Un tesoro en el cielo
Annamarie Sauter: Con nosotras Randy Alcorn.
Randy Alcorn: La forma en que pensamos determina la forma en que vivimos. Como dice Colosenses 3, debemos «poner nuestra mira en las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios…» Pensar más en el cielo y en nuestro hogar en el cielo afectará la forma en que vivimos en la tierra.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Durante los últimos dos años, miles de personas han experimentado el dolor de perder su empleo, y nuestro invitado de hoy sabe lo que es eso. Escucharemos su historia y descubriremos lo que aprendió sobre la inversión a largo plazo y la importancia de dar. Este es uno de mis temas preferidos, y uno del que Jesús habló bastante. De hecho, Él habló más de este tema, que …
Annamarie Sauter: Con nosotras Randy Alcorn.
Randy Alcorn: La forma en que pensamos determina la forma en que vivimos. Como dice Colosenses 3, debemos «poner nuestra mira en las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios…» Pensar más en el cielo y en nuestro hogar en el cielo afectará la forma en que vivimos en la tierra.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Durante los últimos dos años, miles de personas han experimentado el dolor de perder su empleo, y nuestro invitado de hoy sabe lo que es eso. Escucharemos su historia y descubriremos lo que aprendió sobre la inversión a largo plazo y la importancia de dar. Este es uno de mis temas preferidos, y uno del que Jesús habló bastante. De hecho, Él habló más de este tema, que del cielo y del infierno juntos, así que también debería ser importante para nosotros.
Nuestro invitado para esta serie es el autor y orador, Randy Alcorn, quien escribió un maravilloso libro titulado: El principio del tesoro: Descubriendo el tesoro de dar con alegría. Este libro es una de las obras más importantes que he leído sobre todo el tema de manejar nuestras finanzas personales y obtener la perspectiva de Dios en cuanto al tema del dar. Es una lectura sencilla y corta.
Sé que tu corazón se sentirá animado y desafiado cuando lo leas. De nuevo, el título es, El principio del tesoro. Y permíteme recordarte que si te perdiste el primer episodio de esta breve serie, lo puedes encontrar en nuestro sitio web, avivanuestroscorazones.com.
Randy, bienvenido de nuevo a Aviva Nuestros Corazones.
Randy Alcorn: Gracias Nancy, es un placer estar aquí contigo.
Nancy: Gracias por escribir sobre el tema de dar sin pedir disculpas, y por llamarnos a evaluar lo que realmente importa para nosotros, a evaluar aquello que amamos, lo que atesoramos, y dónde están nuestros corazones. Me parece que constantemente necesito revisar esta área de mi vida porque mi corazón es muy propenso a inclinarse hacia cosas que son temporales y visibles, y a comenzar a echar raíces aquí en esta tierra. Pero en este libro nos retas a recordar que nuestro hogar no está aquí en la tierra.
Randy: Así es. Nuestro hogar está en el cielo, y esa es realmente la tercera clave del principio del tesoro. El cielo –no la tierra– es mi hogar. El principio del tesoro en sí mismo es que no podemos llevarlo con nosotros, pero podemos enviarlo por anticipado. Y Jesús nos dice en Mateo 6, versículo 20, que realmente podemos acumular tesoros en el cielo.
Y eso hacemos, acumulamos tesoros en el cielo, no solo dando (y esa es ciertamente la forma principal de la que Él estaba hablando), sino que también damos de otras maneras:
- Damos de nuestro tiempo
- Damos de nuestros talentos y de nuestros dones; y
- Nos invertimos en nuestros hijos, en nuestros padres ancianos, en nuestros amigos que tienen necesidades –es decir, alguien que está pasando por un divorcio o alguien que fue abandonado o alguien que está luchando contra el cáncer.
Cada vez que damos de nosotros mismos a otras personas en el nombre de Cristo y para la gloria de Dios, estamos invirtiendo en tesoros en el cielo.
