Un tipo diferente de agua
Débora: Debo decirte que, sin lugar a dudas, todas intentamos saciar una sed profunda. Estamos a punto de escuchar una serie clásica de Nancy DeMoss Wolgemuth. Ella nos ayudará a conocer a un personaje de la Biblia.
A este personaje se le conoce como la mujer samaritana o la mujer junto al pozo. Creo que te identificarás con el anhelo que ella tuvo de saciar sus necesidades más profundas. Y junto con las enseñanzas de Nancy, escucharemos también a otras mujeres que nos hablarán de cómo intentaron satisfacer su sed.
Andrea Griffith: No dejaba de pensar que, de alguna manera, había un vacío en mi interior.
Valerie: Estaba buscando amor. Yo pensaba que necesitaba a alguien en mi vida.
Nancy Stafford: Formé parte de un programa de televisión durante los años ochenta. Este duró tres temporadas y me convertí en una estrella a la que invitaban a muchas series durante …
Débora: Debo decirte que, sin lugar a dudas, todas intentamos saciar una sed profunda. Estamos a punto de escuchar una serie clásica de Nancy DeMoss Wolgemuth. Ella nos ayudará a conocer a un personaje de la Biblia.
A este personaje se le conoce como la mujer samaritana o la mujer junto al pozo. Creo que te identificarás con el anhelo que ella tuvo de saciar sus necesidades más profundas. Y junto con las enseñanzas de Nancy, escucharemos también a otras mujeres que nos hablarán de cómo intentaron satisfacer su sed.
Andrea Griffith: No dejaba de pensar que, de alguna manera, había un vacío en mi interior.
Valerie: Estaba buscando amor. Yo pensaba que necesitaba a alguien en mi vida.
Nancy Stafford: Formé parte de un programa de televisión durante los años ochenta. Este duró tres temporadas y me convertí en una estrella a la que invitaban a muchas series durante aquel tiempo. Sin embargo, eso no me hizo cambiar la forma en la que me sentía conmigo misma.
Betsy Gómez: Así que tuve que dejar mi casa y tuve que ir a mi trabajo. Cuando hice eso, pensé que estaba bien porque necesitaba mantener mi empleo.
Erin Davis: La comida me controlaba completamente todo el día, todos los días.
Débora: Todas estas mujeres han descubierto que solamente en Cristo pueden ser verdaderamente saciadas. ¡Y una mujer no pudo evitar escribir y cantar una canción sobre ello!
Nancy: Ella dijo: Vengan a ver a un hombre que sabe todo de mí.
Quién sabe lo que he hecho y el amor que necesito.
Vengan a ver a un hombre…
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, autora de «El lugar apacible», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 19 de septiembre de 2024.
Aquí está Nancy para iniciar la serie titulada: «Cómo saciar nuestra sed».
Nancy DeMoss Wolgemuth: Durante los próximos días estaremos estudiando lo que pienso, que es uno de los principios más profundos y poderosos en toda la Palabra de Dios. En mi propia vida, al igual que muchas otras mujeres con las que la he compartido a lo largo de los años, he encontrado que esa verdad es increíblemente liberadora. Vamos a ver esa verdad a través de los ojos de una mujer en el Evangelio de Juan.
Si tienes tu Biblia contigo, voy a pedirte que vayas al capítulo cuatro de Juan. Y sé que para algunas de ustedes esta es una historia muy familiar. Puede que hayas escuchado su historia más de cien veces. Pero, para algunas de ustedes, esta puede ser la primera vez que escuchen la historia de la mujer samaritana, la mujer junto al pozo. Estaremos estudiando su vida de una forma detallada. Y mientras lo hacemos, puede que te des cuenta de que las circunstancias de su vida son similares a las tuyas y quizás algunas de ustedes hasta digan: «Yo soy esa mujer».
Bueno, luego de haber enseñado esta serie, algunas mujeres se me han acercado y me han dicho: «Esa mujer soy yo. Esa es la historia de mi vida». O puede que mires su historia y digas: «Mi vida es muy diferente a la de esa mujer. Mi pasado y mi historia son muy diferentes a los de ella». Pero creo que si pudiéramos mirar profundamente en nuestro interior, descubriríamos que todas tenemos un corazón que se parece mucho al corazón de esta mujer.
