Una bendición
Debora: ¿Te has preguntado alguna vez cómo serás atendida en tu vejez? Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Aún en mi vejez no tengo que preocuparme acerca de cómo seré atendida, cuidada, porque sé que tengo un Redentor que vela por mí, que me tiene como posesión Suya, quien ha prometido satisfacer todas mis necesidades espirituales, físicas, emocionales y relacionales. Toda necesidad que tenga sé que será satisfecha en Cristo, mi Redentor.
Debora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 19 de enero de 2023.
Hay muchas cosas respecto al futuro que nos pueden preocupar y poner ansiosas, es algo que todas experimentamos. Pero algo que no podemos perder de vista es que aquellos que estamos en Cristo no tenemos nada –nada– que temer. Tenemos una bendición y una seguridad mucho más grandes de lo que podemos …
Debora: ¿Te has preguntado alguna vez cómo serás atendida en tu vejez? Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Aún en mi vejez no tengo que preocuparme acerca de cómo seré atendida, cuidada, porque sé que tengo un Redentor que vela por mí, que me tiene como posesión Suya, quien ha prometido satisfacer todas mis necesidades espirituales, físicas, emocionales y relacionales. Toda necesidad que tenga sé que será satisfecha en Cristo, mi Redentor.
Debora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 19 de enero de 2023.
Hay muchas cosas respecto al futuro que nos pueden preocupar y poner ansiosas, es algo que todas experimentamos. Pero algo que no podemos perder de vista es que aquellos que estamos en Cristo no tenemos nada –nada– que temer. Tenemos una bendición y una seguridad mucho más grandes de lo que podemos imaginar.
Hoy Nancy nos habla acerca de esto en la continuación de nuestro estudio sobre la vida de Rut.
Nancy: Hemos estado estudiando el libro de Rut durante las últimas semanas, y ahora vamos a llegar a la parte final de la historia. Hoy quisiera que retomáramos el capítulo 4, versículos 9 al 12, leamos:
«Entonces Booz dijo a los ancianos y a todo el pueblo: “Ustedes son testigos hoy que he comprado de la mano de Noemí todo lo que pertenecía a Elimelec y todo lo que pertenecía a Quelión y a Mahlón. Además, he adquirido a Rut la moabita, la viuda de Mahlón, para que sea mi mujer a fin de preservar el nombre del difunto en su heredad, para que el nombre del difunto no sea cortado de entre sus hermanos, ni del atrio de su lugar de nacimiento; ustedes son testigos hoy”. Y todo el pueblo que estaba en el atrio, y los ancianos, dijeron: “Somos testigos. Haga el Señor a la mujer que entra en tu casa como a Raquel y a Lea, las cuales edificaron la casa de Israel; y que tú adquieras riquezas en Efrata y seas célebre en Belén. Además, sea tu casa como la casa de Fares, el que Tamar dio a luz a Judá, por medio de la descendencia que el Señor te dará de esta joven”».
Quiero que veamos en este pasaje, que quienes asistieron a esta boda realizaron dos funciones, (recordemos que en aquella época las bodas eran diferentes a las que tenemos hoy en día).
Primero, estas personas sirvieron como testigos. Confirmaron el compromiso de Booz con Rut. Ellos estaban dando una afirmación legal.
Permítanme decirles, a modo de un pequeño paréntesis, cuán importantes son el aspecto público y el legal para hacer un pacto matrimonial. Parte del entendimiento escritural del matrimonio, es que envuelve una parte legal y una declaración pública. Por esto los testigos son importantes.
Un escritor dijo: «El pacto que se hace en una boda, públicamente, con testigos, es un constante recordatorio de que fueron hechas promesas, se aceptaron obligaciones, y se oró por gracia y por provisión. Los votos no son un asunto privado, sino que son hechos públicamente frente a testigos. Hay un sentido de responsabilidad ante los hermanos creyentes que nos ayuda a mantener estas promesas, y nos ayuda en los momentos más difíciles, cuando nuestro compromiso de amar fielmente es puesto a prueba».