Nancy: Aunque debemos reconocer que eso no es algo natural para nosotros. Nuestra inclinación natural es acumular tesoros aquí en la tierra, ir por las cosas que podemos ver. Pienso, por ejemplo, en lo que implica un día cualquiera para la mayoría de las personas. Tenemos que lidiar con trabajos, gastos, facturas, compras; y muchas de nuestras oyentes como esposas y madres cuidan sus hogares, visten y alimentan a sus hijos… Así que no es que estas cosas no tengan ningún valor, sino que es muy fácil comenzar a enfocarnos en esas cosas como si eso lo fuera todo.
Randy: Así es. Y comenzamos a vivir bajo la ilusión de que esta tierra es nuestro hogar, cuando de hecho las Escrituras nos dicen específicamente, que nuestro hogar está en otro lugar. El carpintero de Nazaret dice: «Cuando todo esté listo, volveré para llevarlos, para que siempre estén conmigo donde yo estoy. Y ustedes conocen el camino que lleva adonde voy» (Juan 14:3-4, parafraseado). «Te voy a tomar y te voy a llevar a ese lugar». Ya sea en Su segunda venida o en el momento de nuestra muerte, llegaremos a la presencia de Dios. Pasaremos la eternidad en el cielo.
Y para nosotros es difícil comprender esto porque nuestro verdadero hogar es un lugar en el que nunca hemos estado, y esto es una paradoja. Pero realmente es la forma en que necesitamos pensar y vivir –vivir a la luz de la eternidad. En la carta a los Colosenses, capítulo 3, versículo 2 se nos dice: «Pongan la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra». Es decir, poner nuestra mirada donde Cristo está sentado a la diestra de Dios. En otras palabras, pon tu mente en el cielo.
Existe un viejo dicho que dice: «Esta persona tiene una mente tan celestial que no tiene ningún bien terrenal». Bueno, eso está muy lejos de la verdad. La verdad es que somos tan terrenales que no tenemos ningún bien celestial. Y a veces tenemos una mentalidad tan terrenal que no somos para bien en la tierra.
La persona que verdaderamente tiene una mente celestial, al final obtiene el mayor bien terrenal. La Biblia dice en Hebreos 11, versículo 13, que somos peregrinos y extranjeros sobre la tierra. Somos embajadores que representamos a nuestro verdadero Rey y a nuestro verdadero país. En Filipenses 3:20 dice: «Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo». Somos ciudadanos de un mejor país, un país celestial.
Las Escrituras hacen referencia a esto una y otra vez para recordarnos quiénes somos realmente y de quién somos realmente y por lo tanto, a la luz de cuál reino deberíamos estar viviendo.
Nancy: Diste una gran ilustración al decir que vivimos en un país pero sabiendo que nuestro verdadero hogar está en otro país.
Randy: Sí. Es como si tu hogar estuviera en Francia y vivieras en un hotel de Estados Unidos por tres meses, y te dijeran: «Aquí están las reglas básicas: No puedes llevarte nada a Francia en tu vuelo de regreso a casa, pero puedes ganar dinero y puedes enviar depósitos por correo a tu banco en Francia».
Entonces, ¿llenarías tu habitación de hotel con muebles caros y tapices? Seguro que no. Enviarías tu dinero a tu hogar. Solo gastarías lo que necesitas en la residencia temporal. Quizás tengas algunas cosas que te ayuden en los noventa días que estás allí, pero ciertamente no vas a llenar la habitación de artículos caros porque no podrás llevarlos contigo.
Pero como puedes enviar por anticipado el dinero que ganas, al llegar a tu hogar ese dinero te estará esperando cuando regreses. Eso es lo que haces, lo envías a tu verdadero país.
Eso es lo que Jesús está diciendo. No puedes llevarlo contigo, pero puedes enviarlo con anticipación a tu verdadero hogar donde pasarás la eternidad.
En la segunda carta de Pedro, en el capítulo 3, versículo 10, se nos dice que la tierra y todo en ella será destruido con fuego. No durará. Pero podemos invertir en la eternidad en un lugar donde las cosas durarán para siempre.