Voy a empezar a leer en Juan, capítulo 4, en el versículo 4. La historia nos cuenta que Jesús tuvo que pasar por Samaria. Ahora, no estamos leyendo los primeros versículos o el primer párrafo de la historia, pero en esa parte se nos dice que Jesús iba desde la parte sur de Israel hasta la parte norte, y en medio estaba esta región de Samaria.
Típicamente, los judíos hacían todo lo posible para evitar pasar por Samaria. La rodeaban porque, como veremos, había siglos de enemistad y odio entre judíos y samaritanos.
Así que cuando las Escrituras nos dicen que Cristo tenía que pasar por Samaria, no es que geográficamente tenía que pasar por allí, sino que tenía que pasar por Samaria. Es que Él tenía que pasar por Samaria porque sabía que Dios tenía una cita esperando por Él. Que parte del propósito y el plan de Dios para Él era reunirse con esta mujer. Y eso me dice que Dios hará todo lo que sea necesario para conectarse con nuestras vidas.
Entonces, Cristo debía ir allá para reunirse con una mujer. Ni siquiera sabemos su nombre, y aun así Cristo tuvo que ir al lugar donde ella estaba. No sé dónde estás en tu camino hoy, no sé dónde estás en tu relación con Dios; puedes estar muy lejos o puedes estar cerca de Él, pero Cristo sabe lo que se requiere para llegar a lo más íntimo de tu vida, y Él hará lo que tenga que hacer para llegar a ti, así como lo hizo para llegar a esta mujer.
Así que, el versículo 5 nos dice que:
«Llegó, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca de la parcela de tierra que Jacob dio a su hijo José; y allí estaba el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo» (vv. 5-6).
¿Hay alguien aquí que esté cansada esta mañana? Es posible que algunas de ustedes hayan tenido un largo día ayer, o una larga mañana hoy. ¿No se alegran de que Cristo entiende lo que es estar cansado? Algunas de ustedes son mamás con muchos niños, otras hacen escuela en el hogar, otras cuidan a sus padres ancianos y a veces se encuentran agotadas. Estoy tan contenta de que tenemos un Salvador que vino a esta tierra y pasó por esas experiencias humanas que demandaban de Él, y supo lo que era estar físicamente cansado.
Bueno, veremos como Dios ministró la gracia que Cristo necesitaba en medio de su cansancio, para conocer a una persona más, escuchar una historia más y cumplir con una demanda más en Su agenda. Y me siento muy animada al leer esta historia porque me recuerda que Dios es capaz de darme la gracia que necesito en este día sin importar lo cansada que esté. Él me dará la gracia que necesito para cumplir con esa demanda adicional que me lleva lejos de mi zona de confort.
Y cuando llego a ese punto en el que siento que no puedo hablar con una persona más, que no puedo manejar una responsabilidad más, Dios me da la gracia para enfrentar esa situación, así como Jesús recibió la gracia de su Padre celestial para encontrarse con esta mujer aunque estaba cansado del viaje.
Ahora, el final del versículo 6 nos dice que era cerca de la hora sexta; y de acuerdo a la hora en ese día, habrían sido las doce del mediodía. Es la hora de la siesta; Jesús está cansado y se sienta. Más adelante en el pasaje sabemos que Cristo se queda solo en el pozo porque sus discípulos van al pueblo a buscar algo de comer; era la hora de comer, y el versículo 7 nos dice que cuando:
«Una mujer de Samaria vino a sacar agua, y Jesús le dijo: “Dame de beber”».
Cristo inicia una conversación con esta mujer. Ahora, en la cultura actual eso no se consideraría tan extraordinario. Pero, como vamos a ver, esta mujer tenía varios puntos en su contra, y es asombroso, dada la cultura de ese tiempo en la mente de esa mujer, que Cristo hablara con ella.
Él comienza diciéndole: «Dame de beber». Ahora, a medida que se desarrolla la historia, veremos que todo lo que Cristo le dice a esta mujer está diseñado para hacer una de dos cosas. En primer lugar, Él quiere llevarla al punto en que reconozca su verdadera necesidad. Ella vino al pozo sabiendo que tenía una necesidad, que necesitaba agua; por eso fue al pozo en primer lugar.
Así que ella es consciente de una de las necesidades de su vida, pero Cristo quiere que ella vea que tiene necesidades mucho más profundas y significativas que esa necesidad física de agua. Hoy, Cristo nos ha traído aquí; somos conscientes de que tenemos algunas necesidades en nuestras vidas, en nuestros hogares y en nuestras relaciones, pero es posible que nunca hayamos visto realmente las verdaderas necesidades internas de nuestros corazones.