Así que la ceremonia matrimonial es una parte importante para que el matrimonio pueda iniciar con buen pie. Regresando al capítulo 4, estos testigos no solo sirvieron para brindar confirmación legal –testigos de la ceremonia en sí misma– sino que también vemos en los versículos 11 y 12, que ellos proclamaron una bendición.
Es una bendición triple. Ellos proclamaron una bendición a la esposa, al esposo, y a la futura descendencia que resultaría de esta unión. Cuando tú y yo asistimos a una boda, y vemos parejas unirse en matrimonio, parte de nuestro rol es bendecir ese matrimonio –si es una unión que Dios ha bendecido, como la de Rut y Booz.
Miremos estos versículos, empezando por el versículo 11. La primera bendición es proclamada hacia Rut; estos testigos dijeron, «haga el Señor a la mujer que entra en tu casa como a Raquel y a Lea, las cuales edificaron la casa de Israel».
Ellos están orando para que los descendientes de Booz y Rut sean numerosos como los de Raquel y Lea. Recuerda, estas fueron las dos esposas de Jacob, quienes junto a sus siervas, trajeron al mundo doce hijos, y de allí nació toda la nación de Israel.
Estas fueron las madres fundadoras de quienes las doce tribus de Israel surgieron y se multiplicaron. Y ahora los testigos están orando para que Rut sea una mujer fructífera, para que sea bendecida con una herencia similar a la que les fue otorgada a Raquel y a Lea.
De hecho, esta bendición fue respondida por Dios. Rut se convirtió en parte del linaje de los reyes de Israel, y finalmente, del Mesías de Israel, el Señor Jesús.
Luego oraron una bendición por Booz, el esposo. Y dijeron, «y que tú adquieras riquezas en Efrata y seas célebre en Belén». Esta frase «y que tú adquieras riquezas» significa «que seas próspero». Que seas próspero y famoso, que hagas un nombre de ti mismo y seas muy reconocido.
Es bueno recordar que la meta en nuestra relación con Cristo es que Él sea conocido, que Él sea dado a conocer, que la gente lo admire y le de gloria, por Su obra de gracia en nuestras vidas.
Así que esta bendición es una oración para que Booz sea próspero y bendecido a través de los muchos hijos que Rut le dé y los descendientes que vendrían como resultado de esta unión.
Lo que hace famoso a Jesús, nuestro Booz celestial, son los pecadores que ha salvado. Él es reconocido por ser el que nos encuentra en nuestra angustia, en nuestra extrema necesidad. Así que estos testigos oran una bendición por el esposo, Booz, y luego oran una bendición por su descendencia. En el versículo 12 dicen: «Además, sea tu casa como la casa de Fares, el que Tamar dio a luz a Judá, por medio de la descendencia que el Señor te dará de esta joven».
Ahora, quizás puedes recordar que Fares fue el hijo que nació de la relación incestuosa entre Judá y su nuera, Tamar. No era una buena forma de empezar una línea familiar, ¿no crees?
Es cierto que esta unión entre Tamar y Judá no fue la mejor manera para que Judá tuviera el hijo que continuaría la línea de Cristo. Pero, ¿no es increíble?, ¡la sublime gracia de parte de Dios, Él toma los errores de los hombres y los convierte en algo hermoso!
Por Su gracia, por Su perdón, Él limpia; Él renueva; Él redime. Pienso en las mujeres que están ahora escuchando. Tal vez seas una de aquellas que cuando miras hacia atrás y piensas en cómo empezó tu matrimonio o en algo vergonzoso en tu línea familiar, piensas, ¿cómo puede haber alguna esperanza de que algo bueno salga de esto?
Existe bendición disponible a través del arrepentimiento, a través de nuestra limpieza y el perdón de Cristo. Él realmente puede convertir las cenizas en belleza y hacer algo hermoso de la línea familiar más caótica.