Nancy: Y sin embargo la mayoría de nosotros somos como esa persona que vive en un país y actúa como si fuera a estar allí para siempre –gastamos nuestro tiempo, nuestros recursos, nuestros esfuerzos, nuestro enfoque en algo que es temporal…como el ejemplo del hotel, dijiste que era una estadía de noventa días. Puede que no tengamos tantos días en este hogar temporal.
Randy: Correcto.
Nancy: Este no es nuestro hogar.
Randy, yo viví –como muchas de nuestras oyentes saben– viajando por carreteras, sirviendo en el ministerio y durante muchos años durante mis veinte y mis treinta y tantos años no tuve un hogar permanente. Hubo días en que eso fue difícil y desafiante, pero el Señor me recordaba continuamente: «Esta tierra no es tu hogar; pero un día te mudarás hacia el hogar permanente».
Luego, a mediados de mis treinta años, el Señor me dio la bendición y el privilegio de tener un hogar. Recuerdo cuando oraba por esa decisión…y percibía al Señor guiándome en esa dirección y dándome la libertad para dar ese paso. Sería una temporada diferente en el ministerio. Ya no viajaría tanto.
Pero recuerdo que tenía un poco de resistencia porque Dios me había dado una sensación de libertad por no tener propiedades, de estar desvinculada de las presiones y responsabilidades y el enfoque de poseer una casa.
Recuerdo haberle dicho al Señor: «Si es Tu voluntad que tenga una casa terrenal –un hogar– antes que nada quiero asegurarme de recordar siempre que no es mía...es tuya y debe usarse para Tu gloria, para Tu reino y para Tus propósitos». Pero también le pedí al Señor: «¿Protegerías mi corazón? ¿Me ayudarías a mantener una mentalidad de peregrina y a no echar raíces en esta tierra?»
Lo dije con toda sinceridad y de todo corazón. Pero tengo que decirte que desde que comencé a vivir en una casa ha sido mucho más difícil, y tengo que trabajar constantemente para asegurarme de que mi corazón no se apegue a las cosas aquí en la tierra.
Randy: Exactamente. Piensa en aquellas palabras en Juan 14. Es la mejor historia de amor de todos los tiempos. Es el prototipo de romance –y es verdadero romance. Es sobre el carpintero de Nazaret que ha ido hacia Su novia, Su novia por quien está a punto de morir. Y Él le dice, «voy a construir un lugar para ti, y regresaré a llevarte a vivir conmigo para siempre» (parafraseado).
Así que piensa: ¿cuántas veces anticiparía esta novia a su amado esposo y el hecho de estar con Él en ese hogar que Él está preparando para vivir con Él para siempre? ¿Pasarían semanas antes de que ella pensara en Él y en su hogar en el cielo? No, por supuesto que no. ¿Habrá días en los que ella no piense en esto? No, probablemente no pasaría ni una hora –ni siquiera pasarían minutos sin que ella pensara en su amado, en su novio. Ella estará en la fiesta de bodas con Él, y Él tendrá preparado un lugar para ella.
De repente todo lo demás palidece cuando pensamos en estos términos y lo comparamos con la importancia que le damos a acumular más y más y más cosas aquí. De repente nos damos cuenta de que no se trata de eso. Si tenemos la oportunidad, por así decirlo, de enviar materiales de construcción a través de los tesoros en el cielo que suben a nuestro Señor, serán más las cosas que Él puede utilizar para Su proyecto de construcción. Piensa en cómo luciría el cielo.
Y hablo acerca de cómo lucirá el cielo en todos mis libros –tanto en los que no son ficción como en los que son ficción– porque me encanta pensar en lo que la Escritura dice acerca del cielo y cómo será este.
Considera que Jesús es un carpintero de profesión… Y bueno, Él también tiene atributos muy útiles a la hora de construir un proyecto: omnisciencia, omnipotencia; y Él ha tenido unos cuantos miles de años para preparar este lugar para nosotros. ¿Será un gran lugar? Lo que quiero decir es que ¡será un lugar increíble! Más allá de lo que podemos imaginar y de nuestros sueños más extravagantes –y nuestros sueños pueden ser considerables… ¡Es algo increíble esto que anhelamos y esperamos!