Mientras Cristo conversa con esta mujer, Él quiere ayudarla a ver cuál es su verdadera necesidad. Hay un problema del que ella no está consciente, y Él va a ayudarla a ver cuál es; le va a señalar su verdadera condición, y luego hará algo más. No solo dejará que vea su necesidad, sino que también quiere que ella vea que hay provisión para su necesidad, y que Él es la provisión de Dios para su necesidad.
Así que Dios nos ha traído a este lugar hoy para que veamos que tenemos una necesidad, pero también para que veamos que Jesucristo es la solución de Dios para nuestra necesidad.
Cristo le dice: «Dame de beber». Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar comida, entonces versículo 9:.
«Entonces la mujer samaritana le dijo: “¿Cómo es que Tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?”. (Porque los judíos no tienen tratos con los samaritanos)» (v. 9).
Eso es un eufemismo. Si conoces un poco sobre la época en que vivió Cristo, sabes, como ya hemos dicho, judíos y samaritanos no tenían tratos entre sí. Quiero decir que hacían cualquier cosa para evitar el contacto entre ellos. Y esto no era solo una pequeña riña entre los judíos y los samaritanos, esto era una rivalidad de siglos. Se despreciaban mutuamente y no se fiaban el uno del otro. Había un profundo odio racial entre los dos.
Ahora, ella no solo era una samaritana, eso era obvio. Pero la otra cosa que era obvia es que ella era una mujer. Hoy pensamos que no es gran cosa, porque no es raro que un hombre sostenga una conversación con una mujer. Pero hay que comprender que, en aquella época, las mujeres eran consideradas muy inferiores a los hombres, en realidad eran vistas como objeto de su propiedad.
No tenían los mismos derechos como los que tenemos hoy en día. En aquella cultura no existía la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. De hecho, me han dicho que los hombres judíos respetables, cuando se levantaban en la mañana, oraban algo como esto: «Oh, Dios, te doy gracias porque no soy gentil, porque no soy esclavo y porque no soy mujer».
Y aquí tenemos una mujer samaritana asombrada de que Cristo, este hombre judío, entablara una conversación con ella. Ahora, es obvio que ella es una samaritana, y es obvio que ella es una mujer, pero esta mujer sabe algo acerca de ella misma que ella no sabe que Cristo sabe.
Y quizás ella está pensando: si Él supiera esto de mí, si supiera mi historia, Él ciertamente no entablaría esta conversación conmigo. Si supiera de mi pasado; si supiera que soy una mujer de dudosa reputación. Soy una mujer con mala reputación. Ciertamente, Él no querría hablar conmigo.
¡Lo asombroso es que Cristo lo sabía! Esta mujer va a descubrir que Él sabe más de lo que ella puede imaginar que Él conoce. Y Él no solamente sabe que ella es samaritana, no solamente sabe, obviamente, que ella es mujer, sino que Jesús conoce toda su historia; conoce su pasado, la vergüenza, la culpa y el fracaso. Sin embargo, aun así le dice: «Dame de beber. Quiero tener una relación contigo».
Ahora, Cristo le habla sobre el tema del agua, y a partir de ahí la lleva a una conversación espiritual sobre las necesidades espirituales de su vida. Cristo sabía que en esa época, en la árida región desértica, era necesario tener agua para sobrevivir, así que saca el tema de algo que es común, algo que se considera una necesidad básica y esencial en la vida. Y así es como Él entra en esta conversación, porque sabe que esta mujer tiene necesidad de un tipo de agua espiritual que necesita aún más desesperadamente que el agua física en esa región desértica.
La mujer se asombra de que Jesús hable con ella y luego Él le responde y le dice en el versículo 10:
«Si tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber”, tú le habrías pedido a Él, y Él te hubiera dado agua viva».
En los próximos días hablaremos sobre qué es esta agua viva, por qué la necesitamos y cómo podemos obtenerla. Pero observa que Cristo dice que esta agua viva es un don; no es algo que se gana, no es algo por lo que se trabaja, no es algo por lo que te esfuerzas, es un regalo. Es un don que viene de Dios. Y esa agua viva no tiene otra fuente que no sea Dios.