Así que la comunidad aquí –los testigos– están orando para que Booz y Rut establezcan una familia importante en Judá, y que esta familia resulte de bendición para otros, con los hijos y los descendientes que Dios les daría.
Y sabemos que esta oración fue contestada. No estaríamos aquí escuchando este mensaje si no fuera por el hecho de que Dios escuchó y respondió estas oraciones a través del linaje de Rut, la moabita, –ahora Rut la israelita y Booz– una viuda pobre y un rico dueño de muchas tierras. Dios los unió y de ellos vino el Redentor, Jesucristo, a todo el mundo.
Mientras observamos estas bendiciones, recuerdo cuán importante es bendecir a nuestras familias en oración, no solo en las ceremonias matrimoniales, sino también a las parejas jóvenes, las parejas que están luchando en sus matrimonios, y por sus hijos.
Recientemente leí una oración de Charles Spurgeon que encaja maravillosamente con este pasaje. Él oró:
«Señor, convierte a nuestros hijos en Tus hijos. Permite que Tu bendición fluya en las futuras generaciones, y mientras nuestra descendencia permanezca en la tierra, permite que permanezcan constantes y fieles a Ti. Oh, Señor Dios, permite que la casa de Tu siervo sea bendecida».
Él oró una bendición por sus hijos. Como cuerpo de Cristo tenemos una responsabilidad –estemos casadas o solteras, tengamos hijos o no– tenemos una obligación hacia las familias que conforman el cuerpo de Cristo, traer a ellos palabras de bendición y aliento.
Escuché hablar a un hombre mayor, un hombre de Dios, pastor por muchos años. Él decía cómo en treinta años de ministerio, siendo pastor en tres iglesias diferentes, solamente una pareja en una de esas iglesias se divorció durante su pastorado, (algo difícil de creer en nuestros días).
Por supuesto, él le daba crédito a la gracia de Dios. Pero él decía, como hombre de Dios y pastor de ese rebaño, que tomó muy en serio esta carga de ver la bendición de Dios sobre esos matrimonios y familias y en las próximas generaciones. Cada vez que él veía algún matrimonio amenazado o en problemas de algún tipo, era como si él fuera a una corte para rescatar a este matrimonio; hacía cualquier cosa que pudiera demostrar lo que significaba tener matrimonio piadoso, fiel; pero de igual forma yendo tras estas parejas en oración y consejería y haciendo todos los esfuerzos posibles para ver la restauración de esos matrimonios.
Tuve tal convicción mientras lo escuchaba hablar de cuántos matrimonios se están derrumbando alrededor de mí. Llegamos al punto en donde no es que esto no nos preocupe, pero son tantos los casos que casi sientes que no hay mucho que puedas hacer al respecto.
Permíteme decirte que sí, hay cosas que podemos hacer, y hay cosas que necesitamos hacer. Necesitamos rogarle a Dios, orar y decirle, «Señor, mantén esta pareja fiel a sus votos matrimoniales». No debemos pararnos y ver pasivamente cómo estos matrimonios se derrumban. Tenemos una responsabilidad corporativa.
Hace un tiempo me senté alrededor de la mesa de una pareja muy amada por mí. Los miré a los ojos y les dije, «cuentenme, ¿cómo va el matrimonio? ¿Están siendo fieles? ¿Están caminando con Dios y el uno con el otro?»
No solo debemos ser testigos de los votos que vemos en la ceremonia de bodas, es bueno hacerles saber, «estoy orando por ustedes. Estoy comprometida a hacer lo que sea necesario dentro de mis posibilidades para animarlos a seguir en su matrimonio».
Ahora, no quiero que nos saltemos algo aquí. Es un punto menor en este contexto, pero un punto mayor para muchas personas en la cultura de hoy.
Nota la secuencia de los eventos aquí (v.13): «Booz tomó a Rut y ella fue su mujer (primero), y se llegó a ella (segundo, él tuvo intimidad con ella), y el Señor hizo que concibiera, y ella dio a luz a un hijo».
