermanos—pues hablo a los que conocen la ley—que la ley tiene jurisdicción sobre una persona mientras vive? Pues la mujer casada está ligada por la ley a su marido mientras él vive; pero si su marido muere, queda libre de la ley en cuanto al marido.
Así que mientras vive su marido, será llamada adúltera si ella se une a otro hombre; pero si su marido muere, está libre de la ley, de modo que no es adúltera aunque se una a otro hombre. Por tanto, (¿ves esa palabra? Es una palabra muy importante a medida que la vinculamos a nuestros matrimonios), hermanos míos, también a vosotros se os hizo morir a la ley por medio del cuerpo de Cristo, para que seáis unidos a otro, a aquel que resucitó de entre los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.
Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas despertadas por la ley actuaban en los miembros de nuestro cuerpo a fin de llevar fruto para muerte. Pero ahora hemos quedado libres de la ley, habiendo muerto a lo que nos ataba, de modo que sirvamos en la novedad del Espíritu y no en el arcaísmo de la letra».
Esta novedad de Espíritu es «la señora Gracia», y la vieja forma de la letra es «la señora Ley». Imagina esta escena: Estás vestida de novia, el ministro dice: «Queridos hermanos, nos encontramos reunidos hoy delante de Dios y delante de todos estos testigos, para unir a esta pareja en santo matrimonio, como Dios lo ha ordenado. . . y para ver cuánto dolor se pueden causar el uno al otro, y a sus familias, y a su iglesia y al mundo durante los próximos años».
Nos reímos porque sabemos que todos los matrimonios empiezan con esperanza. A menos que te hayan casado a la fuerza, había un sueño en tu corazón de un romance con un final feliz.
Nadie contrae matrimonio pensando: ¿Cómo puedo arruinar esto y causarles dolor a todas las personas que son importantes para mí? Nosotras quisiéramos que todos los matrimonios fueran una historia de amor con este gran final: «Y vivieron felices para siempre», pero no es así. Si hiciéramos una encuesta sabríamos —aún en nuestra audiencia— que algunas son divorciadas, o tienen hijos o padres que se han divorciado.
Estoy segura de que el divorcio nos ha afectado a todas. Aún a aquellas de nosotras que hemos permanecido casadas, no siempre hemos sido ejemplo de lo que un matrimonio cristiano debería ser. Cada persona casada entiende que el matrimonio es una complicación permanente.
Desde el momento en que dices, «sí acepto» en el altar, hasta el momento en que dices, «adiós», en tu lecho de muerte, el matrimonio complica tu vida. ¿Por qué? Porque en el matrimonio Dios está tratando de encajar a dos personas que son básicamente egocéntricas y pecadoras, personas muy malas... y unirlas de por vida. Por sesenta años... sesenta y cinco años. ¡Por supuesto, que eso va a complicar las cosas!
Ah, ¡pero qué dulce complicación! Espero que pienses de esta manera. Espero que no sea una carga para ti. Yo creo que el matrimonio es la relación más dulce y al mismo tiempo la más dura... la más maravillosa y la más exasperante... la más noble y la más aterradora... la más difícil y la más gratificante de nuestras vidas.
El matrimonio hace que dos personas juntas, logren lo que ellas nunca lograrían si estuvieran solas.
Tengo tres puntos sencillos que quiero ver con ustedes hoy, y mientras vemos estos puntos, quiero que te preguntes a ti misma —ya sea que estés casada o que pienses casarte— «¿seré la señora Ley o la señora Gracia?»
Mi primer punto es, ¿cómo embellece el evangelio el matrimonio? Mi segundo punto es, ¿cómo vivimos como la señora Ley? Y mi punto final es, ¿cómo vivimos como la señora Gracia?
Ahora, el matrimonio no es la experiencia humana más importante, ¡Jesucristo lo es! Pero, bajo los parámetros divinos, el matrimonio es la relación más profunda y debe ser la más fascinante y gratificante que tenemos aquí en la tierra. Esto es porque el matrimonio es un despliegue del evangelio en la tierra . . . del amor de Jesucristo el Salvador por su novia, y de la honra que ella le da a Él.
Sabemos que Efesios 5:22-23 es un pasaje muy importante sobre el matrimonio. No vamos a leerlo, porque ese no es mi tema; pero debo mencionarlo al hablar del matrimonio. Esos versículos nos muestran lo que Pablo llama, «el misterio del matrimonio». Si estás casada, tu matrimonio es un misterio.
Cuando la Biblia habla de un misterio, no habla de algo que no puede ser resuelto, más bien, significa que Dios ha mantenido, hasta cierto punto, en secreto, algo que ahora está revelando. Tu matrimonio es un misterio que revela la belleza del amor de Jesucristo por su novia, y la dulce sumisión de la novia hacia Él.