Tu esposo no te la puede dar, tus hijos no te la pueden dar, tus padres no te la pueden dar, tu pastor no te la puede dar. Solamente Dios puede darte este don. Y Cristo dice que el don de Dios es una persona: «Si tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber”…».
Cristo llevará a esta mujer a ver que Él es el don; que Él es el agua viva. Así que Cristo le dice: «Si supieras con quién estás hablando, le habrías pedido a Él, y Él te habría dado agua viva».
Débora: Nancy no ha terminado. Ella está a punto de llevarnos de vuelta a la conversación que Cristo tuvo con la mujer samaritana en Juan capítulo cuatro.
Quiero recordarte que la razón por la que estás escuchando mensajes como este es por el fiel y generoso apoyo de oyentes como tú. ¡Muchas gracias!
Nancy: Así es. Todo, estas enseñanzas, las conferencias, los libros y otros recursos, son posibles gracias a que el Señor obra a través de personas que creen en nuestra misión. Cuando haces una donación a Aviva Nuestros Corazones, estás invirtiendo en las vidas de mujeres de todo el mundo. Y quiero leerte este testimonio que nos compartió una oyente, ella dijo:
«Este año me dieron un hermoso regalo y fue el libro de Mentiras que las mujeres creen y la verdad que las hace libres. Desde que lo recibí sentí en mi corazón un deseo de compartirlo con otras mujeres, así que hemos estado haciendo una lectura diaria del libro de manera virtual con 72 mujeres. Les pido que me ayuden a orar por ellas para que el Señor ministre sus corazones y sea de gran ayuda para ellas como lo ha sido para mí. Siento que al compartirlo no solo es una bendición para ellas, sino que yo misma soy edificada y transformada.
Gracias infinitas, Dios continúe derramando Su fiel amor sobre sus vidas y ministerio».
Testimonios como este son posibles gracias a oyentes como tú, que abrazan la misión de Aviva Nuestros Corazones y son movidos a apoyarla. Si alguna vez has contribuido a este ministerio, la «nota de agradecimiento» de esta oyente también es para ti. Tu apoyo marca la diferencia a medida que llegamos a las mujeres con la verdad del evangelio.
Débora: Aviva Nuestros Corazones es un ministerio que se sostiene de ofrendas de nuestros oyentes y amigos del ministerio.
Te invitamos a considerar en oración convertirte en una colaboradora y con tu aporte mensual contribuirás a que más mujeres de habla hispana alrededor del mundo puedan crecer en Cristo. ¡Únete a nosotras!
Ahora, aquí está Nancy para continuar en Juan capítulo 4 con la historia de la mujer samaritana.
Nancy: Cristo introduce este concepto de un tipo diferente de agua. Él le ha pedido agua para beber, esa es agua física, agua natural de ese pozo, y ahora le dice: «Tengo un tipo de agua que quiero darte. Si me la pides, te la daré como un regalo. Es agua viva».
Ahora, a medida que se desarrolla la historia, veremos que esta mujer está algo confundida porque no entiende inmediatamente la diferencia entre esta agua física del pozo y el agua viva que Cristo le está ofreciendo. Así que, ella responde en el versículo 11:
«Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva?».
Ella está pensando en agua literal, física. Ella está pensando: bueno, el pozo es profundo, y Tú eres un extraño aquí. No trajiste nada contigo. ¿Cómo puedes sacar agua de este pozo? Cristo le ha hecho una promesa y en ese momento ella está pensando en términos muy literales. Ella mira la situación y dice: «Parece imposible que Él pueda sacar agua para mí de este pozo».
Me pregunto cuántas veces Dios nos hace una promesa, nos dice: «Quiero ofrecerte paz en el corazón. Quiero ofrecerte consuelo», pero miramos a nuestro alrededor, a nuestras circunstancias, a nuestra situación y nos parece imposible.
¿Cómo puede Dios traer paz en medio de las circunstancias en las que estoy ahora mismo? ¿Cómo puede hacerlo? ¿Cómo puede Dios juntar los pedazos desordenados de mi vida y hacer algo completo y hermoso con ellos? ¿Alguna vez te has encontrado mirando a Dios y diciéndole o pensando:«No creo que puedas hacer esto, no creo que realmente puedas traer paz o consuelo a mi situación»?