No se asume en nuestra cultura hoy en día, aún en medio del mundo cristiano, que ese es el orden en que los eventos deben ocurrir en un matrimonio y en una familia. Vemos aquí una referencia a lo que es un principio bíblico mayor que es este: lo físico, la unión sexual pertenece a un contexto dentro del matrimonio. Ahí es donde Dios lo bendice. Allí es donde Él ha ordenado que debe suceder, y todo lo que esté fuera de esto conducirá a consecuencias devastadoras, que probablemente nunca quisieras experimentar.
El matrimonio es un compromiso de amor, un pacto público de la relación, y dentro de esos parámetros, dentro de esos límites, la relación física, la relación sexual, se convierte en algo precioso, un regalo de Dios y algo que Dios va a bendecir.
Leí recientemente una estadística de George Barna, que indica que el 44 por ciento de adultos estadounidenses por debajo de los treinta y cinco años, han convivido juntos, pero no como esposo y esposa. ¡Esto es una epidemia!
He encontrado que hoy en día, incluso en el mundo cristiano, existen muchos solteros que no han aceptado ni abrazado el plan de Dios de esperar al matrimonio, que es lo que será bendecido.
Barna indicó que aquellos que viven juntos antes del matrimonio tienen un alto porcentaje de experimentar al menos un divorcio durante su trayectoria de vida. No entraremos en todas las razones de esto por el momento, pero el plan de Dios es correcto, es bueno. El plan de Dios es el mejor. Cuando funcionamos de acuerdo con el plan de Dios, entonces seremos bendecidas.
Notamos en la historia de Rut, que el Señor le permitió concebir. Recuerda que por diez años ella estuvo casada con Malón en Moab, y ella nunca concibió durante ese tiempo. No sabemos por qué, pero sabemos que el Señor le permitió concebir una vez se casó con Booz.
Esto nos indica y nos recuerda claramente, que Dios es el único que da vida. Él es el dador de la vida, Él es la fuente de vida y la vida es un regalo que viene de Su mano.
Vemos como Rut aceptó este regalo de Dios, ella tuvo la disposición de tener hijos. Tal vez en alguna etapa de su vida no estuvo animada a tener hijos, pero no notamos nada de esto aquí.
Por el contrario, vemos una disposición a recibir los hijos que Dios le diera. Esto es tan importante, ya que es parte del plan redentor de Dios llevar el evangelio de una generación a otra, y eso depende de que el pueblo de Dios tenga hijos.
No solamente dar a luz estos hijos, sino enseñarles los caminos y el corazón de Dios, guiarlos a la fe en Cristo, para que cuando crezcan en madurez espiritual como discípulos de Cristo, y luego tengan sus propios hijos algún día, estos no solo llevarán una vida física, sino que también llevarán una vida espiritual y darán el ejemplo de cómo luce una vida en Cristo al mundo.
Así como el hijo que le nació a Rut fue un regalo de Dios, como parte de la redención de ella, así Cristo fue el regalo de Dios para la redención del mundo. Vemos aquí un retrato de lo que vendría cuando Cristo viniera a la tierra.
Ahora, en el versículo 14, después de que este hijo le naciera a Rut, los testigos, las mujeres del pueblo, le dijeron a Noemí, la abuela del bebé: «Bendito sea el Señor que no te ha dejado hoy sin redentor».
Recuerda, cuando Booz redimió a Rut y su situación, él estaba redimiendo la situación familiar completa. Así que Booz se convirtió, no en el esposo de Noemí, sino en el pariente redentor de Noemí. Entonces las mujeres dijeron, «este día el Señor no te ha dejado sin redentor».
Esta mujer que tuvo una vida tan dura, que experimentó tanto dolor, quebrantos y pérdidas, Dios la restauró por medio de un pariente redentor. Así que las mujeres dijeron a Noemí, versículos 14 y 15, «¡que su nombre sea célebre en Israel! Que el niño también sea para ti restaurador de tu vida y sustentador de tu vejez; porque tu nuera, que te ama y que es de más valor para ti que siete hijos, lo ha dado a luz».