Efesios 5 nos enseña que nuestros matrimonios revelan el misterio de Jesucristo y de la iglesia, enamorados para siempre, con el final más feliz de un romance jamás imaginado. Ahora, los versículos 29 y 30 —no tienes que buscarlos, porque no tenemos mucho tiempo (pero sé que conoces ese pasaje de Efesios 5)— dicen que Cristo sustenta y cuida (esa es la responsabilidad del Novio) a la iglesia porque somos miembros de Su cuerpo.
¡Me encanta eso! Yo estoy unida a Jesucristo. Él no puede imaginar Su futuro sin la pequeña Jani Ortlund. Él no puede imaginar Su futuro sin ti. Hay una profunda conexión entre Cristo y Su iglesia. Lo que refleja la conexión íntima entre un hombre y su esposa, ellos son un eco de eso.
En el siguiente versículo, el 31, dice: «Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne».
¿Entiendes lo que él está diciendo? Por eso es que la gente se casa. Cristo cuida y sustenta y ama a Su cuerpo, la iglesia. El matrimonio existe para mostrar la relación del amor sacrificial y divino, unido a una gozosa reverencia humana. Esa es la razón por la cual Dios quiere que nos casemos.
Antes del principio de los tiempos, mucho antes de que fuéramos concebidas, antes de que el mundo fuera creado, Dios se había propuesto crear una novia para Su Hijo. Si tienes hijos que aún no se han casado, ¿no te gustaría crear una novia para ellos?
Dios diseñó y creó una novia para Su Hijo, y él dice: «Mi universo existe como telón de fondo para el romance de Mi Hijo con su novia».
Es como si Dios estuviera diciendo: «¿Cómo puedo comunicarles la grandeza de cómo voy a amar a estas personas? ¿Cómo voy a crear una novia para mi Hijo a través de mis escogidos? ¿Cómo podría hacer eso? ¡Yo sé! Voy a crear el matrimonio humano, y esto se lo mostrará a ellos».
Si el matrimonio es un despliegue del evangelio en la tierra, entonces, ¿qué es el evangelio? Yo creo que el evangelio es como un anillo de compromiso, íntimo y personal, para cada una de sus hijas que van a decir, «sí» a su Novio en la cruz. Es una invitación a la relación más satisfactoria que hay en el universo.
El evangelio lleva a mujeres solitarias, tristes y culpables a una hermosa relación de pureza, amor y seguridad. Esa relación está basada solamente en el Novio. Él la inicia, Él es quien persigue, y Él sustenta la relación. El evangelio me invita a mirar más allá de quien soy. . . de ese «yo» que paso horas y días tratando de encubrir.
Me invita a mirar a Cristo. En Cristo, soy libre de mí misma. Ya no tengo que esconderme más. Esa es una parte de la belleza del matrimonio. Si estás casada con un hombre piadoso, ya no necesitas cubrirte. Puedes ser tú. Así es con tu Novio celestial, Jesús. Ya no tienes necesidad de cubrirte porque Cristo te ha cubierto con la sombra de Su cruz. La cruz es lo que nos une. Allí es donde se lleva a cabo el compromiso.
Nada es más aterrador que la ira de Dios, y hay un Padre Celestial en este compromiso. El Novio te hace una novia digna y así te presenta ante el Padre. ¿Cómo hace eso? Él te cubre, Él me cubre.
La única manera de huirde la ira de Dios es correr hacia Su Hijo. La única manera de escondernos de la ira de Dios es escondiéndonos en Aquel que cargó con toda esa ira. 1 Corintios 1:30 dice: «Más por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación, y redención». Por Él nosotras somos aceptadas. Miramos más allá de nuestra vergüenza y la realidad de nuestra culpa, hacia Cristo, y nos regocijamos en lo que Dios ha hecho.
Él nos sumergió en la muerte, la tumba, nos resucitó con Cristo. Dios nunca ve a Jani sin ver primero la cruz entre Él y yo. Su Hijo es el mediador, mi Novio, mi Novio Celestial.
- Por la cruz, Dios ve a Jesús viviendo por mí, de la manera en que yo debo vivir.
- Él ve a Jesús en mi lugar, condenado y muriendo, tomando mi lugar.
- Él ve a Jesús en la tumba, para que yo no tenga que ir a la tumba.
El evangelio explica cómo yo nunca podré estar fuera de la misericordia de Dios. Esto es importante para nuestros matrimonios, y es importante para entender cómo ser la señora Gracia.
En Colosenses capítulo 2, versículos 13 y 14 dice esto: «Y cuando estabais muertos en vuestros delitos y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con Él (Jesús), habiéndonos perdonado todos los delitos, habiendo cancelado el documento de deuda que consistía en decretos contra nosotros y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruz».
¿Alguna vez has estado endeudada? Es algo terrible. Mi esposo y yo vivimos en Escocia por cuatro años mientras él trabajaba en su doctorado. Teníamos cuatro hijos, y habíamos invertido con un sólido inversionista cristiano. Muchos de nuestros amigos también estaban invirtiendo con él, pero desafortunadamente, mientras estábamos en Escocia, él cayó en bancarrota; por lo tanto, nosotros caímos en bancarrota.
Regresamos sin un solo centavo. Para poder ir a Escocia habíamos tenido que vender todo, nuestra casa, nuestro carro, nuestros muebles, todo menos mi piano y los libros de mi esposo. Regresamos con el piano y los libros... y el doctorado. Necesitábamos un préstamo. Teníamos cuatro hijos, necesitábamos un carro, necesitábamos un lugar donde vivir. Mis queridos padres nos prestaron $26, 000 dólares.
Ellos trabajaron duro para juntar ese dinero. Por años tratamos de pagarles ese préstamo dándoles $100 dólares al mes. Nosotros estábamos plantando una iglesia en Oregon en ese tiempo, y no ganábamos mucho dinero. Muchas de ustedes que tienen hijos saben que siempre hay gastos, ortodoncista, doctores, deportes, escuela, ropa, muebles, camas, comida. Así que teníamos dificultad en pagar, y tuvimos que reducir el pago a $50 dólares al mes.
¿Y saben qué hicieron? Ellos cancelaron la deuda. Ellos no sabían cuánto dinero nosotros les debíamos. Ellos nunca llevaron un balance. Era sin ningún interés. Ellos dijeron: «¡Miren, nosotros no necesitamos ese dinero. ¡Ustedes son nuestros hijos! No se preocupen. Guarden esos $50. ¡Compren más leche! ¡Los chicos se toman más de un galón al día!».
¡No se imaginan lo maravilloso que fue eso! Ellos nunca lo volvieron a mencionar, nunca más. Incluso ahora que mi madre vive sola, y mi padre está en el cielo, ella nunca lo menciona. Una vez yo le mencioné esto a ella, pues me sentía culpable por ello. Ella dijo: «Pues, yo ni siquiera recuerdo cuanto fue». ¡Cancelado! Eso es lo que Dios ha hecho.
¿Ves el lenguaje aquí, con sus demandas legales? Es como si Él tomara un documento y escribiera todos los pecados de Jani, o todos tus pecados, y cuando Cristo estaba siendo clavado en la cruz, con cada martillazo decía: «Cancelado, cancelado, cancelado, cancelado . . . para nunca ser mencionados de nuevo».
Esto no quiere decir, que los pecados que cometemos —las mentiras, los chismes, la glotonería, el engaño— son ignorados. La justicia demanda un pago, así como escuchamos en un mensaje anterior. Tú no puedes llegar así como así y pedir perdón y ya. Necesita ser pagado.
Dios llevó el récord de tu deuda y el de mi deuda en Él, y a todos los demás a quienes hemos ofendido o mentido o robado o engañado o les hemos hecho daño, y Él trajo ese récord a la cruz y lo clavó ahí. Él ya no lleva un récord de deudas. Eso es lo que significa el evangelio. Eso es lo que significa, en un matrimonio no se lleva un récord de deudas.
Ahora estamos bajo la sonrisa de Dios. ¿Qué relación tiene esto con nuestros matrimonios? Yo estoy hablando de mí. (Yo soy la oradora, y no quiero usarlas a ustedes como ejemplo, así que me usaré de ejemplo). Yo tengo la tendencia de vivir bajo la ley con mi esposo. Eso pone una maldición en cualquier matrimonio.
La Biblia dice en Gálatas 3;13 que Cristo nos redimió de la maldición de la ley, haciéndose por nosotros maldición. ¿Cuál es la maldición de la ley? La maldición de la ley es: «Tienes que hacer esto o de lo contrario...» Es ese, «o de lo contrario» en una relación. Todas nosotras hemos estado en una relación donde hay un «o de lo contrario».
«Tienes que sacar un “10” o de lo contrario no te damos tu mesada».
«Tienes que llegar a las doce, o de lo contrario no podrás volver a salir con ese muchacho otra vez».
«Ten la cena a tiempo, o de lo contrario voy a llegar tarde a la reunión de ancianos».
Hay un «o de lo contrario» en casi todas las relaciones.