Entonces Cristo vuelve y nos dice: «El agua que te voy a dar no viene del pozo. No viene de ti ni de tus circunstancias. El don que quiero darte viene de arriba». Jesús nos está diciendo: «Hay una fuente sobrenatural de suministro, y Yo sé cómo conseguir esta agua viva. No va a venir de tus circunstancias naturales, no va a venir de tu interior; es imposible obtener agua viva de tus circunstancias»; Él nos dice: «Tengo una conexión con Mi Padre celestial que te dará una fuente de suministro de agua viva de la que no sabes nada».
La mujer comienza a comparar la diferencia entre lo que el mundo le ofrece, lo que puede conseguir a través de sus circunstancias naturales, y lo que Cristo le ofrece con esta agua viva. Ella dice:
«¿De dónde, pues, tienes esa agua viva? ¿Acaso eres Tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo del cual bebió él mismo, y sus hijos, y sus ganados?» (vv. 11-12),
Ella sigue pensando de forma muy literal (por cierto, Aquel con quien hablaba es mayor que Jacob). Tenía razón en eso, pero ella no sabía cuánta razón tenía. La respuesta de Jesús está en el versículo 13; fíjate ahora en la comparación entre los dos tipos de agua:
«Todo el que beba de esta agua [es decir, de este pozo] volverá a tener sed».
La prueba de ello era que aquí estaba esta mujer de nuevo sedienta en el pozo, necesitando más agua; eso era obvio.
«Pero el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás [le saciará para siempre], sino que el agua que Yo le daré [es decir, el agua viva] se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna» (v. 14).
¿Cuál es la comparación entre los dos tipos de agua?
Bueno, Cristo está diciendo que el agua que el mundo te ofrece, esta agua natural, te dará un alivio temporal, pero tendrás que volver por más porque no durará. Y así mismo, las cosas que este mundo ofrece para satisfacer la sed de nuestros corazones son temporales.
Sí, nos satisfacen por un momento, pero tenemos que seguir volviendo para conseguir más. Cristo le dice: «Te estoy dando un tipo de agua que te dará liberación permanente, bendición y gozo permanentes». El agua del mundo, las cosas que el mundo ofrece, no duran. Pero Cristo dice: «Si bebes de esta agua, no volverás a tener sed. Tendrás vida eterna».
El agua de ese pozo, el agua que el mundo nos ofrece, es natural, y es una imagen de las soluciones naturales a las que recurrimos para resolver nuestros problemas. Pero Cristo dice que hay una fuente de gracia sobrenatural para satisfacer tus necesidades. Es una fuente de agua, no solo para satisfacer tus necesidades externas y tus necesidades físicas, porque eso es lo que el mundo te dará.
El mundo tiene muchas ofertas para satisfacer nuestras necesidades temporales, esas necesidades externas y físicas. Pero Cristo está diciendo que esta agua viva saciará las necesidades internas de tu corazón. «Es un agua», dice, «que yo te daré». Tres veces en este pasaje Él dice: «El Padre la da o Yo la doy. Tenemos que recibirla de Cristo. No hay otra fuente.
Ahora, esta mujer estaba físicamente sedienta, por eso fue al pozo en primer lugar. Pero Cristo quiere que esta mujer vea que tiene una sed más profunda y que su mayor necesidad no es su sed física, sino un nivel más profundo de sed. Y a medida que avancemos en este pasaje durante los próximos días, veremos que esta mujer tenía sed emocional. Ella había buscado soluciones en el mundo, agua para saciar su sed emocional, pero las soluciones del mundo no habían ayudado.
Vamos a ver que también tenía sed espiritual. Había una sed espiritual muy dentro de ella que nada en este mundo, ni siquiera la religión, había podido saciar.
Hasta aquí, la mujer aún no entiende todo esto; ella sólo sabe que aquí hay una oferta increíble. Ella está pensando: Wow, no tendría que venir a este pozo otra vez; no tendría que seguir haciendo todo este trabajo duro. Vamos a ver que esta mujer era una mujer rechazada socialmente. «No tendré que volver a salir en este lugar público si obtengo esta agua viva».
Así que no es una sorpresa cuando ella le responde en el versículo 15:
«Señor, dame esa agua, para que no tenga sed ni venga hasta aquí a sacarla».
Ella está intrigada, está cautivada y Cristo ha captado su atención. Y ella dice: «¡La quiero!». Ahora, ¿no pensarías que la siguiente declaración de Cristo, (Él le ha dicho a esta mujer, «Debes pedirla, tengo esta increíble agua para darte». Y ahora ella dice, «La quiero»), no pensarías que Su próxima respuesta sería: «Aquí está, puedes tenerla»?
Pero, como podemos ver en el pasaje, Cristo no le da el agua de inmediato. Y creo que es porque ella no estaba lista para recibirla todavía. Ella tenía que ir un poco más lejos en su relación con Él y en su comprensión de sí misma antes de estar lista para recibir esa agua.
Y así vemos en el versículo 16 que Cristo profundiza un poco más. En vez de decir: «Aquí está el agua», le dice: «Ve, llama a tu marido y ven acá». Ahora, si conoces algo de la historia de esta mujer, y profundizaremos más en esto mañana, Cristo se ha inmiscuido en una de las partes más dolorosas de la vida de esta mujer.
Él está diciendo: «Antes de que puedas tomar esta agua, tenemos que hablar de algo». Cristo quiere llegar a la verdad y quiere que esta mujer llegue a la verdad de su vida. Vemos aquí a una mujer que quería esta agua viva para poder deshacerse de sus problemas, pero Jesús quería que esta mujer enfrentara sus problemas.
Él sabía que uno de sus problemas se centraba en este asunto del matrimonio. Realmente sus matrimonios pasados no eran su verdadero problema, pero estos la ayudarían a llegar al corazón de lo que era su verdadero problema.
Verás, Cristo quería que ella no huyera de sus problemas, que no los evitara, sino que se enfrentara a ellos, que enfrentara la verdad sobre su vida y que permitiera que sus problemas la convirtieran en una verdadera adoradora de Dios.
No sólo quería saciarla. Dios está buscando adoradores; está buscando personas que digan: «No importa cuáles sean las necesidades en mi vida, no importa cuán hambrienta, no importa cuán sedienta esté, te adoro a Ti, Señor, como mi única fuente y suministro de vida».
Esta era una cuestión de adoración; era una cuestión de rendición. Ella iba a tener que encontrarse con Dios si quería esta agua viva, tendría que venir en verdad.
Y si tú y yo alguna vez vamos a tener agua viva, el agua que verdadera, permanente y profundamente satisface: vamos a tener que estar dispuestas a dejar que Él entre en cada parte de nuestras vidas, no sólo en la parte que todos los demás pueden ver y de la que estamos abiertas a hablar con los demás, sino en las partes de nuestras vidas que están ocultas y secretas.
Las partes de nuestro pasado, de las que nos avergonzamos y que no queremos que nadie conozca, Cristo está diciendo: «¿Quieres agua viva? Saquemos tu vida a la luz. Veamos la verdad sobre dónde has estado, qué has hecho y quién eres». Él dice: «Si quieres agua viva, es un paso que tendremos que dar».
Oh Padre, nos asusta pensar en tener que salir realmente al descubierto y exponernos ante Ti y dejar que Tú nos veas y vernos como realmente somos. Pero sabemos que si queremos tener esa agua viva, vamos a tener que venir a Ti con la verdad. Tú quieres usar nuestros problemas pasados, fracasos y necesidades para hacernos verdaderos adoradores Tuyos para llevarnos a un punto de rendición a Ti en espíritu y en verdad.
Así que en los próximos días, Señor, mientras miramos la vida de esta mujer y cómo tuvo un encuentro contigo que cambió su vida, creo que Tú quieres tener el mismo encuentro transformador con muchas de nosotras. Estamos dispuestas a venir a Ti en espíritu y en verdad, para que podamos recibir esa agua viva, el don de Dios. Oro en el nombre de Jesús, amén.
Débora: Nancy DeMoss de Wolgemuth nos ha estado ayudando a profundizar en todo este tema de nuestra verdadera necesidad. Cristo habló con una mujer acerca de la verdadera condición de su corazón, y Nancy nos ha estado ayudando a evaluar la verdadera condición de nuestros corazones. Ella seguirá haciéndolo en esta serie titulada: «Cómo saciar nuestra sed».
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Y continuando con nuestra serie «Cómo saciar nuestra sed» quiero preguntarte, ¿alguna vez te has sentido agobiada, atrapada o abrumada por la culpa? Mañana, descubre cómo puedes vivir libre de culpa, mientras Nancy continúa esta serie. Espero que regreses a escuchar el próximo episodio que sin duda estará lleno de esperanza.
Llamándote a libertad, plenitud y abundancia en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
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