No solamente fue Booz el redentor, sino que, en cierto sentido, este pequeño niño que nació de esta unión se convirtió en un redentor. Él era el niño que crecería y cuidaría de Noemí y Rut en su vejez. Él sería su proveedor, su redentor, el que las cuidaría. Así que Noemí recibió un goel, y Rut un redentor.
Y mientras este niño crecía, ella estaba confiada que a pesar de cualquier pérdida que pudiera experimentar en el camino y en el futuro, siempre existiría un redentor que cuidaría de sus necesidades.
«Él te sustentará en tu vejez», dijeron las mujeres. Él te proveerá de alimento. Él velará por tus necesidades.
Veo esto como una clave para nuestra restauración espiritual y para un avivamiento continuo: que no solo debemos encontrar a Cristo en un momento determinado de la redención y luego olvidar cómo nos redime durante el resto de nuestras vidas; más bien, vemos que Él es un Redentor que está siempre presente.
Dice un pequeño coro: «Existe un Redentor, Jesús, el Hijo de Dios». Él está en el proceso continuo de redimirnos, de restaurar lo que hemos perdido, de restaurar las pérdidas que han sido causadas por el pecado.
Su sangre nunca ha perdido su poder. Él no es nuestro redentor y restaurador en tiempo pasado, sino que Él es el restaurador constante de nuestras vidas.
Así que recordemos esto mientras vamos envejeciendo…y podrías decir, «¿¡esperar la vejez?!» Sabes, yo sí la espero. Y la razón para hacerlo es porque yo sé que tengo un Redentor.
Sé que mientras envejezco en esta tierra, y me dirijo hacia el cielo, siempre tendré un restaurador, aún en mi vejez; uno que me sostendrá, uno que prometió satisfacer mis necesidades. No tengo que preocuparme acerca de cómo seré atendida, cuidada, porque sé que tengo un Redentor que vela por mí, que me tiene como posesión Suya, quien ha prometido satisfacer todas mis necesidades espirituales, físicas, emocionales y relacionales. Toda necesidad que tenga sé que será satisfecha en Cristo, mi Redentor.
Bueno, en los versículos 16-18 dice: «Entonces Noemí tomó al niño, lo puso en su regazo y se encargó de criarlo. Las mujeres vecinas le dieron un nombre y dijeron: “Le ha nacido un hijo a Noemí”. Y lo llamaron Obed. Él es el padre de Isaí, padre de David. Estas son las generaciones de Fares».
Ahora, recuerda quién fue Fares. Él fue el hijo que nació del resultado de una relación incestuosa entre Tamar y su suegro, Judá.
Fue ahí que esta línea empezó, y puedes ver que esta es una línea que se mueve de la desgracia a la gracia. ¿Y no es esta la manera en que obra nuestro Dios? ¿No es este el proceder de Cristo, nuestro Redentor? Él toma nuestro comienzo en la vida como enemigas de Dios, separadas de Dios, pecadoras bajo la maldición de la ley y dice, «puedo convertir tu desgracia en gracia».
Leamos los versículos del 18 al 22: «Estas son las generaciones de Fares: Fares fue el padre de Hezrón, Hezrón el padre de Ram, Ram el padre de Aminadab, Aminadab el padre de Naasón, Naasón el padre de Salmón, Salmón el padre de Booz, Booz el padre de Obed, Obed el padre de Isaí e Isaí fue el padre de David».
Aquí termina el libro de Rut, pero no es donde termina la historia, pues sabes que esta genealogía continúa. De hecho, es donde empezamos semanas atrás observando el capítulo 1 de Mateo, donde vemos otra genealogía.
Mateo lleva esto más allá, diciendo que de David vino un gran Hijo, el Señor Jesús. Cristo el Mesías nació como resultado de esta línea familiar. El propósito final de esta genealogía era quitar la atención de David y ponerla en su último descendiente, el Señor Jesús.