Y debemos pensar en estos términos, porque la forma en que pensamos determina la forma en que vivimos. Debemos hacer como dice Colosenses 3, «poner nuestra mira en las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios…» Pensar más en el cielo y en nuestro hogar en el cielo, afectará la forma en que vivimos en la tierra.
Nancy: He descubierto en mi propia vida que mi instinto natural es seguir arraigándome en la tierra, es concentrarme más en las cosas terrenales. Me refiero a que, es como si las cosas que tenemos aquí nos arrastraran. Y Jesús dijo que las preocupaciones, las riquezas y los placeres de esta vida son como espinos que crecen y ahogan la semilla de la Palabra en nuestras vidas, y nos llevan a no dar fruto (ver Mateo 13: 22).
He descubierto que dar con alegría, con generosidad, con regularidad y de todo corazón es el mayor antídoto contra el materialismo. Si quiero mantener mi corazón enfocado en el cielo y mantener mis inversiones allí, si quiero mantener mi relación con Jesucristo como el enfoque principal en mi vida, dar me ayuda a hacerlo.
Y a medida que me separo de mis tesoros terrenales, a medida que me desapego de las cosas de esta tierra, lo que sucede es que mi corazón se apega más a las cosas celestiales y a lo eterno.
Randy: Eso es correcto. Y creo que si experimentamos la gracia de Dios, nos convertimos en dadores porque Dios es el Dador supremo. Y si damos, experimentamos la gracia de Dios porque, nuevamente, estamos haciendo lo que Cristo hizo. Entonces, dar nace de un conocimiento de Dios y fluye de regreso hacia un conocimiento de Dios y una experiencia con Dios.
Nancy: Oponerme a dar es mi inclinación natural. Y oponernos a dar es aferrarnos a las cosas de esta tierra. No me gusta pensar en mí misma como una persona avariciosa, y probablemente la mayoría de las personas que me conocen no dirían, «Nancy es una persona codiciosa o avariciosa».
Pero seré honesta y diré que la codicia en el Nuevo Testamento se refiere al deseo de tener más. A la luz de eso, debo decir que, naturalmente, tengo un corazón codicioso. Y es muy fácil sentirnos descontentas o insatisfechas con lo que tenemos.
He comentado antes que el guardarropa que tengo me parece que está bien hasta que empiezo a hojear catálogos de moda o camino por un centro comercial y veo todas las cosas que no tengo –todos los nuevos estilos y las modas. Y así comenzamos a comparar lo que tenemos con lo que otros tienen.
Y esas semillas, esas raíces de descontento, comienzan a arraigarse tan sutilmente en nuestros corazones. Y antes de que nos demos cuenta ya no tenemos amor por Jesús, no tenemos ese corazón tierno hacia Él, ese amor por lo eterno y por las cosas espirituales. Nos encontramos atadas y amarradas a las cosas de esta tierra. Me parece que lo opuesto a esto, y lo que me ayuda a lidiar con esto, es dar.
Randy: La Escritura dice que la codicia es idolatría.
Mira, las cosas tienen masa, y la masa tiene gravedad, y la gravedad nos mantiene en órbita a su alrededor. Así que tendemos a acumular más y más cosas y luego comenzamos a girar en torno a esas cosas.
Así que dar es, en esencia, una revolución copernicana de la vida cristiana. Copérnico se dio cuenta de que el sol no gira alrededor de la tierra, sino que la tierra gira alrededor del sol. Y nosotros necesitamos darnos cuenta de que Dios, el mundo espiritual y todo lo demás no gira a nuestro alrededor; sino que nosotros giramos en torno a Dios. Y al ofrendar a Dios estamos acumulando tesoros en el cielo y estamos cambiando el centro de gravedad de la tierra hacia el cielo –estamos en órbita alrededor de las cosas celestiales.
Ahora, particularmente en nuestras vidas –en la de mi esposa y la mía, y en las de nuestras hijas– en 1990 experimentamos una especie de llamado de atención sobre dónde estaba realmente nuestra ciudadanía. Fui pastor durante varios años, y si me hubieras preguntado, «¿qué harás dentro de diez años, y dentro de veinte años a partir de ahora?», yo habría dicho: «Bueno, supongo que seguiré siendo pastor». Era algo que me encantaba. Pastorear y también dar algunas charlas –pero mi trabajo era pastorear una iglesia local y me encantaba.
Pero debido a que teníamos un corazón por los niños que mueren abortados y por las mujeres explotadas a través del aborto, por unos años abrimos las puertas de nuestro hogar a una mujer que vivió con nosotros. Ella estaba embarazada y la ayudamos a dar su hijo en adopción a un hogar cristiano. Ella vino a los pies de Cristo mientras vivía con nosotros. En ese tiempo yo formaba parte del comité de un centro para embarazos de crisis en el área de Portland, Oregon.
Luego Dios puso en nuestros corazones el involucrarnos en el rescate y participación en desobediencia civil a favor de los no nacidos. A finales de los años 80 y a principios de los 90, fuimos en numerosas ocasiones a clínicas, de manera pacífica, sin violencia, simplemente ofreciéndoles alternativas a las mujeres, y dándoles buena literatura allí frente a las puertas de la clínica, intentando hacer lo que pensamos que era correcto a la luz de lo que dice Proverbios: «¡Levanta la voz por los que no tienen voz! ¡Defiende los derechos de los desposeídos!» (Prov. 31:8 NVI).
Bueno, como resultado de esto tuvimos que enfrentar demandas judiciales en nuestra contra. De repente tuve que renunciar como pastor en mi iglesia porque iban a la iglesia para embargar mi salario. Le dije a un juez que les pagaría a las personas a las que les pudiera deber algo, pero que no le escribiría un cheque a una clínica de abortos porque lo usarían para matar niños y eso es una violación de conciencia, y obviamente algo incorrecto. Así que vinieron a la iglesia para tomarlo de mi salario.
De repente, ya no estábamos haciendo lo que habíamos estado haciendo. No podía ganar más que el salario mínimo porque una clínica de abortos embargaría si ganaba más del salario mínimo, para pagar la cantidad de juicios contra nosotros. Un juicio costaba $8.4 millones de dólares… De repente ya no podía poseer nada legalmente.
Ahora, tengo acceso a todas las cosas que posee mi esposa. Como te imaginarás, fue una prueba y fue difícil para nuestra familia. Pero aprendimos muchísimo sobre las posesiones y la provisión de Dios a lo largo de los años. Y aun si pudiéramos volver el tiempo atrás y hacer que eso nunca hubiera pasado…no lo haríamos. Pensaron mal contra mí, pero como dijo José sobre la traición de sus hermanos, «Dios lo cambió en bien» (ver Génesis 50:20).
Nancy: Entonces, ¿resultó esto en algunos cambios prácticos en el estilo de vida de tu familia?
Randy: Bueno, de cierto modo sí, pero afortunadamente y por la gracia de Dios ya habíamos aprendido a vivir con mucho menos de lo que era nuestro ingreso.
Nancy: ¿Podrías repetir eso? Eso es algo impensable para muchas de nosotras, en nuestra cultura.
Randy: Nosotros habíamos aprendido a vivir con mucho menos de lo que era nuestro ingreso.
Y Nancy, habíamos aprendido algunas cosas sobre dar. Yo había escrito un libro llamado «Dinero, posesiones y eternidad» (el cual está disponible en inglés) y había estudiado lo que las Escrituras dicen sobre esta área.
Realmente estábamos intentando poner estas cosas en práctica, y nos dimos cuenta de que como pastor recibía un salario generoso. Y tenía una pequeña entrada adicional por los derechos de autor de los libros y por dar conferencias y ese tipo de cosas. Era mucho más de lo que necesitábamos, y por eso estábamos ofrendando una parte significativa de lo que Dios nos estaba proveyendo. Estábamos experimentando la alegría de dar. También habíamos pagado nuestra casa antes de lo esperado. Teníamos una hipoteca de 30 años, pero la pagamos en 15 años. De hecho, el último pago de la casa lo hicimos dos meses antes de que sucediera todo esto y yo solo pudiera recibir el salario mínimo.
Así que con la casa saldada (no tener que continuar pagando por ella) y con las otras formas en las que Dios proveyó para nosotros, nos fue bien. Nos dimos cuenta de que tendríamos que sacar a nuestras hijas de la escuela cristiana porque representaba un gasto alto, pero Dios proveyó de maneras sorprendentes para que no tuviéramos que hacerlo.
Y no habría sido una tragedia; creo que habríamos podido vivir con otras alternativas. Pero en Su gracia, Dios nos permitió experimentar esa provisión sorprendente. Nancy, cuando nuestros ingresos se redujeron drásticamente, aprendimos mucho a confiar en Dios y en Su provisión.
Muchas personas viven bajo el mito de que a lo largo del resto de sus vidas su ingreso siempre aumentará de alguna manera. Pero hay mujeres que han experimentado recortes laborales en sus vidas, o sus esposos han experimentado esto, y tienen que aprender a vivir con significativamente menos de lo que habían tenido anteriormente.
Nancy: Y creo que es tan fácil sentir o pensar que, «con mi ingreso tan limitado o tan reducido no hay forma en que yo realmente pueda ser un dador».
Randy: Es interesante, porque Filipenses 4:11 –en el contexto de dar– dice: «No que hable porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación». Y eso es interesante. «He aprendido a contentarme», eso significa que no es algo natural, de lo contrario no se necesitaría un aprendizaje.
«No que hable porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación. Sé vivir en pobreza, y sé vivir en prosperidad. En todo y por todo he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad.Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Fil. 4:11–13).
Y él le da a Cristo todo el crédito por eso. Luego termina el capítulo diciendo: «No es que busque la dádiva en sí, sino que busco fruto que aumente en su cuenta» (v.17). Pablo agradece el apoyo financiero que le han brindado. Vemos que todos estos son términos financieros.
Lo que él está diciendo es: «Dios me cuidará de una forma u otra, me envíes un regalo o no. Pero cuando envías un regalo para invertir en mi vida y ministerio, quiero que sepas que Dios tiene una cuenta que ha abierto en el cielo y ese donativo es un depósito en esa cuenta –cuando das para la obra en el reino de Dios. Y esto, para mí, es un gran concepto. Eso es exactamente a lo que Jesús se estaba refiriendo cuando habló de acumular tesoros en el cielo para la gloria de Dios.
Nancy: Entonces, Randy, tuvieron que enfrentar un momento donde sus ingresos se redujeron significativamente y se encontraban viviendo con el salario mínimo. ¿Qué pasó a partir de ahí?
Randy: Como legalmente no podía ser propietario de nada, habíamos transferido las ganancias por ventas de mis libros al ministerio, de modo que no fueran a las clínicas abortistas. Lo que decidimos hacer cuando esas ganancias llegaban al ministerio fue no quedarnos con eso, sino donar la gran mayoría –un mínimo del 90%. Y durante los últimos tres o cuatro años, hemos regalado el 100% de este ingreso de los libros.
La razón por la que quisimos hacer eso es porque tuvimos la convicción de que esta era una forma en la que Dios estaba proveyendo –y no solo para nosotros. No necesitamos esto, pero sí tenemos la oportunidad de invertir en el trabajo misionero, en los esfuerzos provida, en el trabajo en las prisiones, en ministerios para la familia y otras cosas.
Entonces, lo que sucedió como resultado de eso fue que pensamos que en unos diez años podríamos volver a recibir esas ganancias por ventas. Y el ministerio nos informó cuándo llegó el momento, la junta directiva dijo: «Es hora de que las recibas».
Así que mi esposa y yo nos sentamos y hablamos sobre eso. Oramos por eso y dijimos: «Espera un minuto. ¿Por qué tomaríamos ese ingreso si es una ofrenda para el avance del reino de Dios? No lo necesitamos. Dios ha provisto para nosotros por diez años. Nos va bien con mi salario mínimo y lo que el ministerio puede proporcionarnos, así que, no lo tomemos». Esa fue nuestra decisión y la trajimos al comité. Ellos dijeron: «Está bien, simplemente continuemos de esa manera, seguiremos ofrendando esas ganancias por ventas».
Luego, dos o tres meses después de haber tomado esa decisión, recibimos la información de que la clínica de abortos había logrado agregar otros diez años. Entonces, si hubiéramos tomado ese ingreso por derecho de autor nuevamente, habríamos tenido que dar marcha atrás y devolverlo al ministerio.
Y pensamos: «Señor, cuánta gracia de Tu parte al darnos la oportunidad de tomar esta decisión de entregarte esto, en lugar de haber tomado otra decisión y luego haber sido forzados a dar la vuelta y sentirnos derrotados por ello».
Nancy: Gracias, Randy Alcorn por acompañarnos hoy. Sé que nuestras oyentes querrán escuchar el resto de esta historia –y mañana regresaremos con la continuación. Y permíteme decir nuevamente que me encanta tu pequeño libro titulado, El principio del tesoro. Es un tesoro. Así que si nos escuchas hoy y no tienes una copia de este, te animo a adquirirlo. Sé que cambiará tu vida.
Y bueno, lo que hemos estado conversando es un mensaje eterno porque es de la Palabra de Dios. Es un tema muy importante en la Escritura, ya que nuestro dar es un reflejo del corazón generoso de Dios –no podemos sobrepasarlo en este sentido.
Y creo que es un tema muy oportuno ya que estamos atravesando una época que ha estado llena de incertidumbre. Muchas personas se sienten inseguras respecto al futuro, y este es un tiempo en el que de manera especial necesitamos recordar que este mundo no es nuestro hogar. Esta perspectiva realmente cambiará cómo vemos lo que tenemos y lo que damos.
Robert y yo queremos vivir conforme al corazón dadivoso de Dios. Queremos estar constantemente invirtiendo en la eternidad. Y como ministerio, en Aviva Nuestros Corazones queremos continuamente invertir en la eternidad al mostrarles a las mujeres lo que significa experimentar la gracia de Dios y rendir sus vidas de todo corazón a Jesús.
Y ahora quiero que escuches a Ana Nin de Olivo, la gerente administrativa del ministerio. Ella te dirá cómo puedes ser parte de esta misión.
Ana Nin: Aviva Nuestros Corazones no podría existir sin las oraciones y el apoyo financiero de oyentes como tú. No podríamos alcanzar a cientos de miles de mujeres a nivel internacional con la esperanza del evangelio, sin tu participación para hacerlo posible (sean tus oraciones, tu trabajo voluntario, ofrendas o sea que compartas nuestros recursos con más mujeres).
Quiero que sepas cuán profundamente agradecidas estamos por el impacto que tu generosidad está teniendo para ayudar a las mujeres a experimentar libertad, plenitud y abundancia en Cristo. Tú eres ese medio que Dios ha escogido para dar de gracia lo que por gracia has recibido.
Hoy Randy Alcorn nos ha descrito lo que es una inversión que realmente vale la pena. ¿Considerarías tú, invertir en la eternidad al dar a Aviva Nuestros Corazones? ¿Le preguntarías al Señor cómo Él quisiera que participes de la expansión de Su reino a través de este ministerio? Cuando das a Aviva Nuestros Corazones te unes a nosotros para traer libertad, plenitud y abundancia en Cristo a miles de mujeres de habla hispana en cada etapa de la vida. Si así Dios lo pone en tu corazón, haz tu donación a través de nuestro sitio web, avivanuestroscorazones.com, o a través de nuestra aplicación.
Annamarie: Después de escuchar la conversación de hoy, puede que te preguntes: «¿Y entonces qué de las necesidades legítimas? ¿Cuándo está bien gastar en lugar de dar?» Randy Alcorn abordará estos interrogantes en el episodio de mañana. ¡Te esperamos!
Llamándote a libertad, plenitud y abundancia en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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