En la cruz Jesús cargó en Sí mismo con los «o de lo contrario» que habían en nuestra relación con Dios. Ya no somos amadas de manera condicional. No hay condenación. Ahora mismo, no hay condenación, no solo cuando somos amables o mejores o cuando sentimos más a Dios o le servimos más. Ahora mismo no hay condenación.
Dios no solo te tolera, la Biblia dice que Él te acepta. No seamos esposas que solo toleran a sus esposos. Aceptemos a nuestros esposos así como Dios nos acepta a nosotras. Ya que Dios me trata con gracia, ¿cómo puede eso cambiar mi matrimonio? La justificación cambia mi relación con Dios de la ley a la gracia. No hay más «o de lo contrario».
Eso cambia mi matrimonio, de uno de juicio a uno de misericordia... de condenación a aceptación. Un matrimonio de acuerdo al evangelio se parece a Cristo y la iglesia, enamorados para siempre. La gracia renueva el matrimonio. Un matrimonio lleno del evangelio no está lleno de crítica y de «o de lo contrario».
Ahora, volvamos a Romanos capítulo 7. Solo pensemos en esto por un momento, y luego vamos a continuar. Pablo aquí usa el ejemplo de un mal matrimonio, un matrimonio difícil, para enseñarnos acerca de la ley y la gracia. En este pasaje la mujer está casada con el señor Ley. Él necesita que ella actué de acuerdo a sus demandas.
Llena el espacio en blanco de los «o de lo contrario». Algunas de ustedes probablemente ya han experimentado esto. Tal vez él se enfada, o te da la espalda, o se retira, o te amenaza, o... (llena el espacio aquí). Son tantas las demandas. Esta esposa quería ser buena, ella quería cumplir con la ley en su matrimonio; pero ella no podía con todo eso.
Cada vez que ella se disculpa, el señor Ley solo le dice que trabaje más duro, que se esfuerce más. «¡Tú puedes. Vamos, inténtalo!» Ella termina sintiéndose poca cosa y culpable y avergonzada y sin esperanza, y muy, muy, muy sola, pensando en cómo hacer para que el matrimonio funcione.
Y luego en el versículo 4, el señor Ley muere y ella descubre que puede casarse de nuevo y tener otro esposo llamado señor Gracia. El versículo 4 dice: «Habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro». Ahora ella se relaciona con su nuevo esposo sobre el fundamento de la aceptación, sin amenazas. No más «haz esto o de lo contrario». No más acusaciones.
Jesús dijo: «En la cruz, yo no voy a acusarte más. Yo voy a amarte sacando ese pecado fuera de ti. ¿Vendrás a mí? Mi amor quiere llevarte a la obediencia, y no a la fuerza». La gracia cambia todo. ¿Cómo podemos nosotras como mujeres, sacar esos «o de lo contrario» fuera de nuestras relaciones con nuestros esposos?
Nancy: Acabas de escuchar a Jani Ortlund. Ella nos ha estado mostrando cómo el evangelio, y vivir en la gracia de Dios, puede transformar una relación matrimonial. El mensaje que has escuchado se titula: «El matrimonio a través de los ojos del evangelio». Jani compartió este mensaje en (la Conferencia de Mujeres de la Coalición por el Evangelio) «The Gospel Coalition Women Conference».
Muchas oyentes que han sido bendecidas a través de programas como este nos han escrito, y nos da mucho gozo escuchar cómo la Palabra de Dios trae libertad, plenitud y abundancia en Cristo a sus vidas.
Una oyente, Luz, nos escribió,
«Hola... quiero agradecerles por cada tema. Les escucho desde el año pasado por la radio en Perú... y ha cambiado mucho la forma de ver a mi esposo, a mi familia y a Dios. He llorado con muchos temas y he tenido que pedirle perdón a mi esposo y a Dios por tanto que desconocía. Ahora estoy anotando temas que quiero compartir con mis amigas y las mujeres de mi familia.
Muchas gracias con todo mi corazón y que Dios las bendiga.
Gracias... muchas gracias por hacer estos temas.»
Gracias Luz por escribirnos. Y gracias a Dios por su obra en cada una de nuestras vidas. Escucha, lee o comparte estos programas a través de nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com.
Jani Ortlund nos invita a pensar en la manera en que Dios nos ha perdonado y nos ha mostrado amor incondicional. ¿Qué pasaría si las parejas casadas se amaran de esa forma? Mañana, continuaremos con la segunda parte del mensaje de hoy, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Carmen: Viviendo la belleza del evangelio juntas, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
Dios muestra Su amor, Jonathan & Sarah Jerez, Vivir Es Cristo ℗ 2013 Jonathan & Sarah Jerez.
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