¿Puedo decir que el objetivo final de tu línea familiar y la mía debería ser el mismo? Ahora, Cristo no nacerá literalmente de nuestra línea familiar. Él ya vino a la tierra una vez, y cuando regrese no será como un bebé, sino como un vencedor para asumir el control de este mundo y gobernar por los siglos de los siglos.
Pero hay un sentido en que mi línea familiar debe tener como meta llevar a las personas a Cristo. Mi generación familiar física debe tener esto como objetivo, pero también mi línea familiar espiritual debe tener el mismo propósito.
Quizás nunca tenga hijos físicos, pero tengo un corazón inclinado a tener hijos espirituales, ganarlos para Cristo, discipularlos y nutrirlos en Sus caminos, y ellos ganarán a otros a quienes van a discipular y nutrir de igual forma, para que podamos pasar de una generación a otra una línea que siempre traiga personas a Cristo, siempre llevando a Cristo a la próxima generación.
¿Qué está ocurriendo en tu línea familiar? ¿Está apuntando a las personas hacia Jesús? ¿Estás viviendo con la confianza de que, sin importar lo que ocurra en tu vida, estás segura, eres salva, porque sabes que tienes un Redentor, que con el paso de los años será tu sustentador y tu restaurador?
Recuerda que si estás en Cristo nunca te faltará un Redentor. ¿Te da esto seguridad, confianza? ¿Te lleva a decir: «Gracias Señor Jesús, por tomar mi vacío y llenarlo, por tomar mi pérdida y transformarla en ganancia, por tomar las cenizas de mi vida y convertirlas en algo hermoso?»
¿Orarías para que Dios te dé una línea familiar piadosa, tanto física como espiritualmente, para que seas dadora de vida, trayendo luz a una nueva generación que ame a Dios con todo su corazón, que conozca a Jesús y testifique de Él a la siguiente generación?
Debora: Nancy DeMoss Wolgemuth ha estado enseñando en una serie titulada Rut: El poder transformador del amor redentor. Esperamos que te haya animado el recordatorio de que Cristo es nuestro proveedor y redentor.
Y bueno, finalmente, en este punto de nuestro estudio de Rut, llegamos al final feliz.
Nancy: Al principio de este estudio, nos preguntamos si llegaría el final feliz. La historia de Rut no se veía muy prometedora. Ella era una viuda viviendo en pobreza, hambruna y desesperación. Pero al mirar su trayecto a través del libro, el Señor revela Su fidelidad –no solamente con Rut y Noemi– sino también hacia nosotras.
La Biblia es un pozo profundo, y es la Palabra viva de Dios. Sea que estés escuchando la historia de Rut, por primera vez o por milésima vez, espero que hayas obtenido una visión fresca de la redención que Dios ha obrado a nuestro favor en Jesucristo. Espero que estés conociendo más el carácter de Dios, y estés experimentando Su gracia redentora en tu vida. Y si este estudio ha sido de edificación para ti, compártelo con más mujeres, y asegúrate de acompañarnos mañana para la conclusión de este estudio.
Debora: Comparte esta serie fácilmente a través de nuestro sitio web, avivanuestroscorazones.com. Allí también encontrarás las transcripciones de estos programas y otros recursos relacionados.
Bien, concluyamos este episodio en oración.
Nancy: Gracias Señor, por la grandeza y la inmensidad de Tus propósitos y por la manera en que restauras las pérdidas por nuestro pecado y el pecado de otros.
Gracias porque no solo cuidaste de Noemí, sino que también cuidas de cada una de nosotras. Siempre estás trabajando para proveer para nosotras en Cristo Jesús, para satisfacer todas nuestras necesidades. Y que ese testimonio continúe y sea llevado intacto de generación en generación hasta el día en que Jesucristo vuelva a buscarnos y reclamarnos para Sí. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, amén.
Debora: Conociendo el poder del amor redentor juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación